APRENDER A VIVIR

Todos tenemos el mismo defecto: esperamos vivir, pero vivir siendo felices, en lugar de vivir la vida plenamente. Hallar esa felicidad parece ser la labor infinita del hombre, y esperarla sin la conciencia del tiempo que pasa, su castigo. Por desgracia, el hombre solo aprende a vivir desde el momento en que ya no puede esperar nada: justo cuando se dejan de oír los tambores y se empieza a escuchar al viento.

RELIGION / MANIOBRAS EN LA OSCURIDAD / Jordi maqueda

 

                                         De la inocencia a la critica

        La vida... la vida es maravillosa; barruntaba de niño. Y, bien pensado: ¿Que otra cosa podía creer entonces?

         Desde muy joven siempre había sido de la opinión,  al igual que mis padres y, tal  y como un día ya dijera Jesús, el Jesús de todos nosotros, que: << al Cesar, hay que dejar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es Dios >>(Mt-22-15-21). Quizá debido a ello,  durante años y e influido por mi  formación cristiana, en el seno de mi conciencia nunca hubo lugar a ejercicios inútiles de negligencia, que me llevaran por los caminos de la duda o de la  blasfemia; poniendo en tela de juicio el lugar, en el cual debía reposar mi fe. Jamás vacile ante la veracidad de  las sagradas escrituras, o en torno  a las enseñanzas contenidas en los  evangelios; entendiendo que mi destino no era otro que servir a Dios y, dedicar un profundo amor y respeto a la santa madre iglesia. Así,  durante años y sin faltar un solo domingo a misa, asistía cada semana junto a mis padres a la iglesia para comulgar; tras haber confesado mis ridículos e  insignificantes  pecados. Nunca podré  olvidar aquellos soleados domingos de verano, en que  tras pasar bajo la puerta abocina de la pequeña iglesia medieval, situada a las afueras de la ciudad donde vivía, permanecía en silencio; frente un hermoso retablo de Cristo crucificado en la cruz. Me sentaba siempre en primera fila, al lado del pasillo donde escuchaba con hipnótica   atención las epístolas de San Pablo, Santiago, y aquella primera carta de San  Juan, que nos decía: << no améis al mundo, ni lo que hay en él. Si alguno ama  al mundo, el amor del padre no esta en él. Por que todo lo que hay en el mundo, las pasiones carnales, el ansia de las cosas y la arrogancia no provienen del padre, sino del mundo. El mundo pasa, y con él sus deseos insaciables; pero el que hace la voluntad de dios vive para siempre>> (Jn.I-2-4). Justo seria admitir, que por aquel entonces en mi vida, no había otra verdad que no fuese la  proclamada por mis padres, el  dogma cristiano y, - por que no decirlo -; las voces que daba Carretero, mi entrenador en el Club Arrahona de Balonmano.           

         Pero,  si bien es cierto,  que tal y como decía San Juan el mundo pasa; su caminar es lento y antes lo hace el tiempo y con él, la inocencia e ingenuidad que está presente durante la adolescencia: esa hermosa etapa de la vida, en que aceptamos todo aquello que nos dicen los mayores –padres profesores. Etc..-  sin preguntar o mostrar algún tipo de incredulidad; y en la que todavía – a si se refiere Nietzsche a los falseamientos extraños que vive el hombre - < podemos mantener nuestra ignorancia a fin de disfrutar una libertad, una despreocupación, una imprevisión, una intrepidez y una jovialidad apenas comprensibles de la vida>; una etapa en la que no se hace innecesaria la obligación de tener que cintar (amagar) ante las adversidades de la vida, y los profundos problemas, dudas y dilemas  que tarde o temprano se  presentan a quienes muestran curiosidad. Pues de la curiosidad nace la duda y de la duda la curiosidad, y de ese modo tan sencillo se comienza el hombre a hacer preguntas, a investigar; a discernir que existen y han existido otras formas de pensar. Sin embargo, que verdad dice Ortega, cuando afirma que: "en la fe se esta, y en la duda se cae". Pues,  ciertamente comenzar a dudar es como caer a un pozo terriblemente profundo - rodeado de oscuridad y con el agua hasta el cuello – sin nada donde agarrarse, pensando que de un momento a otro nos acabaremos por ahogar.  Fue ya entrado en la pubertad  - quince o dieciséis años a lo sumo tendría -, cuando comencé, como otros muchos jóvenes a preocuparme por ciertas cuestiones que rayaban lo infrecuente. Quizá, todavía era demasiado joven, pero es inevitable que tarde o temprano, las personas curiosas comiencen a hacerse preguntas entorno a sí mismos y, a aquello que más profundamente les inquieta o en ocasiones le atormenta; y no todo tiene por que estar relacionado con las chicas, y el sexo. En mi caso, se trataba de Preguntas laberínticas, que iban más allá de toda respuesta paternal y que en ocasiones ni los profesores eran capaces de solventar de una manera convincente para mi. Eran Interrogantes profundos que incumbían a cuestiones desde hace milenios envueltas en una densa niebla de desconocimiento, por la cual lentamente se ido abriendo paso el  entendimiento y la razón: La vida; el por qué de esta; el hombre y la religión, la consciencia, el cosmos o dicho de otro modo, me  preguntaba: ¿cuál era, el sentido de toda existencia?.

