la industria cultural
Dentro del mismo análisis y de la contradicción que supone el suicidio de cara
a la sociedad, la industria
cultural debería ser tomada, y analizada, con más seriedad de
lo que ella misma quisiera. Pero dado que su apelación al propio carácter
comercial, y su adhesión a la verdad mitigada y condicionada (política y
subvenciones), esta se han convertido desde hace tiempo en una excusa con la
que se sustrae a la responsabilidad de la mentira (que muchas veces proclama)
inherente de sus creaciones estéticas y por tanto de una verdad representada
(culturalmente). En la futilidad de tal pretensión, de esa verdad representada
(que nos quieren inculcar), la industria cultural (normalizadora) de masas pone
de manifiesto el desorden social, y el caos mental propio de la sociedad y sus
individuos.
Se trata, por tanto, de que la cultura (educadora) de masas sea revelada,
se trata de que (el arte y los artistas) reflexionen sobre sí mismos, si se
quiere que los hombres no sean traicionados por entero. No se trata de
conservar el pasado de unos ideales (o modas políticas), sino de cumplir sus esperanzas
del ser humano. En Europa
percibo hoy cierto peligro de que el arte acabe en el molino del concepto de
ideología, que todo lo muele, y pierda su integridad específica, a saber, su
papel a la vez racional y creativo, aunque históricamente condicionado (Sociology of Literature in Retrospective LEO
LÖWENTHAL). Hoy se percibe (de hecho) esta realidad como una sombra
que nos sobrevuela a todos, donde la cultura, o pretendido arte está, como la filosofía y las ciencias,
igualmente subvencionada y por lo tanto condicionada en su producción a la
verdad mitigada y condicionada al poder (política y subvenciones).
Por lo tanto en el arte debemos ser guiados por una gran precaución y debe
remitirse, en tanto a una crítica
de la apariencia social, a los residuos, que son inequívocamente
ideológicos. Para formularlo con más precisión: el arte enseña (nos muestra algo) y la cultura de masas es aprendida
(asimilada), y eso significa que el análisis sociológico del arte
tiene que ser cuidadoso, complementario y selectivo, mientras que el análisis
sociológico de la cultura de masas debe ser total; pues sus productos no son otra cosa que
fenómenos y síntomas del proceso de abdicación (sometimiento) del
individuo en la sociedad administrada.
Adorno dijo una vez: “Las obras
de arte… tienen su grandeza sólo en el hecho de que permiten decir lo que la
ideología oculta. Su carácter logrado va, se quiera o no, más allá de la falsa
conciencia”. La literatura es la única fuente fiable de la
conciencia y autoconciencia del ser humano, de su relación con el mundo como
experiencia y revelación de los anhelos temores de una sociedad (la sombra) (entendamos que toda película, es antes un
guion o novela: literatura). La literatura no es ideología: no
practicamos una investigación de la ideología, sino que debemos orientarnos
hacia la verdad particular, hacia lo específicamente cognitivo que transmite la
obra de arte literaria. (Sociology
of Literature in Retrospective -Leo Löwenthal).Desde el punto de
vista crítico-sociológico. El proceso de socialización, es decir, el ambiente
social de lo privado, íntimo e individual, es vuelto consciente por el artista
para su tiempo y nuestro tiempo y, con ello, nuestra propia falsa
autoconciencia se expone constantemente a la corrección (educación) en la sociedad administrada. La
sociología del arte es, de hecho, una de las lechuzas de Minerva. (La lechuza de Minerva, diosa griega
de la sabiduría y entendimiento, solo trae su
mensaje a los mortales cuando el día ha terminado, simbolizando que los eventos
históricos y las causas que llevaron a ellos solo se vuelven transparentes al
final en una retrospectiva informada). Ahí está la verdad de la literatura, que es, como Pablo Picasso gustaba
decir del arte en general, una mentira que nos hace caer en la cuenta de la
verdad. —Darío Villanueva
La literatura (como todo el ente cultural) es y constituye un hecho social.
Acaso no deba reducirse únicamente a ese plano, pero pocos cuestionarán que en
la literatura, como en el arte, comparece esa dimensión de manera nuclear, y
que lo hace más allá de cualquier delimitación que se desee aplicar a la propia
idea de la literatura (extrapolemos a la cultura en general) en sus diversas
manifestaciones históricas, incluidas las más remotas o las más recientes, como
el cine o las mismas series de televisión. No solo porque toda materialización
suya configure un discurso, un acto ético ligado a la presencia del otro que
define al sujeto enunciador, tal como lo pensó Mijaíl Bajtín (2015); y se
sustancie además como la concreción de una formación discursiva, entendida esta
con Michel Foucault (1969) como el conjunto de reglas que condicionan el
ejercicio de las funciones enunciativas que expresan, manifiestan o comunican
ideas, conceptos, sucesos...o en cada momento y lugar, y en consecuencia como
algo en lo que en una u otra medida interviene el poder, los diferentes
poderes. (De ahí su conexión con
otro concepto foucaultiano, el de dispositivo, (Un dispositivo
para Foucault, Deleuze o G. Agamben no es otra cosa que un mecanismo que
produce distintas posiciones de sujetos precisamente por esa disposición en red:
un individuo puede ser lugar de múltiples procesos de subjetivación) de notable rendimiento en autores como
Giorgio Agamben. Para este, un dispositivo es “todo aquello que tiene, de una manera u
otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar,
controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos
de los seres vivos” (Agamben 2011 [2006]: 257). Recuérdese ahora que un sujeto
sería para este autor el resultado —el producto— que un proceso de
subjetivación activado por un dispositivo (arte: literatura o cine) produce
sobre un ser vivo. La literatura, como el lenguaje, la cultura o el 7ºarte,
sería un dispositivo entre otros, ligado a sus específicos procesos de
subjetivación y a la correspondiente producción —sin duda, social y política—
de modelos y sujetos en la sociedad) / (ángulo a partir del
texto: Lo social, lo político
y lo literario La sociología de la literatura en las coordenadas de su
disgregación— Arturo Casas).
Como definición inicial se dirá que un proceso de subjetivación consiste en
una construcción del yo, una reflexión subjetiva del sujeto sobre sí mismo
frente al rol o lugar que ocupa en la sociedad, “el sujeto está dividido tanto en su interior como dividido de los
otros. Desde su perspectiva o
enfoque, la semiótica de Lotman, proyectada a la luz de la interacción de sistemas de
sentido y de su emplazamiento
a través de la comunicación, permite dar a la cultura y a cada una de sus manifestaciones un carácter
dinámico, donde las formas simbólicas interactúan y se condicionan, teniendo
presentes nociones de obvia proyección social, entre ellas la de un modelo
(social y cultural definido), ineludible para la antropología cultural ya desde
Ruth Benedict (1934), Para Benedict la
cultura es el conjunto (o la configuración) de conocimientos, creencias,
valores, actitudes y emociones que caracteriza a una sociedad, o la de sistemas modelizantes primario y
secundario, que es uno de los ejes de la semiótica de la cultura de Iuri Lotman
(1982 [1970]: 17-46) El modelo
de sistema modelizante primario es la lengua natural; los sistemas modelizantes
secundarios son estructuras de comunicación que se superponen al sistema
primario. Lotman comienza su análisis revisando la definición que
postula que la obra de arte es afín a la necesidad de conocimiento
(El Modelo Semiótico - Informacional representa la relación
comunicativa de la siguiente forma: Entre el mensaje entendido como forma
significante que transmite un cierto significado, y el mensaje recibido como
significado, se abre un espacio sumamente variado y articulado). Luego
la Relación entre las diferentes disciplinas, interconexión supone un
cambio en la semiótica, y de alguna manera conecta más con la semiótica
de Roland
Barthes ya que no habla solo de
lengua, sino de los lenguajes secundarios: todos los lenguajes de la cultura
(arte, literatura, cine, fotografía…) Con esto se refiere a un sistema de signos
que sirve como medio de comunicación, pero modelizante porque crea modelos. El sistema modelizante
básico (primario) sería el lenguaje natural, los demás serian secundarios. Esta
concepción supone entender que la lengua determina nuestra forma de
organización cultural (nos basamos en ella para construir el resto de sistemas
culturales que van a ser diferentes). Luego estaría el Mito, Según Roland
Barthes, un mito es una verdad,
un sistema de comunicación que adoptamos como verdad. Estos mitos son creados por los humanos y por
la sociedad, que pasan desapercibidos y tomamos como una verdad o un hecho (los
extraterrestres sería un buen ejemplo) . Este análisis de mitos, lo llevó a analizar
muchas imágenes publicitarias y decodificar estos mensajes en su libro La retórica de la imagen (1964).
