Camus y la Peste / Jordi Maqueda

Siempre agradable hablar de Camus, lo siento cercano; un amigo: así es como lo veo y leo.  No sé si al principio elegí su libro o él me eligió a mí, en todo caso yo lo elegí luego a él: algo de lo que me siento agradecido y jamás me arrepentí no dando por perdido aquel tiempo. No sé cuánto aprendí o desaprendí con él, en mi caso cuesta distinguir cuánto puede dejar alguien, sus escritos y razonamientos en uno mismo, más cuando la consecuencia de ello no es evidente ni mediata, sino una sinergia progresiva entre la memoria y la razón que en algún momento y por alguna circunstancia se hace perceptible, pudiendo entonces señalarla como consecuencia de, tal y como me dispongo a mostrar. 

"Nuestros contemporáneos no son simplemente los escritores de nuestra época, muchos de los cuales ya nunca podremos leer; contemporáneos son los textos que leímos e hicimos nuestros en un momento dado, los que han dejado una huella en nosotros." Michael Wood


 Aunque cuando nací, 1968, él había muerto 1960, Camus ha sido para mí uno de esos escritores que hice mío. influenciado éste de joven, por los mismos autores que me influenciaron a mí y con casi la misma edad, intuyo, desarrollé algún tipo de vínculo con su espíritu. Un vínculo, una cercanía que a otros parece costarle más, no por no entender lo que escribe, sino más por entender cómo sentía, en tanto a la influencia que representa la lectura de aquellos, a los que pocos siendo tan jóvenes se aprestan a leer. Sobra decir, que siempre he sentido admiración por aquel tipo, que saltó como un espontáneo al ruedo de la filosofía,  llevado por aquella  sinvergüenza "torera" y la valentía de no aceptar una existencia irreflexiva. Burlándose en su día sus detractores, definiéndolo como un filósofo para jóvenes, y que hoy sigue siendo la opinión de no pocos académicos, como no podía ser de otra manera, viniendo de académicos esa opinión. Pero y volviendo a lo que iba, de cuanto de sus escritos yo pude obtener, sirviéndome uno de ellos destaca entre todos ellos: Sísifo, de quien no interesa tanto su castigo, como lo que Camus nos enseñó y ocurre durante una parte de éste, justo, cuando una vez alcanzada la cima con la roca, ésta vuelve a caer, y el vé “a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá jamás. Esta hora que es como una respiración, y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca” – el mito de Sísifo, Camus.  Justo, en ese preciso momento, es en esa bajada en silencio con su conciencia, cuando Sísifo “es superior a su destino, y más fuerte que su roca”. Un momento, que todos incluso en la peor de las situaciones encontraremos, como yo encontré tras mi accidente y otras fatalidades; haciendo valer la afirmación: que de una tragedia no todo momento es tragedia y que en ella nuestra conciencia, sea al anochecer o libre por momentos del dolor, actúa, y por ella nos reponemos, sobreponiéndonos, sino de inmediato y definitivamente, durante al menos un breve periodo de tiempo a ella: siendo, nosotros más fuertes que trágico nuestro destino. Camus no me me enseñó a pensar, me mostró cómo sobrevivir.

Y por último –no me quiero extender– relativo a su segunda novela, La peste (1947) se podía extraer un inquietante advertencia, (infundada, en aquel momento de explosión y superioridad de la ciencia y el hombre sobre la naturaleza) una metáfora del Mal, encubierta y casi disuelta por la tremenda historia de una epidemia mortal en Orán, donde emerge lo mejor de la fraternidad humana,  y los justos  sacrifican su bienestar para cuidar a los demás. Pero también lo peor, mostrándonos que las peores epidemias no son biológicas, sino morales; y en situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad y las personas: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad. "porque el bacilo de la peste no muere ni desaparece nunca (…) y que quizá llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las envíe a morir a una ciudad dichosa"La peste (fragmento).

No hay comentarios:

Publicar un comentario