ACERCA DE UN MODO PARTICULAR DE PENSAR / CUANDO VIVIR ES ELEGIR

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Por qué me hago preguntas La necesidad como categoría social Darle un sentido propio a nuestros actos Mantenerse despiertos. ¿Por qué desconfiar?Además, Nuestra mente, y a la vista está→ es absurda— En el Siglo XVIII La humanidad ingenuamente había depositado sus esperanzas en la ciencia (ilustraciónEl modo como he pretendido hilvanar, en relación a diversas materias y sensibilidades «Toda observación es relativa al punto de vista » afectando al fenómeno que se observa. 

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Unas palabras antes de comenzar o seguir (a quien esto le pueda interesar)—Acerca de un modo particular de pensar Sólo del desconocimiento surge la verdadera angustia de vivir Vivir es elegirY Del Instante i Uno después libre en el InstantePero ¿Qué es el instante?De una doctrina de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital»Del instante en la mística sufíPero ¿Progresamos? No lo séPor la palabra: el mas peligroso de los bienesPero la palabra tiene además otros peligros De la La curiosidad Superficial, La Distracción: Y La Mente del Mono El peligro de escuchar a todos y no escucharnos a nosotros mismos Nadie dijo que la vida fuese fácil Sartre considera que no existe la naturaleza humana Mediocridad y Redes Sociales De la ética venidera La modernidad se construyó sobre aquella idea de la invención del sujeto, antes pensado como individuoEl hombre moderno se encuentra “arrojado” nos dice Heidegger, inmerso por completo en su cotidianidadDel buen ciudadano, solo puedo decir  De la mediocridad El sujeto encuentra en este punto cierta paz El “mediocre” no tiene idea del contexto en el que se desenvuelve El mediocre, o ciudadano ideal como genio vanidoso es verdadero ignorante, y señor del hablar repetidor, superficial, trivial, el chisme, el consumo y la circulación rápida de información basura Precisamente es en este sentido de reconocimiento y ascendencia social, es cuando el ciudadano ideal no puede ya como individuo ascender, sino como sujeto o dependiente de  la opinion de de los demás ¿Culpable? No, no es un crimen ser así—.

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Por qué me hago preguntas— La juventud —decía Rousseau— es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla”. Recuerdo la primera vez que compre un libro de filosofía: Nietzsche, humano Demasiado humano, donde este revelaba, a su modo claro está, el padecimiento del hombre. Para mí, amante de la astronomía (A.A.B.) y la naturaleza (UES: Unió Excursionista Sabadell), entonces con poco más de 16 o 17 años de edad, y que no quería estudiar, fue como descubrir otra dimensión antes desconocida, tan intrigante como el propio cosmos que estaba descubriendo en la Asociación Astronómica de (Barbera del Valles). Desde entonces y a la par, libros de filosofía, astronomía y revistas de ciencia saturaron las estanterías de mi habitación, como ahora la memoria del ordenador. Leía, muchas veces sin entender y volvía a leer, luego a quienes me explicaban aquello que no entendía, envuelto en esa felicidad absurda que con el tiempo entendemos nos da el conocimiento parcial e incompleto de las cosas, lanzando (con doble voltereta y tirabuzón, cayendo de plancha) a vivir mi aventura: conociendo aquello que surgía sin buscar, hallándolo de la naturaleza. De de ese modo (con su luces y sombras) ha transcurrido buena parte de mi vida, entre libros escogidos y salidas continúas al campo y las montañas, viajes: selvas, desiertos y volcanes, (accidentes, enfermedades, caídas) sumados esto a una creciente afición tardía por las plantas y la jardinería.

Pero entiendo que mi caso no es único —y no refiero mi afición tardía— pues son muchas las personas, que en algún momento comienzan a advertir esa terrible seducción, hacia temas que van más allá de su quehacer cotidiano. Digamos, que son seducidos hacia cuestiones más profundas. Preguntas, que como a otros en el pasado y desde tiempo inmemorial han inquietado de manera fabulosa tanto a comunes como notables, pues todo ser humano, en algún momento de sus vidas siente de esa dolosa necesidad de saber, llevados o dirigiéndose entonces hacia eso que llámanos filosofía (“incluso sin ellos mismo saberlo: son filósofos —Calvo, 2003:) haciéndose preguntas e intentando comprender a los otros —añado: sin comprenderse y saberse primero a sí mismos, o sin apenas experiencias puras en la vida—  pero cuestionando y dando respuestas al origen del mismo cosmos. En palabras de José María Calvo, “el ser humano es filósofo por naturaleza, y si se le ofrece la oportunidad se hace preguntas a todas las edades” (Calvo, 2003: 36). Y, si se le deja, créanme (de mayorcito), este te dará todas la repuestas… de la tierra, el mundo, los planetas y la existencia, aunque no haya saldo de su pueblo en toda su vida (véase Kant). 

Ciertamente, desde muy pequeños, ya nos acercamos a las cosas para comprenderlas así se nos representan a los sentidos (aunque no sé si exactamente, entonces, “de muy pequeños”, exactamente nos acercamos para comprenderlas: yo “de pequeño, y de no tan pequeño” mataba y quemaba hormigas). Pero es un hecho, que comprender (aunque creer comprender seria lo correcto) la razón de las cosas, en tanto a estas cosas son, se nos representan y las entendemos “por su ultimas causas”, ha llevado a algunas personas (sobre todo a los filósofos), a sentirse recompensados por su búsqueda y de aquellos resultados hallados. Aunque tales resultados, no aludan de los seres y las cosas a causas primeras (esto es: un saber, por tanto, a medias y soy generoso hablando de filosofía) siendo entonces dicho saber (ese que encontramos de toda nuestra historia moderna escrito) un saber (razonado) solo a partir de ideas, a partir de sus últimas causas, y no de las primeras causas, y esto creo esto está muy claro. Como de claro se resuelve que de cierto, no sabemos (objetivamente) de la realidad (natural) de sus primeras causas: nada, más allá de lo que creemos nosotros saber.

Pero (y volviendo al hambre de saber) este no tendrá razón cuando ya parte del deseo (del individuo), y no de una necesidad real (del individuo) de conocer (esas primeras causas): por tanto hablo de una necesidad tan real (como la verdad que busca) y que no nos deje descansar, cuando la advertimos de un destello de luz que nos descompones, y que te lleve “a rastras de los pelos” no a los libros y a sus respuestas, sino a aquello que origina las preguntas: a la experiencia pura, propia y sensible de los sentidos, dirigidos hacia todo aquello que nos rodea y afecta de la naturaleza, de la que somos parte afecta. De ahí, que algunas personas empecemos a problematizar todo aquello que se da por sentado de aquellos libros (y de cualquier cosa razonada) y sus certezas, cuestionándonos a partir de la falta total de saber “real” que sentimos: una carencia de conocimiento de la que el ser humano hoy no se sabe objeto, pues “para apropiarse algo (conocimiento de algo) no se trata de entenderlo (subjetivamente), hace falta sentirlo y sentirse hacia él (proyectado/ reflejado en el), tanto como él hacia ti”. En este sentido (proyectado por la luz) se origina el conocimiento primero de ser, (estando) siendo frente a algo y reconocerlo (de la luz que nos refleja), parte, igualmente de nuestro ser (mas allá del yo, proyectándonos igualmente por la luz hacia aquel). Luego mi rechazo firme hacia esa filosofía centrada en la nada y en nada, y la aceptación exánime y apática de esta Nada por parte de otros… es lo que hace que (desconfié) y luego me pregunte, más allá de preguntar o de preguntarme sobre cualquier absurdez ¿por qué buscan la nada? ¿Por qué hablan de ella? ¿Están ciegos? Es que se ha vuelto ciego todo el mundo y ciega con ellos la razón; cuando a mi alrededor, a nuestro alrededor el mundo está lleno de vida y luz, y hay de todo, en todas direcciones (inabarcable)…

La necesidad es una categoría social, y la «pulsión» (impulso - natural) está contenida dentro de ella. Pero los momentos social y natural de la necesidad no se pueden separar entre sí (secundario y primario) para elaborar una jerarquía (racional) de las satisfacciones. La distinción entre necesidades superficiales y necesidades profundas es una apariencia ilusoria surgida socialmente. Las denominadas necesidades superficiales reflejan el proceso de trabajo que convierte a los hombres en «apéndices de las máquinas» y los obliga a reducirse, fuera del trabajo, a la reproducción de la mercancía. Esas necesidades son las marcas de una situación que obliga a huir a sus víctimas y las tiene a la vez tan rígidamente bajo control, que la huida degenera siempre en la repetición convulsa de la situación de la que se ha escapado. Luego, lo peor de las denominadas necesidades superficiales no es su superficialidad, cuyo concepto presupone el asimismo cuestionable de la interioridad. Lo malo de estas necesidades –que no son tales– es que se dirigen a una consumación que las defrauda a la vez: justo por esta consumación. La mediación social de la necesidad –en tanto mediación a través de la sociedad (hoy igualmente las redes sociales) – ha alcanzado un punto en el que la necesidad incurre en contradicción consigo misma. Ahí ha de insertarse la crítica, y no en cualquier jerarquía previamente dada de valores y necesidades (Tesis sobre la necesidad (Adorno Escritos sociológicos 1942)

Darle un sentido propio a nuestros actos― más allá del que puedan darle los demás, e incluso nosotros mismos en un primer momento, será el principal anhelo: encontrarle un sentido final a aquello que nos sucede y hacemos. Un viaje (el camino), como la vida, no es una certeza en la que se está (o un programa concreto a concluir) sino, y más bien, una certeza a la que se llega (obrando en función de aquello que nos dicta el corazón) algo que todos comprobamos muchas veces, al ver colapsar y volver de nuevo a abrirse las expectativas durante un mismo tramo de vida, o viaje. Sería en ese mismo sentido, y precisamente en este viaje del que ahora les quiero hablar, donde yo habría de sentir esa ruptura (conmigo mismo) / o necesidad de renunciar a una idea o proyecto—más aún al ego— en mor de escuchar y seguir aquello que, contra todo lo racional del momento y cuando menos lo esperas te dicta el corazón, desviándome hacia donde, como cogido de la mano (frente a una voluntad estrangulada) la necesidad me habría de conducir.

Mantenerse despiertos. ¿Por qué desconfiar?—. Si escribo ahora una cita del nuevo o antiguo testamento quizá dibujen una sonrisa, “Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de esclavitud “(G, V, 1). Pero sonreír no es malo. Dicen que los elefantes vuelan cuando no los miramos, pero lo realmente “malo”, además de nada inteligente, es esperar ver volar y no darse la vuelta a mirar, sabiendo que tienes un elefante justo detrás. Criticar o reírse de las cosas sin conocerlas de primera mano —no saber, en la sabana (africana), que aunque no mires a ese elefante delante tuyo, y este pueda o no pueda volarlo mientras cierras los ojos, siempre habrá un león que de cerca te pueda acechar— es lo que conduce al individuo a una lóbrega lucidez vivida en la ignorancia (de su estado/ y realidad), alejándole todavía más de la verdad frente a (él). Por cierto, Heidegger cita la Biblia ‘y viéndose Jesús rodeado por numeroso pueblo, les significó que se trasladaran al otro lado del mar’ («Videns autem Jesus turbas multas circum se, iussit ire trans fretum» (Mat. VIII, 18). La traducción que hace Heidegger es de Lutero, y el sentido "primero" del fragmento es mostrar cómo (iuber) en latín, nunca es mandato. Cuando con observamos el verbo en griego que representa «ponerse, ponernos en camino» (Heidegger, 1964: 114).

Para mí es natural estar en camino, cualquiera que me conoce ya entiende o lo puede comprobar de mis propias publicaciones, e igualmente es natural mi actitud de cuestionarlo todo y a todos, pues solo tengo que echar un vistazo al televisor a la hora de comer al medio día, o echar un vistazo atrás en el tiempo (a la historia) sin remontarme lejos al (pasado), y nada me revela que en adelante las cosas puedan cambiar (en aquella dirección favorable a los intereses de las personas (del individuo), sobre todo cuando esa misma historia (historiografía /ciencia) me da la razón: siendo incluso más contundente todavía que mis palabras, en tanto a mostrar como aquellas certezas que se creían inmutables por siglos finalmente eran suplidas por otras igualmente incompletas / sino del todo inciertas. Luego lo que tardaba siglos antes en cambiar hoy lo hace en unas décadas. En este sentido parto de la “certeza” que actualmente todo conocimiento de las cosas es incompleto y las interpretaciones o explicaciones posibles acerca de esas mismas cosas: qué son y a qué sirven (de su razón primera) es igualmente “nulo” más allá de aquel relativo conocimiento de estas (cosas), y concernientes a nuestra incapacidad de entenderlas, solo para ser utilizarlas (como medio e instrumento). Luego lo que entendemos de estas cosas es en relación directa a nuestro entendimiento y / o capacidad de entendimiento dado a instrumentalizarlas hacia unos fines (propios intereses)… / y más “no sabemos” objetivamente de las cosas— y menos aún de las sombras que las acompañan, precisamente porque ignoramos en que principios (las cosas que son) se fundan — aunque Carlos Blanco —por poner un ejemplo— afirme que el universo se explica a sí mismo, si bien, y ahora con mayor razón la cuestión seria entender ¿Qué es lo que se explica de sí mismo?, y luego, igualmente explicarnos: por qué el universo tiene la “necesidad de explicarse a sí mismo, y no le basta, por ejemplo, con observarse a sí mismo (pues yo no tengo necesidad de explicarme  - por la mañana frente al espejo- antes de salir a caminar). Pero entendamos esto: “La idea que hemos desprendido de los hechos y confirmado por el razonamiento, es que nuestro cuerpo es un instrumento de acción, y solamente de acción. En ningún grado, en ningún sentido, bajo ningún aspecto sirve para preparar, todavía menos para explicar una representación. Lo que se explica en nuestras percepciones a través del cerebro son nuestras acciones comenzadas, o preparadas, o sugeridas, no nuestras percepciones mismas” (Bergson). Por tanto, no entendemos casi nada (o nada en absoluto) de lo que pretendemos explicar, y ya no de las propias representaciones de lo que vemos, como a partir de lo que “no” vemos: las representaciones que (de su entendimiento / razonamiento de las cosas) nos quieren luego imponer los demás (por medio de escuelas y universidades), razón esta entonces mayor todavía para desconfiar.

Además, Nuestra mente, y a la vista está→ es absurda  absurda, y en la mayoría de ocasiones que se expresa a decir de cualquier cosa— la encontramos todavía  más cercana a lo animal racional (animales), que a lo pretendidamente humano: sapiens- inteligente- consciente) pues somos una especie apenas salida de las sombras de los tiempos, que camina todavía al abrigo de estas —impulsos y actos irracionales— que no reconocemos propias…La noche está muy avanzada, pero el día todavía lejos”..,  siempre huyendo (de la verdad). Aunque para algunos seamos la especie que alcanza la Cima de la complejidad evolutiva” ― (según C. blanco), una especie, por cierto, que en la Cima de la complejidad evolutiva no escucha, no sabe escuchar a la naturaleza (pero que cuando dice que esta se explica, lo que hace es explicarla él) ―. Una especie; eso sí, que manipula, esclaviza y destruye cuanto pisa, incluso a sus propios semejantes: a veces vecinos y hermanos. Y no hablo exclusivamente del pasado remoto, pues la historia ha registrado períodos de crueldad (España 1936/39) y eventos y momentos de extrema barbarie en Europa (1939/45), que pondrían en duros aprietos a cualquiera que pretendiese rebatir el salvajismo inherente a nuestra especie, o intentar comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, desembocó en un nuevo género de barbarie: momento aquel principio inductor, o llamémosle por su nombre (catástrofe) lo llamaría C. Zeeman) donde conjuramos de nuevo a las parcas al el destino en que ahora nos encontramos, y la deriva hacia la que nos dirigimos: “pensando” (ideas) a priori; (pero no pensando (en elegir- y eligiendo → acercarnos a aquello (que por la propia experiencia, o reflejada de los otros (aquella donde nos podemos reconocer), nos dé el conocimiento (cierto) de aquello, y no a priori ( subjetivamente) determinado “no de la experiencia”, si no de los miedos, incapacidades, intereses, o de la propia inexperiencia). La superioridad del hombre reside en el saber…/ En el saber se hallan reunidas muchas cosas que los reyes con todos sus tesoros no pueden comprar, sobre las que su autoridad no pesa, de las que sus informantes no le pueden dar noticias, y hacia cuyo origen sus navegantes y descubridores no pueden enderezar rumbo… /…“La condena natural de los hombres es hoy inseparable del progreso social”— (Dialéctica del Iluminismo - Max Horkheimer &Theodor Adorno)

En el Siglo .XVIII La humanidad ingenuamente había depositado sus esperanzas en la ciencia (ilustración), donde hallaron una nueva promesa de redención para los males del mundo y las limitaciones del hombre. Pero el siglo pasado se encargó de poner final abrupto y macabro a tales esperanzas, siendo particularmente ejemplar a la hora de mostrar el catálogo de horrores de nuestra especie. Los cien años que cerraron el segundo milenio, gracias al avance en  ciencia y tectología: armas, desde  Genocidios y matanzas pasando por la IGM, la Rusia de Stalin, la IIGM  (las dos bombas atómicas lanzadas sobre personas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaky, luego Austwich, las guerras sin fin, y los nuevos avances en armamento, han sido pródigos en alumbrar aquellas circunstancias —a quien todavía tuviera dudas—que exhiben aquellas singulares formas que describen el horizonte de maldad y ensañamiento de nuestra especie, llegando a instrumentalizar (racionalizar): habiendo normalizado procesos de arresto, custodia y exterminio sistemático de semejantes. Un siglo y una ciencia & técnica venida de la razón (iluminista), y que lejos de curar los males y limitaciones de la humanidad como prometía, solo ha servido (y sirve) para la instrumentalización y sometimiento de la naturaleza y las personas desde la revolución industrial, e incrementar exponencialmente la capacidad y riesgo de destrucción de la especie y del planeta que habitamos.

Luego es cierto que algunos hablarán de adelantos “médicos”, pero todos serán insuficientes, siquiera para compensar el daño mismo y enfermedades (radiación en el aire y en los alimentos /metales pesados y plásticos…/) que causa la nueva ciencia, o lo que ingenuamente algunos llaman adelantos, y que ha convertido continentes enteros en basureros, y algunas zonas de la tierra —que es un paraíso en medio de la hostilidad del cosmos—, en aéreas todavía más peligrosas para la vida que la misma luna o Marte (solo EE.UU. ha explotado más de 1.200 bombas atómicas en sus pruebas) y luego todavía los hay que esperan (en EEUU) el apocalipsis. Pero lo peor es que aunque nadie ve hoy la ciencia como una nueva religión —con su propio Apocalipsis de la mano—, esta sigue siendo aquel lugar donde muchos espíritus contemporáneos e ingenuos sepultan sus sentimientos hacia el conocimiento (entiéndase, un conocimiento de universalidad y tener certeza de todo, sin “saber” de cierto, de nada). Pues aquel viejo dogma de que la ciencia ha vaciado el cielo de Dios, o el grito de una filosofía sometida de “dios ha muerto” (y no hay nada), siguen todavía arraigados entre la gente, incluso cuando el positivismo/cientificismo no ha conseguido entronizar nada en su lugar. Solo cambiando que “el lugar en de hacer Dios el mundo en siete días: todo el universo se creó de una Explosión” (relativamente). Pero luego esto empeora, cuando la filosofía actual ejercida desde las universidades, no tiene nada que decir de las absurdeces que escuchamos todos los días,  teniendo poca o ninguna voz  y menos utilidad al haber dado la espalda por completo a la realidad y las personas: el filósofo que no investiga la realidad, lo da todo por explicado.  Por ello este no parte a recorrer lo que llama a ser observado, y en lugar de aproximarse a la cosa, se da la vuelta (dando la espalda: a la cosa y al ser de esta) volviéndose luego hacia aquellos libros de ciencia o filosofía por los que poder explicar —sin salir de clase, mediante aquella razón (subjetiva) y acomodada — lo que frente de sí y más allá de las ventanas de su casa acontece cada día,  habiendo asumido estos (profesores / filósofos de la nada) el rostro amargo del desengaño, de aquella juventud que habrá de ser cegada y sumida en la falacia de unos universos  de ideas ( absurdamente artificiales) que les sumergen a jaulas de cristal, donde es reprimido todo aquel anhelo de trascendencia, que habita los corazones de cada ser


El modo como he pretendido hilvanar, en relación a diversas materias y sensibilidades, que bien pueden hallase desordenadas en este cuaderno, tanto o más que dispersas en el mundo en nuestro tiempo— no es la expresión estricta de una manera de pensar. Es sencillamente la representación de una manera de ser y sentir, donde empujo al lector obligándole a trasladarse por un particular derrotero; un paisaje cuanto menos singular donde no se acomete aquel juicio pretendidamente certero, adecuado y conveniente a la razón, exigiendo en todo momento la adhesión de quien pudiere leerlos. Ninguna metafísica interviene aquí, a excepción “de aquel espantoso momento, en que uno mismo, en el ejercicio se adivine “reflejado inmerso”. Pronto se advertirá que lejos de reclamar condescendencia, la esencia de lo escrito asienta, por encima de ninguna filosofía o ciencia, en el placer mismo de descubrir y escribir. Placer, que habría de ir objetivando más sobre la arquitectura de la construcción buscando la propia voz, en lugar, de afanarme a un utilitarismo escrupuloso y creciente —como refirió en algún momento Sabater—llevado a recetario, y que observo en tantas librerías. Sin embargo, con ello no pretendo abandonarme hacia a una trivialidad que todos —en mayor o menor medida y de un modo u otro— hemos conocido. Al contrario, el esfuerzo de este cuaderno (blog: siempre inacabado) creo, mostrará un particular modo de desenvolverse en sí mismo: en sus propias formas que no allanan precisamente el camino, pero sin que ello se oponga a un fondo: común (viéndonos reflejados de los otros), por cierto, esto siempre difícil de integrar —y que si no a todos resultará “práctico” al menos sí interesante— y para el que considero unas sencillas reglas, encarnadas en la observación de la naturaleza y el respeto y crítica (en la medida que entiendo correcto) a la ciencia, la filosofía y el arte. Si bien lejos de los rigores de la primera, más próximo a la estética y formas de la segunda, y sobrepasado por la imaginación y la extravagancia del tercero.

 

«Toda observación es relativa al punto de vista » afectando al fenómeno que se observaDe modo que cabría esperar que la lectura sea relativa al punto de vista del lector, que de algún modo condicionará “siempre” lo leído, afectando causal o intencionadamente al sentido que verdaderamente se representa. De modo, que me gustaría invitarles a que considerasen la posibilidad de sufrir este cuaderno más, como quien lee para sorprenderse —dejándose extrañar— antes que llevar a juicio (razonar) lo expuesto. Y para ello me veo teniendo que apelar (al revés que Descartes) no tanto como a su razón (a-priori) y juicio precipitado, como apelar a ese “buen sentido” que refiere Descartes (1556–1650), diciendo de este «es la cosa que mejor repartida está en el mundo, pues todos juzgan que poseen tan buena provisión de él “que aún los más difíciles de contentar en otras materias, no suelen apetecer más del que ya tienen”. —Discurso del Método. 1637—».


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Unas palabras antes de comenzar (a quien esto le pueda interesar) Tengo un limonero en casa, que además de limones da buena sombra: de hecho, esto se dio a partir de una necesidad. Se me había roto el toldo del patio y decidí extender las ramas del limonero, como en un bonsái (a la vez que le libraba de unos alambres en las ramas que las estrangulaban) dirigiéndolas aquellas luego horizontalmente al suelo, para que proyectasen una sombra más extendida. En un año ya no necesite toldo. El limonero daba sus limones y también sombra, protegiendo además a otras plantas del sol. Supongo que de algún modo le di las gracias (por los limones y la sombra) y él me las dio a mí, por fijarme y reconocerlo, como algo más que un tendedero de ropa: un proveedor de medicinas naturales, y aliado contra la fuerza del sol, pues poco después advertí algo: un brote bajo del tronco; de aquellos que siempre cortaba, tan bajo como donde empieza el tronco pero, que por alguna razón no corte. Creció y este año 2023 se dividió, en forma de (Y) mostrando aquella forma que pudiese entender y reconocer: del limonero hacia mí, cuando precisamente empiezo yo a ver todo (la vida incluso los colores reflejados del sol en las cosas) de forma distinta. A la vez, yo ya no podía dejar de observar ese brote (que es una forma) de la que reconozco una voluntad que asoma (tímidamente) y se desarrolla a partir de la misma corteza del limonero mostrándose (a mi) para ser reconocida, como del limonero no lo obvio: otra más que dará limones, sino más, cuando del mismo brote al reconocer de este: algo más que un limonero / yo me reconozco algo más: que el que recoge solo limones.

Luego pienso en aquel ciervo (enorme) que me encontré en una curva del camino en el pirineo (Fontalva 1993) a la vez que escuchaba el gruñido tremendo como de un oso lejano, advirtiéndome, quizá ya entonces de lo que llegaría años después: al hundirme hacia otra forma de vida y de mi mismo ser), más difícil, y en ocasiones de casi de exclusión y adicciones, a la vez que con el tiempo (esa misma oscuridad empezó a tomar forma propiciando una luz, reconstruyéndome dentro de ella: habitándola y donde se hizo más presente aquel otro Jordi, que (de joven) coge la escopeta apunta y dispara sin pestañear y luego se va otro lugar (luego de Barcelona a Extremadura) siguiendo un camino, que transitado, reconozco hoy mi camino. Llena de callada fuerza, la gran naturaleza abraza al que vive presagiando; para que invoque a su espíritu, lleva en el pecho pena y esperanza el hombre; de su más honda entraña asciende el poderoso anhelo. Y es capaz de muchas cosas y espléndido es su decir, transforma el mundo (Holderlin - Empédocles). Cuando el verdadero sabio rememora lo que vino a su visión, o pensamiento buscando el deleite que produce el volverlo a contar, entonces se lo proporciona a otro para que lo saboree como una experiencia… únicamente el miserable lo desdeña, (Ibn Arabí)
Hablan unos hombres de juzgar y clasificar la naturaleza ¡Dejémosles que hablen y digan… si al menos fueran humildes y sinceros: pues yo también clasifico: entre flores hermosas y otras bonitas. Pero acaso esos mismos hombres ¿no hicieron ellos antes una ley que ahora no respetan?, ¿acaso no son insolentes con todo lo natural, la verdad y lo divino? Acaso, ¿No es mágico eso que llaman Noche y eterno aquello que tiene alma?, ¿no es mejor Algo que esa Nada de la que dicen y murmuran? Por qué entonces tanta soberbia e insolencia. Unos se enorgullecen por todo lo que no son, y otros por lo que no saben ni conocen: que los rayos del Sol y los manantiales de la tierra son más nobles y divinos en los frondosos bosques, y que el rocío, el alma al amanecer refresca. ¿Pueden hacer ellos algo que se le parezca? Pueden matar, pero no pueden dar vida. Se preocupan, traman y maquinan, pero ni con todas sus artes pueden entender, lo que no quiere ni puede ser resuelto de aquello que de cerca los mira, mientras las estrellas observan siempre por encima. Paciente, es la naturaleza con ellos, que los sufre y tolera todos los dias; pero ninguno de ellos podrá interrumpir el verano y tras el llegue el otoño, y menos aún al fin del invierno, que nos abrace después, por fin: la suave primavera. Pues, y pese a ellos, y pese a todo, y pese a todos nosotros ¡la Nada sigue siendo Nada, la belleza más bella y la luz… la luz si cabe, es luz aún más poderosa y divina. / Jorge Maqueda Merchán - Jordi Maqueda
Acerca de un modo particular de pensar Sería una pérdida de tiempo pretender justificar mi modo de pensar o explicarlo a quienes, por ejemplo, vengan de instituciones de educación y embadurnados de un materialismo que solo se mira el ombligo y chascarrea siempre sobre lo mismo, aunque, ciertamente, sea ese el tipo de pensamiento "o corriente actual” (y de chascarrear siempre sobre lo mismo y mirarse el ombligo) aquel que curiosamente interese, pues no da problemas, e igualmente interesa a quienes promueven el actual sistema de competencia desde las propias instituciones y los medios, retroalimentando así al sistema de individuos (egoístas) adecuados a éste; individuos, con los que es inútil, por cierto, debatir: una pérdida de tiempo hablar con estas personas, nulos en experiencia propia, que aluden a la experiencia de los otros para justificarse ante los demás. Pero que luego te abruman, como buenos letrados en un debate igualmente absurdo, justificando cualquier razonamiento posible, en tanto le son ellos conocidas las cosas . Como si del "saber" de algo o alguien fuesen los únicos y legítimos propietarios: “absurdos propietarios” si, absurdos (si por un momento se piensa olvidando lo que te dijeron) observamos que no es “saber” lo que saben, sino un pretender justificar a los otros "lo que se creé que sabe”, y que es bien poco por cierto, dado el horizonte de complejidad que implica "saber" o "saber de las cosas y personas" de su último fundamento (cuando se desconoce el principio) pues, es de este saber “conocimiento cierto de las cosas” que abruma al asomarse a él, y del que con estas palabras se refirió Freeman Dyson —profesor de física en el Institute for Advanced Study de Princeton, USA— quien en una de sus conferencias refirió del conocimiento "del saber", de nuestros esfuerzos por entender la naturaleza, la vida y de “su” lugar (de él / y de nosotros mismos ) en el universo, diciendo: “lo encuentro como el universo, inmenso, cuando allá donde miro veo infinito en todas sus direcciones”. (La cita no es suya por cierto, aunque se la atribuyen), lo que sí es suyo es el libro: "El Infinito en Todas Direcciones" 1988.

Sólo del desconocimiento surge la verdadera angustia de vivir, Se mire como se mire, la vida (la sociedad) parece un cúmulo de desengaños, falacias y mentiras; esto es obvio, al igual que es obvio que son muy pocas: una minoría las personas que alcanzan de pleno alguna de sus metas y propósitos en esta vida. De otro lado luego está la inmensa mayoría: aquellos que deberán conformarse con lo que las circunstancias, el entorno y los acontecimientos o accidentes propios de la existencia, les permitan ser, a saber: serán lo que puedan (u otros les dejen ser) más allá de lo que un día se propusieron ellos ser. “Pues un hombre hace lo que puede, con lo que otros van dejando de él”—vino a decir no precisamente un ingenuo. Y, sin embargo, lo peor no es la capitulación de uno mismo, de las propias aspiraciones: hincando la rodilla y viéndose agonizar (envejecer) lentamente. No. Lo peor es angustia que envuelve la imprecisa perspectiva del futuro que aguarda… esa mirada al fondo del abismo sabiendo, que el siguiente paso conlleva hundirse de pleno en él. Y todo, porque un día, el peor día de sus vidas, sin duda, eligieron morir, “algunos lentamente”, dejando que se derrumbaran, desvaneciéndose paulatinamente todos sus sueños y expectativas: se dejaron de mover, o se movían tras de otros. Llegados a este punto y luego el momento, la angustia castiga con toda su furia el alma: al saber y reconocernos, los únicos responsables de nuestros actos y consecuencias de aquellos (de todo lo que no hicimos, y de lo que ya no podremos ya hacer). Por tanto, quien tenga valor y aún este a tiempo, que elija: siempre ha sido solo cuestión de elegir.

Vivir es elegir esta apreciación, seguro que no se le escapa a nadie―. Vivir es tener que tomar decisiones y tomarlas a diario. Luego en cada elección, en cada acto, nos vamos haciendo y definiendo a nosotros mismos, transformándonos y siendo hacia aquello a donde nos dirigimos, a la vez que nos comprometemos con un destino todavía incierto. Solo al elegir a lo largo de nuestro camino, vivimos "genuinamente" nuestras nuestras vidas. Pero vivir, también es renunciar y arriesgarse. Cuando elegimos y tomamos una decisión emprendemos un camino nuevo, pero igualmente estamos renunciando a algo. Es por ello, que al elegir esto o aquello (al movernos) afirmamos, al mismo tiempo el valor del camino. Todo así, la cuestión parece sencilla ("moverse") y quien no lo entienda, sencillamente es que no aprendió nada todavía (la vida proveerá). Por tanto pensemos antes de detenernos por demasiado tiempo en este o aquel lugar, no vayamos a perdernos algo más adelante, o lo que es peor, y muy pocos piensan: no vayamos a perderlo todo, por ir más allá de donde mi condición de mortal y mis fuerzas, me puedan llevar.

Y Del Instante i Uno después —. De antes i-de la guerra / después→ lo que te puedo decir es que hay una tormenta en los cielos (Q) debajo de la ciudad no duerme y que de antes soy Lo después de ella→ el hijo de unos padres que desconozco /en favor de unos padrinos y otros (padres y familia) que me criaron y unos abuelos que vivieron y sufrieron no solo la guerra sino el hambre debido al bloqueo en España (y de aquello son después todas sus consecuencias) / Luego allí donde he viajado Asia , América o África― y lo mismo aquí en españa i los mismo de Europa donde he estado― miro ϔ veo sino de ella sus secuelas y efectos→ i como el pulso e integridad de muchos se debilita derivando en tierra seca i propensa / que fácilmente prende del combustible de las pasiones humanas donde los fuegos i lo mismo la codicia se expanden i-de la penuria (i la escasez o necesidades i de antes la envidia) luego el predominio de la corrupción o lo que-es igual que antes / después i-de otra manera el egoísmo i bribones / como de otro lado surge la disposición al fanatismo de algunos que amplifican después aquellas mismas llamas Y de ellas→ el Hombre (siempre deseando y en general hablando (en opiniones de todo y de la nada (lo que después genera conflictos que (aunque realidad sean i-de tener que ocuparse) estos le den (i- solo molestias por el culo) / pero de la palabra i lo que dice ni Pan para su casa ni de la de nadie / una casa la suya i lo mismo la de todos donde cuando se entra / entramos todos igual luego en la nuestra de la voz de otro (dentro la que suena) que siempre esta sino de una guerra en otras desdichas (que son las máscaras de lo verdaderamente trágico) i que luego es de la opinión propia uno en ellas / de lo que solo es competencia por las audiencias y que hacen todos los días tengamos que tragarnos la misma mierda dirigida hacia todos nosotros / que son los conflictos del mundo intencionalmente proyectados hacia→ todos nosotros y después nuestros esos conflictos→ esas guerras y devastación que interesadamente nos muestran (por televisión / y de la que tenemos luego nuestra propia opinión sin tener ni p idea de lo que pasa).

Libres en el instante que es- de uno abierto al Ser que es Lo después y (del instante reconocerse) sufrir una revelación de Él en el instante al atardecer de un nuevo amanecer que jamás ha sido cuestionado / pues "se vive en el instante que respiramos donde somos hijos de cada respiración y quién desconoce esta realidad está perdido o mejor será decir→ condenado Y Tanto es así que sólo desde ese preciso instante podemos observar i-del horizonte atrás el pasado un futuro delante de lo mismo i horizonte sintiéndonos en él i moviéndonos consecuencia y origen a la vez del devenir Y precisamente es-ahí el privilegio (la cualidad del momento – del instante que reconocemos) que otorga en tanto a-ser de la prerrogativa luego del proceder en el ahora→ en el medio común sobre el que se organiza como resulta de todo movimiento i corriente de1 pensamiento de uno igual no de otro i-o en ese “instante” no siempre bien atendido luego (debido a distracciones) pudiendo caer después prisioneros del siempre i-o→ de lo mismo y un presente eterno de los otros – que nos quieren-ahí (por todo el tiempo) acechando de prestaciones y prestos ellos igual a prestarte desde cualquier lugar a la posibilidad de no-ser de nosotros (uno) del impulso e ir moviéndonos luego de ahí, a cualquier otro lugar i lo mismo después-ahí→ de ser a otra vez i volver ser del instante i- Lo que se mueve antes i después en cualquiera otro o mismo i no el mismo lugar (atendiendo al tiempo)

Pero ¿Qué es el instante?.Bien: “nada es sin el devenir (antes de un lugar concreto i después fuera de él i del lugar en otro estar-ahí donde i de uno mismo antes se asignó lugar de un itinerario concreto / más i cuando ningún proceder o pensamiento después ya resulta útil lejos de aquel acto primero i requerido (entonces a su tiempo del instante luego) a ser I-de uno del instante ‘aquello’ de un pensamiento después i moviendo-seR→Lo de aquello i lo mismo de antes (del instinto adelante i-del sol al amanecer) Luego nos preguntamos por el instante y lo hacemos (como de lo ajeno) y por una razón (a razón de no-ser de él) y quizá antes debamos concebirlo no como lo que parece que-es, sino como lo que-es i-lo (después) de aquello que supone tomarlo antes en consideración en tanto a categórico-I Pues no precisamente parecer fácil agarrar de la idea que pretendo de este escrito i quizá más obvio i descrito a través del prisma de la poesía o la mística ( pues en occidente, instante, refiere lo fugaz inasible) pero igualmente i- de manera fugaz ha sido tratado i-de lo poco referido menos entendido aún en carácter (o condición→ Lo después i determinante-de este) si bien es Borges quien nos lo dibuja mejor en un poema, mejor lo definido se entiende en lo de él i al final de su vida (en ese lenguaje tornasolado que desvela lo sereno, y a la vez lo terrible i no dicho) de cuanto supone cada instante de lo dicho lo no hecho/o de otra manera i sin sol→ “El presente está solo. La memoria erige el tiempo. Sucesión y engaño es la rutina del reloj. El año no es menos vano que la vana historia. Entre el alba y la noche hay un abismo de agonías, de luces, de cuidados; el rostro que se mira en los gastados espejos de la noche no es el mismo. El hoy fugaz es tenue y es eterno; otro Cielo no esperes, ni otro Infierno”. (Borges - el instante (Buenos Aires, 1977). Mejor Borges que cualquier explicación ¿cierto? Si bien, nos refiere Borges la vida colmada de esos pequeños instantes, igualmente nos advierte: hemos de tener cuidado, pues son determinantes estos: “los debemos atender con atención y premura”, El hoy fugaz tenue y a la vez -ahí eterno donde otro Cielo no esperes, ni otro Infierno” Y sobre todo aprovechar, para luego no lamentarnos “Al atardecer, cuando las cosas más cercanas ya se alejan de nuestros ojos, así como el mundo visible se ha alejado de mis ojos, quizá definitivamente (Borges- la ceguera 1995 / i después a posteriori)

Aunque, quizá es en la espiritualidad es donde encontraremos más aspectos y definición más detallada a nuestros intereses i- de lo que representa o supone el instante→ como determinante. [La filosofía oriental, mal entendida o desatendida por largo tiempo, desde hace poco más de un siglo ayuda al pensamiento de occidente a platearse situaciones —preguntas y respuestas— de otro modo i desde otro lugar, desde donde quizá poder discernir y mejor entender aquello que pretendemos tanto entender cómo explicar].

De una doctrina de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital»: un principio postulado por el maestro T’ien-t’ai (Chih-i) El término «cada instante vital» denota la vida de uno, tal y como existe instante a instante I-El principio enseña que un momento determinado de la vida incluye tres mil estados posibles, por tanto, la vida a cada instante, contiene posibilidades para ser ( lo después i-de la experiencia o contacto de otros estado de materia i ser(es del entorno más eficiente (de cada acto i relación un punto de contacto i en concreto ser (de la misma forma de otra manera ser ( i eso en ella de la relación) luego más eficiente en i con el medio ahí lo mismo ( i de unos seres antes hacia otros) i lo después i-que de la experiencia i de la idea que la inspira o moverse de ella ( el árbol i de la vida de todos en relación con el) que para bien o para mal adquirieren igual mayor potencial de las relacionas de el con el medio de horizonte más amplio hacía al supervivencia i potencial del individuo / luego la especie la vez i de las personas lo mismo no igual / i me explico→ de una planta las raíces / no una raíz / abarca i se relaciona (de muchos puntos que son experiencias del entorno abajo luego arriba proyectada en una dirección la forma del árbol de un tronco hacia muchos puntos todos en relación (las hojas i ramas) a arriba que igual abajo del entorno es (de 2 medios medio distintos 4 elementos del mismo horizonte (tierra agua luz (fuego) i aire)

Del instante en la mística sufí, sea quizá donde encontramos otra explicación: al significado, y respuesta a nuestra pregunta. Donde existe una palabra árabe que significa igualmente tiempo, momento, o instante. Esta palabra es (Waqt). Y es en el sufismo donde el término ha sido considerado (adquiriendo su carácter más preciso) utilizado, no para designar una cantidad o medida de tiempo, sino más bien para referirse a “la cualidad del momento” o instante. En ese sentido, al sufí se le conoce como hijo del instante: "El presente es un océano de maravillas extraordinarias cuyas olas son instantes que se suceden. ¡Tú que conoces a Dios!, no dejes escapar sus maravillas al ignorar lo que hay en él. Si se te escapa, no cumplirás como debes con Él, ni le darás el valor que se merece" [Abd ar-Rahmân al-Jâmî, op. cit., p. 64.]. Se entiende perfectamente: de cada instante la creación es renovada, pero observemos lo más importante: ésta jamás se repite (los instantes sucesivos son únicos y representativos de cada momento, nuestros momentos (al observarlos), aislados en el tiempo como "una concreción fugaz de la eternidad" (Abd ar-Rahmân al-Jâmî, Los hálitos de la intimidad). De manera que a cada momento-instante se manifiesta un aspecto diferente de la divinidad (al sufí): "Cada día, Él está en algún asunto" (55, 29) – dice el Corán; y por ello hay que atender presto al instante. El derviche es pues y en palabras de al-Qushayrî, aquel que "está ocupado en lo que más conviene a su estado (místico) y está presente (presto a reaccionar) a lo que se exige de él ahora" [Abd ar-Rahmân al-Jâmî]. Pero este no es un estado exclusivo del derviche —si bien él lo entiende mejor— nosotros igualmente, debemos entender y podemos aprender de esta actitud frente a la realidad del instante: que Dios puede ser i estar en todas partes; o bien, extrapolar si se quiere, esta forma de ver y mirar y reaccionar al mundo, al modo occidental: prestar atención a la realidad, al instante y no distraerse de inmediato hacia otro lado ni demorarse (de la mariposa): centrándonos en aquello que nos insta, en el mundo y frente a nosotros a actuar.

Espero con esto haber dejado sino despejado del todo, sí más claro lo que quiero decir con el instante: el privilegio de ser→ del instante hacia entendernos únicos espectadores de la maravilla de observar. Pues de lo que se trata ahora es de centrarse en aquello que nos distrae con sus destellos de luz y amenaza con hacernos prisioneros para siempre del eterno presente no cambiante e inmóviles presos de él. Privándonos de la experiencia pura: nuestra experiencia y crecimiento en el mundo de recorrerlo Y Prisioneros para siempre del eterno presente —. Cuando se sufre pérdida de memoria a causa de demencia senil, o enfermedad de Alzhéimer uno queda, para siempre, prisionero de un eterno  presente. Paulatinamente se van borrando la memoria y las ideas hasta desaparecer uno mismo: sin pasado o futuro que nos determine de manera reflexiva, se permanece en un cuerpo latente expuesto y determinado por el presente, siempre en la alteración que nos determina y por lo tanto determina nuestra existencia, condicionada por el resplandor de un presente que nos reclama —como la luz ultravioleta reclama del insecto su atención, distrayéndolo hacia ella—. Esa es la enfermedad y el problema del presente perpetuo que impide vivir como una persona autentica y termina extinguiendo la vida, pues de igual forma que la deslumbrante luz ultravioleta extingue al insecto, en ese presente perpetuo, el yo pronto habrá desaparecido siendo la voluntad de los estímulos y aquello que los producen hacia nosotros luego de ellos

Pero ¿Progresamos? No lo sé→ ’la guerra es padre de todas las cosas’― o eso decía Heráclito / que dicho de otra manera i del padre o de la guerra es “el fuego" / en efecto→ el elemento primero (o principio i-que no lo mismo "la catástrofe o devastación" relativa de un fin o final de un tema / que luego es otro comienzo i otro tema (y por lo tanto no el principio igual i de la misma manera como al principio i-de todo antes lo conocido ahora) de todas las demás cosas i formas luego de la misma sustancia antes i que son de aquel origen→ o principio primero de todas formas después y heterogéneas de muchas i maneras las cosas del mismo fuego y la llama en cada una luego (como posibilidad→ ‘del cambio posible’) permanente en el devenir de un mundo regido de acuerdo con lo que Heráclito denominó el Logos (o verdad pero que no-es ciertamente Verdad (es decir→ hoy no-es lo mismo i de la misma forma después de las maneras de la razón → que de la palabra antes i verdad de una forma / luego es después-hoy de cualquier forma "en el discurso interesado" que lleva a expolición (i-de la retórica→ Repetición de un mismo pensamiento interesado a difundir a través de distintas formas, o lo que es lo mismo acumulación de varios que, sin ser enteramente iguales, vienen a decir lo mismo solo con la intención de reforzar o adornar con la expresión de aquello que se quiere dar a entender (i que otros entiendan / convenciéndolos) de manera interesada i mintiendo en ocasiones (pero que el otro no entiende ni sabe de lo que se le habla cuando incluso no advierte que detrás de las palabras o del texto está el propio interés del hombre i nombre que habla de una manera concreta a otro de lo no concreto ahí) haciendo del método de convencer i entiéndase del que habla i de la explicación→ de como de una profunda depresión i miseria en la que algunos viven pueden salir y aquel hablándoles de aquello mismo y tema que no ilumina o dice nada (más) el que explica pues no-es-ahí de la fuente→ la depresión y antes él bebiendo (y lo mismo del complemento ausente del nombre lo encontramos aquí ausente del hombre i de lo que habla ausente de su experiencia de antes→ él haber salido de la miseria que habita. (cuando i por desgracia para un miserable ni con dinero puede escapar de su condición / entendamos en el caso del miserable (Del latín miserabĭlis' o digno de compasión', un ser ‘lamentable). Σs decir que mejor es callar de Aquel-lo que (no se conoce por uno mismo de la experiencia i de antes abajo uno ir) de vn→ nombre antes y luego de un texto después prender negro sobre blanco la llama que dicho de otra manera ‘no podemos’ parar ni apagar igual Del sol / en ese instante antes del amanecer detrás I-del horizonte luego→ una sombra i del horizonte lo mismo a la puesta i del sol igual→ revelando de algunos esa sombra alargada que otros que no madrugan o a la puesta y más alargada todavía no pueden ver... y valga este ejemplo de alguien miserable a quien todos conocemos y hemos visto por televisión. / a quien le dedicó estas amables palabras... pues ‘y se le ha dado al hombre el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya’ (IV, 2.4.6) Hölderlin, Friedrich. /

Por la palabra: el mas peligroso de los bienes Desde pequeños estamos sometidos a la palabra, en las escuelas en un principio, que nos adoctrinan en un pensar, sentir y unas necesidades para que posteriormente las hagamos propias, por medio de unas ideas y creencias necesarias y defendidas por el colectivo social, representado por el estado. Para ello utiliza sus métodos propios, incidiendo en valores o creencias como la religión, la lengua, la política o el sexo.

Independientemente, luego de los estudios que tomemos cada uno, es fácil a lo largo de nuestro camino como estudiantes que nos encontremos con aquella sentencia, apoyada por pensadores y científicos, que nos dice que lo que no consigamos entre los veinte y los veinticinco años ya no lo conseguiremos jamás, referido, a una idea bien asentada y extendida, de que la mente humana explota a esas edades para luego sencillamente decaer. Esto lo oirás más a profesores y científicos sobre todo. Sin embargo, es poco menos que decir que un hombre se desarrolla y explota intelectualmente a esa edad, y que allá donde se encuentre en cualquier ámbito de la vida, antes de los veintiocho años, es donde va a permanecer por siempre; y así encontramos a esa edad médicos, científicos y filósofos titulados en las universidades pero, también a carpinteros, albañiles y amas de casa, que como los primeros, no serán más que eso según el aserto: carpinteros, albañiles y amas de casa, según sentencia el mismo y, por lo tanto: no aspires a más, pues aunque lo hagas tu mente no te va a ayudar, confórmate con lo que eres, lo que tienes y lo que haces; pero, sobre todo, Trabaja: y trabaja todos los días. Y todos lo creen así: desde el Médico, al ama de casa, y así conviene al estado que lo crean. Sin embargo, es curioso que antaño fuesen los mayores, esos mismos a los que ahora no hacemos caso y metemos en residencias, los encargados de administrar las sociedades antiguas, debido a su experiencia y sabiduría derivada de esta misma experiencia alcanzada a lo largo de los años (Algo ya a mi ya no me encaja) Y os diré que, en mi experiencia, es cierto que a los 25, por poner un ejemplo, uno ya toma decisiones, pero ahora que tengo 55 puedo afirmar que aquellas decisiones tomadas no eran las más acertadas, no eran las mejor pensadas, las más estudiadas, y ni siquiera las que más necesitaba, quería o deseaba. Eran las que debía tomar, no las que quería tomar. Y tomé las que debía porque a esa edad, tras estudiar y tener una “vaga” idea de lo que podía ser o hacer, lo que quería era también encajar en el mundo al que pertenecía, influenciado, y de algún modo condicionado por éste y la sociedad. De tener que tomarlas hoy, con mi experiencia, mandaría al mundo a tomar viento, de hecho lo hago y hago lo que quiero hacer, y aunque la sociedad espere otra cosa de mí, es su problema y no el mío. Pero, cuando con veinticinco años eres albañil y sabes o crees -porque así te lo hacen creer-, que eso es lo que serás toda la vida, dejas pasar el tiempo y cuando te das cuenta con cincuenta años has formado una familia, tienes hijos, responsabilidades, deudas y compromisos y, en resumen, una vida social sea la que sea; entonces, ya no mandaras al mundo a la mierda, aunque así lo pienses. De ahí, que si te convencen de que con veinticinco años ya con lo que tienes te basta y sobra, y si además te embaucan y facilitan piso, coche y negocio, con ello esperarán que, si alguna vez despiertas a la realidad, sea ya demasiado tarde y tus compromisos y amor para con los tuyos y tu miserable y rutinaria “vida cómoda” te inmovilicen y obliguen tanto o más de lo que te somete el propio estado; y, entonces, habrán conseguido su propósito: No sólo que tú les sirvas, sino que tengas hijos para que le sirvan también.

Pero la palabra tiene además otros peligros, de los que muchos, digamos pretendidos productores intelectuales son dramáticamente inconscientes; y así Heidegger lo afirma, basado en la consideración de que a través de ella, de la palabra, es fácil caer en el error y la desilusión, pues el producto de su poder creador, al verse probado con la realidad, puede, muchas veces, no encontrar correspondencia y, así, el hombre queda sumido en una irrealidad como sucede tan a menudo a muchos autores: poetas de lo banal o novelistas de lo absurdo, que confunden lo esencial con lo no esencial, difuminando así el genuino decir (a lo que la palabra debería servir), poniendo en peligro su función esencial. Un peligro además, que va más allá, pues afecta no solo a los que escriben y difunden esa palabra o pensamiento inútil, sino sus interlocutores o lectores. Pues la calidad, o línea de pensamiento de una persona, lo es precedido, instruido e influenciado en buena parte por las lecturas realizadas a lo largo de su vida, así como por las experiencias propias y adquiridas de ésta. Sin embargo, encontramos hoy las estanterías repletas y rebosantes de lecturas inútiles cuando no absurdas, que no aportan nada más que distracción con poco o nada nuevo o relevante que decir al ser que lee. Coincidirán conmigo que "Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros" — Marco Tulio Cicerón. Nada pues, que ver con la literatura clásica, no es lo mismo leer Orlando Furioso que un manga japonés, o Hölderlin y a su joven Hyperion que crece y vive según los ideales de la Paidea griega: por el que el individuo se considera parte de la totalidad y unido a ella en armonía: “Ser uno con el todo es la vida de la divinidad, es el cielo del ser humano” ¿Dónde está hoy Hiperión? me pregunto, cuando un poeta inspiraba a un filósofo, tomándose como referencia para sus escritos. Pero la gente hoy escribe, no paran de escribir y de lo que escriben luego no paran de hablar y lo peor.... cualquiera lo puede hacer, mas lo difícil es que de lo escrito luego lo hablado tenga algún sentido, más allá del que le atribuyen el significado de las propias palabras  (cuando al hacerlo y hablar nos dirigimos a alguien en particular; es decir: a gente que no conocemos / pero hablando en general, de lo que son, y de cada persona  un problema particular. pero mejor y para muestra... y directos al grano ( y este en el culo)

Me pregunto, mi buen amigo Alonso si puedo frenar tu delirio; ese vértigo (o quizá miedo al dolor) que sientes cuando desde tu púlpito escribes recetas para la felicidad de todos sobre reinventarse i trazar un itinerario que nos conduzca a una nueva tierra: la tierra de las múltiples oportunidades la llamas (tu). Me hablas de explorar nuevas capacidades y del camino del héroe, de tu "Kun fu" y del destino (pero no se si solo soy yo, que te veo parado en un estrado (hacia→ hablando) luego (y tres puntos...) uno se pregunta→ me pregunto ¿De Qué destino me hablas? Quién está hablándome (ahora) y como si se dirigiese a mí sin conocerme y a todos a la vez sin conocerlos a ninguno y de solucionarles los problemas  / es decir→ sin dirigirse a nadie en concreto i hablando de nuevas tierras y un destino inconcreto del nombre ahí (ninguno), cuando el porvenir y lo mismo destino es hoy (aquí y ahora→ en el presente que sucede (en el ahora ) necesariamente i por una causa». Donde «lo primero y más importante no es tanto saber que nada deviene sin una causa, como que todo deviene en virtud de unas causas anteriores→ (y una causa en concreto, en el caso de cada persona y estas palabras → en el ahora». Por lo tanto, amigo mío, sería negligente buscar (cuando no absurdo→ pretender encontrar de las primeras causas de cada uno a su problemas ya lejanas "de los demás" e igual uno que nos reconocemos producto→ de las propias causas; concluyendo que de todo principio (aquel→ "propio" y único accesible a cada uno) es causa de la anterior y luego (otra vez) de la primera, segunda y continua sucesión de diversos acontecimientos, que de cada uno en concreto, le conducen (al individuo a (otro) principio) o determinado origen: catástrofe lo llamaría C. Zeeman) como resultado y causa de todo lo anterior (hacia lo posterior (en el ahora→ cuando y por muy insoportable que parezca observo que ese mismo presente te tiene sujeto→ inmovilizado (representándote y representado de una voluntad (hacia→ los demás afuera...en redes sociales i otros medios, es decir:. /→ preso los mismos a los que hablas ( van a tus conferencias y compran tus libros; es decir: los mismos que en el ahora  te dan de comer) los mismo y que compran tus recetas y te tienen ( aterrorizado) con la rodilla sobre tu cuello, y de la necesidad propia y deseo de seguir siendo escuchado por ellos, los que te dan de comer / y no se puede derribar o menospreciar a quienes te dan de comer y hablar de su problemas / cuando eres tu quien tiene el verdadero problema, y de dependencia con ellos, al depender de los mismos ( ellos que te escuchan y compran tus recetas y  te tienen estrangulado de espaldas contra el suelo), desde donde solo se puede, en este momento→ palmear la lona con el brazo que a uno le queda.

Luego “negar la realidad presente de cada uno, amigo, es negarse a uno mismo (i negarse a enfrentarla) e igualmente negársela (la realidad) a los demás de poder enfrentarla... ofreciendo recetas falsas para un mañana que no llegará (pues mañana "es" hoy el presente que bifurcas de otros en un camino de perdición). Un crimen este, que alimenta de la ingenuidad de la muchedumbre desventurada unas falsas esperanzas, distrayendo (como una luz de neón) la atención de aquellos (de→ aquello y verdaderamente importante, a saber: que sobrevivir “hoy” es el asunto más urgente y único relevante...

La falacia no oculta la mentira→ tampoco la tontería del mundo, solo la enmascara. Pero la realidad se muestra contundente y más rotunda todavía con aquellos devorados por el parásito de la ingenuidad, que alimentarán deseos y vanas esperanzas, imaginando, trasladarlas luego a buen fin. Pues a poco de vagar laberintos les llega siempre el momento en El que comprueban que deben hacer frente a una realidad tan inminente como ineludible; que se torna en juego trágico con el destino. Llegado ese día, amigo mío, para unos maravilloso, para los otros el más desgraciado de sus vidas y —que siempre extrapolado a nuestro dominio— a todos nos ha de llegar (si no→ nos ha llegado ya) a saber: olvidada la promesa del último triunfo y una nueva tierra, e intuyendo el comienzo de aquello que no podremos soportar: será cuando reconoceremos en la vida la miseria de algunos en esta, junto a esa inminencia opresiva de la lucha terrible y final que para ellos se avecina, entre “llegar a ser definitivamente, o dejar totalmente de ser: «quedar en nada». Es en ese punto (que somos→ cuando reconocemos a nuestro verdadero enemigo, al más fuerte entre todos ellos: el miedo i miedo a ser y poder ser→ definitivamente nosotros mismos)

Tus recetas, amigo, solo sirven a tu cuenta bancaria. Quien se tenga que batir contra los propios demonios en este mundo no encontrará armas (→ herramientas útiles (palabra y verdad) en la falsedad y vacuidad de aquellas frases y gestos (siempre bien estudiados) Aquel que busque encontrará→ y lo encontrará de él mismo (de aquello de sí mismo y restos antes esparcidos, que que habrá de encontrar de otros reflejados igual fuera y utilizados como armas o herramientas que son del saber acumulado de la experiencia en las trincheras embarradas de la vida: viaje duro este, de uno hacia reconocer (conocer y pensar→ de corazón de su roca  luego adentro (pensando reflejándose y proyectándose luego i como una roca hacia→ ellos los demás (igual, uno que es otro más entre ellos). Y es por esto que (sabiendo bien las consecuencias de lo que haces ‘Alonso’→ no creo que sepas de que hablas ni a→ donde te dirige la razón, que no los propios pasos (a ningún ligar); ni mucho menos encuentro que estés capacitado (nadie lo está→ para guiar a alguien por aquellas selvas de la vida, entendiendo que cada cual) debemos y habrá (i cada uno) transitar en algún momento (saliendo luego a la propia luz→ no guiados por la luz de nadie o los demás). Y digo esto, sencillamente porque no te veo en el fango arrastrándote por el barro y mucho menos aún que alguna vez hubieses salido de él (más bien huyendo de aquello que siempre ha de llegar (y aquí un amigo tendrás). Pero Te veo más bien acomodado: un doctor, que no ejerce de doctor, ahora pasado a intelectual que quiere dar lecciones a los que ya peleamos contra el devenir (y contra los que son como tu) desde los pantanales todos los días hacia→ i de frente... en la enfermedad, en la miseria, en el hambre o en la finitud al límite de las propias esperanzas (hablo por mi). Vendes (tu humo→ en el que es tu propio templo) y por eso te critico: directamente i a un nombre público que debe aceptar criticas públicas como elogios públicos a su nombre.

Por suerte es fácil para quien quiere ver, luego poder ver la sombra del charlatán interesado que hay detrás ( de este texto arriba) aquella figura o imagen y representación que nos muestra. Y Nunca mejor que esta ocasión para terminar con aquella frase dirigida todo los que son de la misma manera y que "Viven del cuento" solo que vendido el cuento como realidad misma de la vida.


Sin embargo, y como hemos podido ver, es cierto que la palabra no sólo puede ser, sino es, la herramienta más peligrosa dada al hombre; muestra de ello es el mal uso que se hace de ésta por tantos , y el sometimiento que a través de ella de muchos por medio a esta, el hombre hace del hombre, mediante la educación y adoctrinamiento privándole de su individualidad. Pero a pesar de estos peligros, la palabra es para el hombre un bien, al que no puede ni debe renunciar, no sólo porque a través de ella pueda comunicar sus pensamientos y vivencias, sino porque gracias a ella el hombre obtiene y ratifica su lugar en el mundo / y de escribir... “Únicamente donde haya palabra habrá mundo, esto es: un ámbito, con alcance variable, de decisiones y realizaciones, de actos y responsabilidades, alborotos, caídas y extravíos. Pues solamente donde haya mundo habrá historia” entendemos en Heidegger. Pues el hombre es un ser que ha de dar testimonio de lo que es”, y de lo que hace es el testimonio de su realidad lo que hace al hombre ser lo que es, y dicho testimonio sólo podrá hacerse a través de la palabra, sobre la cual tiene su advenimiento la historia misma, pues es la palabra un bien del hombre y sólo a través de ella puede realizarse como tal, sino perece frente a ella.


De la La curiosidad Superficial, La Distracción: Y La Mente del Mono . Por naturaleza —afirma Aristóteles— tienen todos los hombres deseo de saber; saber, por ejemplo, de una cosa. Y, por naturaleza, igualmente, casi todos necesitan hoy que alguien esa cosa se la explique, por ejemplo, en YouTube, una conferencia o un libro ( seguimos de alguna manera con lo antes ya dicho y descrito). Y es precisamente en la explicación, donde perdemos aquello más genuino de todo conocimiento. Pues saber, en su conjunto, y resumido en una sola palabra es: entendimiento de uno; o facultad esta que habrá de adquirirse por el examen propio de las cosas a partir de experiencias sensibles de estas cosas —también llamadas impresiones— y la información que estas últimas le ofrecen al juicio, respecto de las primeras— procurando llegar a conocer y, consecuentemente, a su producto: el conocimiento: y, no hay conocimiento de una cosa en su explicación; es decir, aquella que, por ejemplo, en una conferencia nos ofrecen otros de ella, esto es: “una conferencia que pretendiera hacerles creer a Uds. que entienden algo que realmente no entienden y satisfacer así, por naturaleza, aquello que Wittgenstein —introducción a su conferencia sobre lógica — considera, "uno de los más bajos deseos de la gente moderna" es decir, la curiosidad superficial, acerca de los últimos descubrimientos de la ciencia" / o de otra manera dicho, si  hay alguna forma o alguien que le explique y solucione sus problemas. La curiosidad procura un saber, pero tan solo es un saber por saber para haber sabido. Es un saber muchas veces  movido por la vanidad. Se busca conocer para poder participar en (la sociedad) o para obtener un cierto estatus social. La curiosidad es el estado que caracteriza al hombre moderno, informal y mediocre, ávido de noticias, maravillado por la “innovación” –nos dice Heideggerquien, además, distingue la curiosidad del asombro o la “contemplación admirativa” o thaumazein de los griegos, que para Aristóteles y Platón es origen de la filosofía y que está asociado primero con un “no-comprender”, y la aceptación  antes de un misterio y luego una apertura al conocimiento y, por lo tanto, al ser-ahí uno de la experiencia para conocer de algo concreto que necesitamos entender. (Los dos momentos constitutivos de la curiosidad, la incapacidad de quedarse en el mundo circundante y la distracción hacia nuevas posibilidades, fundan el tercer carácter esencial de este fenómeno, que nosotros denominamos la carencia de morada— Heidegger).

El asombro, que se caracteriza justamente por lo contrario y una intensidad de la atención hacia algo, por quedarse con un único pensamiento u objeto presente (y sondear este a profundidad, esperando sin violentar su manifestación) degenera –cuando ese asombro no es llamado por la necesidad imperante de conocer (de conocimiento)– en mera curiosidad (un de aquí para allá sin parar) que semeja más a lo que en la India llaman “la mente de mono”, que constantemente cambia de rama, persiguiendo cada cosa que se mueve o le inquieta, e incapaz de discernir o detenerse en lo que merece de veras la atención. Según Heidegger, entiende que “si busca lo nuevo, es solo para saltar nuevamente desde eso nuevo a otra cosa nueva". En este ver, mirar no busca una captación [de las cosas], ni tampoco estar en la verdad mediante el saber de ellas, sino que en él procura posibilidades de abandonarse al mundo. Por eso, la curiosidad está caracterizada por una típica incapacidad de quedarse pensando en lo inmediato” en “el instante presente”.

De este modo llegamos a un punto en el que la cantidad monstruosa constantemente estímulos e información –de lo nuevo y excitante–a la que estamos expuestos en la actualidad, es abrumadora, sobrepasando en órdenes de magnitud cualquier estado y exposición anterior del ser humano: las noticias, los datos, imágenes y sonidos y palabras, se suman en una anarquía y competencia total, de tal forma que cada nueva idea que nos llega expulsa a la anterior, antes siquiera de que tengamos tiempo de considerarla (apropiada, falsa o verdadera). Los peores horrores y las más aberrantes pesadillas llegan a nosotros junto a otras ideas estimulantes (por televisión): las oímos, pero ninguna de ellas sobrevive en la mente más allá de unos minutos, antes de ser arrastradas por una nueva oleada de información que olvidaremos igualmente en una hora. Pero lo más alarmante de esta situación, resulta en que no solo es considerado por la sociedad un bien general o un derecho: (a “estar conectados o para saber de las desgracias ajenas”) sino, que más es una necesidad, como atestiguan nuestros jóvenes y no tan jóvenes. La distracción, viene así a reemplazar a la contemplación (madre del conocimiento). Las personas no se detienen, ni profundizan del instante frente aquello luego en nada, sobre todo en nada relevante: explorándolo y explorando sus posibilidades: conociéndolo; sencillamente pasan el tiempo en pensamientos apenas concretados o reaccionando continuamente a estímulos que les llevan de aquí para allá: a nada concreto y a todo a la vez→ nada constructivo, nada útil al individuo, simplemente se trata de entretenerse: distraerse, o dicho de otro modo: perder el tiempo, su único tiempo. La distracción se vuelve entonces premio final e inútil de la historia del ciudadano medio: mediocre que, además: exige distraerse. No exige libertad, derechos, cultura, sanidad, mejores condiciones laborales (NO), cuando sale del trabajo solo exige distraerse y se enfadará si no puede hacerlo (no se enfadará su precariedad laboral o lo mísero de su salario): luego, distraerse todos juntos es hoy la cumbre y el fin absurdo de la socialización. De este modo; la ambigüedad se convierte en el resultado último de la curiosidad superficial que define la actitud que el ser humano tiene hoy con el saber de las cosas, adquirido a partir de sus distracciones y no por el conocimiento o estudio propio e estas (sea cual sea el medio de este estudio) hoy acrecentado por el acceso indiscriminado a la información que “permite a cualquiera decir cualquier cosa, cuando se hace imposible discernir entre lo que ha sido y no ha sido examinado de uno, contrastado a verdad y expuesto tras una comprensión auténtica”, produciendo una indiferencia generalizada (ya a nadie le importa la verdad de lo dicho o que se comenta) en tanto a un mundo, en el que “todo parece auténticamente comprendido, pero en el fondo o no lo está, o bien no lo parece, y en el fondo lo está” si al menos: comprendemos que no hemos comprendido nada.

Pero, qué puede hacer uno, cuando a tantos les importa nada, al ver el punto a que se ha llegado; sobre todo en algunos aspectos de la sociedad, de la vida, o de esa cotidianeidad abominable que son las Redes Sociales, cuando ciertamente ya no interesa a nadie la realidad que acontece fuera, lo que sucede: la verdad, la realidad en el mundo y de las personas que nos rodean, más allá de cuando a ellos les afecta; y solo importa la desmaterialización del mundo (hacia el Metaverso) , para servir más a la distracción, lo conceptual, lo relativo y sin valor: a la fantasía (que toman por real) y alimenta el tejido de un cosmos creado para sí mismos; dentro del mundo que otros han creado para ellos; dentro, de una sociedad que han creado para todos; y ahí, encerrado, la felicidad (absurda) del ciudadano es absoluta: lejos de la realidad y del mundo; bombardeado por los medios, recibiendo, cuando no exportando, absurdeces y tonterías a cada hora, todos los días. Y lo más curioso, es cuando toca salir, e ir a lo real y concreto de sus vidas, pues la mayoría parecen perder su entusiasmo; quizá, porque la realidad es demasiado práctica, fría y dura como para entusiasmar el alma distraída que no puede encender su entusiasmo en aquello que no sea absurdo y tribal.

Si no levantamos la cabeza, esta lluvia abrumadora de estímulos perfectamente diseñados y pensados para mantenernos adheridos a la pantalla y a la información, nos hará prisioneros de un siempre eterno presente, perteneciente a una realidad distinta: otra realidad que se pretende i quiere otros que hagamos nuestra (y de nuestra ausencia y presencia en la vida su riqueza). Esa es la enfermedad actual y también el problema que en españa igual (como el alzhéimer o la demencia) aleja de la propia vida, de la verdadera realidad, y que impide centrarse en el instante cotidiano y fijarnos reconociéndonos unos a otros vecinos: en el yo del otreo, y poder uno vivir como una persona autentica, en el mundo. Y de aquella película como diría un argentino te recuerdo→ ‘Te olvidaras de todo, nada dejara huella. Estarás exiliado de la verdadera realidad, incapaz de actuar, “demasiado información a la que reaccionar” de todos los problemas del mundo. Serás enterrado por la información, lejos de todo lo que deberías hacer. Incapaz de elegir e intercalar la acción con lo real’. Y mientras tanto, el mundo y planeta sigue rodando y muriendo como ellos: un poco más cada día; la realidad, el tiempo, la vida y las estrellas pasan, sin ser mínimamente conscientes de todo ello: y aquello allí, distraídos en su mundo de fantasía.

El peligro de escuchar a todos y no escucharnos a nosotros mismosDe la realidad nada es más trágico que vivir en el absurdo de aquel sufrimiento que nacer conlleva de anhelar antes lo que no-es de sí mismo i propio de otros / luego consecuentemente no-ser en un mundo “este” donde después las penas prevalecen ‘siempre’ sobre las alegrías Y hablar de aquello igual (no propio i de lo mismo repetido antes de otros son→ luego de él las palabras / que son lamentos de una existencia condenada a desaparecer como única certeza.

Nadie dijo que la vida fuese fácil, ni tampoco que vivir digna y auténticamente fuese en ocasiones tan difícil. Lo que recuerda aquello de “nada que resulte fácil valdrá la pena”. Y esto me lleva a pensar en el modo de vida que llevamos, digamos fácil ―no refiero aquí las contingencias de cada uno, que las habrá― y, si esta “facilidad/comodidad” (todo organizado para que lo tengamos a mano, como la comida en los supermercados) vale la pena, en tanto y cuanto luego, esta misma forma de vivir, nos limita y dirige hacia qué debemos ser o hacer, privándonos, cuando no prohibiéndonos lo que nos gustaría (en tanto a la libertad individual) poder ser o hacer, llevándonos a este estado perpetuo de conflicto: lucha y disputa, desde el mismo día nacemos.

Sartre considera que no existe la naturaleza humana. Esto quiere decir que en nosotros no encontramos unos rasgos fijos que determinen los posibles comportamientos o las posibles características que podamos tener. Para muchos autores esta afirmación es exagerada: desde las teorías religiosas se defiende que el ser humano, tiene un alma y que ésta es precisamente su naturaleza; desde la biología se indica que nuestra constitución genética se realiza en lo fundamental del mismo modo en todos los seres humanos de todos los lugares y de todas las épocas. Sartre rechaza la existencia de una naturaleza espiritual o física que pueda determinar nuestro ser, nuestro destino, nuestra conducta. Para él el ser humano en su origen es algo indeterminado, y sólo nuestras elecciones y acciones forman nuestra personalidad. Pero si no existe una naturaleza común a todos los seres humanos, ¿por qué llamamos seres humanos a todos los seres humanos?, ¿en qué nos fijamos para reconocer en el otro a un semejante? Sartre introduce el concepto de “condición humana” que son los límites comunes a todos los hombres; serían los siguientes: 1. estar arrojado en el mundo; 2. tener que trabajar; 3. vivir en medio de los demás; 4. ser mortal. Todo individuo se ha tenido que enfrentar a estos hechos inevitables y ha resuelto de distintos modos los problemas vitales a los que conducen. Con estos cuatro puntos Sartre se refiere a la inevitable sociabilidad humana, a la inevitable libertad en la que vive el hombre y a la inevitable indigencia material de nuestra existencia, indigencia que obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social que sobre el trabajo se levantan. Pero el hombre tiene la posibilidad de engañarse adoptando alguna forma de determinismo, esto es la mala fe, que es un estado de conocimiento y desconocimiento simultáneos. Por un lado, se es consciente de la propia libertad, del futuro, que es lo que no es, y, por otro lado, no se es consciente de que no se es lo que es, el pasado, así se enmascara la libertad y desaparece la angustia. La mala fe es un auto engañarse, mientras que la mentira es engañar a los demás

Y precisamente, es aquel "individuo" que, en su disputa, sometido a la presión que supone vivir como proyecto, aún incompleto, cuando en ocasiones “cae”, pues es cierto que la existencia es el lugar del ser -en el mundo como “individuo” donde existe, pudiendo alcanzar todas sus posibilidades (un desarrollo personal) trazando metas e intentando cumplirlas. Pero en el mundo vive igualmente con los el "uno" (los otros), y puede llegar el momento en el que el ese “individuo en disputa” tras comprender su realidad que, por más que para muchos sea desatendida o pase inadvertida, tiene igualmente una “existencia” —más allá de aquello que es vida o, un vivir por vivir— también, se da cuenta de que no se ha creado a sí mismo, ni tampoco al mundo en el que se encuentra, sino que sencillamente está ahí (ahora parado e indeciso) sin un fundamento aparente o razón: sin motivo y, además, también se da cuenta (ahí-parado), de que “tampoco” ha escogido ser cómo es: una persona “un ente” que existe y que habrá de elegir unas opciones: posibilidades de vida y no otras, siendo en cualquier caso responsable de cuanto luego acontezca, dependiendo de aquellas, sus propias decisiones. Y es posible entonces, que ese “individuo en disputa” pase entonces a ser un individuo “en conflicto” consigo mismo; entiéndase: en disputa con la sociedad, por su libertad, pasando a estar en conflicto, no tanto dejando ya de creer pero sí, rindiéndose y gradualmente dejando de creer por encima de todo y de todos: en su libertad y experimentando esa ingrata sensación: el saberse abandonado a sí mismo: angustiado y escuchando lo que el “uno” (que no es ninguno y son todos) tiene que decirle; comenzando el entonces a disiparse en la mundanidad, en el dejarse llevar por el exterior, por lo que se dice, por lo que se piensa, por lo que no es nadie y son todos: la sociedad, sus estructuras que implantan lo que está bien y está mal, lo que se debe y no se debe pensar o hacer; corriendo entonces más peligro que nunca; peligro de dejar de vivir, o vivir propiamente; bien, porque no encontró, no escuchó, o dejo de escuchar su ser. Es por ello la necesidad inmediata de darse de baja, dejar de pertenecer, renunciar; enfocándonos en aquello que precisamos para iniciar nuestro peregrinar. Pues, y pese a no haber escogido (el individuo) ser o existir, y pese a no haber escogido todavía “su manera” de ser o existir, el ("ser que está ahí", el “individuo en disputa”) ha de saberse responsable de su propio camino, de su propio ser, tanto como si él mismo lo hubiese creado o construido; pues más allá de cualquier duda o contingencia posible, desacierto o incluso caída, comprende (tiene que comprender) que en existir y sólo en su existir se juega su ser: ser como decida él mismo ser o no ser, y no como otros decidan que sea.

Mediocridad y Redes Sociales—. De lo que se trata pues, es de no distraerse: buscar al ser nos hará más libres, pero hay que ser animoso y buscarlo, por supuesto la angustia está ahí cuando nos cuestionamos al ser; sin embargo, hay que afrontarla y ser-ahí, preguntar, no sucumbir a una existencia inauténtica y baldía: no siendo un: no-ser, o (Das Man) ( el “uno” – “los otros”) al que la cotidianidad y mediocridad le envuelven y determinan, valorando lo cotidiano y mediocre haciéndolo fundamento de su vida, ni creer falsos infinitos: como que la felicidad es eterna, o el amor dura para siempre, pues cuando estos falsos infinitos fallan, te dejaran pedaleando en el vacío.

De la ética venidera Hay quien opina, aunque yo no termino de coincidir “que en la ética venidera florecerá un idealismo, independiente de dogmas y apriorismos metafísicos" pues, pienso que de los ideales fundados en la experiencia social, sólo pueden reforzar la misma doctrina existente en esa sociedad, reforzándola si cabe aun más, y desterrando definitivamente todas las posibilidades de advenimiento de lo propiamente humano, que jamás sobrepasará a ésta, sino más sucumbiendo bajo ella. Sin embargo, coincido en la idea que los ideales, representan un aliciente a la función humana del pensar; y que un ideal no es una fórmula de ninguna manera muerta, sino algo a perfeccionar y probar; aunque, y para que sirva debe ser concebida en función de unas posibilidades factibles: dirigidas, no tanto hacia lo social, como lo debería ser hacia lo individual.

La modernidad se construyó sobre aquella idea de la invención del sujeto, antes pensado como individuo, proponiendo que cada individuo (no sujeto) y por si mismo fijase sus propias metas según su voluntad y deseos, alcanzándola luego de una manera natural, es decir, dándole sentido a la propia vida. Pero, este entusiasmo hacia un individuo emancipado y autónomo, que perseguía ideales siendo capaz de auto determinarse —venida entonces de la Ilustración y algunas filosofías románticas, como las de Nietzsche o Hegel; entendiendo, aquella noción de individuo como ser emancipado (que advertimos, por ejemplo, cuando Nietzsche exalta al individuo criticando duramente a la sociedad) —se ha revelado hoy como una obra en la práctica, utópica; pues, para que aquello ocurriese deberían ser los propios individuos dentro de las sociedades (a las que pertenecen y “sirven”) quienes, deberían tomar aquel ideal por suyo; pero, cómo convencer en algo o para algo a aquel ciudadano ya presa de la esfera social y bajo la influencia de “los otros”, que ha perdido su autenticidad; más, cuando luego observando el conjunto de la sociedad, encontrar ese individuo que piensa y obra por cuenta propia –rigiéndose por sus propios valores es casi imposible– resultando más que una hipótesis, un imposible.

El hombre moderno se encuentra “arrojado” nos dice Heidegger, inmerso por completo en su cotidianidad, capturado por una “sociedad” que el mismo ha deificado. Heidegger utiliza un término das Man, traducido como el “uno”, pero quizá se entienda mejor como “ellos”, “los otros” o la publicidad misma, la esfera social u opinión pública, en definitiva: la sociedad, donde el hombre moderno subordinado “inauténtico” y “Mediocre” es de entrada incapaz de usar su imaginación, para concebir ideales que le propongan incluso a él mismo, un futuro distinto al presente del que participa, y unos ideales, principios por cuales luchar. Cuando un filósofo, intelectual o pensador enuncia ideales, para beneficio de éste: el individuo (el hombre) o, bien para mejorar la sociedad en la que vive “humanizándola”, la comprensión inmediata de estos ideales: razones, le resultan más difícil de entender o asimilar, cuanto más se elevan sobre sus propios prejuicios y la charlatanería y locuacidad convencional reinante en el ambiente social que le rodea; y lo mismo ocurre con la verdad, cuando la opinión ajena únicamente es fácil de entender, para quien le concuerda (ésta verdad), con rutinas “sus rutinas” secularmente practicadas. es por tanto, muy difícil para aquel ciudadano medio, entender todo aquello que de múltiples maneras para su bien le sea expuesto, cuando su imaginación no pone mayor originalidad en el concepto y la forma que se le muestra. De ahí, que el individuo, el ciudadano, se vuelva sumiso a la rutina, los prejuicios y la domesticación; volviéndose parte del rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no sólo no cuestiona sino que sigue ciegamente. aquí, es precisamente donde aquel concepto del ser, del hombre, que es pura posibilidad abierto a un sin número de posibilidades hacia fuera, se desmorona hacia adentro: colapsando, sucumbiendo; cuando encontrándose en el mundo (al sujeto) con los otros “ellos”, y “la sociedad” acabará indefectiblemente por definir lo que el individuo es, o será de manera particular, y terminando en lo que Heidegger define como una vida “inauténtica”, refiriéndose al respecto: (El uno [das Man, el ellos] despliega una auténtica dictadura. El uno, que no es nadie determinado y que son todos (pero no como la suma de ellos) prescribe el modo de ser de la cotidianidad)

Del buen ciudadano, solo puedo decir..., que La sociedad, o la ingeniería social, ha dedicado siglos a crear su “buen-ciudadano”: dócil, maleable e ignorante de la realidad. Un ser prácticamente vegetativo (que durante la semana se levanta, trabajar, vuelve del trabajo, recoge a los hijos, cena, ve la televisión y se va a dormir) carente por completo de personalidad y contrario a la perfección (propia o ajena): insolidario y cómplice de intereses creados que, lo hacen un borrego necesario del rebaño dentro de la sociedad. Una sociedad, que no es “nada ni nadie determinado” sino una abstracción deificada por aquel que la deifica y la convierte en su nuevo ídolo, centro y referente de todo significado, mostrándosele como normalidad y medianía, y al tiempo “medida de todas las cosas”, siendo referente interiorizado por el ciudadano, y tendencia en aquellos individuos dirigidos o tentados hacia la mediocridad y el aplanamiento de sus posibilidades de "poder ser" (ellos mismos) , pasando a ser-inauténtico (como los otros), o como mucho, una caricatura deformada e irrisoria de cuanto puede ser. Pero, ¿por qué elegir no-ser, cuando se puede ser?

De La mediocridad, nace de la angustia del individuo, una angustia estéril propia de de saberse, en su caso, pero no encontrarse jamás; una angustia pues, que puede ser superada; siéndolo en dos direcciones, una de ellas estéril (de la otra fructífera hablaré en otro momento) cuando superando durante su camino esa angustia, no es capaz de constituirse y verse a sí mismo, ni crear un proyecto de vida propio e individual; entonces (dejando de buscarse, cansado o porque quizá no quiso o supo buscar-se) más temiendo la soledad que deviene, buscará la pertenencia agregándose al grupo, o rebaño social, para luego integrarse en subgrupos o “clases” (política, asociaciones, etc.) siempre, guiado por el hēgemon-social: a estas alturas ya es un conformista, que no hará nada por si solo), y que como otros no aspira a otra cosa que lo propuesto en las directrices que gobiernen la sociedad a la que pertenece, como por ejemplo: casarse y tener hijos, comprar una casa, coche, hipotecarse, consumir lo innecesario (donde encuentra paz y felicidad) adoptar una opción política existente (de las dispuestas). Luego, en su vida complaciente, este sujeto (desprovisto de su ser) se vuelve con el tiempo rufián y escéptico, un cobarde siempre malhumorado, crítico ignorante que jamás aprenderá a amar: pues quien no se respeta y ama a sí mismo, sirviendo a otros, se odia y odiará todo lo demás. (En la previa determinación de lo que es posible o permitido intentar, la medianía vela sobre todo conato de excepción. Toda preeminencia queda silenciosamente nivelada. Todo lo originario se torna de la noche a la mañana banal, cual si fuera cosa ya largo tiempo conocida) – Heidegger.

El sujeto encuentra en este punto cierta paz, pues la sociedad libera al individuo de la responsabilidad de definir por sí mismo lo que es, pero igualmente: de la aventura que implica el verdadero conocimiento, así como del misterio de la existencia. El “uno” (“ellos”, la sociedad) anticipará desde este momento, siempre, todo juicio y decisión de aquel, despojado todo ciudadano de su responsabilidad. El “uno” puede, por así decirlo, darse el lujo de que constantemente 'se' recurra a él”. Existimos por lo tanto, y a la vista está, en un mundo que aparentemente ya ha sido descubierto, definido y conquistado, por “los otros”; y una vez que nos amoldamos a él, podemos aflojar, dejar de angustiarnos y dedicarnos a ser entretenidos por las maravillas que produce la sociedad iluminada. Nietzsche es contundente: “¡Cuán acogedor, cuán amigable se vuelve con nosotros el mundo tan pronto actuamos como todos los demás actúan y 'nos dejamos' ir como todo el mundo!” (Genealogía de la moral). Por tanto el mediocre será culto y admirador de la cultura, tanto como se pueda concebir cultura la basura que admira; una cultura y erudición de masas, impuesta, dentro de las sociedades occidentales, que bajo un disfraz pseudo-democrático esconde una estructura totalitaria (instrumentalismo incrustado) al mismo tiempo que es un ente capaz de reprimir todo cambio cualitativo: una realidad, ésta, por muy pocos conocida; pero de lo que ya se advirtió hace más de un siglo sucedería (En este artículo me aventuré a predecir algunos resultados de los cambios políticos propuestos entonces. Reducida a su expresión más sencilla, era la tesis mantenida por mí que, si no se tomaban las precauciones debidas, a un aumento de la libertad aparente, seguiría una disminución de la libertad real. Nada ha venido después que modifique la creencia entonces expresada. Medidas dictatoriales, rápidamente multiplicadas, han tendido de continuo, por dos caminos diferentes, a mermar las libertades individuales. –EL INDIVIDUO CONTRA EL ESTADO –H. Spencer. A partir de la versión española de A. Gómez Pinilla (F. Sempere y Cª editores, Valencia s.f.)

El “mediocre” sin embargo, no tiene idea del contexto en el que se desenvuelve; menos aún qué es cultura, pues no sabe ni entiende de ella. Identificando, por ejemplo, la música clónica y de un mismo patrón como cultura e, igualmente, con los cánones de belleza (o modas) que son igualmente ficticios e impuestos, y no se dan sino como producto de la ilusión creada —y quien vive de ilusión es un iluso— cuando el que exista un ideal, no desprecia que lo real, por el contrario de lo ideal, sea igualmente bello, aunque no admirado y deseado por este mediocre, que se sentirá más realizado imitando algo o alguien: un cantante por ejemplo; o bien, siempre le quedará la moda: llevando el mismo corte de pelo, barba o ropa que otros; contentándose con aquello que se le ofrece, pues no es capaz de interpretar otras vías de realización y aceptación que no sean las impuestas. Luego, posiblemente, buscará ideales de singularidad que le pretendan diferente: único, pero que le son igualmente impuestos, por ejemplo por medio del coche se anuncia (en la televisión- publicidad) que conducirlo hará de su propietario alguien diferente, cuando no es sino otro borrego más. Así, distinguimos a los mediocres fácilmente: unos acomodados y otros no tanto, pero todos dentro del rebaño: viviendo sin una voz propia, o se advierta de su existencia pues la sociedad quiere y piensa por ellos, y por tanto absortos en el consumo, y caracterizados principalmente por aquello tan banal y frívolo que llamamos: la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad que antes en diarios, televisiones o radios, pero ahora materializándose de manera omnipresente en las redes sociales, en (un estar siempre-ahí) conectados al flujo de información, a la voz de lo convencional ( aceptado por acuerdo) y, donde esta red-social es prisión, enredamiento y literalmente una emboscada mental, un caer cautivos del caos enajenante de la muchedumbre, lo que Heidegger llama das Verfallen. Armados por la tecnología –que será el centro de la crítica posterior de Heidegger– y envalentonados por tener una voz, comentar publicar, serán capaces de penetrar en la distancia y en todas partes, decidiendo –a su entender– lo que es el ser y definirlo para los demás; pero nunca alcanzando un fin, jamás preguntándose por su libertad: son esa sombra proyectada gracias a la cual algunos valoramos tanto la luz.

El mediocre, como genio vanidoso es verdadero ignorante, y señor del hablar repetidor, superficial, trivial, el chisme, el consumo y la circulación rápida de información basura. Mostrando un no conocimiento o un conocimiento de las cosas “a la ligera” banal y sin “fundamento” o que, sin embargo, se presenta como autoritario en la sociedad, y crea la media o el parámetro general en redes y medios, diseminando así, y nivelando hacia abajo, la capacidad de entendimiento de los individuos (cada día más ignorantes y tontos): refiero, por supuesto “esa posibilidad (imposible) de comprenderlo todo, sin apropiarse previamente de la cosa y, por tanto de cuando “La comprensión media del lector, podrá jamás discernir entre lo genuino que ha sido conquistado y alcanzado originariamente a través del conocimiento o experiencia y lo que meramente es repetido por aquel al que escucha” estableciendo así el imperio de la 'opinión'; opinión que Platón tanto criticaba, pero sobre todo despreciaba a quienes hacían del falso conocimiento adquirido y de la apariencia un medio de lucro personal o de ascendencia social. En este sentido: Sócrates sabía muy bien lo que se hacía, no queriendo escribir nada pues, ¿en manos de quién caería el sabio pensamiento? ¿Y qué haría luego? No le faltaba razón, de ser esta la causa; pues ocurre, cuando en manos del que luego con ese conocimiento y como si fuese propio, dicen saber y nada saben de nada, no reconociendo jamás de su ignorancia. Ignorancia, casi siempre facultada en la de los demás; pues normalmente resulta del que menos capacidad de pensar tiene, aquel que precisa de los pensamientos de otros y en la cita redundada de éstos una vez y otra recitándola, fundamenta y se fundamente ante los demás, y en aquello que en su esencia y razón verdadera en cuanto a origen y necesidades ciertas del preciso momento en que fue parido, ni idea lejana tenga. Siendo interpretado, en consecuencia, para fines que el deseo de reconocimiento, poder, ego y otras cosas iguales, similares o peores alimenta. Y aclaro: dije menos capacidad de pensar: "razonamiento a partir de las mismas fuentes etéreas donde nace el conocimiento". No dije "inteligencia", pues sabe dios que los hay muy inteligentes y, más hay listos) blandiendo tan preciado recurso: el pensamiento ajeno y sobreviviendo luego en consecuencia de él, utilizándole como herramienta. 

Precisamente es en sentido de reconocimiento y ascendencia social, es cuando el ciudadano ideal no puede ya como individuo ascender, sino como sujeto o dependiente de  la opinion de de los demáscuando este más se radicalizará, no aceptando nuevas ideas, opiniones o formas de ser distintas a las que entiende o ha aprendido de otro y haciéndolas propias y hecho propias a lo largo del tiempo (son las únicas que entiende y conoce) dentro de la tradición a la que pertenece, sin darse cuenta o sin importarle, o incluso despreciando el hecho de que justamente las creencias son relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres y mujeres con ideas totalmente diferentes y contrarias al mismo tiempo. Pero de la mediocridad del indolente -que acata la voz de su amo como un perro, y desde esa seguridad que le da saber que hace y piensa lo que le dicen- se desprende que todo esto de da igual: no le importa, pues el mediocre está en perpetua lucha contra el idealista, al que intenta opacar desesperadamente toda acción, pues sabe que su existencia y ascenso depende de que el idealista nunca sea reconocido. Surgiendo entonces la peor faceta: el fanatismo, donde adoptando una moral radical artificial e impuesta -pues no existe una natural- al ser incapaz de decidir desde la subjetividad lo bueno y mejor para él y para todos (desde su propia perspectiva) denunciará y descalificara cualquier otra posibilidad de liberación de otros, pues no tiene dignidad, ni puede contribuir al bienestar de sus semejantes, aunque él piense que sí desde el maniqueísmo de pensar que todo lo que él hace esta bien, y lo que hacen otros está mal. Es algo que difícilmente se puede calificar de "persona" al no alcanzar esas mínimas cotas de dignidad que convierten a alguien en persona.

¿Culpable? No, no es un crimen ser así: "El Dasein se comprende siempre a sí mismo desde su existencia, desde una posibilidad de sí mismo: de ser (de eso de el)  eso sí mismo o de no serlo. El Dasein, o bien ha escogido por sí mismo estas posibilidades, o bien, en muchos casos ha ido a parar directamente en ellas, o incluso ha crecido do en ellas desde siempre. La existencia es decidida en cada caso tan sólo por el Dasein, por si mismo, tomando entre sus manos ser, o bien dejándose perderse " -Heidegger, ser y tiempo. Lo que finalmente me lleva a concluir, a mi pesar, que difícilmente las personas dentro de la sociedad, que viven y dependen de ella puedan cambiarla, cuando por cualesquiera razones observamos que éstas permanecen, pagando el precio por muy elevado que sea, sólo por permanecer en ellas. No tanto como algunos pensamos: eludiendo la realidad de su ser, pues parece que ciertamente su realidad es esa: estar-ahí como ciudadano, y no anhelando otra, como individuo. Luego y Que un hombre sea feliz, ¿Qué prueba esto? La felicidad es como el cielo, en ocasiones creemos estar en él, imaginando una realidad y, sin embargo, de inmediato advertimos que se trata de una ilusión temporal: una fantasía, que nos llena de desconsuelo al comprobar instantes después, que seguimos igual que antes: con los pies descalzos sobre el suelo” (06/11/2010)(1/18a)

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