Y miré al cielo y vi una luz azul y eterna que iluminaba formas, destacando reflejos y sombras; pero sentía conmigo algo más, que no alcanzaba a ver ni comprender. Cerré entonces los ojos y oscureciéndose todo, empezaron a desvanecerse sombras y formas en la oscuridad, hasta que frente a mí se consumó aquello que sin límites no alcanzamos a ver pero el corazón distingue. Todo era nada, y lo que era dejó de ser; y lo que antes se descubría ahora se ocultaba al desvanecerse por completo la luz, que en su ausencia revelaba una nada que avanzaba y comparecerá, cuando el universo agonice y la última estrella deje de brillar … sobresaltado, abrí entonces los ojos y comprendí, que era todo ensueño, y como en un espejismo en él no había verdad / y entendí, que es mejor no cerrar por demasiado tiempo los ojos a la luz, cuando miramos dentro de la oscuridad (JM - 16/11/2022)
Hace muchísimo tiempo que las ciencias se olvidaron de la Nada: unas ciencias, cuya razón última es buscar el ente, rechazó y olvidó a la Nada por siglos, por lo que ellos entendían era un buena razón, no existe; y es por ello que la aproximación a la Nada (experiencia, ésta, o como se quiera / cualquiera) hoy les es del todo ajena, pues las ciencias físicas se ocupan y tienen objeto de estudio lo que hay: de lo que es y existe, en un acercamiento a la esencia de toda cosa, y por tanto, no de lo que no-es. “En esta rendida manera de interrogar, de determinar y del fundamentar se lleva a cabo una sumisión al ente mismo, para que se revele lo que hay en él” (Heidegger). Schopenhauer, por cierto, ya percibió esta tendencia a rechazar todo lo relativo a la nada de Occidente: “temen a la Nada, al igual que los niños temen la oscuridad” — pensaba. Sin embargo, luego esa misma ciencia que la ha negado desde siempre, creyó encontrarla en una sustancia; un vacío que, en rigor, no lo está, como la ciencia misma admite. Si bien lo que no admiten es su error, al buscar una explicación fuera, a lo que ha de entenderse desde dentro (por la razon)... en tanto ¿qué es ese vacío?, y que de cierto no-es la Nada, para lo que es preciso cierta comprensión, que iniciada en Parménides se impone incluso hoy en algunas facultades/escuelas de filosofía, señalando, que la Nada no existe y por lo tanto, como tal ‘la Nada’ no se puede ni nombrar o pensar.
Pero de todo ello, curiosamente, observamos que la concepción que tienen los científicos hoy de la Nada —al igual que hace 100 años— es “que saben de la Nada, en la medida precisa, en que de la Nada, nada quisieron saber:”—Heidegger. No entienden, que la ciencia en tanto más entiende de corpúsculos, más sigue ignorando la realidad de su inexistencia, como demuestra que algunos científicos, y siempre por motivos propios, no dejen de nombrarla, mas cuando un científico habla de la Nada, en tanto a Nada absoluta, deja de ser científico, pues es un concepto completamente fuera de su esfera, pareciéndose más a alguien que juega con la bola de un adivino. Por ello, encontramos cierta ambigüedad en el científico/divulgador que habla de la Nada, nombrándola, pero siempre refiriéndose con ella al vacío: tematizan la Nada, por tanto y en tanto a vacío; sin embargo, es la Nada al nombrarla, lo que da a su voz la atención de otros oídos (es este el único y verdadero poder de la nada: su nombre... nombrarla).
Sin embargo, la Nada siquiera por la filosofía habría de ser considerada, vista la deriva, como así entienden aquellas otras escuelas que la niegan, pues es una interpretación del ser, en relación no al ser mismo, sino a la ausencia- absoluta del ser, y antes de ello, concebida como auxilio en tanto de aquello posible anterior al ser (cuando de inmediato observaron, que del supuesto, ya sería entonces algo: aquello anterior al ser). Pero razonada tajantemente, la Nada no puede ser / el no-ser de algo antes presente, pues en ese caso contendría todavía un ser: un haber sido, cuando la nada es la ausencia total de todo ser, en la que no se manifiesta absolutamente nada: tampoco un haber sido (Zubiri); ni haber sido/estado anteriormente al ser, pues el ser es, y ha sido en todo lugar y momento, no desaparece y nunca estuvo ausente sino en apariencia, en un vacío fingido, que como el universo y la ciencia muestra, no lo es, sino (una dinamis/o potencia) del ser: hay por tanto ser y lo hay por tanto en el vacío también, aunque nosotros, con nuestros sentidos no lo podamos ver o entender/ y de lo que hay, se entiende como siendo, pues el ser es siempre ser de lo que hay… y “es todo ser, aquello que está y no está presente; más, ya no se puede o, no nos está permitido saber”.
