Superar el espejismo de la nada―/ Jorge maqueda merchán / jordi maqueda

 

Superar el espejismo de la nada “En algún momento de nuestra existencia, y si tenemos suerte, es posible que nos encontremos en un callejón sin salida”, afirma Peter Kingsley, (In the Dark Places of Wisdom, 1999). En otras palabras, aunque se derivan estas de las suyas: si uno tiene suerte o se lo propone, es posible que aceptemos el desafío y elijamos ese camino difícil que finalmente nos lleve a una encrucijada mayor, donde ninguna de las aparentes opciones pueda satisfacernos… y ante lo que se nos muestra delante de nosotros, sospechemos, “que el camino que vemos la izquierda lleva al infierno, el camino de la derecha lleva, igualmente al infierno, que la carretera que tenemos delante lleva al infierno y que, si damos la vuelta, terminaremos en el infierno”. Entiéndase, ese lugar y momento a partir del cual, de todos los caminos advertimos llevan al mismo y a ningún lugar (a nada: o a la Nada), sin otra alternativa que enfrentar, superando esta situación. Es justo en ese lugar y momento, cuando uno, y si antes comprendió a dónde y por donde iba, pero sobre todo: qué lo movía y cuál es su destino (el Ser, y no la Nada), conseguirá despertar, aquello olvidado que ni podíamos imaginar (y nos había sido sustraído): la propia luz, que nos ilumine aquellas sendas antes oscuras: y poder ver sin mirar, y a la vez entender más allá, sobre los límites mismos de la razón y los sentidos.

¿Por qué? ahora esta introducción… a medias de apercibimiento, a medias de motivación / a medias de Kingsley, a medias mía... es normal que lo preguntemos, no en vano las personas somos los únicos que parecen hacer algunas cosas sin motivo alguno, o pensar cosas que no tienen ninguna razón o sentido. Espero que esta: mi razón, y el sentido lo encuentren a estas palabras, en el texto que sigue...”

E. Trías insiste en que una filosofía o filosofía del ser (ontología) que se distancié sobre el extraordinario desafío que la Nada nos propone, no puede acreditarse como tal filosofía. Por lo tanto, hemos de pensarla se nos dice, pero ¿por qué? Si prestamos atención a lo que Trías luego nos dice, veremos su agudeza al abrir una nueva vía que nos alumbrará, al proponer este pensar ‘la Nada’ no como un fin, sino como un volver a pensar, ‘re-pensando la Nada’ como vía de, o hacia el conocimiento / hacia una frontera o límite (un limen que Trias ya había transitado, y al que nos invita), donde puede ‘comparecer’ la Nada, pero que yo llamaré mejor: ‘espejismo’ de la Nada, espejismo que se debe superar del todo, a través de este nuevo re-pensar, entendiendo este ‘re-pensar la Nada’ como un crecimiento hacia un mejor pensar y saber mayor. Si bien, el término ‘comparecer’ precisa de aclaración en tanto a mi entender, pues entiendo ‘comparecer’ no como presencia física de la Nada (por supuesto) sino como un límite dado y expuesto a la mente, a superar por la razón; entiéndase: habiendo elegido la vía extraviada y errática de la Nada: un punto y seguido en el camino, donde habiendo llegado a este, entendemos aquello (presente… que no-es) superándolo; como en el desierto el sediento, sin prestar atención al espejismo, y manteniendo la razón y el sentido, prevalece sobre cual ardid que la esfinge propone, alcanzando, así finalmente el pozo y su destino. Entendemos, por tanto: una “frontera o límite" (o mejor sería decir: una encrucijada a la razón) que se debe superar por medio del entendimiento, a través de este ‘re-pensar la Nada’ / en tanto a un espejismo de la mente, que nos desvía el rumbo y la atención, atrapando la razón luego entre etéreas e infinitas redes.

