HACIA EL SER (04)- VARIACIONES SOBRE (DE) LA FILOSOFÍA DE LA ACCIÓN Potencias y posibilidades / jorge maqueda

 

Filosofía de la Acción

VARIACIONES SOBRE (DE) LA FILOSOFÍA DE LA ACCIÓN

Potencias y posibilidades

(Texto primero) 

Hemos hablado con anterioridad de Anna Arendt (no sé si posteado antes o después, pues el orden va variando), postulada del lado de esa otra filosofía que habla de los hechos y actos, que considera las consecuencias a partir de las acciones. Arendt no quería relacionarse con un tipo concreto de filosofía “de las ideas” y ajeno a la experiencia”, que no debemos confundir (con esa otra línea de filosofía: de la Acción) que iniciará de la mano de J. E. Newman (1801-1890), y que comparte con otras formas de espiritualismo moderno, en tanto a un modo concreto de entender y practicar la filosofía derivada en aquella acción (de auscultación interior y repliegue sobre la interioridad espiritual). Y del que puede reconocerse su precedente histórico menos inmediato en la doctrina de la fe moral (crítica de la razón pura de Kant), donde encontramos la fe Moral como la condición y resultado de la actividad práctica, y primado de la “razón práctica” como potencia para fundar verdades a la que la razón teorética no llega. Dicha corriente (filosofía de la Acción de Newman) no consta de actos u operaciones exteriores (experiencias externas en la naturaleza o frente a las cosas que son) “siendo la acción de la propia conciencia”, que revela “a la propia conciencia su naturaleza y condiciones”. Esta especie de razón puede designarse como subjetiva y tiene que habérselas con unos medios y fines (propios del sujeto) y con la adecuación de modos de procedimiento hacia unos fines que son más o menos aceptados y que se sobreentienden razonables.

J. E. Newman (1801-1890), que siendo anglicano, se paso al catolicismo romano en 1845—, puede considerársele iniciador de la filosofía de la acción. J.E. Newman escribió prolíficamente, y los escritos: el desarrollo de la doctrina cristiana (1845) y de una gramática del asentimiento (1870), ambos son de contenido ensalzador partiendo del mismo supuesto: “una doctrina cuando es verdadera viva y vital, no es una simple posición intelectual, sino que arrastra consigo la voluntad, y en general la voluntad práctica del hombre”. Este supuesto se convierte en objeto de justificación filosófica, en el segundo de los dos escritos, pero es tomado explícitamente como punto de partida en el primero”. Cuando una idea —dice (Devel. Ed.1909. P. 36) — sea o no real, tiene tal naturaleza que fija y posee al espíritu se la puede llamar viva, esto es: se puede decir que está viva en el espíritu, que es su receptáculo. Así las ideas matemáticas, aunque reales, no puede ser llamadas vivientes al menos de ordinario. “Pero, cuando un enunciado general, tanto si es verdadero como falso, sobre la naturaleza humana, el bien, el gobierno o el deber se difunde en una pluralidad de personas, y reclama su atención, no solo es recibido pasivamente (y sin enjuiciar) en esta o aquella forma en muchos espíritus (de personas), sino que se convierte en estas en un principio activo[añado: principio inductor / y que aquí veremos, ¡Ea!], y que les lleva a una contemplación siempre renovada del mismo (enunciado), luego a aplicarlo en varias direcciones, y a difundirlo por todas partes. p. 249 (HP T5). solo señalar, y recordar aprovechando de lo dicho, aquella idea hoy tan en boga /y tan difundida (de la Nada) en una gran pluralidad de personas, a las que reclama su atención, llevándolas a una contemplación (entiendo que absurda) pero siempre renovada de esa misma “Nada”, luego aplicada en varias direcciones y contextos (ciencia y filosofía), y difundida por todas partes para que de ella y de lo dicho (durante largo tiempo) luego podamos entre todos reflexionar… ya más adelante en el blog).

