LA PESTE


Mazmorras del  Palacio Ishak Pasha, Ciudad de Dogubeyazıt, en el Oriente de Anatolia.
  9 Sep 2021, sobre la frontera Iraní

Si lo piensan, parece absurdo, estar en un palacio del que se dice que es la última gran obra otomana en pie, y que yo me sumerja directo hacia las Mazmorras, justo después de haber divisado el horizonte más extenso que vi jamás, abarcando la vista de Armenia, Irán y Turquía, desde los 5000m de altura, en un solo giro de vuelta. Luego, lo más curioso pensé, es que es quizá esta foto es la que mejor define la realidad observada.

Estamos tan poco habituados a observar (los individuos, por nosotros mismos) los hechos (la realidad) de una manera objetiva, por lo que algunas afirmaciones aquí contenidas podrán sorprender a algunos lectores. Sin embargo, existe, además de una ciencia de las sociedades, igualmente, la posibilidad de una observación individual (subjetiva) de esta, de la que, cuando nos atrevemos a quitarnos el velo (habiendo esquivado aquellos  prejuicios tradicionales) deberíamos poder esperar que consista, haciéndonos ver las cosas de un modo o ángulo (singular) y por tanto distinto al acostumbrado de cómo le aparecen al sencillo ciudadanos de a pie, pero igualmente distinto al de los propios científicos (y de sus estudios sociales). Luego toda observación, debe o tiene por su objeto esclarecer/revelar: hacer descubrimientos, y todo descubrimiento, cuando es tal " descubrimiento", suele desconcertar en mayor o menor grado, tanto al observador, en mi caso, como (en el caso del lector) al que luego se le revela lo observado. 

Así pues, y en lo que respecta a la observación, en este caso de la sociedad, es preciso que el observador, se decida resueltamente a no dejarse intimidar, tampoco por aquellos resultados a los que le lleven sus exploraciones, si fueron conducidas libres de prejuicios: luego, además, nada mejor que la experiencia (en este caso de lo pasado), como aquello que nos afectó de un determinado hecho /suceso,  después de conocido el resultado de su desarrollo, y se revela a  [Posteriorio literalmente: a partir de lo sucedido. En el ámbito de la filosofía, a posteriori, se emplea para referirse al conocimiento inductivo, esto es, al que se adquiere a partir de la experiencia,  y forma de razonamiento en que la verdad de las premisas apoyan la conclusión, ascendiendo de los efectos a sus causas:  El conocimiento puede ser a priori o a posteriori. El primero (a priori) es el que no funda su validez en la experiencia (en este conocimiento a priori reconocemos en Kant); el segundo, a posteriori, es el que se deriva de ella: de la experiencia: y refiero a esta la fuente de mi conocimiento: pues no entiendo otro saber, sino el saber de la experiencia. En general, a posteriori, significa 'con posterioridad a un hecho o una circunstancia determinados, y se opone, radicalmente a (→ a priori). Luego, si buscar la paradoja es propio de un sofista, esquivarla, cuando los hechos la imponen es propio de un espíritu sin coraje ni fe en sí mismo.

EL HOMBRE DESESPERADO 

El Hombre Desesperado
Sobre la Muerte
El dolor y la pérdida
El Sinsentido de la Existencia
Pensar la idea del suicidio
Libertad de Elección
Morir precisa, igualmente, de razones.

Observaciones sobre el Hombre Desesperado

Nada más trágico que nuestra realidad: nacer para luego tener que morir. Pues da igual dónde o cuándo y poco importará la manera, todos nos dirigimos ineludiblemente a ella "como el ancla al fondo del mar". A veces incluso anticipándonos, y renunciando así y definitivamente a este ingrato lugar de amarguras y penitencias, absurdo y desprovisto de sentido, donde vida y muerte están ligadas, el dolor centellea todos los días y las personas participan de las más terribles agonías; donde sonámbulos e idólatras adoran aquello que los segundos no conciben y los primeros no imaginan; donde los huérfanos se consuelan en el silencioso recuerdo de la impotencia, de no querer creer pero tener que ver el mundo desmoronarse ante sus propios ojos. Pero lo peor no son las injusticias o violencia que acontece y de la que somos testigos todos los días. Tampoco las guerras, el sufrimiento y la desesperación que estas conllevan: lo peor no lo hemos conocido todavía; Estaría por llegar: "es lo último que llega".

(1)Sobre la Muerte

Recuerdo cuando me diagnosticaron cáncer, unos me miraban como si mi destino fuese  diferente al suyo; otros lo hacían con lástima, sin observar antes lo lastimoso de sus vidas, y  ellos nunca fuesen a morir: como si unos pocos años supusieran diferencia, y aquellos que suplican vida eterna, fuesen a obtener otra cosa, más que polvo como recompensa. Como si negar la muerte fuese solución, cuando no hay negación que no contenga en sí, en forma de afirmación, aquello contra lo que se pronuncia. Pero ¿quién quiere la vida eterna? ¿Acaso existe eso? La eternidad es una cosa y muy distinto es abarcarla: y más absurdo pretender conquistarla (Gilgamesh). No elegí nacer y consentí, tampoco elijo morir, pero me siento afortunado, si es el caso de no sobrevivir: la eternidad no es vida para un hombre, y la muerte es la calma, el reposo final al que cualquiera aspira. Pues vivir bien es también morir (un poco todos los días), y fue la muerte la que dio (todavía) mayor sentido a mi vida. Luego mucho he meditado (casi 15 años después del cáncer, voy para 56) pues si en la vida encontramos que todo son preguntas, igualmente, llega el momento cuando se convierte ella misma (la vida) en pregunta: en ese efímero detenerse en el proceso, al manifestarse está revelándose a la razón que la contempla. Allí he imaginando  mi vida: toda, en ese preciso instante (atrapado en el tiempo) y sin saber nada de una muerte; que para conocerla, de cierto, antes hay que vivir estando en ella; pero luego, para poder entenderla no bastará con vivir, ni siquiera sirve el vivir mucho: cuando para poder entender la muerte, tendremos antes que entender la vida (aquella que nos toca vivir) y por qué, en algún momento hay quienes renunciamos a ella.

