SOBRE LA POSIBILIDAD DE SUPOSICIÓN PROVERSIVA, A PARTIR DE LA TEORÍA FIGURATIVA DE LA PROPOSICIÓN
(La nada no como revelación, sino como la proposición /posibilidad de una idea)
Veamos
que dice Wittgenstein acerca de pensar aquello que no se puede pensar o no
tiene sentido: “donde acaba el sentido,
acaba la capacidad de pensar; por lo tanto, no se puede pensar aquello que no
tiene sentido, (entiéndase) lo que no está lingüísticamente conformado”
—hago notar: lo que no está lingüísticamente conformado — y nos lleva, pues
a la posibilidad de poder conformar lo no conformado todavía y hacerlo lingüísticamente,
dándole así sentido, por ejemplo a la Nada, pero ¿cómo? Para ello partiremos de
la Teoría
figurativa de la proposición donde esta
proposición expresa lo que yo no sé, pero lo que yo tengo que conocer para
poder decirla, lo muestro en ella. Así, el sentido mostrado por la
proposición es independiente de la realidad; sin embargo, y para saber si lo
que dice es cierto, no debemos contrastar aquella empíricamente, pues la
proposición contiene únicamente la posibilidad de su verdad. (Wittgenstein - Lenguaje y
Comunicación en Wittgenstein, Tanius Karam). De
lo que entendemos, que se puede pensar y hablar de aquello que no existe y no
tiene siquiera sentido, cuando antes ha sido lingüísticamente conformado; sin
embargo, su conformación no implica su verdad (real /verdadero), sino la idea que alberga la posibilidad de
su verdad: es, por tanto, solo una idea; lo que me lleva a la posibilidad
de “inferencia o suposición proversiva” como potencial creador de la idea de la
Nada. Pero, ¿por qué, precisamente remito la suposición proversiva? Me lo
pregunto, antes que otros lo hagan, como ya me sucedió en aquel texto sobre
Wittgenstein (De la
satisfacción de un deseo, resuelto en su representación.)
Todo conocimiento —y
me voy a remitir de nuevo a J. Biedma / La suposición Proversiva— supone la presencia intencional de la
forma en el interior del dominio cerebral (o intelectivo) del sujeto, así como
la relación entre un signo o representamen (primero), un objeto (segundo) y un
interpretante (tercero). Luego y “en
virtud de las reglas del lenguaje en que se inscriben idealmente las
construcciones significantes a las que responden, estas deben conservar cierta
referencia con la realidad de la que hablan (concreta o abstracta, existente o
fantástica, material o espiritual). Los semiólogos distinguen como en toda
interpretación de significación, en tanto que acto comunicativo, se deben
distinguir un componente locutivo (lo dicho), un componente ilocutivo (la
acción que se cumple - el modo en que se enuncia) y un componente perlocutivo
(el efecto que se causa- respuesta)”— J.
Biedma; y, es en relación con
esto último: al efecto, o componente perlocutivo donde me cuestiono “la verdad
/ veracidad” de esta revelación (pues del mismo modo que si un hablante le pide
un vaso de agua a un oyente, el acto perlocutivo es, que la persona oyente le
alcance el vaso de agua del que le habla (completando la acción); luego si este
hablante me habla de la Nada, revelada o constituida en la angustia, en mi
angustia, instándome a mirar allí (en la angustia) ésta debería estar cuando yo
miro, o presentarse en algún momento: Pero —y volviendo al agua— cuando voy a
coger el vaso, este no está”.—hacer notar, que he dado un paso por resuelto,
que no lo está, y aún así algo salió mal: quizá porque no me supe angustiar, o
al angustiarme lo hice mal, da igual: el vaso no está. Creo que no es
preciso que siga. Lo que quiero decir es que si yo cierro los ojos… no veo nada; luego, si le digo a alguien cierra
los ojos, no verás nada: primero, este podrá de inmediato cerrar los
ojos, y segundo, al menos por un momento todo será oscuridad: no
verá nada. Luego, y si repito después el proceso, añadiendo al final,
que este haga un esfuerzo: concéntrate, y verás un puntito de
luz en la oscuridad, es posible incluso que así
sea, y lo pueda ver/ recrear (pero todos sabemos que no será el mismo puntito),
aunque él, al menos, entiende lo que le quiero decir, entiende el proceso y,
además, también lo puede seguir: entiende como y donde veo el puntito cuando
cierro los ojos y él puede repetir el proceso sin problemas, e incluso en la
oscuridad (cerrando sus ojos) él puede buscar un puntito de luz, y quizá en
algún momento incluso verlo. De modo que un proceso, subjetivo, puede ser
seguido e incluso de alguna forma vaga reproducido (no por completo) pero lo más importante en el caso de este
ejemplo, es que el puntito no llevará a nada verlo a quien siguió mi proceso, y
eso es, suponiendo que a mí ese puntito, sí me hubiese dicho o revelase o
llevase a algo, ¿entendieron?
