(LA PESTE - 03) - RELACIONES DE FUERZ Y PODER // Y RAZÓN INSTRUMENTAL EN LA EDUCACIÓN; y en la sociedad en su conjunto / jordi Maqueda




El hombre es un ser social por naturaleza. Es decir, que le resulta imposible vivir aislado: ¿perdón? Pero hable solo por usted: El hombre o sujeto de la sociedad es un cobarde, al que le resulta imposible estar y sentirse solo, ante el caos perceptivo que deviene a sus sentidos de la naturaleza de las cosas y las personas: es un sujeto miedoso, incluso temeroso del vecino, que da forma a estados militarizados igualmente miedosos, del estado vecino, y que teme la oscuridad más que un niño pequeño, y en la tormenta se asusta de su propia sombra.

LA RAZÓN INSTRUMENTAL

Hoy, próximos a alcanzar el primer cuarto del siglo XXI, y más allá de cualquier duda u opinión, predomina (al igual que mediada la segunda mitad del siglo XX) un sentimiento general de angustia y desilusión. Revelador de ello, y del desencanto de los ciudadanos con la sociedad, es el vago caso que se hace de la realidad o a temas relevantes, enfocada la ciudadanía en todo tipo de entretenimientos, distracciones y circo: el circo de la política (elemento polarizador, como el fútbol que me gusta pero distingo aquí como ejemplo de polarización social), a mayor escala y que mantiene la llama del rencor en la sociedad y a las personas enfrentadas (desconfiando unas de otras: la sociedad española sabe bien de lo que hablo: de hermanos enfrentados y matándose unos a otros): y por lo tanto ocupados los ciudadanos: distraídos de las cuestiones de fondo, más relevantes (lo que son, dónde están y que (sombra) los hace ser como son (en su forma de no-ser, ellos mismos). Pero solo tenemos que poner la televisión, la de toda la vida y echar un vistazo para darnos cuenta de ello y quedarnos perplejos, de lo que los medios nos muestran como realidad: gente chillando y dada al cotilleo, discutiendo sobre la vida de otros, noticias que nos hacen sentirnos seguros sólo en nuestra casa: guerras, pobreza, asesinatos, secuestros; corrupción política, reyes robando, empresas y bancos defraudando, la política bajos mínimos (siempre a ojos del adversario político que alienta con temas de hundimiento a los suyos, contra los otros), todo ello y esto último servido para la comida o la cena en los telediarios, como entretenimiento: el “oscurantismo” es lo que tiene: como si al mostrarse públicamente, de aquel niño que se delata ya no nos debiéramos molestar de lo que ocurre a nuestras espaldas y prestar más atención: en todo caso, ya nos dicen lo que es (y que estamos seguros en nuestra casa, en las manos de otros que manejan nuestra vida a antojo, sirviendo a la irracionalidad). Es más, incluso darnos por satisfechos, y contentos con el castigo y las herramientas que permiten atrapar a la supuesta escoria, en lugar de preguntarnos que las mismas herramientas por las que los atrapan, son las herramientas que las permiten y permiten esa escoria, entiéndase: la sociedad produce su propia basura, que como basura luego, igual que la nuestra la alejamos de nuestra casa, a esta otra la alejamos de las calles y de nosotros: la encarcelamos, todos conocemos a alguna persona, que es hoy socialmente basura, ¿verdad? y todos conocemos a alguien que no merece estar ahí por lo que hizo ¿verdad? no es un criminal, no mato ni hirió a nadie, pero ya no son humanos: como a los enfermos mentales los hemos rebajado a ambos porque no los entendemos, ni entendemos su modo de vida y ser: a escoria social, a basura: personas basura. Lo curioso, es que van bien las ratas, para vender matarratas. No nos dicen que estas ratas son así, invasoras, pero se alimentan y nutren de nuestra propia basura y ser, los convertimos en ese tipo de ratas. Y Nos van bien los asesinatos, para mantener más control en las calles: sobre todos nosotros. Y Nos va bien una pandemia, para ver como de atemorizados están los conejillos, que por sí mismos están encerrados en sus casas y aplaudiendo, aplaudiendo porque están encerrados, pero están seguros de la peste; mientras que yo buscaba cualquier excusa, como creo que tantos otros, solo para escaparme de mi casa. Y tuvo que llegar esta pandemia, para ver y reconocer que es lo mismo que nos ocurre (de esa angustia, pero amplificada) cuando nos quedamos a trabajar por obligación, en vez de irnos al campo un fin de semana; y lo mismo o peor cuando no podemos irnos de vacaciones, y escapar a lo que se llama monotonía, pero que dramáticamente nos lleva a la otra monotonía de las vacaciones, el cerco dentro de otro cerco: la ilusión de salir del cerco. Desgraciadamente, ya no sabemos vivir en el caos de la naturaleza; y como a Kant: nos asusta en su frondosidad durante el día, y en su oscuridad por la noche: nos pone enfermos (a algunos asmáticos de polen), a otros ansiosos e inseguros tanto de sus silencio como de sus sonidos.

Luego las nuevas tecnologías han venido a terminar el trabajo para que el conejillo siempre este entretenido en su madriguera: sin mirar la realidad, no aportan nada diferente como en YouTube (quiero decir a la gran mayoría, pues yo he aprendió bastante de YouTube solo dejándome llevar, escuchando, observando y pensando en ello) pero donde no dejamos de observar los residuos estrambóticos de poderes míticos del pasado: médiums y magufos, ufólogos, profetas del devenir y fanáticos de todo tipo, que esperan al mesías destructor, y que conviven con las más obtusas fuerzas del futuro: jovencitos de gran desparpajo dándonos clases de todo lo fútil y situado más allá del bien y del mal a la altura de la mayor estupidez e inmadurez humana, dispuestos a toda (estupidez posible e imaginable) con tal de “triunfar frente a sus semejantes”, sin olvidar la palabra mágica del momento: dale al me gusta, no te cuesta nada, (pero si te cuesta: te cuesta aquella perspectiva heterogénea y necesaria para por el propio juicio aprender a discriminar del contenido y evidente es esto en las cosas que son, a la vista- ahí para que le des más veces al me gusta y estar todavía más presentes ahí, evitando por este acto tan simple, las que deberían estar (otras) dispuestas a nuestro juicio, aunque no te gusten. Entiéndase: que luego vemos solo lo que nos gusta, aunque sea una memez y nos aleje de lo heterogéneo y necesario.

(RELACIONES DE FUERZA)

Esta es una crítica, dura, al modelo o paradigma (social) presente, que encontramos en las actuales instituciones del estado político-sociales, y a sus relaciones de fuerza: poder (que pretende la nula inteligencia de individuo) por medio de la razón segunda o (razón instrumental) Instrumentalización, en la educación: escuelas y universidades ―pero, igualmente, esto es observable en todos los ámbitos de la sociedad― utilizando todas las formas (instituciones y leyes, dentro del estado como aparato, instrumento por el cual aplicar sistemáticamente (la forma) .Estas relaciones de fuerza se ocultan al instaurar un poder por medio de unos significados legítimos (que son útiles al estado, y no al individuo) e ilegitimando otros modelos (sean de conducta) no convenientes o contrarios y a los que humillan, aíslan y controlan, dejándolas sin libertad y con muy poco de "ellos mismos" (control coercitivo). Este poder es espejo luego en las escuelas (donde unos críos imponen su fuerza sobre otros) a partir del espejo social en el que se representan. En tal sentido, sus efectos no son atribuibles a a ciertos dispositivos que le permiten funcionar plenamente (tolerancia social a la coercividad: nadie hace nada ante el abuso) donde la otra parte de la relación (el sujeto-del estado), fortalece el ejercicio del poder al ocultar la procedencia del poder.

Pero no hablamos de teorías en este blog, hablamos de realidad. De filosofía de la realidad social y la coercividad del estado hacia el individuo consentida por los (mismos sujetos del estado) que lo toleran y consienten, por su miedo irracional dándole (aquella forma: coercitiva y disciplinaria) consienten (su forma) a imagen de su propia forma (estado y sujeto, temerosos del individuo libre: una llama que hay que sofocar, no sea que se extienda): No hace demasiado me registró el coche la guardia civil, me venían siguiendo desde dos km atrás. Me bajé, lo registraron, no contestaron a mis preguntas, siguieron buscando y finalmente me dijeron, que fue porque el coche estaba muy sucio. Lo extraño viene después, esto fue en la puerta del súper, y cuando entro me preguntan: ¿qué paso?, qué estaban buscando, querían decir, a lo que respondí, deberías preguntarle a ellos, por qué estaban buscando algo en mi choche que no encontraron, y sin una razón o causa: solo me dijeron que estaba el coche sucio. Todo muy normal para el dueño del súper (¿entonces no paso nada me dice?), a lo que le respondo: Antonio, claro que paso, han hecho lo que les ha dado la gana conmigo y en mi coche, delante de personas que conozco, y sin ninguna razón, eso paso. Pero no lo ves. Ni lo verás así hasta que a ti te pase… (o a veces, ni siquiera entonces: como bien demostró la pandemia: todos aplaudiendo, a la vez…”J”). “Todo poder que logra imponer significados (morales) e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza” 33 Pierre Bourdieu. Pero este estado de borregos (dije borregos, si) inicia desde mucho antes cuando se identifica a los zorrillos que podrían espantar el corral (la segregación del que tienen el coche sucio, por los conejillos siempre blancos y reloj nuevo). Iniciado este proceso de segregación entre individuos, y preservando el debate y conocimiento útil social (en su forma racionalista para servir al estado) apartando y seleccionado unos y de otros; además, de por medio de una dogmatización (Afirmando y exponiendo opiniones e ideas, no realidades, propias como si fueran dogmas o verdades indiscutibles), y luego encubriendo la relación existente entre medios y fines de la educación dirigida (a la formación profesional generalizada dentro de una forma o sistema integrador (que no promueve la inteligencia: distingamos aquí entre inteligencia y razón) sino fomentar la razón de unos y otros, universitarios o no, a servir (racionalmente) dentro de la forma (del estado), en su forma (de sujeto del estado) proyectando estos mismos la imagen del estado, en su propia imagen, (por ejemplo de las empresas en su maraca España, o en un europeo o mundial de futbol, el sujeto y su bandera, marca España, o la misma guardia civil), lo que constituye una acción malvada y vil por medio de una maquinaria altamente eficiente, que desnuda y confisca al individuo de todo cuanto habría de definirle, vistiéndolo, luego con cuánto habrá de definirlo homogeneizado: una montera y una bandera. Cuando en España hay muchas luces y sombras, tonos de colores, bombos y gaitas pulpo, cocido, paella y panderetas. Pero Siendo el mismo Poder, el Estado, por sus leyes →sanciones y castigos en última instancia aquel que posibilita estos actos “razonables” a la vez los "Irracionales” (pim pam toma Lacasitos) pero Razonables, en tanto a una especie de razón amparada en el funcionamiento abstracto del mecanismo pensante, sin reparar en el contenido de esa razón o mecanismo pensante: publicitando en los medios, de un lado el estado lo que nos dice que es malo, beber, pero luego permiten la publicidad en medios de la cerveza y licencias a locales donde beber . Una especie de razón, por tanto que puede designarse como razón subjetiva, pero subjetiva de quién o qué, y de carácter eminentemente instrumental, que no evalúa los fines mismos e “irracionales” de la acción→ su causa, sino que manipula la objetividad para favorecerlos al infractor (y multar), y con ello la autoconservación del sistema productivo industrial y de control, policial y coercitivo.