             Con los años, mi interés por saber provocó que me volcase a la lectura, devorando cualquier libro de relacionados con aquellos temas de interés que caía en mis manos. Participaba calurosamente en los debates celebrados en el instituto, reuniones o en la sacrosanta Asociación Astronómica. Si bien, no tardaría en comprender que ejercer la critica, dar opiniones discrepantes, ya no digo apuntar teorías, era un derecho cuestionado en las reuniones tanto de la asociación, como de la parroquia, mas aún, si en ello iban implícitas cuestiones de ortodoxia académica o bien que tuvieran que ver con la propia fe. Por lo tanto, no tarde en comprender que hablar aunque fuere en voz baja, tratando ciertos temas, o evaluar algunos aspectos escabrosos de esta, referentes por ejemplo a su origen, y definitivo  asentamiento político y religioso durante la edad media no era otra cosa, que lanzarse a las aguas aparentemente tranquilas de una engañosa laguna, en las que  lo más probable era labrarse el recelo y la enemistad. Y, quien sabe, si también resultar con el tiempo escaldado, consecuencia de ser tragado, arrojado a ese Averno particular y “tártaro” de quienes no observan las leyes de la modestia y la humildad; y que sirve de prisión y a la vez hogar a impíos reos de excomunión, que en algún momento de su vida, - valga aquí el ejemplo de Hoyle o Bruno - se atrevieron a incomodar con sus palabras, a aquellos que se sientan en severos sillones, ignorando ciertas cuestiones;  argumentando una única verdad, en unas ocasiones revelada, e otras derivada de teorías,  pero en ultima instancia: La verdad que ellos nos quieren mostrar.

Las maniobras de la fe.

<<Estoy persuadido de que se pueden escribir cinco líneas, y no mas, que destruirían la civilización>>. << Fred Hoyle: Astrofísico>>(1). 


(1)Fred Hoyle fue un prestigioso astrofísico Británico, desaparecido hace pocos años y que estuvo considerado durante gran parte de su vida como uno delos grandes herejes de la ciencia, debido sobre todo, a sus teorías controvertidas  acerca del origen de la vida en nuestro planeta y, sus duras criticas de la teoría - hoy ampliamente aceptada-  del  Bing Bang.

1-I

Destrucción de la biblioteca de Alejandría. Las biblias perdidas. 

            Por suerte, hoy día encontramos una iglesia católica muy distinta de cómo lo fue antaño. Esta ciertamente se muestra como una entidad mucho mas tolerante y abierta, incluso podríamos afirmar que razonablemente “moderna” si nos resignamos ante algunos aspectos de esta, que ciertamente tardaran tiempo, años o quizás otro montón de siglos para finalmente, estos sean aceptados. Hoy creo sentirme libre de opinar; de airear algunas de mis muchas quejas y dudas acerca de esta – de la iglesia- , dando mi modesta opinión, en torno a diversos sucesos, estando a salvo de juicios promovidos por el antaño llamado Santo oficio y que en otro tiempo, todos conocían  con el terrible nombre de santa inquisición(1).  Aspectos y sucesos  estos, de nuestra lejana, pero legitima historia –la historia de la humanidad -, y que sin duda se vieron relegados a nuestro conocimiento, afectados por la poderosa maquinaria censora y fiscalizadora, que actúo durante siglos, prácticamente desde el principio – incitada por  determinados estamentos religiosos- de un modo trasgresor, y falto de toda ética.   

