HACIA UNA NUEVA T. C. DE LA SOCIEDAD (3 ) / LA ESCUELA DE FRANKFURT Y LA TEORÍA CRÍTICA (Una Genealogía de la Modernidad) / jordi maqueda

 


Nueva Teoría Crítica de la sociedad


La Escuela de Fráncfort y La Teoría Crítica 
(Una Genealogía de la Modernidad) 

Cualquiera de las dos grandes historias escritas acerca del Instituto de Investigación Social o Escuela de Frankfurt, La imaginación dialéctica (1973) de Martin Jay o La Escuela de Fráncfort (1986) de Rolf Wiggershaus [2], sugieren, que no sólo Max Horkheimer crea la Teoría Crítica que identifica a la Escuela sino también los fundamentos que dan origen a Dialéctica de la Ilustración (1944) escrita en colaboración con Theodor W. Adorno, es decir, el texto insignia del pensamiento frankfurtiano, que hoy parece estar olvidándose. Precisamente, el más joven de los discípulos de Horkheimer, Adorno y Marcuse: Jürgen Habermas declara que ya no comparte la actitud pesimista y desilusionada de sus frente a la (supuesta) posibilidad de liberación que entraña la razón para las sociedades modernas (sin distinguir de la razón que somete (iluminista), aquella otra razón que lo libere: dándole a esta última una forma distinguible) ¿por qué cree Habermas que puede esa razón instrumentalizadora cambia, ahora? Habermars Cree, como Marcuse, que la ciencia puede ser un 'instrumento de liberación' pero, no parece saber, ni decir cómo, en tanto no les dice o da a los científicos nada, y solo cree que la ciencia, como antes otros creían en dios y espera de ella que algo cambie (pero no recapacita, y lo sabe, que la ciencia está igualmente instrumentalizada, y da forma acelerando el mismo proceso de instrumentalización: (entropía social), no aportando ninguna herramienta de la que partir puedan partir, empezar  (a repensar) los científicos, los filósofos o los artistas, y con herramienta quiero decir Merkavah: un nombre, si, y un carro , para algunos un barquita con su vela donde subirse que permita transitar lo desconocido: esa sombra, hacia la que partir y recorrer (con la herramienta) que nos permita habitar la frontera, hacia ese un horizonte (más oscuro) que descubrir. Horkheimer y Theodor W. Adorno no hablan de consenso: hablan de definir, definir en una forma entendible y reconocible) aquello que parece que está mal y nos angustia en la sociedad, desde la oscuridad: nos hablan de una sombra de la razón que limita el pensamiento de los hombres (igual a esa nada o vació que advierten los científicos y les limita el horizonte) y que se mueve como el más inquietante inquilino que revolotea y limita por todas partes nuestro ser y forma, en la tierra. Ellos sabían bien de lo que hablaban, y debemos entender que hablan de una realidad, no de una idea de la realidad, Horkheimer y Theodor W. Adorno la señalan, Foucault la recorre a partir un  lado bien visible, una forma (de esta sombra), que se proyecta desde la ilustración hasta hoy. La habita, no la imagina  (y lo hace definiendo de esta una forma y realidad concreta/ clinificación de la sociedad: la prisión, y su forma, reconocible) dentro de la forma mayor que habitamos (es un gran paso ya) sabemos de lo que hablamos y la interpreta. Luego Habermars la describe a partir de describir a Foucault, pero no recoge el guante: no puede, no se adentra, tampoco en su propia sombra (primer paso y necesario: para que el ojo izquierdo pueda mostrar lo que del derecho debe entender): Habermars ahí se detiene, justo en el borde de la sombra al observar sus mayores terrores (es excusable) pero no lo siguiente (argumentar por la imaginación 1000 años ahora de felicidad, a partir de un consenso inexistente: a razón de que unos y otros nos pongamos, imaginariamente, a hablar.

Pero entendamos la sombra.Yo reconozco la sombra, mi sombra, me la están mostrando a partir de otros y la entiendo, además por aquello proyectado de mi mismo a partir de un lado de mi forma: en esa oscuridad (que es una forma), y luego de mi pensamiento de los peores temores, y del mismo espacio ¿que habrá ahí? un asteroide que nos aniquile: pero yo, aún no he mirado directamente a la sombra: reconociéndola, pero es: está ahí, como parte de mi ser y forma que puedo reconocer, aunque parcialmente, pero si entender de ella una forma completa/ proyectada de mi propia forma 1+1=2, luego contendida: en otra sombra, de una forma mayor que nos contiene a ambos y a todos). 

