ACERCA DEL SER (01) / VARIACIONES : SOBRE LA REALIDAD (1) / Jordi Maqueda / Aceuchal - Badajoz



LA REALIDAD

Es este un texto, el que ahora sigue, para quien esté dispuesto a asomarse a la razón desde sus propios límites, no para quienes temen la pérdida de certezas. Pues de lo que se trata aquí es de intuir, pensar y de mirar sin ver, y entender a la vez, desvelar y hacerlo alzándose sobre los límites de la sombra de la propia razón. Todos los hombres llevan a sus espaldas la sombra, y en brazos la luz.-Tao te Ching.

La realidad está velada y el ser escondido en su revelación: los entes y las sombras son una forma de su presencia, estableciendo el equilibrio entre lo perceptible y lo invisible, distinguiéndose como faro en la noche. La más mínima parte de la materia contiene un rayo de luz y una sombra que no vemos ni comprendemos: el espíritu de la materia. Luego a la sombra del aparente y razonable desconcierto, parecería obvia y necesaria una reestructuración de eso que llamamos realidad; sin embargo, el gran obstáculo no parece ser la realidad en sí misma, sino la representación y/o interpretación que tenemos o hacemos de esta. Por lo tanto, el mayor logro al que puede aspirar la razón humana, es abrirnos las puertas y mostrarnos, que es más allá de sus límites (límites de la razón) donde se encuentran las claves para interpretar la realidad: La materia como huella, aparición, e imagen de la sombra que la proyecta.

«Interpretamos mal el mundo y, luego decimos que nos engaña», (Tagore). Las personas percibimos el mundo exterior como una suma de entidades diferenciadas y autónomas a las que atribuimos características que creemos que poseen intrínsecamente. Luego crecemos aprendiendo que las cosas son malas o buenas, deseables o indeseables etc., pero la comprensión de la realidad es una característica que se ha atribuido generalmente a una sabiduría, que no implica dominar ingentes cantidades de información, sino comprender la verdadera naturaleza de las cosas mediante la experiencia, y confirmar de alguna manera algo que ya está dentro de nosotros: aprender es ese redescubrimiento. A partir de una edad todos tenemos las suficientes experiencias (aquí me reconozco) para que instruirnos en ellas sea un mero arreglo de sus interacciones, o reordenación de jerarquías y no la miseria de una acumulación constante e innecesaria de información aleatoria y nueva. Todo ya está allí, y es solo su redescubrimiento lo que constituye de ese aprender: el conocimiento. Aprendizaje no es por tanto almacenar información, sino ir reconociendo sobre la ya almacenada (de las propias experiencias) y su influencia recíproca en las necesidades de nuestro presente. “estos son nuestros desafíos ante la falta de esperanza del dualismo occidental”.

Con la secularización, la misma naturaleza también quedó desencantada, pero aunque la sociedad moderna se haya esforzado en apartar de sí lo sagrado, dioses, mitos y símbolos siguen morando en las simas profundas de la razón "Porque aunque los credos se arremolinan en el polvo, la fe falla y los hombres olvidan, y estos viejos dioses del miedo y la lujuria aún se aferran a la vida"— R. Graves, accediendo estos, a lugares que la racionalidad positivista e instrumental no alcanza. Hacia esos límites o profundidades, se han dirigido pensadores, entre ellos Jung, que intentó ver el camino que introduciéndole en el mundo a través de la vida, le llevará más allá del mundo. Es por todo ello que hoy, en el límite de la razón, se observa un retorno al corazón, pues intuimos que el mundo no es solo lo que vemos, sino también lo que intuimos de lo que vemos, y que a veces parece que podemos sentir, como algo ahí: que no vemos.

Pero la realidad, puede darse perfectamente a lo largo de la vida de un hombre, como afirma María Zambrano: exigiéndosele, no obstante, algo a cambio que le pone aparte y distingue de todos los demás seres vivientes: se le exige “despertar” a la realidad y al tiempo. Si bien, y para despertar a la realidad, primero hay que volver de un viaje de erudición y destierro, un viaje tan lejos como el ánimo pueda alcanzar; fuera del transitar de los hombres; allí te llevarán las muy atentas yeguas tirando del carro. Unas doncellas empero el camino te irán mostrando; “pues sentirse exiliado de la vida y el mundo es evidenciar el tiempo como nuestro ángel” (Schiller), para lograr todavía lo más difícil: despertar a la verdad, y de ese modo volver a aprender a mirar las cosas, con aquellos ojos que las mirarían los muertos si pudieran regresar (Pirandello). Llegados a este punto, nos vemos casi obligados a reflexionar, pues queda otra salida que reconocer que nuestros anhelos se consuman más allá de unos límites que no terminamos de entender y menos podemos precisar. Sin embargo, es en plena conciencia cuando comenzamos acceder a un grado de conocimiento más elevando, poniendo la razón al servicio de otra cosa que no es ella misma. No es la derrota de la razón, sino el triunfo del hombre por encima de esta.

HACIA EL SER (01) - METAFÍSICA Y SER / ONTOTEOLOGÍA



METAFÍSICA Y SER 
ONTOTEOLOGÍA

Martin Heidegger y Wilhelm Weischedel reconocen que la filosofía se constituye desde antiguo como “ontoteología” (Heidegger) / “filosofía teológica” (Weischedel)1. Ontoteología es el punto de vista filosófico que se ocupa del ser y, a la vez, de Dios entendido como el ser por antonomasia. Podríamos decir, para que nos entendamos, que las palabras ‘ser’ y ‘Dios’ cada una evolucionando por una vía distinta (según Heidegger & Weischedel) apuntan a lo más universal y esencial que pudiera concebirse, y en razón de que el territorio que abarcan y la dirección es el mismo: un mismo destino, por tanto ontología y teología tienen que unirse en algo y/o mismo lugar. “Hegel encuentra consumado en Spinoza «el punto de vista de la substancia», que sin embargo, no puede ser el más elevado, porque el ser aún no ha sido pensado desde el fundamento en cuanto pensar que se piensa a sí mismo en la misma medida y de modo tan decidido” (Heidegger – La constitución ontoteológica).

1 Cfr. Wilhelm Weischedel. Der Gott der Philosophen. Gundlegung einer philosophischen Theologie im Zeitalter des Nihilismus (El dios de los filósofos. Fundamentación de una filosofía teológica en la era del nihilismo), vol. 1 y 2. Edit. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1983. En adelante ‘GdPh’..

HACIA EL SER (02 / SUPERACIÓN DE LA METAFÍSICA /


Superación de la metafísica 

La Metafísica, o la metafísica del ser como artefacto o herramienta hacia el ser

SUPERACIÓN DE LA METAFÍSICA

Hoy la metafísica estudia la estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad que son inaccesibles a la investigación empírica, pero no estudia otra realidad (la realidad es la misma); una la realidad que está contenida en un espacio físico reconocible a partir de la experiencia. Entonces, y exactamente ¿que estudia la metafísica?

Muchos de los problemas que hoy pertenecen a las ciencias naturales, eran estudiados antes por la metafísica como filosofía natural. Hoy la ciencia impera en las ramas del conocimiento, buscando del ente mismo haciendo de este objeto de escudriñamiento de la realidad y fundamentación, en cada caso del modo de ser de las cosas, de cada cosa. En las ciencias se lleva a cabo un acercamiento radical a lo esencial de toda cosa u objeto, buscando de la propia materia los fundamentos de esta. La ciencia se distingue al conceder a la cosa misma (material /a la imagen y la forma perceptible a los sentidos y la razón), de manera fundamental y exclusiva, la última palabra en tanto a su ser (total), como lo ente (comprensible) sujeto de experiencia empírica: dentro de las capacidades cognitivas del hombre (a la razón). Esta manera del interrogar, de determinar y de fundamentar se lleva a cabo por una sumisión de lo ente, por el ente mismo a la razón (como ente el hombre que interroga al ente), para que revele lo que hay en él; si bien esta misma servidumbre de la investigación "que analiza con rigurosa objetivación en un intento alcanzar la verdad", propicia todavía un espacio diferenciado a la metafísica (afirman algunos filósofos). Esto es: en el estudio de aquellos aspectos de la realidad inaccesibles, cuando hoy pretenden ser medidos o puestos bajo la observación empírica de la lupa del científico; pero que son y llevan a cosas distintas de las que en principio nos lleva la ciencia por su camino, aunque (recordemos) igualmente pertenecientes a la realidad que experimentamos todos. Lo que nos devuelve a la pregunta que antes formule arriba ¿qué estudia exactamente la metafísica? ¿Cuáles son las cosas que “son” y llevan a cosas distintas de las que en principio nos lleva la ciencia por su camino?