Hace tres semanas, me hicieron una prueba conduciendo y di, positivo: positivo en bravo y firme. Y mientras me multaban pregunté si podía decirle algo al guardia civil, este asintió y le dije: Vas de verde y perteneces a un cuerpo que se muestra firme, este me miro y asintió, y le dije igual que ese olivo: verde y firme, como un olivo, pero tú no eres un olivo, ( me volvió a mirar pero proseguí) el olivo aunque está dentro de esa rotonda, como ornamenta, por encima de todo y si te fijas “no solo está firme sino que se eleva firme en sus nuevas ramas hacia arriba, aun ahí dentro; primero es olivo, luego será lo que el hombre quiera: a la fuerza, pero primero es olivo. Tú me multas por que lo dice una máquina, pero me dices que estoy y me ves bien, entonces no piensas (no eres tu pensando) no obras por ti mismo, por tu razón, no eres tu sino un instrumento que obedece a la máquina. No eres un olivo. Pero, necesitamos, y lo necesitamos urgentemente que estos olivos, precisamente se reconozcan ya, olivos y no nos abandonen. Y si no puedes hacer que tu vida sea como la quieres, al menos intenta esto tanto como puedas: no la deshonres en el contacto apiñado con el mundo, en los muchos movimientos y la charla —Cavafis.

LA RAZÓN INSTRUMENTAL EN LA EDUCACIÓN

Durante siglos la filosofía, los textos filosóficos, han tenido una particularidad, más allá del pensamiento que exponen: es el lenguaje que emplean (racional, muy, muy racional, digamos que casi ininteligible para una persona inteligente). Este lenguaje, académico y técnico (propio de la razón), como antaño ocurría con el latín en los textos de la iglesia, mantiene hoy al margen del entendimiento de éstos (de una forma existente dentro de la sociedad) al grueso de la masa social. Esto es una (forma) de elitismo: o monopolio del pensamiento (racional) y que casi nadie, con dos dedos de frente se avienen a leer, una discusión cerrada por tanto ―de la que en la actualidad la clase obrera, sin formación académica, se ve apartada de las teorías tal como fueron formuladas por los “grandes” pensadores racionales, políticos y sociales del siglo XVIII y XIX y ya no digo algunos del XX― y por el que sólo se accede a él a través de los cauces pedagógicos y dogmáticos de nuestra sociedad, desde la educación en la escuela, desde en el colegio, pasando por el instituto y llegando a las universidades y escuelas filosóficas (en este caso) afirmados luego todos (en una forma reconocible) a imagen de aquellas en aquellas, en las que se reflejan. Un camino largo y tedioso, que muchos repudian (no se dice la causa: les aburre) y, por consiguiente, algo se va a perder en el camino, aunque también algo se gana. Se pierde, precisamente, la educación plena de todos los individuos pero, también con ello dogmatizarse en la razón absurda (y ser un nuevo limitanei o habitante de absurdistan) y de ahí: que algo también se gane. Pero no nos alegremos todavía.

II

A menudo y si uno lo piensa, parece natural no querer seguir estudiando después de la fastidiosa experiencia en colegios e institutos (aburridísimos) o, tras pasar un tiempo en la universidad: que por cierto y a día de hoy, en poco o nada se parece o tiene que ver con lo que fueron y representaron antaño las universidades, ahora todas al servicio del paradigma, en lugar de cuestionarlo y, en todo caso, como mero ente administrativo del estado, proveedor de visados para trabajadores cualificados, donde muchas veces se otorga este visado, para no dejar entrever las estadísticas y sus pésimos resultados y penosas notas. Pero, tan natural es hoy no querer seguir estudiando, que parece incluso obvio para muchos no querer y no hacerlo, de no ser por la necesidad de ese visado laboral; y tan obvio resulta esta opción de "abandonar", que parece estar ahí como otra opción más, para que se "conciba" y se "abandone". Para dejar de estudiar y no ir a la universidad: llena solo de conejos. Posiblemente parecerá algo accidental o coyuntural; pero no se llega a tal punto por casualidad o accidente ―como no es un accidente que los ricos estudien en unos colegios y los tuyos en otro― pensar, que hoy un acto consentido dentro de la sociedad, en este caso: que más de dos terceras partes de los estudiantes no lleguen a las universidades por propia voluntad o, no terminen sus estudios, o que un ciudadano cualquiera vaya comprase un coche concreto, o que mi madre me pida la laca Pascual, pensando, que todo ello es a razón de accidentes o caprichos o, consecuencia de buenas o malas decisiones, es poco menos que vivir en la ignorancia. Que la gente abandone la universidad se debe, al igual que cuando alguien compra cosas, a una necesidad, pero no personal, sino social y por la cual la sociedad precisa que hagamos algo, pero no nos lo pide, pues es algo que no va en nuestro beneficio sino en el suyo (por tanto se desestimula, tienta e incita de forma velada). Compramos coches que nos lleven rápido al trabajo, lacas y peines para ir bien peinados, y consumimos y dejamos las universidades, porque de otra manera, no habría obreros, para ir al trabajo en coche, con laca y bien peinados. De lo que se entiende una razón técnica en todo ello, de medios hacia unos fines preestablecidos, y a procedimientos que parecen los más adecuados para lograr tales fines: un proceso segregatorio de castas ― que no existe, por cierto, o eso nos dicen― de obreros, comerciantes, intelectuales, políticos, administradores, banqueros, por el que la sociedad desde que somos jóvenes selecciona en tanto aquello que precisa: obreros de un lado (fuertes) y administradores (dogmatizados) aptos y fáciles de domesticar (débiles) del otro, de los que se tragan todo lo que les dan de comer sin rechistar, y luego te aplauden las gracias; y todo ello a través de un proceso prolongado y selectivo, casi imperceptible: pensado, estudiado y ejecutado con gran maestría por una vasta maquinaria instrumentalizadora para sí (una sombra extensa y alargada/ no persona concreta), que ha demostrado por tiempo y a lo largo de la historia su eficiencia, como la propia realidad demuestra, pero y además, de la que muchos que la conocen (esa sombras) luego se aprovechan, a costa de la libertar y salud de los demás.

III

Para empezar, en las escuelas, ni a niños o jóvenes se les enseña a pensar, siquiera algo práctico (probar su inteligencia y desarrollarla). La practicidad de éstas, de las escuelas o la enseñanza en sus primeros niveles, no va más allá de enseñar lo preciso para poder escalar cursos, nada útil, lo preciso y relativo al colegio o la sociedad, apenas sin juegos o interacciones con otros niños o el entorno: sentados en una silla, en silencio, frente a una pizarra ―cuando un niño es un pequeño explorador, un científico en potencia, un examinador meticuloso de ese entorno― privándole, de toda iniciativa de conocimiento y limitándose a obedecer, aprendemos am obedecer; y a vernos igual que los otros, en fila y mirando a la pizarra, par que nos digan qué hacer, o que nos van a hacer si nos ponemos el cinturón de seguridad, o cuando hace calor, decirnos que el campo se quema. Si nos atenemos a lo que sirven, más que a lo que dicen que sirven las escuelas o se pueda entender de su nombre, estos lugares, no son centros de estudio propiamente, sino guarderías obligatorias: jaulas con batas y pizarras en su interior; un lugar donde cuidar/vigilar a pequeños encerrados (pues no son libres de moverse o salir) mientras los padres que lo ven natural ―pues así fueron ellos educados― se sienten liberados de ir a trabajar tranquilos (que coñazo, y hartura de niños en la pandemia), poniendo toda su preocupación, atención y tiempo parra eficiencia o concentración en el trabajo.