Estoy recorriendo el perímetro que describe un lado: de su mano, inconscientemente, esta me permite ver: entender que hay algo ahí (forma y ser) donde proyecto mi pensamiento y temores, en una forma desconocida/ no definida, que solo me parece oscuridad, por que cuando la pienso (o pienso el futuro, por ejemplo) esta me muestra lo peor. Porque no miro reconocer (al ser/ su ser) de la sombra: esta, entonces solo me refleja mi propia oscuridad (que es lo que yo entiendo de de esta: lo desconocido (miedo) y por tanto terrible). Y (Habermars la ve, y su sombra es grande, y ve el borde mismo del perímetro del que parte su sombra (como en todos nosotros) amenazante: defendiendo su perímetro: no es tu amiga porque la rechazas, cuando te muestra tus más bajos deseos y temores: te reconoces en esta, pero lo rechazas, reconoces tus miedos, pero la rechazas) ves lo peor de ti, no (quieres reconocerte ahí / no reconoces tu propia sombra). Habermars, no da el paso hacia dentro de la sombra (no sigue a su sombra, primero porque no la ha reconocido: proyectada de sí mismo, o desconfía y ante lo que le muestra de sí mismo (sus peores temores y miedos: esa es la sombra de todos nosotros). Ante ella Habermars retrocede (este camino hasta aquí lo haremos todos) de la mano de nuestra sombra, y hasta el borde mismo de esa otra sombra (que nos contiene en su limites a todos). Pero no podemos acceder y reconocer de ahí (sombra y forma que nos contiene) sin reconocer antes de nuestro borde nuestra sombra (y ser: nosotros) en una forma. Y a partir de nuestro propio saber, y sabernos nosotros: sombra e imagen proyectada (un solo ser) , Capaz ahora, de reconocernos contenidos en otra forma mayor, a partir del lado, o borde esa sombra ( y  que reconocemos, a partir, de los límites de la forma que nos contiene.

Pero ya aquel primer paso es complicado para muchos: demasiado empinada la pirámide (o sombra de algunos), pero quien en esta vida pretenda (ser- ahí)  ante el ser, se las verá con su sombra, elevándose sobre esta, igualmente enorme (Gilgamesh y enkidu) donde  (a priori) todas la posibilidades son dramáticas: La aniquilación, Habermars se retira del combate y le da la espalda a su sombra, entonces aparece la forma de la razón (en el desierto) de los cobardes (la sombra, su sombra, convertida en la peor sombra de todas: de la que no quieres salir: la razón es el paraíso que les queda a temerosos de la verdad, y de dios), son aquellos mismo  que afirman: no necesito recorrer,  ni mucho menos conocer, aquello que puedo imaginar, a priori (de mis temores: que tornaré conceptos) que luego puedo explicar. Son los perezosos, son lo que queda, cuando uno no es capaz de reconocerse a sí mismo, ni lo que es ni donde esta, mucho menos a donde pertenece o su razón de ser. Conclusión: en su razón Habermars sigue al conejillo del reloj, también por la madriguera hacia la sombra, pero el conejillo es su propia sombra/y razón, sabe lo que teme, y su conejillo: esa sombra vestida de blanco (llamada razón)  interpreta la oscuridad: en fantasía. Luego Habermars luego sale y nos habla de una verdad y conocimiento, y de oscuridad pero no del conejillo, («Sobre nosotros mismos callamos», esa idea de que lo importante en un filósofo es su obra científica y no su vida- Kantotros le siguen y al conejillo del libro, ni siquiera a su propio conejillo (la razón lo sabe, todos prefieren al conejillo blanco que se mira el reloj a todas horas, y a veces se le para. Hay muchos conejillos, que siguen conejillo) pero no ven que siguen a su sombra, hacia la sombra, siguen el camino del conejillo de Habermars.