Pero,
voy a seguir los pasos que propone Heidegger, e intentar entenderlo a él a
través de lo que me quiere decir, y no lo que me quiere decir. De acuerdo: por
el mero hecho de vivir, vivo en la angustia, en un vivir angustiado consecuencia
del mero hecho de vivir —como una madre
con un niño que corre de aquí allá, dejando la luz de todas la habitaciones
encendidas / eso todos lo entendemos—: eso lo entiendo. Pero si vivir, es
vivir en la angustia/presente en mi realidad, y esta angustia forma parte de
esa realidad (del ser angustiado que vive su angustia manifiesta), la Nada —que
revela al ser— al revelarse sobre esa angustia manifiesta, será la realidad
revelada y manifiesta de nuestra propia angustia; que revela al ser en el mundo:
al
ser (angustiado / en la Nada: su Mundo / de ese ser).
Dicho de otro modo, Heidegger no revela la Nada que revela al ser, Heidegger
por su proceso se encuentra y se revela a sí mismo. Heidegger revela su ser, en
la Nada que es: su mundo/momento para él, revelada sobre la angustia de la
propia existencia: (y esto si lo puedo entender) a partir escrito y luego de de
lo descrito de su propia experiencia vital, de él (como entendí aquella
ecuación en Wittgenstein, y la satisfacción de un deseo resuelto en su
representación: en tanto como en su ecuación desarrollaba / entendía yo qué
quería decir él con la ecuación (para él) no lo que la ecuación decía, léase: y
“fue a través de la
lectura de notas dispersas, cuando —marginando el significado literal de la
hipótesis (la ecuación referida) que el autor quería dar por resuelta—
resolviese a mi entender, no ya la solución de ésta en una fórmula dada, sino
más “el deseo a la solución” en ella, tal y como nos es propuesto por
Wittgenstein, y de sus propias palabras se entienda, cuando leemos en otro
contexto: “la representación de un deseo es, eo ipso, la representación de
su satisfacción ”. Preguntándome ¿no es igualmente la representación
de su deseo —una hipótesis (resuelta en la ecuación) — la solución, a la
cuestión que nos ha sido propuesta? y, de la que resulta, la obtención de un
deseo en su representación; y, por lo tanto de esta, se obtenga, igualmente la
representación de su satisfacción, luego e independientemente de la veracidad o
no de ésta...”; (De la
satisfacción de un deseo, resuelto en su representación). Por
lo que deduzco de todo ello, no algo manifiesto real, siquiera en la mente,
sino una idea o “inferencia proversiva” como potencial creador de una idea: en
el que la ausencia "existencial" de un referente, la Nada, que en
este caso no está en el nivel existencial y donde el proceso semiótico es
sustituido por el significado “intensional”, o sentido producido por el texto.