Luego lo curioso es, que ya desde pequeños a éstos se les coloca en grupos homogéneos: la misma edad (e incluso en escuelas de la misma clase social muchas veces) fomentando así la medianía y la pertenencia, en la creencia venida de observar un día si, otro también a nuestro alrededor a todos los que nos rodean iguales a nosotros y nosotros iguales a ellos: vestidos con la misma ropa o uniforme y poco más o menos con los mismos peinados y zapatillas, cuando de hecho, cada uno de nosotros somos individualmente únicos, y por tanto, distintos a los otros, con nuestros sueños y anhelos; que con el tiempo se irán disipando y abandonaremos, adoptando unos nuevos sueños, necesidades y objetivos mostrándosenos por otros primero (como posibilidad), luego impuestos (pero que entenderemos normal) por el ente social. "Por otra parte, el hombre, desde su temprana infancia, se ve tan a fondo encasillado en asociaciones, grupos y organizaciones, que la individualidad, vale decir, el elemento de lo peculiar desde el punto de vista de la razón, se halla totalmente reprimido o bien absorbido". (Crítica de la razón instrumental- Max Horkheimer) La escuela, por tanto ―en lugar de avivar una apertura de mente, una proyección propia del individuo a partir de un conocimiento transversal averiguando en ello aptitudes― los dirigirá en la segregación, teniendo pronto, cuando aún no saben lo que quieren o gustaría hacer, que elegir una cosa (tema o materia) entre todas las demás una (a elegir: observemos que no existe el naturalismo ahí, del catalogo) y descartando las demás; y que luego deriva en una especialización concreta sobre algo concreto pero, igualmente, en una ignorancia general sobre el “Todo lo demás” (entendido este todo como “Todo” y no el todo que se enseña) cuya consecuencia es, poco menos, como cuando al desarrollar la bomba atómica dentro del proyecto Manhattan, se entregaban partes separadas e independientes del proyecto a estudio y por separado a los científicos, y cada uno desarrollaba por separado una parte de aquél: pero entre todos haciendo un algo, sin saber en ningún momento, ni ninguno de ellos, de qué algo se trataba; y de igual modo con nosotros, se nos forma (da forma) y construimos a la vez (dando forma) a la sociedad, sin saber que estamos construyendo, pero dando forma a ese leviatán de la razón / irracional por medio de una falsa moral, leyes, estructuras y organismos: los mismos, que luego como individuos nos concretan y delimitan ( en nuestra forma , dentro de la forma) a imagen de aquella, somos (imagen y creamos su sombra: nuestra propia sombra) mientras que lo hacemos bajo la falsa creencia de que al estudiar y formarnos lo que construimos es a nosotros mismos (individuo) y no, de que lo que realmente hacemos y construirnos es ese “uno” como “ente (forma) el estado. Del que luego nos quejamos”.

No soy bueno creando mundos de fantasía, pues he comprobado cualquier cosa que elucubro la realidad lo supera. Quiero decir, que no hay que imaginar conspiraciones, del todo inexistentes, cuando observamos determinadas situaciones. Estas y sus procesos están ante nuestros ojos, sólo debemos observarlos y estudiarlos. La forma hoy de enseñar, no es exactamente y como algunos dicen, igual a como se hacía en los tiempos pasados. Aquella servía a unas razones muy distintas a las de ahora. Fue durante la durante la ilustración, esto no es una casualidad, que se dio el desarrollo de los sistemas educativos en Europa, que luego continuó durante todo ese periodo y en la Revolución Francesa (Los pensadores de la Ilustración querían modernizar el sistema educativo y desempeñar un papel más central en la transmisión de estas ideas e ideales, por la razón, de lo irracional de un trabajo que explota y subordina a las personas). Sería a partir de 1800 durante la revolución industrial cuando la asistencia se hizo obligatoria a la escuela. La mano de obra en las empresas era muy necesaria y se precisaban obreros en cantidades notables para la industria; entonces, no sólo fue práctico encerrar a los niños en escuelas sino, igualmente apropiado empezar a formarlos y enseñarles a ser “buenos ciudadanos” “buenos trabajadores/obreros” por medio de una moral subordinada: una Ética moderna, y que desde Kant, se había convertido cada vez más, en una "ética mínima" en la que no se aspira a ayudar al hombre a alcanzar el desarrollo de sí mismo y su libertad, sino que incluso ésta verá amenazada pues, ya no se aspira a determinar la naturaleza o carácter de la persona, sino a determinar las leyes de la voluntad de este hombre: las leyes del deber: mirar el reloj y No llegar tarde al trabajo, lo resume, y en ello la preocupación propia de una moral subordinada (conveniente) a la convivencia (para beneficio de la burguesía) explotadora del sustrato social más indefenso y necesitado. Y Cuando esto sucede, cuando se renuncia a decir el bien, y se limita a enunciar el deber por la moral, es porque aquella idea de una cosmología para y con el hombre, ya ni digo en paz con la naturaleza: ha sido abandonada.


Las escuelas han sido y son aquellos lugares donde aprendemos y nos inculcan, más allá de las materias, unas normas de conducta tanto para dentro de las escuelas, como fuera de éstas, además, la inutilidad o falta de motivación que sugieren gran parte de las materias en los primeros años de escolarización para los jóvenes, de inmediato evidencia dos clases de estudiantes: aquellos que son sumisos y manejables que destacarán asimilando cuanto se les ofrezca, sin rechistar y, de otro lado, el grupo de los rebeldes e inquietos (esos en los que el carácter fuerte predomina sobre la sumisión y la servidumbre: los que hacen preguntas, como por qué “Pi” que Se obtiene al dividir el perímetro de una circunferencia (perfecta) entre su diámetro; es un numero imperfecto e irracional, en las matemáticas, que a si misma se definen como exactas y racionales) son los gustarían de aprender de la realidad, los que ven la grieta de la materia, por encima de lo que matera les pretende enseñar, y que pronto estarán descontentos, con muy baja o nula motivación; luego de esta separación, no violenta pero evidente, se distinguirán: aquellos que seguirán los estudios hacia una formación más completa, dirigida, e instruidos por el sistema para en el futuro convertirse en trabajadores de alta cualificación, administrativos (universitarios titulados, obedientes: todos están siempre enfermos: perezosos, solo hay que ver las bajas en la administración cada año de funcionarios) y, luego aquellos otros rebeldes, inquietos e inconformistas ― ya tienen un sitio esperando― de alguna manera serán sutilmente atraídos hacia otros ámbitos de la sociedad, pero ya no el estudio, sino en la formación (muchos profesional obrera) o los autónomos ( estos no faltan ni un día al trabajo, ni con gripe) pero dado que viven en un sistema materialista y consumista, el dinero rápido llamará a su puerta y dirigirá sus vidas ( el débil ve la sombra: no será nada si se distrae de seguir a los conejos, el bravo no la ve: sigue y persigue lo que siente le gusta y lo llama (pero la sociedad: muestra su sombra: los anuncios, y la promesa de emancipación de ser “el mismo”, y no depender de sus padre, ni de nadie ¿pero qué es ser uno mismo? No se hace la pregunta y solo se laza a la luz; y lo hace sin recorrer antes la oscuridad de la luz: sin reconocer tras de ella la sombra; y que esta es la proyección de su propia sombra. Luego El débil ni lo piensa, y la razón lo sabe, que no tiene el valor (seguirá estudiando para no-ser: evitando ser lo que más le asusta: un obrero entre otros obreros: una oveja entre lobos, perdiendo a cada día su instinto: pero entre lobos. Estos bravos son una amenaza al ejecutivo (son iguales a los que mandan) y mucho antes de terminar de formarse o saber que quieren o desean, abandonarán los estudios, serán dirigidos por la sombra del la sociedad, que conoce su sombra: decidirán emanciparse trabajando, con la consecuencia de que aquellos individuos de carácter fuerte serán encaminados a la producción y no al conocimiento (porque no hay nada que conocer de la razón, sino su irracionalidad reptiliana de medios y fines, y se darían cuenta de la infamia de que al fin solo está la nada) del consumo por nada, y el gasto por nada y para nada.

Ignoro, si alguien se percató del hecho, de que si todos los niños aprobasen el colegio, y luego todos el institutos, no habría universidades ni lugar donde acogerlos a todos; como en tiempo de pandemia, cuando debido a la alta incidencia de un virus todos enferman, no habiendo luego lugar para ellos donde estar ( faltaban hospitales), y para lo que la sociedad, tan organizada y diletante en tantas cosas, en esto no ha reparado, ni siguiera se ha preocupado de tapar su grieta (pero somos imbéciles; todos ponemos un clavo y crucifijo allí donde hay una en la grieta de la pared) y así no ver, o no querer ver precisamente lo que se pretende: la exclusión de los de carácter y difíciles de someter del ámbito del conocimiento (de la razón absurda) y de lo falso imaginado y de unas ideas que no conducen a nada; como el cero en las matemáticas), por ser determinantes y mostrase inteligentes y objetivos frente a la realidad, en una sociedad de vagos mansos y racionales. Imaginan: aun autónomo por la mañana desayunando y leyendo a Trias. No hay tiempo para tonterías en la vida real, cuando sientes sus botas sobre ti todos los días. (El artista y la ciudad 1976 / Trias) y en todo el libro, no habla de siquiera aparcamiento para descargar. Así el acceso a las universidades no es por aptitudes, sino por mostrar muy buenas notas en la sumisión a todo conocimiento inútil, sin mostrar duda o reproche por ello y aplicados en conseguir la siguiente meta: a estas alturas los estudiantes ya saben lo que quieren, igual que los que dejaron de estudiar: (trabajar unos / graduarse otros) pero ninguno quiere ser él. Y al ser preguntados unos y otros dirán: seré administrativo, soy albañil, soy abogado, y se someterán sin resistencia a todo aquello que se pida y ofrezca “y aquellos dominados, que han tomado siempre la moral que les venía de los señores, con mucha más seriedad que estos últimos, creerán en el mito del éxito aún más que los propios afortunados” (Dialéctica del iluminismo- Max Horkheimer & Theodor Adorno)