Una doctrina que se desarrolla, es, pues, una idea viva refiere Newman, p. 249 (HP T5) es decir: es prácticamente operante, donde aquella voluntad (que es deseo) pone luego su empeño. La gramática del asentimiento de Newman es, por tanto: el examen y la propia justificación de las condiciones que confieren vitalidad (a la representación) de una δα (propia o no). Esto es: la justificación, de la satisfacción de la voluntad (de un deseo), resuelto luego en su representación, resultando la obtención del deseo: en su representación, y que es, igualmente, la representación de su satisfacción / representación de la satisfacción de su propia voluntad, por medio de la propia (razón) (subjetiva), que le dice a (la razón objetiva) lo que esta tiene que ver y entender… (Esto es: Por la Acción de la propia conciencia, que revela a la propia conciencia su naturaleza y condiciones).Newman distingue para ello tres actos mentales: la duda (en la que se cae), la inferencia (secuela/consecuencia), y el asentimiento (adhesión/aprobación). La pregunta expresa nuestra duda /la respuesta o concusión expresa el acto de inferencia del que procede/una aserción expresa un acto de asentimiento que se da (el sujeto a sí mismo por medio de la razón-subjetiva) a proposiciones que (si o no), pueden estas proposiciones expresar nociones - (propias o no) que focalizan el deseo (por la voluntad misma del deseo)/ a partir de aquellos rudimentos mínimos (que el sujeto tiene como propios, o no, le son propios) pero de los que el individuo parte /o partirá). Estos tres actos tiene por objeto proposiciones, pero el asentimiento que se da a las proposiciones que expresan cosas —por ejemplo sensaciones e impresiones  venidas de experiencias (hechos concretos)— habrá de ser mucho más fuerte que el asentimiento que expresa nociones: el asentimiento real es, por tanto, mucho mayor que el asentimiento nocional, que a partir del rudimento de algo, es lo que conocemos por opinión (presunción / especulación) no siendo comparable al asentimiento real, que es creencia (venida del reconocimiento de un credo / reconocimiento por la fe) en este caso cristiana. Pero (y aquí es donde nos distanciamos ― más― de Newman) precisamente, y para que hablemos de fe (y lo sigamos llamando fe), habrá (aquella creencia) de carecer de (resolución) alguna propia. Esto es: habrá de carecer el individuo incluso de empeño a encontrarle satisfacción a su deseo de de hallar resolución por el camino de la razón  (a lo ya sustentado y resuelto de la fe / y que habrá de ser únicamente por uno “revelado”) yendo o pretendiendo ir de ese modo más allá (antes siquiera de emprender el camino/ singular) que habrá de probar, primero, esa misma fe (y que en el caso del cristianismo, se propone de sus mismos textos: Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo, una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme (Marcos 10:21). En este caso: La fe es por tanto mucho más que la creencia —como bien afirma Olle Laprune (1830- 1899)

Olle Laprune (1830- 1899) / Laprune unió la doctrina del asentimiento de Newman a la tradición cartesiana—Pues en la creencia inicial, cuando esta es vital y potente, solo la fe designa el resorte y fundamento del acto de creer (p. 249 (HP T5)/ acto de creer, y que (entendemos todos), habrá de llevar luego a aprobarse uno mismo, por aquella misma (fe /confianza, seguridad y esperanza) que de esta: de su fe, se otorga, cuando la voluntad—la buena voluntad puntualiza Olle Laprune  (De la certit  Mor., ed. 1908, pg. 48)—con ardor apasionado o fría resolución, derive todas sus fuerzas (intelectuales o no) sobre el objeto que se trata (por el sujeto) de conocer (un conocer, quizá de aquello que, por la razón, luego no podamos explicar). Y Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él al otro lado, a Betsaida, mientras Él despedía a la multitud” (marcos 6,45). Y si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día y sígame..., (Lucas 9,23). Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (Mateo 10:38): La filosofía, este caso, verdaderamente se hace entonces esencialmente práctica (por “alguna razón” no ocurre lo mismo en la religión). Obviando algunos detalles de Olle Laprune , y que seria largo de tratar, me centro en esta parte de uno de sus textos “hay que situar en el centro, por decirlo así, el objeto viviente que se trata de considerar, el hecho viviente que es menester experimentar, e interpretar la verdad viviente cuya luz deberá iluminar y guiar los pasos “del filosofo” ―(la phil et le temps présents  p. 261)― donde el filosofo aquí (entendamos esto) es el que experimenta la Alétheia ―en griego αλήθεια o ‘verdad’― cuando pone (y se pone él a prueba) y por su propia fe abrásele de revelar los misterios sacando a la luz la densa oscuridad, recorriendo “de las cosas” lo que se ‘resiste a ser explorado’ mientras puede ser hallado, provocando que emerjan esas nuevas posibilidades", de aquello profundo y antes escondido…”como quien sobre la orilla de la playa, descubre tesoros antes sumergidos: pues ellos compensarán los sacrificios". (Jünger-Heidegger 2010, 69).

En este sentido, ese mismo aspecto práctico de la filosofía de la acción, no puede dejar, como vemos, de un la do la fe. Laprune dirige sus consideraciones al servicio de una apología del cristianismo católico (de Esperanza), en contra del “carácter triste y terrorífico” del cristianismo protestante (le prix de la vie pag.335). La voluntad humana es entonces insuficiente (a razón de Laprune), pero no impotente, la gracia divina la sostiene y refuerza, llevándolapor aquellos intrincados e inesperados laberintos / de los que nosotros ya hablamos al principioa su salvación. A grandes rasgos, de este modo característico se presenta (de la mano de Ollé Laprune) la filosofía de la acción: El reconocimiento de la función dominante que la voluntad —voluntad de que es deseo irracionalejerce en el seno mismo de la más abstracta especulación racional. Esta consideración, es precisamente el punto de partida de la obra de Blondel M. (1861 – 1949) dominada por un intento de confirmar una reconstrucción necesaria y completa de toda la realidad finita y humana, hasta aquel límite en el cual la realidad finita y humana encuentra su complemento en la realidad sobrenatural y trascendente. Blondel a cuya mejor obra publicada en 1893: La acción, ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la practica; le siguiese después: Carta sobre las exigencias del pensamiento contemporáneo en materia de apologética (1896), y Historia y dogma (1904), se encerró en un discreto silencio, tras ser condenado el movimiento modernista al que pertenecía (8 sep. 1907) por la iglesia, por la encíclica Pascendi, publicando apenas ensayos aclaratorios de sus ideas. Es en 1934 cuando publica una vasta obra en 2 volúmenes titulada “El Pensamiento”, a la cual sigue en 1935 “El Ser y los Seres”, reeditando luego en 1936-37 la acción en dos volúmenes.

La Acción ― Mauricio. Blondel (1861 – 1949) /- es un intento de reconstruir la realidad total en todos sus grados, sobre la base de un único motivo dialectico, que a diferencia de Hegel se centra en la Voluntad en lugar de en la Razón. Concretamente en el contraste entre la voluntad que quiere y su resultado efectivo: entre el acto de querer y su realización. Este contraste constituye aquella insatisfacción perenne de la voluntad y el resorte (impulso) incesante de la acción… “los términos del problema ―dice a Blondel (L´ actión 1983) ― son netamente opuestos. Por un lado: “todo lo que domina y oprime la voluntad”; por otro: la voluntad de dominarlo todo, o de poderlo ratificar todo / ya que no hay ser donde hay solo constricción y apocamiento. La filosofía de la acción parte de este conflicto, y muestra las soluciones parciales que encuentra poco a poco, hacia su definitivo aplacamiento en lo sobrenatural.

(Entendamos sobrenatural) creo que cabe se explique de alguna manera (la mía en este caso, que lo explico, en tanto es a mi lo sobre natural entendido) luego con ello evito abstracciones o ideas al respecto. Bien, ¿qué es lo sobre natural o se espera sobrenatual en este caso del tema que nosotros tratamos? Lo entiendo como aquello, que pueda entender de la percepción (de una proyección al consciente) más allá de los 5 sentidos ordinarios. En este caso (sobrenatural) no es otra cosa que el despertar, un sentido dormido hacia→ (aquello) que es y esta (lo mismo ― no lo otro) y perceptible de/en la multiplicidad / sino y solo (de/hacia) cada uno. Es decir, sería algo que yo veo y percibo (pues de recibir aquello / es, que se dirigiría a mi)/ y bien lo proyecto, o me proyecto de él mas no resulta obvio a los demás. [Esto me lleva, y me ha venido a la mente ahora: a los misterios eleusinos] donde se entendía, que de algún modo, lo divino (es decir, a y saber de los griegos: aquello que-es inmortal) y se manifestaba alguien (no a cualesquiera) por algún proceso, y alguna razón, que el tiempo olvidó) pero que de algún modo han guardado las religiones.  

