Heidegger
Los límites del alma nunca los hallarás,
y ello a pesar de que recorras todos sus caminos:
tan profundo es su fondo.
(HERÁCLITO)
III
Y llegamos a aquel punto: por qué Heidegger no es
más claro, a la hora de conducirnos a su idea última, mostrándose impenetrable
a todos. Desde la perspectiva que me propongo explicar, la razón obvia ya
a todos, y que ha quedado a la vista, para que los escritos de Heidegger sean
herméticos es porque abordan los mismos problemas que los primeros filósofos
para explicar el universo y a nosotros mismos, y por ello Heidegger se ve,
digamos que obligado (tentado) a concebir un lenguaje (ruidoso) que le sea útil;
pero útil ¿para qué?, nos preguntamos de inmediato, si parece que quiera más
despistarnos, en lugar de comunicar algo, y ni los propios colegas de la época
lo entienden y le critican (y esto hemos de considerarlo). Pues bien:
considerándolo, entendemos que le será útil (en tanto el ruido es útil) para
que pasemos por encima de aquellas palabras ruidosas, “rápido”, pero sin dejar
de recordarlas. Como cuando salimos a la calle a comprar algo bonito,
que luego además nos hemos traído a casa y nos sienta bien, una blusa, por
ejemplo, pero que luego si nos preguntan de cómo nos fue la mañana ¿si había cosas
nuevas de moda en la tienda? No
recordamos demasiado de la tienda, sino más ruido del martillo percutor (neumático)
del obrero que estaba en la puerta. Y esto: lo diremos con la ya blusa puesta. ((No
confundir con la música: lira, arpa pandero y flauta (y, a veces
vino), donde lo que ocurre es que escuchas la música, sin
atender demasiado, o nada a donde te lleva, (bailando
a su ritmo) la letra de la canción)).
Y esto ocurre, refiero a la necesidad del ruido en las
palabras, cuando ya no está Dios en la filosofía y no puede contar con la
divinidad abiertamente, o mencionar esta, como antes de la ilustración, o,
incluso anteriormente, atendiendo a los presocráticos cuando el mismo
Parménides se comunicaba por el espíritu, con (las divinidades). Pero debe ser
así, cuando Heidegger pretende que su escrito trascienda —mientras atendemos a ruido
de sus palabras— a las academias de su tiempo y el nuestro, y donde solo puede
contar abiertamente con el hombre que es lo que le queda, aunque, Heidegger
lo hará ruidoso: y llamará la atención, con el ruido que hace (el
Dasein). Mas Sin atender a este (ruido) se diría que nos
encontramos frente al mismo y propio reflejo del hombre de
su tiempo, y del nuestro: despojado de creencias e ídolos (no solo
en lo actual, sino también bíblicamente: expulsado del paraíso / en
el infierno) con todas sus cargas atávicas y carencias. Y que a fuer
(por ser y como consecuencia de ser) esencialmente cadente, y sin esperanza
"está siempre por caer (en la tentación) y destruirse". Un hombre
(ese hombre-ahí / Dasein) que está, por su misma constitución, de sí mismo, y de
la sociedad propia de su, y nuestros tiempos a la que pertenece en la 'no
verdad', (pero recordemos que el hombre.ahi (él-es), y eso
es una verdad. Pero en sentido ontológico existencial (si atendemos a ello), al
afirmar: 'el Dasein está en la verdad', implica originariamente que 'el Dasein
está en la no verdad' (no ve ni reconoce su sombra) y, por tanto
en la carencia (o caída), sujeto a la duda y predispuesto a ese vacío / caída
existencial o Nada de Heidegger; entiéndase: el ser, por ser: y ser verdad
(que-es), está igualmente en no-ser: en la no verdad (y que yo llamo
engaño/ cuando al no reconocer nuestra sombra no reconocemos una parte de
nosotros) pues no es exactamente: no-ser.... sino que: él-es (es) (en
la no verdad / La realidad “de la cosa” el mismo / “ente” o
persona entonces no sería “solamente” lo que ella es: aquello que ella revela (su
verdad) a la razón y los sentidos ( de el), sino que también sería su doble, o proyección
y cuya representación no expresa precisamente sino la función de la imagen que aún hay que determinar, en esa, su sombra que
eludimos, y nos dispone al engaño y a engañar, primero a nosotros, de nosotros
mismos, y luego, en consecuencia a los demás
Precisamente, esta proposición cambiante del hombre y de
las cosas, (en su sombra, que no reconoce/ o reconoce como nada) y que estas cosas ( y su sombra) se
encuentran en la alteración del aparecer y desaparecer (cambiar), corresponde a
esa misma existencia y ser del Dasein (el hombre engañado , a si mismo—o
dispuesto a engañar— y despojado, aparentemente, no solo de Dios (sino de
todo su completo ser (parte de si, su sombra) y sentir: pues ignora su (sombra)
que proyecta en cada uno de nosotros es/ oscila en el borde de esa angustia, abismo,
precisamente, entre la "caída" que es la "inautenticidad"
(no-ser / y no estar en la verdad / on reconocer su sombra) y que le lleva a
ese vacío o carencia y a la duda (primero a la destrucción de sí mismo y luego de
los demás); e igualmente luego a la "autenticidad" de
Heidegger, que es el amplio acontecer como movimiento fundamental, y
allí el aparecer entonces del ser (que es la sombra manifiesta): por tanto
en la "no verdad" y "en la verdad" del Dasein; y que es
tanto como decir, que no-está en Nada, o esta-en-Nada, en la Nada y
en ningún lugar: El
sujeto trascendental aparece como un devenir en el tiempo, que es su
propio tiempo, y nunca exterior a él.
Por tanto, Heidegger empuja a este Dasein, que
habremos de ser nosotros, a cminar reconduciéndolo
por la vía de la auto experiencia reflexiva: angustiado y despojándose
en el mundo, pues por él (el uno) y a él (los otros) se dirigen sus textos, a
buscarse a sí mismo, a andar el camino… adentrándonos en la nada (el desierto):
lo que implica plenamente la búsqueda de esa verdad, que es la verdad de sí
mismo (descubrirse a sí mismo, y descubrir, a la vez: su verdad incompleta en
la alteración del ser y no-ser (en la
Nada / su sombra: y reconocerse allí), pero lo importante, es hacerlo por sí mismo, en un proceso donde cabe
primero apartarse (literalmente, y repito: digo literalmente) de la opinión, de
los otros y de la lira, el arpa, el pandero y flauta, y sobre
todo del vino: de la música del mundo, para una vez apartado y en el silencio del
acontecer poderse encontrar y a la vez poder (reconocer aquello que nos está
esperando),reconocer al ser: encontrar “la verdad” nuestra verdad absoluta, no la
luz, sino nuestra luz en la oscuridad (a partir de esa oscuridad y no verdad de
la que partimos, y del vacío o carencia (la nada) en que luego se
encuentra el mundo, y nos encontramos
nosotros mismos). A partir de
aquello que significa al sujeto, estar interesado en las vivencias (y experiencias)
posibles y de la posibilidad: se llega a una afirmación de su realidad.
Tomás de Aquino, refiere: el hombre es el
ser superior y más digno, pero también es auto-perfectible para obrar de manera
virtuosa y escoger libremente su meta en la vida, sin importar su edad o
condición física: y encontrar la felicidad. Una felicidad, que
solo puede hallarse en la verdad, si ha de ser esta felicidad permanente, como
lo es la verdad. Y luego, la pregunta que siempre surge es: quién puede
conocerse, cómo conocernos verdaderamente a nosotros mismos, si no es elevando
la mirada al ser: En otras palabras, y no excluyendo la palabra casi prohibida
en la filosofía: ¿Cómo podremos conocernos a nosotros verdaderamente, y la
verdad, sin antes elevar la mirada a Dios? Aunque sea, como en tantos casos,
para luego negarlo.
