De los que cobran por pensar, piensan en función tanto sea aquello que les estimula (a pensar), pero que no es lo que piensan, sino lo que cobran por el absurdo razonar.
Generalmente, observamos cuando un filósofo científico nos va a hablar de la Nada —siempre en su libro que hay que comprar— aportando por sí mismo a la Nada, o de la Nada alguna idea. Luego siempre observamos, que antes de abordar el tema, su idea, nos remite a una historia —a veces tediosa—poco menos similar a consultar una biblia, y donde asienta el origen y desarrollo de una idea, que él va a continuar. (For centuries, philosophy asserted its legitimacy by asking and answering questions, it had inherited from the Socratic and pre-Socratic legacy, that is, how to distinguish the real from the unreal, the true from the false, the good from the evil. (Metaphysical Horror -(Leszek Kolakowski)—. Dicha procesión de eventos, relatada a partir de razonamientos anteriores, hasta llevarnos a su idea y explicarla, es la que le da valor a su argumentación, y a él mismo (su razón), aunque luego la idea sea absurda, o falsa: no verdad, en tanto nos quiera presentar la Nada, como algo que es, o bien, que está en algún lugar (da igual el lugar) y, nosotros la podamos encontrar: absurdo… Ni existe la Nada, ni tampoco un desde la Nada, porque la Nada, precisamente por ser nada, no es ni tan siquiera un “desde” (Xavier Zubiri). Luego aquel que “es” (consciente de sí mismo) no puede desentenderse de la verdad, pues la verdad constituye parte esencial de su propia identidad, y siempre preguntando y preguntándose dirigirá su vista hacia ese horizonte de realidad (una verdad que entiende en forma velada) y oculta por una sombra, como esa otra verdad (y forma) que le habita; e incluso, cuando se trate de la verdad de la Nada, en ella hallará “Verdad”, y no “Nada”.
EL SER, SU SOMBRA Y LA
NADA
Un ejemplo de
lo anterior es el caso de Trias, funcionario y profesor de filosofía
(desgraciadamente ya fallecido) que identifica la sombra (parte del ser),
confundiéndola con la Nada (y opuesta al ser) confunde “sombra = nada”: [”Se
trata de pensar en esa sombra; en el no-ser, en la nada” — E. Trías]. Y
este es el problema, cuando no partimos de la premisa de que →no-es:
y no buscamos la sombra del ser, buscando la nada →entender la nada →lo que no puede ser, para que
explique lo que es → el ser. No buscamos
el ser, en su sombra. Este es el problema de tener “la Nada” presente, en el
mundo, en todas las esferas, incluida la educación aún sabiendo que no-es,
luego a nuestros pensamientos convirtiéndolos en nada (absurdos) y,
consecuentemente, a nosotros igualmente en aquello que
da vueltas, una y otra vez, sobre sí mismo: incapaz de encontrarse.
Partiendo de la premisa de que la nada no-es y no puede ser, entendemos. El ser como ser y sombra (uno solo) donde la sombra del ser, aquí → es la nada /sombra (de trias, que ya impone un límite, a su razón: pensar la sombra (en trias); es pensar en el no-ser, en la nada, en lo que no podemos pensar y no puede ser), de ahí que al saltar su cerco del inconsciente, este lleva o devuelve de nuevo a otro cerco, en una creación o constructo onírico, pero dentro del mismo cerco→ hacia lo que no puede ser, entiéndase: lo irreal, o una realidad con habitantes semejantes a centauros. Indagaremos, pues, aquí a través de esa nada (de trias) / para entenderla como sombra del ser, sobre la que se afirma la nada → negando la sombra/y apropiándose de su ser: convirtiéndola en nada, entendiendo así a trias.