Habermars nos ha descubierto, para todos nosotros, no solo el poder del miedo (a través de su miedo: frenándolo de ser y conocerse a sí mismo, y lo sabe), sino también el poder de la razón (y la ha reconocido) como medio para controlar ese miedo ( Y… EL MIEDO DE LOS DEMÁS) controlar a las personas por su miedo) en su caso: para su bien y provecho, y por la razón, escondiendo la sombra de la razón, no nos hablará ya de nuestra sombra, sino de nuestros miedos y como superarlos (una literatura muy de moda desde hace siglos):  Habermas nos hablará del terrible problema que tenemos y sufrimos (que nos asusta a todos: y de la sociedad que nos instrumentaliza, y eso lo sabe de cierto Hockenheimer (judío): que si ha visto esa sombra (oscuridad) y la entiende, de su propia sombra, hacia aquella (eterna) forma  que distingue (pero no la habita), y que Habermars (protestante – no entiende) no entiende de su sombra otra sombra ni forma, y mucho menos que se habita. Pero Habermars escribe entonces un libro:  que es la llave y solución del problema social actual que Habermars nos describe por la razón, pero de la que (claramente) podemos ver su sombra (de esa razón) desde el borde mismo, de la forma de la razón (iluminista), en ángulo 90º> (4d) y explicado por una polilla, que andaba por antes por aquí perdida a en el salón dando vueltas y chocando con todo lo que encontraba y que reflejase algo de luz. Si no sale fuera de la casa de mi madre, era evidente que moriría, lo he visto antes… pero se había posado en mi lámpara (por fuera) y le ofrezco mi mano, está cansada, y se ha posado, casi ni lo creo. Solo tengo que ir al cuarto de baño abrir la puerta y será libre, libre de depredadores en la noche. Entro al baño, corriendo, doy la luz del baño abro la puerta del patio, y de repente la polilla se va al fluorescente del techo (no vio las plantas ni los árboles del patio porque era de noche: solo vio oscuridad, allí fuera y ninguna luz) y ya no viene, es imposible llevo minutos, y ni me hace caso, ya no se aparta del fluorescente de luz: blanca artificial.  Lo cierto es que no sabía lo que me decía la polilla hasta que me puse a escribir esto: pero entonces, caí, y pensé en mi sombra (ahí) y en lo que estaba diciéndome con la polilla, y haciéndome escribir esto.

El pensamiento de Habermas posee el mismo alto grado de originalidad, que de inutilidad práctica, pero ello no le impide apoyarse en la obra de quienes le precedieron, para demoler su trabajo, se diría: que la misma sombra de la razón (iluminista) había entrado en la escuela de Frankfurt, disolviendo su apariencia y estableciéndose sutilmente sobre quien se creía elevar a hombros de gigantes (pro era incapaz de subir la empinada pirámide de su propia sombra), y que a falta ya de aquellos: aquella razón podrá establecer su propia forma( y cerco) por el pensamiento idealista, haciendo una crítica de su propia crítica. Y estableciendo que la teoría discursiva afirma que la razón, que la tradición filosófica ha concebido ante todo como razón moral y como razón política puede ser reformulada con una racionalidad práctico-comunicativa que está incorporada en los procesos de diálogo y en los procedimientos argumentativos: lo que Termina finalmente en un diálogo imaginario en confrontación crítica con los grandes espíritus de la tradición». Habermas había mirado a la sombra, pero solo vio su propia sombra, elevada a pensador de la nada y la razón, proyectada de su imaginación en un diálogo imaginario, que irremediablemente nos conduce y entronca (inscribe) igualmente a la forma de la razón, oculta en la forma de su sombra: nuestra propia sombra… la nada. La escuela de Frankfurt se ha convertido sutilmente en otra más, de nuestras instituciones (o formas contenidas en la forma de la razón iluminista) actuales que no nos elevan (a ser sino siervos), y desde las que nos deslumbra, atrae e impide (por su deslumbrante luz) que podemos a ver los muros que la contiene y sobre todo su sobra, que nos advierte (de la forma existente) de aquella otra forma y sombra, que nos contiene a todos en los límites de la razón, e impide elevarnos (ser) .

"El juicio categórico es típico de la sociedad pre-burguesa: así son las cosas, el hombre no puede cambiar nada. Las formas hipotética y disyuntiva de juicio tienen su lugar propio especialmente en el mundo burgués: bajo ciertas circunstancias se puede producir este efecto, las cosas son o bien así o de otro modo. La teoría crítica declara: las cosas no tienen que ser necesariamente así, los hombres pueden transformar el ser, ahora están dadas las condiciones para ello". (Max Horkheimer) [0]Teoría tradicional y teoría crítica, traducción de José Luis López y López de Lizaga, introducción de Jacobo Muñoz, Barcelona: Paidós, 2000, p. 62. Estaban las condiciones para transformarnos y transformar nuestra idea del ser, pero también lo estaban para que todo siguiese igual

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