               A lo largo de la historia de la humanidad - tanto de la antigua como de la moderna -, se ha podido comprobar que la concentración de poder, la ostentación  descontrolada y el abuso de este, por parte de una o varias personas, o bien de una  casta - sea del  tipo que sea -, operando a su antojo y  sin ningún estamento externo que la controle; suele ser una amenaza para el resto de la sociedad. Y  eso, precisamente  es lo que ocurrió durante siglos con la iglesia. Sería muy difícil hoy día llegar  hacerse una idea, de cómo hubiera evolucionado occidente, el mundo cristiano de no existir la Santa Madre Iglesia; de cómo se hubiesen desarrollado la música, el arte, la filosofía, e incluso la ciencia durante la edad media, de no estar bajo el mecenazgo de  aquellos, que durante tanto tiempo ostentaban un poder casi absoluto, tanto en los estamentos políticos como religiosos, condicionando estas y muchas otras materias. Pero, si aún hay algo que todavía resulta más difícil de concebir, puestos a  divagar es: donde estaría, como seria hoy la humanidad; que sabríamos acerca de tantas cosas que ni puedo imaginar y que ahora desgraciadamente desconocemos - pues, nos las negaron -; de no haber sufrido tantos siglos de influencia, y censura intelectual promovida por esa casta sacerdotal.  Y cuando hablo de censura y ostracismo intelectual, me estoy refiriendo a todo un mundo conocimientos recogidos durante la antigüedad: técnico, filosófico, étnico cultural,  geográfico y religioso pagano, y que fue manipulado, en algunos casos  omitido por completo, en otros, censurando a antojo, privándonos de el,  y tomándose muchas molestias para que estos quedaran bien ocultos, en algunos casos bajo el velo de la nueva fe, en otros,  custodiados – estos, en forma de miles de libros variados -; ocultos  en celdas profundas guardadas por  diez cerberos en bibliotecas de las que muy pocos han oído hablar. Libros, muchos de estos únicos, de un valor incalculable en conocimientos y  sabiduría; algunos, volúmenes pertenecientes a bibliotecas antiquísimas escritas e piedra en lenguas remotas, recogidas y copiadas por fieles calígrafos en códices luego archivados, y que a su vez volvieron a ser copiados. Algunos traducidos y comentados por ilustres sabios de la época - muchos de ellos artísticamente ilustrados - que seguían investigando estos, y que en algunos casos eran ampliados con nuevos conocimientos, que con la paciencia, dedicación y tiempo, les eran revelados. Libros muchos  proféticos, otros de artes ocultas, cábala, magia arcana, filosofía, matemáticas, biología, religión  o apología y de autores tan variados como Pitágoras, Aristóteles, Manethon, Salomón, Hermes, Mocus y tantos otros. Un tesoro que debió permanecer intacto, si acaso respetuosamente consultado, pero que acabo por en unos casos por ser sustraído para luego ser ocultado,  en otros quemado  en la hoguera o extraviado; casi todo, perdido para siempre, a causa unas veces por miedo de darlo a conocer, otras por incompetencia, la dejadez o el descuido. Provocando con ello, no solo la perdida y el olvido de uno de los mayores patrimonios culturales de la humanidad, sino también, sumiendo a esta en el oscurantismo y la ignorancia. Guardándose para si la verdad, del conocimiento recién adquirido, del que a su vez era  privada la sociedad, y del que  ellos se beneficiaban de un modo particular, apoyándose en el inmenso poder político que ostentaban.

          Entiendo que ahora resulta muy fácil hacerse preguntas acerca de semejante tesoro perdido y esperar a que otros las respondan - la iglesia intuyo que no -;  Los historiadores en este caso. Sin embargo, hasta para ellos es difícil predecir en que consistía la inmensa sabiduría que se llego a extraviar –poco se llego a salvar -. Aun más, cuando determinados aspectos, fuentes y datos de esa misma historia tal como la conocemos, tal como nos la han contado, y que tuvieran que ver con sucesos que a su vez pudieran amenazar, contradecir u oponerse al poder instaurado, parecen también haber sido hurtadas; apantanadas con datos inexactos y convertidas en algo así como una exigua muestra borrosa  y deformada  de la realidad.  Valga tan solo un ejemplo para comprender lo que intento explicar: El incendio falsamente imputado a los musulmanes de Omar, de reconocida tradición bibliófila, por cierto (1) – así lo reconocen los  eruditos- de la biblioteca de Alejandría. Recopilemos los hechos. Para llegar al nacimiento de la biblioteca, debemos remitirnos a Ptolomeo II Filadelfos, hijo de Ptolomeo al cual se le atribuye la construcción de lo que podríamos llamar la primera universidad del mundo en su sentido más moderno. Para ello, al margen de hacerse con un buen numero de libros, este compró las bibliotecas de Aristóteles y Teofrasto, reuniendo más de 400.000 libros múltiples, y 90.000 simples, (2). Posteriormente, Ptolomeo III (el 'Benefactor') será el fundador de la Biblioteca en el Serapeum, (templo dedicado a Serapis) que sumará 700.000 libros,(3). Esta finalmente reemplazará a la anteriormente construida, tras el incendio sufrido por aquella durante las luchas entre los legionarios de Julio César y las fuerzas ptolemaicas de Aquilas, entre agosto del 48 y enero del 47 a.C. en el puerto de Alejandría.

           Durante el siglo IV d.C. luego de la proclamación del cristianismo como la religión oficial del imperio romano, la seguridad de los santuarios griegos en Alejandría comenzó a ser amenazada. Los primeros cristianos- monjes salvajes del monasterio de  la Tebaida y sus  los prosélitos odiaban la Biblioteca porque ésta representaba el último reducto de las ciencias paganas(4). La situación se tornó particularmente crítica durante el reinado de Teodosio I (375-395), el emperador que no aceptó tomar el título pagano de pontífice máximo y que trató de acabar con la herejía y el paganismo. Por orden de Teófilo, obispo monofisita de Alejandría (5), que había peticionado y conseguido un decreto imperial, el Serapeum, el complejo que contenía la preciosa biblioteca y otras dependencias fueron destruidas y su contenido en su mayor parte saqueado. "Tras el edicto esta magnífica Biblioteca pereció a manos de los cristianos en el 391, fecha de la violenta destrucción e incendio del Serapeum alejandrino.

              Según las Crónicas Alejandrinas de un manuscrito del siglo V, fue el patriarca monofisita de Alejandría, Teófilo (385-412), conocido por su fanático fervor en la demolición de templos paganos, el destructor violento del Serapeum (6). La  destrucción de tan magnifico lugar,  significó la extravío de aproximadamente el 80% de la ciencia y la civilización griegas, además de legados importantísimos de culturas asiáticas y africanas, lo cual se tradujo en el estancamiento del progreso científico durante más de cuatrocientos años; hasta la llegada de la  durante la Edad de Oro del Islam (siglos IX-XII)y gracias entonces a  sabios como: ar-Razi, al-Battani, al-Farabi, Avicena, al-Biruni, al-Haytham, Averroes y a aquellos que, durante siglos supieron guardar lejos del peligro, lo que otros ansiaban abrasar.

1-. Durante el siglo X, en la Alta Edad Media, cuando los castillos de los príncipes cristianos tenían bibliotecas de diez volúmenes, mientras no excedían de treinta a cuarenta las de los monasterios más famosos por su ciencia, como Cluny o Canterbury, la de los califas de Córdoba alcanzaban los cuatrocientos mil.

2-. Así lo asevera el filólogo bizantino Juan Tzetzes (c.1110-c.1180) basado en una 'Carta de Aristeas a Filócrates' que data del siglo II a.C.

3-.  Según cuenta,  el escritor latino Aulio Gelio (c.123-c.165).

4-. Por esa época parecía impensable que un siglo antes allí hubiera estudiado y formado cientos de discípulos un filósofo como Plotino (205-270), fundador del neoplatonismo.