SOBRE EL CONTINENTE DE LA NADA
Escribo En rojo mi nota o
comentario al fragmento de “E Trías. (Una primera maniobra J. Malqueda, y
su sombra, sobre el tronco del texto: El Continente de la Nada, de E Trías)
[En toda filosofía comparece la cuestión del ser. [“Sólo que el ser
comparece, siempre, hermanado y en lucha con su propia y pertinente sombra, lo
que Parménides tematiza por vez primera como «no ser» o «nada» — E. Trias]. (Nota: Parménides alumbra un problema fundamental, y del que luego deviene el
principio de no contradicción: Parménides olvidará la nada→ es una
contradicción). [“Un ser que se destaca,
como la luz de las sombras, en relación a su opuesto radical, o a aquello
que de forma terminante lo niega y lo rechaza, la Nada” —E. Trias]. (Nota: La nada no es, y no puede ser opuesto de nada (es una cuestión de entender
lo que no existe, y no puede ser nada, y por tanto, tampoco puede ser opuesto
de nada, ni de forma terminante, ni iniciante… sencillamente la nada “no-es”,
ni siquiera es “nada”). [Hay un conflicto esencial con el cual la
filosofía tiene que lidiar y en relación al cual puede emerger un concepto
justo de verdad. Ésta es, quizás, la exposición de una lucha, inherente a «la
cosa misma», en la que se advierten dos potencias, conjuntiva y disyuntiva, que
a modo de luz y sombra se disputan el horizonte de lo existente —E. Trías]. (Nota Gilgamesh y
Enkidu: pero la disputa termina en hermanamiento: un solo ser). [Aquí la sombra pertenece
a la cosa misma, lo mismo que la luz—E. Trías]. . (Aquí trías habla de la sombra- que-es y la
asocia a la luz que–es; sin embargo, trias no advierte (del mito) que lo
inherente a ambas fuerzas no es la lucha/como problema, sino la solución única
al problema de la lucha→ el hermanamiento, como muestra el mito
(lucha →que calificamos como problema a solucionar: por el
hermanamiento),… Sin embargo: para trias lo inherente entre ambas, es
una inmanente y permanente lucha o conflicto /
aparentemente→ irresoluble). [“Y el primer modo en que esa lucha tiene lugar, ya en las primeras
palabras de todo discurso filosófico, se revela bajo la forma de la dualidad interna e inmanente
(inseparable/ constante) entre el ser y la nada” —E. Trías]. . (Nota: Entre ser y
la nada, (como dos opuestos) esta visión amputa una parte del ser [cuando
de ser → (luego) es nada] se toma al ser entonces solo por la
forma, o imagen, que proyecta la sombra, no teniendo en consideración esta
sombra como parte del ser que la proyecta, de la que no se concibe el ser, como ser y
sombra del ser, al
considerar la sombra →nada. “La
mente racional no concibe que
pueda ser esa sombra parte, y sombra del ser”. Esto deriva, que
igualmente no reconocemos, nuestra sombra, como parte de nuestro ser, y sombra
igualmente del ser: el ser no se revela en su forma, sino en su sombra,
proyectada hacia otra forma que lo
llame “a ser” frente a él:
siendo, luego ambos ser y una forma. Para que al reconocerla, pueda reconocer
de esta al ser, en acto →de ser (hacia quien pregunta por el ser)
reconociendo su sombra, a partir de nuestra sombra (de aquel que pregunta por
el ser). Creo que se va
entendiendo. Sigo con algunos fragmentos de trias,
que apuntalan y refuerzan lo que quiero decir, a saber: del gravísimo error de
trias.
[“Hay, pues, en
el origen mismo un dato que hace su aparición en toda exposición filosófica. Y
ese dato presenta tres aspectos: el ser mismo, que en el comienzo de
toda filosofía acaba compareciendo; la nada respecto a la cual se destaca el
ser como tal ser del comienzo; y la lucha interna e inmanente /inseparable
entre lo que puede entenderse con una y otra acepción, ser y nada” —E. Trias]. De estos tres términos articulados, afirma trias, entendemos a Parménides
al afirmar la identidad entre ser y pensar: Una unión de ser, pensar y decir
que constituye el dato complejo que se halla al comienzo de toda filosofía. [“Pero ese dato complejo, de hecho, incluye también la sombra en relación
a la cual, y en lucha con la cual, puede destacarse lo que se
sabe del ser.. Se trata de pensar en esa sombra; en el no ser, en la
nada” —E. Trias]
Trias, como
vemos, entiende la imagen que comparece como ser, mas no reconoce del lado que
determina de forma de la imagen: la sombra, de ese lado, que la proyecta (a la
imagen). De nuevo aquí trias refleja y nos muestra el
problema de no conocernos a nosotros mismos ( nuestro ser), antes de partir a
conocer (otro ser / el ser) cuando mal entendemos ya desde el origen: qué
buscamos,…. y todo el camino parece correcto, leemos: (“Pero ese dato complejo, de hecho, incluye también la sombra en relación
a la cual, y en lucha con la cual, puede destacarse lo que se sabe del
ser… —E. Trías. (Nota: ciertamente hay una lucha al tener
que aceptar esa sombra / que nos aniquila la razón: el yo (impuesto), para
reconocernos en algo mayor: (el ser) y, como dice hasta bien trias: “Se trata de pensar
en esa sombra” (Nota: pero igualmente en
relación a nosotros: y en relación al ser →no en relación esta (sombra) a
un (no-ser /la nada) que luego lo lleva a pensar/ buscar (el no-ser / en la nada), donde
no hay nada, nada donde poder ser, ni nada que buscar.
Pero ¿Por qué
Trias?, bien, no encontramos demasiados textos, que refieran el trabajo de
Trías respecto a la Nada ¿por qué? Quizás, por su valentía —no la vamos a
negar, además: necesaria, para que, precisamente desde el límite entendamos este
problema: su problema —o, quizá, por su exceso de entusiasmo y / o deseo de esa
nada que no puede existir, ni él puede explicar, sino a partir de sueños:
[“podría
afirmarse que la filosofía o es pensamiento enfebrecido e insomne sobre esa
nada o no es (entiéndase de Trías: la filosofía, o es
nada, o no es filosofía) [o se atreve a avanzar alguna
proposición relativa al inmenso descubrimiento parmenídeo de esa nada] (que el mismo Parménides desestima y advierte de ella), o no accede a su pretensión de
constituirse como auténtica filosofía”—, nos dice;―
“Una filosofía prueba su temple, su valor, su poder en esta prueba a que
le somete la necesidad de hacerse cargo de la nada” —E. Trias]
Por mucho que
el propio Parménides entendiese la cuestión de la Nada, como aquel asunto que
bajo ninguna circunstancia, podía ser acogido por el pensamiento y el lenguaje:
vemos lo que pasa. Su hallazgo (la nada), no deja hoy indiferente a nadie que
se aproxime a ella (valga este ejemplo: aquí, y ahora) entendiendo esta, la
nada, como aquello que se debe considerar desde el comienzo, a razón de trias y
tantos otros que ven en lo que no-es→ su razón de ser. “Pues una ontología que se precie de tal tiene
la obligación sine qua non de abordar y profundizar en esa cuestión que el
no-ser, la nada, plantean siempre al pensamiento” — (E.Trías]. “O se
piensa la nada, aunque sea para decretar su carácter de algo consustancialmente
impensable, o no hay pensamiento alguno, ni por supuesto pensamiento filosófico”—, sentencia
Trias; que insiste y advierte, que una filosofía, o filosofía del ser
(ontología) que se distancié sobre el extraordinario desafío que la nada nos
propone, no puede acreditarse como tal filosofía. “Hasta podría pensarse —añade trias— que si hay tal cosa como pensamiento es,
justamente, por el reto y el envite que la nada le propone (y digo yo: para qué
vamos ya a pensar al ser, las cosas que son ¿verdad?). “Y hasta podría hacerse extensiva
esta reflexión con relación al propio lenguaje, o a la expresión lingüística de
todo pensamiento, o al hecho en general de que pensamiento y lenguaje se hallen
desde siempre en estrecha trabazón” (E Trías). Pensar la nada como proyección, crecimiento
hacia un mejor pensar y saber mayor. Se propone la nada, o Eugenio la
propone ”quizás” como aquello mismo que trae al mundo la posibilidad misma de
que haya en general pensamiento y lenguaje; que despunte la propia
inteligencia, que emerge y despierta de su letargo, de su entumecimiento
vegetal y animal, al presentarse el «hecho bruto» que
es la nada. [“Pues
La nada permite el salto del ensañamiento pre-consciente en donde dormita, en
la escala de la vida, la inteligencia, hasta la plena comparecencia de ésta”
—CN. E. Trías]. (Se diría que la estamos llamando a gritos a comparecer/ y se diría que,
igualmente, que de nada le sirvió leer a Heidegger) [“¿Quizás
toda inteligencia sea, ante y sobre todo, inteligencia de la nada o relativa
siempre a esa nada en la que parece hallar su propia condición de surgimiento” —
E. Trías].
Creo que trias
ha respondido por sí mismo la pregunta que da inicio a la entrada: ¿Por qué me pregunto ahora por
la nada? Bien,
pues sencillamente, porque estamos tratando con una filosofía que piensa en
Nada. No hablamos de una filosofía del ser, de las cosas que son: de
las personas (es aburrido hablar de lo pertinente / ya lo hacen las noticias): hablamos
de la Nada, sin llegar luego, nunca, a Nada; una nada donde se
describe (no al ser, y por lo tanto no la forma del ser / y seres que son) sino
la forma y continente de la nada: de aquel que no es nada, y
la miseria de quien no-es, frente a la realidad del mundo, quedando al
ser / y las cosas que son → en nada. Una filosofía, por tanto:
que no-es, y es Nada; que “todos entienden”;
pero no entienden, que así: no sirve para Nada. Esta, a mi
entender, es la sombra de trias que proyecta la sombra del ser: en una nada,
que la sombra proyectada de la sombra, de (la razón) de nuestro del ser
Por supuesto, y
como trias, ¿quién no ha pensado alguna vez en la nada? todos hemos pensado
alguna vez en la nada: como aquel espacio inagotable, un laberinto de
interminables pasos y caminos; donde el cosmos reflejado habita en ella como en
un santuario; un lugar, donde quiera que vayamos y por muy bien que se lleguen
a conocer sus laberintos, siempre se tiene la sensación de estar perdido, no
sólo en el lugar, sino también en uno mismo. Cuando caminamos en ella sentimos
como si se nos olvidase algo detrás; entregados al pausado movimiento de las
esferas logramos escapar a la obligación de pensar, y eso da cierta paz y
sosiego, frente a la singular angustia que promete habitar el inmenso vacío. El
mundo está fuera y a nuestro alrededor, delante y detrás, pero dentro no
hay nada. La variabilidad del entorno y el movimiento hace imposible prestar
atención, pero caminar allí es esencial: moverse y poner un pie delante del
otro aunque no sirva de nada, pues vaya donde uno vaya, mientras vaga
sin propósito hacia todos y a ningún lugar, finalmente todos se volverán
iguales, da igual dónde miremos o vayamos, tras unos segundos ya no habrá
nada. En nuestros mejores (momentos) nos sentiremos ausentes: en un
no-estar, o estar en ningún sitio y nos gusta esa sensación de ausencia;
otras veces será como el caos de estar en todos los lugares a la vez. La
nada es aquel lugar que hemos construido alrededor y en el centro
de todo, y no tenemos la menor intención de abandonar aquello que no entendemos,
pero nos fascina, A medida que pasa el tiempo nos encontramos cómodos: incluso
haciendo una buena imitación de nosotros mismos, de un hombre que se prepara
por las mañanas para salir a ningún sitio: leyendo un periódico en blanco,
tomando café en una taza vacía, abriendo armarios y eligiendo ropa que no
existía. Nos despertamos y nos vestimos en una especie de trance entre el
existir y no existir. Con el tiempo llegamos a la conclusión de que nada es
real, y todo lo es, excepto la eventualidad que a todos, incluso a mí nos
definía. Pero eso ocurrirá después: normalmente todo empieza con un unos
números equivocados, una ecuación de camino mal enunciada, un error al calcular
sobre métricas reducidas a cero... y nada. Un laberinto, una luz, el
caos, y finalmente la Nada: buscando esa verdad acaso también invisible,
encontramos teorías como acordes precisos de una ceremonia imperfecta, y
finalmente nada: ese vacío atrayente que queda y destruye la
realidad... La verdad, siempre me ha parecido una de las cosas más tímidas
y frágiles del mundo, entre sombras siempre maniobrando oculta; y la vida, ese
breve destello de luz que busca en la nada despejando nubes y sombras oscuras. Atravesamos
por ella tinieblas, todas en nuestro interior, hasta salir de esos silencios
donde vemos la realidad surgir tras ella… y luego, solos frente a la luz,
pensaremos… ¿Es posible? Tal vez; pero… ¿Entendimos? Tal vez, pero…
Creo que ahora me entienden (lo que yo entiendo): hacia dónde nos dirigimos (todos). “Los hombres han olvidado sus referencias, y con ello sus esperanzas, sus anhelos de ser, algo mas (aquello que pueden llegar a ser: buscando su ser (en acto) pensando y preguntándose por el ser /su ser). Por eso la "Nada" avanza cada día un poco más hacia nosotros, acaparando todas las esferas de la sociedad, como ese vacío que luego queda como una desesperación ciega que nos destruye, y destruye este mundo. Por desgracia, Las personas al levantarse cada mañana ya no piensan por sí mismos: como aquel servidor del poder que surge de la Nada, el hombre es fácil de dominar, pues no recuerda quien es, que solo quien sabe quién es, tiene el dominio y el poder (de ser).
QUE ES LA SOMBRA, PARA TRÍAS
Hablamos de
revelar sombras: pero que es la sombra para trías, porque no la identifica con
el ser. En la filosofía de Eugenio Trías, hay un aspecto que viene sintetizado
en la idea de «sombra», transformada más tarde en pasión, cuyo referente más
remoto para Trías podría ser lo que Freud llamó “unheimlich”, una de cuyas
traducciones podría ser «lo inquietante» (no lo
desconocido / sino lo inquietante: amenazador). [“Las sombras se adelgazan y se ensanchan
siempre en función de la posición de los rayos luminosos sobre los cuerpos, y
de la proyección de éstos en alguna superficie. Al plegarse a ésta asumen
formas imprevisibles, onduladas, escarpadas. / El mundo de las sombras asume,
así, su propia coreografía, mostrándose como un universo de signos y de
ademanes, o de gesticulaciones inesperadas (deformes; sus siluetas,
escurridizas, tornadizas; sus naturalezas, evanescentes), que debe ser
considerado en él mismo. / El infierno, mundo de sombras, nunca fue concebido
por la imaginería tradicional como una estancia inmóvil de hechos y personajes
simples. / Sus formas son, quizás Componen un mundo aparte que nutre nuestras
ensoñaciones y nuestras necesidades fabuladoras”. —CN. E.Trías].
