GENOCIDIO ARMENIO / Sobre la participación del pueblo Kurdo en el Genocidio armenio / Kurdistán - Armenia

 Jordi Maqueda TEMAS / Notas de Viaje 


En una entrada anterior titulada “Ararat, la montaña del dolor” toqué de forma sesgada el tema del genocidio armenio o Gran Crimen (Մեծ Եղեռն Mec Yełeṙn). Un genocidio que no fue otra cosa que la destrucción de la población armenia por el Imperio otomano, culminando con ello un proceso terrible y catastrófico que buscó la aniquilación total de este grupo étnico, a través de discontinuas, pero recurrentes masacres que comenzaron en 1894-1896, y siguieron en 1909 y que culminaron con el proyecto genocida que se inicia en 1915, y termina en 1918, llevado a cabo por el gobierno de los Jóvenes Turcos.

Sin embargo, en ese texto refiero concretamente un hecho hasta ahora poco conocido, ni siquiera hasta hace poco reconocido oficialmente por las autoridades (aunque algo se va ya adelantando en el tema), referido a “la participación del pueblo Kurdo” en dicha barbarie y, aunque, tentado me he sentido de haber desarrollado más este tema; todavía no me siento autorizado a tratarlo desde una perspectiva completa (no conozco totalmente Armenia actual, sino más el altiplano de la Armenia Histórica, y tampoco he hablado con armenios del tema en la capital—si con kurdos, o al menos lo he intentado sutilmente— aunque, espero poder ir este verano a Ereván (o Yerevan), visitar personas lugares de recuerdo, cerrando así este círculo).

Por el momento me centraré en relación con la participación del pueblo kurdo en dicho genocidio, y en la forma en que se trata o se recuerda este tema actualmente en el Kurdistán, no en Armenia —que como he dicho prefiero esperar—, sino en el propio Kurdistán (región de los hechos: Anatolia Oriental y “el Kurdistán Turco” que conozco y donde por cierto hice algunos amigos) y donde me documenté para este caso, tanto en mi propia experiencia y conversaciones sobre el terreno, bibliografías y publicaciones reconocidas a las que he tenido acceso, y que pienso pueden servir al propósito que pretendo.

Armenian woman and her children from Geghi, 1899 (edit)

Entiendo que este es un tema delicado, que puede levantar ampollas y herir sentimientos, por lo que muchas personas prefieren pasar por encima, como han hecho todos desde antaño: turcos, kurdos, rusos y europeos; sin embargo, nadie puede escapar a la memoria de los muertos, y los mismos kurdos son cocientes de ello. En este sentido se empiezan a escuchar algunas voces al respecto, como la de Özlem Belçim Galip: investigadora Kurda del Institute of Social and Cultural Anthropology de Oxford. Cuya investigación actual, financiada por Horizon2020, refiere principalmente al activismo de las mujeres migrantes kurdas en países europeos de acogida y quien en una entrevista en la revista NOR SEVAN reflexiona sobre la historia de los pueblos que habitan la Anatolia, el genocidio de 1915, y la cuestión actual kurda en la lucha por la paz y la democratización de Turquía, afirmando: “No habrá solución a la cuestión kurda en Turquía, si el genocidio armenio no se reconoce".

En esta línea de reconocimiento y conciliación, durante los últimos años, los ayuntamientos pro-kurdos han promovido iniciativas, a veces de origen privado con el apoyo de las autoridades locales, con el fin de rehabilitar el pasado armenio de la zona: la restauración de la gran iglesia Surp Giragos, en Diyarbakir; impartición de cursos de lengua armenia, la publicación de cuentos armenios, la conmemoración del genocidio cada 24 de abril y, finalmente, las disculpas públicas y oficiales de diputados kurdos por la participación de elementos de su etnia en las masacres. En este contexto, se puede mencionar, igualmente, la carta enviada a Agos por Abdulläh Öcalan (Abdullah "Apo" Öcalan, —político turco, nacionalista kurdo, presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán PKK, y condenado en Turquía a cadena perpetua por cargos de terrorismo y separatismo armado—, en la cual califica la tragedia de 1915 como un genocidio que, tarde o temprano, tendrá que afrontar la República turca.

Pero antes de comenzar es imperativo aclarar algunos detalles, con los que seguramente no voy a hacer muchos amigos ―espero no perder ninguno―en relación con la historiografía kurda, y a aquellos, muchos, que hoy miran el pasado de Oriente Medio a través de unos ojos que parecen padecer un grave problema de memoria sobre el papel desempeñado por su propio pueblo en el genocidio armenio (y asirio), generalmente atribuido a los turcos –sin más detalle- entre 1915 y 1916, durante la Primera Guerra Mundial. Una historia escrita, que de manera muy sesgada ha dejado a los turcos como únicos, malos y genocidas, algo que ha interesado políticamente a los kurdos de hoy día, pues, el sueño kurdo y las promesas imperialistas de un Kurdistán independiente “recuerden esto”: se hicieron sobre el suelo, la sangre y a costa de un millón de  armenios masacrados y otros  deportados de sus propias tierras, por los mismos kurdos que ahora viven en ella y la reclama como propia.

Luego, y por motivos políticos tampoco la historiografía armenia ha sido demasiado explícita al respecto; aunque, y a pesar de lo que digan los historiadores, cualquier hijo de vecino de cualquier pueblo o aldea kurda de Turquía, sabe perfectamente quién cometió el genocidio y cómo se produjo y se sigue hablando con absoluta crudeza de las matanzas, los desalojos y los saqueos de sus vecinos armenios, aunque algunos prefieran no decir nada al ser preguntados por un extranjero o alguien ajeno a la comunidad (como cuando en Estambul me preguntó el camarero de un restaurante de dónde venía y le respondí: del Kurdistán, me respondió: “no sé, no sé ¿qué es el kurdistán?”. Poco menos, que lo mismo que en Dogubayazit, un kurdo me respondió al preguntarle por los armenios: “no sé, no sé ¿quiénes son los Armenios?”

Las respuestas no me sorprendieron, en este país “España” sabemos también mucho de silencio. Pero en capitales como Diyarbakir, Dogubayazit o Van, quienes quedaron fueron los genocidas, por lo que nunca han tenido problema en hablar de ello. Aunque, esas conversaciones nunca salían del entorno cercano: familia, amigos, lugares de reunión de la comunidad. Por lo que los historiadores tardaron un siglo llevar sus grabadoras a las aldeas y registrar los relatos de aquellos kurdos, ya mayores relatando lo sucedido. Por suerte todo esto ya está cambiando, y Al conmemorar el centenario, el año pasado el alcalde de Diyarbakir (capital del Kurdistán turco) prometió la reconstrucción de las iglesias ortodoxas armenias, que eran más numerosas que las mezquitas a principios del siglo XX en la región.

II

 Pero la cuestión del genocidio armenio no solo levanta ampollas en el Kurdistán turco. Igual y cíclicamente lo hace en el panorama internacional. El parlamento uruguayo fue el primero en reconocerlo en 1965. En 2011 la Asamblea Nacional Francesa aprobó una ley que penalizaba negarlo, refutada poco después por el Consejo Constitucional al violar la libertad de expresión y comunicación. España no está entre la treintena de Estados, entre ellos el Vaticano, con declaraciones de reconocimiento y condena a ese episodio, antesala del Holocausto al no servir durante entreguerras su efecto como advertencia, algo asimismo aupado por la manipulación de la nueva Turquía de Ataturk, artífice de un relato amnésico donde se intentaba dar la vuelta a la tortilla con la acusación de crímenes armenios contra turcos.


Lo cierto es que Desde Ankara nunca se negó la pérdida de unos trescientos mil cristianos de esa nacionalidad, solo 300 mil, justificándose por las precarias condiciones de los desplazamientos debidas a la contienda y la existencia de una guerra civil, imposible si se considera cómo los Jóvenes Turcos controlaban todos los resortes del poder desde la ley marcial, válida para vigilar más aún todos los movimientos, potenciar la censura para aislar una provincia de otra, dominar sin paliativos la comunicación y tener todos los ases para precipitar el infierno mediante castigos militares a los rebeldes.

Recientemente, el pasado sábado 24 de abril de 2021, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, reconoció como genocidio el exterminio de más de millón y medio de armenios a manos del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. Con estas palabras se erigía en claro defensor de los Derechos Humanos. La inédita afirmación -en 1981 Ronald Reagan uso los mismos términos y debió rectificar para no agriar las relaciones con Turquía- se hizo en coincidencia con el aniversario simbólico de la tragedia, iniciada desde esa perspectiva el 24 de abril de 1915, en realidad preludio de una acción sistemática contra una comunidad tradicional, arraigada como comunidad religiosa propia pese a no tener casi prerrogativas civiles. Precisamente Aquella noche del 24 de abril de 1915, centenares de intelectuales armenios de Constantinopla, incluso entre estos algunos amigos y compañeros de lucha de los Jóvenes turcos, fueron detenidos, arrestados y aniquilados. Lo que nos hace recordar a más de uno la operación realizada en Polonia tanto por soviéticos como por nazis tras la invasión de 1939. Liquidar la base intelectual es la mejor plataforma para allanar los planes hacia asesinatos masivos y anular atisbos de resistencia.


www.armenian-genocide.org

Entre 1915 y 1916, en plena Primera Guerra Mundial, tuvo lugar uno de los primeros genocidios del siglo XX).  Talat Bajá (Kardzhalí, Imperio otomano, 1874-Berlín, 1921), ministro del Interior otomano, ordenó el asesinato de las élites armenias  de la capital, prosiguiendo en la aniquilación sistemática de la población civil armenia, siguiendo por las numerosas poblaciones de esta nacionalidad de las siete provincias orientales. En un primer momento, los agentes del gobierno reunieron a los hombres de menos de 20 años y de más de 45, los alejaron de su región natal donde les sometieron a trabajos forzados. Muchos de ellos murieron allí mismo. Al principio, el objetivo oficial era el de desplazarlos a ellos y a otros cristianos de las provincias orientales desde Anatolia hacia Alepo y los campos instalados en el desierto de Libia. La Ley Provisional de Deportación, del 27 de mayo de 1915, fija el marco reglamentario de la expulsión de los supervivientes así como el expolio de las víctimas. Durante el verano del mismo año desaparecieron dos tercios de la población armenia bajo soberanía turca. En una última fase, el gobierno de Estanbul -que era entonces la capital- decidió liquidar, de todas las maneras posibles, a los 700.000 desgraciados que sobrevivieron a las llamadas “marchas de la muerte[1],” los cuales fueron concentrados en los campos de Siria.

Este es el texto de un telegrama transmitido por el ministro a la dirección de los Jóvenes Turcos de la prefectura de Alepo:

El gobierno ha decidido destruir a todos los armenios que viven en Turquía. Hay que poner fin a su existencia, por muy criminales que sean las medidas a tomar. No hay que tener en cuenta ni la edad, ni el sexo. No ha lugar para escrúpulos de conciencia aquí.[2]

Ahorcamiento de notables armenios de Constantinopla por parte de la policía otomana el 24 de abril de 1915. Fuente: Comité de Défense de la Cause Arménienne
Las persecuciones continuaron con diversa intensidad hasta 1923 cuando el Imperio Otomano dejó de existir y fue reemplazado por la República de Turquía. Se informó que la población armenia del estado otomano era de aproximadamente dos millones en 1915. Se estima que un millón había muerto en 1918, mientras que cientos de miles se habían quedado sin hogar y refugiados apátridas. Para 1923, prácticamente toda la población armenia de Anatolia Turquía había desaparecido. El Imperio Otomano fue gobernado por los turcos que habían conquistado tierras que se extendían por el oeste de Asia, el norte de África y el sureste de Europa. El gobierno otomano tenía su centro en Estambul (Constantinopla) y estaba encabezado por un sultán que estaba investido con el poder absoluto. Los turcos practicaban el Islam y eran un pueblo marcial. Los armenios, una minoría cristiana, vivían como ciudadanos de segunda clase sujetos a restricciones legales que les negaban las garantías normales. Ni sus vidas ni sus propiedades tenían garantizada la seguridad. Como no musulmanes, también estaban obligados a pagar impuestos discriminatorios y se les negaba la participación en el gobierno. Dispersos por todo el imperio, el estatus de los armenios se complicó aún más por el hecho de que el territorio de la Armenia histórica estaba dividido entre los otomanos y los rusos.

Ahora bien, el genocidio armenio no fue obra exclusivamente de los turcos ya que también participaron en él -ciertamente en mucho menor grado- los kurdos, otra de las nacionalidades oprimidas por el poder centralista de Estanbul. Como veremos más adelante, éste es un asunto que suscita controversia y hay autores que ponen en solfa su verosimilitud.


Según afirma el historiador Adnan Çelik, durante la Primera Guerra Mundial, las persecuciones contra los armenios también tuvieron lugar en Diyarbakir, la ciudad kurda más importante bajo dominio otomano. El valí[3], el doctor Mehmed Resid  Bey (? Imperio ruso, 1873-1918, uno de los fundadores del Comité Unión y Progreso en Diyarbakir) con la complicidad de la burocracia, de los notables y de las milicias, amén de  la anuencia de las tribus kurdas  y de los dignatarios religiosos fueron los protagonistas de la represión. El arresto masivo de las élites armenias empieza veinte días más tarde, el 11 de mayo de 1915. Posteriormente, el conjunto de los habitantes de dicha etnia de la localidad de Diyarbakir son deportados y masacrados.

En total, según el censo del patriarcado de Constantinopla de 1914, 49 localidades albergaban a 106 867 armenios.[4]

El papel relevante jugado por el valí Resid ha sido subrayado por varios investigadores e historiadores. Prueba de ello es el telegrama que él envió el 3 de marzo de 1915 a Talat Bajá, el ministro del Interior, antes de su designación como valí de Diyarbakir: “ Cuento poner en práctica los medios más expeditivos contra los armenios.” De hecho, el nombramiento oficial del doctor Resid como valí de Diyarbakir el 25 de marzo de 1915 no era ajeno, para Çelik, a las decisiones que acababa de tomar el  comité central del CUP (Comité Unión y Progreso), nombre oficial de los Jóvenes Turcos, en relación a los armenios. En efecto, en otro telegrama expedido por el valí Resiad al Dahiliye Nezareti (Ministerio del Interior turco), el 28 de septiembre de 1915, indicaba que 120 000 armenios habían sido deportados de Diyarbakir bajo sus órdenes.

Según el historiador franco-armenio Raymond Kévorkian, en Diyarbakir, la mayoría de los deportados de la ciudad fueron masacrados mucho antes de llegar a sus puntos de confinamiento. Y no tan solo los de la urbe, sino también aquellos procedentes de los convoyes de otras regiones, dado que dicha localidad era lugar de paso de la mayoría de las caravanas que se dirigían al desierto de Siria.[5]

Jugaron un papel relevante en la persecución los cendirmeyên bejik (guardias campestres o milicianos kurdos). Entre sus misiones estaban las de reunir a los armenios, atacar los convoyes de deportados, capturar y matar a los que se ocultaban en escondites, etc. Se trataba mayoritariamente, de hombres de más de 45 años (los que tenían entre 20 y 45 habían sido movilizados). Muchos eran agricultores pobres sin filiación tribal y no muy numerosos, ya que en cada pueblo había solamente dos o tres de ellos.

Çelik, en su investigación, recoge testimonios verdaderamente sobrecogedores como el de Rabia, la nieta de un superviviente. Su abuelo, Dikran, tenía trece años en el momento del genocidio. Fue salvado por el muxtar (autoridad de la ciudad o del barrio ligada a la prefectura) de Serdê poco antes de que su convoy fuera masacrado. Posteriormente fue islamizado y rebautizado Hasan.