No cabe duda que lo irracional, dentro del sistema democrático, y mediante diversas maneras ha adoptado formas de manipulación, e igualmente de dominación menos ostensibles que en el pasado; pasando apenas inadvertido, frente a una ciudadanía entregada a la locura del consumo indiscriminado y el ocio, bajo el tinglado bien pertrechado de la industria del espectáculo y la información: los nuevos poderes, que dispensan a los valores culturales el mismo trato que el ignorante, que desprecia su finalidad más propia y los juzga sólo en función del lucro que le reportan: donde todo depende del mercado, y la propia razón se instrumentaliza como otro factor de rentabilización del producto, perdiendo su potencial emancipador. Tal es la situación denunciada por Horkheimer en Crítica de la razón instrumental, donde se demuestra la actualidad de su obra. Es por ello, que procede ser revisado esta obra, su idea, pues de inmediato se podrán observar analogías del pasado en el presente

Terrence Malick, Mariposas y... Heidegger

 

La primera vez que vi una de sus películas ignoraba exactamente qué o a quién estaba viendo. Pensé, como es natural que vería una película (de esas) pero, de inmediato aquello que acontecía ante mis ojos me sorprendió, incluso a mí: alguien había muerto ―asesinado de un disparo― y no parecía haber ninguna razón de fuerza para ello; me dio que pensar, y pensé: las razones, la actitud frente al hecho del protagonista, que había entrado con una pistola ¿Qué hacía con una pistola ese chico? Que para nada me pareció capaz ni de llevar pistola y menos de dispar casi a sangre fría (muy fría) cuando no era necesario (o sí lo era), y la hija (indolente) coso si se hubiese roto un jarrón ¿Qué estaba pasando allí? La película seguía, pero me estaba perdiendo, perseguía comprender la razones, y nada quedaba claro en tanto al hecho que acababa de ocurrir, y en la película, la vida seguía (no me extenderé haciendo spoiler). El caso es que Salí del cine, de una parte bien, en general, la película me gustó, de otra parte, algo me daba vueltas a la cabeza. Les hablo de ‘Malas tierras’ 1973, de Terrence Malick´.

Cine comercial (industria del cine) & cine de autor (cine independiente)

Ahora, y antes de seguir, debo aclarar algo. Hasta este momento, es cierto, yo ya había ido a la filmoteca y, por tanto, comprobado que hay dos clases de cine ― como ocurre en general en toda la cultura― uno comercial, de consumo y distracción para masas, que por cierto veo, y otro digamos, dirigido a otro tipo de público: un tipo de cine éste último (que algunos denominan difícil) al que no me adherí de un día para otro, aunque, pienso que (independientemente, de cuál me guste a mí más o menos) debemos distinguirlos, y saber de las consecuencias de consumir uno u otro.

El cine de consumo, derivado, de La Industria del cine, es aquel que, a todos nos ha pasado, al llegar a casa cuando queremos descansar y disfrutar de nuestro tiempo libre, tomamos una película del catálogo y nos ponemos a verla, por ejemplo, una de Batman: a esto se le llama placer culposo. Culposo, porque todos sabemos que no vamos a ver una obra de arte: no es una ópera de Verdi, ni cine documental, es, sencillamente, una película de Hollywood para pasar el rato y poco más (o eso pensamos), diseñada para distraernos en casa, o acompañados en la sala, y creada bajo una fórmula muy predecible y repetitiva, no por ello menos llamativa: (Todos sabemos que en el pasillo de los cereales, aunque haya decenas de marcas: todos los cereales saben parecido, en el pasillo de las mantequillas igual, todas saben parecidas y Batman, Spidermán, Supermán o cualquier otra del género son parecidas: acción, oeste, intriga en su género, todas tienen un sabor parecido y que a todos nos gusta; y nos gusta también, o no nos importa, verlas en grupo; pues, son productos más para “distracción” que para la contemplación, y sus distintas portadas disfrazan contenidos que se repiten, sino el mismo género si el modelo y la misma fórmula, una y otra vez, en cada una de ellas. No se tiene que pensar demasiado en lo que ocurre mientras las miramos, pues todo es bastante sencillo y comprensible en ellas, a veces incluso predecible. Pero, para entender el efecto nocivo de este tipo de industria supone (si queremos entenderlo así) debemos echar un vistazo a lo que se llama el otro cine: un porcentaje muy reducido de películas, muchas independientes, pero que logran alcanzar un nivel verdaderamente estético (dicen algo mas). Este otro tipo de cine no presenta la trama ‘ya’ unificada y empacada para el consumo, sino que uno mismo tiene que experimentar observando y escuchando atentamente las distintas partes de la película y hacer por sí mismo el trabajo de interpretación, para poder formar de ella una totalidad, donde sus elementos pueden variar siendo impredecibles, desde ruidos, imagines insólitas o inesperadas, o cualquier cosa que esté ahí por una razón, que debamos descubrir nosotros; de este modo, uno deber prestar atención en todo momento y utilizar la imaginación que a partir de los propios conocimientos y elementos aportados por el film haciendo emerger ‘solo' entonces, la verdadera estructura (forma) velada hasta entonces y haciendo un todo en ello, y, donde el objeto (film) ha de experimentarse como libre, no mecánico ni forzado, para suscitar la libre interpretación de quien lo observe y experimente así una libertad donde la reflexión crítica puede cultivarse como la individualidad con autonomía, de tal modo que se desarrolle la comprensión y el mensaje.

Pero, en vez de esto, la Industria del cine (la cultura en general) canaliza la energía e interés de los individuos en el consumo y la distracción colectiva de productos, liberando al individuo de discernir, no requiriendo entonces de ello, pues todo ya queda expuesto ―y la distracción, es el premio final e inútil de la historia del ciudadano medio. Luego, distraernos todos juntos, es ya la cumbre y el fin absurdo de la socialización―, cuando de lo que realmente se trata es de interpretar, poniendo de manifiesto los conocimientos y recursos del observador por medio del disfrute de la película y la propia interpretación, que cada uno individualmente hará de la obra u objeto. De hecho, en el cine industrial no hay mensaje de autor (como un algo que se muestra en la trama) pues, parafraseando a Marshall McLuhan el medio es el propio mensaje: “En una cultura como la nuestra, largamente acostumbrada a partir y dividir todas las cosas como una forma de control, es a veces un poco sorpresivo recordar que, operacional y prácticamente, el medio es el mensaje”; esto es, “el mensaje es lo mismo lo que el producto refleja” y que en la industria del cine actual es aquel que atiende al orden social existente, y, por tanto, es el producto el que adapta a los individuos a ese orden de un modo ideológico, luego, tomando consideraciones económicas y no estéticas para su realización: y que observamos a lo largo y ancho de lo que llamamos productos culturales, definidos, no por lo que puedan exponer, sino poder el beneficio que puedan reportar. Qué quiero decir con adaptarnos, suena raro. Pues que antes escuchábamos (música) discos, con canciones de hasta diez minutos, y ahora en Spoty, escuchamos canciones de tres o cuatro, pues al artista le pagan por canción escuchada, y gana lo mismo en una canción de diez que de tres.

Malick, Mariposas y… Heidegger

Una vez aclarado todo lo anterior y, siguiendo por donde iba: no sería hasta 1988, y tras dos décadas sin dirigir (razón por la cual me fue imposible encontrar nada de él) cuando se estrenaba ‘La delgada línea roja’ ―Seguro, ahora ya me ubicaron a Malick― y sería a partir de un artículo publicado, en relación con el estreno en la revista fotogramas, donde puede contrastar datos de su biografía: y conocerlo mejor. ((Recordemos que antes no había internet, y si no era por filmoteca era imposible encontrar películas pasadas y los videoclubs se limitaba a estrenos, e igualmente, era casi imposible encontrar biografías de directores si no estabas relacionado con gente del medio que te pudiera orientar hacia donde buscar, más allá de números de revistas pasados)) Terrence Nació en Waco en 1943, acabó sus estudios en el American Film Institute, y aquellos los que lo califican de granjero, suelen olvidar que se licenció summa cum laude en Filosofía por la Universidad de Harvard (cuando leí esto empecé a encajar cosas). Antes de dirigir se dedicó a la corrección de guiones (entre ellos, cuentan, el de ‘Harry el sucio’) hasta que consiguió levantar su primera película. ‘Malas tierras’, de 1973, (que yo vi CINEART ALCAZAR DE SABADELL allá por los 90) y que le hizo conocido entre la crítica; pero fue ‘Días del cielo’ (1978) con la que comenzó su leyenda (algunos cinéfilos (y no pocos analistas) consideran ‘Días del cielo’ como una película preciosista, sin embargo, y bajo la vista del mentor de pregrado de Malick en la Universidad de Harvard, Stanley Cavell, este afirma que Days of Heaven (1978) es un caso paradigmático, y refiere su potencial para la reflexión ontológica en las películas, En este caso Days of Heaven, una evidente parábola sobre el cielo y el infierno, evidenciada en todos y cada uno de los elementos de la película.

Es innegable que la crítica se fije en belleza de las imágenes, y el extraño tono que Malick imprime a su mirada, pero en Malick hay que mirar más allá de lo obvio (la filosofía es pensar y él abre cuestiones en sus películas) y descubrir lo que se cuestiona en la pantalla, no es otra cosa que la muestra clara de sus intereses metafísicos más que estéticos, venidos de la inspiración filosófica; que de nuevo brilla en uno de sus trabajos posteriores y más recientes, The Tree of Life, que obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 2011. Donde se observa el problema de la génesis y su expresión en el lenguaje, y las imágenes, en una narrativa que Malick nos revela en The Tree of Life, posiblemente, obtenida a partir de su propia traducción de “La esencia de las razones del filósofo alemán Martin Heidegger” (ahora sí, empezamos a entender) cuando era un estudiante graduado a fines de la década de 1960. Es innecesario advertir, pues, que en Malick, observamos su atracción por el pensamiento filosófico, que es siempre recurrente y constante. Y Se remite, a menudo, acerca de una calidad errante en su filmografía: la cámara persigue a una mariposa, o se detiene en unos grillos sin razón aparente, alejándose de la acción, rompiendo la línea argumental de la película: un trabajo contemplativo, estético - ―afirman algunos; sin embargo, incluso sus más devotos se cuestionan lo que trata de lograr.