la cultura es un sistema de signos que en primer lugar crea rasgos
distintivos, crea oposiciones, también es generadora de estructuralidad (formas
y cercos) y tiene memoria. Posee
rasgos distintivos: para que la cultura sea definida, necesita una
contra/oposición, algo a lo que oponerse. La cultura es concebida como un
sistema cerrado que se opone a la no cultura. No cultura — todo aquello que no
entra en “mi cultura”, un determinado conocimiento o una forma de vida que no
forma parte de nuestra cultura. La
cultura para Lotman es el producto de un trabajo permanente que
crea fronteras a partir del sentido compartido. Es generadora de
estructuralidad: la cultura no solo conserva y transmite la información, sino
que es también es un mecanismo generador de estructuras, códigos, normas,
reglas y cercos… Por tanto, destaca la capacidad de la cultura para la entropía,
para a partir del caos generar orden, estructuralidad. "A parir del caos, la cultura genera orden,
genera normas que organizan el mundo y a la sociedad (es un
instrumento del poder) El trabajo de la cultura (como herramienta del poder: el
cine, hoy sobretodo) consiste en organizar estructural-mente el mundo que nos
rodea. Es memoria no hereditaria de la colectividad: la cultura es información
no genética. Se expresa en un determinado sistema de prohibiciones. La cultura
es un fenómeno social, se relaciona esta con la historia, con la memoria
histórica pasada y solo se puede entender a posteriori (ya que se adquiere
consciencia del cambio cultural). Entiéndase. Y esto lo vemos hoy con las
modas, de los pantalones de campana, y las patillas recortadas: solo cuando ha
pasado el ciclo somos consciente de lo absurdo e invcles… que hemos sido, y como
hemos sido manipulados, a vestirnos y actuar de una manera dirigida. No siendo
nosotros, sino siendo lo que la cultura hace de nosotros. Pero hay personas,
que ya son conscientes durante el proceso, precisamente esas a las que llamamos
raros, y al margen de modas o dictados políticos y de moral o conciencia.
Por todo ello, la cultura o el cine sobre todo en nuestros sociedades,
constituye un hecho social y político normalizador, esta un dispositivo de
saber y poder cuya entidad es indiscutible, frente al discurso de verdad. Según Foucault, Una subjetivación del
discurso de verdad (o acto de creación: de
decir la verdad como acto
de subjetivación tiene su
posibilidad como crítica y como resistencia) es una “política de la verdad”, en la
medida en que es un modo de resistencia ante las funciones
de dominación de los dispositivos de saber-poder de la sociedad
normalizadora, y se constituye en el marco de una ética del cuidado de sí
como práctica de libertad, frente a las estructuras que nos pretender definir y
condicionándonos dentro del ente social. Pero para que esta
institucionalización se haga efectiva, es indispensable la existencia del lenguaje,
el cual “sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las hace
accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística”; el lenguaje,
por tanto, constituye la base más estable del conocimiento y el medio por el
que él mismo se distribuye colectivamente: facilita su comprensión y
asimilación, así como el sometimiento a las funciones
de dominación de los dispositivos de saber-poder de la sociedad
normalizadora... "necesitamos
más entendimiento de la naturaleza humana, porque el único verdadero peligro
que existe es el hombre mismo y somos penosamente ignorantes de ello"- jung
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