Llegados a este punto, y modulando la señal que se nos envía, podemos entender qué quiere decirnos Trías, en tanto, que si hay tal cosa como el pensamiento es, justamente, por el reto y envite que la Nada, y llegados a ese límite propone: un punto y seguido para algunos (mi caso), para otros (aquellos que se quedan en la nada) final del camino. Luego, igualmente, extensiva esta reflexión es “en relación al propio lenguaje. Se propone, por lo tanto y de este modo el transitar (la senda extraviada y errática de la Nada) como aquello mismo que trae la posibilidad para que prospere la inteligencia, emergiendo de su modorra que, precisamente y ante el problema que propone la Nada, “permite el salto del ensañamiento preconsciente donde dormita, en la escala de la vida, la inteligencia", hasta la plena efervescencia de esta, y superar ese escollo que es la Nada supone y propone cuando pensamos el ser. Pero y aclarado ya este punto, donde la Nada no es nada, sino un mero espejismo a los sentidos surgido de la mente, y que se muestra a la razón habiéndose de superar: ahora, nos preguntamos nosotros, realmente ¿su cuestionamiento hace posible la inteligencia? “Quizás”, o mejor dicho: “quizás toda inteligencia sea, ante y sobre todo, inteligencia de la Nada o relativa siempre a esa Nada, en la que parece hallar su propia condición de surgimiento” (E. Trías).

Así, y desde esta nueva perspectiva, el proyecto observamos parecería estar más allá incluso de aquello que no-es: de la Nada, y más vasto por tanto será al ejercicio de pensar, pues se trata de superar la idea o “el espejismo” en nuestra mente, de "la Nada", de lo que no-es, e ir más allá: en busca del Ser. Pero, la cuestión ahora sería, antes de seguir, es necesario ¿debemos re-examinar de nuevo la Nada? ¿hacemos bien adentrándonos al universo de la nada, en este caso de Heidegger, aun cuando esta no es real? entiendo que si, por supuesto, es la razón por la que ahora me encuentro aquí: debe examinarse «en sí y por sí» individualmente, pero no solo, y como afirma Trías —si queremos alcanzar los mejores matices de su naturaleza y naturaleza del ser— sino, igualmente, si realmente ambicionamos alcanzar y probar a ver, hasta dónde nos transporta en este re-pensar la Nada… superándola: desde nuevas y, por qué no, también olvidadas o rechazadas y divinas perspectivas. Pues de esa misma inteligencia, probarla, ‘quizás’, primero esté en entender y discernir qué es verosímil y qué no lo es (qué es verdad, y qué lo es para la δόξα, doxa) tomándolo todo en cuestión. De modo que sí, entiendo debemos recoger el guante que se nos arroja e ir más allá, de la nada, incluso, en el sentido que se pueda llevar a culminación el proyecto, supuestamente fallido de Heidegger (o quizá todavía mal interpretado) como insinúa Trías, aunque para esto último: deba coger el guante (de Heidegger) ¡el que pueda! más que quien quiera: que no soy yo, ni tampoco puedo, ni es este el caso, aunque dejaré mi modesta opinión.

Es ser: “solo es ser, en lo que está y no está presente; más, no se nos permite saber" / Jorge maqueda merchán / jordi maqueda

 

Es ser:  “solo es ser en lo que está y no está presente; más, no se nos permite saber" El hombre, mortal e incompleto en su imperfecta naturaleza, se mueve en un ámbito reducido y concreto de su existencia y percepciones y, por lo tanto, solo puede concebir aquello que-es, cuando se le presente en su propio ámbito: de sus sentidos e, igualmente, ‘sensaciones’; mas luego considera aquello que no se presenta a sus sentidos y sensaciones, como algo que no-es: (o bien entiende que, no está ahí : porque no existió nunca ahí / está ausente de-ahí: o porque estuvo ahí, pero ya no está-ahí / o, bien no existe: no existe ahí, ni en ningún lugar.. “Ahora bien, encontramos también en el hombre (y de su experiencia), que aquello que está presentándose dentro de su ámbito, se encuentra en la alteración del aparecer y desaparecer (Ingeborg Schussler) de tal forma que en cada caso, sale de su presencia hacia una no-presencia o ausencia mal entendida (que yo entiendo como aparente ausencia) o también definida como: “no presente–en apariencia― pero el hombre, limitado siempre a aquello que le es perceptible, no considera lo que salió de su presencia ―y por tanto, que ni ve o siente― como lo que es ausente, ser ausente; sino precisamente lo entiende como lo que no-es, como “no-ser”(no presencia del ser-ahí); obviando, que “no siempre la naturaleza se muestra, ni se muestra en todo momento, ni en toda su forma y verdadera grandeza, ni a todos, ni en un primer momento: pues dependiendo de cómo (la forma) y a quién, hay que acceder como a nuestro reflejo en agua de una charca, cuando la lluvia "en apariencia" lo hace desaparecer o desfigura, mas luego aparecerá de nuevo, pero que está, ha estado siempre allí”. Pues la realidad siempre la encontramos velada en una apariencia a desvelar, cuando en su diferencia encontramos la verdad, que solo su disolución: el pensamiento, nos la hace visible. Siendo esta la ‘encrucijada’ a saber: no entender, que algo no es Nada, solo por haber salido de la presencia y confundiendo por tanto, el ser y el (no-ser/no-estar, ausencia en apariencia) del ser (o fuera de la presencia a nuestros sentido y sensaciones ) con no-ser (o ausencia absoluta) en tanto a Nada; de tal forma que no solo se pasa del uno al otro, inadvertidamente, sino que de la identidad a una no-identidad, y a su vez de la no-identidad a una identidad; así y luego…la δόξα pensará que de la Nada el Ser aparecerá, y si luego desaparece, pensara que no hay nada, cuando se trata del mismo ser, presente o, no presente-en apariencia (sin que la no presencia suponga la Nada, ni deje por tanto del ser (el ser, no presente-en apariencia) pues y a pesar de que haya sido rozado constantemente; a pesar de que la δόξα (doxa) tiene trato en todas partes con el ser y el no-ser, incluso teniendo, a veces, una decidida concepción de este ‘ser’, finalmente no puede informarnos sobre la consistencia de este. Pero cabe entender, por encima de todo que " solo es ser, en lo que está y no está presente; más, no se nos permite saber": que muere agotado de sed quien del espejismo ve verdad, y al ir hacia este luego hallará mentira.

