Etiquetas: REGRESO A ÍTACA, Jordi Maqueda,
Desde hace años me dedico a mirar; digamos que a mirar de otra manera. Algunos llaman a esto contemplación; para mí es sencillamente: ser-frente-algo, y para ser-sincero he de decir que me ha causado más de algún problemilla, pues a veces me paro, y me quedo (ahí): absorto, dejando que se sucedan los instantes. Da igual si voy o no acompañado, si es en la montaña, en la calle, en casa y, o frente a aquello más insignificante, pero que siento se proyecta hacia a mí como una margarita hacia el sol. Entonces me olvido de lo que es (y de lo que dicen que es) incluso, de lo que yo mismo podría pensar que es, desprendiéndome así de toda subjetividad, y respondiendo a lo que entiendo una llamada como podría ser la de aquel vecino que sabes que esta-ahí: en su casa, a sus cosas, pero no que conocías /nunca nos habíamos cruzado la vista, dirigiéndonos la palabra); otras veces como aquel desconocido que te pregunta ¿eres de por aquí?, pues no andas cerca de tu casa; incluso ―alguna vez me ocurrió― cuando desde el coche notas y luego al mirar por la ventana de este ves (entiendes) que te saluda ( nos sabes qué, o quién). La cuestión es que entonces me dirijo a allí.., unas veces de forma más serena (que otras veces), pero casi siempre respondiendo, y en ese caso de responder: siempre buscando (generalmente y primero con la vista) entender, comunicar de alguna manera, esto es, proyectándome y profundizando igualmente hacia aquello, por lo que tímidamente procuro alcanzar algún tipo de experiencia (y conocimiento).
Cabe señalar, aunque algunos lo ignoren,
que muchas personas carecen objetividad, pues a menudo andan sirviendo a su
voluntad (subjetividad), según sus deseos, lo que quiere decir que pocos están capacitados para librarse del lastre de su
misma voluntad cegadora y (poder apartarse de su camino) y seguir su instinto, que
le señala algo que (siempre) deberían atender.; es decir: escucharse, y
escucharse su propia voz interior (no siguiendo la voluntad de los otros). Pero
este problema ―pues debernos llamarlo así― no es de ahora: “La utilidad (material) es el gran ídolo de nuestra época, y a él deben
complacer todos los poderes y rendir homenaje todos los talentos”. ―Cartas sobre la educación estética de la
humanidad—.Friedrich
Schiller (1759-1805). Lo que quiero decir, es que llegado el
momento, hemos de abandonar ese conocimiento fundado en la razón y la
practicidad ―de creer que ya lo sabemos todo ignorando los reflejos― y que
reconocemos impuesto, y al servicio de la voluntad (y el deseo/ a través de lo
que muestran y señalan otros). Voluntad, que tiene que ver con nuestras
necesidades (que no lo son, y son por tanto creadas) “a partir
del deseo generalmente”, y por tanto, igualmente “tiene que ver con nuestro
sufrimiento”, haciéndonos esclavos (e incluso victimas) de aquella (voluntad).
Se separa así, del modo expuesto (lo señalado → y observado de la voluntad)
concibiendo solo entonces el mundo: los objetos, las personas y todos los demás
seres, libres de sus
relaciones con el deseo (con nuestros propios deseos, que son
voluntad de los otros), consiguiendo de este modo la
autoconciencia del sujeto “puro” de conocimientos y (sin
voluntad) hacia → un
lugar); es decir: un conocimiento pues objetivo, donde (todo
es estar → en camino hacia → en algún lugar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario