LUEGO ¿TIENE ALGÚN SENTIDO HABLAR DE LA NADA?/
jorge maqueda merchán
jordi maqueda
Aceuchal / 06207 (Badajoz - España)
Luego ¿ tiene algún sentido hoy hablar de la nada? es necesario? No es la necesidad de hablar de la Nada, como lo es tratar o volver de nuevo el tema de la Nada, pues el desconcierto manifiesto es evidente, en tanto a concepto de esa «Nada» manoseada y que habiéndonos cuestionado tantas veces por ella, de manera prosaica y ramplona está hoy presente en la sociedad —aunque planeando de un lado a otro de forma errónea en el mejor de los casos— filtrándose, cada vez a todas sus capas, que esgrimen su nombre de forma ambigua o fuera de lugar: un absoluto, que se define como la "ausencia / inexistencia" / "lo que no es" y, sin embargo, observamos habita “desubicada” en un espacio “siendo” en lo finito de cada Ser que la nombra o piensa. Pero la pregunta es: (¿Tiene sentido hoy volver al tema de la Nada?) y la respuesta es: por supuesto. La razón principal es que es preciso discutir, aclarar sobre lo que este nombre dado (la nada) representa, pues parece que nos hayamos olvidado que ya fue desestimada por el mismo Parménides que la reveló: “Pero (lo que) nada (es) no es (para ser). A estas cosas te ordeno poner atención, pues de esta primera vía de investigación te (aparto). Y luego también de aquella por la cual los mortales que nada saben yerran, bicéfalos, porque la inhabilidad en sus pechos dirige su mente errante. Son arrastrados, sordos, ciegos a la vez, estupefactos, una horda sin discernimiento, que considera al ser y no ser lo mismo, y no lo mismo. La senda de ellos es revertiente, pues jamás se impondrá esto: que cosas que no son sean. Tú, empero, de esta vía de investigación aparta el pensamiento:” (POEMA DE LA NATURALEZA — PARMÉNIDES), mientras la realidad hoy es otra: y se la considera, si bien no parece que hablemos de la misma nada/ Nada. La Nada absoluta ha sido (tras ser concebida su idea y desestimada después) luego, por siglos olvidada, “ocultada ¿?” o cuando no (dicen algunos) escondida a lo largo de la historia — quizá, y sabiendo de su atracción, pero, igualmente de su inutilidad, se decidiese ocultarla no en el sentido que muchos insinúan, como si ocultare algún misterio sapiencial: sino por lo fútil e insustancial de su observación). Sin embargo, curioso parece ahora, cuando nos estamos quedando huérfanos de ideas ante los limites que muestran nuestros instrumentos científicos, que aflora de nuevo esa Nada, quizá como alternativa a un deseo — no tengo yo tan claro si de esclarecer, o de ser o aparentar cuando la recurrimos—, al punto de pretender monopolizarla hacia intereses propios; pues la Nada hoy parece ese espacio propicio a nuevas aperturas, e inicios, nicho de nuevas ideas: una Nada que se hace presente hoy no solo en la negación, sino también en las matemáticas: en el cero; en la física: en el espacio; lo hace en el silencio, acaparando y agotando esferas. Luego (agotadas ya todas las esferas, o posibilidades) finalmente, la Nada que queda al hombre, si quiere conocerla y si desea la verdad, es aquella misma Nada a la que renunciaría el propio Parmenides, y que quizás incluso la filosofía tema revelar, más allá de donde o como surge: cuando lo que comparece en revelación no vendrá dado en palabras: la losa que entierre definitivamente toda vana especulación
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