(04) LA NADA / ¿TIENE ALGÚN SENTIDO HABLAR HOY DE LA NADA?- / Jordi Maqueda

Saber; La Nada; La Forma; Sócrates; Aristóteles; Conocimiento; Reflexiones; Teorías; Filosofía;


4
 
¿Tiene algún sentido hablar de la hoy de la Nada? 

Es evidente que lo tiene, tiene sentido tratar esta cuestión, de otro modo no estaríamos aquí, aunque parezca absurdo hablar de aquello que su nombre indica que no es, no existe. Pero creo va quedando claro, no tanto la necesidad de hablar de la Nada, como lo es y la lógica aconseja: tratar de nuevo el tema de la Nada. Sobre todo, debido al desconocimiento y desconcierto manifiesto, en tanto, a esa «Nada» que habiéndonos cuestionado tantas veces por ella, de manera prosaica y ramplona, parece estar más presente que nunca, planeando de un lado a otro de forma errada, en el mejor de los casos, en el lenguaje de las personas, pero igualmente filtrándose cada vez más hacia las capas de la sociedad, donde se esgrime su nombre de forma ambigua o fuera de lugar, no entendida como aquel absoluto, que se define como ausencia / inexistencia: "lo que no es" y pudiendo minar desde inicio, la comprensión, de cualquier construcción, que parta de la idea del no-ser del individuo (en tanto ser-inconsciente, de su ser / ausencia del sentido del ser/ ausencia de su ser)/ pero que en ningún caso tiene que ver con ser-nada / inexistencia-de ser.  “Construir, así como el habitar, ser sobre la tierra, es en la experiencia cotidiana del hombre, como lo dice de antemano el lenguaje, algo habitual” (Heidegger). Sin embargo, observamos la nada como habita hoy como un fantasma, en aquel espacio cotidiano y "habitual" del hombre “siendo” en el ser: marco finito de cada individuo que la nombra y el límite que el individuo, a sí mismo se impone, y a sus construcciones. Por ello permanece retraído (oculto) tras los múltiples modos en los que el hombre realiza el habitar; permanece detrás de las actividades del cultivar y del edificar. La consecuencia es que estas actividades cotidianas y habituales reclaman como exclusivo suyo el término “construir” y con ello el asunto del construir, permanece no más allá del construir para el hombre finito (ausente del sentido de su ser) y limitado por la Nada.

Entre tanto, el sentido del construir, más allá de lo ente (movernos → en acto de ser/ hacia lo que podemos ser / superar los límites; es decir, el habitar (el ser) cae en olvido: en la nada). Por tanto a la pregunta ¿Tiene sentido hoy hablar de la Nada?,  la respuesta es: por supuesto, más que nunca, es preciso discutir y aclarar sobre lo que este nombre dado (la Nada) representa y supone, al pensarnos sobre esta; pues parece que nos hayamos olvidado que ya fue desestimada (como absoluto) mientras la realidad es otra, y “se la considera/ como absoluto” en nuestra forma de ser, y de pensar en relación hacia todo lo demás (el mundo), cuando detrás del telón entendemos que no hay nada: ni tampoco nada fuera del individuo, que se siente plenamente liberado.Es simple igualdad, el vacío perfecto, la ausencia de contenido y determinación; la indistinción en sí misma. (...) La nada es, por lo tanto, la misma determinación o más bien ausencia de determinación, y con esto es en general la misma cosa que el puro ser (Hegel)/un ser indeterminado, para Hegel, como la nada, pero no en el mismo sentido (aunque alguno lo mal interpretan, aún: en el mismo sentido), si bien… “Hegel encuentra consumado en Espinoza «el punto de vista de la substancia», que sin embargo, no puede ser el más elevado, porque el ser aún no ha sido pensado desde el fundamento en cuanto pensar que se piensa a sí mismo en la misma medida y de modo tan decidido” (Heidegger – La constitución ontoteológica).Y,  si bien, no parece que estemos hablando de la misma nada o Nada (absoluta), al ubicarla en nuestros pensamientos, a la vez, nos limitamos inconscientemente: como sujeto que-es, en tanto ausente de determinación y contenido, como aquel sujeto de la nada, y que ni piensa ni es; luego, siendo (ausente, de la naturaleza misma de las cosas y del ser)

