SOBRE LO HUMANO Y LO DIVINO
ESPIRITUALIDAD
LA ESPERANZA
¿Qué sabe el hombre de sí mismo?
Quién pudiese hoy mirar hacia atrás y a través de una fisura en el tiempo, vislumbrar el devenir, de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ignorancia, enredado en una conciencia soberbia e ilusa. Pero, ¿Qué sabemos nosotros del tiempo?, y menos todavía, ¿Qué sabemos del futuro? ¿Qué sabe el hombre de sí mismo?
Nos hablan del bien y del mal como si fuésemos niños, y pretenden luego personas buenas y malas: como si fuésemos estúpidos… nada tan alejado de la verdad y el hombre, pues el hombre es hombre: animal, primero, y decimos (nosotros) que racional también. Pero en esa racionalidad vemos luego al animal (hombre) más despiadado, y en el animal (hombre) más despiadado, vemos luego lo racional. Lo cierto es que no somos Ángeles ni Demonios, solo somos hombres (personas), con nuestra condición e imperfecciones, con nuestras heridas por las que respiramos: que solo miran al suelo donde pueden decir a un leño: «Padre mío» y a una piedra: «Tú me has parido» (J 2- 26) y sentirse a salvo, pues de mirar arriba, al cielo, ya sabrían que están condenados. Precisamente por ello, baste una situación como la pasada (pandemia), o peor aún: de una guerra como la que presenciamos estos días, para que se revele en nosotros lo que verdaderamente somos, más allá de lo que decimos que somos, o deberíamos, pudiendo ser… Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de la Nada: de ese vacío que queda como una impotencia que ciega y nos destruye, cuando se ha perdido toda esperanza, sucumbiendo al reino de la codicia y la ilusión, renunciando a nuestra naturaleza más espiritual y justa. Lo que queda entonces ahí es una lejanía absoluta del ‘ser’ , pero antes de nuestro propio ser (no se si llamarlo alma): un vacío oscuro que se alimenta de sus mismas sombras y tinieblas: de todo aquello que oscurece el corazón y aleja de la perfección y el amor (y del amor de Dios).
Precisamente esta ausencia de amor y desprecio por todo lo bello y
divino (la creación) propicia que luego el alma se marchite, como un rosal que revela solo
espinos, en aquel hombre demasiado humano y sobrepasado las
propias cargas atávicas: brutalidad y conflictos… así como por la
ausencia manifiesta de amor por la naturaleza, y el prójimo. Con el hombre es siempre lo
mismo: el debilitamiento de
la paciencia prende el combustible de las pasiones, donde los fuegos de la codicia
se expanden; la miseria, la rivalidad, la preponderancia de la envidia, junto
predisposición hacia el fanatismo solo amplifican luego esas llamas. En
definitiva: el hombre y sus
conflictos, caminando de nuevo de la mano, por el camino errado de la crueldad,
que más lo distancia del amor. Incluso
es posible, sobre todo al mirar a nuestro alrededor que pensemos, que la guerra y los fuegos de la codicia están
de nuevo venciendo y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero
recuerda: que el de hoy fue
también un perfecto amanecer... y si alzas la vista por encima de esas
llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer, en la noche o
durante el día, las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate
entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse, y como esas
minúsculas partes de ti sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo
día. Quizás me llames loco, e incluso tengas razón, pero aún con
todo tengo
esperanza en las personas y en ese viento que sopla entre nosotros, sin saber de
dónde viene o adónde va, al observar las obras y los frutos de algunas de
ellas, y luego ver en sus ojos aquello que brilla desde adentro y constituye
el fundamento de la comunión entre todos nosotros, y llamamos amor.
© Derechos de autor 2023 Jordi Maqueda ⟲ Jorge Maqueda Merchán / Jordi Maqueda - Todos los derechos reservados. Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada 3.0 España.
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