Vuelvo a recordar: esto que llamamos la nada, referido a absoluta, no
sólo no existe sino que tampoco la podemos imaginar, y de ahí que no esté ni en
el nivel existencial. ¿Pero entonces podemos hablar de ella? Podemos, sí,
hablar de la Nada, por supuesto cuando ya está lingüísticamente conformado
(Wittgenstein) ― aunque ateniéndonos a las consecuencias―. Luego “La inexistencia de un referente, en
absoluto, implica la inexistencia de un significado. Dicho significado es pura
comprehensión, interpretación o intensión en los casos de conceptos sin
extensión cuantitativa o empírica. Además, tal significado importa o produce,
simula o supone, la representación de un posible referente. Tal referencia
puede interpretarse perfectamente como una hipótesis, científica o de otro tipo
(filosófica en este caso). El mismo signo es entonces una experimentación
provisional de dicha hipótesis, que adviene o proviene a la realidad como puro
signo, verbum, logos”. — J. Biedma. Y lo dicho aquí ya
supone un problema para seguir (refutación de la idea de la nada en Heidegger)
expuesto de todo el desarrollo hacia la nada y su conclusión, tan solo una
hipótesis o experimento, no una certeza tal y como Heidegger nos propone,
afirmando: la nada revela el ser. Hipótesis que como tal, hipótesis, entiendo podrá
ser refutada. Pero sigamos…
si
antes de Heidegger teníamos un problema con la nada, ahora —después de
Heidegger— tenemos dos, o dos preguntas: una, la primera pregunta, entendiendo
esa nada que en Heidegger se revela en la angustia y le revela al ser, pero —y
siento decirlo así— independientemente, de donde se revelara o la revele nadie,
seguimos sin saber absolutamente nada de la Nada (absoluta) qué es…,/ y consecuencia
de qué…, / y menos aun, que es aquello que la revela de manera universal, si es
que pueda y de alguna manera, esto suceder. Por tanto, la nada de la que me
habla Heidegger, ubicado en el pensar del ser nadificador que la crea, como la
de los astrofísicos o físicos, que la ubican en su imperfecto vacío, que por
cierto no es vacío (de ahí lo imperfecto), parece una Nada igualmente manoseada,
y muy distinta de la que en principio se pretendía revelar: la Nada absoluta y
de la que, para colmo, ahora conocemos, quienes asienten en ello, lo que
revela, entiéndase: la nada/que no es nada, revela algo que es/el ser, que no
puede ser por completo revelado, siendo una nada reveladora que no existe, que
revela el ser que no puede ser revelado: pero así se le revelo lo reveló a
Heidegger. ((Bien)). Luego, no hay que olvidar el otro problema, la segunda
pregunta, venida directamente de la respuesta dada a la pregunta, aquella misma
que se preguntaba por la nada ¿Qué es la lada? ¿Qué pasa con la nada?, y que
ahora deja a la espera cualquier respuesta posible. Pregunta, que cualquiera
que tenga o haya sido un niño sabe cuál es: ¿por qué? Pues da igual qué revele
a la Nada o qué la Nada revele, donde y como lo haga: todo da igual, si al
decir “esto es así”, luego no sabemos explicar por qué, es así, o está ahí, de una
forma razonable. Pero, y además, en este caso la angustia revela la Nada, y
esta luego revela al ser; ¿cuál es la razón de revelarlo?, o ¿para qué? Pues
más allá de mostrar la angustia como reveladora de la nada (del mismo modo que
yo puedo ver la silueta de un ángel reflejada sobre las aguas) si no sabemos
dar respuesta al por qué, de esa presencia reflejada en el agua, no encontraremos
en aquello revelación alguna: revelación (simbólica) acerca de algo que nos
lleve (quiero decir: llevase a Heidegger) a algo nuevo y que no es el símbolo
observado, sino su significado (de este) entiéndase: a otra cosa y que
Heidegger a partir de su revelación mostrase pudiéndose por todos entender, y
de alguna manera comprobar aquello resultante, sobre todo en tanto a respuestas
a esa nada y qué revela, por qué, y de ese modo, pues de otro modo quedarán
(como el reflejo del ángel en el agua) a la
espera de saber por qué está ahí, y ese ángel en el agua con su presencia qué
nos quiere decir. Pues nada en la tierra, bajo los cielos o sobre estos que
exista, ni en todo el universo, es sin una razón, o razón de ser que lleve a
algo. En nuestro cuerpo no hay una sola célula, átomo o partícula que no tenga
un sentido de “ser-ahí”, precisamente donde está, y la encontraremos siempre al
buscar, haciendo lo que hace: para aquello que es o aplicada a su razón de ser,
y es-ahí, por una buena razón, incluso más allá de aquella que nosotros le
podamos dar o entender: no existe, por tanto, nada sin razón de ser: sin un por
qué, siendo esta (razón) causa primera, que explicara su existencia. "Nada
es sin razón (o fundamento)" y en ella se traduce la insistente pregunta
que ya los niños formulan ¿por qué? (Leibniz). “No creemos conocer algo si antes
no hemos establecido en cada caso el «por qué», lo cual significa captar la
causa primera”. Aristóteles, Física, II, 3 (Gredos, Madrid, 1995, p.
140)). Igualmente, para Schopenhauer: “si un juicio ha de ser una expresión de
conocimiento, debe tener una razón suficiente, por el cual el juicio pueda
considerarse verdadero.”
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