I
He
leído (este texto o fragmente se repite para orientarnos) de la mano de un profesor de filosofía del que admiro su esfuerzo, así
como la gratuidad de sus libros —pero con el que desafortunadamente no estoy de
acuerdo en algunas de sus apreciaciones— como que: “la cuestión de la Nada
está implicada en la vida del que la entiende y esto afecta directamente en su
percepción antropológica”. / “Por tanto, concebir al hombre desde la
Nada (entendemos desde esa nada revelada / por Heidegger) propiciará,
que se tenga que replantear la concepción que se tiene sobre lo que es mejor
para el humano mismo, es decir, las ideas sobre lo que significa el desarrollo
o la superación del humano”. Como dije, no estoy de acuerdo con Héctor
Sevilla, es más, apenas entendí nada de lo expresado (aunque esto
tampoco debería extrañarme): bueno, sí, entendí algo, pues algo dice, pero
parecen solo palabras que fuera del texto no llevan a contexto alguno y
concreto de la realidad, o acaso: ¿ya entendimos la nada?, cuando Héctor dice:
“la cuestión de la Nada está implicada en
la vida del que la entiende y esto afecta directamente en su percepción
antropológica”. Estamos hablando de la nada inexistente, que por lo visto
algunos entienden, o, Estamos hablando
de aquella Nada revelada en la angustia por Heidegger; pues parece, en ese
caso, que sabemos muchas cosas de esa Nada, y todo a partir de la experiencia
de aquel, de otro, una experiencia subjetiva en todo caso y una Nada que nos
esforzamos muchos por entender, pero recordemos: partiendo sobre la experiencia subjetiva de la idea reveladora de la
Nada, revelada en la angustia, y todo ello interpretado por Heidegger si no
voy mal encaminado.
II
Hoy
comprobamos, arriba el ejemplo, son muchos son los que hablan de la Nada como
si la conociesen o participan de ella y su revelación: de Heidegger, sin
embargo, si observamos todo sigue igual, respecto a ellos (reveladores de ésta
y acólitos) e, igualmente ocurre con todo el mundo: nada cambió en nuestras
vidas tras revelar el mayor tema dilema, misterio o problema de la filosofía y
de la ciencia de todos los tiempos, y que en caso de ser verdad me parece una
pobre revelación (si es esto posible), habiendo perdido en ello un maravilloso
tiempo ‘en vano’ en algo que para nada alteró o mejoró de ninguna manera sus
vidas o conocimiento, ni las de los demás: una Nada decepcionante en todo caso
(quizá no para escritores y divulgadores soñadores, científicos o filósofos, y
sus cuentas corrientes), cuando en mi modesta opinión, revelar la Nada en tanto
a lo que esta pudiese concernir , o se supone concierne al hombre de su revelación,
debería suponer —por poco que fuese— algún cambio para estos y por supuesto,
para la humanidad (pues al entender la Nada (imaginemos pues) entenderíamos el
ser — imagino, como se propone de heidegger — y su razón de ser, nos dicen) pero no ha sido así.
Ahora,
y antes de seguir, voy a proponer esto: y
si Heidegger, ya no cegado no por lo que buscaba y no sabemos si encontró o no,
sino más preocupado por la premura y el modo a como solo a él le servía
explicarlo ‘racionalmente’, se perdió en el texto y no supo interpretar el
significado o dar sentido a la que fue su revelación…—((especulación mía))—,
pues es, la correcta interpretación de una revelación por a quien se le revela,
la que da sentido a esta. De todos modos, y visto lo explicado por tantos y lo
complicado que resulta desempacar una nada absoluta, entendemos ahora por qué
hemos hecho hoy de la Nada: la desconocida y absoluta, una entrañable conocida muy
fácil de reconocer y manosear, cercana a
nuestra realidad y comprensión, pasando de ser una realidad escalofriante, a
causa de alegría: (encuentre la nada,
le daremos un premio, irá a la tele y publicará un libro). Recuerdo, no
hace demasiado, un par de años, quizás, cuando leí un enunciado en un artículo
científico, escrito por ingenieros, acerca de un descubrimiento y, que por lo
"ingenuo" llamó mi atención: "Logran, por primera vez, medir la
«nada absoluta»" — decía. Lo que me recordó el «cacao absoluto»
que fluctúa en algunas mentes, instruidas o no, al manejar este concepto y que
como vemos es afirmada, incluso "medida" como algo que “es”, es
decir, como “ente” cuando y precisamente no solo "no es" un tipo de
"ente", pues si de algo se distingue la Nada es de todo
"ente" (Heidegger). Pero entonces, a que se debe este desconcierto.
