Se pueden alumbrar tinieblas sólo con las fuerzas propias de la razón. Pero la razón es pobre de espíritu; no ilumina el alma y entristece a los hombres el corazón. La razón puede llamar todos los días a mi puerta y gritarme, diciéndome cuanto quiera... pero hoy no tengo oídos para ella: hoy escucho al corazón
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