"cuadro de Klee llamado Angelus Novus. En ese cuadro se representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que está mirando fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Este aspecto tendrá el ángel de la historia. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona ruina tras ruina y las va arrojando ante sus pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tempestad se enreda entre sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja, inconteniblemente, hacia el futuro, al cual vuelve la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad.” "Catástrofe", Atlas Walter Benjamin del CBA.
"Incluso el ángel parece volver la espalda a las ruinas siempre azotadas por la tempestad-1 en un mundo en el que se ha reducido instrumentalmente al hombre, donde “la tierra enteramente iluminada, resplandece bajo el signo de una triunfal desventura-2; consecuencia de vivir en una sociedad de perdidos “huérfanos”, debido "al carácter abstracto de nuestra existencia -3”. Personas que viven en un mundo plano, sin el imaginario de lo primitivo y todo lo que ello supone, adorando en su lugar ―bajo la apariencia de secularización y la sacralización de la realidad― un dogma que no admite herejía: la tiranía del beneficio (la razón de medios y fines): una sociedad despótica, de ansiosos y apresurados; de crédulos en aquella modernidad que nos liberaría, convirtiéndonos en amos ( por la razón), cuando en realidad la razón nos aprisionó y convirtió en sus esclavos: la modernidad dominó mundo y, a la vez confiscó al individuo. Luego algunos nos desconsolamos ante la realidad, incluso, buscando otra (que no deja de esperar-nos); pero quien se aflige o pierde el tiempo en necedades es porque quiere o quiere llamar la atención de la hora con su reloj: “nadie dijo nunca que la realidad necesitase de garantías-4” ¿Garantías de qué? Vivimos dentro de aquello que hemos elegido, y elegimos cada día pero, igualmente, seguimos afligidos: sentimiento éste admisible; pero que, sin embargo, es precisamente a la propia convención cultural, que todos hemos consentido “venida de la razón o «instrumentalización» de la razón”-5 (en tanto lo es a sus procedimientos para lograr sus propios fines). Es por tanto, que todas estas dudas “trágicas” sobre “el sentido o no de la vida y la realidad” no merecen ser tomadas en consideración cuando viene de un corazón esclavo y cobardes, temeros de la sombra y ávido de protección; pues la realidad no necesita garantía alguna y menos esta de ser probada, sino revisada a razón; y serlo antes de alcanzar un nuevo "punto de no retorno que siempre vemos demasiado tarde”-6. Y, si luego "la ciencia que ha de ser la autoridad llamada a enfrentarse al oscurantismo, los positivistas prosiguen la gran tradición del humanismo y de la Ilustración-, entonces… los filósofos tienen que despertar de una vez de sus ensueños y establecer un criterio para la verdadera naturaleza de la ciencia. La filosofía tiene que formular el concepto de la ciencia de un modo que exprese la resistencia contra la amenaza de recaída en el delirio y que conecte con las exigencias de la naturaleza existente. Para ser la autoridad absoluta la ciencia tiene que ser justificada como principio espiritual y no puede ser simplemente deducida a partir de métodos empíricos para luego pasar a verse absolutizada como verdad sobre la base de criterios dogmáticos y orientados a tener éxito científico-7. (Contrapunto) de los paisajes posibles / de los paisajes imposibles.
II
De los paisajes posibles
La poesía ha sido siempre evocadora del deseo, más que de la realidad manifiesta a los sentidos: alusiva a paisajes y momentos imposibles, conjeturados a la razón y conjurados en las palabras que advierten esperanza y anhelo, en aquello que habrá de cumplirse. Jamás, hubiese sido posible el Romanticismo, si éste no se hubiese exhortado (en su forma) de la Nada, a través de conjuros escritos en verso, e ideales proscritos por toda una Nación. Nada es irrealizable, ni siquiera aquellos paisajes imposibles, nos proclama el romanticismo desde la forma de la sombra de nuestro desierto. Y quizá con ello nos quiera decir algo de aquellos paisajes (imposibles a la razón) pero posibles a quien se atreva a recorrerlos, y de los que se advierte un fantástica teoría, a saber: Paisajes, que entendido en su significado más común, podrían describirse como la extensión de aquellos terrenos que vemos desde un sitio, en la forma de la oscuridad del espacio, e incluso desde nuestra imaginación y esperanza. Pero existen muchas otras formas de representar o utilizar el “concepto de Paisaje” más allá de su significado común al tratar de biología, arte u otras materias, y, concretamente refiero ahora al modo cuando es utilizado por los físicos en Cosmología y Astrofísica, donde bajo el paraguas de la teoría de cuerdas, este paisaje englobaría posibilidades de universos paralelos que recogerían al mismo tiempo, la posibilidad de existencia de otras partículas e interacciones, diferentes de a las leyes locales de la física. De tal modo, que el conjunto de todas las leyes posibles recibiría el nombre de “paisaje”. Luego, y según algunas interpretaciones de la (S.T.) este paisaje sería enorme; resultando una diversidad fabulosa de dimensiones del universo y, por lo tanto, también de posibilidades: posibilidades —y es aquí donde extrapolo— que bien podrían ser o estar, dentro del ámbito de todo lo