É. Gilson & Wiliam James
Tomo a É. Gilson, a quien
estoy acercándome por algunas lecturas, y así poder alzarme sobre él—como él lo
hace antes sobre W. james— cuando inicia a partir de aquel célebre ensayo
titulado “Philosophy and its Critics´´.
Pero antes…
Como todos saben, en
España se acostumbra a decir aquello de: “todos
somos geólogos en España” cuando la tierra tiembla, a razón de cuantos
comentarios hacen unos y otros y, cómo no: “todos
fuimos vulcanólogos” durante la erupción del volcán de la Palma, que
ocurrió el 19 Sep. 2021 en la isla del mismo nombre. Después de todo aquello, el 13 de diciembre, tras 85 días y 8 horas de
actividad, el volcán descanso y los españoles volvimos a la rutina de nuestros
pensamientos: “unos” y al igual Montesquieu, Rousseau o Voltaire volvieron a dedicar su tiempo,
comentarios y discusiones a los asuntos políticos; y “otros”: al futbol, como en su tiempo Camus o el mismo Heidegger que
encontraba la genialidad no solo está en el pensamiento, también está en la
vida diaria, en un poema, o en un pase preciso del futbolista Frank
Beckenbauer”. Esto denota, por supuesto, lo que ya sabemos todos, que en el
español de a pie subyace un saber (potencia) universal de las cosas en
general, manifiesto bajo las formas de popularidad y dispersión;
produciendo lo más típico del pensamiento español, a saber: aquella “razón poética” que diría María Zambrano,
y de ahí nuestra facilidad innata para opinar al respecto de cualquiera de
cuantas cosas nos acontecen a nuestro alrededor, con una firme convicción, y
por medio de un saber, no obstante, que parece ignoran los demás —sobre todo los foráneos—, pues es inaprensible por
los métodos propios de la filosofía tradicional, quizá, porque de este
pensamiento, nos falte aquel punto de violencia… y, precisamente a ese
respecto y por si me contestan: ¡Seres
pueriles! Porque no piensan profundamente;
Quienes creen con firmeza que puede nacer lo que no existía; O que las cosas
perecen por entero, destruyéndose completamente, Porque de lo que en modo
alguno existe es inconcebible que nazca nada; que lo existente desaparezca por
entero es tan imposible como increíble; pues estará siempre allí donde esté
situada cada cosa. (Περὶ φύσεως) a Pausanias, discípulo de Empédocles.
De este saber “poético” (o razon primera) entiende un español ya desde muy jovencito que apartarse del pueblo (de las
personas) y de la tierra, es cometer un grave error; y quizá, el más grave
error que puedan cometer las personas, en general, es olvidarse que existen
otras personas a su alrededor. Perder la comunidad
con el pueblo no conduce a nada positivo, tan sólo a desviar la ruta o
estancarse en el escepticismo, afirmaba maría Zambrano, de quien Jorge
Guillén dijo: «Nadie más independiente que esta dama
que no se deja proteger. No es rebeldía. Es libertad».- Jorge Guillén; y que por cierto— quien refiriéndose a los sistemas (sistemas
filosóficos) nos dejó aquella perla del pensamiento, a saber: España no produce sistemas
filosóficos; entre nuestras maravillosas catedrales, ninguna de conceptos;
entre tanto formidable castillo de nuestra Castilla, ninguno de pensamientos. Y
ahora sí, podemos ir con el texto de William james, que toma É. Gilson.
«Limitado por el descuido de las ciencias
particulares, el nombre de filosofía ha llegado a expresar, cada vez más, ideas
de un alcance universal exclusivamente. Los
principios explicativos que subyacen a todas las cosas sin excepción, los
elementos comunes a los dioses y a los hombres, a los animales “y a las piedras”,
el primer de dónde y el último hacia
dónde, de la totalidad del proceso cósmico, las condiciones de todo
conocimiento, y las reglas más generales del actuar humano, estas cosas ofrecen
los problemas considerados comúnmente como filosóficos por excelencia, y el
filósofo es el hombre que más tiene que decir acerca de ellos (en su crítica o exposición). La
Filosofía es definida entonces en los manuales escolásticos usuales como el conocimiento de las cosas en general por sus últimas causas, en la medida en que la
razón natural puede alcanzar tal conocimiento. Esto significa que la filosofía debe orientarse hacia una explicación completa del
universo, no a una descripción de sus detalles; y así,
sucede que una visión de cualquier cosa es denominada filosófica justamente en
la medida en que es amplia y ligada con otras visiones, y cuando se sirve de
principios no próximos, o mediatos, sino últimos y ornniabarcantes, para
justificarse. Cualquier visión del mundo muy comprensiva es una filosofía en este
sentido, aunque pueda ser luego una vaga visión. Es una
“Weltanschauung” (Cosmovisión) o disposición
intelectual ante la vida.