Pero para salir de dudas este respecto, las mariposas, si aún nos quedaba alguna, podemos ver detenidamente “Transcending Heidegger: The Cinema Of Terrence Malick” un video-ensayo magnífico, elaborado por Like Stories of Old (que recomiendo y que yo lo vi ayer en youtube) que nos argumenta, que la respuesta a nuestros enigmas acerca de Malick y su trabajo, como muchos pensábamos, se encuentran en el estudio mismo de éste acerca de la obra filosófica de Heidegger; pero, que en lugar de tratar de entender la filmografía de Malick a través de la lente de Heidegger, debemos adoptar el enfoque opuesto, tal y como, sorprendentemente, se posiciona el ensayo: trazando entonces las formas en que el trabajo de Malick captura y alcanza: aclarando el trabajo de Heidegger referente a los peligros de la ignorancia, o cómo aquellas formas por las que el “artificio”, la ficción o la distracción nos alejan de las realidades del un mundo, brillando con resplandor demoníaco, al punto de alejarnos de lo verdaderamente importante y significativo y, razón ésta, por la cual, Malick se va corriendo del plano y persigue sus mariposas. O, dicho de otro modo, cuando te distraes o te distraen con algo, te distraes de la realidad y lo que verdaderamente importa.


(LA PESTE - 01) CAMUS Y LA PESTE / Jordi Maqu



CAMUS Y LA PESTE

Siempre es agradable hablar de Camus, lo siento cercano: un amigo, así es como lo veo y leo. No sé si al principio elegí su libro o él me eligió a mí, en todo caso yo lo elegí luego a él, de lo que me siento agradecido y jamás me arrepentí no dando por perdido aquel tiempo (entre un tiempo y otro tiempo). No sé cuánto aprendí o desaprendí con él, en mi caso cuesta distinguir cuánto puede dejar alguien, de sus escritos y razonamientos en uno mismo, más cuando la consecuencia de ello no es evidente ni inmediata, sino una sinergia progresiva entre la memoria y la razón que en algún momento y por alguna circunstancia se hace perceptible, pudiendo entonces señalarla como consecuencia de.., tal y como me dispongo a mostrar.

"Nuestros contemporáneos no son simplemente los escritores de nuestra época, muchos de los cuales ya nunca podremos leer; contemporáneos son los textos que leímos e hicimos nuestros en un momento dado, los que han dejado una huella en nosotros." Michael Wood




Sobre todo Camus ha sido para mí uno de esos escritores que hice mío. Influenciado éste de joven, curiosamente (y que casualidad) por los mismos autores que me influenciaron entonces a mí (y que me habían llevado a él) con casi la misma edad. Intuyo, que desarrollé algún tipo de vínculo con su espíritu: un vínculo o cercanía que a otros parece costarle más establecer, no por no entender lo que escribe Camus, sino más por entender cómo sentía y pensaba, en tanto: a la influencia que representaba la lectura de "aquellos", a los que pocos siendo tan jóvenes se aprestan a leer. Sobra decir, que siempre he sentido admiración por aquel tipo con su cigarro a medias en la boca (tan parecido y, a la vez, tan diferente a mi padre), que saltó como un espontáneo al ruedo de la filosofía, llevado por aquella sinvergüenza "torera" (a decir del español) de la valentía de no aceptar una existencia irreflexiva. Burlándose de él en su día sus detractores, y definiéndolo: como un filósofo para jóvenes (creo que los filósofos presocráticos, precisamente, enseñaban a jóvenes: de las cosas que son), y que en la actualidad sigue siendo la opinión de no pocos académicos, como no podía ser de otra manera, viniendo de académicos dicha opinión: que ven solo luces y no la forma de las sombras que las proyectan. Pero y volviendo a lo que íbamos, de cuanto de sus escritos yo pude obtener, una cosa destaca entre todos ellos: “Sísifo” será mi sombra (la que me guie, y nos guíe en su propia sombra), y de quien le no interesa tanto su castigo, como lo que Camus nos enseñó por medio de Sísifo y que ocurre durante una parte de éste castigo (en los infiernos) justo cuando una vez alcanzada la cima con la roca, ésta vuelve a caer, y Camus ve: a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento, cuyo fin no conocerá jamás. Esta hora que es como una respiración, y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia”. En cada uno de los instantes en que abandona la cima y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, (Sísifo advierte) que es superior a su destino. (el) “Es más fuerte que su roca– el mito de Sísifo, Camus. todos somos más fuertes que nuestra roca, cuando andamos nuestras sombras, tras la roca : empujando nuestra propia sombra (entre todos, la de uno y la de todos) haciéndola salir del abismo.

Justo, en ese preciso momento, en esa bajada en silencio con su conciencia, es cuando Sísifo y nosotros “somos superiores a nuestro destino, y más fuerte que nuestra roca” somos Sísifo y Roca (unos solo, y todos juntos, elevandonos sobre nuestro propio abismo, sobre nuestro destino. Un momento (tiempo) que todos, incluso, en la peor de las situaciones encontraremos, como yo los encontré tras mi accidente (casi dos años recuperándome) y luego de otras fatalidades; haciendo valer la afirmación de que: en “una tragedia o en una infamia no todo momento es tragedia”, y que en ella nuestra conciencia, sea al anochecer, libres por momentos del dolor físico, o incluso en una peste (o pandemia) esta actua, y por ella nos reponemos: sobreponiéndonos a la caída, si no de inmediato (durante al menos un breve periodo de tiempo volveremos a ella: siendo, nosotros a cada paso (en acto de ser→ y reconocernos) de nuestras partes esparcidas → recomponiéndonos, en ellas→ “ser” de todas nuestras partes, más fuertes que trágico nuestro destino. Camus no me enseñó a pensar (yo ya sé pensar/ pues llegue a él, dejándome luego ser, y guiado a través de e otros: a ver esa dimension de la que otros todavía no ven, mostrando ese ángulo (muerto/oculto) que desde el lado de nuestra imagen no podemos, sino recorendo el lado de la forma de la sombra: el camino que nos señalan otros, que la recorrieron antes que nosotros, y propician de dicho angulo, la visión de un lado de la forma de la sombra, pudiendo elevarnos, desde este sobre la forma de nuestra imagen, hallando una forma proyectada de nuestra sombra, y un ancho de sombra, que separa nuestra forma de la forma de la sombra que la proyecta. Camus nos mostró algo más importante: nos mostró como sobrevivir en el infierno, para poder llegar a “ser” en este, la sombra misma sobre la que recorrer su límite hasta el borde de la forma, donde reconocer de ella (la sombra) parte de mi ser.

De la La observación del pasado

Cuando nací en la primavera del 1968, Camus había muerto 1960 (no vio esa primavera revolucionaria: que de sus extremos/o lados nos iluminó: mostrándonos del lado/borde de una forma reconocible igualmente, de una sombra amplia y extendida sobre nosotros, y que todavía hoy nos es difícil reconocer/nos (en en ella: en la propia sombra) parte de aquella misma y sombra mayor sobre nosotros. De ahí que aquella revolución fracasase, al pretender avanzar sobre la sombra, sin reconocerse antes ellos (forma/persona) y (sombra/razón) de la aquella misma sombra, y de ella, ellos una forma o la forma que la proyectaba (por la razón segunda / iluminismo); razón que es la forma de otra sombra de una forma mayor que los contenía a todos (la ciudad /o sociedad industrial) imagen esta y , o forma reconocible, de otra sombra todavía mayor que los contiene: y les da su forma dentro y los somete a ella (la voluntad de poder). No hablo aquí de una persona, sino que hablamos del irracionalismo, y no como un fenómeno circunscrito sólo a totalitarismos políticos, sino como parte un proceso civilizatorio mayor, o deberíamos decir incivilizatorio, a sobre pasar ( y superar por nuestra especie) — interpretando: y observando sus formas y descubriendo de ellas sus sombras: delatándolo, desenmascarando al faraón que se pretende y muestra perfecto, incluso pretendiendo engañar a la divinidad: máscara y sombra solo de otro mortal, que somete a semejantes, por la razón de su necesidad, engañándoles, a estos mediante sus propios temores y miedos—, pues es este un proceso más largo, amplio, profundo y oscuro, de lo que creemos tal y como comprobamos de la realidad, no solo de aquellos imperios primeros y totalitarismos segundos (referidos de la teoría crítica), sino igualmente a través sus religiones y que hoy prevalecen, estando más presente de lo que todos imaginamos en la sociedad (como aquella rama de la tomatera que no dará jamás fruto, y solo el dueño del huerto, el jardinero, la sabe reconocer, de las otras que darán fruto, cuando ya reconoce aquella forma (de esta) su sombra: que consume a la planta sin dar ningún fruto): luego, algunas de las actitudes irracionales de los totalitarismos vencidos en los campos de batalla del mundo en el 45, eran aptitudes ya adoptadas de antiguo que parece que subsistieron a lo largo de los tiempos (como algo oscuro en la razón del hombre: un gusano que irá creciendo en la oscuridad de su corazón), ya desde un primer tiempo, y que fueron luego adoptadas y disolviéndose entre todas las culturas; y del mismo modo mismo observamos, a los imperios que disuelven su apariencia en otra:  nueva máscara de su sombra: que se disuelta en la locura cotidiana de la cultura de masas, pero de la que reconocemos todavía su imagen, en unos reyes que no son reyes, ni sirven como reyes a su pueblo, sino a la misma razón instrumental que los utiliza y de la que son cabeza primera forma visible, imagen, de la enorme sombra que lo sostiene: sombra que es el reflejo  todas nuestras sombras proyectadas en la forma que deseamos, y en la que nos vemos todos (en alguna de ellas) cuando nos miramos, todos dentro de las formas contenidas y que dan forma a través de sus sombras a la forma del estado estado. Esto es la realidad y su sombra, pero a la vez una angustia venida del desconocimiento, de una sombra que pesa pero no vemos y genera un malestar que se describe a partir de las propias palabras de M. Horkheimer: Las actuales posibilidades de perfección social superan las esperanzas de todos los filósofos y estadistas que alguna vez esbozaron, en programas utópicos, la idea de una sociedad verdaderamente humana. Y, sin embargo, predomina un sentimiento general de angustia y desilusión ―(Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental)

