LA NADA CREADORA Y LA NADA NECESARIA / jordi maqueda

 

La Nada creadora o la Nada necesaria 

Las personas nos hacemos preguntas constantemente: ¿de dónde vengo?, ¿de dónde vienen las cosas?, ¿de dónde viene el Universo?, ¿desaparecerá el mundo y el universo?, ¿desaparecerá todo en algún momento?; y, en ese caso, ¿adónde irá todo? Tenemos necesidad de saber, es una necesidad inherente y constitutiva de nuestro propio ser, y en algún momento de nuestra vida, todos nos hacemos preguntas que necesitan respuestas. Sobre todo, aquellas que atañen a la propia existencia y a todo lo relacionado con ella. La religión, a lo largo de milenios, se ha ocupado de satisfacer esa necesidad, liberando la mente de la angustia que supone no saber de dónde venimos y adónde vamos después de muertos. Igualmente, esta se ha ocupado de dar sentido al mundo y explicarlo: quién, cómo lo hizo y por qué. Pero, no a todos satisfacen estas explicaciones.

Desde antaño, al igual que hoy, muchos filósofos, teólogos (padres de la iglesia) antes y científicos ahora, se propusieron y proponen encontrar sus propias explicaciones a su ser, al devenir, al mundo y el universo. Anaximandro de Mileto, vivió en la Antigua Grecia entre el 610 - 545 a.C. Hijo de Praxíades, sucesor y discípulo de Tales, negó la Nada, como origen de nada, pues algo no puede surgir de la Nada, ni pueden las cosas desaparecer en la Nada. Este acuñó un término al que llamó: Ápeiron, que define lo indeterminado e infinito que constituye la esencia del Arjéprimer elemento de las cosas o del universoEl Ápeiron es, por tanto, principio de la totalidad de las cosas existentes. Anaximandro sostuvo que el Ápeiron no es un elemento material, sino algo vinculado a lo sempiterno: no es posible circunscribir el Ápeiron al espacio ni al tiempo; carece de límites y forma, resultando por ello indestructible, siendo infinito, y de acuerdo a cada ciclo, todo surge y regresa al Ápeiron. El cosmos nace, se desarrolla y perece en el seno de ese "Ápeiron". En esta línea, surge entonces una primera afirmación ya en la Grecia clásica: todo surge y regresa a lo mismo, decían los griegos. Esta afirmación, que iría evolucionando entre los filósofos de aquella época, persiste hoy de alguna manera, afirmada en la ciencia y en la Razón: “todo lo existente en el universo proviene del mismo lugar y momento de singularidad, en el tiempo, cabiendo, igualmente, la posibilidad de regresar en un futuro, muy lejano, a ese mismo estado de singularidad.” —Absurdo: Se diría, de nuevo, que en 2600 años no hemos avanzado demasiado

Es Parménides y explícitamente Empédocles, en quien encontramos una primera circunscripción de la Nada como esencia constitutiva de todo lo que deviene. Parménides vislumbrará la Nada, para de inmediato neutralizarla. La conclusión de Parménides, fue que aquello que “no es”, no puede existir de ninguna forma: no existe y, por lo tanto, solo cabe existir lo que “es” que, en consecuencia, está en el mundo porque es la única cosa que existe. Empédocles toma 'La Nada' como la negación del ser: lo que hay es el 'ser' y solo cuando se lo niega, o aparta al ser (estando ausente) surge 'la Nada'. Reconocerá que los entes finitos, antes y después de su finitud, son Nada. De Empédocles nos quedaremos con aquella que era su máxima: [...] "es bueno repetir incluso dos veces lo que es necesario".Luego, Empédocles, directamente se tirará dentro de un volcán, suponemos que viendo lo que venía: el absurdo, de repetirse y volver a repetirse por más de mil años acerca de la nada

Pero «La Nada» como concepto fundamental en filosofía empieza a tomar sentido a comienzos del siglo XVII, a partir de la pregunta leibniziana ¿por qué hay algo más bien que nada?". Para Kant, La Nada absoluta correspondiente al Ser ilimitado e infinito, sería el "no-ser absoluto" (a priori) y, por tanto, "la Nada absoluta" correspondiente al Ser, es un concepto metafísico (a priori) que quedará excluido de tratamiento en la Crítica de la Razón Pura, por cuanto escapa a las posibilidades del conocer científico (descartes se afirma en lo mismo). Para Kant, las cosas que existen en el mundo sencillamente existen: si estas existen en su pueblo, y una negación es solo una declaración del conocimiento, en tanto a que algo no existe en el mundo (y si lo niego, yo, no existe: a priori) a priori: En Kant son las condiciones universales y necesarias del conocimiento que son previas, e independientes de la experiencia; vienen puestas por el sujeto y constituyen la forma del conocimiento de kantiano. Conocimientos a los que se llega por la razón, desde casa, y sin experimentarlos (son conocimientos no venidos de alguna experiencia frente a nada), en especial cuando trata de un sistema filosófico’ y de la razón pura. Puedes pensar en el café, sin haber visto un grano de café, o una planta del mismo en tu vida, eso es ser filosofo para Kant, y mirarse el reloj.

