Estamos tan poco habituados a observar los
individuos, por nosotros mismos los hechos sociales de una manera objetiva, que
algunas afirmaciones aquí contenidas podrán sorprender a algunos. Sin embargo,
existe, además de una ciencia de las sociedades, igualmente, la posibilidad de
una observación individual (subjetiva) de esta, y de la que, cuando ocurre
(habiendo esquivado aquellos comentarios acerca de unos prejuicios
tradicionales) deberíamos poder esperar que consista, haciéndonos ver las cosas de un modo o ángulo distinto (singular) al
acostumbrado de cómo le aparecen al pueblo/ la mayoría (en sus comentarios), pero igualmente
distinto, al de los propios científicos (de sus estudios sociales). Luego toda
observación tiene por su objeto esclarecer /revelar: hacer
descubrimientos, y todo descubrimiento, cuando es tal descubrimiento, suele
desconcertar en mayor o menor grado, tanto al observador, en mi caso, como (en
el caso del lector) al que luego se le revela lo observado. Así pues, y
en lo que respecta a la observación, en este caso de la sociedad, es
preciso que el observador, se decida resueltamente a no dejarse intimidar,
tampoco por aquellos resultados a los que le lleven sus exploraciones, si
fueron conducidas libres de prejuicios: luego, además, nada mejor que la
experiencia (en este caso de lo pasado), como aquello que nos afectó de un
determinado hecho, después de conocido el resultado de su
desarrollo, y revelado a [Posteriori], o
literalmente: a partir de lo sucedido.
En el ámbito de la filosofía, a posteriori, se emplea para referirse al conocimiento inductivo, esto es, al que se adquiere a partir de la experiencia, como forma de razonamiento en que la verdad de las premisas apoyan la conclusión, ascendiendo de los efectos → a sus causas (primeras): El conocimiento puede ser a priori o a posteriori. El primero (a priori) es el que no funda su validez en la experiencia (en este conocimiento a priori reconocemos en Kant); el segundo, a posteriori, es el que se deriva de ella: de la experiencia: mi conocimiento: pues no entiendo otro saber, sino el saber de la experiencia. En general, a posteriori, significa 'con posterioridad a un hecho o una circunstancia determinados, y se opone, radicalmente a (→ a priori). Luego, si buscar la paradoja es propio de un sofista, esquivarla cuando los hechos la imponen es propio de un espíritu sin coraje o sin fe en sí mismo.
II
De entrada advertir que no respondo a otro deseo, por el momento, que a ampliar los escenarios de este blog con nuevos textos y criticas, así como a desarrollar algunos trabajos, y publicaciones que realicé ya desde recién llegado a Extremadura 1998, y que surgieron al margen de mi actividad entonces, y de mi pasión por la exploración de volcanes.
Cuando inicie este blog, cuyas primeras publicaciones aleatorias e
impulsivas datan de 2001/03-2011, lo que me había propuesto no era nada
concreto, y al margen de publicar en este algunas de mis correrías, escribía igualmente
manifestando de algún modo, lo que desordenadamente (o eso pensaba yo) me venía
a la cabeza, y que parecían entonces más las simplezas propias de un
descontento / lo que de cierto, no encajaba demasiado conmigo. Mas seria con el
tiempo, cuando asocié determinados escritos a un malestar propio, sí, propio
pero igualmente generalizado (aunque no manifiesto abiertamente por los demás. Todos:
las personas que conocía se quejaban de diferentes aspectos su vida (siempre
relacionado con obligaciones y con la falta de tiempo), y lo cierto, es
que nadie parecía, ni parece volverse loco por volver al trabajo,
obligadamente, sobre todo después de las vacaciones ¿verdad?;
ni
siguiera a
ese trabajo que tanto parece que incluso algunos aman.