II

Quizá, otra muy buena pregunta sería preguntarnos, por qué no estamos hablando hoy la felicidad, la luz o la armonía del universo. Qué sentido puede tener entonces (para nosotros, simples mortales) hablar hoy de la Nada, en tanto refiere lo que no existe, y de lo que —la lógica nos dice—tampoco podemos hablar. Aquellas palabras al principio del texto son por una buena razón allí: observemos el nombre de aquello de lo que ahora vamos a tratar /nada; qué quiere decir aquello sobre lo que vamos a tratar/ nada; y finalmente el título del texto / nada; en resumen: ¡Nada! ¡Nada!, y ¡Nada! Podríamos entonces dar ya el tema por resuelto. Sin embargo, no es así: ni de lejos parece estar el tema resuelto cuando nos movemos en acto de ser, de ir hacia aquel lugar donde la ciencia mejor representa y se refiere a la nada, como es el espacio, y nosotros lo miramos (de nuestra experiencia /ahora desde el límite dado a nuestra razón de ver la luz, en la oscuridad de nuestros los sentidos) eso que tantos que llaman  Nada, y “vemos” vemos precisamente oscuridad / pero oscuridad no es nada, es ausencia de luz (a nuestros sentido de lo existente ahí) mas no, nada.  La incapacidad propia de reconocer, o de ver algo dado a los sentidos ordinarios, no justifica razón alguna a llamarlo nada (entender nada de allí), describiendo nada de lo que no puede ver, ni entender, en tanto a la discapacidad de una mente (ajena a la naturaleza) para hallar existencia, ser, ahí (en la naturaleza misma, y desconocida a los sentidos, del espacio)

Esta breve introducción pone, en marcha / en acto de ser,  sobre el límite/ o borde mismo, habiéndonos alzado sobre los muros de este primer cerco / divisando no ya una línea delimitadora de una forma contenida en sus límites (donde estábamos), sino que divisamos de nuestro lado, el lado de una sombra lindante del muro, que se proyecta del muro que es a la vez el lado de la forma contenida, o lado del cerco, y lado de la frontera (o sombra del lado) de la que, observándola (desde el límite donde estamos), y por su lado ya deducimos que no es la nada, sino que dicho vacío y oscuridad deviene en una forma (deducible a partir de su lado, el mismo lado lindante con la forma que vemos), un área /forma que aún no vemos ni definimos, pues debemos avanzar (habitar la sombra) /recorrer esta paso a paso, donde a cada paso nos permita luego, entender la forma de la sombra, que proyecta forma de la sombra que proyecta la imagen que todos reconocemos.  Ni preguntaré, si decidimos aventurarnos a la sombra, cuando ya estamos sobre ella: habitando, construyendo la forma, del ser.

III

DE NUEVO: EL SER, COMO INTERROGANTE, NO METAFÍSICO

Ante la posibilidad de un pensar el ser no metafísico

Sein und Zeit es un libro que en el mismo título llevaba una provocación. El título parece prometer algo, mostrándose, a partir del mismo el artefacto mismo de la metafísica, donde esta aparece como una sólida construcción. De sus rasgos quedan evidenciados: un ser como presencia plena, de la formulación evidente del principio de razón suficiente; verdad como ajuste y adecuación; mantenimiento de la idea del sujeto y del objeto, concepción oculta (encubierta) del proyecto de la modernidad, todo esto dentro de lo que Heidegger llama la "constitución ontoteológica de la metafísica" y cuyo peso reside en que la metafísica es un modo de ser en el mundo, el modo concreto en como se formó la historia de Occidente, posible porque hoy nos encontramos en su consumación. Todo esto como el velo que cierra y hace posible que se haya olvidado al ser.  Luego, plantear de nuevo la pregunta por el ser, es abrir la posibilidad de un pensar no metafísico; Es abrir la posibilidad de la demolición de mitos. Hay muchas formas de pensar. A martillazos –como diría Nietzsche– es una de ellas.  Otra, es penar con guantes de seda: “pensamiento bohemio”, ¡metafísica de masas!, que no contemplo.

II

La Nada fue (tras ser concebida su idea) por siglos, ocultada y negada a lo largo de la historia. Curioso parece ahora, cuando nos quedamos huérfanos de ideas y espíritu, ante la magnitud de aquellos límites del universo que muestran nuestros instrumentos (precisamente como una interrogante / de dos galaxias al límite de lo observable), que aflore de nuevo aquella idea como alternativa al deseo de esclarecer, pero sobre ella el deseo de aparentar: al punto de pretender monopolizar la respuesta hacia propios interesas. Pues la Nada, hoy parece ese espacio (vacío) propicio a los nuevos inicios, y nicho para nuevas ideas: partiendo de lo oculto y oscuro → como una sombra del ser, → (a partir de lo que no-es), y que se hace presente hoy no solo en la negación, sino simbólicamente también en las matemáticas: en el cero; en la física: en el espacio (la nada) y en el silencio, acaparando y a la vez agotando aquellas mismas esferas que a su vez limita. Luego agotadas todas las esferas, o posibilidades, finalmente, la Nada que nos queda es aquella misma "Nada" que nunca más se quiso enfrentar, cuando de su revelación deviene el ser (Heidegger), pues no hay nada: sino ser, que incluso la filosofía teme reconocer, cuando esta lo había olvidado (hablando solo de aquello que a nada la llevaba) de ahí que esta nunca podrá (pudiese) revelar lo que comparece en revelación, pues no viene dado en ideas; cuando las ideas nunca son revelación de Nada (concreto). Es luego y solo por la experiencia que hallaremos de ellas (en las palabras / de la experiencia) conocimiento /o saber preciso en tanto aquello, a nuestros sentidos expuesto. Remito pues  a lo que una vez dijodijo Nietzsche, el pensar “la filosofía, es un ejercicio fisiológico”. Es pensar para poder vivir, (es necesidad/ y no deseo de pensar) para evolucionar (el individuo) en la naturaleza y el medio. Luego no hay una idea que esté emancipada de la experiencia de individuo que se piensa y piensa de la experiencia sensible de todo que le rodea; de sus propias vivencias, estados mentales, desequilibrios y arrebatos. “Filosofar es un hablar de uno mismo” hacia lo demás, en tanto nuestras experiencias, con todo lo demás. Pensar se torna así, y en esencia, primero dialéctica introspectiva (conócete a ti mismo/ a tu sombra / lo que te motiva y guía: deseos), luego dirigiéndonos hacia el medio: la naturaleza (para entender-nos y evolucionar en el medio / natural (ambos) que nos ha sido prestado, solo por un tiempo, dentro de otro tiempo, que ignoramos).

II

04/10/2023 Extensión.

