NEGAR A DIOS Y AFIRMAR LA NADA
Vaya por delante: «No a cualquiera, escuchadme bien, no a cualquiera le corresponde hablar de Dios. No es esta una cosa que se adquiere a bajo precio y competa a los que se arrastran por la tierra (a los que no se han liberado aún de las pasiones y preocupaciones terrenas)... Añadiré algo más: no se puede hablar de Dios siempre, ni con todos, ni bajo cualquier aspecto; se puede hacer en ciertas ocasiones, con ciertas personas y en cierta medida» (S. Gregorio); pues habla de negar a dios quien no conoce ni sabe de dios, y todavía anda por el fango, mas «tocar al ser puro tal vez no sea lícito siquiera para el que no es puro». (Platón, Fedón, 67 b) «Porque tocar la pureza sin ser puro puede resultar peligroso, como lo son los rayos del sol para los ojos enfermos». (S. Gregorio - La dificultad del lenguaje sobre Dios, Cinco discursos Teologicos)
Negar a dios y afirmar la Nada, sea junto o por separado, no es posible y me explicaré. Primero: afirmar la nada o negar al ser, ya es afirmar al ser (de dios) y por tanto a dios; pues el principio de toda negación se sustenta sobre aquello mismo que niega: su afirmación, del ser, en este caso. Pues, para reconocer como verdadera la negación, se ha de reconocer primero aquello que se niega como “verdadero”. No podemos reconocer entonces la ausencia, del “ser”, sin haber reconocido antes al “ser”. Entiéndase: habiendo primero reconocido al ser (y reconocer su presencia) luego podremos negarlo y negar su presencia, y (de manera subjetiva respecto a nosotros) reconocer su ausencia. Luego, y de manera objetiva, si decimos que dios no existe, afirmando: Dios no es verdad..., "quien niega que la verdad existe está diciendo que la verdad existe. Pues si la verdad no existe, es verdadero que la verdad no existe. Pues para que sea verdadero, es necesario que exista la verdad…
Sin embargo, es llegado a este punto: la ausencia del ser (tanto de manera objetiva como subjetiva) donde muchos: precisamente, aquellos que allí (en la ausencia) no reconocen al ser, luego reconocen allí (en la ausencia) algo... pero recordemos: no podrá, no puede ser algo que queda después, en ausencia del ser, pues precisamente: ausencia del ser, es ausencia de todo ser y todo algo y, por tanto, no pudiendo reconocer una (Nada) afirmando la Nada allí, cuando negamos al ser, pues no hay… es ausencia, del ser y no presencia de la Nada. Pero podemos ser más concretos…
Ahora ya sabemos, por la propia razón (y haciendo uso de esta), que tenemos que afirmar primero aquello “que existe en algún lugar, o en todo lugar” para poderlo después negar: por tanto, hemos de atestiguar primero a dios, para posibilitar luego la negación o ausencia (objetiva o subjetiva) de este. Pero hay quienes en ausencia (del ser: dios) afirman (una Nada - ahí), mas desconocen la naturaleza misma de aquello que afirman. San Gregorio Nacianceno (padre de la iglesia) ya advirtió lo engañoso de un conocimiento de “algo” constituido sobre lo que no es, comparándolo al conocimiento que vendría a adquirir aquel que a la pregunta: ¿cuántas son cinco más cinco?, obtuviese como respuesta: no son nueve, ni siete, ni seis, ni once, ni trece... (San Gregorio 28, 9) y que, poco más o menos, vendría a resultar lo mismo, a preguntarse por el “No-Ser”, por lo que “No-es”. Encontrando luego engañoso, cuando no absurdo e inútil, lo que resultaría de aquel mal llamado “conocimiento” que afirmamos “de algo” consistente en lo que no-es. Pero más absurdo todavía me resulta, preguntar directamente por la Nada, ¿qué, es la Nada?, como un “ente” que es: pues como indica su nombre, preguntamos por lo que en absoluto “es”, la única respuesta razonable que hallaremos posible al preguntar, por aquello “absoluto” que no es, será precisamente: que no-es: no pudiendo afirmar jamás lo que, la Nada, es.
Y Más curioso todavía nos parece (a algunos de nosotros) como puede alguien conocer algo por su ausencia; entiéndase: cómo puede alguien conocer (al ser: a dios) para luego negarlo por lo que resulta, de la ausencia de este, en tanto luego son aquellos mismos que afirman: dios no existe, cuando no podemos, nadie puede (podría-en su caso), hablar legítima y razonablemente con propiedad, de la incomprensibilidad de un ser inexistente. Quiero decir que ¿quién puede afirmar que dios no existe o está ausente: si no lo conoce, o lo conoce por su ausencia?... pues afirman estos la Nada: la ausencia del ser, cuando ausencia es (no estar) luego, la ausencia de algo no puede tampoco representar o dar una idea de lo que antes había (como cuando yo me levanto de la silla, luego sobre la silla nada hay que se reconozca de mí) cuando además… para ellos dios no existe (entiéndase por el ejemplo anterior: afirman, que no existe lo que antes había sobre la silla).