(2)El dolor y la pérdida

"El pasado se recuerda muchas veces dramático; el presente angustioso y el futuro se intuye incierto", dominado por ese miedo que amenaza con apoderarse del alma". Todos temblamos ante el dolor, el sufrimiento y la pérdida: ineludibles para toda comprensión acerca de la vida del hombre. Diríase, que la vida humana se halla permanentemente en un estado de profunda miseria, pendiente, siempre de dar sentido a aquellos avatares que devienen de la propia vida. En todas las épocas, culturas y religiones, el hombre tuvo que enfrentar esta misma cuestión del dolor, el sufrimiento y el sentido de su existencia. En definitiva,  cada persona (como yo mismo) ha tenido que vivir y convivir con propio drama continuo que le supone existir, vivir en este mundo. Pues cada uno de nosotros parece nacer a una vida (en un solo sentido y hacia un determinado destino); pero si ese es nuestro sino, también es cierto que otra cosa es nuestra propia condición, dentro de la propia vida y condición "la humana / esta reflejo de la propia naturaleza que habita este hermoso planeta, " esa que empuja a una planta seguir hacia adelante (como españoles) atrapados entre baldosines de la cera y aplastados por el asfalto (llegará a florecer aún con la metralla de toda una vida y existencia hundida en la carne. y si nuestro sino es vivir y vivir con dolor, nuestra condición es "seguir y seguir adelante aún con dolor”. Muchos pensarán, sobre todo en occidente, que estas palabras no van con ellos que más serían apropiadas para señalar a otras personas o pueblos (pero los españoles las reconocemos propias), otros dirán que refieren que a otros tiempos; pero no nos llevemos a engaño, y lo sabemos; al menos todos aquellos que tenemos una cierta edad y perspectiva de la vida: que el ser humano desde que nace se forja y crece con retazos de dolor, y cada dolor es preludio y anuncio de aquello ineludible Pues existen tantas cruces plantadas en este mundo como vidas ha visto nacer, y cada nacimiento no anuncia otra cosa, que (en algún momento) su propia muerte.

(3) El Sinsentido de la Existencia

El pueblo español se entrega, al suicidio es la primera frase de «El resentimiento trágico de la vida», la última obra de Miguel de Unamuno. En esa nota estaba reflejada la lucha de un hombre que fue fiel a sí mismo yendo  en contra de unos y otros, y rodeado del ambiente hostil de la propia ciudad a la que tanto amó, con la desesperación de quien ve cómo se va quedando solo mientras se tambalea su mundo, su propia vida y hasta sus creencias» - (Miguel Unamuno de sus apuntes). Pero en algún lugar leí que un hombre (y del mismo modo una nación)  primero debe morir (y españa allí se aniquiló a sí misma), para luego lentamente (y de aquellas sombras y troncos quemados que quedarían) volver a renacer. Renacer (se supone) libres de odio y del dominio del rencor (que nos permite al recorrerlo aún hoy (de las secuelas del dolor de nuestras familias compartido) reconocernos entre todos a nosotros mismos aquel mismo odio, y de aquella sangre derramada, habiendo aprendido del aquel duro camino y sacrificio (no por sus propias necesidades o las de sus familias, sino por las ideas ideales políticos que les inculcaron otros/ arrebatándoles su identidad de españoles primero,  y padres de familia (o hijos) después, y que recorrieron aquellos: nuestros abuelos y le mostraron a sus hijos- para que nosotros pudiésemos (por su sacrificio) volver a renacer a una nueva vida y nación: que ayuda a los demás  (manteniendo un ejercicio que no va a guerras políticas) sino como fuerza de interposición para ayudar a mantener la Paz, pues hay dos manera de vivir y ser: haciéndolo solo para nosotros, o a la vez hacerlo también por para los demás, como personas ayudando en nuestras ciudades a quien lo necesita / y como nación: a quien nos lo pida o necesite. 

I

Encontrarán ensayos y libros, tratados al respecto de las razones del sinsentido de la existencia para algunas personas, y que puede resumirse en que la vida no tiene sentido para estas, Esa  la principal declaración, y obviedad que encontramos, por parte de quienes afirman experimentar la desgarradora sensación de la apatía por vivir, por medio de una especie de desconexión de todo lo que les envuelve (y derivado después - en algunas de ellas- en una presencia impulsiva en redes sociales). En este punto, encontramos personas personas, muchas  reflexivas, que profundizan en cuestiones de trascendencia: a partir de aquella la falta de libertad que acusan (y nos revelan) de su propias declaraciones (y donde me reconozco de un tiempo critico, mas no conmigo mismo), donde se trasladó la responsabilidad tanto del aislamiento como de la propia apatía, a las injusticias sociales, luego a las guerras, pero sin  hacer nada por acercarnos (entender - moverse a comprender- y explicarnos de aquellas mismas injusticias: luego no proponiendo, ni saliendo del aislamiento de la habitación) avocándose, por momentos cada vez más a un profundo vacío existencial, el cual engulle cada vez con más fuerza. Vacío éste, al que la sociedad contribuye con sus imperantes mensajes relacionados con valores individuales de satisfacción inmediata (dale al megusta), y venga otra vez: en lugar de irnos a ayudar a quien sabemos que lo necesita, saliendo del aislamiento y mojándonos los pies (única forma de achicar el ahogamiento (parar la inundación) que nos embarga, e ir mas allá  de proponer absurdeces (en redes), una tras otra todos los días).

Pensar la idea del suicidio


Una obra está acabada cuando no puede ser mejorada" - (E.Ciorán). 

Como en el arte, algo parecido ocurre con algunos sistemas e igualmente con los estados, cuando estos se encuentran tan fatigados y corruptos, que ni con todas las grúas y andamios de este mundo se podrían sostener en pie, los pilares de mentiras y sangre sobre los que se sustentan. Así, lo que realmente decide el grado de acabado de un sistema ya no es tanto el arduo trabajo, la fatiga o la sangre que precisa de sostenerlos, como el asco que supone tener que soportarlos y sostenerlos.

