(LA PESTE - 00) - LA INDUSTRIA CULTURAL / Jordi Maqueda

la industria cultural

Dentro del mismo análisis y de la contradicción que supone el suicidio de cara a la sociedad, la industria cultural debería ser tomada, y analizada, con más seriedad de lo que ella misma quisiera. Pero dado que su apelación al propio carácter comercial, y su adhesión a la verdad mitigada y condicionada (política y subvenciones), esta se han convertido desde hace tiempo en una excusa con la que se sustrae a la responsabilidad de la mentira (que muchas veces proclama) inherente de sus creaciones estéticas y por tanto de una verdad representada (culturalmente). En la futilidad de tal pretensión, de esa verdad representada (que nos quieren inculcar), la industria cultural (normalizadora) de masas pone de manifiesto el desorden social, y el caos mental propio de la sociedad y sus individuos.

Se trata, por tanto, de que la cultura (educadora) de masas sea revelada, se trata de que (el arte y los artistas) reflexionen sobre sí mismos, si se quiere que los hombres no sean traicionados por entero. No se trata de conservar el pasado de unos ideales (o modas políticas), sino de cumplir sus esperanzas del ser humano. En Europa percibo hoy cierto peligro de que el arte acabe en el molino del concepto de ideología, que todo lo muele, y pierda su integridad específica, a saber, su papel a la vez racional y creativo, aunque históricamente condicionado (Sociology of Literature in Retrospective LEO LÖWENTHAL). Hoy se percibe (de hecho) esta realidad como una sombra que nos sobrevuela a todos, donde la cultura, o pretendido arte está, como la filosofía y las ciencias, igualmente subvencionada y por lo tanto condicionada en su producción a la verdad mitigada y condicionada al poder (política y subvenciones).

Por lo tanto en el arte debemos ser guiados por una gran precaución y debe remitirse, en tanto a una crítica de la apariencia social, a los residuos, que son inequívocamente ideológicos. Para formularlo con más precisión: el arte enseña (nos muestra algo) y la cultura de masas es aprendida (asimilada), y eso significa que el análisis sociológico del arte tiene que ser cuidadoso, complementario y selectivo, mientras que el análisis sociológico de la cultura de masas debe ser total; pues sus productos no son otra cosa que fenómenos y síntomas del proceso de abdicación (sometimiento) del individuo en la sociedad administrada.

Adorno dijo una vez: “Las obras de arte… tienen su grandeza sólo en el hecho de que permiten decir lo que la ideología oculta. Su carácter logrado va, se quiera o no, más allá de la falsa conciencia”. La literatura es la única fuente fiable de la conciencia y autoconciencia del ser humano, de su relación con el mundo como experiencia y revelación de los anhelos temores de una sociedad (la sombra) (entendamos que toda película, es antes un guion o novela: literatura). La literatura no es ideología: no practicamos una investigación de la ideología, sino que debemos orientarnos hacia la verdad particular, hacia lo específicamente cognitivo que transmite la obra de arte literaria. (Sociology of Literature in Retrospective -Leo Löwenthal).Desde el punto de vista crítico-sociológico. El proceso de socialización, es decir, el ambiente social de lo privado, íntimo e individual, es vuelto consciente por el artista para su tiempo y nuestro tiempo y, con ello, nuestra propia falsa autoconciencia se expone constantemente a la corrección (educación) en la sociedad administrada. La sociología del arte es, de hecho, una de las lechuzas de Minerva. (La lechuza de Minerva, diosa griega de la sabiduría y entendimiento, solo trae su mensaje a los mortales cuando el día ha terminado, simbolizando que los eventos históricos y las causas que llevaron a ellos solo se vuelven transparentes al final en una retrospectiva informada). Ahí está la verdad de la literatura, que es, como Pablo Picasso gustaba decir del arte en general, una mentira que nos hace caer en la cuenta de la verdad. —Darío Villanueva