Esto dará lugar en el siglo XX a una lectura heideggeriana de la metafísica occidental, y supondrá la necesidad de repensar la cuestión del ser (ser del ente) desde el origen mismo de los pensadores presocráticosDe otro lado, las ciencias no definen la materia, la vida o la consciencia en sí / su razón de ser; y solo la metafísica (entiende la lectura heideggeriana) puede suministrar estas definiciones básicas. De este modo se debería concluir aquel debate sobre el objeto de estudio de la metafísica, y sobre si sus enunciados tienen propiedades epistemológicas. Pero entonces ¿Qué significa «superación de la Metafísica»? La palabra «Metafísica» está pensada ya de la condición de ente, entendida en cuanto acaecer propio todavía oculto (entiéndase oculto: a la propia razón metafísica que lo enuncia) pero sobresaliente ( afirma Heidegger), a saber: de aquel olvido del ser que siempre ha estado ahí ( y por tanto igualmente a la vista), pero limitado a la razón (que lo enuncia), en tanto esta (razón) se limita a aquello percibido de los sentidos, cuya forma o imagen observable (medible a los instrumentos) apenas denota una idea completa, de la forma del ser que la proyecta (desde su sombra). Entendido esto, concebimos la superación de la metafísica, como la superación de la forma percibida, hacia la forma no percibida del ser (de lo ente observado) y ser como su sombra / sombra, a partir del lado de la forma de lo ente, que lo proyecta o proyecta al ente. .



anexo /

Superación por tanto, no habrá de querer decir un desprecio que expulsa a una disciplina del horizonte de la «cultura». Luego en la medida que pensamos esta nueva forma de hacer filosofía (útil al conocimiento): metafísica, es artefacto de la Filosofía para la ciencia, tratando de repensarse en ese espacio que le queda, bien diferenciado para la metafísica, en tanto abarca aquellos aspectos de la realidad existente, que son inaccesibles a la investigación empírica, pero que pueden ser identificados por esa nueva metafísica, mediante aquella forma de pensar (el espacio/ la forma del ser) y que entiende: del ente la imagen proyectada, parte del ser (de aquello que la proyecta), a partir de una sombra, que reconocemos que está / es a partir del lado de (imagen)→ pero que no vemos (la forma del espacio por ejemplo) y que entendemos está definida a partir del lado de la forma de los objetos mismos, que se encuentran contenidos en la misma forma del espacio, que les da su forma a aquellos.

Lo que nos lleva a pensar en un límite, a partir del lado de la forma misma de la imagen / por lo tanto desde ese límite o frontera “entre lado de la imagen” y “lado de la sombra” que nos invita → a movernos hacia esta frontera →en un acto de ser, recorriendo/caminando (reconociendo/habitando) ese lado de la sombra y de la imagen (donde estaríamos habitando ya el borde o perímetro ) que determina / es, un lado de la forma de la sombra, lo que nos permite pensar desde de  aquella experiencia inmediata sensible (a veces fugaz e indeterminada a la razón) en la existencia de una forma ahí, y pensar en ella de una forma, luego abstracta (geométrica) que aunque no representa el factum de la experiencia inmediata, nos permite, de esta manera abstracta, poder determinar/representar y recorrer el área (contorno total de la forma de la sombra) de una manera geométrica (lo que me propongo intentar de desarrollar) no tan seguro como los estuvo en su momento el riguroso Piero della Francesca  al afirmar: «io intendo di dimostrare cosi essere e doVersifare» 

De este modo la Metafísica, incluso siendo superada, por la nueva metafísica del ser →en acto de ser, no desaparece. Sino que regresa transformada en un nuevo saber o  artefacto- herramienta (en la medida que se piensa desde de  la referencia, no de una idea, sino desde una experiencia sensible / →en acto de ser→ moviéndonos hacia al límite/borde, o frontera del ente / imagen) y que nos permite de aquella distinción que sigue en vigor entre ente y ser / no la distinción entre ente y ser, sino que dominara ahora  como eje de todo pensamiento al permitir una distinción clara entre el ente como parte visible/ y proyectada del ser en la sombra). Luego, ahora entendemos que la manifestación del ente, y sólo del ente tomado este como objeto (definido) de estudio, pierde la exclusividad que ha tenido hasta ahora en su pretensión de ser módulo y medida al pensamiento y las ciencias. El ocaso de la verdad del ente quiere entonces decir: la verdad del ser, mostrándose del ente en su sombra: la forma total del ser. De ahí que cualquier cálculo, o pretensión de verdad que no tome en cuenta la sombra (ser) del antes objeto (forma visible) no será verdad en la propiedad, ni de un cálculo lo exacto.

HACIA EL SER (02 - 1) DE LA APARIENCIA / jorge maqueda

La escritura no sólo es un medio auxiliar al servicio de la ciencia, y eventualmente su objeto, sino que es en primer lugar, como lo recuerda en particular Husserl en El origen de la geometría, la condición de posibilidad de los objetos ideales y, por lo tanto, de la objetividad científica. Antes de ser su objeto, la escritura es la condición de la episteme; episteme significa conocimiento en tanto «conocimiento justificado como verdad», Según Platón.

 Realidad: es el conjunto de lo-que-es. Ente: Significa “lo-que-es”. Designa cada cosa que es, como algo concreto, es decir: el árbol, la silla, la persona… no en cuanto que son árbol o silla, sino en cuanto que sonSer: intenta designar ese algo en común que tienen los entes, lo que hace que sean entes (proyectándolos hacia los demás). Sustancia: (sub-stantia) es lo que permanece invariable frente a los cambios. Se refiere a lo que hace que cada cosa sea lo-que-es.

La Realidad es el conjunto (de todo “lo-que-es). Ente significa “lo-que-es”, y la palabra designa cada cosa que es, como algo concreto, es decir: el árbol, la silla, la persona… mas no en cuanto que son árbol o silla, sino en cuanto que son, y son-ahí. Ser: intenta designar ese algo en común (y reconocible) que tienen todos los entes, es lo que hace que sean (siendo hacia otros seres)por tanto (hablaríamos de aquello que los proyecta) como entes, que son (en cuanto “aquello que es-ahí” proyectado a una conciencia, que los pueda reconocer, igualmente seres). Sustancia: (sub-stantia / substantia de los eleáticos) es lo que permanece invariable frente a los cambios. Se refiere a lo que hace que cada cosa sea lo-que-es. (Invariable / adjetivo: aquello que no varía, o no puede variar. Dicho de una palabra: Que no admite flexión

§ 3.2. - Existe una tradición filosófica que se remonta a antes de Platón, y que reflexionaba, Siendo aspecto relevante en los filósofos primeros una cuestión “concreta”: la búsqueda de un sustrato inmutable capaz de explicar la realidad: siempre cambiante y efímera, y que habría de llevar luego de cabeza a la filosofía desde aquellos inicios (dentro de la propia cuestión del ser); hablamos de “la apariencia”, considerando ―la filosofía desde entonces― (la aparienciacomo de una menor entidad (aquello que vemos o percibimos ante nuestros sentidos) frente a aquella realidad existente (oculta a nuestros sentidos) que habrá de ser, únicamente accesible a nuestra inteligencia (al pensamiento por la razón). Revelándose a la postre (este problema de la apariencia / frente a la auténtica realidad no manifiesta a los sentidos) con el tiempo, como el primer gran problema que la filosofía (el pensamiento) se plantea. Por lo que parece conveniente dedicar un tiempo a la apariencia, antes de seguir. Si bien, no afirmaré de manera rotunda mostrando: lo que la apariencia es (su finalidad última), pues la apariencia ya es (ahí para mostrarse a una mente o consciencia que la observe y hacia la que se proyecte), sea luego (entendida por esa mente (lo que es), o interpretada y explicada por la razón  (lo que la razón pretenda a la conciencia que sea)  yendo más allá del hecho (experiencia y sensaciones captadas) a partir de aquella parte perceptible de algo, de las cosas (entes/ seres que podemos ver proyectado hacia nosotros) cuando miramos.

§ 3.3. La humildad es importante: lo es para poder saber, y saber que lo que vemos “es” ya es un gran saber que poseemos; mas pretender saber de lo proyectado que vemos, luego aquello que lo proyecta: imaginando por nosotros que pueda ser, no solo es no-saber / sino que es igualmente no reconocer (del lado de aquello que podemos con la vista recorrer) de otro gran saber: que hay algo revelado a los sentidos, de una forma tal, que la razón no ve.