Me acuerdo de que mi abuelo me decía: ‘Los alrededores de la cueva estaban completamente recubiertos de dedos cortados. Desde el momento que las espadas iban a abatirse sobre sus gargantas, las manos [de las víctimas]  se ponían en el cuello para protegerlo. Es por eso que hay tantos dedos cortados”. Según mi abuelo, los gemidos continuaron oyéndose en esa cueva durante mucho tiempo. Su turno todavía no había llegado, había otros antes que él. [Un muxtar que se encontraba allí] se acercó a mi abuelo y le pidió al comandante: “Mi comandante, ¿podría darme a aquel para que lo convierta en pastor?” Y el comandante le respondió: “Ve, cógelo y llévatelo’. De esta forma mi abuelo se salvó por pura casualidad.[6]

Mapa de la región en 1915.Fuente: Armenian National Institute, Washington.

Sobre el papel de los kurdos en el genocidio de su pueblo, el periodista Irfan Aktan en declaraciones a la plataforma armeno-turca Repair en el 2014 manifestó lo siguiente:

Las razones de esta situación [la participación kurda en las masacres] merecen ser estudiadas. Me parece que la orientación, poco después del genocidio, de la persecución estatal contra los kurdos ha jugado allí un papel. En el proceso de participación de estos en el genocidio armenio, fueron determinantes dos factores: el miedo y la prosperidad. Los kurdos fueron convencidos por el gobierno de Estanbul que los armenios iban a crear su estado y que este iba a oprimirles a ellos. Se les anunció también que el “botín” que quedaría  después de la deportación de los armenios sería compartido con ellos. Sin embargo, justo después del genocidio, los Kurdos conocieron, a su vez, conocieron a su vez,, la persecución del Estado.[7]

Como se ha comentado antes, numerosos armenios vivían en localidades consideradas hoy kurdas. Es el caso de Diyarbakir, Van, Bitlis y Mus antes del genocidio puesto que no eran una minoría. Ellos representaban solo uno de los muchos grupos que habitaban en estas llanuras y montañas junto a los asirios, los árabes y los kurdos.

En la actualidad, sin embargo, Diyarbakir, com más de 1.700.000 habitantes, no tiene ninguna comunidad armenia. Aquellos que sobrevivieron al genocidio emigraron  a Constantinopla o al extranjero y las familias que se quedaron abandonaron la ciudad en los años cincuenta y sesenta. Solo permanecen en la urbe los llamados “armenios ocultos”, esto es, los descendientes de los que se convirtieron al Islam para salvar sus vidas,  o bien de niños de esa etnia que fueron salvados de las masacres por soldados otomanos o kurdos y que fueron educados como musulmanes.[8]

Hay que recordar que los kurdos vivían en un territorio fronterizo, en una especie de no man’s land entre los imperios ruso, turco y persa. La expansión del Imperio otomano y el crecimiento demográfico presionaron a una población, en buena parte  nómada, empujándola hacia zonas habitadas por armenios, entre otras etnias no kurdas, que eran sedentarias.

Ese movimiento de población, según  el investigador y activista Juan Manuel Olarieta, fue alentado  por el gobierno de Constantinopla, en un proceso paralelo al que Rusia llevó a cabo con los cosacos Los otomanos crearon también las Hamidiye Alaylan, las brigadas de caballería kurda como refuerzo fronterizo contra los rusos y los persas.

Los campesinos armenios fueron sometidos al saqueo en forma de pago de cuantiosos impuestos  y, luego, al expolio de sus tierras. Estaban obligados a pagar el hafir a los kurdos, una especie de tributo a cambio de asegurarles sus vidas y haciendas.

En el 2009, el presidente del Consejo Kurdo de Armenia, Knyaz Hasanov, reconoció la intervención de su pueblo en el genocidio si bien matizó que se trató de casos aislados, no de la nación kurda como tal. Otros, como el presidente del Parlamento kurdo en el exilio circunscriben la responsabilidad a “algunas tribus kurdas.” Para Olarieta, esta es una manera fácil de esquivar culpas ya que, según afirma, no tiene sentido sostener que el genocidio sea solo parcialmente atribuido a los kurdos y, al mismo tiempo, responsabilizar a todos los turcos de las masacres.[9]
Asimismo, el periódico kurdo editado en Estambul Özgür Gundem[10] (clausurado después del golpe de Estado del 2016) también presentó sus excusas al pueblo armenio por el silencio y la complicidad en el genocidio. Y no es el único medio que lo ha hecho. Otros como el Herald KurdeKomar (editado en Suecia) o Kurde han seguido la misma línea de reconocimiento de la responsabilidad kurda en las masacres.

