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¿Es posible pensar y pensar en la Nada racionalmente pudiendo constituirse en un horizonte desde el cual es posible vislumbrar algo algo: aunque no se sepa muy bien que es, no siendo aquello de carne y hueso →la razón? Creo que el pensamiento debe empezar por lo más fundamental, para poder comprender de lo que hablamos. Entonces: ¿es posible comprender lo que no existe, ni puede existir? / ¿Es posible explicar y hablar de lo que no existe? Y ¿Es posible imponer ese pensamiento absurdo, y fundado en la nada de una imaginación patológica?
En todo caso, lo peor que te puede ocurrir si estás hablando de cómo es (no-siendo) y dónde está (no-estando) la Nada, es que un niño fije su atención y, mientras explicas aquello que ni tú mismo concibes o entiendes, este te interrumpa y pregunte ¿de qué hablas? Posiblemente, el niño con esa lúcida ingenuidad propia de la infancia, haya percibido que algo, y ciertamente es así: que no tiene sentido lo que dices, y estás hablando de una “cosa” mientras te esfuerzas en explicar que esa misma “cosa” no es. Por suerte para los padres, esa lucidez inquisidora desaparece paulatinamente con la edad pero, créanme: el niño no anda mal encaminado.
Como refiere John D Barrow: El Libro de la Nada – 2009 "la pregunta (sobre la Nada) es razón suficiente para escribir un libro"←º<!!!∞. (y el tema suficiente razón como para no abrirlo) Pues la cuestión es la siguiente: Cómo podríamos hablar, saber y menos escribir sobre algo que, no solo no existe, sino que no existió jamás, pues no tenemos conocimiento de ella ni de su existencia. En situaciones normales, podemos hablar de algo que existe y podemos también hablar de algo que no existe, pero que existió con anterioridad y conocemos, aunque sea vagamente por referencias, pues otros lo descubrieron-ahí — o bien, porque existen pruebas de su existencia. Lo cierto, es que los niños pueden estar siempre distraídos en sus cosas, y no muy atentos a lo que dicen los padres —o eso creemos— pero, aunque estos habiten el reino de la fantasía a esas tiernas edades, parecen distinguir claramente aquello que proviene de ese otro reino, más allá, y que tan frecuentemente moran los mayores: "el reino de lo absurdo". De modo que si insistimos, como insistimos tantas veces en explicar aquello que no conocemos, que nadie ha visto, que ni siquiera se sabe dónde está, o si estuvo, o fue alguna vez: es posible que alguna mente joven que esté escuchando se pregunte, y luego nos pregunte por aquello que no existe→ pero de lo que estamos hablándole (no sé si me entienden, en tanto a lo absurdo que queda uno hablando de cómo es algo, que no es ni puede ser, luego como si lo conociera).
De modo que si estaba ya complicada la noche teniendo que explicar esa Nada como una inexistencia absoluta de algo, “algo” que no existe ni existió jamás, pero que lo estamos explicando en su razón pura y parece que incluso lo conocemos. Créanme, la noche se complica, cuando ahora tenemos que explicar: que no existe, aquello de lo que hablamos, y con ello refutar todo lo anterior, e igualmente a nosotros mismos. Pues, no se tratará de explicar la no presencia → de algo (que hoy pudiese ya no existir) sino más, de explicar razonadamente la inexistencia → la no-existencia-absoluta (o inexistencia absoluta que, además → no puede ser de algo, ni de nada ¿me entienden? La Nada (el nombre) refiere→ la inexistencia absoluta→ /y “refiere (en su mismo nombre: un nombre que-es-ahí refiriendo → a la nada, que no-es en ningún lugar). Bueno, vemos que el lenguaje (racional) no nos ayuda / vemos que el lenguaje no ayuda a entenderlo, pero si a la razón práctica a explicarlo ← ¡ª< ¿Pero esto para qué nos sirve? se Diría Unamuno, cuando refiriendo a la utilidad de ciencia se pregunta:” toma uno el tranvía eléctrico para ir a oír una ópera; y se pregunta: ¿cuál es, en este caso, más útil, el tranvía o la ópera?” Bien: pues en este caso, el nuestro, no nos es útil ni el tranvía que nos lleva ni la ópera.