Pero surge la misma pregunta de otra manera: ¿cómo afirmar la negación de algo (que no existe) cuando existe para otros? además, que “que existe para otros, sí, pero que esos mismos otros que afirman que existe, tampoco conocen o saben lo que es (en esencia)”. Pues “De Dios se puede saber que existe, pero no lo que es” (28, 5) (san Gregorio). Si la predicación cristiana no es vana, ni vana es la fe, se debe, entre otras cosas, a que el hombre puede saber que dios existe; pero reconociendo al mismo tiempo su incapacidad para saber lo que es dios. Luego, si la incomprensibilidad de Dios es una verdad necesaria a la fe, también lo es su existencia.
Pero, y ahora volvemos al principio, afirmar que «Dios no existe» es ya decir y afirmar algo de Dios, hasta podríamos decir (y afirmar) que negar a dios equivale a tener una cierta idea del mismo, de su propio ser o naturaleza: al menos, aquella idea o noción básica necesaria para poder negarlo, como para el párvulo, esta misma cierta noción o idea de dios básica, pueda ser la necesaria y justa para poder afirmarlo. Sin embargo, y en el sentido que parece que no pueden formarse proposiciones afirmativas de Dios, Dionisio afirma: que las negaciones sobre Dios son verdaderas; las afirmaciones, poco consistentes. Pero —según otra versión— es así porque ningún nombre, como ya se dijo (a.3), puede expresar lo que Dios es. (Tomas de Aquino - Summa). Entendemos por ello que dios es «ilimitado e infinito» igual para la mente humana y, por consiguiente, indefinible a esta en su total expresión o manifestación. De ahí que la negación del ser / dios, muchas veces equivale a un desconocimiento (por el que no se puede expresar lo que Dios es) y por ellos se pretende una no necesidad o rechazo: de lo que “aún” se desconoce y no entendemos: pues nadie confiesa “necesitar más razón de la que ya tiene” (Descartes). Mas Luego, ¿Por qué necesito a dios?, se preguntará, pudiendo parecer, sobre todo, a aquel que no piense demasiado al respecto, que la religión/dios parece ser algo que no necesita la persona que se plantea la pregunta: ¿por qué la necesito?, (la religión), o ¿por qué lo necesito?, (a dios). Pero el hecho solo de formular la pregunta, ¿por qué lo necesito?, equivale ya a admitir cierta necesidad de dios, precisamente y en este caso: debido a lo que aquel ignora, aunque sea solo para responder a su pregunta, para este (dios) ya en una “evidente” necesidad; entiéndase: se reconoce que pertenece a la naturaleza de dios que esa persona lo necesite, pues sin dios y por lo pronto, no tiene sentido alguno su negación de dios (o afirmación de la Nada). Así, donde quiera que se encuentren individuos planteando preguntas similares a estas, o negando a dios, ahí también emerge conflicto... y la necesidad de dios.
la relación que se tiene, por algunos con la religión y dios, se muestra como contradicción (como contradicción misma es, igualmente, la Nada que aquellos afirman): cuando de cierto es, para quienes no es dios una necesidad evidente... precisamente, más evidente y por esa misma razón es necesidad, por ese estado de permanente conflicto y contradicción…, pero (¿cuántos no viven de dios: de negar una y otra vez a dios?) Incluso Pedro — lo negó tres veces. ¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces, Felipe? (Juan 14 -9) Tú has creído, porque me has visto; dichosos los que no han visto, y aun así creen. (Juan 29).
Lo más curioso de todo esto, es que el hombre sigue hoy abrazando las tinieblas por encima de todo, pues la fe falla y los hombres olvidan, mas aquellos viejos dioses de la oscuridad, el miedo y la lujuria aún se aferran en ellos a la vida: desesperados, y siempre huyendo del dolor: Kierkegaard, también lo vio claro, en el sentido que “el ser humano siempre se siente atraído por la falta y la carencia, llevándolo a un sentimiento de desesperación”. “esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19-36) Lego Benedicto XVI en una de sus encíclicas: "a veces, el hombre ama más las tinieblas que la luz…/… pero solo confesando sinceramente las culpas “a Dios” encontramos la verdadera paz y alegría". pero confesando ¿a dios o al cura? por que a dios, no lo vio nadie.... y,... si no siento culpa.
S. Gregorio - La dificultad del lenguaje sobre Dios, Cinco discursos Teologicos)
Platón - Fedón)
Benedicto XVI - encíclicas
Nuevo Testamento
Descartes - Discurso del Método
Tomas de Aquino - Summa Teologica
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