humano posible, recogiendo diferentes puntos de vista, percepciones o representaciones de la existencia, aunque estos difieran de “las leyes locales que hoy gobiernan el pensamiento, el mundo y las sociedades” siendo, el conjunto de todas las posibilidades éstas, al modo de “ser y pensar” y-o “representar”: todas ellas permitidas. Lo que finalmente nos llevaría a suponer, dando como resultado, que si algo no existe es, sencillamente, porque alguien aún no lo pensó y deseó conjurándolo con todas sus fuerzas, cuando precisamente: “el mundo adquiere sentido por su horizonte”—(afirma Husserl). "Sentido y entendimiento del mundo que ha de venir de despejar ese horizonte"— (Zubiri). Un horizonte, que asoma ante nuestros ojos y del que poco importa, si ya existía antes de ser despejado, o si bien al despejarlo lo hemos creado nosotros mismos: qué más da, si está ahí, esperándonos. Piensen pues, pero sobre todo sueñen con todas sus fuerzas y quizá, mañana despierten a un mundo nuevo: a una nueva realidad. "Ese mundo". "Se diría que tenemos ante nosotros, como recompensa a nuestros afanes, una comarca aún no explorada, cuyos horizontes nadie ha visto, un 'más allá' de todos los países y de todos los refugios buscados por el ideal humano, mundo tan desbordante de hermosura, extrañeza, terror y divinidad, que tanto nuestra curiosidad como nuestro ahínco de poseerlo asumen ansiedades frenéticas"(8)
“No todo está perdido, quedan los Heroes”¡Hoy llegan los héroes!
1(TW. Benjamin)
2(Dialéctica del Iluminismo, Max Horkheimer )
3(§24, 189 Nietzsche. El nacimiento de la Tragedia)
4(S. Paniker).
5(critica de la Razón instrumental, Max Horkheimer)
6(Habermas)
7(Max Horkheimer)
8(Nietzsche)
La observación del pasado
Hay pasados, no tan lejanos en el tiempo, cuya semejanza al presente nos asusta, y clásicos, cuya vigencia hoy nos desazona: pues, ambos testimonian las miserias y abusos que aún perviven entre nosotros, en nuestro mundo postmoderno y que algunos, no muchos, han denunciado y denuncian. En 1946 Max Horkheimer, dentro de lo que se llamó “Escuela de Frankfurt “escribió unos textos, lo que luego sería un libro, titulado: Crítica de la razón Instrumental, en el que planteaba el objetivo de investigar la noción de racionalidad o “razón” que sirve de base a la cultura industrial, dada la oscura perspectiva que a sus ojos, presentaba el futuro; y acerca de lo cual los pensadores de la Escuela de Frankfurt (exiliados de Alemania durante la guerra en NY―Estados Unidos) expresan igualmente su temor, a que muchas actitudes irracionales del totalitarismo vencido en los campos de batalla subsistieron, moderando y disolviendo su apariencia en la locura cotidiana de la cultura de masas. Un temor que se describe a partir de sus propias palabras: Las actuales posibilidades de perfección social superan las esperanzas de todos los filósofos y estadistas que alguna vez esbozaron, en programas utópicos, la idea de una sociedad verdaderamente humana. Y, sin embargo, predomina un sentimiento general de angustia y desilusión ―(Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental)
Si bien el texto del libro se basa, como apunta Horkheimer, en apuntes tomados durante algunos discursos y debates públicos ―realizados a mediados de los 40’ junto con Theodor W. Adorno, e influenciados por Walter Benjamín ― la cita anterior, es parte del prólogo escrito donde expone su parecer, no en los 40 cuando son conjugados los textos, sino en 1967 concretamente, al ser publicada la primera edición alemana, y revelando en estos más que la propia preocupación: “un sentimiento general de angustia y desilusión” obvio en la sociedad, entendiendo en ello, el fracaso como le sucediera al iluminismo ―que habría de derivar en el horror que todos ya conocemos― y que de alguna manera, igualmente, entiende que la sociedad tras la guerra ha fracasado, no alcanzaba el objetivo, aquellos niveles de humanismo que con tanta ilusión se habían propuesto, es más, nos dice: “Las esperanzas de la humanidad parecen hallarse hoy más alejadas de su cumplimiento que aun en las épocas de tanteos muy inseguros todavía, es decir, cuando eran expresadas por primera vez por los humanistas. Nítidamente parecen retroceder —sin desmedro de la ampliación de los horizontes de actuación y pensamiento debido al saber técnico— la autonomía del sujeto individual, su posibilidad de resistirse al creciente aparato para el manejo de las masas, el poder de su fantasía, su juicio independiente. El avance progresivo de los medios técnicos se ve acompañado por un proceso de deshumanización. El progreso amenaza con aniquilar el fin que debe cumplir la idea del hombre”. ― (Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental) En resumen, tanto M. Horkheimer y T.W. Adorno tras de él, lo que tratan es de mostrarnos y advertirnos, analizando, presentándonos el irracionalismo, no como un fenómeno circunscrito no sólo a totalitarismos políticos, sino como un proceso civilizatorio o, deberíamos decir incivilizatorio, más largo, más amplio, más profundo y más presente de lo que todos imaginamos. Es por ello que aquí deberíamos interpretar acerca, no sobre lo que ya nos dijeron, sino sobre lo que con ello nos querían decir: que el carácter destructivo del hombre no tiene parangón, ni cerrojos o cadenas que lo contengan, ni siquiera consigo mismo, y allá donde otros ya hace tiempo se hubieran dado por vencidos, descubrirá siempre un camino.