La mayoría de las personas no entienden necesario deliberar sobre su existencia, existir ya se concibe como implícito en todo lo que hacemos y no es necesario darle más vueltas ( aunque afirmemos estar de agua hasta el cuello). Sin embargo, reflexionar sobre la existencia, es hacerlo sobre la idea de la vida, y por tanto de la muerte: el suicidio (por estrangulamiento social) en este caso, nos permite abordar en primer plano la razón de la propia existencia, pues se pone en tela de juicio la importancia de ésta, moviéndonos a madurar en nuestras propias motivaciones, sueños y esperanzas; además, de en todo aquello que nos da seguridad. La enfermedad ayudó a pensar al enfermo; la certeza de la muerte mueve a reflexionar; y el suicidio (en este caso la posibilidad de un suicidio "social" nos obliga a deliberar seriamente sobre el sentido del mundo y la propia existencia. Dedicarse a tal empeño (morir para volver a nacer) implica carácter y atrevimiento pues, tratamos con ello de sacar provecho, donde entenderemos casi con toda seguridad que el suicidio (como forma (literal) de termina con la propia vida) debe permanecer en constante suspenso, como salida última que siempre debemos ver (de aquelos que subcumbieron) a distancia, solo recorriendo de lo que sentimos y expresamos a los demá: aquella forma de la que empezamos a reconocernos (y a la que nos acercamos), pero a la que no debemos entrar jamás. Pero ¿por qué verla a distancia y, sencillamente, no contemplarla como opción?

Lo políticamente correcto en este caso es descartarla definitivamente: y eso sería lo políticamente correcto. Pero personalmente, entiendo que la persona solo puede descartarse de aquello: (formas) que reconoce en el de las primeras causas (luego al observar  de estas, las últimas causas (y final), que reconoce en los otros). Se trata más entonces de “una evaluación, a modo de introspección, proponiendonos primero reconocernos en el lugar que  estamos, y a la vez saber que podemos mejorarlo; con una  experiencia de vida y proyecto propio”. Pues entiendo, que una vida es auténtica, solo cuando se tiene la posibilidad de elegir (de salirnos del marco propuesto: suicidarse, si, pero socialmente); pues el peso de la existencia sólo puede llevarse cuando somos conscientes de que tenemos la libertad de terminar con nuestra vida, y una vez reconocido esto: que tenemos el valor;  igual o mayor para antes (vivir genuinamente nuestra vida, esa que ahora elegimos. Pues, a pesar de las dificultades, las restricciones y prejuicios, cambiar es lo único que no nos puede ser arrebatado; y precisamente esa libertad de cambiar nos procura la fuerza descomunal, que luego triunfa sobre los pesos que nos aplastan; de tal forma que encontremos un sinsentido a poner fin a nuestros días o, por lo menos, a no hacerlo antes de ver hasta dónde podemos llegar. Aunque los suicidas creen en su precocidad, no pocas ocasiones consuman su acto muchas veces antes de estar maduros y siendo muy jóvenes; razón esta que hace de los suicidios (literales) aquello que destruye nuestro verdadero destino, en lugar de coronarlo. 

Buscando entender, puedo entender que un hombre/mujer quiera acabar con su vida: lo puedo entender y aceptar (todos deberíamos) pero, con matices: entendido, como el acto de culminación de un proyecto insatisfactorio de vida, es decir, un proyecto puntual y fallido venido de la razón que luego lo justifica.  El final, si se quiere (razonado) tiene que cultivarse como si fuera un huerto, eligiendo el momento más favorable de su desarrollo. Pero cuidado, aquí entramos en arenas movedizas, pues no me refiero con ello dar a entender a todos, que están en la cumbre y desean que se les recuerde así”. Recuerdo la carta de suicidio de Kurt Cobain, donde podía leerse una cita de una canción de Neil Young: "Es mejor consumirse rápidamente que desaparecer poco a poco". Cierto que Kurt estaba en la cumbre, como artista, pero no así como persona debido a sus problemas (que no soluciono quedando atrapado en ellos), y que le llevaron a hacer lo que hizo. Lo cierto es, que el último y definitivo descenso a los infiernos de K. Cobain no fue sorprendente; y posiblemente, ya se había iniciado unos meses antes de que decidiese llevarse el cañón de una pistola a la barbilla. Sin embargo, precisamente ese carácter desesperanzador de la existencia y el desencanto ante la vida, se presenta no pocas veces a muchas personas ―en algunos casos como una especie de iluminación― como proceso de descubrimiento hacia una vida mejor sin ornamentos: dura, y en la que afloran esos sentimientos de desesperanza que todos hemos sentido en algún momento, ante los cuales tenemos siempre la posibilidad del suicidio. Porque ¿Quién no ha pensado en el suicidio alguna vez? Todos hemos pensado en algún momento en suicidarnos, así sea de forma remota o hipotética, hemos pretendido renegar de la vida deseando la muerte, pensamiento éste y vinculo indisoluble, entre los que eligen el suicidio y los que no. Y, precisamente, es esa posibilidad, aunque la entendamos remota, de reflexionar sobre nuestro propio suicidio ―motivos, recursos, la disposición del lugar― y vernos muertos anticipadamente es la que nos ayuda en gran medida a entender (que el alma nos está diciendo algo), aquello (de la vida) sobre lo que demos meditar) para poder replantearnos esta: nuestra propia vida. De otro lado, negarnos esa posibilidad de sentirnos dueños de nuestra propia existencia o bien, ocultar nuestro pensamiento por miedo a lo que puedan decir los demás, es negar nuestra propia libertad y convertirnos en otro gusano envilecido más, reptante sobre la carroña cósmica que habita esta tierra.

Libertad de Elección

Tomar consciencia de que podemos elegir es asumir un grave conflicto ( angustia) donde por un lado, nuestros sufrimientos nos reprimen y empujan al abismo y, por otro, nuestros instintos se oponen, obligándonos a vivir aunque estemos sujetos y limitados a nuestro tiesto. A medida que vamos madurando y reflexionando sobre la vida, ya con unos años, descubrimos la vacuidad de la misma, para entonces los instintos ya se han reconvertido  hacia la razón que guía ahora nuestros actos, refrenando nuestro crecimiento instintivo (del límite que aceptamos - nosotros mismos impuesto- del tamaño y volumen de nuestro tiesto) y el vuelo de nuestra inspiración (limitado por esa misma razón / ). Por ello: despertamos al mundo demasiado tarde. Sin embargo, aun en ese momento tardío tendremos consciencia de nuestra libertad, pudiendo ser ahora dueños de una elección que se hace significativa en tanto más nos retrasamos no poniéndola en práctica, pero que “nos hace soportar los días y, más aún las noches", pues  no nos sentimos pobres ni oprimidos: disponemos de recursos. Y, aunque no los explotásemos nunca, y acabáramos en la expiración tradicional, hemos tenido un tesoro en nuestros desánimos; pues no hay mayor riqueza que disponer de la propia vida, aun cuando la hubiésemos decidido desaprovechar (por algún tiempo). Nunca es tarde para renacer a nuestra propia vida (San Juan 3:4-6), volviendo a empezar (reconstruidos de aquellas (duras experiencia) que hemos sabido superar.

pero morir (incluso socialmente, o precisamente por ello) precisa, igualmente de razones.  Entendiendo una "salida" de la antigua vida, no como huida, sino más como el producto de una profunda reflexión, y muestra de poder sobre la propia existencia (y contra la voluntad del hegemom). Todos escuchamos y leemos en medios hoy sobre la Eutanasia. Pero Llamémoslo por su nombre: suicidios, asistidos o no. Eutanasia proviene del griego y vendría a significar «buena muerte»: Y, me pregunto, quién no tiene derecho a una buena muerte, cuando viendo hacia donde pueden llegar las cosas, quiere no tener humillarse frente a si mismo, y suplicar luego sí, su propia muerte (literal) mientras se desmorona en pedazos. Esa es la verdadera libertad, y en ella cada uno debería descubrir el momento oportuno para abandonarse a si mismo, según le parezca o no, de acuerdo a su situación personal, sea ésta (su vida actual) digna de ser vivida. Pues no tiene sentido prolongar la agonía de determinada forma de vida, cuando no tiene siquiera sentido para nosotros, esperando que la muerte llegue lenta y dolorosamente por sí sola, es mejor adelantarnos siendo autores de nuestro propio destino. Se trata de una iniciativa por la cual rescatamos una vida (la nuestra en aquel acto) que ya no vale la pena ser vivida. Pero no hay que estar enfermo socialmente para ello. La actitud, por ejemplo, que leemos de Sócrates ante la imposición de unas reglas y normas para el inasumibles, es de absoluta confianza y tranquilidad; no siente ningún temor cuando se enfrenta a actos de injusticia: “no haría concesiones a nadie en contra de lo justo por temor a la muerte. Ser en la muerte (como acto voluntario para poder vivir), antes que no poder uno mismo ser en la vida. 

Las injusticias y la discriminación han hecho resurgir la cuestión del suicidio en cada situación de crisis. Mainländer augura que en el futuro la política contribuirá a la renuncia voluntaria a la vida. Se creará un Estado capaz de satisfacer todas las necesidades materiales de los ciudadanos. Con ello, y todos los deseos vitales satisfechos, aumentará el aburrimiento y con ello, el deseo de muerte. Pocas existencias se han mostrado tan coherentes con una idea propia como la del pensador de Offenbach am Main, quien puso fin a sus días tras haber descubierto que el devenir del mundo se encamina hacia la nada (no haciendo él tampoco nada por evitarlo), y dirigiéndose hacia el no ser, en virtud de una pura voluntad de morir, frente a la de solucionar sus problemas y con ello poder ayudar a los demás en lo que él ya veía venir. Precisamente en los países de mayor calidad de vida, es donde dicha voluntad de morir  (literalmente) es mayor y en aumento, a la vez que aumenta el distanciamiento entre las personas, y donde basta con mirar a tu alrededor para poder ver el mundo habitado por rutinarios de la desesperación; momias que se aceptan unos a otros, sin más sentido que cumplir una moral y formalidad útil: despertarse, ducharse, desayunar, llevar los niños al cole, ir a trabajar, comprar, consumir, comer, conducir, llegar a su casa, dormir y de nuevo lo mismo un día y otro; hasta que un día (te das un golpe) despiertas y te preguntas si es posible encontrarle un sentido al curso que lleva la propia vida. Luego, las noticias de guerra continuas y los avances de la ciencia no ayudan. Saber si hay vida en Venus o en Marte, si la tierra se encuentra en algún punto de la galaxia o si se ha descubierto un nuevo exoplaneta no responde a búsqueda alguna de sentido. En resumen, parece como si la vida (que hemos aceptado llevar) no se ocupase más que en entretenernos y aplazar el momento en que podríamos librarnos de ella”, o bien  y como dice Víctor Hugo: “Estamos todos condenados a muerte, si bien con una especie de aplazamiento incierto”. 

"Es fácil siempre ser lógico. Pero es imposible ser lógico hasta el fin. Los hombres que se matan (los suicidas) siguen así hasta el final la pendiente de su sentimiento. La reflexión sobre el suicidio me proporciona, por lo tanto, la ocasión para plantear el único problema que me interesa: ¿hay alguna lógica hasta la muerte?"(Camus 1966)


1
LOS ESCENARIOS DEL ABSURDO ( CAMUS Y LA PESTE)

Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos?
                                            Estragón: Sí, vámonos.
                                                                   No se mueven.
(S. BeckettEsperando a Godot)