La apariencia ocupa a la filosofía desde sus inicios, y podría decirse incluso que tal es el primer problema que se plantea y con el que se pone en marcha el pensamiento occidental. Al menos, parece aspecto clave en los primeros filósofos griegos, embarcados en la búsqueda de un sustrato inmutable y eterno capaz de explicar la realidad cambiante y efímera, que podría ser vista así, como mera apariencia, frente a la auténtica realidad constituida por aquel primer principio. Realidad, por tanto, y en el sentido (de la apariencia manifiesta) constituye la parte apreciable a los sentidos, de aquel primer principio (energía) por la que todos estamos constituidos; y, por tanto, responde dicha apariencia, como la parte (o espectro de la energía, alterada en forma de materia visible) dada a los sentidos, y que estos (los sentidos) nos muestran (de aquella materia, a través del reflejo de esta en la luz) proyectada esta materia del sustrato inmutable de energía (primera y existente) que constituye todo el cosmos (desde su principio), y principio del que parten y se proyectan, luego todas las cosas (materiales) que podemos ver (reflejadas) de la luz que estas mismas nos reflejan (proyectándosenos), y en la que por la vista nos reflejamos, igualmente (de ese mismo reflejo, de esa misma luz) nosotros en ellas

En cualquier caso, lo que nadie discutirá (creo yo) es el problema, que solo el hombre encuentra (esa oposición por la razón) a partir de una idea propia y subjetiva, que distingue entre lo aparente (mostrado a sus sentidos) y lo que luego queda oculto a estos y que constituye la esencia misma del problema del pensamiento luego de Parménides de Elea, al distinguir este entre la vía de la verdad, que nos coloca frente al ser eterno, uno e inmutabley la vía de la opinión, que no nos da sino el mundo sensible del cambio y la multiplicidad / no entendida esta multiplicidad (por parte de Parménides y su escuela) dentro de la forma (del uno e inmutable). Luego si la primera, (la vía de la verdad) basada en la razón, nos conduce a la verdadera realidad, la segunda, establecida sobre los sentidos, no puede sino mostrarnos una realidad engañosa, es decir, una mera apariencia (que se entiende como falsa realidad), y que Parménides desestima atender y entender, de la multiplicidad y de lo heterogéneo más que evidente de toda la realidad apreciable, como partes / y partes necesarias y constituyentes/ que son del uno (inalterable proyectadas) y que permanece en lo heterogéneo y cambiante, de todas estas partes, lo uno, como lo otro y múltiple proyectado del ser: en ellas. 

Luego a partir de Parménides, el problema de la apariencia ha sido siempre remitido al problema de la realidad, y seguramente no es exagerado afirmar que la forma en que se han entendido las relaciones entre ambas (apariencia y realidad) han sido básicamente dos: por un lado, que la apariencia oculta la verdadera realidad; y por otro, que la apariencia es la realidad misma, su manifestación. La primera de ellas suele ser dominante en las filosofías de corte racionalista, y en la antigüedad su más claro exponente es, sin duda alguna Platón, para quien el mundo sensible, es decir, éste que nos muestran los sentidos, no es más que un reflejo del mundo y, por tanto, una mera apariencia de lo que constituye la verdadera realidad. Mas esto significa, al mismo tiempo, que todo lo que podamos decir de este mundo no alcanza el rango de verdadero conocimiento, sino que se queda en mera opinión, ya sean simples conjeturas (eikasía), puesto que no son más que una copia imperfecta de las Ideas. Con todo, en el pensamiento platónico no se da un desprecio absoluto de la apariencia… luego en nuestro caso: deberemos superar de la cosa su apariencia: trascendiendo de esta de su forma obvia a los sentidos (la apariencia), igualmente hacia la forma que la proyecta y de esta a aquella que a ambas las contenga).

El empirismo estoico (y quizá también epicúreo) considera como criterio de verdad la representación aparente, es decir, aquélla a la que debemos otorgar nuestra aprobación por resultar indudable (pues es la que se nos muestra a los sentidos), los estoicos parece que están admitiendo, no sólo la existencia del objeto de la representación (manifiesto a nuestros sentidos por la apariencia) sino, además, que éste es tal y como se nos muestra (independientemente de que pueda ser algo mas / que no entendamos a reconocer). Y esto puede interpretarse una: como la afirmación de que no existe realidad alguna detrás de lo que aparece, o, que la apariencia es precisamente la realidad misma/ y la otra: que la realidad nos es dada a ser percibida de la representación (la apariencia) manifiesta a nuestros sentidos, de tal modo, por alguna buena razón. Luego, en ese sentido, y que sea la apariencia real no impide esa otra realidad diferente (como la percibida de una mosca) o una realidad mayor / en tanto que pueda esta misma realidad ser percibida de un mayor rango y espectro a los sentidos. Con la apariencia, por tanto, se quedan los escépticos, y no porque como los estoicos la consideren verdadera, sino porque ninguna otra cosa más podemos conocer, afirman.  

Cabría pensar entonces, que los escépticos mantienen esa contraposición entre apariencia y realidad, y que, como Parménides y Platón, creen que la apariencia oculta a la realidad, es decir, que existe una realidad (verdadera) detrás de lo que aparece, aunque, a diferencia de Parménides y Platón, piensan que no puede ser por nosotros advertida/ no nos refieren que la realidad nuestra sea falsa, sino refieren una realidad mayor / pero que no podemos alcanzar / de tal modo que tenemos que (de entrada) vivir en y para la apariencia, haciendo de ella no sólo criterio del conocimiento, sino también de la acción, pudiendo afirmar entonces que nos guiamos de la representación mental (representación mental: pero que (en mi caso /ateniendo a la experiencia real) yo veo fuera de mi: proyectada y representada para mi, de la información primera que percibo). Consistiendo, en efecto, en una impresión, representación involuntaria (interpretada instantáneamente de la realidad por la conciencia, en tanto que me es necesaria y yo la pueda reconocer, ante la necesidad para subsistir y de tener que moverme y evolucionar en esa realidad), luego y en estas condiciones nadie seguramente disputará sobre si el objeto que se percibe es en tal o cual forma (siendo esto irrelevante a nuestras exigencias vitales de supervivencia (a los fenómenos sobrevivimos); cuando ahora , si, y por alguna razón más allá de la necesidad aparente nos preguntamos, si el objeto observado es tal como se percibe: lo que vemos, y solo aquello que vemos (a partir aquella forma subjetiva y proyectada de la realidad a la mente, y que esta interpreta y devuelve proyectada de manera práctica reflejada del objeto de nuevo a la conciencia: que es memoria y sentido: y capacidad de juico

No puedo, y hablo por mí, negar una realidad mayor y más amplia, cuando de mis experiencias he percibido reflejos que me hablan de esta. Protágoras: tampoco negaba que exista una realidad oculta por las apariencias (y que debería entenderse esta realidad oculta quizá y mejor: como una realidad mayor implícita de las misma formas que observamos y percibimos: mas allá de la apariencia estas), sin que nos sea dado conocerla (pues no se nos revela a nosotros). En consecuencia (y si lo entendemos holísticamente / dadas tantas realidades varias como seres variados: pulpos, moscas o personas puedan interpretarla) esto no es ninguna catástrofe, y será bueno (para ellos y práctico) lo que a la mosca, al pulpo o al hombre le parece que es, pues incluso más allá de cumplir con nuestras necesidades vitales de subsistencia como seres que deben prolongarse en un medio, está esa otra necesidad (o llamada) tan propia de los seres humanos: y que es a partir de esa luz proyectada (y reflejada de la forma / cosa frente a nosotros y que percibimos de su apariencia a los sentidos) la que primero debemos atender, para poder captar de sus bordes “la sombra”: sombra que “es la misma luz presente en el medio” pero que no vemos, sino en la forma que (la propia luz) a través del reflejo de esta (la luz) en la cosa, luego se nos proyecta a la conciencia. 

En el pensamiento cristiano, aun cuando quepa sospechar que la auténtica realidad es Dios, la apariencia no queda sin más descalificada, sino al contrario, y profundizando en la valoración positiva de la misma que podemos vislumbrar ya en Platón, luego en el neoplatonismo, Pero eso no equivale a afirmar que la apariencia, en sí misma, sea la propia realidad. Tampoco en la época moderna, desde Hobbes, cuando reconociendo la subjetividad y relatividad de la apariencia, se nos dice que, con todo, no podemos ir más allá de ella, siendo entonces los racionalistas, quienes considerarán factible un conocimiento de la realidad una vez superados los errores y la subjetividad inherente a la sensación (luego interpretando y no leyendo: de lo escrito en el rollo (la información) por delante y por detrás). En este sentido Kant distinguirá entre la apariencia meramente ilusoria y la apariencia real –si es que esto puede ser d alguna manera y complicarse todavía más. Luego de la pretensión de alcanzar el saber absoluto por parte de Kant, esto conduce a Hegel a considerar (a Kant) un escéptico y empirista. Luego Hegel  dirá: «La esencia no se distingue del ser y no es la esencia sino porque aparece y esta determinación desarrollada es lo que constituye el fenómeno. Por consiguiente, la esencia no está ni antes ni después del fenómeno, pero en cuanto es la esencia que existe, la existencia es fenómeno» [Lógica, II, B, CXXXI].