Luego están los niños, y que podemos decir de los niños. El sistema
educativo actual basado en datos y valoraciones es el mayor crimen contra la
libertad del individuo, ya desde que se es muy joven. El resultado es (lo
evidente hoy en la sociedad) la creación de un ciudadano robotizado pendiente
del reloj, y únicamente capacitado para sobrevivir y prolongarse en un sistema
(o ambiente cerrado) y competitivo cuyos valores son, únicamente, la
producción. Al niño que se le enseña a considerar necesaria la existencia
de un maestro, y a definirse a sí mismo en términos de valoración cuantitativa,
en tanto a las notas que aquel le proporciona, le destruimos la
capacidad de respetarse: de mirarse al espejo y valorarse a sí mismo como una
persona; pues lo hacemos
dependiente, siempre de la opinión y valoración de los otros, de los
demás (entendiendo, que somos como los demás nos ven y valoran, lo que se invierte→ en hacer cosas, solo para que los demás
nos vean bien: como comprar ciertas zapatillas o un tipo determinado de móvil, o
coche) → eres
una persona interesante porque tienes, hace o dices… aquello, que gusta a los demás/
lo que terminará, porque aquel sujeto de mayor siga precisando siempre de dicha
aprobación social: me gusta / no me gusta (esto lo conocemos
y reconocemos todos y sabemos por tanto de lo que hablo: la necesidad
de reafirmarnos, en el me gusta de los demás). Con todo esto, lo que quiero
decir, es que le inculcamos ya de joven al niño como dogma que existen unos
valores sociales/ la doxa (δόξα) /que
son más importantes que la propia opinión de si, hacia sí mismo: más
importante incluso que el mismo. Haciéndole creer que es incapaz de una
creación propia y válida (y por tanto de llevar y crear una vida propia e
independiente), alimentándolo constantemente con la idea que lo único
importante es lo establecido, en tanto a seguir aquellas normas y patrones
aprendidos... las dos principales: ser igual que todos y “obedecer” al
maestro.
De modo, que casi sin darme cuenta me vi expresando, públicamente una
denuncia—sobre aquello que observaba, no con ojo clínico (que diría Foucault)
sino crítico, y relativo al acontecer de personas en la sociedad: principalmente
la española— una denuncia (expresada a mi modo entonces y ahora), pero
comparable a la de otros antaño. No tarde entonces en identificar a aquellos precursores de la que sería la teoría crítica:
luego (Escuela de Frankfurt) a razón de su pregunta, re-formulada hoy en este
blog, de ¿por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado
verdaderamente humano, se hunde, más aún en un nuevo género anestesia
(robotizada) y generalizada?
Posteriormente, el sentido de este blog tomó forma más definida
durante la pandemia de 2020. Con la llegada de esta (en Mar. 2020) a España, y
visto lo que acontecía, pensé—y así lo creía entonces— que tras la
evidencia del sometimiento al que nos vimos todos obligados, amanecería después
de desaparecido el virus un nuevo día en todos los países (occidentales), dando comienzo la verdadera
historia de la humanidad. Sin embargo, precisamente
2020 fue todavía más terrible, en tanto que me hizo ver y darme cuenta de lo evidente: que
las esperanzas de la humanidad parecían haber capitulado o hallarse tan alejadas
de su cumplimiento que aun en las épocas de los inicios de la misma Teoría Critica; además,
de lo solo que se puede uno
encontrarse levantando la voz en defensa de una libertad arrebatada, en medio
de una sociedad absurda, anestesiada y sometida a los medios y la cultura (de
masas), que aplaude cuando
los encierran en sus casas, imponiendo a la fuerza un toque de queda (ilegal),
que aceptan/obedecen sin más o pensar cuando les dicen (o una autoridad les dice) que “es por su bien”: mas luego “y
por su bien” les golpean igualmente (las mismas fuerzas de
seguridad) si salen de sus casas sin permiso, aunque solo para tomar algo de
aire. Por no hablar de aquellos ciudadanos que se arrestaron de forma voluntaria en sus domicilios, y denunciaban
a los que se negaban a ser arrestados/ y no podían,
pero reclamaban, en la calle (protestas), ejercer su libertad y derecho de salir y estar en la calle, siendo después forzados a
encerrarse igualmente en sus casas: ilegalmente ( como muchos de ellos denunciaban) y debido, en ocasiones, a la
misma vigilancia y denuncia ciudadana de los que ya habían
renunciado a sus libertades y derechos voluntariamente, sometiéndose, a una
voluntad ajena e impuesta a la fuerza, y pretendiendo que como ellos, todos igualmente hiciésemos: someternos.
Lo que
experimenté en aquel momento y desde entonces, no ha dejado de afectar a mi
pensamiento.