El profesor Dewey describe muy bien la constitución de todas las filosofías que
de hecho existen, cuando dice que “la
filosofía expresa una cierta disposición, propósito y temple de entendimiento y
voluntad a la par, más bien que una disciplina cuyos límites puedan ser realmente
delimitados”» WILLIAM
JAMES, Some Problems of Philosophy (New York, 1911), pp. 4-6
Al principio, James, un poco como
todos, y es este sentido es como todos, parece mantener todavía la noción
clásica de la metafísica concebida como sabiduría,
esto es, como conocimiento de las cosas
en general por sus últimas causas. Pero inmediatamente aparece, que de esa
forma de pensar, las causas que él (james) tiene en la
mente no son ni cosas ni seres (y esto es un problema), de
manera que la filosofía resulta ser para él lo que ha sido denominado por
otro filósofo como «la especialidad de las generalidades». Tal como James las
concibe, tales causas son más o menos últimas, en la medida en que son más o menos
«generales» (las causas" proporcionaron un esquema analítico de aplicabilidad general),
y los principios
explicativos básicos y generales subyacen a todas las cosas sin excepción, es decir,
estudian una parte o sector determinado, entre todos los entes "Limitado, pero, por el descuido de las
ciencias particulares", ligando el nombre de filosofía cada vez más, ideas de un alcance
universal exclusivamente; a la vez que (la filosofía) se ve transformada, de
ciencia de lo que es lo primero en las cosas —que (son)— para ser reveladas
en su principio y causa primera— a
una ciencia generalista de lo que es más universal en el pensamiento,
cuando precisamente esto se agrava hoy al correr tiempos donde la metafísica
sufre una segunda metamorfosis, pues la intrínseca
generalidad (conjunto
de todos sus principios)… sobreviene en amplitud/o profundidad /extensión de
alcance de pensamiento. Donde causa primera es por la última (dada a razón) ligada a relaciones
causales particulares a partir de premisas individuales (Locke) cuyas premisas y conclusión estarían
posiblemente ligadas por algún tipo de necesidad (Leibniz) En
la Modernidad, Locke interpretó la tesis aristotélica de que se requieren leyes
causales para poder conocer relaciones causales particulares como un comentario
sobre la relación de justificación entre aquellos enunciados generales
legaliformes y las regularidades empíricas que los confirman. Por
otro lado, la tesis aristotélica de la conexión necesaria entre causas y
efectos reaparece más claramente en los escritos de Leibniz, quien concebía a la
causalidad como un mecanismo general de inferencia, cuyas premisas y conclusión
estarían ligadas por algún tipo de
necesidad. Ahora bien, Hume, rechaza tanto la tesis lockeana
de que conocemos las leyes causales de manera exclusivamente inductiva (que deriva conclusiones generales a partir de premisas
individuales)/ como la de Leibniz de que en principio podríamos
descubrirlas a través de principios de razón, y parece que se nos presenta una
paradoja respecto a la epistemología que
estudia los principios, fundamentos, extensión y métodos del conocimiento
humano de las leyes de la naturaleza, pues, por un lado, o
bien las conocemos a partir de la experiencia o bien por la razón y, por
el otro, no las podemos conocer ni exclusivamente por la experiencia ni tampoco
sólo por la razón.— o bien, se puedan conocer
por medio de los dos: conocimiento, por tanto, que comienza derivando con la experiencia; pero esto no significa que todo él derive de la experiencia, nos dice Kant en la
primera línea de su estética
trascendental, y Precisamente Aristóteles de forma
modesta, al comienzo de su metafísica nos refería, a saber: que primero y por
encima de cualquier anhelo de saber (de conocimiento): Tienen todos los hombres deseo… /(necesidad) no confundir como principio de
causalidad, → y primer motor →,
que incide en el orden y existencia de
un ser : necesidad del acto de ser/ sino
referido: al deseo Primer motor de la razón
→
que incide en el orden y existencia de un ser, venido, dado al deseo de la razón.
No
creemos conocer algo si antes no hemos establecido en cada caso el «por qué»,
lo cual significa captar la causa primera (Aristóteles, Física, II, 3 (Gredos, Madrid 1995, p. 140) y a la vez,
añado, de esta causa primera en su
el principio de causalidad.
causa
primera es literalmente la causa que explica la existencia de una cosa, y en el
ámbito de lo natural, el motor, la forma y el fin, que «son una misma cosa»
Las causas próximas
(biología), de lo que es lo primero en las cosas (filosofía) tienen que
ver, por ejemplo: con las cosas que ocurren durante la vida de un individuo, Las causas finales o últimas (o historia) se basan en
de lo que le ha ocurrido a la población entera durante muchas generaciones (contrapunto:
intrahistoria.