Algo parecido (entendemos) de la afirmación de Sartre, en la Introducción a El ser y la nada «La apariencia no oculta la esencia, sino que la revela: es la esencia.». Al entender que es en el fenómeno donde se nos muestra la esencia, entendemos así la apariencia hegeliana es enteramente objetiva, y no dependiente, por tanto, de la subjetividad: se trata –eso dice Hegel— de cómo, de hecho, se manifiesta la esencia misma a partir de lo que nos muestra de ella (la apariencia). La cuestión entonces podría ser ¿cuánto nos muestra la apariencia de la esencia?, así, respecto al asunto del que estamos tratando, decir que no acabo de ver dónde está el problema (del problema mismo de estar limitados por los sentidos o de fondo, por nuestras capacidades). Acaso el problema acontece desde creemos saber que el mundo que percibimos es, en gran medida, una construcción nuestra y subjetiva (discrepo: el mundo percibido es una construcción objetiva (de la realidad que se muestra a quien la observa) dicha realidad se muestra solo y es perceptible a quien puede percibirla: una mente que luego la proyecta (a la propia consciencia por el propio reflejo / de la luz / en una forma que la consciencia pueda reconocer), por tanto, una mente y conciencia que está adaptada al medio en que se desarrollo y se desenvuelve, y que lee (dicha mente) dicho medio en el que se mueve  / esto es: la mente no interpreta el medio: sencillamente lo lee instantáneamente, para con ello poder luego, el sujeto, proceder y satisfacer sus necesidades  propias, estas directas a sus capacidades (del sujeto) y sobrevivir en el medio …. Esto es: no debemos (y de hecho no podemos subjetivamente) interpretar conscientemente la realidad. Luego «Interpretamos mal el mundo y, luego decimos que nos engaña», (Tagore), pues nuestra mente ya ha trabajado en ello de manera inmediata e inconsciente, proporcionándonos el conjunto de imágenes (por la visión) y otros estímulos y sentidos, memoria (actos sucedidos, igualmente a otros (que reconocemos como propios, cuando de su consecuencias, incluso de las peores consecuencias, aprendemos nosotros igual) y que nos son necesarios, pues son los que precisamente necesitamos para sobrevivir en el medio (en el que vivimos). Si bien y esto ha quedado demostrado de las sociedades, no podemos interpretar el medio (cuando la realidad es como es) pero si podemos transformarlo (no tanto hacia nuestros intereses) y acomodarlos a nuestras hacia nuestras necesidades, como bien se demuestra de de ambas formas al observar las sociedades modernas. 

Luego y desde que sabemos, al menos así lo entiendo, y entiendo: que el espacio “es” no un espacio vacío entre los cuerpos, sino energía  (luz) que no vemos y no entendemos entre los cuerpos que sí vemos y entendemos, y que por tanto el tiempo podría ser algo (subjetivo) al no existir un espacio (vacío que recorrer) entre los cuerpos conectados. Pensar que las cosas que se nos aparecen son lo que en realidad (de su apariencia) sin más entendemos, o dicho de otro modo, que la apariencia constituye la auténtica realidad de lo observado, no será del todo ingenuo, si de ello entendemos de la apariencia una parte de aquella realidad (que nosotros de nuestra necesidades y sentidos primarios podemos percibir para sobrevivir en el medio / dentro de un medio que del todo no vemos ni comprendemos). Siendo la apariencia expuesta de los cuerpos / entes / seres, lo relevante y primero a entender, partiendo de esta cuando luego y más allá de pretender solo sobrevivir en el medio, pretendemos conocer (aquello) que es el medio, en que todos los cuerpos entes y seres se desenvuelven, esto es: el espacio entre estos, y que a su vez conecta dentro de una forma todo lo que vemos, lo que no vemos y aquello que tampoco todavía entendemos).

Entonces: en este caso las extrapolaciones como las que señala Aristóteles (por ejemplo: que no tendríamos forma de diferenciar el parecer del experto del de el ignorante, sino principalmente porque lo que a nosotros se nos muestra) me sobran, solo siendo, eso, una forma de nosotros poder entender algo no manifiesto de lo manifiesto a partir del sujeto, luego hacia lo verdadero pertinente: la forma. Por tanto decir que aquella forma es más real o que esa es “la forma real” de una cosa, es absurdo. Si nuestros umbrales de sensibilidad fueran otros distintos, y de mayor rango de lo que son ahora, veríamos una forma de la cosa diferente a la que ahora vemos, oiríamos otros sonidos y captaríamos más olores. Pero aquello no sería menos erróneo (en tanto a incompleto / esto relativo a los sentidos que nos proporcionan la información) de lo visto y captado actualmente de nuestros sentidos. Luego resultando, por la misma razón (a la razón subjetiva que interpreta), aquello que se nos aparece como engañoso o falso, pues ciertamente: la realidad que a nosotros ahora se nos muestra (de nuestros sentidos) no es menos real que aquélla que provocara ese otro aparecer (de tener más agudos los sentidos) entendiendo sólo una forma posible de manifestarse la realidad: a través de mecanismos de necesidad (y que no dependen del individuo o la especie; sino de las necesidades de la vida, como ecosistema sustentado y del planeta: en el medio (el espacio) sujeto a la esfera dependiente del sol.

§ 3.4. La metafísica occidental ha distinguido desde su comienzo, entre un mundo esencial y verdadero, y un mundo apariencial que velaba-descubría al primero. En este sentido (la luz reflejada de las formas de las cosa materiales en estas, nos permite ver estas, pero no vemos la luz / pues la luz es información, y no puede verse sino (leyendo la información de esta) cuando es reflejada de algo hacia una conciencia que lee dicha información. Los pensadores griegos buscaron más allá de las apariencias, un mundo esencial que sirviera de fundamento a aquéllas. Algo inmóvil (pero que no veían) que explicase el movimiento, algo sin origen en las cosas, pero que origine las cosas; algo permanente que sustente lo caduco y efímero. Este algo fue llamado de diferentes formas a lo largo de la historia: nosotros lo llamamos luz, pero seguimos en la sombras (sin entender, qué es la luz / mas allá de la luz que decimos que vemos / pero en realidad no vemos / sino la información que trasporta a la mente (consciente) que lee, y nos muestra luego parte del mundo que no vemos.

La palabra «Metafísica» está pensada a partir de la condición del ente, entendida en cuanto a lo todavía oculto: el ser, y que se limita explicar de la imagen que perciben los sentidos, de la forma (apariencia) de esta imagen percibida, que denota una forma del ser que la proyecta / hacia los sentidos de otro ser. Pero esto no excluye el hecho de que ni ahora, ni antes, la Metafísica (por el acto de razonar) pueda llegar a ningún dominio jamás en el seno de ente real alguno, al buscar entender (por el acto de razonar / más allá del acto de observar) del ente una imagen: la forma proyectada (la apariencia) como parte igualmente del ser (de aquello que la proyecta), a partir de una sombra, que ahora reconocemos que está pero no vemos, sino reflejada de los entes, hacia otros entes / poniéndolos en contacto entre sí. Lo que nos lleva a que aquello proyectado (la imagen / la apariencia) lo es desde el lado borde de la forma de la imagen/ por lo tanto desde el límite o frontera entre lado de la imagen y lado de la sombra (sombra que es la luz que no vemos, sino cuando nos proyecta la imagen a partir del borde de la forma), y que nos invita → a movernos →en un acto de ser, recorriendo / (Reconociendo con la vista / Habitando) ese lado de la sombra (desde borde o perímetro de la forma (de la imagen) que la determina / y habrá de ser de ese mismo lado la forma de la sombra, que entendemos del lado de la imagen proyectada, lo que nos permite pensar en la existencia de una forma ahí (de lo que no vemos pero entendemos es-ahí). De este modo la Metafísica, es superada, por la experiencia del ser →en acto de ser (en la medida que se es  →en acto de ser (hacia) → moviéndose al límite/borde, o frontera del ente / imagen) que nos permite una distinción clara entre el ser que proyecta el ente (como parte del ser igualmente del otro en el que se refleja y se proyecta la imagen), entendiendo que la manifestación del ente, y sólo del ente tomado este como objeto (definido) de estudio, pierde la exclusividad que ha tenido hasta ahora en su pretensión de ser módulo y medida al pensamiento y las ciencias. El ocaso de la verdad del ente quiere decir: la verdad del ser, mostrándose del ente, en su sombra, la forma total del ser. De ahí, que cualquier cálculo, pretensión de verdad, que no tome en cuenta la sombra (ser del ente) antes objeto no será verdad en la propiedad, ni de un cálculo: lo exacto.