Sin duda los estados que hoy se llaman democráticos, no se encuentran más próximos al advenimiento de aquel nuevo día esperado, que los países en los cuales se ha extinguido la libertad del individuo: pero que son, precisamente, el ejemplo y guía para la represión y control hoy a las democracias occidentales (las mismas escenas que vimos primero en china (sorprendentes) , de arrestos violentos y golpes a los ciudadanos, y vigilancia con drones (que a todos nos parecieron surrealistas: luego se reprodujeron en algunos lugares en España). En tal situación de incredulidad dieron inicio, junto con aquellos ensayos, unas nuevas reflexiones sobre la razón, e inherentes a las publicaciones anteriores y posteriores, estas reflexiones sobre la razón bien podrían servir hoy de base a la duda —de máxima gravitación— respecto a una libertad inexistente (sobre todo denunciable en la educación), pero extensible a todos los ámbitos, de una sociedad (libre) que no habría de transformarse necesariamente en su contrario, y en la automatización sistemática la sociedad, los individuos y la conducta humana.
Supongo que después 2022 ya fue la
guinda a mis preocupaciones y temores, cuando el 24
de febrero de 2022, de nuevo la barbarie de la guerra se manifestó en la misma Europa (ciertamente
no habíamos cambiado en nada después de la II guerra M. como ya nos advertían
en la Dialéctica de la Ilustración M.Horkheimer y T.Adorno);
o quizá sí habíamos cambiado en una cosa: éramos / somos más
estúpidos que antaño, habiendo subestimado las cuestiones
inherentes a la naturaleza y condición humana, depositando demasiada fe en la
conciencia actual, como antaño ocurrió a la conciencia que creyó el discurso
iluminista, que proclamaba (por la ciencia) aquellas aspiraciones
humanistas de libertad del ser humano, aspiraciones
convertidas hoy en la propia condena (del individuo a la servidumbre) ― como advertía
Horkheimer―, al no existir el suficiente valor para descubrirnos la verdad mediante la confrontación de unos argumentos
de libertad, que luego se demuestran contrarios (e irracionales) entre sí, como por
ejemplo: cómo, si vivo en el país más
libre de Europa (España), o eso nos dicen nuestros gobernantes, no había podido
salir me mi casa a la calle (solo
a la calle o pasear por el campo) durante dos meses, teniendo que estar encerrado en casa (por decisión de una persona → o poder), y de otra persona que obedece a dicho poder sin cuestionarse la legalidad, y
ejerce un poder restrictivo (fuerza) sobre mi libertad, que yo ejerzo saliendo a la calle), luego siendo perseguido,
denunciado y golpeado en algunos casos: como en China, o Pakistán se golpeaba
sus ciudadanos / ciudadanos entonces igualmente golpeados por las mismas
razones en muchos lugares de España), aun cuando yo solo quería salir de mi casa a la calle o ir
al campo, al lado de casa / mas ningún cuerpo de seguridad me
protegía, sino que aquellos mismos agentes de la policía (los cuerpos de
seguridad del estado) obedecían al estado contra la libertad libremente
ejercida de las personas y (como en china o Pakistán): obligándonos por la fuerza,
a golpes si se resistían, a volver a encerrarnos en nuestras casas. Los
datos comunicados por el Ministerio de Interior, a 20 de Marzo de 2020 (tan solo
10 días transcurridos desde la entrada en vigor (por decreto del gobierno) 463/2020, de 14 de marzo, del Estado de Alarma, confirmaban que en
todo el territorio del Estado 926 personas habrían sido detenidas por
desobediencia o resistencia grave a la autoridad y más de 102.000 habrían sido
sancionadas por incumplir las restricciones impuestas ( estas no se resistieron).
Aproximadamente un año más tarde el 14 julio 2021 — El T. Constitucional declaraba ilegal el confinamiento proclamado por el gobierno (así la suspensión de la actividad parlamentaria) decretado en el primer estado de alarma / que no podría exceder de quince días, o se podía prorrogar con autorización expresa del Congreso de los Diputados: “La declaración de los estados de alarma, excepción y sitio no debe interrumpir el normal funcionamiento de los poderes constitucionales del Estado Ley Orgánica. 4/1981, de 1 de junio “. Después, el 27 octubre 2021 — El T. Constitucional declara de nuevo, e igualmente inconstitucional el segundo estado de alarma y considerando que el plazo de seis meses de prórroga tuvo un carácter (irracional) e injustificado…, se entiende que para la población.