La observación del Presente: Hoy
Encontramos la historia repleta ésta de advertencias hacia el futuro, sobre hechos luego consumados. T. W. Adorno advirtió que la modernidad con su ciencia no liberó al ser humano, si no lo aprisionó y convirtió en cosa, en objeto: la “cosa humana”. Fue esa misma ciencia, desde instituciones instrumentalizadas, a partir de la que se concibió la actual sociedad cientificista y burguesa, de la que igualmente se nos previno, y en la que desde un principio “los aumentos de libertad aparentemente y promovidos para el individuo, con el tiempo solo traían consigo la disminución de la libertad real de éstos” ―H. Spencer 1850. Pasando finalmente, a convertirse esta sociedad en “una sociedad cerrada” que bajo el disfraz “Pseudo Democrático” esconde una estructura Totalitaria e Instrumental, basada en productividad industrial, los mercados, el consumo desproporcionado y la explotación del hombre por el hombre, ― Marcuse 1967).La Crítica de la Razón instrumental es otra forma de advertencia, un análisis de lo que podría estar por llegar o ya esté llegando, a través del enfoque filosófico sobre la investigación de las Ciencias Sociales. Pero ninguna advertencia sobre el futuro lo es, tanto como el presente.
Hoy, próximos a alcanzar el primer cuarto del siglo XXI y, más allá de cualquier duda u opinión, predomina (al igual que mediada la segunda mitad del siglo XX) un sentimiento general de angustia y desilusión ― (Prefacio, a la primera ed. Alemana 1967 Zur Kritik der Instrumentellen Vernunft. Crítica de la razón instrumental). Revelador de ello, y del desencanto del los ciudadanos con la sociedad, es el vago caso que se hace de la realidad o temas relevantes, enfocada la ciudadanía en todo tipo de entretenimientos, distracciones y circo: el circo de la política (elemento polarizador, como el fútbol, pero a mayor escala y que mantiene la llama del rencor en la sociedad y a las personas enfrentadas) y ocupados a los ciudadanos: distraídos de las cuestiones de fondo relevantes. Y solo tenemos que poner la televisión, la de toda la vida y echar un vistazo para darnos cuenta de ello y quedarnos perplejos, perplejos de lo que nos muestran como realidad: gente chillando dada al cotilleo, discutiendo sobre la vida de otros, noticias que nos hacen sentirnos seguros sólo en nuestra casa: guerras, pobreza, asesinatos, secuestros; corrupción política y empresarial, reyes robando, empresas y bancos defraudando, la política en bajos mínimos, todo ello esto último servido para la comida o la cena en los telediarios, como entretenimiento: el “oscurantismo” es lo que tiene: Como si al mostrarlo públicamente, como el niño que se delata, ya no nos debiéramos molestar, es más, incluso darnos por satisfechos y contentos con el castigo y las herramientas que permiten atrapar a la escoria, en lugar de preguntarnos por las herramientas que la permiten. Pero, las nuevas tecnologías, y en contra de lo que se podría súper, no aportan nada diferentes como en YouTube donde no dejamos de observar los residuos estrambóticos de poderes míticos del pasado: mediums y magufos, ufólogos, profetas del devenir —que conviven con las más obtusas fuerzas del futuro— jovencitos de desparpajo dándonos clases de todo lo fútil y situado más allá del bien y del mal, dispuestos a todo con tal de “triunfar en la vida”, evidencia que aquella sombría perspectiva no es tan lejana.
No cabe duda que el capitalismo, dentro del sistema democrático, y mediante diversas maneras ha adoptado formas de manipulación y dominación menos ostensibles que en el pasado; pasando apenas inadvertido, frente a una ciudadanía entregada a la locura del consumo indiscriminado y el ocio, bajo el tinglado bien pertrechado de la industria del espectáculo y la información: los nuevos poderes, que dispensan a los valores culturales el mismo trato que el ignorante, que desprecia su finalidad más propia y los juzga sólo en función del lucro que le reportan: donde todo depende del mercado, y la propia razón se instrumentaliza como otro factor de rentabilización del producto, perdiendo su potencial emancipador. Tal es la situación denunciada por Horkheimer en Crítica de la razón instrumental, donde se demuestra la actualidad de su obra. Es por ello, que procede ser revisado esta obra, su idea, pues de inmediato se podrán observar analogías del pasado en el presente
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