Si bien el texto superior del libro se basa, como apunta Horkheimer, en apuntes tomados durante algunos discursos y debates públicos realizados a mediados de los 40’ junto con Theodor W. Adorno, e influenciados por Walter Benjamín, la cita anterior referida, es parte del prólogo escrito donde expone su parecer, no en los años 40 cuando son conjugados los textos, sino en 1967 concretamente, del prólogo al ser publicada la primera edición alemana, y revelando en estos más que la propia preocupación: “un sentimiento general de angustia y desilusión manifiesto” que hoy prevalece siendo obvio en la sociedad (en su sombra, y manifiesto de muchas formas de esta, una de ellas en la idea del suicidio del individuo joven (que en algún momento revoloteo sobre mi cabeza, y de la que me quedan unos brazaletes dibujados en los brazos y muñecas) residuos de aquella batalla brutal y salvaje, muchas veces aniquiladora de una vida: entre Enkidu y Gilgamesh, y qué es la misma, da igual la forma, de todo aquel que se enfrenta frente a la razón absurda y brutal, que lo pretende someter. y entendiendo en ello M. Horkheimer, el fracaso (en nuestro tiempo) como le sucediera al iluminismo ―y que habría de derivar en el horror que todos ya conocemos de auschwitz y birkenau― y que de alguna manera, igualmente, entiende que la sociedad tras la guerra había denuevo fracasado frente a esa razón segunda (iluminista), no alcanzando el objetivo previsto, aquellos niveles de humanismo que con tanta ilusión se habían propuesto aquellos primeros humanistas (que para nada eran universalistas, o naturalistas, sino solo: humanistas), a los que se refiere M. Horkheimer : “Las esperanzas de la humanidad parecen hallarse hoy más alejadas de su cumplimiento que aun en las épocas de tanteos muy inseguros todavía, es decir, cuando eran expresadas por primera vez por los humanistas. Nítidamente parecen retroceder —sin desmedro de la ampliación de los horizontes de actuación y pensamiento debido al saber técnico— la autonomía del sujeto individual, su posibilidad de resistirse al creciente aparato para el manejo de las masas, el poder de su fantasía, su juicio independiente. El avance progresivo de los medios técnicos se ve acompañado por un proceso de deshumanización. El progreso amenaza con aniquilar el fin que debe cumplir la idea del hombre”. ― (Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental) En resumen, tanto M. Horkheimer y T.W. Pero... (y atendamos)  no hallando del humanismo M. Horkheimer, la razón primera de la forma de la (razón segunda), como proyección en una la sombra de esta (pretendida humanidad; solo humanista, y no una humanidad naturalista e integrada en todo lo universal, de la naturaleza a la que pertenecemos). Luego Adorno tras de él, lo que tratan es de mostrarnos y advertirnos, analizando, presentándonos el irracionalismo, no como un fenómeno circunscrito no sólo a totalitarismos políticos, sino como un proceso civilizatorio o, deberíamos decir incivilizatorio, en el que están también, o sobretodo... están las religiones (parece que aquí se olvidaron de algo: el olvido trae esto) y asi nos salen los garbanzos, en la cocina, cuando se nos olvida ponerle la tapadera a la olla: duros; y esto lo ve hasta mi madre.  Es por ello que aquí deberíamos interpretar acerca, no sobre lo que ya nos dijeron, sino sobre lo que con ello nos querían decir: advirtiendonos de que el carácter destructivo (y.... sometedor) de la irracionalidad del hombre, para el hombre, y solo por el hombre no tiene parangón, ni cerrojos o cadenas que lo contengan, ni siquiera consigo mismo, y allá donde otros ya hace tiempo se hubieran dado por vencidos, esta irracionalidad descubrirá siempre un camino por la que mostrarse, siempre en una máscara, que por su sombra, ya podemos reconocer.

Y por último –no me quiero extender– pero relativo a su segunda novela de Camus, La Peste (1947) se podía extraer un inquietante advertencia, (infundada, en aquel momento de explosión y superioridad de la ciencia y el hombre sobre la naturaleza) hallamos una metáfora del Mal, encubierta y casi disuelta por la tremenda historia de una epidemia mortal en Orán, donde emerge lo mejor de la fraternidad humana, y los justos sacrifican su bienestar para cuidar a los demás. Pero también lo peor, mostrándonos que las peores epidemias no son biológicas, sino morales; y que en situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad y las personas: insolidaridad, egoísmo, inmadurez e irracionalidad: "porque el bacilo de la peste no muere ni desaparece nunca (…) y que quizá llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las envíe a morir a una ciudad dichosa". La Peste (fragmento).

La observación del Presente

Encontramos la historia repleta ésta de advertencias hacia el futuro sobre hechos luego consumados. T. W. Adorno advirtió de que la modernidad con su ciencia no liberó al ser humano, sino que lo aprisionó y convirtió en otro cosa: en cosa, en objeto: la “cosa humana”. Fue esa misma ciencia, desde instituciones instrumentalizadas, a partir de la que se concibió la actual sociedad cientificista y burguesa, de la que igualmente se nos previno, y en la que desde un principio “los aumentos de libertad aparentemente y promovidos para el individuo, con el tiempo solo traían consigo la disminución de la libertad real de éstos” ― H. Spencer 1850 (contrapunto); pasando finalmente, a convertirse esta sociedad en “una sociedad cerrada” que bajo el disfraz “Pseudo Democrático” esconde una estructura Totalitaria e Instrumental, basada en productividad industrial, los mercados, el consumo desproporcionado y la explotación del hombre por el hombre, ― Marcuse 1967). La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, esto es, si sostienen la alienación. Y la reproducción espontánea, por los individuos, de necesidades súper impuestas no establece la autonomía; sólo prueba la eficacia de los controles…//… De nuevo nos encontramos ante uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir las comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto en extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace cuestionable hasta la noción misma de alienación. La gente se reconoce en sus mercancías; encuentra su alma en su automóvil, en su aparato de alta fidelidad, su casa, su equipo de cocina. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido. ― el hombre unidimensional -Marcuse 1967).

precisamente en 1967 aquel ambiente de movilización estudiantil y previa a la hermosa primavera del 1968, Marcuse pronunció dos conferencias, «El final de la utopía» y «El problema de la violencia en la oposición». Participó, además, en dos coloquios —«Moral y política en la sociedad opulenta» y «Vietnam: El Tercer Mundo y la oposición en las metrópolis»— mostrándose preocupado, en su pensamiento de las cosas que son y suceden en la realidad de las personas en el mundo, junto con varios profesores berlineses y dos líderes estudiantiles: Wolfgang Lefévre y Rudi Dutschke (que un año después sufriría un gravísimo atentado). Todas estas intervenciones se editaron al cabo de poco con el título de El final de la utopía, auténtico lema III del pensamiento marcusiano, por cuanto expresa de forma ceñida la reflexión central de este filósofo norteamericano de origen alemán.

Para Marcuse había llegado el momento histórico en el que era posible construir una sociedad liberada (de la razón segunda). El desarrollo de las fuerzas productivas había alcanzado tal nivel, que la idea de erradicar el hambre y la miseria en el mundo no parecía ser ya un sueño utópico. Como tampoco lo es el pensar hoy, aún y en estas circunstancias en las que nos encontramos, que pueda transformarse la naturaleza del trabajo alienado en trabajo verdaderamente creador y respetuoso, e integrado a la naturaleza (de la que somos y formamos parte), y se pueda comenzar a edificar, construir: habitar una nueva civilización no represiva, dentro de aquel nuevo paradigma, donde los individuos por pimera vez son capaces de enfrentarse a su sombra, empujándola a salir arriba y en ella reconocerse lo que es (en su sombra y las formas que de sus propias sombras se proyectan, conteniéndolas por la razón primera, a partir de aquel del mito del héroe que se enfrenta a su sombra (Gilgamesh / Enkidu), conteniendo la una a la otra de razón y sombra en su dimensión intermedia: contenida,  en una forma que nos dirija en la sombra hacia el aquel ángulo sobre en el horizonte, que se nos abre y proyecta la sombra de la forma, en la que habitan otras formas, que nosotros habitamos en nuestra forma propiciando a estas la suya.