HACIA EL SER (03) - ANTE LA POSIBILIDAD DE UN PENSAR NO METAFÍSICO /jordi maqueda

Ante la posibilidad de un pensar  no metafísico

Sein und Zeit es un libro que en el mismo título llevaba una provocación. El título parece prometer algo, mostrándose, a partir del artefacto mismo de la metafísica, donde esta aparece como una sólida construcción. De sus rasgos quedan evidenciados: un ser como presencia plena, de la formulación evidente del principio de razón suficiente; verdad como ajuste y adecuación; mantenimiento de la idea del sujeto y del objeto, concepción oculta (encubierta) del proyecto de la modernidad, todo esto dentro de lo que Heidegger llama la "constitución ontoteológica de la metafísica" y cuyo peso reside en que la metafísica es un modo de ser en el mundo, el modo concreto en como se formó la historia de Occidente, posible porque hoy nos encontramos en su consumación. Todo esto como el velo que cierra y hace posible que se haya olvidado al ser.  Luego, plantear de nuevo la pregunta por el ser, es abrir la posibilidad de un pensar no metafísico, abriendo la posibilidad de (la experiencia) pues hay muchas formas de pensar. A martillazos –como diría Nietzsche– es una de ellas. Otra, es pensar con guantes de seda: “pensamiento bohemio”, ¡metafísica de masas!, que no contemplo. La otra es caminando y recorriendo el mundo entre las cosas y las personas, atendiendo a las cosas y personas que son frente a nosotros, siendo conscientes de todas ellas a cada paso.

HACIA EL SER (04)- VARIACIONES SOBRE (DE) LA FILOSOFÍA DE LA ACCIÓN Potencias y posibilidades / jorge maqueda

 

Filosofía de la Acción

VARIACIONES SOBRE (DE) LA FILOSOFÍA DE LA ACCIÓN

Potencias y posibilidades

(Texto primero) 

Hemos hablado con anterioridad de Anna Arendt (no sé si posteado antes o después, pues el orden va variando), postulada del lado de esa otra filosofía que habla de los hechos y actos, que considera las consecuencias a partir de las acciones. Arendt no quería relacionarse con un tipo concreto de filosofía “de las ideas” y ajeno a la experiencia”, que no debemos confundir (con esa otra línea de filosofía: de la Acción) que iniciará de la mano de J. E. Newman (1801-1890), y que comparte con otras formas de espiritualismo moderno, en tanto a un modo concreto de entender y practicar la filosofía derivada en aquella acción (de auscultación interior y repliegue sobre la interioridad espiritual). Y del que puede reconocerse su precedente histórico menos inmediato en la doctrina de la fe moral (crítica de la razón pura de Kant), donde encontramos la fe Moral como la condición y resultado de la actividad práctica, y primado de la “razón práctica” como potencia para fundar verdades a la que la razón teorética no llega. Dicha corriente (filosofía de la Acción de Newman) no consta de actos u operaciones exteriores (experiencias externas en la naturaleza o frente a las cosas que son) “siendo la acción de la propia conciencia”, que revela “a la propia conciencia su naturaleza y condiciones”. Esta especie de razón puede designarse como subjetiva y tiene que habérselas con unos medios y fines (propios del sujeto) y con la adecuación de modos de procedimiento hacia unos fines que son más o menos aceptados y que se sobreentienden razonables.

J. E. Newman (1801-1890), que siendo anglicano, se paso al catolicismo romano en 1845—, puede considerársele iniciador de la filosofía de la acción. J.E. Newman escribió prolíficamente, y los escritos: el desarrollo de la doctrina cristiana (1845) y de una gramática del asentimiento (1870), ambos son de contenido ensalzador partiendo del mismo supuesto: “una doctrina cuando es verdadera viva y vital, no es una simple posición intelectual, sino que arrastra consigo la voluntad, y en general la voluntad práctica del hombre”. Este supuesto se convierte en objeto de justificación filosófica, en el segundo de los dos escritos, pero es tomado explícitamente como punto de partida en el primero”. Cuando una idea —dice (Devel. Ed.1909. P. 36) — sea o no real, tiene tal naturaleza que fija y posee al espíritu se la puede llamar viva, esto es: se puede decir que está viva en el espíritu, que es su receptáculo. Así las ideas matemáticas, aunque reales, no puede ser llamadas vivientes al menos de ordinario. “Pero, cuando un enunciado general, tanto si es verdadero como falso, sobre la naturaleza humana, el bien, el gobierno o el deber se difunde en una pluralidad de personas, y reclama su atención, no solo es recibido pasivamente (y sin enjuiciar) en esta o aquella forma en muchos espíritus (de personas), sino que se convierte en estas en un principio activo[añado: principio inductor / y que aquí veremos, ¡Ea!], y que les lleva a una contemplación siempre renovada del mismo (enunciado), luego a aplicarlo en varias direcciones, y a difundirlo por todas partes. p. 249 (HP T5). solo señalar, y recordar aprovechando de lo dicho, aquella idea hoy tan en boga /y tan difundida (de la Nada) en una gran pluralidad de personas, a las que reclama su atención, llevándolas a una contemplación (entiendo que absurda) pero siempre renovada de esa misma “Nada”, luego aplicada en varias direcciones y contextos (ciencia y filosofía), y difundida por todas partes para que de ella y de lo dicho (durante largo tiempo) luego podamos entre todos reflexionar… ya más adelante en el blog).

Una doctrina que se desarrolla, es, pues, una idea viva refiere Newman, p. 249 (HP T5) es decir: es prácticamente operante, donde aquella voluntad (que es deseo) pone luego su empeño. La gramática del asentimiento de Newman es, por tanto: el examen y la propia justificación de las condiciones que confieren vitalidad (a la representación) de una δα (propia o no). Esto es: la justificación, de la satisfacción de la voluntad (de un deseo), resuelto luego en su representación, resultando la obtención del deseo: en su representación, y que es, igualmente, la representación de su satisfacción / representación de la satisfacción de su propia voluntad, por medio de la propia (razón) (subjetiva), que le dice a (la razón objetiva) lo que esta tiene que ver y entender… (Esto es: Por la Acción de la propia conciencia, que revela a la propia conciencia su naturaleza y condiciones).Newman distingue para ello tres actos mentales: la duda (en la que se cae), la inferencia (secuela/consecuencia), y el asentimiento (adhesión/aprobación). La pregunta expresa nuestra duda /la respuesta o concusión expresa el acto de inferencia del que procede/una aserción expresa un acto de asentimiento que se da (el sujeto a sí mismo por medio de la razón-subjetiva) a proposiciones que (si o no), pueden estas proposiciones expresar nociones - (propias o no) que focalizan el deseo (por la voluntad misma del deseo)/ a partir de aquellos rudimentos mínimos (que el sujeto tiene como propios, o no, le son propios) pero de los que el individuo parte /o partirá). Estos tres actos tiene por objeto proposiciones, pero el asentimiento que se da a las proposiciones que expresan cosas —por ejemplo sensaciones e impresiones  venidas de experiencias (hechos concretos)— habrá de ser mucho más fuerte que el asentimiento que expresa nociones: el asentimiento real es, por tanto, mucho mayor que el asentimiento nocional, que a partir del rudimento de algo, es lo que conocemos por opinión (presunción / especulación) no siendo comparable al asentimiento real, que es creencia (venida del reconocimiento de un credo / reconocimiento por la fe) en este caso cristiana. Pero (y aquí es donde nos distanciamos ― más― de Newman) precisamente, y para que hablemos de fe (y lo sigamos llamando fe), habrá (aquella creencia) de carecer de (resolución) alguna propia. Esto es: habrá de carecer el individuo incluso de empeño a encontrarle satisfacción a su deseo de de hallar resolución por el camino de la razón  (a lo ya sustentado y resuelto de la fe / y que habrá de ser únicamente por uno “revelado”) yendo o pretendiendo ir de ese modo más allá (antes siquiera de emprender el camino/ singular) que habrá de probar, primero, esa misma fe (y que en el caso del cristianismo, se propone de sus mismos textos: Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo, una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme (Marcos 10:21). En este caso: La fe es por tanto mucho más que la creencia —como bien afirma Olle Laprune (1830- 1899)

Olle Laprune (1830- 1899) / Laprune unió la doctrina del asentimiento de Newman a la tradición cartesiana—Pues en la creencia inicial, cuando esta es vital y potente, solo la fe designa el resorte y fundamento del acto de creer (p. 249 (HP T5)/ acto de creer, y que (entendemos todos), habrá de llevar luego a aprobarse uno mismo, por aquella misma (fe /confianza, seguridad y esperanza) que de esta: de su fe, se otorga, cuando la voluntad—la buena voluntad puntualiza Olle Laprune  (De la certit  Mor., ed. 1908, pg. 48)—con ardor apasionado o fría resolución, derive todas sus fuerzas (intelectuales o no) sobre el objeto que se trata (por el sujeto) de conocer (un conocer, quizá de aquello que, por la razón, luego no podamos explicar). Y Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él al otro lado, a Betsaida, mientras Él despedía a la multitud” (marcos 6,45). Y si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día y sígame..., (Lucas 9,23). Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (Mateo 10:38): La filosofía, este caso, verdaderamente se hace entonces esencialmente práctica (por “alguna razón” no ocurre lo mismo en la religión). Obviando algunos detalles de Olle Laprune , y que seria largo de tratar, me centro en esta parte de uno de sus textos “hay que situar en el centro, por decirlo así, el objeto viviente que se trata de considerar, el hecho viviente que es menester experimentar, e interpretar la verdad viviente cuya luz deberá iluminar y guiar los pasos “del filosofo” ―(la phil et le temps présents  p. 261)― donde el filosofo aquí (entendamos esto) es el que experimenta la Alétheia ―en griego αλήθεια o ‘verdad’― cuando pone (y se pone él a prueba) y por su propia fe abrásele de revelar los misterios sacando a la luz la densa oscuridad, recorriendo “de las cosas” lo que se ‘resiste a ser explorado’ mientras puede ser hallado, provocando que emerjan esas nuevas posibilidades", de aquello profundo y antes escondido…”como quien sobre la orilla de la playa, descubre tesoros antes sumergidos: pues ellos compensarán los sacrificios". (Jünger-Heidegger 2010, 69).

