(03) LA NADA / POR QUE ME PREGUNTO AHORA POR LA NADA : SALVAR EL CERCO DE LA RAZÓN- / Jordi Maqueda

 Saber; La Nada; La Forma; Sócrates; Aristóteles; Conocimiento; Reflexiones; Teorías; Filosofía;


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¿Por qué me pregunto ahora por la Nada?

Creo que la respuesta a la pregunta, de alguna manera ya está siendo expuesta, si vamos leyendo de lo escrito todo lo no dicho, pero, centrándonos en la cosa en sí, por qué ahora me pregunto por la Nada. El conocimiento es un edificio que se levanta con el tiempo. Por ello y aunque la Nada me ha intrigado desde muy joven, preguntándome por ese espacio aparentemente vacío entre las estrellas, y más allá de las galaxias observables, nunca antes me atreví a cuestionarme seriamente, y menos aún a escribir públicamente acerca de ella, pues si la cuestión ya me planteaba de adulto profundas y apasionantes cuestiones, y aunque nadie aparentemente parecía hacerle mucho caso —unos la detestan y otros la ignoran— lo cierto es que pronto observé, que todos se acercan a ella en algún momento de sus vidas o carreras, aunque sea solo para manosearla, aunque también los hay haciendo de ella su guía y/o razón de ser; encontrándose, por todo esto como en una tela de araña sustentada, que pende de muy heterogéneos hilos—unos más flojos que otros —alimentados estos, por la física, filosofía, matemáticas, astronomía, cosmología, lógica, matemáticas: lo que resulta, que hablar hoy de la Nada, es irrumpir en “todo”, guerrear contra “todo” y hacerlo contra “todos” y más aún en el ámbito sajón, a la orilla de la ciencia. Precisamente por esto, y para poder obrar con cierta propiedad, que no certeza de “la Nada” incursionando en ese todo, se prioriza de un cierto bagaje y nociones “transdisciplinares” o sustrato de conocimientos: lecturas y nuevas nociones actualizadas y asimiladas, incluida la teología, si queremos ser justos y ecuánimes, además, de una actitud holística que permita entender no qué es (pues esto no es posible), o mejor, aquello qué nos quieren decir y pretenden algunos con ella, los que la promueven) y da a entender, desde aquella perspectiva que se muestre y reconozca abierta a considerar (una hipótesis), para del mismo modo poder luego refutar: tanto la Nada... como igualmente “la idea” de esta.

II

Sobre lo acertado o no, de preguntarme ahora acerca de la Nada y desde mi perspectiva, el enriquecimiento que supone esta incursión ya de por sí lo justifica: al alzarnos hacia los límites o fronteras del pensamiento (salvando ese cerco de la razón, que nos atrapa dentro de esta, que pocos ven, y menos entienden, sino como algo fantástico a la razón, y que por esta misma vía, (la razón) al cerco los devuelve: no hallando cerco, pero que creo que esto ha sido suficientemente explicado en la entrada anterior (por qué me hago preguntas y desconfío de todo) como para poder reconocerlo, y en este un límite o frontera (que se pretende cerrada), pero que no lo está.

Luego encontraremos que la Nada hoy no es tema marginal, estando presente en los temas más candentes de la actualidad, cuando algunas interpretaciones de la Nada actualmente, observo, abren las puertas a la instauración de la (no diferenciación) entre (Vacío) y la Nada, diluyéndose la una en lo otro —no reconociendo aquello (la nada) en sí mismo, sino como lo conoce o le parece al hombre (sujeto) que la conoce—así, nuestra relación con la Nada, hoy resurge rehaciéndose a partir de un fondo indiferenciado, donde pronto no se distinguirá lo uno, de la otra: el vacío (lo oscuro y desconocido), de la Nada (absoluta: nada). Por lo que el vacio (o aquello que entendemos por lo que está vacío: oscuro y es desconocido) no será nada → (y todo lo que no vemos quedaría fuera de consideración). Ninguna razón pues habría para mirar ahí (preguntarnos y pensar) cuando se nos dice desde todos los ámbitos de la sociedad, las ciencias, y la filosofía, que eso que entendemos como vacío: oscuro y desconocido, no-es  sino = nada: una nada infinita (un espacio, dado a la razón, infinito igualmente).

Ninguna razón luego para preguntarse ¿por qué el vacio, la oscuridad, lo desconocido? lo llamaremos todos Nada. Causa de la razón, que no quiere que miremos al vacío, a la oscuridad, a lo desconocido (lo que no puede ser descrito por la misma razón), a la frontera misma de la razón (cerco del infinito); y pensemos en ello (acto de ser): devolviéndonos de nuevo al cerco (del sujeto inconsciente / que no-es). Pues a la razón, superar los límites de la razón, es aniquilar una razón, para que nazca otra  matar al padre... para que reine el hijo.

III 

Quizá, todo lo que aquí pretendo pueda entenderse y resumirse a partir de una línea de pensamiento sencilla, y que se mantendrá en todos y cada uno de los siguientes textos: “la Nada, abierta a todas sus posibilidades” incluido, por supuesto, y sobre todo (el de no-ser), pues aquella es su verdadera esencia (no-ser), en tanto hay ser, y no nada. Pero no sin antes considerar y tratar cuántas posibilidades y exposiciones de esta sean necesarias observar y luego, si es posible refutar. Pues la Nada y, por tanto el ser, aunque muchos no lo consideren así, no es ya tema única y exclusivamente de confrontación y formación académica; reconociendo en ello, en su estudio, la existencia de nuevas posibilidades y concepciones (reales o metafísicas) que sin necesidad de verlas unas, o deduciéndolas de forma indirecta otras (como habíamos hablado sobre la propia ciencia cuando estudia más allá de nuestro planeta / con esa intuición o clarividencia) e igualmente no cerrando puertas, admitamos esas otras posibilidades válidas del pensar y de la existencia, de llegar más allá y ver más lejos de lo que hacen otros.