Es necesario por tanto, que “de alguna manera”, pueda el hombre “querer” (y siendo este querer necesidad (y no deseo) de ser) poder alcanzar un término donde la voluntad y su realización se ajusten a necesidad / para que aquel esbozo de ser que está en el fondo de toda voluntad humana se complete y tome forma. Luego es menester que el hombre renuncie a sí mismo (sus fines) y se trascienda / hacia→ / para entonces poder ser…

Querer lo que queremos (nosotros) en la sinceridad del corazón es colocar en nosotros el ser y la acción de dios (afirma Blondel / l´ acción p. 491)”. Pero querer lo que queremos – a decir de blondel – entiendo de mi parte, que no ha de ser un [por querer] sino necesidad de aquello (que llega, se muestra) y reconocemos (sin más); luego un querer ser: o (necesidad de ser→ hacia → aquello). El lazo necesario entre hombre y (Dios/Ser), no supone, con todo (en este caso), para Blondel una continuidad real entre lo natural y los sobrenatural, sino que significa solo el progreso de la voluntad y de la acción, obligándonos a reconocer la insuficiencia del orden natural, que confiere al hombre la capacidad, no de producirlo o definirlo, sino de reconocerlo y recibirlo.  El supuesto de esta primera parte del pensamiento de Blondel, es que solamente la acción puede ofrecer la clave de lo que el hombre es y debe ser… y puede conducirle a comprender juntamente su propia naturaleza finita, y su propia exigencia de infinito. “Se trata de todo el hombredecía entonces Blondel ( l´action p. XXIII)no es, pues, solo en el pensamiento donde se le debe buscar. Es menester trasladar el centro de la filosofía a la acción, porque en ella se encuentra también el centro de la vida”.

En El ser y los seres (1936, M. Blondel) nótese es posterior a 1927 (ser y tiempo) Heidegger parte del reconocimiento de una “antinomia/oposición ontológica” entre la certeza espontanea y confusa de una presencia, de fondo solido, de una subsistencia que funda todo conocimiento, y toda conciencia, sin agotarse en ello, de un lado; y por el otro  un sentimiento de ausencia, o por lo menos de un misterio que, sin hacernos dudar de la realidad profunda, hace de ella un objeto no de conocimiento definido, sino de búsqueda (en su caso añade Blondel → interminable (L’ Etre, p. 67). PERO AÑADAMOS NOSOTROS: por (búsqueda interminable) hacia → hasta (dejarse encontrar) o dicho de otra manera: no dejar de buscar hasta encontrar. Pero y vuelvo a añadir ¿seremos capaces de reconocer, aquello que del corazón del cristiano es siempre y a todas horas buscado, cuando, por ejemplo: una tarde y viniendo del campo, aquello del corazón tan anhelado, ahora y no frente al corazón, sino a la razón, aquello: que es lo mismo, este delante nuestro? Esta atribución al ser de un modo de ser, esta cualificación del ser (que se encuentra en todos los grados del ser, incluso en la persona humana) permite concebirlo como algo compatible con el devenir (y los signos de los tiempos), siendo, en cualquier momento de alguna manera: (siempre) lo mismo.

En efecto el ser, como lo mimo que se despliega en la heterogeneidad (de lo otro y múltiple) en del devenir, ha estado igualmente en todas las personas y seres de todos los tiempos y en cada una individualmente / (de lo múltiple lo mismo como lo otro (hacia→ hacia una misma finalidad y forma). Es lo que discurre (en movimiento , o Empleando una mejor comparación diremos que el devenir es un torrente, un manantial, un incesante fluir hacia . Pero agregaremos que así como las fuentes brotan de alguna oscura profundidad de la tierra, así el devenir brota de alguna oscura profundidad de la existencia y que así como en cada brillante gota de la fuente luce y se oculta en el abismo del origen, así en cada aparición fugaz del devenir, (en cada instante) luce y se oculta la oscura profundidad primordial del ser. Pues, como afirma María Zambrano, “ la primera realidad que al hombre se le oculta es él mismo» y sigueEl hombre —ser escondido— anhela salir de (sí) lo teme, aunque la realidad toda no envolviera ningún alguien, nadie que pudiese mirarlo, él proyectaría esta mirada; la mirada de que él está dotado y que apenas puede ejercitar. Y así, él mismo, que no puede aún mirarse, se mira desde lo que le rodea. Y todo, los árboles y las piedras, le mira y, sobre todo, aquello que está sobre su cabeza y permanece fijo sobre sus pasos, como una bóveda de la que no puede escapar: el firmamento y sus huéspedes resplandecientes. Y de aquello de que no puede escapar, espera. Ahí (a la vista en lo que miramos que no vemos, de la apariencia en el propio reflejo) y más allá (de lo que podemos ver y entender de aquella. De manera que la única satisfacción posible de lo que Blondel llama desiderium naturale e inefficax ad infinitum esta en reconocerse en la unidad trascendente de Dios.

Luciano Laberthonniére (1860 – 1932) / el mayor representante del modernismo ―del que formó parte igualmente Blondel―, como igualmente de de aquel intento de reforma católica condenado por pio X (encíclica Pascendi 1907). Laberthonniére, parte del supuesto de que una verdad cualquiera no se hace nuestra sino en la medida que nos esforzamos para crearla en nosotros, y que es un esfuerzo consciente y reflejo del espíritu humano para conocer la razones últimas y el verdadero sentido de las cosas (Essais, p. 5).  Leí en una ocasión que “el mundo adquiere sentido por su horizonte”— (Husserl). "Sentido y entendimiento del mundo que ha de venir del “asombro” de despejar ese horizonte"— (Zubiri). Pero ―y aquí entraría Laberthonniére― ese horizonte, ese nuevo paisaje que asoma ante nuestros ojos ¿existía antes de ser despejado? o bien al despejarlo, lo que hacemos es crearlo nosotros mismos. Entiendo en este sentido, y no en otro a Laberthonniére: “una verdad cualquiera no se hace nuestra sino en la medida que nos esforzamos para crearla en nosotros, ese horizonte que despejamos nosotros, por tanto, nos define igualmente a nosotros en tanto lo que asoma (es a nosotros → que nos dirigimos a el→ por voluntad. Es decir. Dicho horizonte (a nosotros no existiría) de no dirigirnos nosotros hacia el. La filosofía, por tanto, podríamos entenderla en este sentido más acción que conocimiento, aunque en realidad la distinción misma entre conocer y obrar es viciosa. Una vez adquirido el conocimiento este puede considerar este como independiente de la acción, pero si lo consideramos así, hacemos de este una abstracción (Essais p. 38). Luego, y entendido de lo otro, se entendería de lo siguiente: La verdad sobrenatural, de la revelación, no tiene valor para el hombre si él no la recrea, por su cuenta, igualmente afirma Laberthonniére. Pero ¿Cómo entiendo yo esto?

Digamos que vivo en el mundo, pero realmente vivo en mi mundo (creo que todos lo hacemos: vivimos en ese lugar que nos creamos en el mundo real), donde para lo que unos es miseria (en mi caso), como por ejemplo no estar viendo la tele continuamente, o tener un coche de 25 años, no tener hijos, y ocuparme de mi madre: y sin poder ahora viajar, para mí es un regalo de dios, y un buen estar. Lo que quiero decir: es que doy gracias por poder hoy estar y cuidar a mi madre, cuando no hace nada pensé que se me iba, y pedí a las estrellas que así no fuera, pudiendo entender luego de esto: una extensión de lo divino en la vida humana: pues de alguna manera, podemos entender de mí, en lo luego acaecido / lo dicho antes por Laberthonniére cuando de aquel deseo (que es necesidad) de permanencia de mi madre, se creó mi nueva realidad. Luego (la persona, es decir: yo mismo), a decir de Laberthonniére no existe sino en esta unión, cuando reconoce lo sobrenatural y de ello en dios (en lo divino, del cielo y las estrellas) su principio y fin. Este reconocimiento constituye, podría entenderse así: la búsqueda y el hallazgo de dios. Dios ciertamente continúa siendo el principio del hombre, aunque él no lo crea y reconozca como su fin: en ese caso sólo lo soporta. Luego reconociéndolo como fin: lo acepta y quiere, y con esto acepta y quiere a todo lo demás que depende de dios. Siendo este acto una ratificación del acto creado: una respuesta de amor al amor de dios. De tal manera Laberthonniére concluye que el orden sobrenatural ser revela y afirma en la misma intimidad de la conciencia humana, de manera tal que: si el hombre desea poseer a Dios, y (ser dios ―de otra manera) / es decir Ser-de otra manera: lo mimo que dios (al estar en dios), es decir: siendo lo otro― ya se ha dado en él.

Loisy (1857- 1840 / En el campo de la exégesis bíblica el modernismo (seguimos en este momento histórico) encuentra a su mejor representante en Alfredo Loisy (1857- 1840) por muchos años profesor de historia de la religión en el colegio de Francia. Pero Loisy, pretende, además, conforme el método de la inmanencia de Blondel y Laberthonniére, que lo esencial de la tradición no está en las fórmulas dogmáticas sino en la inmediata o experiencia religiosa (es decir: en la acción). Desde este punto el dogma en símbolo, y pierde su valor absoluto (precisamente de los escritos de Loisy surgen muchas de las proposiciones condenas por pio X en su encíclica Pascendi. “los símbolos y las definiciones dogmáticas están en relación con el estado general de los conocimientos humanos del tiempo y del ambiente en el que se han constituido. De aquí se sigue que un cambio considerable en el estado de la ciencia, pueda hacer necesaria una nueva interpretación de las fórmulas antiguas, que concebidas en otra atmósfera intelectual, no bastan para decir todo lo que sería menester, o no lo dicen como convendría” (L´evangelie Et l´Iglise p.208) si bien, Loisy entiende la acción en la moral (moralidad y religión). Luego Loisy pretende sacar de la biblia una lección apropiada a las necesidades de los creyentes; e igualmente entiende la moral como practica de la religión, lo que  por parte de nos-otros entendemos, que no es otra cosa que la desviación de un pensamiento extraviado” más próximo (su pensamiento) al protestantismo que al catolicismo de aquel momento, y recordando mucho a Kant, como aquí leemos de la pluma del mismo  Loisy: “es la religión la que comunica a las reglas de la moralidad, el carácter sagrado de la obligación y la que incita a observarlas en calidad de deberes; y es a través de la observancia del deber, como la religión es cumplida ( la religión 1917, p 64).

Eduardo Le Roy (1870 -1954) se relaciona con el modernismo y la filosofía de la acción, la obra del más importante seguidor de Bergson: Eduardo Le Roy, y sucesor de aquel en el colegio de Francia. Los escritos de este coinciden prestando gran atención a los problemas gnoseológicos y metafísicos (pero dentro del interés que los domina: el religioso, en el sentido de catolicismo modernista). Le Roy, como uno de los críticos más radicales de la ciencia contemporánea, hace suyos llevando hasta las últimas consecuencia los temas fundamentales de la crítica de la ciencia, (al igual que Mach, Duhem, y Poincaré, y otros), pero para él, la crítica de la ciencia no tiene su fin en sí misma (en esa crítica); esto es, desvaloriza su saber en provecho del pensamiento intuitivo y la fe religiosa. Le Roy cree que el mérito de Bergson ha sido haber afirmado la subordinación de la idea, a la realidad→ y de la realidad a la acción; y por tanto haber visto en la acción el principio y fin de las cosas; y en la inteligencia solo una luz, que nos guía, y no ya una fuerza que se baste a sí misma.

El pensamiento discursivo y razonado sustituye al dato primitivo, absolutamente heterogéneo: fluido, continuo y móvil, por una construcción ordenada, en la cual las cosas se perfilan con netos contornos en el tiempo y en el espacio: sobre una construcción que el espíritu humano ha construido por unas necesidades (que no lo son, o no son realmente necesidades, sino necesidades creadas, de la acción → hacia→ la representación), y que, por tanto, son fruto (estas necesidades: que no lo son)  de abstracciones y simplificaciones arbitrarias.  Y aun mas arbitrarias son las abstracciones y simplificaciones arbitrarias de la ciencia (como sistemas luego estadísticos de simplificación, añadiría Gasset), la cual construye por sí misma el llamado “hecho científico”, donde Las pretendidas confirmaciones del experimento son en realidad círculos viciosos, cuando de un método o aparato, se tienen estos solo por buenos, si nos dan aquellos mismos resultados que nosotros hemos decretado arbitrariamente. El rigor y la necesidad de los resultados existe solo en el lenguaje que la ciencia emplea, y son por ello mismo, fruto de una pura convección; de tal modo: “todos los cuerpos pesados caerán siempre según las leyes de Galileo, porque estas leyes constituyen la definición de la caída libre”. / La definición de unidad de tiempo, supone la noción de movimiento uniforme, y esta no puede constituirse, sino se posee ya una unidad de tiempo”. Fundada en estos círculos viciosos la ciencia no tiene valor teórico, sino que busca y encuentra solamente constantes útiles, y las encuentra… pues la precisión humana no comporta una precisión absoluta, y exige que la realidad esté solo aproximadamente representada, en sus relaciones con nosotros, por un sistema de constantes simbólicas, llamadas leyes. La ciencia así entendida es un producto de la libertad del espíritu, así como es un producto de la libertad del espíritu, el mundo rígido, muerto y necesario, al que se orienta la ciencia… pero la esencia misma de esa libertad escapa a la ciencia: encontrarla, esa esencia y hacerla progresar es el fin de la filosofía.

