¿QUÉ SABE EL HOMBRE DE SÍ MISMO? / Espiritualidad - Sobre lo Humano y la Divino (0) / / Jordi Maqueda ⟲ Jorge Maqueda / Aceuchal - Badajoz, 22 de Enero de 2023

Palabras clave:
  Dios; Religión; Espiritualidad; Signos; señales, Espíritu; Sombra; Reflejo; Conocimiento; Reflexiones; Teorías; Filosofía;


SOBRE LO HUMANO Y LO DIVINO 

ESPIRITUALIDAD

LA ESPERANZA

¿Qué sabe el hombre de sí mismo? 

Quién pudiese hoy mirar hacia atrás y a través de una fisura en el tiempo, vislumbrar el devenir, de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ignorancia, enredado en una conciencia soberbia e ilusa.  Pero, ¿Qué sabemos nosotros del tiempo?, y menos todavía, ¿Qué sabemos del futuro? ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? 

Nos hablan del bien y del mal como si fuésemos niños, y pretenden luego personas buenas y malas: como si fuésemos estúpidos… nada tan alejado de la verdad y el hombre, pues el hombre es hombre: animal, primero, y decimos (nosotros) que racional también. Pero en esa racionalidad vemos luego al animal (hombre) más despiadado, y en el animal (hombre) más despiadado, vemos luego lo racional. Lo cierto es que no somos Ángeles ni Demonios, solo somos hombres (personas), con nuestra condición e imperfecciones, con nuestras heridas por las que respiramos: que solo miran al suelo donde pueden decir a un leño: «Padre mío» y a una piedra: «Tú me has parido» (J 2- 26) y sentirse a salvo, pues de mirar arriba, al cielo, ya sabrían que están condenados. Precisamente por ello, baste una situación como la pasada (pandemia), o peor aún: de una guerra como la que presenciamos estos días, para que se revele en nosotros lo que verdaderamente somos, más allá de lo que decimos que somos, o deberíamos, pudiendo serPero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de la Nada: de ese vacío que queda como una impotencia que ciega y nos destruye, cuando se ha perdido toda  esperanza, sucumbiendo al reino de la codicia y la ilusión, renunciando a nuestra naturaleza más espiritual y justa. Lo que queda entonces ahí es una lejanía absoluta del ‘ser’ , pero antes de nuestro propio ser (no se si llamarlo alma): un vacío oscuro que se alimenta de sus mismas sombras y tinieblas: de todo aquello que oscurece el corazón y aleja de la perfección y el amor (y del amor de Dios). 

Precisamente esta ausencia de amor y desprecio por todo lo bello y divino (la creación) propicia que luego el alma se marchite, como un rosal que revela solo espinos, en aquel hombre demasiado humano y sobrepasado las propias cargas atávicas: brutalidad y conflictos… así como por la ausencia manifiesta de amor por la naturaleza, y el prójimo. Con el hombre es siempre lo mismo: el debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones, donde los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad, la preponderancia de la envidia, junto predisposición hacia el fanatismo solo amplifican luego esas llamas. En definitiva: el hombre y sus conflictos, caminando de nuevo de la mano, por el camino errado de la crueldad, que más lo distancia del amor. Incluso es posible, sobre todo al mirar a nuestro alrededor que pensemos, que la guerra y los fuegos de la codicia están de nuevo venciendo y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero recuerda: que el de hoy fue también un perfecto amanecer... y si alzas la vista por encima de esas llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer, en la noche o durante el día, las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse, y como esas minúsculas partes de ti sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo día. Quizás me llames loco, e incluso tengas razón, pero aún con todo tengo esperanza en las personas y en ese viento que sopla entre nosotros, sin saber de dónde viene o adónde va, al observar las obras y los frutos de algunas de ellas, y luego ver en sus ojos aquello que brilla desde adentro y constituye el fundamento de la comunión entre todos nosotros, y llamamos amor. 

© Derechos de autor 2023 Jordi Maqueda  Jorge Maqueda Merchán / Jordi Maqueda - Todos los derechos reservados. Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada 3.0 España.

No hay comentarios: