(09) LA NADA : EL SER o LA NADA / DIOS o LA NADA / Jordi maqueda

 

EL SER o LA NADA / DIOS o LA NADA 

Desde que aconteciese la nada, no como algo ahí, sino como una cuestión para la filosofía helénica, en tanto a la pregunta: ¿qué había antes del ser?, hemos asistido a través de los siglos a diferentes mutaciones e interpretaciones de esta (Nada), tanto como a su cada vez mayor relevancia en el pensamiento de las personas. Las últimas y más relevantes, cuando ha sido trasladada a aquel punto dócil y manejable (por y para unos), quedando reducida a lo comprensible, dentro del ámbito de lo humano (subjetivo) y cotidiano, pudiendo ser útil, y por ello empaquetada y vendida como reconocible a la razón (para los otros). Pero esa no es la nada a tratar (no es la Nada absoluta), ni cuestión mayor... aquí a nadie interesan las tinieblas en las que viven y propician unos, cuando los otros son alumbrados por la luz. Aunque tal y como arraiga en las personas y el pensamiento hoy de esta nada (absurda) y difundida como verdad, creo apropiado apuntar, que bien parecería el mundo haber alcanzado a aquel reino profetizado de tinieblas —por medio de esta Nada que anida en el corazón de las gentes — y que se auguraba para los últimos tiempos.

I

Cuando hablamos o nos hablan del ser existente en todas las cosas “o entes”, a menudo, este ser parece ausente o indescifrable a la razón (filosófica) del que escruta, que ciertamente intuye algo en las cosas y en sí mismo, más allá de sí mismo y de aquellas mismas cosas: el ser de las cosas, aunque ignora qué es y cómo es, pero luego intenta revelarlo, o que este se revele a él. Parecería que más estuviésemos hablando del mismo dios, de nuevo, y no de otra cosa. Luego y como recurso, se pretenden exposiciones o explicaciones, por medio de una hermenéutica, que permita algún entendimiento de aquel ser, pero que suele rayar el absurdo, cuando escuchamos afirmar que dios o el ser surge creado de la Nada, o por (voluntad) de la Nada o incluso que la Nada está en nosotros, lo que es más absurdo todavía; y recuerda aquello dicho siglos atrás: ¿Por qué tenemos que oír hablar de generación y creación de Dios, de Dios salido de la nada, de corte, separación y ruptura el que examina con hostilidad estas palabras? (Gregorio Nacianceno – cinco discursos). Gregorio presentaba aquí (dentro de un discurso mayor) lo que era una especie de síntesis del arrianismo, que defendió y mantuvo, (el arrianismo) que el Hijo de Dios era una Creación hecha de la Nada, siendo la Producción Primera de Dios (la cosa primaria que Dios realmente ha hecho en toda su existencia eterna hasta ese momento) antes de todas las eras. Pero lo que con ello Gregorio pretendía decirnos era, en síntesis, que un debate a la manera de los (herejes :-) no contribuiría más que al descrédito del cristianismo, poniendo de relieve los peligros de debatir la teología, sobre otros términos no teológicos, donde el uso de aquellos términos biológicos como (generación) favorecen en la creencia de que la religión cristiana no pasa de ser una mitología más: o luego, e igualmente, la incorporación de términos técnicos y abstractos como (corte), (separación) o (ruptura) y que podrían acabar reduciendo la teología (o el debate sobre dios) a una simple lógica sometida al arbitrio de la filosofía (pagana :-), —tal como nos encontramos hoy sujetos al mundo de las ideas: donde todo es relativo, no permitiendo certezas, aunque algunas se pretenda que lo sean—. Lo que revela una de las razones, si no la razón, cuando por medio de la filosofía (pagana) buscamos al ser o dios, mas luego no lo encontramos. Pues estamos buscando bajo los conceptos de la filosofía y no de una teología que permita acercarnos y entender a dios, por medio de la palabra de este, en la medida posible, siempre a nuestra razón y entendimiento. Pero, y doy fe: nadie se muere, ni enferma, ni le salen granos por hablar de dios (tampoco cuando hablamos del ser, entendiendo por este: toda la creación) o por tomar la teología como guía para entender al ser y, por tanto, entender igualmente a dios, que será en medida siempre mayor, que el entendimiento de este por la filosofía. El caso es recorrer camino, sin pararse demasiado, atendiendo a veces mejor desde el borde del paisaje de las formas de lo que miramos y vemos. Pero es difícil ser pragmático e ir contra lo establecido y que sobresale en una determinada materia académica, pues prima la servidumbre en aquellas, y no encontraremos reconocimiento allí a nuestras palabras, pues reconocerlas significa reconocer el fracaso de su propio trabajo (de ellos), de modo que entenderé las críticas, pero no contestaré, por lo mismo entendido de Gregorio ya antes expuesto, no pudiendo entrar en debate teología Vs filosofía, pues parten de un conocimiento distinto de dios.

 Sin embargo, la misma filosofía se pregunta luego por la Nada, pero la Nada es un concepto relativo a ausencia ya desde la antigua Grecia: una ausencia de algo, que en esencia no conocemos y llamamos ser (y que en la cultura occidental asociamos a dios). De modo, que como podemos pretender entender la Nada absoluta: entendida como aquello que queda en ausencia de algo absoluto, el ser, si primero: no entendemos de un modo absoluto ese algo llamado ser (dios), que está; y segundo: cómo podremos entender (eso que llaman Nada) cuando vemos y comprobamos que el ser está, siempre, presente por todas las cosas existentes, y en todo lugar del universo: no propiciando el entendimiento de ausencia, o de ausencia absoluta del ser, y menos de aquello pretendido que “supuestamente” queda en su ausencia (la nada) pues siempre hay presencia de algo.

Entiéndase que cuando referimos la Nada, cuando yo refiero la nada: refiero la Nada (absoluta) luego cuando hablamos del ser, este ser ha de ser igualmente absoluto: todo lo que es (en la creación y lo creado) entiéndase dios, o un concepto aproximado a dios. Luego cualquier referencia a otra Nada, hallada aquí o allá, es abandonar el tema de la Nada absoluta como concepto fundamental de la filosofía y objetivo de estos textos (su refutación), volviéndolo asunto menor: digamos que personal y subjetivo, y, por tanto, una nada subjetiva o relativa a un ser subjetivo y egoísta, y que pretende, igual que su nada relevancia, sobre Nada. Pero, no nos dejemos engañar, pues desde Parménides se definió al “ser”, y entendemos el ser, como contraposición a la “Nada” y la Nada en contraposición al ser, siendo y entendiendo ambos conceptos absolutos, y si absoluto es el ser: que "es" —y al mirar doquiera vemos todo aquello que "es"— en absoluto puede ser la Nada, pues hay Ser, y que sirvió a desarrollar el principio de no contradicción, que encontramos precisamente en esta breve frase: es la nada (esto o aquello) o, la nada es (esto o aquello). Y entendido esto, ya podríamos igualmente entender, que decir la Nada es esto, o lo otro, es incurrir en una contradicción, por la que es incensario seguir escuchando nada más, pues todo lo que le siga está fundamentado en una contradicción de base: es, por tanto, falso y no verdadero.

Sin embargo, y aunque reconocemos, que no sabemos en esencia que es el ser, sabemos que existe, sí, pero no qué es; y aunque también entendemos, que en ausencia del ser cabría su ausencia, no podemos, es imposible, saber qué es esa ausencia (a la que muchos dieron nombre (para mayor confusión de los mortales) y llaman la Nada, pero que no-es: no existe), pues hay presencia. Sin embargo, la gente quiere creer y confiar, y confía y cree... sobre todo en aquello que no puede ser; y por eso cree en ovnis y en todo lo que le dicen, y cree que hay una Nada también cuando se lo dicen, aun cuando estén mirando al cielo y tengan sobre sí y ante sus ojos el universo lleno de galaxias y estrellas.

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