En este sentido, ese mismo aspecto práctico de la filosofía de la acción, no puede dejar, como vemos, de un la do la fe. Laprune dirige sus consideraciones al servicio de una apología del cristianismo católico (de Esperanza), en contra del “carácter triste y terrorífico” del cristianismo protestante (le prix de la vie pag.335). La voluntad humana es entonces insuficiente (a razón de Laprune), pero no impotente, la gracia divina la sostiene y refuerza, llevándolapor aquellos intrincados e inesperados laberintos / de los que nosotros ya hablamos al principioa su salvación. A grandes rasgos, de este modo característico se presenta (de la mano de Ollé Laprune) la filosofía de la acción: El reconocimiento de la función dominante que la voluntad —voluntad de que es deseo irracionalejerce en el seno mismo de la más abstracta especulación racional. Esta consideración, es precisamente el punto de partida de la obra de Blondel M. (1861 – 1949) dominada por un intento de confirmar una reconstrucción necesaria y completa de toda la realidad finita y humana, hasta aquel límite en el cual la realidad finita y humana encuentra su complemento en la realidad sobrenatural y trascendente. Blondel a cuya mejor obra publicada en 1893: La acción, ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la practica; le siguiese después: Carta sobre las exigencias del pensamiento contemporáneo en materia de apologética (1896), y Historia y dogma (1904), se encerró en un discreto silencio, tras ser condenado el movimiento modernista al que pertenecía (8 sep. 1907) por la iglesia, por la encíclica Pascendi, publicando apenas ensayos aclaratorios de sus ideas. Es en 1934 cuando publica una vasta obra en 2 volúmenes titulada “El Pensamiento”, a la cual sigue en 1935 “El Ser y los Seres”, reeditando luego en 1936-37 la acción en dos volúmenes.

La Acción ― Mauricio. Blondel (1861 – 1949) /- es un intento de reconstruir la realidad total en todos sus grados, sobre la base de un único motivo dialectico, que a diferencia de Hegel se centra en la Voluntad en lugar de en la Razón. Concretamente en el contraste entre la voluntad que quiere y su resultado efectivo: entre el acto de querer y su realización. Este contraste constituye aquella insatisfacción perenne de la voluntad y el resorte (impulso) incesante de la acción… “los términos del problema ―dice a Blondel (L´ actión 1983) ― son netamente opuestos. Por un lado: “todo lo que domina y oprime la voluntad”; por otro: la voluntad de dominarlo todo, o de poderlo ratificar todo / ya que no hay ser donde hay solo constricción y apocamiento. La filosofía de la acción parte de este conflicto, y muestra las soluciones parciales que encuentra poco a poco, hacia su definitivo aplacamiento en lo sobrenatural.

(Entendamos sobrenatural) creo que cabe se explique de alguna manera (la mía en este caso, que lo explico, en tanto es a mi lo sobre natural entendido) luego con ello evito abstracciones o ideas al respecto. Bien, ¿qué es lo sobre natural o se espera sobrenatual en este caso del tema que nosotros tratamos? Lo entiendo como aquello, que pueda entender de la percepción (de una proyección al consciente) más allá de los 5 sentidos ordinarios. En este caso (sobrenatural) no es otra cosa que el despertar, un sentido dormido hacia→ (aquello) que es y esta (lo mismo ― no lo otro) y perceptible de/en la multiplicidad / sino y solo (de/hacia) cada uno. Es decir, sería algo que yo veo y percibo (pues de recibir aquello / es, que se dirigiría a mi)/ y bien lo proyecto, o me proyecto de él mas no resulta obvio a los demás. [Esto me lleva, y me ha venido a la mente ahora: a los misterios eleusinos] donde se entendía, que de algún modo, lo divino (es decir, a y saber de los griegos: aquello que-es inmortal) y se manifestaba alguien (no a cualesquiera) por algún proceso, y alguna razón, que el tiempo olvidó) pero que de algún modo han guardado las religiones.  

Es necesario por tanto, que “de alguna manera”, pueda el hombre “querer” (y siendo este querer necesidad (y no deseo) de ser) poder alcanzar un término donde la voluntad y su realización se ajusten a necesidad / para que aquel esbozo de ser que está en el fondo de toda voluntad humana se complete y tome forma. Luego es menester que el hombre renuncie a sí mismo (sus fines) y se trascienda / hacia→ / para entonces poder ser…

Querer lo que queremos (nosotros) en la sinceridad del corazón es colocar en nosotros el ser y la acción de dios (afirma Blondel / l´ acción p. 491)”. Pero querer lo que queremos – a decir de blondel – entiendo de mi parte, que no ha de ser un [por querer] sino necesidad de aquello (que llega, se muestra) y reconocemos (sin más); luego un querer ser: o (necesidad de ser→ hacia → aquello). El lazo necesario entre hombre y (Dios/Ser), no supone, con todo (en este caso), para Blondel una continuidad real entre lo natural y los sobrenatural, sino que significa solo el progreso de la voluntad y de la acción, obligándonos a reconocer la insuficiencia del orden natural, que confiere al hombre la capacidad, no de producirlo o definirlo, sino de reconocerlo y recibirlo.  El supuesto de esta primera parte del pensamiento de Blondel, es que solamente la acción puede ofrecer la clave de lo que el hombre es y debe ser… y puede conducirle a comprender juntamente su propia naturaleza finita, y su propia exigencia de infinito. “Se trata de todo el hombredecía entonces Blondel ( l´action p. XXIII)no es, pues, solo en el pensamiento donde se le debe buscar. Es menester trasladar el centro de la filosofía a la acción, porque en ella se encuentra también el centro de la vida”.

En El ser y los seres (1936, M. Blondel) nótese es posterior a 1927 (ser y tiempo) Heidegger parte del reconocimiento de una “antinomia/oposición ontológica” entre la certeza espontanea y confusa de una presencia, de fondo solido, de una subsistencia que funda todo conocimiento, y toda conciencia, sin agotarse en ello, de un lado; y por el otro  un sentimiento de ausencia, o por lo menos de un misterio que, sin hacernos dudar de la realidad profunda, hace de ella un objeto no de conocimiento definido, sino de búsqueda (en su caso añade Blondel → interminable (L’ Etre, p. 67). PERO AÑADAMOS NOSOTROS: por (búsqueda interminable) hacia → hasta (dejarse encontrar) o dicho de otra manera: no dejar de buscar hasta encontrar. Pero y vuelvo a añadir ¿seremos capaces de reconocer, aquello que del corazón del cristiano es siempre y a todas horas buscado, cuando, por ejemplo: una tarde y viniendo del campo, aquello del corazón tan anhelado, ahora y no frente al corazón, sino a la razón, aquello: que es lo mismo, este delante nuestro? Esta atribución al ser de un modo de ser, esta cualificación del ser (que se encuentra en todos los grados del ser, incluso en la persona humana) permite concebirlo como algo compatible con el devenir (y los signos de los tiempos), siendo, en cualquier momento de alguna manera: (siempre) lo mismo.