¿Qué quiero decir con otros? Pues, que cuanta más formación y cátedra más se radicalizan las posturas y posiciones enfrentadas hacia un lado y otro de lo inamovible: cientificista o filosóficamente hablando, obviando unos y otros las posibilidades que se le ofrecen desde el lado contrario, desde el propio canal o desde la perspectiva ontoteológica, para mejor razonar y priorizar una mente abierta y no cerrada, esta última propia de las escuelas (filosóficas y científicas (paradigma) actuales, pues es lo que medra y razón última de las universidades hoy, es el pensamiento único y no critico, amputando cualquier voz o aniquilando cualquier otra forma de pensar que no sea en línea a escuela o pensamiento dentro del paradigma actual, observando esto sobre nuestros jóvenes estudiantes, fáciles de manipular y dominar, y “quien tiene el dominio tiene el poder” (es la historia interminable… de siempre). Por consiguiente, se debe atacar la raíz misma del problema, enfrentando cara a cara aquella concepción que pretende erigirse en única portavoz de una ciencia y filosofía moderna que ya nada promete y propone, salvo ese vacío que queda: como una ciega y amarga desesperación que destruye y borra la luz del mundo”.

Pero es precisamente, sobre esta triste realidad de nuestra mente, antes ya mencionado: perversa (entre otras muchas y mejores o peores cosas) cuando debemos entender, que todas aquellas interpretaciones a cuantas cosas queramos concebir o dar, de esas mismas cosas, lo son, desde y hacia esa misma mente igualmente “pobre, esquematizada, vaga y propia de un “individuo”  poco evolucionado y manejable, sumiso y obediente” que las percibe y describe… pero es incapaz (de ser) hallando en ellas la propia luz que ilumine las sombras (propias), y solo hallando en su representación oscuridad y tinieblas: la Nada. Pues esta búsqueda estéril de la Nada (por lo que se les representa) que se ha dado en la filosofía, y algunas de sus absurdas interpretaciones o explicaciones, no sería un mal ejemplo: revelada esta, como hija del hombre moderno y de su tiempo. Un hombre y un tiempo (postmodernidad) donde se rehúsa todavía la luz natural del día, y solo busca refugio y razón en la oscuridad del cuarto, las aulas y la ciudad (su límite)... y más allá: la nada, mientras la diosa-ciencia no espera, sin otro afán que prevalecer, perpetuando para siempre al ser hombre en su orfandad.

Pero me quedaría corto, muy corto, solo al decir que este individuo (el humano / que no-es / en acto) apenas atisba reflejos y no percibe la esencia, y menos la comprensión completa de nada de lo que le rodea, observa o toca: sea la luz o las cosas bañadas por esta y sus sombras, así como de todas aquellas sustancias y cuerpos que no ve, ignora o niega, y que de estar a otro nivel cognitivo —esperemos esto sea en un futuro posible— serían interpretadas y entendidas de forma muy distinta, más aproximada a la realidad de su razón de ser (dicen que los dos días más importantes de tu vida es el día en que naces y el día en que descubres por qué, por desgracia (piénsenlo) nadie considera “antes”, para lo que no ha nacido). “El hombre mejorará no cuando se le muestre lo que es, sino cuando él entienda lo que no es, y entonces, obrando en conciencia, igualmente, vea y entienda proyectándose hacia lo que puede llegar a ser, caminando y alumbrando las propias sombras. Mas este hombre entretenido y fascinado en buscar otros planetas, mientras destruye el propio, y que piensa en descubrir civilizaciones lejanas en lugar de acabar con la miseria y el hambre de sus semejantes: está condenado, mientras insista en ser (aquello que no-es), en lugar exhortar / moverse / en acto →de ser/ hacia aquello que puede llegar a conocer y ser… pues no hemos evolucionado en absoluto, y solo hacemos las mismas cosas que hace unos milenios (sobre todo destructivas) pero en mayor volumen, mas rápido, más lejos y más eficientemente que en el pasado. En resumen: llevados por la tecnología, extendemos nuestros horrores sobre el mundo y los seres que lo habitan, e incluso ahora más allá: al espacio.

Pero este desafío que aquí se propone, es tan vasto que de nada sirve oponerse con fórmulas genéricas, cuando la ciencia convertida por algunos en una especie de fondo de saco metafísico, no está del lado de las personas, sino de otros intereses. Aunque tampoco cabe negar que la ciencia posea un cierto filo → filosófico: valor que no se debe desdeñar ni mucho menos sacrificar, pues una ciencia que diese por completo la espalda a la realidad y no-pensase / no-sería / siendo todavía más desfavorable, que una ciencia, como lo es hoy, en buena parte cegada a la trascendencia por los propios intereses, unas veces los del investigador, para sí, y otras de quienes los promueven y financian. Por tanto, no parece descabellado que destacados hombres de ciencia se hagan preguntas y entren de lleno en hacia lo “no medible y desconocido” (casi teológico), como en ocasiones ya ocurre con las nuevas ciencias que proponen otras realidades, pero cuando llegan a este punto fronterizo de su indagación, estos tienen que saber relativizar los métodos que antes, y en otras circunstancias habían aplicado con éxito. Pues se disponen a transitar una frontera, o “limes” movedizo y desconocido, más allá de los confines de la misma razón que los define y determina hoy, donde no hay fórmulas preestablecidas, para despejar ninguna de las incógnitas de aquello nuevo y desconocido ( extraño) que nos es dado a pensar.

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