Hemos de recordar primero, que nadie ha descubierto que exista la Nada: no
existe, aunque muchos hablen de ella, es un tema hoy enteramente dado a
la filosofía, a menos que mañana alguien la descubra como cosa: que lo dudo mucho. Eso
sí “vende mucho y muchos libros”.
Pero el problema parece ser ―al escuchar a otras personas― afirmar a la ligera La
Nada sin antes aproximarse críticamente, o siquiera preguntarse por
ella, pues de hacerlo hubieran observado que: “El preguntar por la Nada –qué y
cómo sea la nada- trueca lo preguntado en su contrario (Heidegger - de
nuevo). Y entonces, me pregunto, si no han leído los textos filosóficos sobre La
Nada, si no la conocen ni como idea: de dónde les viene el nombre y ese
vago conocimiento. Y, aquí el problema, cuando encontramos decenas de
(divulgadores / científicos) como el caso de Frank Close (Físico de partículas,
profesor de la Universidad de Oxford, y autor de obras de divulgación como Neutrino
(RBA) o Fin: La catástrofe cósmica y el destino del universo (Crítica).
A quien su obsesión con el vacío y la nada le ha llevado, además de a la
televisión, a escribir dos libros sobre el tema: “The Void” y “Nothing:
A Very Short Introduction”, este último no traducido al español, y al
que tuve que echar un ojo, antes de escribir este texto, si quería ser formal
en mi crítica). Frank Close, afirma lo siguiente: “Desde el descubrimiento de la teoría cuántica, sabemos que en cuanto
intentamos analizar con precisión, sea algo (o la nada) esto se vuelve más complejo y
que, por raro que suene, ahora mismo y en todo momento, entre bambalinas,
surgen y desaparecen, burbujeantes, pequeñas partículas de materia y de
antimateria, su extraño opuesto. Son efímeras, efervescentes… no las notamos,
¡pero ahí están, aunque no las podamos ver! De hecho, la teoría sostiene (y los
experimentos así lo confirman) que siempre están presentes. La imagen moderna
del vacío sería un mar burbujeante de partículas y antipartículas que surgen de
la Nada y desaparecen…”
Cuando
una persona de reputación, como Frank Close, obvia la importancia de llamar a
las cosas por su nombre, al vacío: vacío / a la Nada: Nada y
definir si se quiere, primero, ambos y por separado, encontramos un totum
revolutum, léase: [—en cuanto intentamos
analizar con precisión algo (o la nada) — o esta otra —sería un mar burbujeante de partículas y antipartículas que surgen de
la Nada y desaparecen. Pero ahí hay
algo, aunque lo llamemos Nada.] ((nota: pero si surgen, estas partículas surgen
de algún lugar, aunque él no lo reconozca o detecte, no es la nada: es
ignorancia)). Sin embargo, este tipo de frases “disruptivas” generan
una súbita interrupción en la mente (que quizá antes tenía, aunque fuese de
manera vaga, una diferencia conceptual entre una cosa y la otra) produciendo
una factura en el desarrollo de ambas concepciones, que propiciará una
renovación radical: un nuevo concepto de Nada y el Vacío (que agrupa elementos de
ambos) conjugándose en la mente de quien escucha —armándose esa Nada expuesta a
todos, como un (súpermeme) —desplazando esta nueva Nada (absurda) al
Vacío y la Nada original y absoluta, y en el que la nueva Nada (ya deformada
y adaptada) tomará propiedades de vacío en la mente, sin que ni emisor o
receptor sean siquiera conscientes . Mas cuando esto no solo ocurre una vez,
sino que es repetido una vez y otra en charlas o conferencias y libros: “y encuentran que la probabilidad de contorno,
de llegar a un universo como el nuestro, dando como resultado, que el universo
aparece de la Nada” // o este otro // “ya
que ahora no podemos descartar que nuestro universo se haya creado de la Nada.
Así, el vacío es interesante, y es posible que el universo haya empezado de la
nada, según los físicos y cosmólogos”,(Enrique Fernández Borja; 12 de febrero de
2019) el meme, (esa otra Nada absurda y deformada) y no el concepto de
la Nada Absoluta original, asentará en la sociedad y la cultura como algo natural, si
bien: deformándolo todo. ((El meme, análogo a un gen, fue concebido como una
"unidad de cultura" —una idea, creencia, etcétera, que se
"hospeda" en la mente de uno o más individuos, y puede reproducirse a
sí mismo saltando, de mente a mente—. Así, lo que de otro modo sería
considerado como la influencia de un individuo sobre otro a adoptar una
creencia, es lo entendemos ahora como una "idea-replicadora" que se
reproduce a sí misma en un nuevo huésped, al igual que ocurre con la genética, y
en particular bajo una interpretación dawkinsiana. Y lo mismo ocurre con la
nada de Frank Close, como con la de Heidegger: donde ambos, se olvidaron de la Nada absoluta.
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