En efecto el ser, como lo mimo que se despliega en la heterogeneidad (de lo otro y múltiple) en del devenir, ha estado igualmente en todas las personas y seres de todos los tiempos y en cada una individualmente / (de lo múltiple lo mismo como lo otro (hacia→ hacia una misma finalidad y forma). Es lo que discurre (en movimiento , o Empleando una mejor comparación diremos que el devenir es un torrente, un manantial, un incesante fluir hacia . Pero agregaremos que así como las fuentes brotan de alguna oscura profundidad de la tierra, así el devenir brota de alguna oscura profundidad de la existencia y que así como en cada brillante gota de la fuente luce y se oculta en el abismo del origen, así en cada aparición fugaz del devenir, (en cada instante) luce y se oculta la oscura profundidad primordial del ser. Pues, como afirma María Zambrano, “ la primera realidad que al hombre se le oculta es él mismo» y sigueEl hombre —ser escondido— anhela salir de (sí) lo teme, aunque la realidad toda no envolviera ningún alguien, nadie que pudiese mirarlo, él proyectaría esta mirada; la mirada de que él está dotado y que apenas puede ejercitar. Y así, él mismo, que no puede aún mirarse, se mira desde lo que le rodea. Y todo, los árboles y las piedras, le mira y, sobre todo, aquello que está sobre su cabeza y permanece fijo sobre sus pasos, como una bóveda de la que no puede escapar: el firmamento y sus huéspedes resplandecientes. Y de aquello de que no puede escapar, espera. Ahí (a la vista en lo que miramos que no vemos, de la apariencia en el propio reflejo) y más allá (de lo que podemos ver y entender de aquella. De manera que la única satisfacción posible de lo que Blondel llama desiderium naturale e inefficax ad infinitum esta en reconocerse en la unidad trascendente de Dios.

Luciano Laberthonniére (1860 – 1932) / el mayor representante del modernismo ―del que formó parte igualmente Blondel―, como igualmente de de aquel intento de reforma católica condenado por pio X (encíclica Pascendi 1907). Laberthonniére, parte del supuesto de que una verdad cualquiera no se hace nuestra sino en la medida que nos esforzamos para crearla en nosotros, y que es un esfuerzo consciente y reflejo del espíritu humano para conocer la razones últimas y el verdadero sentido de las cosas (Essais, p. 5).  Leí en una ocasión que “el mundo adquiere sentido por su horizonte”— (Husserl). "Sentido y entendimiento del mundo que ha de venir del “asombro” de despejar ese horizonte"— (Zubiri). Pero ―y aquí entraría Laberthonniére― ese horizonte, ese nuevo paisaje que asoma ante nuestros ojos ¿existía antes de ser despejado? o bien al despejarlo, lo que hacemos es crearlo nosotros mismos. Entiendo en este sentido, y no en otro a Laberthonniére: “una verdad cualquiera no se hace nuestra sino en la medida que nos esforzamos para crearla en nosotros, ese horizonte que despejamos nosotros, por tanto, nos define igualmente a nosotros en tanto lo que asoma (es a nosotros → que nos dirigimos a el→ por voluntad. Es decir. Dicho horizonte (a nosotros no existiría) de no dirigirnos nosotros hacia el. La filosofía, por tanto, podríamos entenderla en este sentido más acción que conocimiento, aunque en realidad la distinción misma entre conocer y obrar es viciosa. Una vez adquirido el conocimiento este puede considerar este como independiente de la acción, pero si lo consideramos así, hacemos de este una abstracción (Essais p. 38). Luego, y entendido de lo otro, se entendería de lo siguiente: La verdad sobrenatural, de la revelación, no tiene valor para el hombre si él no la recrea, por su cuenta, igualmente afirma Laberthonniére. Pero ¿Cómo entiendo yo esto?

Digamos que vivo en el mundo, pero realmente vivo en mi mundo (creo que todos lo hacemos: vivimos en ese lugar que nos creamos en el mundo real), donde para lo que unos es miseria (en mi caso), como por ejemplo no estar viendo la tele continuamente, o tener un coche de 25 años, no tener hijos, y ocuparme de mi madre: y sin poder ahora viajar, para mí es un regalo de dios, y un buen estar. Lo que quiero decir: es que doy gracias por poder hoy estar y cuidar a mi madre, cuando no hace nada pensé que se me iba, y pedí a las estrellas que así no fuera, pudiendo entender luego de esto: una extensión de lo divino en la vida humana: pues de alguna manera, podemos entender de mí, en lo luego acaecido / lo dicho antes por Laberthonniére cuando de aquel deseo (que es necesidad) de permanencia de mi madre, se creó mi nueva realidad. Luego (la persona, es decir: yo mismo), a decir de Laberthonniére no existe sino en esta unión, cuando reconoce lo sobrenatural y de ello en dios (en lo divino, del cielo y las estrellas) su principio y fin. Este reconocimiento constituye, podría entenderse así: la búsqueda y el hallazgo de dios. Dios ciertamente continúa siendo el principio del hombre, aunque él no lo crea y reconozca como su fin: en ese caso sólo lo soporta. Luego reconociéndolo como fin: lo acepta y quiere, y con esto acepta y quiere a todo lo demás que depende de dios. Siendo este acto una ratificación del acto creado: una respuesta de amor al amor de dios. De tal manera Laberthonniére concluye que el orden sobrenatural ser revela y afirma en la misma intimidad de la conciencia humana, de manera tal que: si el hombre desea poseer a Dios, y (ser dios ―de otra manera) / es decir Ser-de otra manera: lo mimo que dios (al estar en dios), es decir: siendo lo otro― ya se ha dado en él.

Loisy (1857- 1840 / En el campo de la exégesis bíblica el modernismo (seguimos en este momento histórico) encuentra a su mejor representante en Alfredo Loisy (1857- 1840) por muchos años profesor de historia de la religión en el colegio de Francia. Pero Loisy, pretende, además, conforme el método de la inmanencia de Blondel y Laberthonniére, que lo esencial de la tradición no está en las fórmulas dogmáticas sino en la inmediata o experiencia religiosa (es decir: en la acción). Desde este punto el dogma en símbolo, y pierde su valor absoluto (precisamente de los escritos de Loisy surgen muchas de las proposiciones condenas por pio X en su encíclica Pascendi. “los símbolos y las definiciones dogmáticas están en relación con el estado general de los conocimientos humanos del tiempo y del ambiente en el que se han constituido. De aquí se sigue que un cambio considerable en el estado de la ciencia, pueda hacer necesaria una nueva interpretación de las fórmulas antiguas, que concebidas en otra atmósfera intelectual, no bastan para decir todo lo que sería menester, o no lo dicen como convendría” (L´evangelie Et l´Iglise p.208) si bien, Loisy entiende la acción en la moral (moralidad y religión). Luego Loisy pretende sacar de la biblia una lección apropiada a las necesidades de los creyentes; e igualmente entiende la moral como practica de la religión, lo que  por parte de nos-otros entendemos, que no es otra cosa que la desviación de un pensamiento extraviado” más próximo (su pensamiento) al protestantismo que al catolicismo de aquel momento, y recordando mucho a Kant, como aquí leemos de la pluma del mismo  Loisy: “es la religión la que comunica a las reglas de la moralidad, el carácter sagrado de la obligación y la que incita a observarlas en calidad de deberes; y es a través de la observancia del deber, como la religión es cumplida ( la religión 1917, p 64).

Eduardo Le Roy (1870 -1954) se relaciona con el modernismo y la filosofía de la acción, la obra del más importante seguidor de Bergson: Eduardo Le Roy, y sucesor de aquel en el colegio de Francia. Los escritos de este coinciden prestando gran atención a los problemas gnoseológicos y metafísicos (pero dentro del interés que los domina: el religioso, en el sentido de catolicismo modernista). Le Roy, como uno de los críticos más radicales de la ciencia contemporánea, hace suyos llevando hasta las últimas consecuencia los temas fundamentales de la crítica de la ciencia, (al igual que Mach, Duhem, y Poincaré, y otros), pero para él, la crítica de la ciencia no tiene su fin en sí misma (en esa crítica); esto es, desvaloriza su saber en provecho del pensamiento intuitivo y la fe religiosa. Le Roy cree que el mérito de Bergson ha sido haber afirmado la subordinación de la idea, a la realidad→ y de la realidad a la acción; y por tanto haber visto en la acción el principio y fin de las cosas; y en la inteligencia solo una luz, que nos guía, y no ya una fuerza que se baste a sí misma.