La sombra, nos dice Eugenio, como en la
necrología egipcia, se puede entender como una de las personificaciones del
«doble» del personaje viviente (lo ve, aquí, y lo
vemos todos… pero trias aquí pasa de largo / no le interesa su sombra). [“O bien, “puede desplomarse sobre
los vivos, llenándoles de espanto y terror”— E.Trías] (Como lo inquietante y
amenazador, Trias toma este camino, leemos: Platón ya advirtió esta complicidad del mundo de los «fantasmas» con la
categoría de la nada. “Pues la nada,
como la sombra, es algo complejo; que constituye un signo unívoco y económico
con el que expresamos, en su máxima generalidad y vaciedad, un continente
abigarrado y barroco en su propia vaciedad desertizada, lleno de
irreales e imposibles «regiones naturales»”— E. Trías].
Bien, si entiendo
algo aquí barroco es el absurdo de lo imposible hecho posible por el absurdo,
de querer entender lo inentendible, entiéndase de lo dicho: un continente abigarrado y barroco en su
propia vaciedad desertizada, lleno de irreales e imposibles «regiones
naturales». Y lo puedo leer otra
vez, de hecho lo hice varias veces, y solo consigo que me parezca a la
siguiente todavía más inadmisible, al punto de que si leo esto en un texto, sencillamente,
dejo de leer.
La cuestión de
la nada comprobamos no es, no nos será simple indiferentemente, del punto desde
el que se la aborde, pues se muestra complejo; para lo que propone
—como estrategia (trias) —acercarse a ella, a la noción, a partir de
imágenes y metáforas con las que suele hallarse asociada, como por
ejemplo el vacío. Bien, Trias no-es, (en acto) moviéndose-a-ser, y al ser,
sino, moviéndose →a la nada (inexistente, y por lo tanto lo hace: a partir
de metáforas e imágenes por las que se la asocia (por la razón a la Nada) como
el vacío. De este modo, por la razón, trias queda encerrado en su cerco (cerco de
la razón) de la que solo sale en sueños subido a un centauro,
pero dentro del mismo cerco de la razón, del inconsciente. Esto es,
para aquel que se alza a mirar, no viendo la sombra (y solo la luz/ social y
artificial) de trias, su enseñanza (como escaparates de navidad), está abocado a ser deslumbrado (no verá el límite por el mismo) sino solo esa luz (aparente)
que es trías, estando abocado al interior del cerco de la sin razón
de trias). No menos ocurre con la religión, donde unos
buscan allí una luz que les ilumine, olvidando que pueden iluminarse, e
iluminar por ellos mismos el camino… (a su ser), solo poniéndose en camino; y
habitando→ el camino del ser.
Seguimos con trias: [Hegel, en su Ciencia de la Lógica, al determinar la nada se apoya en una
única imagen, el vacío o «perfecta vaciedad» que, de hecho, ya caracteriza para
Hegel la «indeterminabilidad» del puro ser del comienzo). —E.Trías]. Nada nueva
esta posición de Hegel, pues desde los antiguos griegos (atomistas) se asocia
«nada» y «vacío». “Demócrito, descubridor en tierras griegas del vacío” ―como
define trias―, lo determinó como no-ser, o nada en contraposición a lo «pleno»”; aquí patina trias, pues de lo que se trataba era de explicar ese vacío (como pluralidad de
átomos / que difieren de los conocidos), pues nunca observa Demócrito el vacío
como una nada (que le da grima), al contrario: el nacimiento y acabamiento
aparente de los objetos naturales tienen que ser explicados, —decían. [(William
K. C. Guthrie (1906-1981) Los filósofos griegos De Tales a Aristóteles].
Luego trias refiere a Hegel que califica la «indeterminabilidad» del puro
ser del comienzo) referida, entiendo, a la alterabilidad del ser, en ser y no
ser / o ser y la nada, donde esta nada es una perfecta
vaciedad (pero vaciedad de algo que es, y qué se entiende, que está vacío) y
por lo tanto, tampoco refiere la nada, sino aquello →perfectamente
desconocido.
En cierta
medida, digamos que pequeña, los pensadores jonios emplearon la observación,
solo accidentalmente hasta tiempos de Aristóteles; y sin tener idea del
experimento dirigido. Sin embargo, Su legado consiste en otra cosa: en la
capacidad de razonamiento deductivo mostrada. Como
todos los demás de aquel periodo, el pensamiento de los atomistas se
desenvolvió con un ojo puesto en la enfadosa lógica de Parménides y de sus
sucesores de la escuela eleática, como se la llamó, aunque no fuera más que
para negar parte de lo que habrían dicho en relación con que las cosas son
esencialmente ser. La tesis fundamental de esta escuela es la afirmación de la unidad y la inmutabilidad
del ser, basada en las afirmaciones aparentemente triviales, según
las cuales: «el ser es, y el no-ser
no-es» (entiéndase: la
nada no existe (punto y se acabó), ni existe en contraposición
a nada que sea, y «no puede decirse ni pensarse que el no-ser es» (entiéndase:
no se puede hablar de la nada). De
modo que estos Constantemente veían la sombra de Parménides proyectada en el
fondo de un horizonte mental. Su idea básica, como las de Empédocles y de
Anaxágoras, nacía directamente del concepto de que no podía haber un
llegar-a-ser (a partir de nada) / ni una destrucción de lo real (que
acabase en nada). En consecuencia, el nacimiento y acabamiento
aparente de los objetos naturales tienen que ser explicados, —decían. [Desarrollado
a partir de (William K. C. Guthrie (1906-1981) Los filósofos griegos De Tales a
Aristóteles].
I
Los átomos eran
las partículas más pequeñas de la materia, sólidas, duras e indestructibles
(jonios). Sustancialmente, eran iguales, y solo diferían en tamaño y forma, de
lo que ellos entendían que estaba formada la materia en sus partes más
pequeñas. Considerándolos no más que como meras combinaciones fortuitas de una
multiplicidad de elementos que son los únicos que merecen el nombre de
existentes. Para explicarlos de ese modo, formularon la brillante conjetura, de
que los elementos,
o únicas realidades verdaderas, eran diminutos cuerpos sólidos, demasiado
pequeños para ser percibidos por los sentidos, que chocan entre sí y se
rechazan en un movimiento incesante a través del espacio ilimitado. Estas propiedades por sí solas, junto con las diferencias
de sus posiciones relativas, con sus movimientos y con las
distancias que entre sí guardan, bastaban para explicar todas las diferencias
que nuestros sentidos nos revelan en los objetos perceptibles. Las cosas
duraderas lo son porque sus átomos están apretadamente agrupados. Las blandas
están formadas de átomos más separados entre sí, contienen más espacio vacío,
son capaces de compresión y, por lo tanto, ofrecen menos resistencia al tacto. Las
impresiones de los demás sentidos se explican de una manera análoga, por
ejemplo, Los colores se explicaban igualmente por las diversas posiciones de
los átomos que forman la superficie de los objetos. Los átomos más sutiles y
más perfectamente esféricos y, por consiguiente, más movibles y volátiles,
forman las almas de los animales y de los hombres. Tan completo y total era el
materialismo de Demócrito.
Bien, una cosa
era de fundamental necesidad para la concepción atómica del mundo: debía
haber un espacio vacío para que los átomos se movieran en él. El rasgo definitivo del pensamiento de Demócrito (que para nada entiende
del vacío la nada: sino un lugar dado, donde los átomos se encuentran), como
observó Aristóteles probatoriamente, era la determinación de atenerse a los
hechos aparentes y no dejarse extraviar por argumentos abstractos. De ahí que
dijese que la negación de Parménides respecto de la existencia del vacío (la
nada/ que Parménides interpretará en un primer momento, en contraposición al
ser) no podía sostenerse, según Demócrito. Era contraria al sentido común. (Entiéndase
que Demócrito niega la nada en ausencia del ser: hay un espacio) Sin embargo,
consciente de la grande autoridad a que tenía que oponerse, formuló su
oposición con osadía, en cierto modo infantil, pues, según Aristóteles, le dio
la forma siguiente: «Lo que no es → existe lo mismo que lo que es»
→ (leemos su acto de ser→ reconoce al vacío: un espacio (una forma: vacía) en
apariencia a los sentidos ordinarios: la vista/ (esta es la nada de Parménides),
pero que para Demócrito es un espacio vacío ( donde se mueven los átomos), no
como vacío→ nada, sino (como espacio-ahí
vacío) que es, como continente y ser (es)/ no nada). Hoy sabemos, y entendemos,
lo que se proponía explicar Demócrito: que la categoría de vacío, difiere de la
categoría de nada: vacío hoy es lugar donde aparecen partículas en el espacio
al mirar en el (espacio – aparentemente- vacío), que vienen y van: corpúsculos
de materia que surgen y desaparecen: aparentemente, pues luego vuelven a
aparecer otros. Si los átomos materiales eran la única sustancia real, entonces
el espacio vacío no era real, en el mismo sentido: había algo en el. Vagamente
conscientes de que tenía que haber alguna salida, los atomistas no poseían
todavía un lenguaje capaz de frases como «no en el mismo sentido», y la paradoja
era su único recurso. (Pagi 178) Junto al concepto de átomo, Demócrito
postula el concepto de vacío (lleno de
átomos / que difieren de los conocidos) como
condición del movimiento y pluralidad (diversidad) de los átomos (el
vacio es: lo desconocido/ lo diverso no conocido, la
sombra/ “átomos que no reaccionan a la luz (materia no bariónica /
o materia oscura (microondas)/ que no interacciona con el campo electromagnético.)”, y que difiere de los átomos o
materia que forman formas que vemos (materia bariónica: bariones y leptones a excepción de determinados tipos de neutrinos) si queremos verlo de este modo) → pero que son: ser (y existen).
Hoy reconocemos
la materia oscura y la energía oscura → son, estamos (en acto→) de ser y de reconocer
un tipo de materia a que linda/bordea, como una extensa sombra, con la materia
bariónica que podemos ver y somos. Vale ahora cambiar nuestra
mentalidad, y pensar no en lo que creemos que es (esa materia oscura) por lo
que no nos muestra, y pensar (en acto de ser) hacia esta, en lo que de verdad
es, que ella nos muestre lo que es /Y esto implica reconocer su
ser, para que esta materia se pueda mostrar, y la podamos ver y entender, y
hacerlo a partir de la materia bariónica, de su lado / como lado de sombra, de nuestra
sombra también. Pero de la que observamos: que no vemos nada, esto es: la
entendemos aún como esa nada (que esgrimen los científicos igualmente) y no
como a partir de la sombra (existente) de la materia bariónica algo-ahí (y que
es, de lo que se ve: lo que no se ve), pero que debemos recorrer → en acto → de ser → moviéndonos
hacia la sombra, sobre la sombra de nuestro propio ser, luego habitando la
sombra. Que es perceptible/medible a partir del lado del la imagen bariónica que
proyecta/ el lado de su sombra igual, o materia oscura (microondas) y no bariónica.
Bien a partir
entonces, y de la necesidad de comprender que no puede haber un llegar-a-ser /
ni haber una destrucción de lo real: un acabar en Nada, o en la nada. El
nacimiento y acabamiento aparente de los objetos naturales tienen (ayer y como hoy) también
que ser explicados, y dichos átomos en el vacío / de su
alteración: en ser y no ser. Pues
bien: Las partículas que aparecen en el vacío / son y no son/se muestran y
desaparecen; y luego aparece en el vacío otra partícula, que de nuevo desaparece/
que es y no-es. La materia oscura es energía /materia oscura (microondas)
no bariónica → que no reacciona con el
campo electromagnético, y que no vemos, pero podemos entender,
a partir de esta energía que organiza la materia que adquiere su forma
bariónica (visible), a partir de dicha energía oscura en el espacio y luego
no-es (no reacciona): pero pesa / pero no la vemos) pero que la deducimos sin
verla, (conociéndola / de aquella parte) a partir de conocer,
reconocer el lado de la forma de la sombra, desde del lado de la forma de la
materia bariónica que esta sombra proyecta. Así el vacío que
entendemos como vacío, es un tipo de energía (de microondas en un campo de energía
de vacío/ semejante a la de un cuerpo negro) que ordena otro tipo de materia
proyectándola, luego hacia una forma, que bien puede ser esa materia en otro
nivel o estado de energía, que a los sentidos ordinarios se muestra, no
reaccionando con el campo electromagnético. Pero siendo presente (solo hoy y no antes, gracias a los
instrumentos) pero siempre es y ha sido siempre (ser).
Extensión, a 24,
nov. 2023 / 18:58
Pensemos en una pirámide y en su pyramidion: este pyramidion (en su punta) sería el punto en el espacio que vemos, que tiene una forma (esférica en un punto) el resto del pyramidion materia bariónica proyectada: y su sombra, por debajo del pyramidion el resto de la pirámide, tremendamente inmenso, proyectada desde donde la materia oscura / sin forma / es ordenada, construyéndose, a partir de esta, la forma de la pirámide a partir partes menores, y sobre el lado curvo de la forma, del ser desde donde se proyecta, la sombra del pyramidion (la tierra),
John Wheeler lo diría así: “La materia le dice
al espacio cómo curvarse, el espacio le dice a la materia cómo moverse”, (Gab =8π GTab) pero no soy Wheeler, y veo que no
encaja del todo bien, de modo que lo
explicaremos de esta otra manera: (no prueben a imaginar esto en casa / para mí es un ejercicio, donde a
partir de las formas conocidas (circulo-esfera/cuadrado-cubo): intento hallar
las que de su lado puedo encontrar inscritas en el espacio real, claro está.) Parto de los cuatro lados de la Gran pirámide, de la que entiendo un
conocimiento perdido en el tiempo. A partir del punto 1d (en el plano) de su
punta; Tomo la forma de base cuadrada 2d, ―a partir del punto, en punta
proyectado, punto 1d: (pero con forma esférica y volumen 3d en el espacio) ― que
sustenta la forma de la pirámide de 4 lados 3d. Luego Tomando en consideración el
evento o efecto relámpago de la pirámide. Entiéndase: cada una de las cuatro caras está compuesta por dos planos,
con una ligera pendiente hacia el centro. Una pendiente que es difícilmente
apreciable por la ausencia casi total del revestimiento que antaño cubría el
monumento. Esta característica y su orientación hacia el Norte geográfico
genera en las caras norte y sur un fenómeno de proyección de sombras durante