Mención aparte merece la ensayista y periodista sueca de origen kurdo Dilsa Demirbag-Sten quien, en el 2006, publicó un artículo en el Dagens Nyheter sobre la implicación kurda en el genocidio en contra de los cristianos en el cual relataba que todavía tenía pesadillas de las mujeres armenias violadas y asesinadas.[11]

Más recientemente, el 18 de abril del 2020, Firat Aydinkaya, exabogado de Abdullah Öcalan (Ömerli, Mardin, Turquía, 1949) y escritor, publicó un artículo titulado “Los armenios. El genocidio y los kurdos en ocho preguntas”. El escrito apareció inicialmente en nuptal.net y provocó una discusión entre los kurdos en las redes sociales. Los círculos conservadores atacaron al autor por retratarlos a ellos, los “inocentes,” como los principales perpetradores de la masacre, ignorando el papel de los Jóvenes Turcos  del CUP (Comité Unión y Progreso), verdaderos responsables, a su juicio, del genocidio. Los sectores liberales y de izquierdas, sin embargo, sí que reconocían la implicación kurda.

Ayndinkaya hace uso de conceptos como “militarismo de saqueo”, “economía de botín” y “burocracia genocida.” Enumera a varios notables kurdos conocidos- afirma el periodista Abdulmesih BarAbraham-o como él- Ayndinhaya- lo describe “la máquina que hizo posible el genocidio”. En un artículo que analiza las declaraciones de Ayndinkaya y la reacción ante ellas, el reportero Feyzi Çelik profundiza en su concepto de “burocracia genocida”:

Burocracia significa una organización creada por decisión política del estado oficial turco. […] Como es sabido, a principios del siglo XIX se estableció una estructura administrativa centralizada basada en provincias para proteger al imperio multinacional de las influencias nacionalistas. El cuerpo principal de la burocracia del genocidio se creó en el marco de este sistema administrativo. Los gobernadores de las ciudades y distritos provinciales eran los líderes naturales de esta burocracia. También tenían pies locales. Según la época, y a diferencia de otras naciones del imperio, los kurdos se veían a sí mismos como parte de la comunidad islámica del estado otomano. Estaban unidos al califa.[12]

   Los Jóvenes Turcos. Fuente: Géographie, Histoire GEO, 05/12/2019

Aun así Firat Ayn sostiene que “mientras que las decisiones de genocidio o deportación fueron tomadas [por la CUP], no se tuvo en cuenta la opinión ni se contó con la aprobación de los kurdos. En otras palabras, los kurdos no participaron en la decisión del genocidio. Sin embargo, aunque la decisión se adoptó sobre el terreno, una parte importante de ellos estuvo involucrada en este vergonzoso crimen.” Y añade que, a través de la Comisión dequí Investigación,[13]los kurdos formaron parte de la burocracia local del genocidio en la mayoría de los lugares. Esto, para el periodista, “nos dice al menos dos cosas. Primero, si no hubiera existido implicación en Kurdistán, la decisión no se hubiera aplicado tan efectivamente. En segundo lugar, la presencia de estos colaboradores  en los centros provinciales manipuló fácilmente la actitud y la postura de la ciudadanía sobre este tema”.

Por lo que hace referencia al fenómeno de la ignorancia sobre lo que estaba pasando aducido por algunos líderes kurdos,  a un supuesto engaño por parte del Estado, Ayn manifiesta su disconformidad en estos términos:

Aquí es necesario preguntarse qué es lo que no sabían ¿Matar a una persona, quemar a un pueblo en los establos y destruirlo es algo relacionado con la conciencia? Además de eso, ¿solo los ignorantes matan? Por tanto, “la literatura de la ignorancia” es una especie de doctrina de empatía, una especie de documento de blanqueo que dice “entender a los kurdos involucrados en los incidentes.” Sin embargo, para la gran mayoría de los que participaron en progromos y genocidios, especialmente, los kurdos de Hamidiye, es más correcto decir  que “lo sabían, y precisamente por eso lo hicieron.” A los que efectuaron este trabajo les gustó la idea que matar a los armenios les traería prestigio en la comunidad, poder ante otras tribus, aceptación ante el Estado, apoderamiento de la tierra y plusvalía,compartir relaciones de propiedad y, finalmente, tener los medios de producción.[14]

Julián Casanova, por su parte, en Una violencia indómita. El siglo XX europeo (Crítica, 2020)  se remonta a las masacres sufridas por los armenios a finales del XIX para poner de relieve que, ya entonces, hubo participación kurda den las mismas.

[…] En 1894, kurdos y tropas otomanars destruyeron pueblos matando indiscriminadamente a todos los armenios que encontraron. En diciembre del año siguiente, más de tres mil armenios fueron quemados vivos en la catedral de Urfa y más asesinatos en masa tuvieron lugar en Constantinopla y Asia menor.

Esas masacres, ocurridas entre 1894 y 1895 , denominadas hamidianas, por ocurrir bajo el mandato del sultán Hamid, quien las consintió y amparó, causaron decenas de miles de víctimas -cerca de trescientas mil, según las investigaciones más recientes- y protestas políticas y diplomáticas. […] Según el informe de un diplomático ruso, en 1901, los supervivientes armenios en Sassoun  subsistían en una “casi dependencia feudal” de los kurdos locales. “Cada armenio es asignado a algún kurdo y obligado a trabajar para él; los kurdos venden a sus siervos cuando necesitan dinero; si un kurdo mata a un siervo, su señor se venga matando a un siervo perteneciente al asesino.[15]

Hay investigadores, sin embargo, que consideran que se ha exagerado-e incluso inventado- la implicación kurda en el genocidio armenio. Es el caso del historiador de esta etnia Sedat Ulugana.