El pensamiento discursivo y razonado sustituye al dato primitivo, absolutamente heterogéneo: fluido, continuo y móvil, por una construcción ordenada, en la cual las cosas se perfilan con netos contornos en el tiempo y en el espacio: sobre una construcción que el espíritu humano ha construido por unas necesidades (que no lo son, o no son realmente necesidades, sino necesidades creadas, de la acción → hacia→ la representación), y que, por tanto, son fruto (estas necesidades: que no lo son)  de abstracciones y simplificaciones arbitrarias.  Y aun mas arbitrarias son las abstracciones y simplificaciones arbitrarias de la ciencia (como sistemas luego estadísticos de simplificación, añadiría Gasset), la cual construye por sí misma el llamado “hecho científico”, donde Las pretendidas confirmaciones del experimento son en realidad círculos viciosos, cuando de un método o aparato, se tienen estos solo por buenos, si nos dan aquellos mismos resultados que nosotros hemos decretado arbitrariamente. El rigor y la necesidad de los resultados existe solo en el lenguaje que la ciencia emplea, y son por ello mismo, fruto de una pura convección; de tal modo: “todos los cuerpos pesados caerán siempre según las leyes de Galileo, porque estas leyes constituyen la definición de la caída libre”. / La definición de unidad de tiempo, supone la noción de movimiento uniforme, y esta no puede constituirse, sino se posee ya una unidad de tiempo”. Fundada en estos círculos viciosos la ciencia no tiene valor teórico, sino que busca y encuentra solamente constantes útiles, y las encuentra… pues la precisión humana no comporta una precisión absoluta, y exige que la realidad esté solo aproximadamente representada, en sus relaciones con nosotros, por un sistema de constantes simbólicas, llamadas leyes. La ciencia así entendida es un producto de la libertad del espíritu, así como es un producto de la libertad del espíritu, el mundo rígido, muerto y necesario, al que se orienta la ciencia… pero la esencia misma de esa libertad escapa a la ciencia: encontrarla, esa esencia y hacerla progresar es el fin de la filosofía.

la teoría física se ha ido progresivamente convirtiendo en un sistema de leyes estadísticas. Esto significa leyes de probabilidad -sobre todo, las más próximas a la enunciación de hechos-. Por tanto, la física no nos habla hoy del «Ser real», sino del «Ser probable». Qué signifique claramente el «Ser probable» es cosa que aún no ha sido congruamente definida, si bien para el asunto que ahora nos interesa es suficientemente clara: el «Ser probable» no es el «Ser real», no es la Realidad. (Ortega y Gasset)

La ciencia, entiendo de mi parte ― más allá incluso de lo que le exigía Le Roy entonces― debe dar cuenta de la evolución que ha hecho surgir de la materia la vida. Luego [exigimos más aún: y si esto de lo que hablamos se quiere llamar a sí misma ciencia, es decir, ciencia sensu estricto, debería ser capaz de explicarnos qué es la vida, (pero sobre todo: y más allá de decirnos lo que hace la luz, explicarnos: qué es la luz /o, qué es la consciencia]. Aunque, siempre se lo podemos poner fácil, y que nos digan, no, porque la vida necesita el agua / como al revés: ¿por qué el agua necesita la vida?, pues seamos coherentes: nadie pensó, si el agua necesita la vida (pues en si, el agua "es" vida, fluyendo hacia la vida, tanto como la vida fluye hacia ella). Además en nosotros es vida de una  forma concreta y no de otra manera, que sería lo mismo (agua), pero no igual (en otros seres), que lo mismo: agua, siendo en todos los seres vivos de alguna otra manera, de aquella manera…en la que somos (toda la vida) agua, y el agua "es-en todo lo diverso" vida.

Del Ser

 (Variaciones a partir de algunos enunciados de Le Roy) 

(§ 1) Para poder hablar- con propiedad- de lo que sigue, es necesario hablar de lo que se conoce, sino es mejor callar; me sirvo, pues de lo que conozco, y de mi experiencia, en relación a aquello. Aunque, me explicaré. Desde hace años me dedico a mirar; digamos que a mirar y reaccionar de otra manera, hacia lo que miro (reconozco) y luego observo con atención. Algunos llaman a esto contemplación; para mí es sencillamente: ser-frente-algo, y (para ser-sincero, además) he de decir que me ha causado más de algún problema, pues a veces me paro (ahí) absorto, dejando que se sucedan (instante tras otro instante). Da igual si voy o no acompañado, si estoy en la montaña, en la calle, en casa y, o frente a aquello más insignificante, pero que siento proyectado hacia a mí como una margarita hacia el sol. Entonces (y de alguna manera) me olvido de lo que es (y de lo que dicen que es) incluso, de lo que yo mismo podría pensar que es, desprendiéndome así de toda subjetividad, y respondiendo a lo que entiendo una llamada como podría ser la de aquel vecino que sabes que está-ahí: en su casa,  a sus cosas, y que no conocías /nunca nos habíamos cruzado la vista, dirigiéndonos la palabra o la mirada; otras veces siento que es como aquel desconocido que te pregunta ¿eres de por aquí?, pues no andas cerca de tu casa; incluso ―alguna vez me ocurrió― cuando desde el coche notas y luego al mirar, por la ventana de este, ves (entiendes) que algo-aquello te saluda (nos sabes qué, o quién). La cuestión es que entonces me dirijo (hacia→ allí (algún lugar) Unas veces de forma más serena (que otras), pero casi siempre respondiendo, y en ese caso, de responder: intento ir hacia aquello / ahora frente a mi) buscando (generalmente y primero con la vista) entender, y comunicarme de alguna manera, esto es, profundizando (proyectándome) igualmente hacia aquello (incluso hablándole), y por lo que procuro alcanzar algún tipo de experiencia (y conocimiento), de aquello.

Cabe señalar, aunque algunos lo ignoren, que muchas personas carecen objetividad, pues a menudo andan sirviendo a su voluntad (subjetividad) según propios deseos, lo que quiere decir que pocos están capacitados para librarse de su misma voluntad cegadora y (poder apartarse) y seguir su instinto (otro camino), donde se señala algo que (entiendo / siempre) deberíamos atender.; es decir: escuchar, y escucharnos a nosotros mismos (esa voz) que es la propia voz interior que nos señala (hacia donde caminar―  no siguiendo la voluntad de otros―, sino un camino propio. Pero este problema ―pues debemos llamarlo así― no es de ahora: La utilidad (material) es el gran ídolo de nuestra época, y a él deben complacer todos los poderes y rendir homenaje todos los talentos”. ―Cartas sobre la educación estética de la humanidadFriedrich Schiller (1759-1805). Lo que quiero decir, es que llegado el momento, hemos de abandonar ese conocimiento fundado en la razón y la practicidad de creer que ya sabemos todo, o que necesitamos saber todo, y que reconocemos impuesto ― (ignorando →de la luz (en las formas) los reflejos)―  estando al servicio de la voluntad (y el deseo/ a través de lo que nos muestran y señalan otros). Voluntad, que tiene que ver con nuestras necesidades (que no lo son, y son por tanto creadas) a partir, normalmente “del deseo “y, por tanto, que igualmente “tiene que ver con nuestro sufrimiento”, haciéndonos esclavos (víctimas) de aquella propia voluntad. Se separa así, del modo expuesto (lo señalado de la voluntad del deseo) concibiendo por fin, y solo entonces (cada uno) el mundo: los objetos, las personas y todos los demás seres libres de sus relaciones con el deseo (de lo concreto, y que es voluntad del deseo / pero no necesidad), consiguiendo de este modo autoconciencia (de la experiencia) →pura), es decir una pura voluntad (sin voluntad de (algo) o lugar); es decir: un conocimiento y experiencia objetiva, donde (todo es un querer “ser”)→ en camino →hacia (aquello) → en algún lugar... (En algún instante).

(§ 2) La evolución como movimiento incesante, continuidad y progreso, se podría explicar (quizá) admitiendo “que el pensamiento es el Ser mismo”, es decir (el ser) de otra manera: lo otro, y múltiple (que-es / de aquella otra manera (o de alguna manera) / que no-es →el Ser, sino lo otro (que no-es →lo mismo: que el-Ser) →sino lo otro; como principio y urdimbre de toda realidad (y relación entre todos los otros seres).

Luego para entender la existencia, la vida (en este sentido y relación) es necesario admitir que los individuos vivientes son manifestaciones de una biosfera ―proyecciones de esta― que circunda la tierra, y que se encuentra (proyectada a si misma de la Héliosfera), y que los unos (vivientes o no), son todo aquello (lo otro y  múltiple) en relación dependiente (unos de otros) igualmente por el pensamiento / (del ser → (hacia)→ los otros, como lo otro) por  las proyecciones que este suscita y vivifica (de la luz a la conciencia), como parte y múltiple (siendo en lo otro (de alguna manera igual) que Él es ) proyectado, de lo Uno (a, en, hacia, para) todos con los individuos (conscientes /en lo otro y múltiple) en una misma relación. Con la aparición del hombre inicia otro momento (de caos y progreso / pero igualmente inicia algo que podemos llamar espiritual), es decir, del mundo donde este (el hombre) advierte de aquel/y aquella (del mundo y la realidad) algo más (y donde el cristianismo se fundamenta, y después se orienta hacia el advenimiento, de lo que ya está / más no se advierte (pues quedó oculto / y de ello un buscar (buscándose a si mismos) dirigidos →hacia →un nuevo grado de realidad y percepción (del ser) en la que podemos reconocer: de aquello mismo, de otra manera. Este nuevo grado parte de la experiencia Y pensamiento intuitivo → de acción, tanto como luego del razonar objetivo, hacia reconocer (en movimiento de proceso continuo del devenir incesante y progresivo (y duración real -Bergson) del devenir temporal de la conciencia (del ser) (en tiempo ―y duración― real)hacia) lo demás (todo).