Cuando hablamos de la Nada —que ya es mucho hablar de aquello que desconocemos— surgen dificultades sobre su conceptualización, representación y potencial realidad. La función simbólica en esta “no cosa” se torna aún más extraña e indescifrable, no hay forma / ni manera de poder entender, cuando la semiótica (la Ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre individuos, sus modos de producción, de funcionamiento y de recepción) se torna inservible y defectuosa ←º<, al comprobar que con lo que tratamos es con lo indiferenciado, o como lo califican algunos: un potencial informe e indiferenciado ←º<¡¡¡∞ Terreno pantanoso este reino de lo indescriptible, pero ya descrito →informe e indiferenciado, pues “la Nada” no tiene caracteres que la diferencian de otra cosa → siendo la vez (meta-diferente)o diferente ←º<¡¡¡∞ de toda “cosa” (ente). (La nada / la desconocida) en su esencia (su nombre-nombra-lo inexistente) ←º<¡¡¡∞
Así, al preguntarnos o preguntar por la Nada —nada en sentido estricto— como un potencial indiferenciado, surge de inmediato un bloqueo: primero, no nos sirven las comparaciones con la realidad, pues no podemos comparar con nada lo que la Nada sea (?) ni tampoco podemos visualizar lo que de manera literal la Nada pudiera ser. Por tanto, no podemos explicar ni sugerir la realidad de esta “desconocida” informe y atemporal desde nuestra realidad, ni de ninguna otra realidad (si no aquella realidad será nada) cuando queremos concretar aquello que no es concreto, concretándolo por la razón (en un nombre) al que esta misma razón le tendrá que dar un sentido → sentido de su ser (inexistente) por medio de la misma razón (absurda), que le dio un nombre (absurdo y que en si mismo se contradice / afirmando lo que no es, en su propio nombre) a lo inexistente ←º<¡¡¡∞ Quizá, y en este caso como en ningún otro, lo pretendido (de ese nombre) no se adecúa fácilmente luego para su entendimiento º<¡¡¡∞ x∞ por mucho que se pretenda por algunos (revelar) definir o entender (lo que no está presente). Por ello sencillamente, la Nada es un ejercicio de búsqueda condenado a fracasar en la curva hiperbólica del propio pensamiento irracional que busca en el infinito el objetivo de un ejercicio que excede a los dominios de lo existente, estando, además, más allá del ámbito de la ciencia o, sobre todo, si se relaciona a la ciencia: una ciencia que busca hallar en su fin la cosa para su estudio (y entenderla), luego: al pretenderlo donde no hay ente. Pero aun así, algunos físicos insisten y proclaman su posible existencia: de una (Nada) creadora del universo (entiéndase por tanto mas alla de lo universo / como motor inmóvil→ que mueve) y existente en un vacío que no es (tal vacío), donde de ese vacío, por lo tanto entiende: que no hay casi nada: o nada en absoluto, según leemos de algunos casos. Se diría que se parecen estos científicos, a aquellos helenos que terminaron por levantar un templo al Dios desconocido (solo porque unas ovejas se pararon en un lugar que ningún dios había asociado con él; y dando lugar a que un altar fuese construido allí, sin el nombre de un dios inscrito en él) y del que luego alguien, que pasaba por allí, les vino a hablar: de esa Nada.
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