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—Por qué me hago preguntas —La necesidad como categoría social —Darle un sentido propio a nuestros actos —Mantenerse despiertos. ¿Por qué desconfiar?—Además, Nuestra mente, y a la vista está→ es absurda— En el Siglo XVIII La humanidad ingenuamente había depositado sus esperanzas en la ciencia (ilustración) —El modo como he pretendido hilvanar, en relación a diversas materias y sensibilidades —«Toda observación es relativa al punto de vista » afectando al fenómeno que se observa—.
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Unas palabras antes de comenzar o seguir (a quien esto le pueda interesar)—Acerca de un modo particular de pensar —Sólo del desconocimiento surge la verdadera angustia de vivir —Vivir es elegir—Y Del Instante i Uno después —libre en el Instante—Pero ¿Qué es el instante?—De una doctrina de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital»—Del instante en la mística sufí—Pero ¿Progresamos? No lo sé—Por la palabra: el mas peligroso de los bienes—Pero la palabra tiene además otros peligros —De la La curiosidad Superficial, La Distracción: Y La Mente del Mono —El peligro de escuchar a todos y no escucharnos a nosotros mismos —Nadie dijo que la vida fuese fácil —Sartre considera que no existe la naturaleza humana —Mediocridad y Redes Sociales —De la ética venidera —La modernidad se construyó sobre aquella idea de la invención del sujeto, antes pensado como individuo—El hombre moderno se encuentra “arrojado” nos dice Heidegger, inmerso por completo en su cotidianidad—Del buen ciudadano, solo puedo decir —De la mediocridad —El sujeto encuentra en este punto cierta paz —El “mediocre” no tiene idea del contexto en el que se desenvuelve —El mediocre, o ciudadano ideal como genio vanidoso es verdadero ignorante, y señor del hablar repetidor, superficial, trivial, el chisme, el consumo y la circulación rápida de información basura —Precisamente es en este sentido de reconocimiento y ascendencia social, es cuando el ciudadano ideal no puede ya como individuo ascender, sino como sujeto o dependiente de la opinion de de los demás —¿Culpable? No, no es un crimen ser así—.
Hablan unos hombres de juzgar y clasificar la naturaleza ¡Dejémosles que hablen y digan… si al menos fueran humildes y sinceros: pues yo también clasifico: entre flores hermosas y otras bonitas. Pero acaso esos mismos hombres ¿no hicieron ellos antes una ley que ahora no respetan?, ¿acaso no son insolentes con todo lo natural, la verdad y lo divino? Acaso, ¿No es mágico eso que llaman Noche y eterno aquello que tiene alma?, ¿no es mejor Algo que esa Nada de la que dicen y murmuran? Por qué entonces tanta soberbia e insolencia. Unos se enorgullecen por todo lo que no son, y otros por lo que no saben ni conocen: que los rayos del Sol y los manantiales de la tierra son más nobles y divinos en los frondosos bosques, y que el rocío, el alma al amanecer refresca. ¿Pueden hacer ellos algo que se le parezca? Pueden matar, pero no pueden dar vida. Se preocupan, traman y maquinan, pero ni con todas sus artes pueden entender, lo que no quiere ni puede ser resuelto de aquello que de cerca los mira, mientras las estrellas observan siempre por encima. Paciente, es la naturaleza con ellos, que los sufre y tolera todos los dias; pero ninguno de ellos podrá interrumpir el verano y tras el llegue el otoño, y menos aún al fin del invierno, que nos abrace después, por fin: la suave primavera. Pues, y pese a ellos, y pese a todo, y pese a todos nosotros ¡la Nada sigue siendo Nada, la belleza más bella y la luz… la luz si cabe, es luz aún más poderosa y divina. / Jorge Maqueda Merchán - Jordi Maqueda
Me pregunto, mi buen amigo Alonso si puedo frenar tu delirio; ese vértigo (o quizá miedo al dolor) que sientes cuando desde tu púlpito escribes recetas para la felicidad de todos sobre reinventarse i trazar un itinerario que nos conduzca a una nueva tierra: la tierra de las múltiples oportunidades la llamas (tu). Me hablas de explorar nuevas capacidades y del camino del héroe, de tu "Kun fu" y del destino (pero no se si solo soy yo, que te veo parado en un estrado (hacia→ hablando) luego (y tres puntos...) uno se pregunta→ me pregunto ¿De Qué destino me hablas? Quién está hablándome (ahora) y como si se dirigiese a mí sin conocerme y a todos a la vez sin conocerlos a ninguno y de solucionarles los problemas / es decir→ sin dirigirse a nadie en concreto i hablando de nuevas tierras y un destino inconcreto del nombre ahí (ninguno), cuando el porvenir y lo mismo destino es hoy (aquí y ahora→ en el presente que sucede (en el ahora ) necesariamente i por una causa». Donde «lo primero y más importante no es tanto saber que nada deviene sin una causa, como que todo deviene en virtud de unas causas anteriores→ (y una causa en concreto, en el caso de cada persona y estas palabras → en el ahora». Por lo tanto, amigo mío, sería negligente buscar (cuando no absurdo→ pretender encontrar de las primeras causas de cada uno a su problemas ya lejanas "de los demás" e igual uno que nos reconocemos producto→ de las propias causas; concluyendo que de todo principio (aquel→ "propio" y único accesible a cada uno) es causa de la anterior y luego (otra vez) de la primera, segunda y continua sucesión de diversos acontecimientos, que de cada uno en concreto, le conducen (al individuo a (otro) principio) o determinado origen: catástrofe lo llamaría C. Zeeman) como resultado y causa de todo lo anterior (hacia lo posterior (en el ahora→ cuando y por muy insoportable que parezca observo que ese mismo presente te tiene sujeto→ inmovilizado (representándote y representado de una voluntad (hacia→ los demás afuera...en redes sociales i otros medios, es decir:. /→ preso los mismos a los que hablas ( van a tus conferencias y compran tus libros; es decir: los mismos que en el ahora te dan de comer) los mismo y que compran tus recetas y te tienen ( aterrorizado) con la rodilla sobre tu cuello, y de la necesidad propia y deseo de seguir siendo escuchado por ellos, los que te dan de comer / y no se puede derribar o menospreciar a quienes te dan de comer y hablar de su problemas / cuando eres tu quien tiene el verdadero problema, y de dependencia con ellos, al depender de los mismos ( ellos que te escuchan y compran tus recetas y te tienen estrangulado de espaldas contra el suelo), desde donde solo se puede, en este momento→ palmear la lona con el brazo que a uno le queda.
Luego “negar la realidad presente de cada uno, amigo, es negarse a uno mismo (i negarse a enfrentarla) e igualmente negársela (la realidad) a los demás de poder enfrentarla... ofreciendo recetas falsas para un mañana que no llegará (pues mañana "es" hoy el presente que bifurcas de otros en un camino de perdición). Un crimen este, que alimenta de la ingenuidad de la muchedumbre desventurada unas falsas esperanzas, distrayendo (como una luz de neón) la atención de aquellos (de→ aquello y verdaderamente importante, a saber: que sobrevivir “hoy” es el asunto más urgente y único relevante...
La falacia no oculta la mentira→ tampoco la tontería del mundo, solo la enmascara. Pero la realidad se muestra contundente y más rotunda todavía con aquellos devorados por el parásito de la ingenuidad, que alimentarán deseos y vanas esperanzas, imaginando, trasladarlas luego a buen fin. Pues a poco de vagar laberintos les llega siempre el momento en El que comprueban que deben hacer frente a una realidad tan inminente como ineludible; que se torna en juego trágico con el destino. Llegado ese día, amigo mío, para unos maravilloso, para los otros el más desgraciado de sus vidas y —que siempre extrapolado a nuestro dominio— a todos nos ha de llegar (si no→ nos ha llegado ya) a saber: olvidada la promesa del último triunfo y una nueva tierra, e intuyendo el comienzo de aquello que no podremos soportar: será cuando reconoceremos en la vida la miseria de algunos en esta, junto a esa inminencia opresiva de la lucha terrible y final que para ellos se avecina, entre “llegar a ser definitivamente, o dejar totalmente de ser: «quedar en nada». Es en ese punto (que somos→ cuando reconocemos a nuestro verdadero enemigo, al más fuerte entre todos ellos: el miedo i miedo a ser y poder ser→ definitivamente nosotros mismos)
Tus recetas, amigo, solo sirven a tu cuenta bancaria. Quien se tenga que batir contra los propios demonios en este mundo no encontrará armas (→ herramientas útiles (palabra y verdad) en la falsedad y vacuidad de aquellas frases y gestos (siempre bien estudiados) Aquel que busque encontrará→ y lo encontrará de él mismo (de aquello de sí mismo y restos antes esparcidos, que que habrá de encontrar de otros reflejados igual fuera y utilizados como armas o herramientas que son del saber acumulado de la experiencia en las trincheras embarradas de la vida: viaje duro este, de uno hacia reconocer (conocer y pensar→ de corazón de su roca ⟲ luego adentro (pensando reflejándose y proyectándose luego i como una roca hacia→ ellos los demás (igual, uno que es otro más entre ellos). Y es por esto que (sabiendo bien las consecuencias de lo que haces ‘Alonso’→ no creo que sepas de que hablas ni a→ donde te dirige la razón, que no los propios pasos (a ningún ligar); ni mucho menos encuentro que estés capacitado (nadie lo está→ para guiar a alguien por aquellas selvas de la vida, entendiendo que cada cual) debemos y habrá (i cada uno) transitar en algún momento (saliendo luego a la propia luz→ no guiados por la luz de nadie o los demás). Y digo esto, sencillamente porque no te veo en el fango arrastrándote por el barro y mucho menos aún que alguna vez hubieses salido de él (más bien huyendo de aquello que siempre ha de llegar (y aquí un amigo tendrás). Pero Te veo más bien acomodado: un doctor, que no ejerce de doctor, ahora pasado a intelectual que quiere dar lecciones a los que ya peleamos contra el devenir (y contra los que son como tu) desde los pantanales todos los días hacia→ i de frente... en la enfermedad, en la miseria, en el hambre o en la finitud al límite de las propias esperanzas (hablo por mi). Vendes (tu humo→ en el que es tu propio templo) y por eso te critico: directamente i a un nombre público que debe aceptar criticas públicas como elogios públicos a su nombre.
Por suerte es fácil para quien quiere ver, luego poder ver la sombra del charlatán interesado que hay detrás ( de este texto arriba) aquella figura o imagen y representación que nos muestra. Y Nunca mejor que esta ocasión para terminar con aquella frase dirigida todo los que son de la misma manera y que "Viven del cuento" solo que vendido el cuento como realidad misma de la vida.
De la La curiosidad Superficial, La Distracción: Y La Mente del Mono —. Por naturaleza —afirma Aristóteles— tienen todos los hombres deseo de saber; saber, por ejemplo, de una cosa. Y, por naturaleza, igualmente, casi todos necesitan hoy que alguien esa cosa se la explique, por ejemplo, en YouTube, una conferencia o un libro ( seguimos de alguna manera con lo antes ya dicho y descrito). Y es precisamente en la explicación, donde perdemos aquello más genuino de todo conocimiento. Pues saber, en su conjunto, y resumido en una sola palabra es: entendimiento de uno; o facultad esta que habrá de adquirirse por el examen propio de las cosas a partir de experiencias sensibles de estas cosas —también llamadas impresiones— y la información que estas últimas le ofrecen al juicio, respecto de las primeras— procurando llegar a conocer y, consecuentemente, a su producto: el conocimiento: y, no hay conocimiento de una cosa en su explicación; es decir, aquella que, por ejemplo, en una conferencia nos ofrecen otros de ella, esto es: “una conferencia que pretendiera hacerles creer a Uds. que entienden algo que realmente no entienden y satisfacer así, por naturaleza, aquello que Wittgenstein —introducción a su conferencia sobre lógica — considera, "uno de los más bajos deseos de la gente moderna" es decir, la curiosidad superficial, acerca de los últimos descubrimientos de la ciencia" / o de otra manera dicho, si hay alguna forma o alguien que le explique y solucione sus problemas. La curiosidad procura un saber, pero tan solo es un saber por saber para haber sabido. Es un saber muchas veces movido por la vanidad. Se busca conocer para poder participar en (la sociedad) o para obtener un cierto estatus social. La curiosidad es el estado que caracteriza al hombre moderno, informal y mediocre, ávido de noticias, maravillado por la “innovación” –nos dice Heidegger; quien, además, distingue la curiosidad del asombro o la “contemplación admirativa” o thaumazein de los griegos, que para Aristóteles y Platón es origen de la filosofía y que está asociado primero con un “no-comprender”, y la aceptación antes de un misterio y luego una apertura al conocimiento y, por lo tanto, al ser-ahí uno de la experiencia para conocer de algo concreto que necesitamos entender. (Los dos momentos constitutivos de la curiosidad, la incapacidad de quedarse en el mundo circundante y la distracción hacia nuevas posibilidades, fundan el tercer carácter esencial de este fenómeno, que nosotros denominamos la carencia de morada— Heidegger).
El asombro, que se caracteriza justamente por lo contrario y una intensidad de la atención hacia algo, por quedarse con un único pensamiento u objeto presente (y sondear este a profundidad, esperando sin violentar su manifestación) degenera –cuando ese asombro no es llamado por la necesidad imperante de conocer (de conocimiento)– en mera curiosidad (un de aquí para allá sin parar) que semeja más a lo que en la India llaman “la mente de mono”, que constantemente cambia de rama, persiguiendo cada cosa que se mueve o le inquieta, e incapaz de discernir o detenerse en lo que merece de veras la atención. Según Heidegger, entiende que “si busca lo nuevo, es solo para saltar nuevamente desde eso nuevo a otra cosa nueva". En este ver, mirar no busca una captación [de las cosas], ni tampoco estar en la verdad mediante el saber de ellas, sino que en él procura posibilidades de abandonarse al mundo. Por eso, la curiosidad está caracterizada por una típica incapacidad de quedarse pensando en lo inmediato” en “el instante presente”.
De este modo llegamos a un punto en el que la cantidad monstruosa constantemente estímulos e información –de lo nuevo y excitante–a la que estamos expuestos en la actualidad, es abrumadora, sobrepasando en órdenes de magnitud cualquier estado y exposición anterior del ser humano: las noticias, los datos, imágenes y sonidos y palabras, se suman en una anarquía y competencia total, de tal forma que cada nueva idea que nos llega expulsa a la anterior, antes siquiera de que tengamos tiempo de considerarla (apropiada, falsa o verdadera). Los peores horrores y las más aberrantes pesadillas llegan a nosotros junto a otras ideas estimulantes (por televisión): las oímos, pero ninguna de ellas sobrevive en la mente más allá de unos minutos, antes de ser arrastradas por una nueva oleada de información que olvidaremos igualmente en una hora. Pero lo más alarmante de esta situación, resulta en que no solo es considerado por la sociedad un bien general o un derecho: (a “estar conectados o para saber de las desgracias ajenas”) sino, que más es una necesidad, como atestiguan nuestros jóvenes y no tan jóvenes. La distracción, viene así a reemplazar a la contemplación (madre del conocimiento). Las personas no se detienen, ni profundizan del instante frente aquello luego en nada, sobre todo en nada relevante: explorándolo y explorando sus posibilidades: conociéndolo; sencillamente pasan el tiempo en pensamientos apenas concretados o reaccionando continuamente a estímulos que les llevan de aquí para allá: a nada concreto y a todo a la vez→ nada constructivo, nada útil al individuo, simplemente se trata de entretenerse: distraerse, o dicho de otro modo: perder el tiempo, su único tiempo. La distracción se vuelve entonces premio final e inútil de la historia del ciudadano medio: mediocre que, además: exige distraerse. No exige libertad, derechos, cultura, sanidad, mejores condiciones laborales (NO), cuando sale del trabajo solo exige distraerse y se enfadará si no puede hacerlo (no se enfadará su precariedad laboral o lo mísero de su salario): luego, distraerse todos juntos es hoy la cumbre y el fin absurdo de la socialización. De este modo; la ambigüedad se convierte en el resultado último de la curiosidad superficial que define la actitud que el ser humano tiene hoy con el saber de las cosas, adquirido a partir de sus distracciones y no por el conocimiento o estudio propio e estas (sea cual sea el medio de este estudio) hoy acrecentado por el acceso indiscriminado a la información que “permite a cualquiera decir cualquier cosa, cuando se hace imposible discernir entre lo que ha sido y no ha sido examinado de uno, contrastado a verdad y expuesto tras una comprensión auténtica”, produciendo una indiferencia generalizada (ya a nadie le importa la verdad de lo dicho o que se comenta) en tanto a un mundo, en el que “todo parece auténticamente comprendido, pero en el fondo o no lo está, o bien no lo parece, y en el fondo lo está” si al menos: comprendemos que no hemos comprendido nada.
Pero, qué puede hacer uno, cuando a tantos les importa nada, al ver el punto a que se ha llegado; sobre todo en algunos aspectos de la sociedad, de la vida, o de esa cotidianeidad abominable que son las Redes Sociales, cuando ciertamente ya no interesa a nadie la realidad que acontece fuera, lo que sucede: la verdad, la realidad en el mundo y de las personas que nos rodean, más allá de cuando a ellos les afecta; y solo importa la desmaterialización del mundo (hacia el Metaverso) , para servir más a la distracción, lo conceptual, lo relativo y sin valor: a la fantasía (que toman por real) y alimenta el tejido de un cosmos creado para sí mismos; dentro del mundo que otros han creado para ellos; dentro, de una sociedad que han creado para todos; y ahí, encerrado, la felicidad (absurda) del ciudadano es absoluta: lejos de la realidad y del mundo; bombardeado por los medios, recibiendo, cuando no exportando, absurdeces y tonterías a cada hora, todos los días. Y lo más curioso, es cuando toca salir, e ir a lo real y concreto de sus vidas, pues la mayoría parecen perder su entusiasmo; quizá, porque la realidad es demasiado práctica, fría y dura como para entusiasmar el alma distraída que no puede encender su entusiasmo en aquello que no sea absurdo y tribal.
Si no levantamos la cabeza, esta lluvia abrumadora de estímulos perfectamente diseñados y pensados para mantenernos adheridos a la pantalla y a la información, nos hará prisioneros de un siempre eterno presente, perteneciente a una realidad distinta: otra realidad que se pretende i quiere otros que hagamos nuestra (y de nuestra ausencia y presencia en la vida su riqueza). Esa es la enfermedad actual y también el problema que en españa igual (como el alzhéimer o la demencia) aleja de la propia vida, de la verdadera realidad, y que impide centrarse en el instante cotidiano y fijarnos reconociéndonos unos a otros vecinos: en el yo del otreo, y poder uno vivir como una persona autentica, en el mundo. Y de aquella película como diría un argentino te recuerdo→ ‘Te olvidaras de todo, nada dejara huella. Estarás exiliado de la verdadera realidad, incapaz de actuar, “demasiado información a la que reaccionar” de todos los problemas del mundo. Serás enterrado por la información, lejos de todo lo que deberías hacer. Incapaz de elegir e intercalar la acción con lo real’. Y mientras tanto, el mundo y planeta sigue rodando y muriendo como ellos: un poco más cada día; la realidad, el tiempo, la vida y las estrellas pasan, sin ser mínimamente conscientes de todo ello: y aquello allí, distraídos en su mundo de fantasía.
El peligro de escuchar a todos y no escucharnos a nosotros mismos—. De la realidad nada es más trágico que vivir en el absurdo de aquel sufrimiento que nacer conlleva de anhelar antes lo que no-es de sí mismo i propio de otros / luego consecuentemente no-ser en un mundo “este” donde después las penas prevalecen ‘siempre’ sobre las alegrías Y hablar de aquello igual (no propio i de lo mismo repetido antes de otros son→ luego de él las palabras / que son lamentos de una existencia condenada a desaparecer como única certeza.
Nadie dijo que la vida fuese fácil, ni tampoco que vivir digna y auténticamente fuese en ocasiones tan difícil. Lo que recuerda aquello de “nada que resulte fácil valdrá la pena”. Y esto me lleva a pensar en el modo de vida que llevamos, digamos fácil ―no refiero aquí las contingencias de cada uno, que las habrá― y, si esta “facilidad/comodidad” (todo organizado para que lo tengamos a mano, como la comida en los supermercados) vale la pena, en tanto y cuanto luego, esta misma forma de vivir, nos limita y dirige hacia qué debemos ser o hacer, privándonos, cuando no prohibiéndonos lo que nos gustaría (en tanto a la libertad individual) poder ser o hacer, llevándonos a este estado perpetuo de conflicto: lucha y disputa, desde el mismo día nacemos.
Sartre considera que no existe la naturaleza humana. Esto quiere decir que en nosotros no encontramos unos rasgos fijos que determinen los posibles comportamientos o las posibles características que podamos tener. Para muchos autores esta afirmación es exagerada: desde las teorías religiosas se defiende que el ser humano, tiene un alma y que ésta es precisamente su naturaleza; desde la biología se indica que nuestra constitución genética se realiza en lo fundamental del mismo modo en todos los seres humanos de todos los lugares y de todas las épocas. Sartre rechaza la existencia de una naturaleza espiritual o física que pueda determinar nuestro ser, nuestro destino, nuestra conducta. Para él el ser humano en su origen es algo indeterminado, y sólo nuestras elecciones y acciones forman nuestra personalidad. Pero si no existe una naturaleza común a todos los seres humanos, ¿por qué llamamos seres humanos a todos los seres humanos?, ¿en qué nos fijamos para reconocer en el otro a un semejante? Sartre introduce el concepto de “condición humana” que son los límites comunes a todos los hombres; serían los siguientes: 1. estar arrojado en el mundo; 2. tener que trabajar; 3. vivir en medio de los demás; 4. ser mortal. Todo individuo se ha tenido que enfrentar a estos hechos inevitables y ha resuelto de distintos modos los problemas vitales a los que conducen. Con estos cuatro puntos Sartre se refiere a la inevitable sociabilidad humana, a la inevitable libertad en la que vive el hombre y a la inevitable indigencia material de nuestra existencia, indigencia que obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social que sobre el trabajo se levantan. Pero el hombre tiene la posibilidad de engañarse adoptando alguna forma de determinismo, esto es la mala fe, que es un estado de conocimiento y desconocimiento simultáneos. Por un lado, se es consciente de la propia libertad, del futuro, que es lo que no es, y, por otro lado, no se es consciente de que no se es lo que es, el pasado, así se enmascara la libertad y desaparece la angustia. La mala fe es un auto engañarse, mientras que la mentira es engañar a los demás
Y precisamente, es aquel "individuo" que, en su disputa, sometido a la presión que supone vivir como proyecto, aún incompleto, cuando en ocasiones “cae”, pues es cierto que la existencia es el lugar del ser -en el mundo como “individuo” donde existe, pudiendo alcanzar todas sus posibilidades (un desarrollo personal) trazando metas e intentando cumplirlas. Pero en el mundo vive igualmente con los el "uno" (los otros), y puede llegar el momento en el que el ese “individuo en disputa” tras comprender su realidad que, por más que para muchos sea desatendida o pase inadvertida, tiene igualmente una “existencia” —más allá de aquello que es vida o, un vivir por vivir— también, se da cuenta de que no se ha creado a sí mismo, ni tampoco al mundo en el que se encuentra, sino que sencillamente está ahí (ahora parado e indeciso) sin un fundamento aparente o razón: sin motivo y, además, también se da cuenta (ahí-parado), de que “tampoco” ha escogido ser cómo es: una persona “un ente” que existe y que habrá de elegir unas opciones: posibilidades de vida y no otras, siendo en cualquier caso responsable de cuanto luego acontezca, dependiendo de aquellas, sus propias decisiones. Y es posible entonces, que ese “individuo en disputa” pase entonces a ser un individuo “en conflicto” consigo mismo; entiéndase: en disputa con la sociedad, por su libertad, pasando a estar en conflicto, no tanto dejando ya de creer pero sí, rindiéndose y gradualmente dejando de creer por encima de todo y de todos: en su libertad y experimentando esa ingrata sensación: el saberse abandonado a sí mismo: angustiado y escuchando lo que el “uno” (que no es ninguno y son todos) tiene que decirle; comenzando el entonces a disiparse en la mundanidad, en el dejarse llevar por el exterior, por lo que se dice, por lo que se piensa, por lo que no es nadie y son todos: la sociedad, sus estructuras que implantan lo que está bien y está mal, lo que se debe y no se debe pensar o hacer; corriendo entonces más peligro que nunca; peligro de dejar de vivir, o vivir propiamente; bien, porque no encontró, no escuchó, o dejo de escuchar su ser. Es por ello la necesidad inmediata de darse de baja, dejar de pertenecer, renunciar; enfocándonos en aquello que precisamos para iniciar nuestro peregrinar. Pues, y pese a no haber escogido (el individuo) ser o existir, y pese a no haber escogido todavía “su manera” de ser o existir, el ("ser que está ahí", el “individuo en disputa”) ha de saberse responsable de su propio camino, de su propio ser, tanto como si él mismo lo hubiese creado o construido; pues más allá de cualquier duda o contingencia posible, desacierto o incluso caída, comprende (tiene que comprender) que en existir y sólo en su existir se juega su ser: ser como decida él mismo ser o no ser, y no como otros decidan que sea.
Mediocridad y Redes Sociales—. De lo que se trata pues, es de no distraerse: buscar al ser nos hará más libres, pero hay que ser animoso y buscarlo, por supuesto la angustia está ahí cuando nos cuestionamos al ser; sin embargo, hay que afrontarla y ser-ahí, preguntar, no sucumbir a una existencia inauténtica y baldía: no siendo un: no-ser, o (Das Man) ( el “uno” – “los otros”) al que la cotidianidad y mediocridad le envuelven y determinan, valorando lo cotidiano y mediocre haciéndolo fundamento de su vida, ni creer falsos infinitos: como que la felicidad es eterna, o el amor dura para siempre, pues cuando estos falsos infinitos fallan, te dejaran pedaleando en el vacío.
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