«Hay una felicidad Metafísica en defensa de la Absurdidad del Mundo —dice Camus—. Esta idea, traída del concepto que define una determinada corriente o pensamiento, y es a la vez ilustración de un determinado momento, habría de durar poco: no pudiendo sostenerse, sin aquel pensamiento profundo y constante que la animaba con fuerza». La idea se encontraría igualmente manifiesta —además de en otras expresiones— en lo que se dio en llamar Teatro del Absurdo; Y, particularmente, representada en aquella obra del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, donde los personajes muestran de manera resuelta el tedio y carencia de significado, que para ellos tiene la vida moderna. Sin embargo, el absurdismo no tiene lugar ni época que lo contenga, y aquel nihilismo apático propio de posguerra, cafés y variedades risueñas, de algún modo daría paso a un nuevo paradigma —contingencia esta muy propia de nuestros tiempos— cuando la exégesis de la manifestación escénica se vio en algún momento proyectada, y de su propio marco desligada, aumentando la entropía de lo irracional ya no sobre las tablas, sino en el turbulento albero de la falacia que recuerda, con desvelo, que tras el último acto de la comedia, aguarda paciente, dar comienzo… la tragedia.
«Todos nacemos locos; algunos, continuarán así siempre».
                                                                       (S. Beckett)


Texto incluido en:  Observaciones acerca de algunas cuestiones fundamentales y otras de carácter fronterizo.

0 de Europa
1«Hay una felicidad Metafísica en defensa de la Absurdidad del Mundo —dice Camus—. Si bien, no podrá ésta sostenerse, sin un pensamiento profundo y constante que la anime con fuerza».
2  literarias, pictóricas etc…
Teatro del Absurdo es un término empleado por el crítico Martin Esslin en 1962 para clasificar a ciertos dramaturgos, estadounidenses y europeos; franceses en su mayoría, entre 1940 y 1960. El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras que pretenden recoger todas esas inquietudes y preguntas, pero sin dar respuestas; estas se las deja a usted, le deja la inquietud de la respuesta y de la interpretación; es usted quien tiene que entender que eso que vio es tan absurdo como la vida misma y que con dar una moneda a un mendigo no soluciona su problema ni el suyo. Puntualizar: que cada obra crea sus propios modelos y características implacables de lógica interna: cómica, triste, patética, macabra, humillante, angustiosa o violenta.
4 Esperando a Godot

2

Siempre es agradable hablar de Camus, lo siento cercano: un amigo, así es como lo veo y leo. No sé si al principio elegí su libro o él me eligió a mí, en todo caso yo lo elegí luego a él, de lo que me siento agradecido y jamás me arrepentí no dando por perdido aquel tiempo (entre un tiempo y otro tiempo). No sé cuánto aprendí o desaprendí con él, en mi caso cuesta distinguir cuánto puede dejar alguien, de sus escritos y razonamientos en uno mismo, más cuando la consecuencia de ello no es evidente ni inmediata, sino una sinergia progresiva entre la memoria y la razón que en algún momento y por alguna circunstancia se hace perceptible, pudiendo entonces señalarla como consecuencia de.., tal y como me dispongo a mostrar. "Nuestros contemporáneos no son simplemente los escritores de nuestra época, muchos de los cuales ya nunca podremos leer; contemporáneos son los textos que leímos e hicimos nuestros en un momento dado, los que han dejado una huella en nosotros." Michael Wood




Camus ha sido para mí uno de esos escritores que hice mío. Influenciado éste de joven, curiosamente por los mismos autores que me influenciaron entonces a mí (y que me habían llevado a él) con casi la misma edad. Intuyo, que desarrollé algún tipo de vínculo con su espíritu:  vínculo o cercanía que a otros parece costarle más establecer, no por no entender lo que escribe Camus, sino más por entender cómo sentía y pensaba, en tanto: a la influencia que representaba la lectura de "aquellos", a los que pocos siendo tan jóvenes se aprestan a leer. Sobra decir, que siempre he sentido admiración por aquel tipo con su cigarro a medias en la boca (tan parecido y, a la vez, tan diferente a mi padre), que saltó como un espontáneo al ruedo de la filosofía, llevado por aquella sinvergüenza "torera" (a decir del español) de la valentía de no aceptar una existencia irreflexiva. Burlándose de él en su día sus detractores, y definiéndolo: como un filósofo para jóvenes (creo que los filósofos presocráticos, precisamente, enseñaban a jóvenes: de las cosas que son), y que en la actualidad sigue siendo la opinión de no pocos académicos, como no podía ser de otra manera, viniendo de académicos dicha opinión: que ven solo luces y no la forma de las sombras que las proyectan. Pero y volviendo a lo que íbamos, de cuanto de sus escritos yo pude obtener, una cosa destaca entre todos ellos: “Sísifo” será mi sombra (la que me guíe, y nos guíe en su propia sombra), y de quien le no interesa tanto su castigo, como lo que Camus nos enseñó por medio de Sísifo y que ocurre durante una parte de éste castigo (en los infiernos) justo cuando una vez alcanzada la cima con la roca, ésta vuelve a caer, y Camus ve:  “a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento, cuyo fin no conocerá jamásEsta hora que es como una respiración, y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia”. En cada uno de los instantes en que abandona la cima y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, (Sísifo advierte) que es superior a su destino. (el) “Es más fuerte que su roca” – el mito de Sísifo, Camus. 

Justo, en ese preciso momento, en esa bajada en silencio con su conciencia, es cuando Sísifo y nosotros “somos superiores a nuestro destino, y más fuerte que nuestra roca” somos Sísifo y Roca (unos solo, y todos juntos, elevandonos sobre nuestro propio abismo, sobre nuestro destino. Un momento (tiempo) que todos, incluso en la peor de las situaciones encontraremos, como yo los encontré tras mi accidente (casi dos años recuperándome) y luego de otras fatalidades; haciendo valer la afirmación de que en “una tragedia no todo momento es tragedia”, y que en ella nuestra conciencia, sea al anochecer, libres por momentos del dolor físico, o incluso en una peste (o pandemia) actúa, y por ella nos reponemos: sobreponiéndonos a la caída, si no de inmediato (durante al menos un breve periodo de tiempo volveremos a ella: siendo, nosotros a cada paso (en acto de  reconocernos) de nuestras partes esparcidas → recomponiéndonos, en ellas→ “ser” de todas nuestras partes, más fuertes que trágico nuestro destino. Camus no me enseñó a pensar (yo ya sé pensar/ pues llegue a él, dejándome luego ser,  guiado a través de e otros a ver esa dimensión que otros todavía no ven, mostrando ese ángulo oculto: el camino que nos señalan otros en el limite, que lo recorrieron antes que nosotros. 

 UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE
PENSAR DESDE EL ORIGEN, Y PENSAR EL CAMINO SINGULAR

 DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (1) 

DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (2)

  DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (3) 

 DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (4) 

DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (5) 

 DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (7) 

 DESDE UNA FILOSOFÍA DEL LÍMITE  (6) - 



De la La observación del pasado

Cuando nací en la primavera del 1968, Camus había muerto 1960 (no vio esa primavera revolucionaria: que de nos iluminó: mostrándonos la forma reconocible de una sombra amplia y extendida sobre nosotros,  que todavía hoy nos es difícil reconocer/nos (en en ella. De ahí que aquella revolución fracasase, al pretender avanzar sin reconocerse antes ellos de la aquella misma sombra (la razón), razón que es la forma de otra sombra de una forma mayor que los contenía a todos (la ciudad /o sociedad industrial) imagen esta y forma reconocible, de otra sombra todavía mayor que los contiene, les da su forma dentro y los somete a ella (la voluntad de poder). No hablo aquí de una persona, sino que hablamos del irracionalismo, y no como un fenómeno circunscrito sólo a totalitarismos políticos, sino como parte un proceso civilizatorio mayor, o deberíamos decir incivilizatorio, a sobre pasar (superar por nuestra especie) — interpretando: y observando sus formas y descubriendo de ellas sus sombras: desenmascarando al faraón que se pretende y muestra perfecto, incluso pretendiendo engañar a la divinidad: máscara y sombra solo de otro mortal, que somete a semejantes, por la razón de su necesidad, engañándoles, a estos mediante sus propios temores y miedos—, pues es este un proceso más largo, amplio, profundo y oscuro, de lo que creemos tal y como comprobamos de la realidad, no solo de aquellos imperios primeros y totalitarismos segundos (referidos de la teoría crítica), sino igualmente a través sus religiones y que hoy prevalecen, estando más presente de lo que todos imaginamos en la sociedad (como aquella rama de la tomatera que no dará jamás fruto, y solo el dueño del huerto, el jardinero, la sabe reconocer, de las otras que darán fruto, cuando ya reconoce aquella forma (de esta) su sombra: que consume a la planta sin dar ningún fruto): luego, algunas de las actitudes irracionales de los totalitarismos vencidos en los campos de batalla del mundo en el 45, eran aptitudes ya adoptadas de antiguo que parece que subsistieron a lo largo de los tiempos (como algo oscuro en la razón del hombre: un gusano que irá creciendo en la oscuridad de su corazón por los tiempos), ya desde un primer tiempo, y que fueron luego adoptadas y disolviéndose entre todas las culturas; y del mismo modo mismo observamos, a los imperios que disuelven su apariencia en otra:  nueva máscara de su sombra: disuelta en la locura cotidiana de la cultura de masas, pero de la que reconocemos todavía su imagen, en unos reyes que no son reyes, ni sirven como reyes a su pueblo, sino a la misma razón instrumental que los utiliza y de la que son cabeza primera forma visible, imagen, de la enorme sombra que lo sostiene: sombra que es el reflejo  todas nuestras sombras proyectadas en la forma que deseamos, y en la que nos vemos todos (en alguna de ellas) cuando nos miramos, todos dentro de las formas contenidas y que dan forma a través de sus sombras a la forma del estado estado. Esto es la realidad y su sombra, pero a la vez una angustia venida del desconocimiento, de una sombra que pesa pero no vemos y genera un malestar que se describe a partir de las propias palabras de M. Horkheimer: Las actuales posibilidades de perfección social superan las esperanzas de todos los filósofos y estadistas que alguna vez esbozaron, en programas utópicos, la idea de una sociedad verdaderamente humana. Y, sin embargo, predomina un sentimiento general de angustia y desilusión ―(Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental)

Si bien el texto superior del libro se basa, como apunta Horkheimer, en apuntes tomados durante algunos discursos y debates públicos realizados a mediados de los 40’ junto con Theodor W. Adorno, e influenciados por Walter Benjamín, la cita anterior referida, es parte del prólogo escrito donde expone su parecer, no en los años 40 cuando son conjugados los textos, sino en 1967 concretamente, del prólogo al ser publicada la primera edición alemana, y revelando en estos más que la propia preocupación: “un sentimiento general de angustia y desilusión manifiesto” que hoy prevalece siendo obvio en la sociedad (en su propia sombra, y manifiesto de muchas formas de esta, una de ellas en la idea del suicidio del individuo joven (que en algún momento revoloteo sobre mi cabeza, y de la que me quedan unos brazaletes dibujados en los brazos y muñecas) residuos de aquella batalla brutal y salvaje, muchas veces aniquiladora de una vida: entre Enkidu y Gilgamesh, y qué es la misma, da igual la forma, de todo aquel que se enfrenta a la razón absurda y brutal, que lo pretende someter. Luego entendiendo en ello M. Horkheimer, el fracaso (en nuestro tiempo) como le sucediera al iluminismo ―y que habría de derivar en el horror que todos ya conocemos de auschwitz y birkenau― y que de alguna manera, igualmente, entiende que la sociedad tras la guerra había denuevo fracasado frente a esa razón segunda (iluminista), no alcanzando el objetivo previsto: aquellos niveles de humanismo que con tanta ilusión se habían propuesto aquellos primeros humanistas (que para nada eran universalistas, o naturalistas, sino solo: humanistas), a los que se refiere M. Horkheimer : “Las esperanzas de la humanidad parecen hallarse hoy más alejadas de su cumplimiento que aun en las épocas de tanteos muy inseguros todavía, es decir, cuando eran expresadas por primera vez por los humanistas. Nítidamente parecen retroceder —sin desmedro de la ampliación de los horizontes de actuación y pensamiento debido al saber técnico— la autonomía del sujeto individual, su posibilidad de resistirse al creciente aparato para el manejo de las masas, el poder de su fantasía, su juicio independiente. El avance progresivo de los medios técnicos se ve acompañado por un proceso de deshumanización. El progreso amenaza con aniquilar el fin que debe cumplir la idea del hombre”. ― (Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental) 