Pero si no se renuncia a esa aspiración obsesiva a la totalidad, a la santificación de la ciencia omnicomprensiva, no se puede transformar extinguiendo el tejido sensible que implica “reconocer” en todo lo existente, lo inexistente en apariencia también. Así, la renuncia a la construcción de una realidad absurda, que contiene todo: incluyendo a la nada, solo puede descansar, como toda renuncia, en un encuentro y entendimiento primero, de este espejismo (creado por nuestras sin razón) que reconozca finalmente su inexistencia. Es quizá por todo ello, lo problemático de la cuestión, que occidente emprendiese una huida de la Nada que aún hoy en buena parte continúa. Pero el problema es, que en esta época de fisura, lucidez (Paniker) y autorretratos ―cuando nos estamos quedando huérfanos de ideas y acomplejados ante los límites que muestran nuestros instrumentos― aflora de nuevo está sibilina cuestión, como una voz dormida que despertando, se quiere hacer oír, quizá no tanto como alternativa a un deseo de esclarecer, sino más al de ser o aparentar cuando la recurrimos, al punto de pretender monopolizar esta hacia los propios intereses; pues la Nada hoy semeja ese espacio (vació) propicio a nuevos inicios, y nicho para las nuevas ideas: una nada que se hace presente hoy no solo en la negación, sino también en las matemáticas: en el cero; en la física: en el espacio; lo hace en el cambio y en el silencio, acaparando y agotando esferas desde hace tiempo. Luego (agotadas ya todas las esferas,) finalmente, la Nada que le ha de quedar hoy al hombre que no acepta opinión y se cuestiona, es aquella misma Nada que nunca quiso enfrentar, y que quizás, incluso la filosofía tema revelar/ más allá de donde surge/ y entender qué representa esa sombra que sentimos, como un espejismo real: y dejar de ir por fin: “en busca del Unicornio”. Pues Reconocer la nada absoluta, es reconocer su inexistencia.
Consecuentemente, y como primera conclusión de estos textos, encuentro que no hallaremos o, nos toparemos de ningún modo o manera con la Nada, pero y aún en el supuesto de su improbable coexistencia, tampoco podemos encontrar aquello que no-es, buscando lo que es, o en lo que es (existente/el universo) / ni en la ausencia (no presencia-en apariencia) de lo que es, pero nos parece que no-es (el vacio). Pues la nada es ausencia-total y absoluta ( incluso del vacio), y para siquiera poder deducirla (situarla, en tanto como ausencia absoluta e infinita (ausencia de todo), aunque sea como una idea, no podemos buscarla (o mejor: deducirla) en tanto lo que es, o en lo que es: y más bien será preguntándonos [en tanto: aquello que ya no es – en la ausencia (total y absoluta) / en ausencia (supuesta) de algo que fue, y que trasladada a nuestro ámbito, entenderíamos … en la ausencia absoluta, de algo que hoy es, tan absoluto, como absoluta habría de ser la naturaleza de la nada, en tanto a absolutamente… nada )], por lo tanto, revelar lo absoluto/infinito en tanto (absoluto que no-es): infinito, precisará igualmente de lo infinito/absoluto, en tanto a aquello que (absoluto ahora-es) y hasta donde se extiende: igualmente infinito, en el presente existente (o bien en la idea de este), para en su ausencia total y absoluta “revelar” (entre comillas) en su totalidad la Nada total y absoluta: infinita, y la podamos, minimamente, entender. Pues de otro modo: (“El preguntar por la Nada –qué y cómo sea la nada- trueca lo preguntado en su contrario. La pregunta despoja a sí misma de su propio objeto."— ¿Qué es Metafísica? Martin Heidegger, Trad. X. Zubiri. (Hasta aquí Heidegger iba muy bien). Si bien, no vamos ahora a dejar de honestos llegados a este punto, solo por especular y ganar algo de tiempo a los lectores, que mejor podrían estar a otra cosa, pues, entiéndase: revelar la nada será una empresa irrealizable como cumplimiento íntegro del propósito de esta empresa, entendiéndose entonces, que obtendremos a lo sumo una vaga idea concebida, de lo que podría ser esa Nada o, bien, y lo más probable: de su refutación total y para siempre, Pues la nada pensada tajantemente (como ausencia absoluta) no solo no puede ser, tampoco puede ser el no-ser de algo anteriormente presente, pues en ese caso contendría todavía un haber sido; pero la nada —concebida de forma concluyente— es la total ausencia de todo ser, en la que absolutamente nada se manifiesta, y tampoco un haber sido. De modo que hallaremos difícil solución a este problema en la ciencia o la razón, de aquello que no la tiene, ni tiene igualmente, ningún sentido. Y, sin embargo, aquí seguimos, ¿por qué? Pues aunque este ejercicio sea al pensar sin aparente recompensa, como pocas tareas ofrece al esfuerzo que requiere, un paisaje de enfoques y perspectivas donde dada la naturaleza del tema, discurre la mente como si el camino mismo fuese un fin, y comprensión de lo recibido y aportado, caso de aportar algo, fuese, la misma una solución. Pero no nos adelantemos, antes hemos de ver… qué pasa ahora con Heidegger y las posibilidades en tanto de la Nada, su revelación, que este nos muestra y ofrece, junto a otros reveladores, actuales, de la Nada.
SIGUIENTE:
(SOBRE LA REVELACIÓN DE LA NADA EN LA ANGUSTIA Y OTROS REVELADORES DE LA NADA)
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