La literatura (como todo el ente cultural) es y constituye un hecho social. Acaso no deba reducirse únicamente a ese plano, pero pocos cuestionarán que en la literatura, como en el arte, comparece esa dimensión de manera nuclear, y que lo hace más allá de cualquier delimitación que se desee aplicar a la propia idea de la literatura (extrapolemos a la cultura en general) en sus diversas manifestaciones históricas, incluidas las más remotas o las más recientes, como el cine o las mismas series de televisión. No solo porque toda materialización suya configure un discurso, un acto ético ligado a la presencia del otro que define al sujeto enunciador, tal como lo pensó Mijaíl Bajtín (2015); y se sustancie además como la concreción de una formación discursiva, entendida esta con Michel Foucault (1969) como el conjunto de reglas que condicionan el ejercicio de las funciones enunciativas que expresan, manifiestan o comunican ideas, conceptos, sucesos...o en cada momento y lugar, y en consecuencia como algo en lo que en una u otra medida interviene el poder, los diferentes poderes. (De ahí su conexión con otro concepto foucaultiano, el de dispositivo, (Un dispositivo para Foucault, Deleuze o G. Agamben no es otra cosa que un mecanismo que produce distintas posiciones de sujetos precisamente por esa disposición en red: un individuo puede ser lugar de múltiples procesos de subjetivación) de notable rendimiento en autores como Giorgio Agamben. Para este, un dispositivo es “todo aquello que tiene, de una manera u otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos” (Agamben 2011 [2006]: 257). Recuérdese ahora que un sujeto sería para este autor el resultado —el producto— que un proceso de subjetivación activado por un dispositivo (arte: literatura o cine) produce sobre un ser vivo. La literatura, como el lenguaje, la cultura o el 7ºarte, sería un dispositivo entre otros, ligado a sus específicos procesos de subjetivación y a la correspondiente producción —sin duda, social y política— de modelos y sujetos en la sociedad) / (ángulo a partir del texto: Lo social, lo político y lo literario La sociología de la literatura en las coordenadas de su disgregación— Arturo Casas).

Como definición inicial se dirá que un proceso de subjetivación consiste en una construcción del yo, una reflexión subjetiva del sujeto sobre sí mismo frente al rol o lugar que ocupa en la sociedad, “el sujeto está dividido tanto en su interior como dividido de los otros. Desde su perspectiva o enfoque, la semiótica de Lotman, proyectada a la luz de la interacción de sistemas de sentido y de su emplazamiento a través de la comunicación, permite dar a la cultura y a cada una de sus manifestaciones un carácter dinámico, donde las formas simbólicas interactúan y se condicionan, teniendo presentes nociones de obvia proyección social, entre ellas la de un modelo (social y cultural definido), ineludible para la antropología cultural ya desde Ruth Benedict (1934), Para Benedict la cultura es el conjunto (o la configuración) de conocimientos, creencias, valores, actitudes y emociones que caracteriza a una sociedad, o la de sistemas modelizantes primario y secundario, que es uno de los ejes de la semiótica de la cultura de Iuri Lotman (1982 [1970]: 17-46) El modelo de sistema modelizante primario es la lengua natural; los sistemas modelizantes secundarios son estructuras de comunicación que se superponen al sistema primario. Lotman comienza su análisis revisando la definición que postula que la obra de arte es afín a la necesidad de conocimiento (El Modelo Semiótico - Informacional representa la relación comunicativa de la siguiente forma: Entre el mensaje entendido como forma significante que transmite un cierto significado, y el mensaje recibido como significado, se abre un espacio sumamente variado y articulado). Luego la Relación entre las diferentes disciplinas, interconexión supone un cambio en la semiótica, y de alguna manera conecta más con la semiótica de Roland Barthes ya que no habla solo de lengua, sino de los lenguajes secundarios: todos los lenguajes de la cultura (arte, literatura, cine, fotografía…) Con esto se refiere a un sistema de signos que sirve como medio de comunicación, pero modelizante porque crea modelos. El sistema modelizante básico (primario) sería el lenguaje natural, los demás serian secundarios. Esta concepción supone entender que la lengua determina nuestra forma de organización cultural (nos basamos en ella para construir el resto de sistemas culturales que van a ser diferentes). Luego estaría el Mito, Según Roland Barthes, un mito es una verdad, un sistema de comunicación que adoptamos como verdad.  Estos mitos son creados por los humanos y por la sociedad, que pasan desapercibidos y tomamos como una verdad o un hecho (los extraterrestres sería un buen ejemplo) . Este análisis de mitos, lo llevó a analizar muchas imágenes publicitarias y decodificar estos mensajes en su libro La retórica de la imagen (1964).