la teoría física se ha ido progresivamente convirtiendo en un sistema de leyes estadísticas. Esto significa leyes de probabilidad -sobre todo, las más próximas a la enunciación de hechos-. Por tanto, la física no nos habla hoy del «Ser real», sino del «Ser probable». Qué signifique claramente el «Ser probable» es cosa que aún no ha sido congruamente definida, si bien para el asunto que ahora nos interesa es suficientemente clara: el «Ser probable» no es el «Ser real», no es la Realidad. (Ortega y Gasset)

La ciencia, entiendo de mi parte ― más allá incluso de lo que le exigía Le Roy entonces― debe dar cuenta de la evolución que ha hecho surgir de la materia la vida. Luego [exigimos más aún: y si esto de lo que hablamos se quiere llamar a sí misma ciencia, es decir, ciencia sensu estricto, debería ser capaz de explicarnos qué es la vida, (pero sobre todo: y más allá de decirnos lo que hace la luz, explicarnos: qué es la luz /o, qué es la consciencia]. Aunque, siempre se lo podemos poner fácil, y que nos digan, no, porque la vida necesita el agua / como al revés: ¿por qué el agua necesita la vida?, pues seamos coherentes: nadie pensó, si el agua necesita la vida (pues en si, el agua "es" vida, fluyendo hacia la vida, tanto como la vida fluye hacia ella). Además en nosotros es vida de una  forma concreta y no de otra manera, que sería lo mismo (agua), pero no igual (en otros seres), que lo mismo: agua, siendo en todos los seres vivos de alguna otra manera, de aquella manera…en la que somos (toda la vida) agua, y el agua "es-en todo lo diverso" vida.

Del Ser

 (Variaciones a partir de algunos enunciados de Le Roy) 

(§ 1) Para poder hablar- con propiedad- de lo que sigue, es necesario hablar de lo que se conoce, sino es mejor callar; me sirvo, pues de lo que conozco, y de mi experiencia, en relación a aquello. Aunque, me explicaré. Desde hace años me dedico a mirar; digamos que a mirar y reaccionar de otra manera, hacia lo que miro (reconozco) y luego observo con atención. Algunos llaman a esto contemplación; para mí es sencillamente: ser-frente-algo, y (para ser-sincero, además) he de decir que me ha causado más de algún problema, pues a veces me paro (ahí) absorto, dejando que se sucedan (instante tras otro instante). Da igual si voy o no acompañado, si estoy en la montaña, en la calle, en casa y, o frente a aquello más insignificante, pero que siento proyectado hacia a mí como una margarita hacia el sol. Entonces (y de alguna manera) me olvido de lo que es (y de lo que dicen que es) incluso, de lo que yo mismo podría pensar que es, desprendiéndome así de toda subjetividad, y respondiendo a lo que entiendo una llamada como podría ser la de aquel vecino que sabes que está-ahí: en su casa,  a sus cosas, y que no conocías /nunca nos habíamos cruzado la vista, dirigiéndonos la palabra o la mirada; otras veces siento que es como aquel desconocido que te pregunta ¿eres de por aquí?, pues no andas cerca de tu casa; incluso ―alguna vez me ocurrió― cuando desde el coche notas y luego al mirar, por la ventana de este, ves (entiendes) que algo-aquello te saluda (nos sabes qué, o quién). La cuestión es que entonces me dirijo (hacia→ allí (algún lugar) Unas veces de forma más serena (que otras), pero casi siempre respondiendo, y en ese caso, de responder: intento ir hacia aquello / ahora frente a mi) buscando (generalmente y primero con la vista) entender, y comunicarme de alguna manera, esto es, profundizando (proyectándome) igualmente hacia aquello (incluso hablándole), y por lo que procuro alcanzar algún tipo de experiencia (y conocimiento), de aquello.