Cuando inicie estos textos, entre la primavera y verano de 2022, no teníamos el James web escrutando los confines del cosmos. De ahí que una parte del texto, anterior, y que decía: curioso parece ahora, cuando nos quedamos huérfanos de ideas y espíritu, ante la magnitud de aquellos límites del universo que muestran nuestros instrumentos, que aflora de nuevo aquella idea como alternativa al deseo de esclarecer / ahora diga: curioso parece ahora, cuando nos quedamos huérfanos de ideas y espíritu, ante la magnitud de aquellos límites del universo que muestran nuestros instrumentos (precisamente como una interrogante / de dos galaxias, al límite de lo observable), que aflora de nuevo aquella idea como alternativa al deseo de esclarecer, sobre ella el deseo de aparentar: al punto de pretender monopolizar la respuesta hacia propios intereses…/ y de lo que no quise alterar su sentido y contexto, pero  ahora sigo esa línea, en esta, como si de una línea temporal paralela se tratase… \ como bien, luego observamos en National Geografic, de la mano de David Helfand, astrónomo de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), que no observa nada raro en la imagen (ni siquiera el muro de oscuridad detrás del signo/ la sombra del signo) afirmando. "Es muy bonito. Es un signo de interrogación... pero puedes encontrar los dos puntos y los puntos y coma, y cualquier otro signo de puntuación, porque tienes 10 000 pequeñas manchas de luz en cada imagen tomada cada media hora". Pero lo que hay, ahí, Sr. David, es un signo de interrogación, rodeado de oscuridad (espacio, al fondo desconocido, más oscuro todavía que la oscuridad), una sombra que proyecta el signo y lo hace perceptible a nuestros sentidos, a partir de dicha oscuridad, pero que usted no ve; pero a la vez que no ve lo que hay ante sus ojos (la sombra) puede ver (o mejor, quiero decir: imaginar, que hay también, por ahí, aunque no los ve) dos puntos, y puntos y coma, y cualquier otro signo de puntuación: pero usted no explica, ni el signo, ni donde está proyectado el signo.

Una prueba esto, de cómo la razón, evita inconscientemente, al consciente mostrar la frontera (de la razón misma), y al tiempo que nos hagamos la pregunta a la vista de la experiencia, acerca de ¿qué es toda esa oscuridad?, más allá, ¿y eso hay? (en un acto particular de ser/ frente a la oscuridad, y lo desconocido). Pero rápido comprobamos que nada hay más allá a la razón de lo que pueda ver, o de lo que diga el texto, o el lenguaje (Wittgenstein) que describiéndolo me pueda dar a entender. Una razón me limita a ver más allá. Pero luego, igualmente, es como si la oscuridad nos hablase e invitase a conocerla, y a la vez dijese: así ya no puede ser / hasta aquí llegaste con solo mirar lo que puedes ver; y exigiéndonos: ahora para ver más, necesitas comprender que es eso que no puedes ver ni entender, y llamas oscuridad. Pues salimos a desvelar la oscuridad del cosmos, sin desvelar antes ni comprender que es la oscuridad: la propia oscuridad que a cada uno nos rodea. Queremos iluminar lo que ya está iluminado, con nuestras tinieblas, que no ven más allá de oscuridad, y solo oscuridad.

V

La naturaleza humana nos lleva a construir / habitar el espacio, como aquel espacio para el hombre. “Pero, ¿en qué medida el construir pertenece al habitar? / No todas las construcciones son simultáneamente habitaciones. / Todas estas construcciones encasan (behausen) al hombre; éste las habitúa, pero no habita en ellas, si habitar quiere decir únicamente que poseemos un alojamiento”. (Heidegger). Nuestra naturaleza nos lleva al espacio a construir, pero no a ser el espacio, sino a poseerlo, como fuente de materias primas / no a habitar (en acto de ser-ahí) en el espacio.

Hemos visto la frontera, no como una forma nueva de mirar y de cambiar, sino con aquella mentalidad “plana” de colonos europeos, que avanzan la frontera sin comprenderla, con el único fin de poseer las tierras y explotarlas; sin comprender antes ―que solo estamos extendiendo los muros de la razón y ambición que nos ciega, más allá de lo que comprendemos― sin  comprender que estamos aun sobre mismos los muros, algo mas allá, hacia una frontera abierta “en dos direcciones” desde donde observamos una forma (territorio) que al contrario de las planicies americanas, no podemos definir (en una forma), pues pretendemos mirar al final de la sombra y no al inicio sobre la propia sombra, para que pueda guiarnos en la oscuridad. Luego la razón explica la oscuridad, y por alguna razón damos por cierta la explicación, pero (la razón) no explica por qué algunos no lo sentimos así, pues, la inteligencia y mi misma razón me dice: que todo está lleno de luz, y me pregunto, entonces ¿por qué seguimos en la oscuridad?

VI

La fenomenología se transforma en fenomenología existencial, cuando el sujeto (individuo de carne y hueso: que existe en el mundo (que es-ser) tiene la experiencia de la realidad, y entiende esta  (“realidad-observada”)-(“realidad-del que observa”) y de sí mismo: su realidad en la que es, formando parte de su ser (tiene sentido, en tanto (él) es ser, que es (ser) en el (mundo) que es, y no aquel sujeto abstracto y cosificado (como ente). Inicia aquí una fenomenología existencial: de las cosas que son y tienen su ser, y por tanto teniendo en cuenta (de sujeto que es-ahí) El sentido del ser del sujeto: yo soy-aquí ¿Dónde? en la realidad/ el mundo… es la realidad que (al individuo-ser que observa) da sentido al (ser) del mundo, del que forma (es-parte), reconociéndose en 1 (uno) ser.

El ser (el individuo, que es-ahí- en el mundo -“en acto de ser) se pregunta pues por el sentido del ser: por aquello que no puede ver y le es desconocido, velado (?). El sujeto pregunta por la naturaleza de su ser, por el sentido, forma, razón, del ser, pero no hay una naturaleza dada y propia de nosotros que nos lo responda —pues esta no nos permitiría reconocernos como pregunta (el sujeto que es/ como interrogación) y trascender— sino, siempre, la misma pregunta. Que es el ser humano, aquel que se pregunta por el ser, de entre todos los animales, el humano (solo él) se pregunta por el ser. Así encontramos siempre que lo permanente en el ser humano es la pregunta misma, acerca de su ser (la pregunta por el ser). El ser del ser humano, partiendo del sujeto de la pregunta por su propio ser /es-ahí con otros que son (ser)- en el mundo-la realidad) / (la realidad-mundo que es (ser) con todo y de todo lo que es (ser) en él.

Qué sentido tiene entonces el hombre, el ser humano. Y no refiero lo que nos dicen que somos (carpintero o guardia civil), sino lo que el ser que es → debe averiguar: siendo- ahí. De otro, modo somos aquello que nos dice la religión, lo que nos dice la sociedad (el carpintero o el guardia civil, lo que nos dice la ciencia (un organismo) → Una multiplicidad de de sentidos dados, sin embargo el sentido que prevalece en todos y sobre todos estos y mas, es siempre  la pregunta por el ser, esto es, no somos lo que nos parece, o nos dicen (certezas o respuestas dadas a la pregunta) sino lo que la pregunta nos lleva, en sí misma, a ser  el ser que se pregunta por su ser, y que trasciende a preguntarse por el sentido / ser de la humanidad, de todos los hombres, y del mundo y ( el ser) de los seres que son en él, con nosotros, ser, en el mundo. El sentido del hombre es pues, preguntarse por su ser, por el ser.

Que soy, soy fundamentalmente (el ser que interroga acerca de su propio ser - Heidegger) soy el que camina en su pregunta hacia su propio ser, en su ser (habitando): la pregunta sobre la que camina (el humano es aquel siempre en camino sobre su propio ser: que es la pregunta sobre la que camina) y camina en la pregunta por su ser ¿por qué?  Por que advierte de su naturaleza al no entender la naturaleza, una naturaleza no completa, y es, entonces, aquello (sujeto) que se reconoce (parte) busca, en acto/de ser busca/ en camino sobre su ser, del resto de su ser.

El humano que se pone en camino es-ahí, y es-ser-ahí en camino por su acto-de ser (vocación de ser) de reconocerse en lo que aún (no-es / en el) (de ahí la alteración del ser y no ser) de reconocerse ser-ahí, pero aun incompleto (es la vida misma que quiere ser (completa) y aún no es: reconocida, de una de sus partes), y es parte de él /(lo reclama) / tirando de él, mostrándose a duras penas desde la sombra, sombra que quizá aún (él) no reconoce (ser) y por tanto no puede ver ahí→ ser, o no entiende que pueda también “ser”, esa oscuridad, parte de su ser. Llegados a este punto en el caminar del ser, sobre su ser, el (ser) caminante debe, ante la notoria ausencia de parte, le cabe igualmente preguntarse por el ser (el ser) entiéndanlo si quieren como dios, o como aquello en todas las cosas que son, y es (ser) en todas las cosas teniendo que dar un enfoque más holístico a la pregunta por el ser, preguntándonos por el todo su ser (estamos-ahí: en camino)

VI-2

Preguntémonos ahora qué es la inteligencia. Preguntémonos cuando aparecen los primeros humanos, conscientes (y aparece la consciencia) en medio de la naturaleza ¿qué ocurre? Que ocurre cuando nos damos cuenta de lo que nos rodea, y somos conscientes de todo ello, yo he estado en la selva, y puedo afirmar en tanto a la perplejidad que se siente ante aquello, que (ahora) al reconocerlo ahí (ser-ahí), entre nosotros y con nosotros en el mismo medio nos lleva a pensar sobre aquello que me rodea y (es-ahí), pero que no entiendo por qué está ahí, y por qué de esa forma y no de otra / todo parece separado, pero todo está unido (si nos fijamos: a través de las sombras) en un todo: dentro de un marco (imagen) pintada y coloreada de luces de colores… y sombras /  y está el mundo y yo en medio… y mi sombra (soy la consciencia que observa, y… que se observa: de la luz colores y formas… y sombras) punto de partida de la observación consciente, el que reconoce todo aquello, primero sus partes, plantas, flores arboles, animales… y sus sombras; luego todo en uno y yo dentro…. Y mi sombra (me observo/ la consciencia, observa y se observa luego) dentro de algo mayor, todo es en sus partes ser (plantas, animalitos, insectos cada uno con sus sombras), del algo que es mayor en su ser (la selva/y sus sombras), que es en el mundo/un mundo con sus sombras, desde donde yo estoy y me reconozco ser: yo, y mi sombra,  y (por la consciencia) a los otros (partes)seres (con sus sombras), parte y todo: que es la forma de todo… y sus sombras (por estas siendo en un todo). El sujeto consciente, que es ahí, pensando (en acto de ser) hacia lo demás que es, mostrándose: él y su sombra, encuentra, y se encuentra (en su sombra) (desde fuera) observando la totalidad de la forma. No parece la consciencia algo propio, cuando a ti mismo, por ti mismo te observa (extraño esto) el sujeto se enfrenta a lo problemático desde la admiración y la perplejidad que nos lleva a pensar→ acto de ser: ahí pensando en las cosas que son… con su sombra (voy hacia ellas en el reconocimiento de estas al pensarlas ( están-ahí y son-ahí: ser  forma y su sombra), como otros seres que son-ahí, conmigo… y mi sombra, que soy-ahí ( yo soy) entiendo (mi forma y mi sombra), y  también de las cosas que son ahí…y sus sombras, son, luego somos ahí, por la conciencia como herramienta conscientes unos de los otros, de la sombra, que antes no veíamos y somos (forma y su sombra)

Boquerón (dentro del cráter) Sep 2019 ( El salvador)


Pero Como es que hay ser, ahí, como o por qué hay ahí todo esto, por qué es todo esto, en lugar de nada, y por que así, y por qué yo aquí: en El Salvador, en la selva, sobre un  volcán (bien –nota- estoy en la selva y sobre un volcán porque soy ahí (estuve)- hablando, ahora aquí de cuando estuve,  de la experiencia que otros manifestarán en sus clases, en las que hablan de ser, a través del no-ser: de aquel sujeto abstracto, siendo por aquel sujeto ( que no-es) la experiencia del sujeto que es, pero no-es pues jamás sintieron de lo que hablan( nunca estuvieron o sintieron de lo que hablan ( en la selva y sobre un volcán), y los demás lo saben- experiencia está adulterada: donde  no pueden ver su sombra), así pues el sujeto que es ahí, habla siempre de la experiencia, y solo por la experiencia suya, y propia en el mundo que es, donde él es y no de una supuesta experiencia, a partir de un sujeto abstracto que no es) dicho esto sigo…

La admiración, al ser, y estar  ahí ( en acto de ser) luego como pregunta silenciosa, al fin y al cabo es una pregunta acerca de la realidad que nos envuelve, es una pregunta silenciosa acerca de las cosas que son… y sus sombras, del sentido de la realidad del ser, que es en todo aquello que es-ahí / en parte: oculto en su sombra. Pero ¿cuál es su realidad última? Cuál es el Sentido último de aquello que es  ser (acto de ser) moverse a reconocer y, por este acto (ser) reconocido también, pero… ¿por qué? Acaso hay una necesidad para ello, en tal caso ¿la consciencia aflora ante la necesidad de reconoce, al ser y reconocernos en él, en nuestra sombra? Y siendo así, la necesidad de reconocerse  en la forma y en su sombra ¿es necesaria? me pregunto. Pero de donde surge entonces dicha necesidad… Para que aflore la conciencia siempre digo mal entendida (la consciencia) para que se haga manifiesta—y de ella, consecuencia la razón, contra natura, si nos atenemos al presente y la deriva en la que nos encontramos, sino es por una necesidad, quizá apremiante (y que no intuimos) de la propia naturaleza del ser, que ya advierte de la necesidad de entender (¿Qué es lo que hay y en qué sentido?) a partir  de es esa sombra.

Heidegger nos dice que hemos olvidado al ser en favor del ente (de una realidad concreta) un libro, es un ente; un lápiz e una institución formada por personas, son entes; una persona es un ente; pero este ente es diferente al ser. El ente apunta a una realidad concreta, aquello que es a la vista (la imagen que tenemos o tomamos de algo, que es) mientras ser es la realidad, en cuanto tal, y que entendemos, de eso de lo que percibimos por su imagen (ente) dada a los sentidos, y su sombra. Dicho de otro modo, nos hemos olvidado del ser (en tanto vemos solo sombra: lo desconocido, oculto), y de aquello observado, vemos solo “lo ente”: vemos lo que esta, frente nuestros ojos o sentidos, pero no lo que es (su ser): no nos fijamos en la sombra: una sombra que es-ahíy reclama nuestra atención. Luego Preguntándonos solo preguntas concretas, referidas a realidades concretas:  nos coloca como observador (desde fuera) de las cosas que son, a través de observar solo su forma (de la imagen), no de la forma y su sombra. Observamos el árbol y nos preguntamos por la cosa que vemos; primero: por qué hace lo que hace, el árbol; como crece, el árbol. Lo aislamos del todo (pues no vemos las sombras que lo unen a todo), y lo concretamos como otra cosa más, que analizamos de manera concreta, las preguntas luego derivan (por la razón, a su utilidad) acerca de lo que nos puede servir (sin ver a lo que ya sirve/conjunto/ realidad de la forma y su sombra, que por esta se une a otras sombras y formas). Pensamos concretamente, entonces, qué podemos hacer con él (sin observar lo que ya hace, por su sombra: unido a otros seres), o como aprovechar su madera. Y nos olvidamos que el árbol es (y es ser), por alguna razón, ya antes de que nos preguntemos por él: es un ser-ahí (en acto de ser, hacia nosotros mostrándose (en forma y sombra), con su propio sentido y fin). Pasando de este modo, de ser reconocido un ser, al que antes consideramos dentro de un teatro, donde igualmente estábamos nosotros siendo ahí, con él ( unidos en nuestras sombras), y otros seres.

En definitiva, necesitamos concretar aquello que no entendemos y situarlo en nuestro contexto de personas (con razón), clasificándolo / aislándolo de su propio contexto, de su naturaleza y de la naturaleza, lo que nos dice no solo, que nos hemos olvidado de la pregunta por el ser, sino que esto es, precisamente porque hemos dejado de ser, en el momento que no estamos en acto de ser, en tanto a reconocer el ser (de otros/ su sombra) que son, donde somos nosotros, esto es: no reconocemos nuestro propio ser/ nuestra sombra (construyendo entonces un edifico de razón, y razones donde habitar, que habrán de dar sentido, al que dejó de buscarse y buscar al ser). Porque Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.(Mt:8-20)

Nos hemos olvidado del ser, y de ser, nos hemos olvidado de preguntar al asombrarnos de todo lo que es (cuando todo está descrito por la razón: en las escuelas y universidades) no necesitamos pensar, no necesitamos ser (solo necesitamos aprender). No necesitamos transformar nuestra existencia, o eso creemos, pues, algo nos dice que algo no anda bien: y lo notamos. Y sin embargo cuando afrontamos aquella experiencia radical, la pregunta por el ser, nuestro ser, surge (nos pone en camino), a no sr, que en lugar de pensar y dejarnos correr, preguntamos a otros acerca de él, y por supuesto nos respondan. Pero  no pasa mucho tiempo, cuando escuchamos que alguien se quita la vida ¿por qué? Casi siempre resuena cuando es alguien joven, que debería saber y sabe de cosas incluso que ignoran sus mayores, pero nada sabe de élde su ser. Todo cuanto sabe, no evita el no-ser radical, manifiesto en el acto de quitarse la vida. “Se suicidó” —nos dicen: es un suicida / un trastornado. “Por lo general —nos dirán— consecuencia de un sufrimiento psíquico o  desesperación derivado o atribuible a circunstancias vitales como las dificultades financieras, los problemas en las relaciones interpersonales, enfermedades dolorosas, soledad o el acoso psicológico, y que pueden llegar a dar forma a una patología psiquiátrica y ser catalogadas de trastornos mentales como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno límite de la personalidad, el alcoholismo o el uso de drogas.  Vemos que la razón ya le dio, su sentido o dio sentido, razonable, a quitarse la vida: a no-ser (conscientemente), moviéndose en acto (de moverse a ser) por el acto de radical de no-ser → (estaba trastornada). Y toma estadísticas de personas que mueren quitándose la vida (la moda, la media) lo ordena por edades, sexo, trabajo, raza y nivel social. Pero y Curiosamente, el mismo estudio social ( por la razón) del suicidio, revela su propia sombra (de esa razón), cuando la misma razón clínica determina que todo lo que lo ha podido provocar, es aquello: mismo que venido a razón  entendemos que proviene de la misma sociedad, dificultades financieras, soledad, acoso, alcoholismo, drogas (y que, además, la misma razón enmarca en unas patologías propias de la sociedad) depresióntrastorno bipolar, el trastorno de la personalidad, en lo que se podría calificar de un razón absurda: que provoca, destruye , y luego ordena y califica lo que destruye, en un intento de dar aquel sentido razonable a la destrucción, que lo haga luego entendible a la razón. (Les pongo la foto para los que aun no lo vieron: auschwitz birkenau ( la banalidad del mal: expresada aquí de un sistema de poder político que minimiza la muerte de de seres humanos que eran, cuando, se trivializa esta por medio de unos procedimientos burocráticos de clasificación y clinificación  que son ejecutados por funcionarios incapaces de pensar, no solo en las causas primeras de aquello, sino igualmente en las consecuencias éticas y morales de sus actos,  y en una sociedad cloroformizada incapaz de pensar, sobre lo ocurrido, más allá de aquella moral adquirida, por la cual juzgan cualquier acto, sobre todo: el acto de no ser.

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