los equinoccios (que entiendo relevante y señas, de los constructores a tener
en consideración). Hacia el amanecer,
durante unos minutos, la mitad oeste de las caras norte y sur es iluminada por
los rayos del Sol, mientras la mitad este permanece en sombras; hacia el ocaso
ocurre al contrario, quedando iluminada la mitad este de las caras norte y sur,
mientras la mitad oeste queda en sombras. Es el denominado efecto relámpago, ya que en el momento de iluminarse una de las «semicaras». Dicho
efecto a mi entender, significa posible plegamiento de dicha cara, curvándose plegándose
en un triangulo del que quedan curvados sus lados, de base ahora ya no cuadrada,
sobre el plano, sino circular. El plegamiento siguiente de dichas caras significaría
al observador cenital (perpendicular a su visión) la visión un punto, que sería
la parte superior del segmento, venido del otro punto que lo proyecta desde el
suelo (o lado curvo de la forma que lo proyecta (una esfera) la tierra. Entonces:
Un punto en el espacio, es una esfera
proyectada en un punto, desde un punto de esta, a partir de un segmento o lado curvo,
del triangulo curvo proyectado hacia nosotros de dicha esfera, en el espacio
3d, luego dicho lado curvo del triangulo curvo, proyectado en un plano, resulta
el lado de un cuadrado, que es la base de la pirámide: que es una
circunferencia (o esfera en el espacio). (Bien: la menos lo intente, no sé si
lo conseguí, generalmente, lo que creo terminado hoy, mañana se completa, más y
mejor, pero lo dejo hoy aquí, así)
Pero, por que refería de una manera mejor, bien, referido a π (pi) es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en geometría desconocemos su valor exacto, pues no entendemos de la imagen que cuantificamos solo parte de la forma: y que habría de resultar de la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro igualmente, pero tomando su sombra, proyectada del plano curvo, en un cuadrado, de plano euclidiano. Las cuentas, que las hagan otros.
SOBRE
LA ALTERACIÓN DEL SER Y NO SER
Tomemos la
tierra / es y no es / no era en un principio (como tal: la tierra), pero ya
era en todas sus partes antes de ser, y era en todos sus
partes que son hoy (imaginemos todas sus partes hoy, pero pensando
en las que eran antes (independientes unas de otras), como las partes que son
hoy, pero estas fragmentadas en las partículas más pequeñas que eran antes, y
podamos entender ahora, a saber de los átomos partículas que conocemos, y los
que podemos imaginar que no conocemos: pero que son hoy- ahí (aunque no las
podemos ver o detectar (a decir de Demócrito, lo que no es, que es) pero
como partículas que son-ahí / en la alteración del ser y no ser. Hasta llegar a
la energía primera que da una forma (material y visible) a la partícula a
partir de la luz.
dichas
partículas hiper minúsculas: y primeras,
anteriores de las que son hoy en su alteración del ser y no ser (imaginémoslas:
moviéndose en acto de ser→. en aquella partícula, que es-ahí /
reconociendo a otras que son-ahí / y formando / iluminando (formas) mayores y
átomos, que de nuevo son-ahí y se reconocen / y se juntan (convirtiendo la microondas
en luz / reconociéndose de la forma, otra forma, hasta iluminar aquellas
formas todavía mayores, luego moléculas, cosas y cuerpos, que serán-ahí y entre
sí (disuelta la oscuridad / de microondas → a
(Electrón fotón): (formas mayores) que se unen, hasta
llegar a ser en una tierra que no era, pero es hoy, como la vemos hoy, pero que
ya era antes en todas sus partes, y formas más pequeñas, hasta la
más minúscula de ellas y que hoy vemos unidas en una imagen (materia),
proyectada, por una sombra (de materia y energía oscura) todavía mayor e
inmensa que eleva toda la forma a un solo ser, que ahora ya intuimos pero aun
no vemos.
Bien, al estar
la tierra formada, como todo, pero a partir de partículas originarias que se
encuentran en la alteración del ser y no ser, igualmente existentes las formas
primeras sobre las mayores que las proyectan, hoy la tierra igualmente se ve en
la alteración del ser y no ser, en una alteración no perceptible a nuestros
instrumentos y sentíos ordinarios, pero si a los sentidos primarios (intuición
/ subconsciente), esta alteración del ser y no ser de la materia y observada
(aisladamente), nos alerta de la alteración de nuestro propio ser (por
reminiscencias), en esa misma alteración del ser y no ser, que no percibimos a
los sentidos ordinarios, sino por la consciencia de nuestra sombra, al entender
la ausencia de lo que no percibimos, pero que es, aunque no lo podamos ver y
entender. Y que no es, sino la sombra, de nuestro propio ser.
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