Luego mi rechazo firme hacia esa filosofía (de pensamiento iluminista importado de fuera (a España) y del que nos avisan otros) centrada en algo que no vemos del texto → al que escribe de otro, como si lo conociese y supiese de Aquello (inconcreto y no reconocido de su parte), referido del otro (como una sombra en el texto y que no vemos → que no ven algunos, pero descrita, a la vez, del otro lado del texto) es lo que hace que (desconfié) y me pregunte… ¿Están ciegos?, más allá de preguntar o de preguntarme sobre cualquier absurdez como ¿por qué algunos buscan la nada, mientras otros están nadando en ella, hablándonos de nada concreto? Es que se ha vuelto ciego todo el mundo y ciega con ellos la razón; cuando alrededor nuestro el mundo está lleno de vida y luz, y hay de todo, en todas direcciones (inabarcable) que referir de lo concreto y real.
Pero
que la filosofía occidental se halla en situación crítica, no lo afirmo yo: es
un hecho. Luego que no sirve para nada es solo un dicho, venido a raíz de una
tradición que parece desgastada cuando sino mas bien agotada, visto el fracaso
a partir de sus teorías y un repetir dando la vuelta siempre a las mismas
cosas, explicadas de mil y una maneras, sin aportar nada nuevo o relevante a la
realidad; pero, y más importante, olvidándose por completo de explorar nuevas
formas de pensamiento o de entender el mundo: no puede sostenerse aquello que
se da de golpes contras sus propias paredes y a la vez da la espalda al mundo y
a la realidad, a la entrada de un milenio que aguarda y del que algunos
afirman: será un milenio mas universal, o no será, dada la deriva cataclísmica
de acontecimientos en la que nos vemos envueltos. Es por ello que muchas
personas creen que la filosofía (como disciplina / no tanto el pensamiento) es
un método de conocimiento que pertenece al pasado, habiendo sido superada por
la ciencia y la técnica. Pero este agotamiento académico, en tanto a
disciplina, no puede ni debe alejar nuestra atención de lo redundante: el mismo
hecho de pensar, y la obligación de hacerlo sobre aquello que se precisa y
urge: la verdad; ni debe hacernos perder de vista la necesidad de unos nuevos
planteamientos o formas de pensar renovadas, incluso atrevidas, que como afirma
Trías: “bien pudiesen alimentarse de la misma disolución de esa razón
ilustrada, ahora en período de rebajas”; sobre todo, cuando la filosofía parece
haber olvidado su razón primera, y perdido la orientación definitivamente,
precisando ahora de esa movilidad libre, como acto que disuelve doctrinas que
impiden el debate. (La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento,
es un acto creador que disuelve las ideologías. —Martin Heidegger).
Desde
mi posición, no me siento obligado a ser continuador de nada, como tampoco
entiendo preciso continuar nada (fracasado con anterioridad). Cada cual piensa,
y al pensar como al caminar uno dirige primero sus pasos hasta que estos luego
lo dirigen a él. Por lo tanto, elegir qué pensar sería fantasear, en un mundo
donde la realidad condiciona de antemano mostrando lo relevante, y cuando la
verdadera decisión, o elección, sería negarse a pensar “en aquello relevante”
desviándose hacia lo improductivo e irrelevante (o académico) que por cierto a
muchos agradaría: una existencia irreflexiva, bien pagada, insensible y ausente
de la realidad. Si bien, esto parece más grave cuando se te dice o dirige sobre
qué, cómo o cuál es la forma apropiada de pensar (cuando se desea publicar).
Nada de eso hallarán aquí, y esto me permite una cierta libertad para maniobrar
en un terreno en el que —y todo hay que decirlo— se observa cierta
intolerancia, cuando entiendo, sería "un gran paso" poder
universalizar el pensamiento, empezando por una correcta educación que enseñe a
pensar y observar, acerca de nuestras dudas, y no tanto a obedecer sus
certezas.
Pero
la ciencia no queda atrás de la filosofía en mis críticas. Una ciencia donde al
ser escrutada con atención se observa, como mantiene dos varas muy distintas de
medir, dependiendo en tanto aquello que trata o estudia: fuera o dentro de
nuestro planeta. En el primero de los supuestos —aquello que sucede fuera de
nuestro planeta— se muestra irreconocible y abierta de forma permanente a
nuevas perspectivas, tesis y descubrimientos como los agujeros negros, energía
oscura, teoría de cuerdas, pliegues del espacio-tiempo, etc., reconociendo en
ello la existencia de nuevas realidades sin necesidad de verlas, deduciéndolas
de forma indirecta (mecanismo este, se quiera ver así o no: próximo a la
intuición o clarividencia) no cerrando las puertas, y admitiendo su ignorancia
y esas otras posibilidades válidas del pensar. Sin embargo, en el otro supuesto
—aplicado a lo que ocurre aquí, en nuestro planeta—ocurre algo muy distinto y
enormemente reductor, donde todo tiene que ser medido, experimentado y solo es
válido en tanto se pueda comprobar directamente. Luego los sucesos que no
encajen en las teorías supuestas al uso (en el paradigma actual) se desprecian
e ignoran, o se les fuerza a encajar de cualquier modo, incluso a costa de
falsear estudios o la misma realidad.
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