La Crítica de la Razón instrumental fue y es, otra forma de advertencia más, hacia un análisis de lo que podría estar por llegar o ya esté llegando, o ya llegó, y en cuyo caso nos aporte pistas —cuando aquello revelado en su forma y sombra— podamos reconocer de aquello, un lado de una sombra y de ello una forma, descriptible a través del enfoque filosófico sobre la investigación de las Ciencias Sociales. Pero, ninguna advertencia sobre el futuro lo es, tanto como el presente. Y quizá encuentren en Camus (hoy) y de su advertencia alguna forma reconocible de aquella peste, de la que nos advierte Camus, (y que quizá llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las envíe a morir a una ciudad dichosa) y reconocible a nuestros ojos luego la sombra mayor que hubiera instrumentalizado irracionalmente, en el presente  manipulándola en su favor, y proyectándola (en las ciudades sobre nosotros) aquella peste en el presente. Pero sería sobre todo más reconocible, cuando ya hubiésemos recorrido de la forma su sombra teniendo ya toda la perspectiva de esa peste: de todo su ancho de sombra hasta llegar a reconocer (evidente) de aquel otro lado (las fuerzas de poder: legislativo, ejecutivo y judicial) y llegando a su forma proyectada de la sombra: la forma por la que somos sometidos delimitados  a nuestra forma dentro, luego reconocible en aquella forma concreta de la policía, de la peste: instrumentalizada en una forma severa y castigadora para contenernos dentro: en una forma concreta y definida, ahora sometida/o sometidos a la inmovilidad e hipercontrol policial: y que es aquella forma necesaria que precisa el estado de sus individuos sometidos en tiempo de pandemia, que no pueden tomar decisiones libremente y debe subordinarse a otra persona generalmente de mayor jerarquía y en muchos casos teniendo que tolerar comportamientos abusivos de esta; siendo la vez cuando este: el estado,nos revela de su máscara, lugo su sombra más angustiosa (y herramienta) del estado (irracionalmente productivo) para que todos sigamos en nuestra forma perfecta de esclavos y ladrillos, propiciando a este su forma:  Del Estado (forma) /sombra del estado son las leyes que son proyectadas (en una forma, a la que hay que someterse → tiene una forma visible, a la que nos sometemos todos (en nuestra forma impuesta) al (estado policial: a la policía), todo en una forma de la que somos, y compuesta de muchas formas y (personas) unidas y que dan la forma: al estado, mal entendido como individuos / independientes pero encajados en su forma particular (de supuesto individuo) dentro de la forma (ladrillos y ladrillos) del estado, y a través de todas las sombras y formas del estado que nos contiene. No hay estado sin individuos que se sometan voluntariamente y le den su forma viva y real: esta forma hoy irracional. Lo demás sería utopía sin ladrillos reales que den una forma. Somos las personas libres más esclavizadas de la historia, pues nos hemos esclavizado nosotros mismos en nuestra forma (al recinto y a la forma del recinto), dando forma a nuestro modo perfecto de esclavitud: bienvenidos al paraíso de la nada y la basura que inunda el mundo. Donde incluso los árboles están en fila y separados unos de otros, en la misma distancia y medida. Todos en la cera en fila, de a uno los vemos cada mañana (siempre en el mismo sitio: en fila), pero no nos miramos en ellos: ni los miramos a ellos cuando estamos nosotros en fila, que incluso ahí en fila, sus nueva ramas y hojas se dirigen siempre hacia arriba, buscando la luz del sol, mientras nosotros nos arrastramos por el suelo buscando la sombra, y sobre nuestros propios excrementos que no vemos un metro más abajo, todos los días de nuestra vida. Hasta que el sol, en verano nos recuerda aunque no lo miremos: a ver si despiertan; pues hasta Kant hubiese ido al campo de oler sobre lo que se elevan nuestros cimientos, y como personas lo que somos ahí (dentro): los que caminan, viven construyen y mueren sobre su propia mierda, todos los días de su misera vida. Y Así nos ve toda la naturaleza el universo nos reconoce: hasta el último diente de león que vemos volar en el viento nos mira y reconoce solo por una cosa: sabe lo que somos no por lo que decimos que somos, sino por cómo y dónde vivimos, así somos. el verdadero primer paso de nuestra humanidad: será "rasgar" y apartar el velo de nuestra propia sombra, y al mirar: tener la firmeza de reconocernos todos proyectados en ella. 

Al cesar:y cuando alcances la cima, César al fin; cuando tomes la forma de un hombre famoso, entonces por sobre todo pon atención al ir por las calles, como hombre de autoridad, conspicuo con tus seguidores, si por ventura de entre la multitud algún Artemidorus se te aproxima, trayéndote una carta, y apresuradamente te dice, "Léela de inmediato, contiene graves materias de tu interés," sin falta detente; sin falta deja a un lado toda charla y trabajo; sin falta despide a aquellos que te saludan y se arrodillan ante ti (los puedes ver más tarde); haz incluso al Senado mismo esperar, y de inmediato entérate de los graves escritos de Artemidorus".- Cavafis.

No siempre es lo que parece / filosofía y sentido de la vida

 

Johann Christian Friedrich Hölderlin

 



Por encima de Ser o estar ahí, cabe preguntarse, más allá de saberse, por la razón última de ser. Sartre, lo diría de otro modo: el “humano” en cuanto «ser para sí» es un «proyecto», un ser que debe «hacerse» pero, saberse-hecho, luego para qué, pues si sabemos bien qué somos y queremos, luego ¿podemos? Esa es la cuestión. La filosofía, pensamos, nos puede ayudar a comprender y comprendernos mejor y al mundo, e incluso ayudarnos a encaminarnos en una dirección, sin embargo, la filosofía, en contra de los que muchos pueden creer, no va a ayudar al individuo –si no es en provecho de la propia filosofía-, aunque, el individuo sí podrá apoyarse en ésta, incluso con el tiempo desarrollar su pensamiento a través de ella. Me explicaré.

La filosofía no busca sólo conocimiento; un saber, sino y generalmente, si encuentra un conocimiento práctico, pretende, luego, por este u otro, un establecimiento de ideas y doctrinas (un edificio) cuyas propuestas no siempre sirven al hombre, al individuo, sino (generalmente) primero sirven a esa escuela, y luego a quienes cualesquiera sirva esa filosofía –“pues en función del momento o país donde se produzca habrá de servir como ‘superestructura’ a la política del régimen o sistema de turno” así Aristóteles, aunque no coincidía en exceso, secundaba y participaba de la política de Alejandro; la escolástica sirvió igualmente al feudalismo, reyes e imperios y la escuela de Kant, o el Kantismo a Bismark (Gustavo Bueno, conferencias, Heidegger)― en resumen, cada universidad, desde el momento en que éstas se fundan, como parte y bajo la tutela del estado, han promovido y desarrollado un pensamiento acorde con ‘el propio régimen’ que las fundó, o en su defecto, con aquel que las mantiene; así los filósofos deben producir para esas universidades, que son propietarias de sus escritos y enseñar a otros las doctrinas pertinentes, ganándose el sueldo; y hasta que no abandonan éstas, y siempre si el régimen permite la libre expresión, serán entonces soberanos en sus ideas, si no quieren, de otro modo, perder el trabajo o, como en el pasado, algo más: la reputación. Por tanto, la filosofía, en principio no nos ayudará a ser (siendo independientes en nuestras ideas) si bien, sí nos ayudará a reconocer e igualmente a conocer la historia del pensamiento ―el mundo en cada momento del tiempo― y por ello ha hacernos una línea temporal de éste pensamiento, que es el propio del hombre y sus políticas;  en definitiva, de cómo funciona la sociedad, pero no desde los medios o los otros, sino desde aquel lugar desde donde se piensa esa sociedad. Una vez recorrida esta primera parte del camino, luego podremos abordar no la filosofía, sino a los filósofos, no como estudiantes o discípulos dejándonos adoctrinar, sino como individuos intérpretes de aquellas ideas. La filosofía jamás fue cosa de intelectuales, no crean eso. Quizá, es cierto que hoy se pretende así: una filosofía científica, analítica y académica; pero, aquellos primeros filósofos eran poetas, y al decirse filósofos aquellos sofistas se reconocían, así mismos modestos y aficionados; y, ciertamente, todos somos unos aficionados al iniciar cualquier camino; nadie posee un saber universal y, menos la verdad, cada cual encuentra la suya. Buscando y herrando hayamos cada uno la nuestra: nuestra verdad y nuestra realidad: no la verdad que nos proponen e imponen por medio de cualquier dialéctica, sino la que nosotros vamos a descubrir, pues el mundo y las cosas no se muestran y afectan por igual a dos personas distintas, que encontrarán resultados múltiples a la misma experiencia. Por tanto nosotros extraeremos aquellos pensamientos, a veces quirúrgicamente, con pinzas, que sean acordes con nuestra forma de ver y ser, buscaremos en ellos apoyos y refuerzos, y encontraremos caminos que recorrer: pues si pensamos por nosotros, no dejándonos influenciar, no importará en qué medida o hasta que punto, pueda el individuo sentirse identificado con las necesidades establecidas por la sociedad o, en qué medida en ellas encuentre satisfacción: lo superará; pues, seguimos, aunque pese a muchos, siendo lo que fuimos desde el principio: individuos, y no un producto como se pretende, dirigido por medio de intereses y dogmas –aceptados, unas veces desde de la ignorancia, otras desde el derrotismo–,  sin embargo, es un hecho necesario que tendremos que desterrar esta necesidad y dependencia absurda del individuo en tanto a lo que le rodea, y de cuanto se pretende necesario sin serlo: tanto en el interés de una sociedad saludable, como el de todos aquellos cuya miseria es el precio de su felicidad. Y para ello, debemos pensar, pensando por nosotros como si afilasemos arpones, que a su momento habremos de utilizar, pues "Su vida escoge el hombre, su objetivo, y ganará libre de error sabiduría, pensamientos, recuerdos que perdiéronse en el mundo / cuando el esplendor de la naturaleza embellece sus días, otórgale entonces a su espíritu nuevas vestiduras. En su interior, y así contempla la verdad, el más alto sentido, y las más singulares preguntas. Podrá el hombre conocer entonces el sentido de la vida, y nombrar su meta lo más alto, saber que uno es sentido, de la humanidad y de la existencia, Considerando que el más alto placer es la más noble vida". La Vida Mas Elevada (Scardanelli) o, Johann Christian Friedrich Hölderlin,

De Los Paisajes Posibles (2)


La poesía ha sido siempre evocadora del deseo, más que de la realidad: alusiva a paisajes y momentos imposibles, conjeturados a la razón y conjurados en la palabra que advierte esperanza y anhelo, en aquello que habrá de cumplirse. Jamás, hubiese sido posible el Romanticismo, si éste no se hubiese exhortado de la nada, a través de conjuros escritos en verso, e ideales proscritos por toda una Nación. Nada es irrealizable, ni siquiera aquellos paisajes imposibles, nos proclama. Y quizá con ello nos quiera decir algo: de los paisajes posibles, de los que se advierte un fantástica teoría, a saber: Paisajes que, entendidos en su significado más común, podrían describirse como la extensión de aquellos terrenos que vemos desde un sitio, incluso desde nuestra imaginación o esperanza. Pero existen muchas otra formas de representar o utilizar el “concepto de Paisaje” más allá de su significado común al tratar de biología, arte u otras materias, y, refiero al modo cuando es utilizado por los físicos en Cosmología y Astrofísica, donde bajo el paraguas de la teoría de cuerdas, este paisaje englobaría posibilidades de universos paralelos que recogerían al mismo tiempo, la posibilidad de existencia de otras partículas e interacciones, diferentes de a las leyes locales de la física. De tal modo, que el conjunto de todas las leyes posibles recibiría el nombre de “paisaje”. Luego, y según algunas interpretaciones de la (S.T.) este paisaje sería enorme; resultando una diversidad fabulosa de universos y, por lo tanto, también de posibilidades: posibilidades —y es aquí donde extrapolo— que bien podrían ser o estar, dentro del ámbito de todo lo humano, recogiendo diferentes puntos de vista, percepciones o representaciones de la existencia, aunque estos difieran de “las leyes locales que hoy gobiernan el pensamiento, el mundo y las sociedades” siendo, el conjunto de todas las posibilidades éstas, al modo de “ser, pensar” y-o “representar”: todas ellas permitidas. Lo que finalmente nos llevaría a suponer, dando como resultado, que si algo no existe es, sencillamente, porque alguien aún no lo pensó y deseó conjurándolo con todas sus fuerzas, cuando “el mundo adquiere sentido por su horizonte”—(afirma Husserl). "Sentido y entendimiento del mundo que ha de venir de despejar ese horizonte"—(Zubiri). Un horizonte, que asoma ante nuestros ojos y del que poco importa, si ya existía antes de ser despejado, o si bien al despejarlo lo hemos creado nosotros mismo; qué más da, si está ahí, esperándonos. Piensen pues y sueñen con todas sus fuerzas y, quizá, mañana despierten a un mundo nuevo. "Ese mundo".

"Se diría que tenemos ante nosotros, como recompensa  a nuestros afanes, una comarca aún no explorada, cuyos horizontes nadie ha visto, un 'más allá' de todos los países y de todos los refugios buscados por el ideal humano, mundo tan desbordante de hermosura, extrañeza, terror y divinidad, que tanto nuestra curiosidad como nuestro ahínco de poseerlo asumen ansiedades frenéticas".Nietzche . 

Iluminismo, Romanticismo y Paisajes Imposibles.

Johann Christoph Friedrich von Schiller -


Existió un momento en el tiempo y en él, un movimiento cultural y filosófico que todos deberíamos conocer, y del que quizá podríamos aprender muchísimo. Posiblemente, se trate del movimiento y momento de la historia más determinante de la cultura alemana moderna: el Romanticismo, un Romanticismo que, al comienzo tomó cuerpo de  aquella novela caballeresca, rica en aventuras y amores, pero más tarde, sobre los últimos años del siglo XVIII, se convertirá en el movimiento filosófico, literario y artístico, alcanzando su máximo durante los primeros decenios del siglo XIX, y constituyendo la nota característica de aquel siglo, cuyo eco resonó a lo largo toda la Europa, desde Inglaterra hasta Rusia, pasando por España, pero, solo en Alemania alcanzó aquel carácter predominante, como elemento integrador de su cultura. Tanto es así que el Romanticismo constituye "la época dorada de la cultura alemana" que nacería a partir del espíritu de la Ilustración del siglo XVIII, que transmitió (y popularizó) la filosofía de la ley natural.

Nunca, antes o después, hubo una época tan escéptica respecto a la tradición, y tan confiada como la ilustración en los poderes de la razón humana,  firmemente convencida de la armonía de la naturaleza, y tan profundamente imbuida del sentido del avance de la civilización y el progreso, creyendo en la unidad de una humanidad: sosteniendo que todos los hombres vivirían bajo la misma ley natural, del derecho y la razón, participando igualmente en el progreso y que, a largo plazo, el resultado sería una civilización proporcionada donde todos los pueblos participaran en igual medida obteniendo sus frutos. El pensamiento de la época, se proponía hacer a todos los hombres libres y la Ilustración, de un modo u otro, estaba relacionada con el problema de la libertad. Pero fueron los años de la Revolución Francesa los de máximo florecimiento cultural para Alemania. Entonces, las ideas alemanas coincidieron con todo el fermento del pensamiento social conocido como "Romanticismo", y que en todas partes se enfrentaba con las "abstracciones" de la Edad de la Razón, convirtiéndose Alemania en el más romántico de los países; aquel, fue el momento en que "la Filosofía, la Literatura, la Música y la Pintura se emanciparon de las ideas del orden precedente, los filósofos estudian junto a los poetas en la universidad: Hegel, Schelling y Hölderlin coinciden en la universidad, estudian juntos y se influyen mutuamente. Se ha especulado incluso que fue Hölderlin quien presentó a Hegel las ideas de Heráclito acerca de la unión de los contrarios, que el filósofo luego desarrollaría en su concepto de la dialéctica. El individuo, desde la subjetividad de sentirse en el centro de todo, siente entonces un impulso irrefrenable de conocer y experimentar. Aquellos románticos querían descubrir, o redescubrir (por ellos mismos) de nuevo, hasta el último detalle del mundo. Y, más importante aún, querían saber hasta dónde como individuos libres podían llegar a ser y constituirse, desprovistos del yugo de monarquías absolutistas y la ortodoxia religiosa ―que entonces pierde su influencia entre los intelectuales― y, por ese motivo, el Arte, la Literatura y la Filosofía se convierten para todos ellos en una suerte de religión, donde, si hubo algo que verdaderamente unió a las mentes más brillantes del período, fue aquella convicción de que se debía desterrar el sufrimiento humano injustificado. Así, Alfred de Vigni escribía: “Vive, fría naturaleza y revive sin cesar, / más que todo tu reino y que todos tus vanos esplendores, / amo la majestad de los sufrimientos humanos”. Un amor por el sufrimiento, que debe entenderse como vía de liberación contra una servidumbre artificial que los hombres se imponen entre ellos: los unos a los otros. Igualmente, pocos lo sabrán, pero en aquel tiempo se escribe la “Oda a la Alegría” de manos de Johann Christoph Frederich von Schiller ―luego popularizada por Beethoven en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía en D Menor, Opus 125― y, que en origen se iba a titular de otro modo. Lo cierto, es que hay en torno a esta obra una leyenda del siglo XIX. Es posible que parte del entusiasmo de Beethoven en ponerle música, se debiera a que el título original de aquellos versos era Ode an die Freiheit (Oda a la Libertad - prohibido por el estado entonces) y que él estaba pensado para la música de La marsellesa. Al menos, eso dice la leyenda, pues era un tema muy de moda en el romanticismo propio del momento ― se cantaba en las calles― y quizá incluso más para el compositor, que primero saludó a Napoleón como esperanza, después se opuso a él cuando se autoproclamó emperador y, finalmente, se convirtió en un crítico del absolutismo instaurado por el Congreso de Viena. El caso es, que Beethoven tuvo que esperar hasta 1823 para musicalizar el poema de Schiller. Lo verdaderamente cierto, es que las preocupaciones de Schiller sobre la libertad ―su rechazo a la tiranía― están muy presentes en buena parte de sus producciones artísticas, representativas de aquel momento maravilloso, donde la moral no importaba tanto y lo importante era encontrar nuevas formas de expresión, a aquel anhelo de libertad y eternidad mostrado como jamás se hizo en el mundo, ni antes ni después, a través de la poesía y otros paisajes, que a la vista hoy nos parecen ( solo nos parecen)... imposibles.

El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el Clasicismo, y favorecía, ante todo: La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento

¡Amigos! ¡Esos ruidos no!
entonemos sonidos agradables
y llenos de alegría.
¡Alegría! Alegría!
Alegría, bella chispa divina,
Hija del Elíseo,
Ebrios de alegría entramos,
En tu santuario celestial.
Tu magia ata los lazos
que la rígida sociedad rompió;
Y todos los hombres serán hermanos
Donde tus suaves alas se posen.

Quien ha tenido la suerte
De ser el amigo de un amigo;
Quien ha conquistado una noble mujer,
¡Que se una a nuestro júbilo!
¡Sí, que venga aquel que en la tierra
pueda llamar suya al menos un alma!
Y quien jamás lo ha podido,
¡Que se aleje llorando de nuestro grupo!

Todos los seres beben de la Alegría
por todos los senos de la Naturaleza;
Todos los buenos, todos los malos,
Siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y el vino,
Y un amigo, probado hasta en la muerte;
A la lombriz fue dado el goce,
Y el querubín está ante Dios.
¡Frente a Dios!

Alegres, como vuelan sus soles
A través del cielo espléndido,
Corran, hermanos, sigan su camino,
Alegres, como el héroe hacia la victoria.

¡Abrácense, millones de seres!
¡Este beso es para el mundo entero!
Hermanos, sobre el firmamento
Seguramente habita un padre amoroso.

¿Se inclinan en reverencia, millones de seres?
¿Puedes presentir al Creador, Mundo?
¡Búscalo más allá de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!