En un artículo sobre la participación de su pueblo en las masacres, el autor empieza con esta frase: “ El esclavo que no puede decir nada a su amo, es capaz de llegar a creerse su culpabilidad por el crimen cuya responsabilidad le ha sido atribuida.”

Ulugana afirma no creer que el Imperio otomano no hubiese tenido una agenda secreta en relación a los armenios y manifiesta su disconformidad con las tesis de ciertos círculos que defienden que “la masacre se produjo de forma espontánea durante los años de guerra” El genocidio contiene conceptualmente un programa uniforme y un marco disciplinado. Sin embargo, cuando se observan las masacres contra los armenios, las “deficiencias del plan” salen a la luz. El motivo principal es que la voluntad de los territorios locales prevalece sobre la del gobierno central Eso no es algo específico que se diera durante las matanzas de armenios, sino que constituye una antigua característica de  una administración otomana indisciplinada. Es precisamente desde aquí, del punto en que la voluntad territorial se hace visible, que parte- siempre según Ulugana- la tentativa de cargar sobre las espaldas de los kurdos la responsabilidad del genocidio.

Para el historiador kurdo, con la excepción de algunas familias de la élite de su pueblo originarias de los regimientos hamidianos, a principios del siglo XX predominaba un espíritu de solidaridad y de vida común entre kurdos y armenios. No hay que olvidar, por supuesto, las expediciones de pillaje y los homicidios en masa de los regimientos hamidianos durante este periodo ya que estos no solamente organizaron expediciones de pillajes contra los armenios sino que atacaron igualmente a las tribus que no encontraban su lugar en el sistema hamidiano.

La monarquía constitucional de 1908, es decir, el régimen revolucionario de los “Jóvenes Turcos” se corresponde con un momento de ruptura importante en las relaciones kurdo- armenias así como en toda la esfera otomana.

Antes de esta fecha, prosigue Ulugana, los kurdos hamidianos que era fieles servidores del califato y del Imperio otomano, fueron acusados en 1908 de “colaboradores criminales del régimen cruel de Abdulhamid “ y tildados de “reaccionarios anticonstitucionales y anti-progreso.” Hasta 1908,  mientras que los armenios eran para el Estado dañinos,  pasadas estas fechas  fueron progresivamente considerados como “víctimas del régimen hamidiano.” Y, sin ningún género de duda, el arquitecto de esta transformación fue la organización Tasnaksütyun [Dashnaksutyun: La Federación revolucionaria armenia, la FRA].

De esta manera, Rupen Pacha, uno de los cuadros de la organización Dashnaksutyun, que combatía las tropas otomanas  en la llanura de Mus, bajó a Mus al conocer unos días más tarde la proclamación de la nueva constitución de 1908. Aplaudido por la población de la localidad se unió a Ômer Naci y a su desfile militar en la ciudad. Ulugana pone de relieve que Naci se convertirá en uno de los altos cuadros de la Organización Especial (Teskilat.i-Mahsusa) implicada en el genocidio armenio. A su vez este se codea con Hodja Ilyas Sami, descrito como  el “organizador provincial” del genocidio. Además, Hodja Ilyas Samir que  no reinvindicó nunca su kurdicidad y Keagäm Garabetyan fueron conjuntamente y sin discontinuidad elegidos en la Cámara de diputados  como parlamentarios del distrito de Mus, en el seno de la alianza del Comité Unión y Progreso (CUP) y la organización Dashnaksutyun (1908-1914)

En conclusión para Sedat Ulugana, durante todo este proceso serán de ahora en adelante los kurdos, particularmente, los regimientos hamidios, los chivos expiatorios. Y uno de los principales impulsores del mismo es, desde su punto de vista, precisamente, Aydinkaya. El énfasis que pone este en el hecho de que durante el genocidio, oficiales de origen kurdo estuvieran presentes en las filas del ejército otomano (lo que explicaría su posterior implicación en el mismo) es cuestionado por Ulugana. Y aporta como argumento que entre los militares del ejército de Estanbul había también oficiales de origen armenio, como Toroslan, decenas de árabes y de turcos, albaneses, bosnios, circasianos, etc. que se encontraban igualmente en los frentes de guerra. Cibranli Halit Bey, (Varto, Mus, Anatolia oriental, 1882- Bitlis, 1925), militar otomano de origen kurdo, acusado durante muchos años de haber dado apoyo e incluso organizado el genocidio, estaba , en realidad, en el frente palestino, lejos de las zonas donde vivían los kurdos y los armenios. No llegará a la región hasta 1916  y salvará, según Ulugana, a cientos de civiles armenios de las manos de  Halit Karsialan, comúnmente conocido como Deli Halit Pacha, (Besiktas, Estambul, 1883- Ankara, 1925)  (que sería condecorado después de la contienda con la Medalla  de  la de Guerra de la Independencia) cerca de Kars y los conducirá hasta las tribus Aras. Además, salvaron  a Kadri Cemil Pacha  e Ihsan Nury y rescataron, igualmente, a cientos de civiles armenios en los alrededores de Igdir.