“La filosofía responde ―o debería responder (mejor dicho) ―, a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción” (Unamuno). En este caso, el de la concepción de la nada (o la nada que no vemos pero está: ahí, presente en la mente) la acción, no responde a necesidad alguna, sino a una razón: que más podría entenderse como irracional, o (patológica) dirigida en algún tipo de interés (voluntad o deseo). No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de origen filosófico o patológico, y quizá, tanto el uno como el otro, el que hace nuestras ideas (Unamuno): Unamuno ve un lado de una sombra, que reconoce luego de sí mismo y hoy de todos ¡<◊ y con su lenguaje castellano/ un castellano que no sabe de sombras comienza a recorrerla El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado…//… así, lo que en un filósofo nos debe más importar es el hombre. Tomad a Kant, al hombre Manuel Kant, que nació y vivió en Koenigsberg, a forales del siglo xviII y hasta pisar los umbrales del XIX. Hay en la filosofía de este hombre Kant, hombre de corazón y de cabeza, es decir, hombre, un significativo salto, como habría dicho Kierkegaard…/… el salto de la Crítica de la razón pura a la Crítica de la razón práctica. Reconstruye en esta, digan lo que quieran los que no ven al hombre, lo que en aquella abatió, después de haber examinado y pulverizado con su análisis las tradicionales pruebas de la existencia de Dios—del Dios aristotélico, que es el Dios que corresponde al Dios abstracto— vuelve a reconstruir a Dios, pero al Dios de la conciencia, al autor del orden moral, al Dios luterano, en fin. Ese salto de Kant está ya en germen en la noción luterana de la fe. El un Dios, el Dios racional" ←º<¡¡¡∞ → es la proyección al infinito de fuera del hombre por definición, es decir, del hombre abstracto, el hombre no hombre…/ , (Unamuno-del sentimiento trágico de la vida)
¿Estábamos hablando entonces de dios? bien…”Llegados a este punto, y si queremos ser formales en aquello que tratamos, vemos que no podremos dar nombre y llamar cosa a lo que no lo es, o Nada a (nada) pues “no es: no hay cosa” y, precisamente, porque no “es” no puede tener nombre o categoría, ya que ni conocemos, ni podemos conocer aquello (?) en absoluto, como ninguno de nosotros es capaz ni puede hablar de lo que no existe, ni podremos nunca justificar o explicar, de ninguna manera “la inexistencia –de algo” —(“algo, ya sería cosa”)— que no conocemos ni existe, y menos aún deberíamos divagar en conceptos y mecanismos que rayan, cuando no superan, lo inaudito, del mismo modo que a nadie se le ocurre explicarnos sobre la inexistencia de cualquier otra cosa que no existió jamás; pues, y además, con solo nombrar (“algo: su nombre - darle nombre”) aunque no exista, sería empezar a dimensionar: primero, de una forma abstracta un entorno / para de inmediato empezar a dar “mentalmente” forma a una idea o concepto desarrollando la identidad de aquello; esto sería: crearlo —(auto crearlo)— nosotros mismos. Luego para quien no sale de su casa a conocer las realidades del mundo, lo ideal es recrear su propio mundo en casa: hoy lo hacemos todos) luego la crítica kantiana, pensamiento kantiano, consiste en separar aquello que la razón puede legítimamente conocer de aquello que está fuera de su alcance ¿pero que puede reconocer quien en toda su vida no sale de su pueblo, y esta siempre pendiente de un reloj? Todo, y solo gracias a la razón: solo hay que limitar la imaginación, para que no se vean los unicornios. Precisamente, en la "Introducción" a su Crítica de la razón pura Kant da cuenta, con su metáfora de la paloma, de que lo más importante era fundamentar sólidamente una nueva filosofía limitando la imaginación de sus alcances al genuino alcance de la razón (el infinito), leemos: Nuestra tendencia a extender el conocimiento no reconoce límite ninguno. La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío. De esta misma forma abandonó Platón el mundo de los sentidos, por imponer límites tan estrechos al entendimiento. Platón se atrevió a ir más allá de ellos, volando en el espacio vacío de la razón pura, por medio de las alas de las ideas. No se dio cuenta de que, con todos sus esfuerzos, no avanzaba nada, ya que no tenía punto de apoyo, por así decirlo, no tenía base donde sostenerse y donde aplicar sus fuerzas para hacer mover el entendimiento.
Kant se dedicó por una década a trabajar (sobre esa base donde sostener aquello) sin salir de la madriguera, en una pretendida solución para los problemas, que él mismo se había planteado resolver (para solucionar el mundo de las personas, después de haber ya solucionado todo lo demás en una «Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, o ensayo sobre la constitución y el origen mecánico de todo el edificio del mundo, tratado según principios newtonianos - 1755,creo no lo recuerdo». Pero resulta paradójico que el creador del imperativo categórico, el filósofo que se atrevió a definir al ser humano como un fin en sí mismo, con la obligación de ser lo más autónomo posible / (y atrevido: atrévete), tuviese una vida tan recortada y auto controlada, determinada por una gran ansiedad interna (no salir de casa, solo al trabajo, y luego… ni eso), una corporalidad endeble y un psiquismo o conjunto de de caracteres psíquicos de un individuo y de los fenómenos relacionados con ellos) tan rigidificado: (tendencia de alargar innecesariamente las palabras para aparentar elegancia en el habla / pedante).. pero aunque amante de la compañía y la conversación, Kant se aisló, esto pese a los intentos de sus amigos de sacarlo de su aislamiento. En 1778, en respuesta a una de esas peticiones de un antiguo alumno, Kant escribió: Cualquier cambio me hace aprensivo, aunque ofrezca la mejor promesa de mejorar mi estado, y estoy convencido, por este instinto natural mío, de que debo llevar cuidado si deseo que los hilos que las Parcas tejen tan finos y débiles en mi caso sean tejidos con cierta longitud. Mi sincero agradecimiento a mis admiradores y amigos, que piensan tan bondadosamente de mí hasta comprometerse con mi bienestar, pero, al mismo tiempo, pido, del modo más humilde, protección en mi actual estado frente a cualquier alteración. - Kant. “No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo)”. Alicia en el país de las maravillas.