Cabe señalar, aunque algunos lo ignoren, que muchas personas carecen objetividad, pues a menudo andan sirviendo a su voluntad (subjetividad) según propios deseos, lo que quiere decir que pocos están capacitados para librarse de su misma voluntad cegadora y (poder apartarse) y seguir su instinto (otro camino), donde se señala algo que (entiendo / siempre) deberíamos atender.; es decir: escuchar, y escucharnos a nosotros mismos (esa voz) que es la propia voz interior que nos señala (hacia donde caminar―  no siguiendo la voluntad de otros―, sino un camino propio. Pero este problema ―pues debemos llamarlo así― no es de ahora: La utilidad (material) es el gran ídolo de nuestra época, y a él deben complacer todos los poderes y rendir homenaje todos los talentos”. ―Cartas sobre la educación estética de la humanidadFriedrich Schiller (1759-1805). Lo que quiero decir, es que llegado el momento, hemos de abandonar ese conocimiento fundado en la razón y la practicidad de creer que ya sabemos todo, o que necesitamos saber todo, y que reconocemos impuesto ― (ignorando →de la luz (en las formas) los reflejos)―  estando al servicio de la voluntad (y el deseo/ a través de lo que nos muestran y señalan otros). Voluntad, que tiene que ver con nuestras necesidades (que no lo son, y son por tanto creadas) a partir, normalmente “del deseo “y, por tanto, que igualmente “tiene que ver con nuestro sufrimiento”, haciéndonos esclavos (víctimas) de aquella propia voluntad. Se separa así, del modo expuesto (lo señalado de la voluntad del deseo) concibiendo por fin, y solo entonces (cada uno) el mundo: los objetos, las personas y todos los demás seres libres de sus relaciones con el deseo (de lo concreto, y que es voluntad del deseo / pero no necesidad), consiguiendo de este modo autoconciencia (de la experiencia) →pura), es decir una pura voluntad (sin voluntad de (algo) o lugar); es decir: un conocimiento y experiencia objetiva, donde (todo es un querer “ser”)→ en camino →hacia (aquello) → en algún lugar... (En algún instante).

(§ 2) La evolución como movimiento incesante, continuidad y progreso, se podría explicar (quizá) admitiendo “que el pensamiento es el Ser mismo”, es decir (el ser) de otra manera: lo otro, y múltiple (que-es / de aquella otra manera (o de alguna manera) / que no-es →el Ser, sino lo otro (que no-es →lo mismo: que el-Ser) →sino lo otro; como principio y urdimbre de toda realidad (y relación entre todos los otros seres).

Luego para entender la existencia, la vida (en este sentido y relación) es necesario admitir que los individuos vivientes son manifestaciones de una biosfera ―proyecciones de esta― que circunda la tierra, y que se encuentra (proyectada a si misma de la Héliosfera), y que los unos (vivientes o no), son todo aquello (lo otro y  múltiple) en relación dependiente (unos de otros) igualmente por el pensamiento / (del ser → (hacia)→ los otros, como lo otro) por  las proyecciones que este suscita y vivifica (de la luz a la conciencia), como parte y múltiple (siendo en lo otro (de alguna manera igual) que Él es ) proyectado, de lo Uno (a, en, hacia, para) todos con los individuos (conscientes /en lo otro y múltiple) en una misma relación. Con la aparición del hombre inicia otro momento (de caos y progreso / pero igualmente inicia algo que podemos llamar espiritual), es decir, del mundo donde este (el hombre) advierte de aquel/y aquella (del mundo y la realidad) algo más (y donde el cristianismo se fundamenta, y después se orienta hacia el advenimiento, de lo que ya está / más no se advierte (pues quedó oculto / y de ello un buscar (buscándose a si mismos) dirigidos →hacia →un nuevo grado de realidad y percepción (del ser) en la que podemos reconocer: de aquello mismo, de otra manera. Este nuevo grado parte de la experiencia Y pensamiento intuitivo → de acción, tanto como luego del razonar objetivo, hacia reconocer (en movimiento de proceso continuo del devenir incesante y progresivo (y duración real -Bergson) del devenir temporal de la conciencia (del ser) (en tiempo ―y duración― real)hacia) lo demás (todo).

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