No siempre es lo que parece / filosofía y sentido de la vida

 

Johann Christian Friedrich Hölderlin

 



Por encima de Ser o estar ahí, cabe preguntarse, más allá de saberse, por la razón última de ser. Sartre, lo diría de otro modo: el “humano” en cuanto «ser para sí» es un «proyecto», un ser que debe «hacerse» pero, saberse-hecho, luego para qué, pues si sabemos bien qué somos y queremos, luego ¿podemos? Esa es la cuestión. La filosofía, pensamos, nos puede ayudar a comprender y comprendernos mejor y al mundo, e incluso ayudarnos a encaminarnos en una dirección, sin embargo, la filosofía, en contra de los que muchos pueden creer, no va a ayudar al individuo –si no es en provecho de la propia filosofía-, aunque, el individuo sí podrá apoyarse en ésta, incluso con el tiempo desarrollar su pensamiento a través de ella. Me explicaré.

La filosofía no busca sólo conocimiento; un saber, sino y generalmente, si encuentra un conocimiento práctico, pretende, luego, por este u otro, un establecimiento de ideas y doctrinas (un edificio) cuyas propuestas no siempre sirven al hombre, al individuo, sino (generalmente) primero sirven a esa escuela, y luego a quienes cualesquiera sirva esa filosofía –“pues en función del momento o país donde se produzca habrá de servir como ‘superestructura’ a la política del régimen o sistema de turno” así Aristóteles, aunque no coincidía en exceso, secundaba y participaba de la política de Alejandro; la escolástica sirvió igualmente al feudalismo, reyes e imperios y la escuela de Kant, o el Kantismo a Bismark (Gustavo Bueno, conferencias, Heidegger)― en resumen, cada universidad, desde el momento en que éstas se fundan, como parte y bajo la tutela del estado, han promovido y desarrollado un pensamiento acorde con ‘el propio régimen’ que las fundó, o en su defecto, con aquel que las mantiene; así los filósofos deben producir para esas universidades, que son propietarias de sus escritos y enseñar a otros las doctrinas pertinentes, ganándose el sueldo; y hasta que no abandonan éstas, y siempre si el régimen permite la libre expresión, serán entonces soberanos en sus ideas, si no quieren, de otro modo, perder el trabajo o, como en el pasado, algo más: la reputación. Por tanto, la filosofía, en principio no nos ayudará a ser (siendo independientes en nuestras ideas) si bien, sí nos ayudará a reconocer e igualmente a conocer la historia del pensamiento ―el mundo en cada momento del tiempo― y por ello ha hacernos una línea temporal de éste pensamiento, que es el propio del hombre y sus políticas;  en definitiva, de cómo funciona la sociedad, pero no desde los medios o los otros, sino desde aquel lugar desde donde se piensa esa sociedad. Una vez recorrida esta primera parte del camino, luego podremos abordar no la filosofía, sino a los filósofos, no como estudiantes o discípulos dejándonos adoctrinar, sino como individuos intérpretes de aquellas ideas. La filosofía jamás fue cosa de intelectuales, no crean eso. Quizá, es cierto que hoy se pretende así: una filosofía científica, analítica y académica; pero, aquellos primeros filósofos eran poetas, y al decirse filósofos aquellos sofistas se reconocían, así mismos modestos y aficionados; y, ciertamente, todos somos unos aficionados al iniciar cualquier camino; nadie posee un saber universal y, menos la verdad, cada cual encuentra la suya. Buscando y herrando hayamos cada uno la nuestra: nuestra verdad y nuestra realidad: no la verdad que nos proponen e imponen por medio de cualquier dialéctica, sino la que nosotros vamos a descubrir, pues el mundo y las cosas no se muestran y afectan por igual a dos personas distintas, que encontrarán resultados múltiples a la misma experiencia. Por tanto nosotros extraeremos aquellos pensamientos, a veces quirúrgicamente, con pinzas, que sean acordes con nuestra forma de ver y ser, buscaremos en ellos apoyos y refuerzos, y encontraremos caminos que recorrer: pues si pensamos por nosotros, no dejándonos influenciar, no importará en qué medida o hasta que punto, pueda el individuo sentirse identificado con las necesidades establecidas por la sociedad o, en qué medida en ellas encuentre satisfacción: lo superará; pues, seguimos, aunque pese a muchos, siendo lo que fuimos desde el principio: individuos, y no un producto como se pretende, dirigido por medio de intereses y dogmas –aceptados, unas veces desde de la ignorancia, otras desde el derrotismo–,  sin embargo, es un hecho necesario que tendremos que desterrar esta necesidad y dependencia absurda del individuo en tanto a lo que le rodea, y de cuanto se pretende necesario sin serlo: tanto en el interés de una sociedad saludable, como el de todos aquellos cuya miseria es el precio de su felicidad. Y para ello, debemos pensar, pensando por nosotros como si afilasemos arpones, que a su momento habremos de utilizar, pues "Su vida escoge el hombre, su objetivo, y ganará libre de error sabiduría, pensamientos, recuerdos que perdiéronse en el mundo / cuando el esplendor de la naturaleza embellece sus días, otórgale entonces a su espíritu nuevas vestiduras. En su interior, y así contempla la verdad, el más alto sentido, y las más singulares preguntas. Podrá el hombre conocer entonces el sentido de la vida, y nombrar su meta lo más alto, saber que uno es sentido, de la humanidad y de la existencia, Considerando que el más alto placer es la más noble vida". La Vida Mas Elevada (Scardanelli) o, Johann Christian Friedrich Hölderlin,

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