En resumen, tanto M. Horkheimer y T.W. Pero... (y atendamos) no hallando del humanismo M. Horkheimer, la razón primera de la forma de la (razón segunda), como proyección en una la sombra de esta (pretendida humanidad; solo humanista y no una humanidad naturalista e integrada en todo lo universal, de la naturaleza a la que pertenecemos). Luego Adorno tras de él, lo que tratan es de mostrarnos y advertirnos, analizando, presentándonos el irracionalismo, no como un fenómeno circunscrito no sólo a totalitarismos políticos, sino como un proceso civilizatorio o, deberíamos decir incivilizatorio, en el que están también, o sobretodo... están las religiones (parece que aquí se olvidaron de algo: el olvido trae esto) y así nos salen los garbanzos, en la cocina, cuando se nos olvida ponerle la tapadera a la olla: duros; y esto lo ve hasta mi madre.  Es por ello que aquí deberíamos interpretar acerca, no sobre lo que ya nos dijeron, sino sobre lo que con ello nos querían decir: advirtiendonos de que el carácter destructivo (y.... sometedor) de la irracionalidad del hombre, para el hombre, y solo por el hombre no tiene parangón, ni cerrojos o cadenas que lo contengan, ni siquiera consigo mismo, y allá donde otros ya hace tiempo se hubieran dado por vencidos, esta irracionalidad descubrirá siempre un camino por la que mostrarse, siempre en una máscara, que por su sombra, ya podemos reconocer.

por último –no me quiero extender– pero relativo a su segunda novela de Camus, La Peste (1947) se podía extraer un inquietante advertencia, (infundada, en aquel momento de explosión y superioridad de la ciencia y el hombre sobre la naturaleza) hallamos una metáfora del Mal, encubierta y casi disuelta por la tremenda historia de una epidemia mortal en Orán, donde emerge lo mejor de la fraternidad humana, y los justos sacrifican su bienestar para cuidar a los demás. Pero también lo peor, mostrándonos que las peores epidemias no son biológicas, sino morales; y que en situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad y las personas: insolidaridad, egoísmo, inmadurez e irracionalidad: "porque el bacilo de la peste no muere ni desaparece nunca (…) y quizá llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las envíe a morir a una ciudad dichosa". La Peste (fragmento).

La observación del Presente

Encontramos la historia repleta ésta de advertencias hacia el futuro sobre hechos luego consumados. T. W. Adorno advirtió de que la modernidad con su ciencia no liberó al ser humano, sino que lo aprisionó y convirtió en otro cosa: en cosa, en objeto: la “cosa humana”. Fue esa misma ciencia, desde instituciones instrumentalizadas, a partir de la que se concibió la actual sociedad cientificista y burguesa, de la que igualmente se nos previno, y en la que desde un principio “los aumentos de libertad aparentemente y promovidos para el individuo, con el tiempo solo traían consigo la disminución de la libertad real de éstos” ― H. Spencer 1850 (contrapunto); pasando finalmente, a convertirse esta sociedad en “una sociedad cerrada” que bajo el disfraz “Pseudo Democrático” esconde una estructura Totalitaria e Instrumental, basada en la productividad industrial, los mercados, el consumo desproporcionado y la explotación del hombre por el hombre, ― Marcuse 1967). La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, esto es, si sostienen la alienación. Y la reproducción espontánea, por los individuos, de necesidades súper impuestas no establece la autonomía; sólo prueba la eficacia de los controles…//… De nuevo nos encontramos ante uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir las comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto en extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace cuestionable hasta la noción misma de alienación. La gente se reconoce en sus mercancías; encuentra su alma en su automóvil, en su aparato de alta fidelidad, su casa, su equipo de cocina. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido. ― el hombre unidimensional -Marcuse 1967).

precisamente en 1967 aquel ambiente de movilización estudiantil y previa a la hermosa primavera del 1968, Marcuse pronunció dos conferencias, «El final de la utopía» y «El problema de la violencia en la oposición». Participó, además, en dos coloquios —«Moral y política en la sociedad opulenta» y «Vietnam: El Tercer Mundo y la oposición en las metrópolis»— mostrándose preocupado, en su pensamiento de las cosas que son y suceden en la realidad de las personas en el mundo, junto con varios profesores berlineses y dos líderes estudiantiles: Wolfgang Lefévre y Rudi Dutschke (que un año después sufriría un gravísimo atentado). Todas estas intervenciones se editaron al cabo de poco con el título de El final de la utopía, auténtico lema III del pensamiento marcusiano, por cuanto expresa de forma ceñida la reflexión central de este filósofo norteamericano de origen alemán.

Para Marcuse había llegado el momento histórico en el que era posible construir una sociedad liberada (de la razón). El desarrollo de las fuerzas productivas había alcanzado tal nivel, que la idea de erradicar el hambre y la miseria en el mundo no parecía ser ya un sueño utópico. Como tampoco lo es el pensar hoy, aún y en estas circunstancias en las que nos encontramos, que pueda transformarse la naturaleza del trabajo alienado en trabajo verdaderamente creador y respetuoso, e integrado a la naturaleza (de la que somos y formamos parte), y se pueda comenzar a edificar, construir: habitar una nueva civilización no represiva, dentro de aquel nuevo paradigma donde los individuos por pimera vez son capaces de enfrentarse a su sombra, empujándola a salir arriba y en ella reconocerse lo que es (en su sombra y las formas que de sus propias sombras se proyectan, conteniéndolas por la razón, a partir de aquel del mito del héroe que se enfrenta a su sombra (Gilgamesh / Enkidu), conteniéndose la una a la otra en su dimensión intermedia:en una forma que nos dirija en la sombra hacia el aquel horizonte, que se nos abre y proyecta en la que habitan otras formas, del mismo modo que nosotros habitamos en la nuestra