Conocimiento /entendimiento
Conocer es concebir
pensar / pensar aquello) es conocimiento
de aquello (cosa), Todo acto de conocimiento intelectual termina en
una intelección (comprensión), esto es, en lo que es intelectualmente
conocido (ipsum intellectum / un entenderse a
sí mismo), y lo que de este modo se ha concebido es una
«concepción / pensamiento»
(conceptio), que se expresa en palabras. Ahora bien, lo intelectualmente concebido /pensado es de dos clases, como se puede
ver por las mismas palabras que lo expresan. Puede
ser simple, como sucede cuando nuestro intelecto forma la quididad, ¿qué es?, ¿qué cosa?, o de manera
indeterminada: "algo" de una cosa, en cuyo caso su expresión verbal es incompleja/desligada /inarticulada. Puede también ser complejo, como
sucede cuando nuestro intelecto compone o divide (componit et
dividiti) tales quididades: ¿qué
es?, ¿qué cosa? En ambos casos hay un acto intelectual de concebir (pensamiento de algo) y, por lo tanto, una intelección (comprensión) concebida (pensada a partir/imaginada
a partir de la experiencia), pero lo que se ha concebido en el primer caso
se llama concepto (conceptus o Representación mental de… un objeto)
mientras que lo que se ha concebido en el
segundo caso es un juicio (judicium). Juzgar
es componer o separar, en un acto intelectual, dos
elementos de la realidad captados por medio de conceptos (É.
Gilson - Conocimiento y existencia)
Ahora
(amplitud:
de pensamiento, amplitud
de concebir/conceptos)
no es lo mismo que generalidad: conjunto
de sus principios, estos principios evidentes, y consistentes con la realidad, es decir, basados
en hechos o datos fiables y por lo tanto se puede demostrar que se corresponde
con la realidad. Así, podemos deducir y encontrar de algunos principios —que pueden, puedan ser generales y a la vez “no ser válidos” —
cuando éstos derivan de la razón del
deseo. Por
su noción abstracta, entendemos que «principio» es aquello que en un orden dado
se halla antes que otro. Si A se halla antes que B, decimos que B sigue a A y
que A antecede o precede a B. Cuando el orden es rectilíneo, mas no infinito,
de cada dos elementos podemos decir que el uno es precedente o principio del
otro, el cual es el siguiente o consecuente. Pero en el orden lineal finito
habrá un elemento que no tiene precedente o principio. De ese elemento son
todos los demás consecuentes. Será, pues, principio en sentido radical o
absoluto dentro del orden, será primer principio →principio de causalidad, → y primer motor →, que incide en el orden y existencia de un ser : necesidad del acto de ser/ o bien, estar referido al principio,
como Primer motor de la razón → que incide en el orden y existencia de aquel ser,
dado al deseo de
la razón. Luego Los elementos que preceden a los que les siguen,
que a su vez son precedidos por otros, pueden ser llamados «principios
relativos» dentro del orden. Al pronto se juzgará que solo el «principio absoluto»
es, en rigor, principio, de causalidad y
motor del acto de ser
“Saber”,
pues
en su conjunto y
resumido en una sola palabra es entendimiento; facultad ésta, que habrá de adquirirse por
el examen de las cosas-ahí, a partir de Aquellas Experiencias sensibles —también
llamadas impresiones— y la información que de estas últimas se ofrecen al
juicio respecto de las primeras— procurando llegar a «conocer» y consecuentemente a su
producto «el conocimiento» de la
cosa-ahí. «Conocimiento
que —nos dice Kant en la primera línea de su estética
trascendental—comienza con la
experiencia; pero esto no
significa que todo él derive de la experiencia, luego «una visión de cualquier cosa es
denominada filosófica justamente en la medida en que tiene amplitud y tiene
profundidad de pensamiento (juicio)».
Entonces, del conjunto de sus principios, Principio, no habrá de significar, (no habrá
de ser) tanto un principio →origen (del pensar), como, principio→ o fundamento (del
pensar), primero del
hecho empírico (experiencia) que nos lleva luego a reflexión/juicio: que jerarquiza,
estructura, ordena, discrimina la información; e igualmente, encuentra respuestas
y soluciones —a las cuestiones y problemas derivados de las cosas por medio de
la razón y los demás caudales adquiridos a través de ella. Esto
es entendimiento, que da sentido al mundo, venido del asombro a
despejar el horizonte “nuestro horizonte”. «Horizonte —pero— limitado,
pues nace de una limitación: delimitación que delimitan las propias cosas pero
también nuestra visión de ellas». De otro modo, y a partir de un principio/origen: sin fundamento (empírico/experiencia)
cualquier visión amplia /por extensa, aunque vaga y venida de un divagar del absurdo
de las cosas o de la razón del deseo, nos parecería
tan válida filosóficamente como cualquier otra, igualmente amplia y profunda derivada
del hecho empírico y la razón (juicio). Debemos pues discriminar … si
queremos no desperdiciar, el tiempo, que es nuestra vida. Dicho de otro modo, la generalidad, o conjunto de principios refieren todavía a
las cosas-ahí, mientras que la amplitud es un atributo, casi infinito e
indefinido de la mente, y el pensar de cada uno,
teniendo que recurrir a ella, la
mente y pensar, para profundizar (subjetivamente, cada cognoscente, y emitir juicios)
aunque a veces solo sea para dar cuenta del conocido hecho, que diversas
visiones de la realidad pueden ser, aunque igualmente «abarcantes» por
el pensante cognoscente—de forma más o menos enfocada—, a la vez que mutuamente
conflictivas. Pues «Por
naturaleza —afirma Aristóteles—
tienen todos los hombres deseo de saber» [πάντες ἄνθρωποι
τοῦ εἰδέναι ὀρέγονται
φύσει, 980α
21](contrapunto).
Así
La
generalidad (principios / fundamentos) de los conocimientos penden en
última instancia, y siempre, de la aptitud: competente del sujeto y su conocimiento
en particular (o experiencia) para abordar y poder luego ser
generalizado como una verdad de aquello que es: Sócrates es; y no un: si aquello es; o,
si Sócrates es
(Creo
que hablamos del ser, y de ser, pensando ahí, a Sócrates, un Sócrates que es;
más allá de pensar en si un Sócrates es). Pero la amplitud de perspectiva
(relativa a principios y fundamento del pensar) es una simple actitud frente a
otras del sujeto cognoscente frente a la realidad. Primero es una cuestión de
entendimiento, pero también de voluntad a la vez. Y ¿Por qué voluntad? Pues precisamente,
primero voluntad, y muy fuerte, para evitar del propio deseo de Sócrates, cuando
Sócrates
no es, y preguntarnos nosotros por Sócrates… si Sócrates es. Solo de ese modo podemos
evitar así, por el deseo (nuestro) de Sócrates,
que este sea, evitándole igualmente
a todo el mundo aquel ejercicio pedante, del que
se presume a través de las palabras, de tener grandes conocimientos, o hacer
creer que los tenemos, mediante la propia satisfacción
de un deseo (como principio de causalidad), resuelto luego en su
representación. Precisamente Aristóteles de forma modesta, al comienzo de su metafísica
nos refería, a saber: que primero y por encima de cualquier anhelo de saber: Tienen todos los hombres deseo… Deseo éste, pero,
que no es una clase mayor de querer,
sino un impulso, o disposición genérica de la razón “sine
iudicium” (sin juicio) entendida, esta razón como
puro ámbito de representaciones: “inerte” y sometida a las pasiones
mismas —dice Hume— en tal medida, que no puede pretender otro oficio que
obedecerlas y servirlas. ¿Cómo? Resolviendo el deseo en acto, de su representación ¿Un ejemplo? (Contrapunto)
De la satisfacción de un deseo, resuelto en su
representación: Llevaba algún tiempo buscando ―algo más de dos meses― las
obras completas de Wittgenstein. Cuál sería mi sorpresa, tras meses
después de haberlas solicitado, y cuando ya creía tenerlas en mis manos que
comprobé, no sin asombro que faltaba del tomo el Tractatus Logico-philosophicus
-(1921) e igualmente, las Investigaciones filosóficas Philosophische
Untersuchungen - (1953). Las obras completas se repartían en dos tomos, pero me
habían enviado solo el segundo, que recogía diarios, conferencias y otros ensayos.
Sin embargo, no iría más allá mi frustración, cuando del tomo en mis manos
descubrí textos que me eran del todo ajenos; luego y lejos de decepcionarme me
embargo el asombro, no encontrando desperdicio alguno en las notas y epístolas
(1) en las que hallaría curiosidades; algunas, como la referida a la carencia
de sentido de la definición russelliana del cero, o sobre la cuestión entera de
la existencia de números de cosas (2) y descrita, en una singular hipótesis
formulada por medio de una ecuación, que no me veía capaz de comprender: Sería
días más tarde, y a través de la lectura de notas dispersas, cuando —marginando
el significado literal de la hipótesis (la ecuación referida) que el autor
quería dar por resuelta— resolviese a mi entender, no ya la solución de
ésta en una fórmula dada, sino más “el deseo a la solución” en ella, tal y como
nos es propuesto del propio Wittgenstein, y de sus propias palabras se entienda
cuando leemos en otro contexto: “la representación de un deseo es, eo ipso,
la representación de su satisfacción (3)”. Preguntándome entonces ¿no es
igualmente la representación de su deseo —una hipótesis (resuelta en la
ecuación) — la solución, a la cuestión que nos ha sido propuesta? Y, de la
que resulta la obtención de un deseo dado en su representación; y, por tanto de
esta se obtenga, igualmente la representación de su satisfacción,
independientemente, luego de la veracidad o no de ésta... Un saludo, y si van a
leer a Wittgenstein, escuchen a Tartini.
_____________
1 Wittgenstein. 2 tomos. Ed. Gredos- 2009)
2 (de una entrada a su diario filosófico 21/10/1914, Tomo II ed. Gredos 2009,
pág. 37)
3 (observaciones a «la rama dorada de Frazer» Wittgenstein Ed. Gredos T2
pg.535)
Pero esta situación chata y aplanada en algunos casos: De hacer filosofía como se hace una buena novela, donde todo parece verosímil y nada es verdad, es decir de exponer el artificio sobre la experiencia del conocimiento, o de hablar de cosas que no llevan a nada (útil) ha prevalecido tanto tiempo (en la filosofía) que ahora parece perfectamente normal y satisfactoria cuando todos la entienden así (y, si no, se les explica y educa para que la entiendan así). Pero Hay países donde ningún profesor de ninguna ciencia podría conservar su trabajo un solo día, Si este empezara enseñando lo que no lleva a nada y ha surgido de la imaginación, o bien afirmando que no sabía cuál es la verdad (falta de verdad), acerca de la misma ciencia-suceso que se esperan los alumnos que les enseñe. Luego ocurre inversamente, que un hombre encuentra dificultades para ser reconocido como profesor de filosofía, cuando profesa creer en la verdad (que es: verdad) de la filosofía que enseña. Adquirir pues un conocimiento filosófico (esto es afirmación- ahí, que es) mediante un acto del juicio en filosofía, resulta en pecado, cuando este dice sé (de aquella cosa). ((Contrapunto) LA AFIRMACIÓN DE LA EXISTENCIA – párrafo 1)falta enlace) Pues si un filósofo se siente razonablemente seguro de estar en lo cierto, desde aquella posición dogmática todavía mantenida como válida: “porque creen en la verdad filosófica, no la conocen...” el hombre cuya voluntad se vale de todo esfuerzo para dejar ver a su propio entendimiento las cosas tal como son, está destinado a aparecer como: un insulto viviente para aquellos que no consiguen ver la realidad, como él la ve.
Desgraciadamente, es cierto que los filósofos dogmáticos están sujetos a convertirse en fanáticos, pero tienen una excusa. por cierto: la misma que les acusa cuando creen en la verdad de lo que enseñan. Lo que supone una paradoja: pues del mismo modo que acusan a unos de saber (una verdad), cuando ellos dicen o se afirman sobre lo que enseñan, estos luego ¿como saben que lo que enseñan es verdad? Así se reconocen en la no verdad, que es verdad (encontrándose en su propia paradoja), y encerrados en el laberinto de su propio dogma, donde este no les permite salir hacia una verdad, aunque sea la suya. Pero entiendo que todo esto debe terminar; sobre todo para que no pasen sucesos como en el pasado con los absolutismos, Holocaustos y guerras sin fin. Solo sé que no sé nada… califica, hoy solo para filósofo del sistema, y sistematizado que no califica para nada más. Este no entiende las posiciones filosóficas fundamentales entre la verdad y el error, de una experiencia y juicio. Pero todo esto remite solo a una causa. Pues “se puede estar en desacuerdo con los otros, pero el entender es un requisito previo para algo más que un desacuerdo verbal, y, una vez que se ha entendido a los otros, ya no hace falta refutarlos. Porque, ciertamente, es una y la misma cosa el entenderlos en su plenitud y el conocerlos en sus intrínsecas limitaciones.” (G)
De modo que La única voluntad que debería hallarse en el origen de la filosofía debiera ser la voluntad de conocer: el conocimiento que ha de venir de la experiencia / (por encima del deseo de conocer: entendido como “la representación de un deseo (propio) en la representación de su satisfacción (3)”. La generalidad, por tanto (de los principios) de cada conocimiento pende en última instancia de la aptitud de un conocimiento (verdad) particular (experiencia y juicio) para poder ser luego generalizado. Pero la amplitud de perspectiva, recordemos: es una mera actitud del sujeto cognoscente frente a la realidad. En pocas palabras, quod capita, tot sensus: hay tantas filosofías como filósofos. El principio de los principios es que un filósofo debería siempre poner como lo primero en su mente, lo que es primero en la realidad. Lo que es primero en la realidad no tiene por qué ser lo más fácilmente accesible para el entendimiento humano; es aquello cuya Presencia o ausencia entraña la presencia o ausencia de todo lo demás en la realidad: lo que uno es, y en este sentido inicia, puesto que todos los filósofos saben en tanto en cuanto son, no ya tanto filósofos, sino como hombres: lo que son. Y así, el problema será el saber cómo es que los hombres (Cómo) filósofos pasan por alto tan a menudo lo que tan infaliblemente conocen como hombres desde su casa a la hora de comer.
De la razón de las causas últimas…/
/… a la sin razón de las causas próximas
La dialéctica unamuniana distingue, contraponiendo dos
términos entre historia e intrahistoria (Contrapunto). La historia es,
para Unamuno “el presente momento histórico, que cristaliza en los libros y
registros”, a decir: por sus causas últimas. La historia
está escrita por una persona,
que se aparta del pueblo y de su tierra, y que comete el más grave “pecado”
que puede cometer contra su misma esencia (contra el mismo como persona, y la
su propia y la propia naturaleza), desvía la ruta/ desvía la vista las
personas, y se distancia en el escepticismo, del que todo lo ve desde la distancia.
En los 50 todavía había historiadoras e historiadores que dudan del holocausto,
hoy aún los hay que dudan de las cifras del holocausto, y siguen comprándose aquellos libros: La verdad por fin (1974); El engaño del siglo XX: el caso contra la presunta exterminación de los
judíos europeos (1976).) Sin embargo, para Unamuno toda la
historia, mejor o peor contada, apenas sería la superficie de un
profundo océano (que tienen que ver con las o causas próximas que
ocurrieron durante la vida de un individuo, a cada momento de la historia ), teniéndose que
rasgar esta superficie helada, año, mes, día minuto y segundo para encontrar
bajo ella la intrahistoria: la vida íntima, “la vida
silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y
en todos los países del globo, se levantan a una orden del sol y van a sus
campos a proseguir su oscura y silenciosa labor cotidiana”.
Precisamente en maro de 2022, y a la hora de comer, viendo el telediario, y, conmovió de lo que ocurría de nuevo en tierras europeas, tomando la idea de intrahistoria, quise buscar, mirar, desde otro lugar (moviéndome /apartándome) del punto de vista que mostraban las noticias generalistas y notas de prensas, y buscando personas en la red afectadas por la guerra, entiéndase: lo que era la historia diaria, de la guerra de ucrania (contada desde un enfoque generalista de medios) moviendome al el enfoque de aquella misma dialéctica unamuniana, apenas sería entonces la "superficie de un colosal piélago ensangrentado", donde rascando la capa superficial de sangre reseca, de matices de honorabilidad e ideales y matanzas, encontraríamos bajo ella la IntraGuerra (contrapunto):"Los hechos silenciosos con nombre y apellidos de millones de verdugos y víctimas: las muertes y masacres más atroces, los abandonos más dolorosos y las más terribles agonías". Nada honroso, pensé, que hallaría allí, sólo el sinsentido y el horror que supone la Guerra para la vida y los hombres, sin embargo de entre todo aquel horror y oscuridad, se escuchaban voces, pequeños farolillos que iluminan la oscuridad en día, no se veían pero estaban, para ayudar dispuestas a la guerra, pero no dispuestas a matar. Desde Almendralejo, contacte con alguien de camino a Ucrania, iba a traer personas: mujeres y niños sobre todo: los hombres quedaba allí, en contra de una opinión huera y popular. Viajaban en sus mismos autos, pagando ellos la gasolina o alquilados. Fernando Duran Bote, de Almendralejo, había salido el día 3 de marzo, apenas solo una semana después de iniciada la guerra. Hablando con él me ofrecí a ayudar en todo lo que necesitase, y me tuvo al tanto del viaje. Fernando era uno de los que en su acto, el acto de ser, como yo en mi acto, pero yendo él más allá del mío,— mientras para otros aquello era noticia de entre platos a comentar y opinar, incluso criticar en los medios y redes— hablaba por su acto-de ir a… (De potencia >moviéndose > en acto > (acto) de ir > ir a conocer una verdad, →construir/ habitar la verdad de la guerra, por medio de las personas que iba a conocer).
En camino construyendo/se – en el camino y siendo /hacia donde entendía que debía estar (habitando)… en su principio estaba el ayudar, luego por el examen-ahí, y a partir de sus experiencias y la información que estas últimas se ofrecen al juicio respecto de las primeras—llegar a «conocer» y consecuentemente a un «conocimiento» real y verdadero de la cosa- la guerra-ahí. Mostrar su verdad (subjetiva), que sería mostrar un conocimiento de la cosa (dado a su juicio) que interpretaría de lo que (realmente, por su experiencia) contrastada a los saberes de la cosa por la experiencia de otros allí, sería una verdad y conocimiento no solo mayor, sino verdadero, en tanto es para él, de la guerra hallado en la sin razón de las causas próximas, y primeras (por las personas que sufren la historia). Mientras, que el conocimiento de los que nos quedamos aquí es derivado De la razón de las causas últimas (la historia o noticia) que llegan al periodista cada día a la reacción, y ofrecidas desde aquel punto de vista, del contraste y el escepticismo del periodista —historiador, del día a día— del que nos sabe, ni ha visto con sus ojos la verdad y entierra al hombre bajo la causa última.
Tomas Parra era otro y dispuesto, y como con él entablé
contacto con otras personas, que del horror de Guerra despertaron un amor “en
acto” hacia el prójimo desconocido, pero necesitado, y derivado en acto hacia
los demás. Yo entonces me puse a escribir… y aun seguimos en ello. Y creo que podíamos empezar por
aquel dicho: dos ven más que uno. Por qué digo
esto (dos). Bien, Se entiende, pero mal, por el otro lado un lado diferente a
este, y no la posibilidad de este lado expandida de (potencia → acto) y por este poder ver, más allá,
al tener una visión diferente y mayor, sencillamente a partir de movernos, en
el acto> de ir , cuando la realidad, nuestra realidad extiende su frontera y límite, como causa de abrirnos al acto - de ser también y a la vez ese
otro yo, representado en nuestra sombra (o subconsciente) en su
potencia y acto por excelencia (acto de, voluntad de ser) en ese
otro lugar distinto de donde ahora estamos (fundiendo/nos: nosotros — ego-aquí:
en un lugar / y sombra- que quiere ir, llevarnos a otro
lugar— en una voluntad de ir, convirtiendo/nos
(las
dos voluntades -en una sola- y nueva voluntad:
en
ese otro (re- construido) que va, a ese lugar: juntos ego y sombra). y vale de
ejemplo cuando de un ruido, entre quedarnos donde estamos o no, algo nos hace levantarnos
de la cama y salir al balcón a ver la verdad, principio de ese ruido,
en la oscuridad de la noche, y asomarnos al balcón y mirar, buscando la verdad del
ruido (reconocer su principio, por su ultima causa: el ruido). De este
modo, A decir del Sujeto cognoscente, y
pensante que realiza el acto del conocimiento, este puede tomar una posición desde otra pasando… De la
potencia >a habitar. Y ahora, creo voy a tenerlo que explicar… (De potencia >moviéndose
> en acto > (acto) de
ir > ir a otro lugar construir/ habitar).
(1) Potencia / Primero solo es la potencia (que se
siente) como posibilidad remota / a partir de una voz (que escucharás, o no) es
algo que está y no está, que ves y a la vez no puede ser: depende de ti que pueda
ser. / En la potencia, nos reconocemos (qué somos). Es absurdo decir
que no, que yo no yo no. Tu si, como todos. Y todos Vemos que somos algo que
necesita –algo > ser algo.
(2) Moviéndose / de potencia a acto hay un moviéndose: moviendo/me al acto de ir; para luego ir en
acto // moviendo/me → es moverse (pensar en), es escuchar esa voz interior y buscar, en
ella, qué… hay. //Ahora somos como nuestro perro cuando nos huele desde la
escalera, y ya se dirige a la puerta, o se esconde debajo de la cama… cuando
así ahora nosotros, hemos reconocido ahí un nosotros, y que no necesita
decirnos como es (nos acordamos : entendemos de dónde nos vienen esas ideas (en
mi caso) es todo lo que nos gustaría, lo que deje de hacer, lo que olvidé hacer, y ser) es todo a lo que renuncie, que y viene subiendo y cantando por la
escalera, pero solo nosotros, decidimos, si abrimos la puerta.
(3) en acto → moviéndose en acto: es encontrar (nos/lat.)
encontrarnos en esa voz /es empezar a construir/ moviendo/nos- (ya)
-en acto (de
re-construir/nos →encontrar billete y vuelo para...ir > Si
estamos aquí es que abrimos la puerta. Verán que no digo mucho, digamos, que: es
sorpresa. Cada cual deberá abrir la
suya.
(4) y (5) de ir (acto de ir/ es estar en camino) acto de ir/nos / es a cada paso construir > / ir-nos -(ya)- a otro lugar/ es estar -(ya) - en camino a otro lugar → construyendo/nos. Porque construir es medio (primero y principio), pero no es sólo medio y camino para el habitar; el construir es ya en sí mismo habitar el camino, es re-construir/nos los fundamentos, mas no vemos el camino, sino en camino al (hombre) que anda su frontera mientras se recompone de trozos de sí mismo: y de su olvido… a mi silencio llegaste con paso quedo; me hallaste abajo, en la oscura gruta, ¡amigo mío! No llegaste de imprevisto, de lejos, por encima de la tierra, percibí, perfectamente tu regreso... Tu ¡Ven y sígueme! Ok, pero ¿A dónde? A la experiencia. ¿Qué experiencia? Tú deja todo lo que ibas a hacer… y sígueme. Sí, pero ¿a dónde?... —a una experiencia al desierto (a lo desconocido)… y fui. Solo / mas sobre el volcán mirando / sobre la ladera, el sol de un lado y del otro, lo que antes no veía, de mi lado, siempre había estado y más arriba, el borde mismo del abismo, dicen aquellos, sentados, que ni frontera ni abismo vieron nunca por sí mismos. … /… ¡Por Supuesto!
A lo largo de la historia de la metafísica y la epistemología (que estudia los
principios, fundamentos, extensión y métodos del conocimiento humano) se ha discutido mucho, acerca de la pertenencia o no del sujeto
a la realidad que conoce: a nuestra
realidad: pero, ¿a dónde sino pertenecemos?, me pregunto, si realidad y vida… no
hay más que una: La que vivimos, reconociéndola, o sin quererla reconocer por
parte de algunos. La vida: es lo que tenemos, es todo lo que tenemos, por
encima de todo lo que tenemos en la vida. Se pretende pues, con la pregunta (la
excusa: y excusarse), sobre aquello que se desconoce, pero donde este
desconocimiento no se achaca, a un desconocimiento mayor de sí mismo, ni a la falta
de intrepidez a la hora de ir en busca del propio conocimiento; pero, sin embargo, parece que atormenta lo suficiente o
tanto como para elevar la pregunta que él mismo se hace. Sin embargo, esta ausencia
de conocimiento de sí, lo va a achacar a
un problema de la realidad, pero no relativo a la realidad de sí mismo (o
conocimiento incompleto de sí mismo), ni a la realidad de su incapacidad, e ignorancia,
sino a un problema con la realidad que percibimos todos: ¡la realidad está mal, o
bien vemos solo una parte de ella, o vemos una realidad falsa!, en
cuyo caso, tranquilos, nos la van a explicar, por sueños, ecuaciones o por el
sonido repicante de una castañuelas.
Sin embargo, y sin entrar en polémicas (o realidades, no manifiestas, que si se manifiestan, son de esta) y centrándome pues en lo posible, se observa que no tanto se ha discutido, de cómo se pueda conocer más de esta realidad, de la que participamos y de la que uno, a veces, se siente no tanto ajeno precisamente, sino a disgusto, a disgusto por algo que no se ajusta a lo que se desea o se espera: por ese vacío o ausencia no tanto desconocimiento de la realidad, sino de ausencia de una verdad mayor, y de la que uno se siente no, no ausente: no (ausente: es otra excusa). Pues la angustia no la siento con el teléfono apagado, y menos si no espero que me llame nadie, eso Sería en todo caso luego una sorpresa (¡ahí va! me ha llamado la Pili). No. La angustia, se siente con el teléfono apagado, precisamente porque lo hemos apagado; la angustia se siente cuando no quieres ver, cuando no quieres hablar, ni ver ni hablar con alguien (que sabes que se puede presentar, o te puede llamar) y aunque el teléfono está apagado, precisamente, porque lo hemos apagado, sabes que alguien puede estar llamando, que el teléfono está sonando, y va a seguir soñando, aunque lo metas bajo el agua, o lo arrojes por la ventana, el gato te lo vuelve a subir, y no deja de sonar, y suena, ya dentro de ti, aun apagado, y no duermes, porque en sueños sueñas con esa llamada y lo que hay detrás, y sueñas con abrir la puerta y ver allí lo que arrojaste fuera de ti (ver esa sombra que te grita desde dentro pero no quieres oír), pues trae una nueva, que anhelamos tanto, como temes ahora despertar. Serenos ahora los espíritus de actos futuros se agolpan en su alma / La existencia no es una «cosa», sino acto: el acto primero de ser: y su acto primero por excelencia (el acto de ser-ahí): yo quería dormir... pero tú tienes que danzar..
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