El mismo Heidegger, aunque se insista en lo contrario
desde algunas esferas, niega ser un nihilista cuando lo proponen (Dios no está
muerto para él, si acaso lo mantiene secreto, ni siquiera olvidado). No se
considera, ni quiere ser considerado nihilista, pues su obra estudia las
diferentes entidades como la búsqueda de la verdad, y la existencia divina. Es
más, el mismo Heidegger afirmo (invierno 1920/21, lección sobre fenomenología
de la religión, (Cf. Poggeler, Otto, Der Denkweg Martín Heideggers, Neske,
Pfullingen, 1963, cap. II;) y lo encontramos en un texto al que desde los años
60 del siglo pasado se le presta creciente atención, que “su vocación es la
filosofía y, por tanto, no el acatamiento de lo que él llama: el sistema del
catolicismo (religiones). Pero que su justificación ante Dios vendría dada, de
forma única y exclusiva, por el cumplimiento de esa vocación filosófica”. Y no
acatar el dogma de la religión, no es precisamente —y se entiende
perfectamente— negar igualmente a Dios, el ser, (o si queremos la divinidad).
De ahí precisamente que se mueva luego al protestantismo. En consecuencia, y a
partir de las que son sus propias palabras, y no mías, cabria preguntarse si
Heidegger pretende, discretamente, justificarse y dar testimonio del ser (en
cuanto a Dios) como algo, muy por encima y más real (que cualquier
expresión dada de este en las religiones)—sobre que aquel motor inmóvil, que
Aristóteles alcanza y demuestra en la Física VIII—, y por el cumplimiento de
esa: su ahora vocación filosófica y los medios que le son suministrados por
esta filosofía. (Pues anteriormente su vocación fue otra: otro camino, muchos
caminos pero (no) otro pensamiento o idea: solo una idea) Pero ¿qué ocurre,
cuando una sociedad ya ha renunciado hace tiempo dios (Quiero decir: la idea de
dios de las religiones)… Pues que ahí, no lo reconoce. “E irán errantes
de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de
Dios, (la verdad) y no la hallarán”. (Amos 8- 12). Pero, quizá ese
hombre, ya no quiere reconocer ese dios que le confunde, y levantado por los
hombres (sobe las religiones, las ideas e intereses de los hombres): ni lo
encuentra tampoco en las palabras, unas palabras que no busca ni atiende… pero
sin embargo, busca una verdad, aunque sea una sola verdad de.(En el jardín del Edén, hay dos árboles
notables: el árbol de la vida, en el
centro del jardín (Gn 2,9), y el árbol prohibido, el árbol del conocimiento del
bien y del mal). LA IMPERIOSA NECESIDAD DE SABER ( The
urgent need to know) - Texto completo
De este modo hallamos un hombre: el Dasein (al ser humano y por supuesto al mismo Heidegger, pues él remite la experiencia) que paulatinamente se aparta de sus creencias religiosas, al mismo tiempo y gradualmente acepta esa otra religión del hombre que aspiraba a ser Dios, enunciada por ilustrados en el siglo XVIII, y sostenida desde entonces por todas aquellas ideologías que creían, erróneamente, poder instaurar el paraíso en este mundo, y en una ciencia fatalmente deificada y sin control moral alguno, que solo ha traído mayor destrucción y angustia, y carencias y desigualdad al mundo: a una sociedad que se encuentra perdida entre la música del lira y arpa, pandero y flauta, y vino, y entre “la no verdad” y “la verdad del hombre" al mismo tiempo. Un hombre (y su ser que no puede ser, sino parte del ser total, pero que no se reconoce incompleto) y que se halla, según su propio estar ahí-en hoy el mundo, siendo en el límite móvil entre lo inmediato y casi superficial de lo que él es, y de lo que no es (ni sabe que puede ser) / de lo que es verdad para él, y de lo que desconoce de la verdad, y al que solo le resta el puro existir en la conmoción de ese estar “en suspenso” en un vacío sin esperanza, viéndose como aquella araña (Kierkegaard) que desde un punto fijo se precipita hacia sus propias consecuencias; y ante sí solo ve un enorme espacio vacío, un abismo en el que no encuentra donde apoyarse (pies no reconoce su propio abismo), y a la espera de una luz ajena (cualquiera) ajena que le ilumine el camino, como unos huérfanos, que desean ser devueltos al hogar