Nietzsche igualmente se aproximó a "La Nada", entendiendo, que nada tendría una esencia o verdad propia, sino que todo tomaría significado en la forma en que el Dasein (como único ente que vive fuera de sí, abierto constantemente al Ser y a sufrir una revelación de Él: experiencia) lo concibe, para después volver a perderlo una vez que este deja de existir. Siendo, esta la base sobre la que Nietzsche entendió que habría de construirse la nueva filosofía. Pero será posteriormente, cuando la pregunta original es desbordada contundentemente por la cuestión Heideggeriana: ¿por qué es en general el ente y no más bien la nada?, resultando esta, ser aquella pregunta fundamental para la filosofía, pero que luego parece transformarse (no tanto en Heidegger / del que hablaremos), sino en  otros que le siguen más bien en un ¿y por qué no la Nada? En Sartre, ya la cuestión de La Nada recibirá un enfoque particular: de negación y rechazo de la existencia: un ser que es arrojado a La Nada (de la existencia) y de ahí habrá de surgir esta, pues no se queda ahí, sino que influido por Heidegger, su mentor, Sartre ahondará la temática (heideggeriana) abriendo la vía de la “nadificación”, y terminando por afirmar que, el ingreso de la Nada al mundo, se debe únicamente al hombre. Observamos, como el juicio negativo ha sido ontologizado y reconvertido en una nadificación, consistente en la aparición de la Nada en el mundo por la acción de un ser (el hombre) negador y, por ello, Ser-nadificador. Pero, siendo esa Nada resultante, algo «irrealizante» e imaginario: una creación pura, sí; un absoluto, sí, que nos ofrece la posibilidad de negar al mundo, sí; pero, que al mismo tiempo resulta inconcebible —a ese mismo imaginario— la posibilidad de aislarse de la conciencia que está en el mundo. Así pues, para que exista la Nada, debe antes existir un Ser-nadificador: persona que tendrá como propiedad nadificar La Nada y sostenerla apuntalando esta, permanentemente, con su existencia misma. Un Ser, por el que La Nada llega y nos llega e, igualmente, llega luego a todas las cosas. A poco que prestemos atención, lo que observamos a lo largo de este proceso de siglos, pasando de una Nada creadora a una Nada creada, es más hoy una necesidad: una Nada Necesaria: un espacio necesario también, un espacio dentro y fuera del hombre, pero que ya no define tanto la Nada, como define al hombre.

Luego, da igual, si miramos hoy a la ciencia, o muy atrás en el tiempo, una cuestión prevalece por encima todas de las demás: ¿de dónde surge todo? ¿Qué es aquello de dónde todo brota y todo regresa? Nos refieren textos antiguos que “ciertos poetas” hicieron empezar el mundo con la Noche (noche, vacío, nada) y no con el Caos. — Aristóteles, (Metafísica). Se observa cierta tendencia a considerar a la Noche y a la Luz, como dos co-principios cosmogónicos en la Grecia clásica. De otra parte, en las tradiciones hindúes, el mundo al principio no era más que no-ser, y el ser surge del no-ser. Pero estas afirmaciones conducen a otra cuestión: la creación a partir de nada o de La Nada, como condición de la auto-creación. ¡Absurdo de nuevo!, pensaremos, pero la misma presencia del caos como estado originario y confuso de la materia y, que se supone anterior a la ordenación del universo, implicaría un espacio vacío (una Nada) que bosteza antes de despertar, dando luego origen a la luz y al universo. La existencia de un Vacío cuántico que fluctúa, en la que aparecen partículas aparentemente surgidas de La Nada, no nos es extraña hoy, dándolo por probado... pero, ese vacío que fluctúa, si fluctúa, no es vacío, y, por lo tanto, tampoco puede ser la Nada

Cabe, pues, cuestionarse sobre la posibilidad: si puede nada "lo que no existe" dar origen a "lo existente". Sin embargo, observaremos que no hemos hecho más que la primera interpelación, cuando al preguntar por esta posibilidad, surge a frenarnos un principio metafísico, por el cual “nada puede empezar a existir a partir de nada” atribuido al filósofo griego Parménides, y expresada también por Lucrecio mediante: "ex nihilo nihil fit”. Principio aparentemente irrebatible —“en la medida en que los pensadores, sobre todo más modernos, se han ocupado de cuestiones filosóficas y científicas más que de cuestiones teológicas” – (Ferrater Mora)— pues este principio ha servido de hipótesis última, para apuntalar buena parte de los progresos de la ciencia natural moderna, y especialmente de la mecánica. Sin embargo, reconocemos hoy una brecha en este principio, y con ello la posibilidad de adelantarnos, cuando nuestro discernimiento ya no es tan dogmático en la materia, aunque, únicamente sea porque se reconoce que un principio, como el apuntado, es demasiado vasto, para lo que pretende: enunciar algo determinado sobre los procesos naturales; pues luego dice poco, justamente por pretender decir demasiado. Así pues, nos encontramos volviendo a preguntar, y teniendo que volver a asomarnos de nuevo al problema central de la filosofía. Estamos, pues, justo en el lugar donde surgen los interrogantes y, por tanto: nos preguntamos, aquí y ahora, si puede existir (de algún modo) lo que no-existe (en nuestra realidad) y dar origen “aquello-no existente” a "aquello existente". Siendo posible “la Nada Creadora”.

 

El ser y la Nada - Sartre

Metafísica -Heidegger

Paniker - Filosofía y Mística

Jesus M. Morote - El Sentido de la Nada en Sartre

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