La Crítica de la Razón instrumental fue y es, otra forma de advertencia más, hacia un análisis de lo que podría estar por llegar, ya esté llegando, o ya llegó, y en cuyo caso nos aporte pistas —cuando revelado en su forma — podamos reconocer de aquello, un lado de una sombra y de ello una forma, descriptible a través del enfoque filosófico sobre la investigación de las Ciencias Sociales. Pero, ninguna advertencia sobre el futuro lo es, tanto como el presente. Y quizá encuentren en Camus (hoy) y de su advertencia alguna forma reconocible de aquella peste, de la que nos advierte Camus, (y que quizá llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las envíe a morir a una ciudad dichosa) y reconocible a nuestros ojos luego la sombra mayor que hubiera instrumentalizado irracionalmente, en el presente manipulándola en su favor, y proyectándola (en las ciudades sobre nosotros) aquella peste en el presente. Pero sería sobre todo más reconocible, cuando ya hubiésemos recorrido de la forma su sombra teniendo  toda la perspectiva de esa peste: de todo su ancho de sombra hasta llegar a reconocer (evidente) de aquel otro lado (las fuerzas de poder: legislativo, ejecutivo y judicial) y llegando a su forma proyectada de la sombra: la forma por la que somos sometidos delimitados a nuestra forma dentro, luego reconocible en aquella forma concreta de la policía de la peste: instrumentalizada en una forma severa y castigadora para contenernos dentro: en una forma concreta y definida, ahora sometida/o sometidos a la inmovilidad e hipercontrol policial: y que es aquella forma necesaria que precisa el estado de sus individuos sometidos en tiempo de pandemia, que no pueden tomar decisiones libremente y debe subordinarse a otra persona generalmente de mayor jerarquía y en muchos casos teniendo que tolerar comportamientos abusivos de esta; siendo la vez cuando este: el estado, nos revela de su máscara, luego su sombra más angustiosa (y herramienta) del estado (irracionalmente productivo) para que todos sigamos en nuestra forma perfecta de esclavos ( tiestos limitados) y ladrillos, propiciando a este su forma:de Estado (forma) /sombra del estado son las leyes que son proyectadas (en una forma, a la que hay que someterse → tiene una forma visible, a la que nos sometemos todos (en nuestra forma impuesta) al (estado policial: a la policía), todo en una forma de la que somos, y compuesta de muchas formas y (personas) unidas y que dan la forma: al estado, malentendido como individuos / independientes pero encajados en su forma particular (de supuesto individuo) dentro de la forma (ladrillos y ladrillos) del estado, y a través de todas las sombras y formas del estado que nos contiene. No hay estado sin individuos que se sometan voluntariamente y le den su forma viva y real: esta forma hoy irracional. Lo demás sería utopía sin ladrillos reales que den una forma. Somos las personas libres más esclavizadas de la historia, pues nos hemos esclavizado nosotros mismos en nuestra forma (al recinto y a la forma del recinto), dando forma a nuestro modo perfecto de esclavitud: bienvenidos al paraíso de la nada y la basura que inunda el mundo. Donde incluso los árboles están en fila y separados unos de otros, en la misma distancia y medida. Todos en la cera en fila, de a uno los vemos cada mañana (siempre en el mismo sitio: en fila), pero no los miramos: ni los miramos reconociéndonos en  ellos cuando estamos nosotros en fila, que incluso ahí en fila, sus nueva ramas y hojas se dirigen siempre hacia arriba, buscando la luz del sol, mientras nosotros nos arrastramos por el suelo reptando la sombra, y sobre nuestros propios excrementos que no vemos un metro más abajo, todos los días de nuestra vida. Hasta que el sol, en verano nos recuerda aunque no lo miremos: a ver si despiertan; pues hasta Kant hubiese ido al campo de oler sobre lo que se elevan nuestros cimientos, y como personas lo que somos ahí (dentro): los que caminan, viven, construyen y mueren sobre su propia mierda bajo el cemento, todos los días de su misera vida. Y Así nos ve toda la naturaleza el universo nos reconoce: hasta el último diente de león que vemos volar en el viento nos mira y reconoce solo por una cosa: sabe lo que somos no por lo que decimos que somos, sino por cómo y dónde vivimos, así somos. el verdadero primer paso de nuestra humanidad: será apartar el velo de nuestra propia sombra y miseria, y luego tener la firmeza de reconocernos todos proyectados en ella. 

Al cesar: 
y cuando alcances la cima, César al fin; cuando tomes la forma de un hombre famoso, entonces por sobre todo pon atención al ir por las calles, como hombre de autoridad, conspicuo con tus seguidores, si por ventura de entre la multitud algún Artemidorus se te aproxima, trayéndote una carta, y apresuradamente te dice, "Léela de inmediato, contiene graves materias de tu interés," sin falta detente; sin falta deja a un lado toda charla y trabajo; sin falta despide a aquellos que te saludan y se arrodillan ante ti (los puedes ver más tarde); haz incluso al Senado mismo esperar, y de inmediato entérate de los graves escritos de Artemidorus".- Cavafis.



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- (LA PESTE 06) El TABÚ QUE SE SILENCIA jordi maqueda

- (LA PESTE 07-1) LA INDUSTRIA CULTURAL/jordi maqueda

- (LA PESTE 07-2) TERENCE MALICK: Mariposas y Heidegger  

- (LA PESTE 08) LA OBSERVACIÓN DE LA SOCIEDAD Y LOS HECHOS SOCIALES/jordi maqueda

- (LA PESTE 09) TEORÍA DE LA JUSTICIA Y REALIDAD SOCIAL/jordi maqueda

- (LA PESTE 10) EL HECHO SOCIAL/jordi maqueda

- (LA PESTE 11) SOBRE LA  LA SOCIALIZACIÓN DEL INDIVIDUO: SUFRIMIENTO Y PASIÓNA partir del texto(Sociology of Literature in Retrospective —LEO LÖWENTHAL) / jordi maqueda

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