Pero Seamos realistas, el sentimiento trágico de la vida está pasando de moda; Es más, la consecuencia de vivir en una sociedad de individuos afanosos y siempre apresurados; pero, sobre todo, de huérfanos. Huérfanos, de mitos que olvidamos y dioses que nos abandonaron, bajo la creencia —en estos últimos— que volverían, y no lo hicieron. Personas, que hoy viven en un mundo liso y suave, chato, aplanado.. Apisonado… sin aquel imaginario desbordante de lo mítico y primitivo (que no reconocen en su sociedad, sino como pasatiempo) con todo lo que ello supone. Vemos películas de superhéroes, pero no somos capaces de ir solos de vacaciones, fuera del país. Y luego Nos afligimos, pero quien se aflige es porque quiere, o quiere llamar la atención. Nadie, absolutamente nadie con un mínimo de sentido común ha dicho o dijo nunca, que la vida fuese fácil (necesitase garantías), ¿garantías de qué? de larga y próspera, o debamos estar a salvo de desastres. ¿Qué pasa si la vida luego es corta, o si morimos en un desastre) Tragedias como las que hoy o mañana nos puedan alcanzar a nosotros, ya alcanzaron antes a otros, e igualmente, y como especie, alcanzaron a todas en este planeta en un momento u otro y, al universo entero: cada día muere una estrella. pero El problema es que no vivimos, no sabemos vivir, viviré-viviremos mañana: nos decimos, mañana hare, mañana seré: pintor, loco, o me meare en medio cella calle, pero mientras tanto corremos a mear donde nadie nos ve: somos hoy lo que jamás queremos, querríamos ser (imbéciles, siervos y esclavos de lo que nos dicen que debemos ser, y como debemos ser), y estamos mal, claro. Pues hay una parte de nosotros que quiere ser: Nuestra sombra, eso que aveces pensamos, y que no queremos hacer ( porque pensamos, nos dicen que está mal: es pecado, es delito, mear en la calle), no atendemos a esa parte también nuestra que si no la reconocemos, nos aflige y domina y nos hace sentir mal, por eso renegamos de ella: por su sinceridad, nos dice los memos que somos, y esto no puede ser , cuando somos nosotros lo que temeos que dominarla, no a la fuerza, sino siendo a la vez aquello que se quiere ser y nosotros dejamos para mañana. y lo dejamos, sencillamente, por qque la sociedad nos recriminaría: como no ir hoy al cole e irme al , o a jugar a ping pong, hacer campana (esto hacia yo en el insti: claro que suspendí ¿y Qué? aquí estoy ), o ir aver unas aves quedándome sentado en un banco, o irme en lugar de trabajar a al rio, a ver pasar la nubes, a tomar el sol un lunes a la 11.am; todo eso que no hacemos ni somos, pues nos dejamos ser ( a nosotros mismos lo que queremos ser) luego explota en nosotros y somos ( lo peor que podemos ser, cuando la sombra, esa otra parte mas rebelde nuestra, quiere ser y no la dejamos ser)
Pero Seamos realistas, el sentimiento trágico de la vida está pasando de moda; Es más, la consecuencia de vivir en una sociedad de individuos afanosos y siempre apresurados; pero, sobre todo, de huérfanos. Huérfanos, de mitos que olvidamos y dioses que nos abandonaron, bajo la creencia —en estos últimos— que volverían, y no lo hicieron. Personas, que hoy viven en un mundo liso y suave, chato, aplanado.. Apisonado… sin aquel imaginario desbordante de lo mítico y primitivo (que no reconocen en su sociedad, sino como pasatiempo) con todo lo que ello supone. Vemos películas de superhéroes, pero no somos capaces de ir solos de vacaciones, fuera del país. Y luego Nos afligimos, pero quien se aflige es porque quiere, o quiere llamar la atención. Nadie, absolutamente nadie con un mínimo de sentido común ha dicho o dijo nunca, que la vida fuese fácil (necesitase garantías), ¿garantías de qué? de larga y próspera, o debamos estar a salvo de desastres. ¿Qué pasa si la vida luego es corta, o si morimos