DE LA LUCUIDEZ QUE NO-ES SINO ANTES PENSAR-SER I NO SER DE TODA UNA VIDA QUE NO FUE DESPUES (De Sus Textos i-por él Mismo Reconocida (I-de Haber vivido / Todo aquello Él) /-/jorge maqueda merchán ( jordi maqueda / Aceuchal- 06207 Badajoz- España)

DE LA LUCUIDEZ QUE NO-ES SINO ANTES PENSAR-SER I NO SER DE TODA UNA VIDA QUE NO FUE DESPUES (I-De Sus Textos i-por él Mismo Reconocida (I-de Haber vivido / Todo aquello Él)

jorge maqueda merchán
jordi maqueda
Aceuchal / 06207 (Badajoz - España)


Cuando miro atrás en el tiempo, desde la distancia, y recuerdo aquellos maravillosos momentos hallados en lo ordinario de mi vida observo: que no puedo ni he podido nunca desvincular éstos del dolor, la fatalidad y sufrimiento resultante de la propia existencia (2011) / luego lo mismo que antes i resultante de la propia existencia /es de aquellos momentos cuando uno i de un lugar antes /todo es para poder después llegar i decir /Vno de uno otro lugar) he sido antes /lo que otros escuraron i vieron de mi /luego soy moviéndome como antes /Lo que ahora ves) (2025)

Todos sentimos en algún momento preocupación: preocupación por el futuro; e, igualmente, inquietud respecto a él. No en vano, el futuro es algo que se nos viene a todos encima, en tanto que es ineludible. Esa sensación reviste, hoy más que nunca, un agrio carácter de opresión frente a la inseguridad manifiesta en todos los ámbitos de la vida, dentro en una organización social en la que entregamos nuestra voluntad a ese Leviatán, cada vez más desfigurado. Así, ante una providencia tan indefinida como la dada en estos, nuestros tiempos, no es extraño encontrar a quienes llevados de la angustia que causa la capitulación, teniendo que hincar la rodilla en la arena viendo como se derrumban todas sus esperanzas, aguardan, ir en busca   de aquello que guarda la Esfinge: el mismo templo que habitan el minotauro y la paradoja con la ingenua intención de encontrar algo con que aligerar el pesado fardo que “por el hecho de ser hombre, todo hombre lleva consigo” y que en el páramo demora su transitar, a la vez que fustiga sus abatidas conciencias. 

En la marcha se les distinguirá fácilmente: pertrechados con un utillaje arcaico de nociones, con ellos viaja siempre la duda: en todo momento presta a interrogar sobre aquellas cuestiones que más profundamente inquietan y, por qué no decirlo, a todos nos atormentan. Se trata de preguntas laberínticas, cuya complejidad es superior a cualquier discurso relativo a las mismas. Cuestiones, todas ellas, desde hace milenios envueltas en una densa niebla de desconocimiento, pero por la que lentamente se ha estado abriendo paso la razón. Sin embargo, hueras esperanzas alimentan el camino, mientras el peregrino recopila cuanta más información, a la espera de alcanzar esa “gran falacia de nuestro tiempo”(la verdad). Así, luego pasado un corto período tiempo, resulta fácil comprobar, como todo ese saber “pretendidamente extraordinario”, y acumulado en su largo transitar, no ayuda ni propone solución alguna a los innumerables males que atormentan el espíritu. Lo que antes parecía una extraordinaria guía: un modelo para comprender los misterios de la existencia, pasado algún tiempo, se manifiesta escrito en un lenguaje distinto. Diríase que secuestrado: imposible de interpretar. El carácter, en tantas ocasiones talmúdico que parecen adquirir algunos textos, compromete en gran medida la ardua tarea de descifrarlos. Consecuentemente, las grandes preguntas; las grandes cuestiones del “Ser” permanecen ajenas al individuo. Confiscadas, sino extraviadas en un laberinto donde la angustia resulta de todas partes, al comprobar, que podemos volver la vista atrás: hacia el punto de partida, pero jamás retornar sobre los propios pasos. «Quien sin estar obligado, intenta alcanzar el completo conocimiento prueba sin duda, ser audaz hasta la temeridad» (3). Tenemos por el laberinto tal curiosidad que olvidamos el dolor y sacrificio que cuesta al hombre transitarlo. O peor aún, «suponiendo que la razón del individuo perezca en fútil intento, este se encontrará ya tan lejos del entendimiento, que jamás podrán sus semejantes comprenderlo» (5).

Luego hoy, cuando las antiguas creencias están declinando, y el final de las grandes síntesis se acentúa, un hambre manifiesta avanza peregrinando el mundo. Se trata de una imperiosa necesidad de saber: saber quiénes somos; de dónde venimos o cuál es el velado propósito, de la que en tantos casos resulta ser una miserable vida. De tal modo, multitud de personas de la más variada condición, y cuyo nexo común encuentra su raíz más profunda en la angustia, se han dejado cautivar, en torno a temas que van más allá de su quehacer acostumbrado. Seducidos, hacia cuestiones profundas, —cuando no, víctimas del que resulta ser el humilde parásito de la ingenuidad— estas, se ven proyectadas a la contingencia, de tener que hallar unas nuevas expectativas, en las que habrán de volverse a plantear aquellos mismos y pretéritos temas relativos a la existencia: “su existencia” Apreciable en innumerables manifestaciones y formas, esta aptitud se observa, en mayor medida, al comprobar, el creciente interés mostrado por buena parte de la ciudadanía, encandilada, en torno a una amplia gama de tópicos: ufología, sectas, parapsicología... Sin embargo, sería ventajista por mi parte arremeter directa y exclusivamente contra semejantes disparates pseudocientíficos, cuando el más ligero soplo de aire dirigido contra ellos los derrumba. Mas no habrá de precisarse tanto un pulmón poderoso, como una gran osadía para dirigir ese soplo, sin vacilar, contra las imponentes fortificaciones de la filosofía. Entendiendo, es en ésta —quizá, más que en ningún otro lugar—, donde el pensamiento desventurado ha escarbado hundiéndose con mayor pasión o vehemencia.

Finalmente, todo esto no ha hecho más que acrecentar el prejuicio, ampliamente extendido ―sobre todo en el hombre común―, que la filosofía no tiene nada que ver con ellos: con la realidad que acontece en sus vidas. Que escrito entre sus líneas no existe un nexo con los deseos y necesidades intelectuales de aquellos, o, incluso con los de uno mismo. Sin embargo, en ocasiones los muros de ese intrincado laberinto se derrumban, ante aquel, que alcanzando el punto mas bajo de sí mismo ha tocado fondo, reconociendo en el laberinto un camino sin salida. Hallando así un hilo por el que guiarse ante la angustiosa perspectiva, que habrá de resultar encontrarse palpando con las propias manos el fondo del abismo: tomando plena conciencia de aquello más absoluto. El precio a pagar, sin embargo, habrá sido elevado: soledad, enfermedad y no pocas veces la locura, serán la moneda de cambio exigida por el  Minotauro. Pues, sólo cuando la existencia muestra su más dramática figura, parece la mente derrotada entender, no ya las palabras de aquellos libros, sino a las personas que los escribieron: "Hablaste más que humanamente pensaste Perdido en la sombra si mirar al cielo donde lucían miles de estrellas, pensando que todas en  tu corazón latían; perdido por las mañanas y tener que abrir las ventanas para respirar;  y escuchar un nombre disuelto en el aire y sentir del viento su caricias, sabiendo, que  jamás lo encontrarías; temiendo ver en sueños el fuego secreto de aquellos ojos, que teñían de tibia luz el lienzo  de unas ideas con lúgubre melancolía... cada noche, cada día. Soledad siempre encuentras  ¿Cuántas sirenas más tienes escuchar todavía? Ninguna noche es tan larga y oscura, es solo tu propia sombra, lo que oculta la luz del día. Después comprendemos que solo cuando vemos el estilo natural de la escritura encontraremos luego un hombre i quedaremos sorprendidos porque esperábamos ver un autor  En cambio (decía Blaise Pascal) de los que tienen buen gusto que al ver un libro creían tropezar buscando un hombre y quedaban atónitos al encontrarse con un autor: perdido i en la sombra de su propio laberinto i del donde no hallaremos lugar ni solución alguna sino de las mismas preguntas, angustias y pesares que a lo largo de los tiempos un hombre ( de aquellos hombres) se han planteado preguntándose a sí mismos luego no siendo de moverse a buscar la respuesta sino de la pregunta i religioso de mismos: Mas hallando la verdad lo encontraremos "cuestionándose" i pensando-ser / nunca del destino o moviéndose de su propio ser i abusando de las palabras; o mejor lo diría ortega: Se ha abusado de la palabra (tanto que por eso ha caído en desprestigio, que como en tantas cosas ha consistido aquí de un abuso en el uso sin preocupaciones i sin conciencia o limitación alguna del instrumento desde hace más de dos siglos i creyendo que hablar ( lo mismo escribir) era un urbi et Orbi: es decir lo mismo que a todo el mundo i a nadie en concreto / en este sentido no de la misma manera que ortega Yo no detesto igualmente como ortega: "esa manera de hablar i sufriendo por no saber a quien hablo" / como ciertamente me preocupa si sabrá él que me lee (que quien esta hablando i escribe, esta hablando i de cada cosa, de algo concreto i para lo que hay que ser ( i reflejarse de alguna manera de lo mismo i vivido de lo concreto / i lo mismo al escribir incluso fantasía de lo que-es i no-es (de la misma manera del texto / luego de una forma fuera del texto no igual i de la misma manera otro zombi más ID- los que Çuando perciben el fin van más aprisa que el tiempo i se olvida uno de si mismo (i de todo lo demás que-es / pudiendo ser) cuando (se<piensa-ser /i es) de su única verdad como decepción lo que otorga esa lucidez i certeza (de él: una muerte referida i por doquier) lo que transforma su liberad anunciada en desengaño / pero vemos que no pierde tiempo en volver a tras (a por sus cosa- para igual ser→ de sus propias experiencias i consciencia él después de su texto / de otra forma y más allá de la confusión total (del mundo), y no siendo capaz de distinción alguna logrará su salvación de la única manera posible: aferrándose a lo absurdo, a la inutilidad absoluta (de hablar a otro de su propia vida) cuya ficción es posible, sin embargo, i-desde esa nada fundamentalmente i-consciente que-es una de las palabras, capaces i-de otro otro de crear la ilusión de la propia vida i como fue vivida.

 

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