la cultura es un sistema de signos que en primer lugar crea rasgos distintivos, crea oposiciones, también es generadora de estructuralidad (formas y cercos) y tiene memoria. Posee rasgos distintivos: para que la cultura sea definida, necesita una contra/oposición, algo a lo que oponerse. La cultura es concebida como un sistema cerrado que se opone a la no cultura. No cultura — todo aquello que no entra en “mi cultura”, un determinado conocimiento o una forma de vida que no forma parte de nuestra cultura. La cultura para Lotman es el producto de un trabajo permanente que crea fronteras a partir del sentido compartido. Es generadora de estructuralidad: la cultura no solo conserva y transmite la información, sino que es también es un mecanismo generador de estructuras, códigos, normas, reglas y cercos… Por tanto, destaca la capacidad de la cultura para la entropía, para a partir del caos generar orden, estructuralidad. "A parir del caos, la cultura genera orden, genera normas que organizan el mundo y a la sociedad (es un instrumento del poder) El trabajo de la cultura (como herramienta del poder: el cine, hoy sobretodo) consiste en organizar estructural-mente el mundo que nos rodea. Es memoria no hereditaria de la colectividad: la cultura es información no genética. Se expresa en un determinado sistema de prohibiciones. La cultura es un fenómeno social, se relaciona esta con la historia, con la memoria histórica pasada y solo se puede entender a posteriori (ya que se adquiere consciencia del cambio cultural). Entiéndase. Y esto lo vemos hoy con las modas, de los pantalones de campana, y las patillas recortadas: solo cuando ha pasado el ciclo somos consciente de lo absurdo e invcles… que hemos sido, y como hemos sido manipulados, a vestirnos y actuar de una manera dirigida. No siendo nosotros, sino siendo lo que la cultura hace de nosotros. Pero hay personas, que ya son conscientes durante el proceso, precisamente esas a las que llamamos raros, y al margen de modas o dictados políticos y de moral o conciencia. 

Por todo ello, la cultura o el cine sobre todo en nuestros sociedades, constituye un hecho social y político normalizador, esta un dispositivo de saber y poder cuya entidad es indiscutible, frente al discurso de verdad. Según Foucault, Una subjetivación del discurso de verdad (o acto de creación: de decir la verdad como acto de subjetivación tiene su posibilidad como crítica y como resistencia) es una “política de la verdad”, en la medida en que es un modo de resistencia ante las funciones de dominación de los dispositivos de saber-poder de la sociedad normalizadora, y se constituye en el marco de una ética del cuidado de sí como práctica de libertad, frente a las estructuras que nos pretender definir y condicionándonos dentro del ente social. Pero para que esta institucionalización se haga efectiva, es indispensable la existencia del lenguaje, el cual “sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística”; el lenguaje, por tanto, constituye la base más estable del conocimiento y el medio por el que él mismo se distribuye colectivamente: facilita su comprensión y asimilación, así como el sometimiento a las funciones de dominación de los dispositivos de saber-poder de la sociedad normalizadora... "necesitamos más entendimiento de la naturaleza humana, porque el único verdadero peligro que existe es el hombre mismo y somos penosamente ignorantes de ello"- jung


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