5-.  Los cristianos orientales provienen de la primeras comunidades formadas por los apóstoles y que dieron lugar a los patriarcados de Alejandría, Antioquía, Constantinopla y Jerusalén. Sin embargo, a partir del siglo V las controversias teológicas dieron lugar a la ruptura de la iglesia. Aunque el Concilio de Calcedonia del 451 definió a Cristo como una persona con dos naturalezas Dios y hombre, hubo personas que mantuvieron la postura monofisita de una naturaleza. Este error teológico significó que mientras la postura correcta fue sostenida por Roma, Constantinopla y Georgia, así como la población griega de Alejandría (Egipto), el monofisismo fue adoptado por muchos de los egipcios para diferenciarse de los griegos bizantinos y dieron origen a la Iglesia Copta. Por la misma razón muchos de los sirios siguieron la corriente e introdujeron como lengua litúrgica el siríaco que proviene del arameo y bajo el liderazgo de Jacob Bar Addai se les denomino Iglesia Jacobita. Los armenios también se sumaron a la herejía monofisita

6-. Un discípulo de san Agustín, - renombrado historiador y teólogo visigodo Paulo Orosio (m. 418 d.C.)-, en su manuscrito, Historia contra los paganos, nos informa certificando que la biblioteca alejandrina no existía ya en 415 d.C.: "Sus armarios vacíos de libros... fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo".

7-. De ahí que sean observados con recelo los escritos de estos padres de la iglesia .


                                                            1-II

Blindaje de la fe Contra la Gnosis

             Pero no nos dejemos engañar por las apariencias. Había mucho más que quemar, que ideas paganas en la biblioteca de Alejandría.

             Aproximadamente a finales del siglo II y principios del III de nuestra era, la religión cristiana, ya se podía considerar como una religión totalmente emancipada, que se expandía como una fulgurante  llama de esperanza; asentándose dentro de las capas más desfavorecidas de la masa social. Incontables comenzaban a ser, aquellos que llevados por las revolucionarias ideas de un paraíso para los mas desamparados, seguían con fervor apasionado la  nueva fe, mientras que también comenzaba  a despertar simpatías dentro de la aristocracia romana y las clases medias. Para entonces, como no podía a ser de otro modo, ya se había desarrollado dentro de esta una sólida estructura interna; una notable organización jerárquica, de doctores revestidos de autoridad; y como no, también  habían comenzado a darse las primeras  disensiones; discrepancias movidas por distintos puntos de vista, que comenzaban a ser lo suficientemente importantes, como para amenazar la cohesión del conjunto, y poner en peligro a la propia iglesia.

De entre la divergencia de opiniones surgidas en cuanto al modo de entender la nueva fe, el cristianismo vería surgir su primera crisis, aparecida de la mano de algunos grupos, motivados por una actitud existencial característica de un tipo  especial de religiosidad, “el gnosticismo”; cuya raíz primordial tendríamos que buscar  escarbando en diferentes épocas, entre   antiguas religiones pasadas  como la egipcia  que, todo sea dicho, todavía se resistía a desaparecer. Pero el tema a tratar no es la gnosis general – a la cual se le atribuye el fundamento, fuente de toda religión -, sino el de la Gnosis cristiana; una rama esotérica que se dio, dentro del seno del cristianismo primitivo, en la cual confluyen elementos egipcios, judíos y helénicos, y a la que se atribuyen origen en el tiempo,  dentro de la misma perspectiva que a los propios padres de la iglesia, Tales como Clemente de Alejandría u Orígenes (7). Recordemos los comentarios de Clemente de Alejandría acerca del verbo de acuerdo a especulaciones paganas sobre el Logos y después de él, Orígenes profundizando en la noción neoplatónica y cristiana del Ser. 

¿A dónde quiero ir a parar?. Es muy sencillo. Precisamente a esa Gnosis cristiana, se le parece resurgir en un principio dentro del pensamiento neoplatónico. De este modo, las tendencias que se había manifestado en la filosofía griega y alejandrina, elementos pitagóricos aristotélicos y estoicos se funden con el platonismo en una vasta síntesis que debería influir en el pensamiento cristiano. A partir de ese momento la iglesia, para garantizar su propia unidad y defenderse de ataques polémicos, comienza a poner en claro sus propias ideas y supuestos teóricos creando, organizándose con un fuerte sistema doctrinal, que intenta representar aquello que buscaba la filosofía griega y que solo había hallado de manera imperfecta., este periodo de interpretación encontramos a los padres apologetas, quienes combatirán la Gnosis y la patrística

