PRISIONEROS DEL "ETERNO PRESENTE" / Jordi Maqueda

Jordi Maqueda  / Libres en el Instante ( El privilegio del instante)  / Filosofía Reflexiones- Observaciones


"El presente: apenas nombramos esta palabra y ya estamos pensando en el pasado y el futuro, el antes y el después a diferencia del ahora... / ...Pero el presente significa a la vez presencia" 
(Heidegger-Tiempo y Ser- 1962)

Cuando se sufre pérdida de memoria a causa de demencia senil, o enfermedad de Alzhéimer uno queda, para siempre prisionero del eterno presente (estar (no-presente) ahí - en el ahora). Paulatinamente, se van borrando la memoria y las ideas hasta desaparecer uno mismo: sin pasado o futuro que nos determine de manera reflexiva, se permanece en un cuerpo latente, expuesto y determinado por lo inmediato: siempre cambiante y que nos determina, y por tanto determina igualmente nuestra existencia, condicionada por el resplandor demoníaco de un presente que nos reclama incesantemente, a cada instante de nuevo—como la luz ultravioleta reclama del insecto su atención, distrayéndole de su labor hacia ella—. Esa es la enfermedad y el problema de todos nosotros, del presente perpetuo que nos impide vivir y terminará extinguiendonos, pues de igual forma que la deslumbrante luz ultravioleta extingue el insecto, nuestro yo tambien habrá desaparecido.

Hemos llegado a un punto en el que la cantidad monstruosa y constante de estímulos  –de lo nuevo y excitante– a la que estamos expuestos en la actualidad es abrumadora, sobrepasando en órdenes de magnitud cualquier estado o exposición anterior del ser humano: las noticias, los datos, las imágenes y sonidos, se suman en una anarquía total, de tal forma que cada nueva idea que nos llega expulsa a la anterior, antes siquiera que tengamos tiempo de considerarla. Los peores horrores y las más aberrantes pesadillas llegan a nosotros junto a otras ideas estimulantes: pero ninguna de ellas sobrevive en la mente más allá de unos minutos, antes de ser arrastradas por una nueva oleada de información, que luego olvidaremos igualmente. Las personas ya no se detienen, no profundizan en nada, sobre todo en nada relevante, reaccionando continuamente a estímulos que les llevan de aquí para allá: a nada concreto y a todo. La distracción se vuelve premio final e inútil de la historia del ciudadano que, además, exige distraerse: luego, distraerse todos juntos es la cumbre y fin absurdo de la socialización. De este modo, la ambigüedad se convierte en el resultado último de la curiosidad, que define la actitud que el ser humano tiene hoy con el saber de las cosas, adquirido a partir de sus distracciones y no por el conocimiento o estudio, acrecentado por el acceso indiscriminado a la información que “permite a cualquiera decir cualquier cosa, cuando se hace imposible discernir entre lo que ha sido y no ha sido examinado, contrastado a verdad y expuesto tras una comprensión auténtica”, produciendo una indiferencia generalizada (ya a nadie le importa la verdad de lo dicho o que se comenta) en tanto a un mundo, donde “todo parece auténticamente comprendido, pero en el fondo o no lo está”.

¿Y qué podemos hacer viendo el punto al que hemos ha llegado?, sobre todo en algunos aspectos de la sociedad, o de esa cotidianeidad abominable que son las Redes Sociales, cuando ciertamente ya no interesa a nadie la realidad y solo importa la desmaterialización: el Metaverso, servir a la distracción, lo conceptual, lo relativo y sin valor: a la fantasía, que alimenta el tejido de un cosmos creado para sí mismos; dentro del mundo que otros han creado para ellos; dentro, de una sociedad que han creado para todos; y ahí encerrado, la felicidad (absurda) es absoluta: lejos de la realidad y el mundo; bombardeado por los medios a cada segundo, recibiendo, cuando no exportando, absurdeces y tonterías a cada hora, todos los días. Pero, si no levantamos la cabeza, esta lluvia abrumadora de estímulos perfectamente diseñados y pensados para mantenernos adheridos a las pantallas y a la información, nos hará prisioneros de un siempre eterno presente, perteneciente a una realidad distinta: otra realidad, que se pretende hagamos nuestra. Esa es la enfermedad actual y también el problema que como la demencia nos aleja de la propia existencia, de la realidad, e impide centrarse en el instante: en el ahora, y en poder vivir como una persona auténtica en el mundo. Te olvidarás de todo y nada dejará huella. Estarás exiliado de la verdadera realidad, incapaz de actuar: “demasiada información a la que reaccionar” de todos los problemas del mundo. Serás enterrado por la información, lejos de todo lo que deberías hacer. Incapaz de elegir e intercalar la acción con lo real. Y mientras tanto, el mundo seguirá y morirá un poco más cada día. La realidad, el tiempo, la vida y las estrellas pasarán, sin ser mínimamente conscientes de todo ello: allí, distraídos en un mundo de fantasía.

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