"La sentencia explica, según una
nota de prensa difundida por el tribunal, que lo que merece censura constitucional es el carácter no razonable o
infundado del periodo de seis meses,
visto el acuerdo adoptado por el Parlamento ... / ... la determinación temporal de
aquella prórroga de seis meses se realizó de un modo por entero
inconsistente con el sentido constitucional que es propio del acto
de autorización y sin coherencia alguna, incluso, incoherente con las
razones que el Gobierno hizo valer para instar la prórroga finalmente
concedida". ¿A qué se debió entonces
esta actitud irracional?, y ¿Qué fuerzas la provocaron?
La defensa de los derechos y libertades civiles es una
cuestión que nos atañe a todos, sin excepción, debiendo poner de manifiesto:
manifestar, y exponer las vulneraciones de derechos (o aquellas situaciones que
parezcan susceptibles de de serlo) y acaecidas de lo que en principio se
podrían considerar nos Hechos Sociales pero que identificamos sobrepasados en
su razón y forma, a las causas que los preceden, para que sean luego corregidos, o
bien tratados por las autoridades (competentes/ incluso internacionales) y no se
vuelvan a producir.
Hacerlo (denunciar) “mediante confrontación de argumentos contrarios (e irracionales) entre sí,” parece: es un modo igualmente válido para hallar respuestas a las causas y manifestar públicamente una verdad/que señale los motivos (razón o razones) irracionales: del abuso de poder y, o autoridad, y que se antojan esquivas a primera vista. En este sentido La dialéctica de la ilustración no es precisamente un monumento a una crisis, como se pretende; sino la sombra de un reflejo pasado (donde nos podemos mirar), pues se proyecta al presente en imágenes reales y actuales; además, por supuesto: de ser un llamamiento desesperado ante la bancarrota de la civilización occidental. Pero sobre todo, encontramos en ella esa interpretación de la Modernidad “como proceso de cambios que buscan homogeneizar a la sociedad”, que la somete a la característica mirada del proceder genealógico, y pone en perspectiva el presente, remontándose al origen del que procede: una “Genealogía De La (Modernidad”:
El 15 de diciembre de 1961, Adolf
Eichmann era condenado a morir en la horca en Jerusalén. Durante aquel juicio, Eichmann
se defendió argumentando que “solo cumplía órdenes”:
muchos tomaron nota de aquellas palabras. Entre ellos, Hanna Arendt que
escribió su célebre ensayo “Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la
banalidad del mal” en el que, entre otras cosas, dudaba de que Eichmann
fuera un genio del mal (un malvado criminal) tal y como lo presentaron los
fiscales israelíes. ¿Y si ‘tan
solo’ era un obediente
peón que cumplía órdenes de una autoridad considerada por él como ‘legítima’?
“Un tanto por ciento muy grande de la población hace lo que se le dice que tiene que hacer, sin tener en cuenta el contenido de su acción (o legalidad), y sin trabas impuestas por su conciencia, siempre que perciba que la orden tiene su origen en una autoridad legítima”. Puede parecer terrible pero este axioma es una de las conclusiones del experimento de Stanley Milgram (que se demostró sobradamente durante la pandemia), uno de los grandes ensayos de psicología social del siglo XX que puso el foco en conceptos tan poliédricos como la autoridad: “No perseguí a los judíos con avidez. Fue el Gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, solo la podía decidir el Gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia”- Adolf Eichmann.
La dialéctica de la ilustración nos advierte al referir Aquellas Relaciones de fuerza, que tanto Horkheimer como Adorno sostenían (al igual que Anna Arendt) y que trataban de mostrarnos, advirtiéndonos de ellas (en lo que hoy es hoy evidente), analizándolas como un fenómeno irracional, y circunscrito no sólo a los totalitarismos políticos del pasado, sino como un proceso civilizatorio o, deberíamos decir incivilizatorio, más amplio, profundo y más presente de lo que todos imaginamos, en el sentido de que muchas de las actitudes irracionales de los totalitarismo pasados, hubiesen podido subsistir de diversos modos, moderando y disolviendo su apariencia en la locura cotidiana de la cultura de masas, habiéndose establecido sutilmente en algunas de nuestras instituciones actuales.
“La debilidad o fortaleza de una sociedad, se manifiesta siempre en la fortaleza o debilidad frente a las injusticias sociales de sus ciudadanos”. j. maqueda
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