Es evidente que la participación de parte de los kurdos en las masacres -al nivel que fuera y al margen que quien las incentivara fuese el Imperio otomano- ha dejado huella  en la  memoria colectiva. Adnan Çelik, al respecto se refiere a expresiones todavía muy usadas por los habitantes de la zona como “cien años de maldición” o “cien años de suspiros y remordimientos. ”Los malos tratos infligidos por elementos kurdos a los armenios han dado lugar a la transmisión de una memoria colectiva negativa impregnada de culpabilidad aún muy viva en Diyarbakir». “Cien años de maldición” que atormentarían a los kurdos a causa de su implicación en las atrocidades de 1915; he aquí una representación extremadamente extendida y que se expresa hoy en pleno día en Diyarbakir. No pocos acontecimientos negativos son considerados, de alguna manera, como una represalia del destino por las injusticias cometidas aquellos años. Así, por ejemplo, la expropiación de los bienes raíces kurdos que se habían beneficiado de los espoliados a los armenios, o  la razón de la extinción de la última generación de sus familias.

Çelik encuentra, además, paralelismos entre las representaciones colectivas  que se dan actualmente entre los habitantes de Diyarbakir y las de los cristianos de la época, testigos directos de las masacres. Se encuentra, por ejemplo, esta dimensión mesiánica, en el sentido de Walter Benjamin en las historias de dos dominicanos,  Hyacinthe Simon y Jacques de Rhétoré, que habían asistido al genocidio de Mardin (en el SE de la  actual Turquía en el límite con la frontrera siria). Hyacinthe Simon cuenta que una epidemia afectó la localidad a inicios de diciembre de 1915 y  provocó la muerte de numerosos musulmanes:

La venganza de Dios ha empezado exactamente seis meses después del arresto de las élites cristianas de Mardin el 3 de diciembre de 1915 […] Incluso los no cristianos lo esperaban:”Dioban, una mujer musulmana decía:”El miedo y la muerte están sobre nuestras cabezas, todos los musulmanes son responsables, sí; eso es todo” Otra musulmana: “Dios nos castigará severamente y continuará castigándonos” Y otra más: “Hemos hecho muchas cosas contra los cristianos. Dios no nos perdonará.[16]

  La iglesia Surp Giragos en Diyarbakir, el templo armenio más grande del Medio-Oriente, fue  reabierto en el 2012 después de 32 años sin que se celebrase culto.                       Fuente: Les non-musulmans. Timeline Turkey.

En los últimos años, los ayuntamientos pro-kurdos han promovido iniciativas,  a veces de origen privado pero con el apoyo de las autoridades locales, con el fin de rehabilitar el pasado armenio de la zona: la restauración de la gran iglesia Surp Giragos, en Diyarbakir; la impartición de cursos de lengua armenia, la publicación de cuentos armenios, la conmemoración del genocidio cada 24 de abril y, finalmente, las disculpas públicas y oficiales  de diputados kurdos por la participación de elementos de su etnia en las masacres. En este contexto, se puede mencionar, igualmente, la carta enviada a Agos por Abdulläh Öcalan en la cual califica la tragedia de 1915 como un genocidio que, tarde o temprano, tendrá que afrontar la República turca.

   BIBLIOGRAFÍ

AAdnan, Çelik “Mémoire du génocide des Arméniens à Diyarbakir: une présence par l’absence.” En: Varai. Études arméniennes contemporaines, nº 7, 2016, p.7-37. Disponible en: https://journals.openedition.org/eac/975
Aktan Irfan“L’identité kurde est marquée par l’oppression et la résistance, le silence et le cri.” En: Repair, 14/05/2014. Disponible en: https://repairfuture.net/index.php/fr/l-identite-point-de-vue-de-turquie/l-identite-kurde-est-marquee-par-l-oppression-et-la-resistance-le-silence-et-le-cri
BarAbraham , Abdulmsesih “El papel de los kurdos en el genocidio armenio y sirio.” En:Seyfo Center.Assirian Genocide Research Center, 23/05/2020. 
Casanova, Julián“La semilla de 1914” Una violencia indómita. El siglo XX europeo. Barcelona: Crítica, 2020, p. 65.
Fréderike Geerdink “Los kurdos en Turquía expían su papel en el genocidio armenio.” GlobalPost.22/09/2020 GlobalPost. Disponible en: www.pri.org./stories/kurds-turkey-atone-their-role-armenian-genocide.
Larané, André “24 avril 2015. Le génocide arménien.” En: herodote.net. Le média de l’histoire, (consulta 26/09/2020).
Disponible en: https://www.herodote.net/24_avril_1915-evenement-19150424.php
Olarieta, Juan Manuel “La participación de los kurdos en el genocido armenio.” En: Agenda Roja Valencia 12/06/2016. https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2016/06/la-historiografia-kurda-y-los-que-miran.html