         Desarrollar y profundizar en esta interesante faceta hoy extinta del cristianismo, llamada Gnosticismo, seguro sería (es) un  tema apasionante, sin embargo entiendo que bastante se ha escrito y más se escribirá (seguro) sobre el asunto, para poder explicar y entender aquello que en su momento hizo temblar los cimientos de la iglesia; mas es de la propia iglesia de la que quiero hablar,  pues si de algo sirvió el terremoto teológico surgido de Gnosticismo, no fue para otra cosa que blindar la fe, hasta entonces todavía vulnerable de la iglesia de ataques internos y externos, llevando a la elaboración de una teología mucho más ortodoxa, una doctrina todavía más rigurosa que a partir de ese momento se opondrá a cualquier toma de posición diferente a la estricto,  siendo tomada como herética cualquier otra disertación.  Ello desembocaría en  la creación de un canon estricto, es decir una lista de libros autorizados por la iglesia, entre la multitud de escritos que entonces circulaban, llegando a un acuerdo los padres de la iglesia en torno a la mayor parte del nuevo testamento: evangelios  así como las epístolas. Esta actitud con el tiempo se volvió mas intransigente y prohibitiva por parte de los representantes de la iglesia que se apoyaba en la noción de los textos canónicos o inspirados comparando los con el tiempo al rango de escrituras sagradas

Apologistas y padres de la iglesia crearán un muro de filosofía, llamada escolástica que dará sentido a las escrituras. La paganización del cristianismo refuerza su sentido así el mayor de los militantes san Agustín, conocedor de las influencias Gnósticas y esotéricas que conforman el núcleo cristiano primitivo y tradicional legitima de este modo tan particular la religión que defendía diciendo: “si los filósofos han emitido por casualidad verdades útiles para nuestra fe, no solo hay que tener esas verdades, sino que debemos arrancarlas a esos legítimos detentores para usarlas nosotros”. Afirmando    que: “aquello que llamamos cristianismo ya existía, y entre los antiguos nunca dejó de existir desde los orígenes de la raza humana”. un juicio extraordinario, ¿no creen?. 

                                                          1-III

La lista de libros prohibidos de la inquisición.

Fue a partir de 1483, cuando tenemos conocimiento que la inquisición española comenzó una quema general de libros, impulsada por Fray Tomás de Torquemada, quien posteriormente en 1540 elaboró una lista de Obras prohibidas. Pero Sería ocho años después concretamente en 1548 cuando en Roma se organizó la Congregación del santo oficio de la inquisición, a la cual se le encargó crear la primera lista oficial de libros prohibidos que se conoce. Con la unificación de ambas listas en 1559 dio origen lo que se conoce como el “index Autorum Et Librorum prohibitorum” que traducido dice (Índice de Autores y Libros Prohibidos). A partir de ese momento Europa sufrió el saqueo a manos de la inquisición de bibliotecas privadas y públicas, persiguiendo a los autores herejes.

Grimorios: Palabras con poder. 

De los libros prohibidos por la iglesia cabe destacar particularmente alguno de ellos por lo exclusivo de su caso. En unos casos por no saberse muy bien si son reales pertenecen a la leyenda. Otros porque se les asignan poderes que están fuera de toda lógica.

A los teólogos les siguen fascinando más los misterios que las certezas, a juzgar por la reacción del secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe en la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino. Este teólogo, jesuita y profesor en la Universidad Pontificia de Comillas, expresó ayer la satisfacción desde el punto de vista de la antropología cristiana por la publicación del genoma humano, pero advirtió de que el descubrimiento "no podrá desvelar nunca el secreto del ser humano".

El miedo a la ciencia, comprensible entre los teólogos desde el maltrato que la jerarquía dispensó a Galileo, no arredró a Martínez Camino. Ve en el desciframiento del genoma una ayuda para entender la vida, pero cree que "no aportará nada, cualitativamente, a la comprensión de la vida humana, de la que ya la filosofía y la fe han aportado sus claves". "Decir que el secreto de la humanidad está en los genes es apresurado e infundado. La dignidad humana no está en los genes. Es una convicción filosófica y moral que tiene sus fuentes propias y válidas por sí mismas y no dependen del empirismo científico", explicó a la agencia Europa Press.

El director en España de la poderosa comisión doctrinal que coordina el cardenal Ratzinger reflexionó también sobre el hecho de que el genoma humano no sea mucho más complejo que el de otros seres vivos, incluso los más primarios. Confirma la vinculación profunda del ser humano con toda la comunidad de la vida, pero "no presupone que seamos equiparables a otros seres, puesto que somos los únicos en la creación que lo sabemos", comentó.