(Y NO LO MISMO ¿LOS CANTOS DE SIRENA?
jorge maqueda merchán
jordi maqueda
Aceuchal / 06207 (Badajoz - España)
de Ι— ιΗ η o /Ε ε/ del sonido Sonido del griego antiguo) de1 texto la forma afuera de la frase de un texto i-tema I lo mismo o (a /h₂ > a i (o-u) de Io (antes) Carácter Fronterizo al Ser i-de Lo concreto de lo (n) abajo (lo mínimo minúsculo de arriba vna→ Ι-de ι ser (Lo) i-de un solo tiempo i-de Ιι interpretar (1ר→ h) pie (interpretar i de las la laringales vocales “ Sabéis interpretar el aspecto del cielo, mas no podéis interpret-ar (de uno (Δ) las señales de los tiempos (en su lugar)” (MaaT(eo) 16:3)
Uno (Δ) 1 de un punto
con volumen i forma
Υποκριτές
(Sub-jueces / desde lo de abajo o enterrado o sepultado igual/ /lo mismo de la memoria)
κριτές (krités) (jueces: los que juzgan indefinido de lugar i tiempo)
Κριτ ί ας ( Krit í as) (juzguemos pues (ahora i aquí - en un presente indefinido)
entre consonantes y al inicio, h₁ > e, h₂ > a, y h₃ > o. En lenguas indo-iranias como el sánscrito, cada laringal se transforma en i,
antes sin (el) tiempo luego de a- estar sin tiempo del verbo.
Maat como principio
Luego de→Γlo(desconocido I-de arriba antes luego vηaba-jϛpuesto de (n) oh2ombres
Υποκριτές (Hipocritas)
Υπο antes (debajo)
I-de (otro nombre )
Κριτές (jueces)
Υπο ΙΔ Κριτές
Bajo jueces de identificación
Υπο ΙΔ Καριτέη→
por delante 3 i otros 3 i furias por detrás
En griego entre consonantes y al inicio,
h₁ > e, h₂ > a, y h₃ > o. En lenguas indo-iranias como el sánscrito, cada laringal se transforma en i,
Υπο
critias
κριτές
Κριτίας (critias)
I-de lo mismo L(o)uego i-de vηaba-jϛ arriba de LJ-deloh1(ה-(el→ n-ombre)
(luego de ΓLo רtener vno abajo él pie (de otro dentro i arriba) fue-Ra)
Γιo

Acerca i-de algunas Cuestiones Fundamentales de 1-ka que es de (zumbido en del cielo 𐤌-de la boca abajo laringal de 𐤌aa ( माता। ) 1α madre o Maa( T→ उपविश्य। ) del sujeto (sentado) que aprende desde abajo i-de Lo (antes) AHi (igual palabras por debajo que (me recuerdan números de T colgando i sujetos de arriba mas que de abajo
vης (I-dεΓιpie)

dεΓιode1pi-e πר
εscuchándose de aquello i-de si mismo reflejo (eso de el)
I-de Lo de uno→ su sombra
QE I-de arriba (del medio) vηaba-j i-de Iota (1O- / es decir ser hacia→ de-I (aquello i una experiencia de ver OΙι por uno mismo i sentir) la forma (curva ) O del espacio desde afuera i del medio común antes I α→ dentro de uno sentido aquello del medio i experiencia luego afuera (hacia→ (ser I.de aquello que-es→ eso ahora de el (su experiencia sentida en relación con el medio) el un plano o texto (creando I-de v(η→ nombre el tema dentro de1 texto / a partir de aquello 1α experiencia de uno i-de reflejarse de las palabras (identificándonos) de-IΔntes iδε ivη (o uno nombre) en el texto Ιιδεl tema cerrado o enmarcado del medio i horizonte común luego /ser-uno antes deΙιombre (que-es I-de la experiencia I-de1 texto después (y por tanto que ya ocurrió)
CRITIAS o JUECES
(TIMEO) Cuan agradable me es, Sócrates, poder, como sucede después de un largo viaje, descansar anchamente al ver terminado este discurso (fuera luego es→ ahora del texto). Yo suplico á ese Dios, cuya existencia es muy antigua, pero que en cierta manera acaba de nacer de nuestra misma conversación, que si lo que hemos dicho ha sido oportuno, nos lo tome en cuenta; y que nos imponga el castigo á que nos hayamos hecho merecedores, si hemos pronunciado, sin quererlo, alguna palabra inconveniente. Pero ningún castigo más justo para el que se engaña, que ilustrarle. A fin, pues, de que en lo sucesivo nuestros razonamientos sobre la generación de los dioses sean verdaderos, suplicamos á este dios, que nos conceda el mejor de los talismanes, el talismán por excelencia, la Fisika. Hecha esta invocación, cedo la palabra á Critias, conforme á lo acordado.
(CRITIAS) La acepto, mi querido Timeo. Pero la misma indulgencia que has reclamado, cuando principiastes tu discurso, reclamo yo ahora. Querría alcanzarla mayor aún, atendido el objeto que debo tratar. No se me oculta que pueda tenerse por ambiciosa, y si se quiere, hasta por un poco inconveniente mi súplica; mas, sin embargo, estoy resuelto á hacerla. No se trata de negar las verdades, que tú nos has expuesto; ¿ni qué hombre sensato se atreverla á hacerlo? Pero debo esforzarme para convenceros de que mi tarea es aún más difícil; y, por consiguiente, que tengo necesidad de mayor indulgencia
Cuando se habla de los dioses á los hombres, mi querido Timeo, es infinitamente más fácil satisfacerlos, que cuando se les habla de los mortales, es decir, de ellos mismos. En efecto, la inexperiencia, ó más bien, la completa ignorancia de los oyentes, deja el campo libre al que quiere hablarles de cosas que ellos no-conocen; y tratándose de los dioses, ya sabemos á qué atenernos (1). Concebiréis más claramente esto, si fijáis vuestra atención en lo que voy á decir. Nuestras palabras son necesariamente una imitación ó imagen de alguna cosa. Supóngase un pintor, que se proponga representar las cosas humanas ó las obras de la divinidad en general (2); desde luego vemos la facilidad ó dificultad que experimenta al imitar estos diversos objetos, para poder contentar al espectador. Si pinta la tierra, las montañas, los ríos, los buques, el cielo entero y todo lo que él comprende, así como todo lo que en él se mueve, nos daremos desde luego por satisfechos, por poco que haya sido su arte y escasa la semejanza conseguida al reproducir estos objetos; y en tal caso, desprovistos nosotros de todos los conocimientos precisos, no pensamos en examinar nada, ni en criticar nada, y nos damos por satisfechos con un bosquejo incierto y engañoso. Pero que el pintor trace los rasgos de la humanidad, nuestros hechos propios, como el hábito de verlos nos los ha hecho familiares, notamos inmediatamente las más ligeras faltas, y nos convertimos en jueces severos del cuadro, si no ha reproducido su modelo con una completa fidelidad. Lo mismo sucede con los discursos. Cuando se trata de las cosas celestes y divinas, basta que se hable de ellas con alguna verosimilitud; pero cuando se trata de las cosas mortales y humanas, las examinamos con un espíritu riguroso. Por lo tanto, si á causa de que voy á hablar sin preparación, se nota que se me escapa ó que incurro en alguna inexactitud, es preciso perdonármela; porque no es fácil, y antes bien es muy difícil, expresar las cosas que nos conciernen de una manera conveniente. No hay que olvidarse de esto.
Hé aquí, Sócrates, lo que deseaba recordaros. Hé aquí cómo quería reclamar para mi discurso, no un poco, sino un mucho de indulgencia. Mis palabras no tienen otro objeto; y si os parece que tengo algún derecho á exigiros este favor, concedédmelo de. buena voluntad.
(SÓCRATES) ¿Por qué no concedértelo, Critias? También habremos de dispensar la misma gracia á Hermócrates, que hablará el tercero. Porque es seguro que apenas le llegue el turno, nos hará la misma súplica que tú. Y para que piense en otro exordio, y no se crea obligado á repetir tus palabras, tenga entendido desde ahora, que le dispensamos la misma indulgencia. Por lo demás, te daré á conocer, mi querido Critias, las condiciones del público, á quien vas á dirigirte. El actor, que acaba de representar su pieza, ha alcanzado un maravilloso éxito, y agotaremos toda nuestra benevolencia, para ponerte en estado de poder rivalizar con él.
(HERMÓCRATES) Me doy ya por prevenido, Sócrates, al mismo tiempo que Critias. Pero dime, Critias: ¿no sabes que jamás los cobardes alcanzaron trofeos? Así, pues, es preciso que marches de frente y que discurras con resolución; es preciso que después de haber invocado á Apolo y á las Musas, hagas la pintura de nuestros conciudadanos y celebres su valor.
(CRITIAS) Bien, mi querido Hermócrates; como tu vez no llegará hasta mañana, y otro debe aún precederte, te presentas ahora muy valiente, pero no tardarás en saber por tí mismo si la tarea es fácil. Sin embargo, no me haré sordo ni á tus exhortaciones ni á tus excitaciones, y sin olvidar las divinidades que acabas de nombrar, llamaré en mi auxilio á todas las demás y singularmente á Mnemosina; porque de ella depende la mayor parte de mi discurso. Si la memoria me acompaña; si puedo referiros fielmente las antiguas historias de los sacerdotes egipcios importadas á estos lugares por Solón, creo que mi público quedará convencido de que he cumplido mi deber. Es preciso, pues, entrar en materia sin más demora.
En la mitología griega, Mnemósine o Mnemosina (en griego antiguo: Μνημοσύνη, Mnēmosýnē, de μνήμη, mnḗmē, 'memoria') era una titánide que personificaba el almacenamiento y la recuperación del pasado, es decir, la facultad mental de la memoria. Es una de las hijas de Gea y Urano, y madre de las musas con Zeus. Los romanos directamente transcribían al latín su nombre, Mnemosyne, y al menos Higino la denomina como Moneta, siendo el único autor que imagina a Mnemósine como hija de Júpiter y Clímene.4
Ante todas cosas recordemos, que han pasado nueve
mil años después de la guerra, que, según dicen, se suscitó entre los pueblos que habitan más acá y más allá de
las columnas de Hércules. Es preciso que os dé una explicación de esta guerra desde el principio hasta el fin. De
una parte estaba esta ciudad (1); ella tenia el mando y
sostuvo victoriosamente la guerra hasta lo último. De la
otra parte estaban los reyes de la isla Atlántida (nota: sepultada del mismo nombre) Ya hemos dicho, que esta isla era en otro tiempo (no refiere antes) más grande que la Libia (1) y el Asia; pero que hoy día, sumergida por los temblores de tierra, no es más que un escollo que impide la navegación y que no permite atravesar esta parte de los mares. En el curso de mi historia hablaré por su orden de todos los pueblos griegos y bárbaros que existían entonces (sin tiempo concreto), pero debo comenzar por los atenienses y por sus enemigos, y daros razón de sus fuerzas respectivas y de sus gobiernos. En su vista, pues, de nuestra ciudad es de la que debemos ocuparnos desde luego (es decir después).
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