NOTAS

1 En los pueblos que fueron privados, semanas antes, de sus notables y de sus hombres jóvenes, los militares y la policía reunieron a las mujeres y a los niños que fueron agrupados en largos convoyes y enviados a Deir ez-Zor, junto al Éufrates, una región desértica de la Siria otomana.
André Larané “24 avril 2015. Le génocide arménien.” En: herodote.net. Le média de l’histoire, (consulta 26/09/2020).
Disponible en: https://www.herodote.net/24_avril_1915-evenement-19150424.php
2 Ibidem.
3 En algunos Estados musulmanes, gobernador de una provincia, o de una parte de ella.
https://dle.rae.es/val%C3%AD
4 Adnan Çelik “Mémoire du génocide des Arméniens à Diyarbakir: une présence par l’absence.” En: Varai. Études arméniennes contemporaines, nº 7, 2016, p.7-37. Disponible
en: https://journals.openedition.org/eac/975
5 Ibidem
6 Ibidem
7 Irfan Aktan “L’identité kurde est marquée par l’oppression et la résistance, le silence et le cri.” En: Repair,
14/05/2014. Disponible en: https://repairfuture.net/index.php/fr/l-identite-point-de-vue-de-turquie/l-identite-kurde-est-marquee-par-l-oppression-et-la-resistance-le-silence-et-le-cri
8- Fréderike Geerdink “Los kurdos en Turquía expían su papel en el genocidio armenio.” GlobalPost,22/09/2020 GlobalPost. Disponible en: www.pri.org./stories/kurds-turkey-atone-their-role-armenian-genocide.
9 -J Juan Manuel Olarieta “La participación de los kurdos en el genocido armenio.” En: Agenda Roja Valencia 12/06/2016. En: https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2016/06/la-historiografia-kurda-y-los-que-miran.html
10- La Agenda Libre.

11 “Reconocimiento kurdo del genocidio armenio” En: Wikipedia.The Free Encyclopedia. 
(consulta25/10/2020)Citado por: Abdulmsesih BarAbraham “El papel de los kurdos en el genocidio armenio y sirio.” En: Seyfo Center.Assirian Genocide Research Center, 23/05/2020.
13- Se trataba de un organismo que establecido en las ciudades y que llevaba a cabo, la planificación, el tranporte y lagestión del genocidio. Según el periodista Abdulmesih BarAbraham, su funcionamiento era muy eficaz.
14 Ibidem.
15 Ben Kiernan, Blood and Soil. A World History of Genocide and Extermination from Sparta to Darfur.p.44Citado por:Julián Casanova “La semilla de 1914” Una violencia indómita. El siglo XX europeo. Barcelona: Crítica, 2020, p. 65.16 H.Simon, 2008, p.196. Citado por: Adnan Çelik “Mémoire du génocide des Arméniens à Diyarbakir: une présencE par l’absence.” En: Varai. Études arméniennes contemporaines, nº 7, 2016, p.7-37. Disponible en:https://journals.openedition.org/eac/975
[1] En los pueblos que fueron privados, semanas antes, de sus notables y de sus hombres jóvenes, los militares y la policía reunieron a las mujeres y a los niños que fueron agrupados en largos convoyes y enviados a Deir ez-Zor, junto al Éufrates, una región desértica de la Siria otomana.
André Larané “24 avril 2015. Le génocide arménien.” En: herodote.net. Le média de l’histoire, (consulta 26/09/2020).Disponible en:
https://www.herodote.net/24_avril_1915-evenement-19150424.php
[2] Ibidem.
[3] En algunos Estados musulmanes, gobernador de una provincia, o de una parte de ella.
[4] Adnan Çelik “Mémoire du génocide des Arméniens à Diyarbakir: une présence par l’absence.” En: Varai. Études arméniennes contemporaines, nº 7, 2016, p.7-37. Disponible en: https://journals.openedition.org/eac/975
[5] Ibidem.
[6] Ibidem
[7] Irfan Aktan “L’identité kurde est marquée par l’oppression et la résistance, le silence et le cri.” En: Repair, 14/05/2014. Disponible en: https://repairfuture.net/index.php/fr/l-identite-point-de-vue-de-turquie/l-identite-kurde-est-marquee-par-l-oppression-et-la-resistance-le-silence-et-le-cri
[8] Fréderike Geerdink “Los kurdos en Turquía expían su papel en el genocidio armenio.” GlobalPost,
22/09/2020 GlobalPost. Disponible en: www.pri.org./stories/kurds-turkey-atone-their-role-armenian-genocide.
[9] Juan Manuel Olarieta “La participación de los kurdos en el genocido armenio.” En: Agenda Roja Valencia 12/06/2016. En: https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2016/06/la-historiografia-kurda-y-los-que-miran.html
[10]La Agenda Libre.
[11]“Rconocimiento kurdo del genocidio armenio” En: Wikipedia.The Free Encyclopedia. (consulta25/10/2020)
En: https://en.wikipedia.org/wiki/Kurdish_recognition_of_the_Armenian_Genocide
[12]Feyzi Çelik Citado por: Abdulmsesih BarAbraham “El papel de los kurdos en el genocidio armenio y sirio.” En: Seyfo Center.Assirian Genocide Research Center, 23/05/2020. 

[13]Se trataba de un organismo que establecido en las ciudades y que llevaba a cabo, la planificación, el tranporte y la
gestión del genocidio. Según el periodista Abdulmesih BarAbraham, su funcionamiento era muy eficaz.
[14]Ibidem.
[15] Ben Kiernan, Blood and Soil. A World History of Genocide and Extermination from Sparta to Darfur.p.44. Citado por: Julián Casanova “La semilla de 1914” Una violencia indómita. El siglo XX europeo. Barcelona: Crítica, 2020, p. 65.
[16]H.Simon, 2008, p.196. Citado por: Adnan Çelik “Mémoire du génocide des Arméniens à Diyarbakir: une présence par l’absence.” En: Varai. Études arméniennes contemporaines, nº 7, 2016, p.7-37. Disponible en:

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