Abril de 2021 / Mérida - Badajoz / Foto: jorge Maqueda |
En 1971, John Rawls publicó su obra Teoría de la Justicia, que reincorporó al núcleo central del pensamiento político unas apremiantes exigencias de justicia, que produjo una amplia revitalización del pensamiento político de la segunda mitad del siglo xx, por entonces estancado, si no desahuciado, por los diferentes positivismos, y donde quedaron por fin apuntaladas dos de las principales condiciones de posibilidad práctico-teóricas para la reconstitución, disciplinar o transdisciplinar, del filosofar político. A grandes rasgos, la teoría de Rawls considera que los principios de justicia son objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa. Luego el objetivo es combatir y superar el utilitarismo/materialismo planteando que una teoría, que por más elocuente que fuere, deberá ser rechazada o revisada si no es verdadera/ verdadera en tanto a justa, entenderemos, pues lo único que permite que toleremos una teoría errónea o injusta es la falta de una mejor, e igualmente el desconocimiento: saber, que podemos crear una sociedad mejor y más justa; pero,[no consistente (como se hace hoy para superar las deficiencias de una teoría de la justicia Kantiana) en una adaptación hermenéutica retrospectiva de los principios normativos a la estructura existente de las instituciones, o a las convicciones morales imperantes, sin dar el paso adicional de identificar su contenido mismo corno racional o justificable. En el pasado reciente se pueden mencionar los trabajos (Michael Walzer, David Miller y Alasdair Maclnryre) que demuestran el impulso de superar teorías de la justicia puramente normativas y, con ello, que los esfuerzos por acercarse nuevamente al análisis de la sociedad nunca se detuvieron. ― Axel Honneth - Introducción a La teoría de la justicia como análisis de la sociedad]
Sin embargo,
una de
las grandes limitaciones que sufre la filosofía actual española / si se quiere
la filosofía política actual es estar desacoplada de toda realidad social y,
por tanto, del análisis mismo de la sociedad española, y fijada en aquellos principios,
tan suyos y puramente formales (institucionales, subvencionados y alejados de
toda crítica). Esto no quiere decir que no sea tarea apremiante, y urgente el análisis
de aquellas situaciones dadas y reglas normativas, que nos permitan medir la
legitimidad moral, principios y fines, dentro del orden establecido, impuesto
(recordemos: a la fuerza, por decreto) en sociedad actual Española, pues estos
principios y fines, hoy generalmente se
establecen aislados de la eticidad (o conjunto de acciones que merecen el
calificativo de "buenas", así como los valores que caracterizan la
misión) y las prácticas de las instituciones del estado, para solo
"aplicarlos" secundariamente a la realidad social, como quedó bien
demostrado en 2020.
De
modo, y a mi entender, el núcleo constitutivo del mejor filosofar político será
aquel que incorpora el análisis del poder (del abuso del poder y los intereses
ocultos) desde la perspectiva de la justicia: todo filosofar político lo es,
cuando tiene como punto de partida la reflexión comprometida y crítica, sobre
la injusticia social y sus secuelas concretas sobre los individuos. No obviando,
que la política se ha convertido (y por algo será) en una de las actividades
humanas más presente y a la vez desacreditada de la vida social española. Precisamente
en los últimos años de la primera década del siglo XXI en España era un lugar
común el hecho de que su ciudadanía percibiese la política (junto a la clase
política y los partidos políticos) como la fuente principal de sus mayores
problemas (véanse los diferentes «barómetros» del CIS de los años 2008-2011).
Al resumir el informe Jóvenes españoles 2010 de la Fundación Santa María, la
prensa española entresacaba lo siguiente respecto a lo que piensan los jóvenes
de los políticos: «Buscan antes sus propios intereses o los de su partido que
el bien de los ciudadanos (71%)» y «anteponen los intereses de las
multinacionales, los bancos y los grandes grupos de presión a los intereses de
los ciudadanos (66,7%)» (Véase, por ejemplo, El País 24-11-2010). Esto no
cambio en 2021, más empeora cuando (murcia.com/ver
noticia) advierte: que más del 75% de los jóvenes
valencianos y murcianos cree que los políticos anteponen los intereses de las
multinacionales, bancos y grandes grupos de presión a los intereses de los
ciudadanos.
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