en un desastre) Tragedias como las que hoy o mañana nos puedan alcanzar a nosotros, ya alcanzaron antes a otros, e igualmente, y como especie, alcanzaron a todas en este planeta en un momento u otro y, al universo entero: cada día muere una estrella. pero El problema es que no vivimos, no sabemos vivir, viviré-viviremos mañana: nos decimos, mañana hare, mañana seré: pintor, loco, o me meare en medio cella calle, pero mientras tanto corremos a mear donde nadie nos ve: somos hoy lo que jamás queremos, querríamos ser (imbéciles, siervos y esclavos de lo que nos dicen que debemos ser, y como debemos ser), y estamos mal, claro. Pues hay una parte de nosotros que quiere ser: Nuestra sombra, eso que aveces pensamos, y que no queremos hacer ( porque pensamos, nos dicen que está mal: es pecado, es delito, mear en la calle), no atendemos a esa parte también nuestra que si no la reconocemos, nos aflige y domina y nos hace sentir mal, por eso renegamos de ella: por su sinceridad, nos dice los memos que somos, y esto no puede ser , cuando somos nosotros lo que temeos que dominarla, no a la fuerza, sino siendo a la vez aquello que se quiere ser y nosotros dejamos para mañana. y lo dejamos, sencillamente, por qque la sociedad nos recriminaría: como no ir hoy al cole e irme al , o a jugar a ping pong, hacer campana (esto hacia yo en el insti: claro que suspendí ¿y Qué? aquí estoy ), o ir aver unas aves quedándome sentado en un banco, o irme en lugar de trabajar a al rio, a ver pasar la nubes, a tomar el sol un lunes a la 11.am; todo eso que no hacemos ni somos, pues nos dejamos ser ( a nosotros mismos lo que queremos ser) luego explota en nosotros y somos ( lo peor que podemos ser, cuando la sombra, esa otra parte mas rebelde nuestra, quiere ser y no la dejamos ser)
IV
(Final y posibilidad)
1
Sobre las palabras que están y las que se evitan.
En este caso, la palabra —y siguiendo aquel camino que muestra Lledó— se nos muestra (como entidad y ser, portadora de una verdad) que se aplasta sobre la superficie de la materia que la sustenta, y nos habla desde esa superficialidad o apariencia: de lo que entendemos es, nos dice que es, y a veces no se nos dice siquiera. Entender, por tanto, es una forma de interiorización, en la que esta superficie (o apariencia) de las letras que están y las que no están (o están sepultadas en el silencio, a la espera (como el espíritu bajo la madera que espera) a mostrarnos un nuevo relieve (mostrando su ser). Pero lo escrito en palabras, no solo habla una verdad, también confunde, pues la palabra que está y la que está en silencio, comienzan a adquirir a la vez densidad y fondo para el intérprete: pero este (el intérprete) ha de saber, que Tanto el poeta, como el pensador del ser que llega hasta el evento, como el pensador que piensa en seguimiento de la poesía, acaban en el silencio, y en tal silencio, precedido por "nombres que no se nombran", se hace presente propiamente el Dios divino, el Dios "verdadero" según Heidegger. Por tanto, hemos de adentrarnos de lleno, mas allá de propia hermenéutica de los textos, hacia un estado especial, de conmoción, del que levanten de aquellas palabras que están y las que se evitan, aquello que verdaderamente ambas cubren con su piel: Lo que cuento es la historia de los próximos dos siglos. Describo lo que viene, lo que ya no puede venir de otra manera: la ascensión del nihilismo. Esta historia ya se puede contar ahora: pues la necesidad misma está aquí trabajando. Este futuro ya habla en cien signos, este destino se anuncia por todas partes; para esta música del futuro ya están aguzados todos los oídos. Toda nuestra cultura europea se mueve desde ya hace tiempo bajo la tortura de una tensión que crece de decenio en decenio como abocada a una catástrofe: inquieta, violenta, precipitada: como un río que quiere acabar, que no reflexiona ya, que tiene miedo de reflexionar sobre sí mismo (Nietzsche, 2006: 489).
3
Segundo giro ¿existe el límite?