En la cultura popular, el Conejo Blanco se ha convertido en un símbolo a seguir, donde seguir al Conejo Blanco describe el acto de seguir a algo o a alguien ciegamente. (Kant Creció en un hogar pietista luterano que ponía énfasis en una intensa devoción religiosa, la humildad personal y una interpretación literal de la Biblia. De modo que Kant reconstruyó con el temor del corazón lo que con la cabeza había abatido. Pues suele ocurrirle a la razón que termina antes su edificio en la especulación y no examina hasta después las consecuencias (propias y ajenas), ni los cimientos sobre los que los había construido. Kant fue para Nietzsche un “demorador” (Tardanza en el cumplimiento de una obligación desde que es exigible). ¡Y no me hables ahora del imperativo categórico, amigo mío! Esta palabra hace cosquillas en mi oído y tengo que reír, a pesar de tu presencia tan seria: me hace pensar en el viejo Kant, quien, en castigo por haber introducido subrepticiamente "la cosa en sí" -¡un asunto bastante ridículo también!-, quedó sobrecogido de temor por el "imperativo categórico", y con él en el corazón regresó extraviado nuevamente a "Dios", al "alma", a la "libertad" y a la "inmortalidad", igual que un zorro que regresa extraviado a su jaula- ¡y su fuerza y astucia fueron las que habían roto esta jaula! (Nietzsche, 1990, § 335: 193-194).
La razón no es más que un instrumento y Nietzsche advertirá de cómo Kant en sus propuestas del conocimiento y de la acción, conduce a los espíritus a caer en el instinto del rebaño "De un examen de doctorado. "¿Cuál es la tarea de todo sistema escolar superior?" Hacer del hombre una máquina. "¿Cuál es el medio para ello?" El hombre tiene que aprender a aburrirse. "¿Cómo se consigue esto?" Con el concepto del deber. "¿Quién es su modelo en esto?" El filólogo: éste enseña a ser un empollón. "¿Quién es el hombre perfecto?" el funcionario estatal. "¿Cuál es la filosofía que proporciona la fórmula suprema del funcionario estatal?" La de Kant: el funcionario estatal como cosa en sí, erigido en juez del funcionamiento estatal como fenómeno". (F. Nietzsche, Crepúsculo de los Ídolos)
Una vez dado ese paso, al “conceptualizar” lo que habremos hecho es traer
aquello inexistente al plano existencial, a la vez que nosotros nos sumergimos
en su laberinto (y a los otros: memes /memética) y, por tanto, sería entonces
hablar de una “cosa” o "algo" ahí, que no está (en la realidad) pero está
en la mente de todos: La razón práctica, y su moral luterana (la sombra) de
dios. En consecuencia, y en este caso concreto que tratamos (al haber dado
nombre a lo inexistente: la Nada) no estaríamos hablando de aquello que "no
es -absoluto", sino de algo ya representado / en nuestra mente
“encarnado”, pero que solo cabe existir en la mente de quien la concibe y en de
los que lo leen, pues, y repito, en este caso concreto: La Nada, y lo que con
ella se quiere decir (nada / como absoluto) más allá de su representación
subjetiva, no podrá existir jamás; precisamente, dada la contradicción con lo
existente, pues ambas realidades se dan como absolutas, y allí donde existiere
“Nada-absoluta” (Inexistencia total o carencia absoluta de todo ser) no cabe el
“Universo” (lo existente/ la naturaleza de las cosas que , si, son) siendo,
igualmente a la inversa. Resultando: que toda investigación sobre la
Nada-absoluta, será una divagación por una razón Práctica, que no nos llevará a
conclusiones, sino a: Nada.
El hombre Kant no se resignaba a morir del todo (un cobarde, en otras palabras, y luego un enfermo patológico, al que apartaron de la universidad). Y porque no se resignaba a morir del todo (dio el salto aquel, el salto inmortal de una a otra crítica. “Quien lea con atención y sin anteojeras la Crítica de la razón práctica, verá que, en rigor, se deduce en ella la existencia de Dios de la inmortalidad del alma, y no esta de aquella. El imperativo categórico nos lleva a un postulado moral que exige a su vez, en el orden teológico, o más bien escatológico, la inmortalidad del alma, y para sustentar esta inmortalidad aparece Dios (el sujeto en el último capítulo de trías). Todo lo demás es escamoteo (Centauros y limitaneis) del profesional de la filosofía…
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