De alguna manera y con los años he aprendido a conocer algo a las mujeres, supongo que en ello habrá tenido algo que ver la experiencia con ellas a todas bandas. Así con todo, después de años, una mujer, sigue siendo para mi el mayor y más maravilloso misterio del universo por conocer: como un volcán me intriga de estas su manera de obrar, sentir, y sobre todo de amar . Esa manera de ser y entregarse como la lava que no entiende de obstáculos ni limites impuestos sobre todo, cuando la pasión gravita empujando en la dirección concreta de las aguas que señala su corazón y opuesta a la razón. De las mujeres prácticamente me gusta todo, hasta los andares; aunque, hay algo, y solo dos cosas, que me aterran, a saber: su manera de odiar y, si cabe, de despecharse (cuando explotan).
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