Precisamente, vivir se trata de esto: de una búsqueda eterna, a partir de la cual te das cuenta de que todos tenemos familia, pero somos huérfanos en el mundo. Que andamos buscando, de un lado a otro, si, buscando, pero sin saber muy bien ni que buscamos, ni adonde nos dirigimos: siempre desencantados, en una búsqueda, que no implica cambio, solo buscamos, cambiar, de... de lo mismo que luego también nos cansamos, pues nos cansamos de todo, nuevo o no, que encontramos o tomamos (lo cierto: es que desconocemos lo que necesitamos). Andamos Como aquel niño desamparado que en todo varón encuentra a un padre, siendo incapaz de reconocer al propio, pues nada de él sabe, ni siquiera que se lo arrebataron, pues no se trata de buscar un que, sino qué me falta para que lo vaya a buscar. Y hay ahora, igualmente, toda una generación buscando un padre (al padre), sin saber bien lo que buscan (sin antes haberse buscados a si mismos) y, por tanto, incapaces de reconocerse a si mismos, serán luego incapace, e incapaces de reconocerlo (lo que les falta) (cuando se muestre o lo sientan), e ignorando que hay un lugar donde se acepta a todo el mundo sin discriminación: personas que están ante la búsqueda implacable de una verdad que impaciente y con todo el amor del mundo les aguarda (como una voz clamando en el desierto) pero en la ciudad , y que donde se acomodan todos los necios, que se conforman con solo la verdad. hasta que como en tantas ocasiones y al llegar al final del nuestro camino (vida), nos encontramos frente al vacío del un abismo que no esperábamos encontrar : entendiendo, solo entonces que algo nos hemos dejado atrás; que el mundo no puede ser solo hasta aquí, y solo esto (el abismo) que no puedo explicar.
Dien.. De ser marinero, Heidegger hubiese buscado respuestas a sus preguntas en el mar, de ser poeta en la poesía, como intento y creo que mostró, pero era filósofo y busco y desarrolló un camino en la filosofía, a través de un sendero abrupto entre acantilados y olas imposibles de angustia, a través de laberintos de la bruma en una Nada (sombra y desierto oscuro) en el que se sumergió, quizá que por demasiado tiempo y lo atrapo; pero a todos igualmente nos atrapa, pues es su condición (de esa nada: y desierto oscuro): más la nuestra, nuestra condición, es alumbrarlo. pues precisamente, y a partir de ese momento más crítico cuando la angustia, manifiesta de nuestra carencia y orfandad nos derrumba y hunde en este, que esa nada se puede tornar a la vez en posibilidad de una confrontación con lo extraño (divino), siendo éste (sombra/ desierto y nada) aquel lugar desde donde algunos vuelven y definen luego aquello que vieron, su verdad, lo mejor que pueden o recuerdan. Pero, a veces, también los hay que viene relatando de aquellos recuerdos que nunca fueron, sino en sueños). Pues… Las semillas unas veces caen en tierra y otras sobre los espinos y el mensaje original entonces puede quedar queda adulterado (válido para él, y su gremio, pero no para la humanidad), y los reconoceréis, pues “este (mensaje y persona) ya no dará respuesta a la pregunta: ¿qué es la verdad? pues se ha invertido la verdad cuando el consciente abogado de la nada y de la negación es considerado como el representante de la verdad... (Nietzsche): En ocasiones pienso en ese gusano que crece dentro de mí y dentro de toda persona; y lo más terrible es que no puedo dejar de pensar en él, y a su vez pensar que con ello lo que hago es alimentarlo. Sin embargo, tampoco puedo dejar de sentir, y sentir es igualmente otra forma de cebar. Pues su alimento está allá donde progresa: en el corazón, donde alimentarse de lo que hay es del gusano su condición, al que de otra forma solo le queda morir. Si sientes ese gusano dentro no te sorprendas, pero antes de escribir piensa, con qué alimentaste tu corazón y luego no te sorprendas, de aquello que surja de tu interior. Pues la palabra actúa como un hechizo, que separando al gusano de su medio obliga a éste salir, renaciendo en aseveración bruta, frente al estupor del cara a cara que supone vernos ante aquello, que moraba las propias tinieblas y habita siempre la oscuridad (publicación escrita el 12/1/2020 4:15).
EL LABERINTO EL MINOTAURO Y LA PARADOJA
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