δόξα (Doxa) es ese mundo siempre cambiante y relativo de la opinión y del: “me parece que” (los otros), como cambiantes y relativas son las opiniones ― tanto el conocimiento icónico (o sistema de comunicación que trata de representar la realidad visual que nos rodea, a través de logotipos, o imágenes y en sus elementos más evidentes: colores, formas y texturas entre otros); como el conocimiento de los objetos sensibles, obtenido a través de los sentidos, o conocimiento sensible, que genera opiniones, conforman el mundo de la doxa.― y que no solo es aplicable a los medios de comunicación o las redes sociales, como algunos puede suponer... viendo dónde esto nos puede conducir.

 

De la apariencia―Jorge maqueda merchán / jordi maqueda

 

De la apariencia Creo conveniente hacer una aclaración sobre la apariencia, antes de seguir para mejor entendimiento de estos (los textos. No sé, si también de la apariencia: eso espero). Por tanto, no diré aquí lo que la apariencia es, pues la apariencia es, en tanto a quien por su mente y para él, o para aquellos sea y se muestre de una cosa u otra. Mejor diré, que no sé qué es exactamente la apariencia, pero sí explicaré que es la apariencia como yo la entiendo dada a estos textos que escribo e ideas expresadas en ellos y así mejor entenderlos, en tanto a qué quiero decir, cuando utilizo el término apariencia o en apariencia.

Existe una tradición filosófica que se remonta incluso a antes de Platón, y que reflexiona sobre una cuestión “concreta”, llevando de cabeza a la filosofía desde sus inicios: las apariencias, considerando estas (lo que vemos o percibimos ante nuestros sentidos) de una menor entidad frente a la realidad existente... mostrándose, luego y con el tiempo, este, como el primer gran problema que la filosofía se plantea, siendo aspecto relevante en los filósofos primeros, dados a la búsqueda de un sustrato inmutable (de esa misma apariencia 7 lo que-es esencia) capaz de explicar la realidad: siempre cambiante y efímera, frente a la auténtica realidad que habrá de ser, únicamente accesible a nuestra inteligencia (al pensar).

Hoy por apariencia entendemos se trata de realidades veladas a nuestros sentidos (átomos y moléculas por ejemplo) y comprensibles solo a la razón: a nuestra inteligencia, por medio de (números, sintagmas, etc.) que son los que nos proporcionan, una explicación a las apariencias o imágenes a la conciencia que percibimos como reflejo de la luz 8instantes recogidos  en la mente) que son de un contexto y horizonte común a otras personas. Esta capacidad explicativa da luego mayor relevancia a la realidad, frente a las "simples apariencias" temporales y cambiantes de aquellas formas y realidades. La Apariencia, por lo tanto, se considera clásicamente un conocimiento incompleto y superficial de algo cambiante, cuando no obnubilado (igualmente debido a la limitada de percepción de los sentidos primarios: vista oído, olfato, gusto y tacto) ―en contraposición a la realidad en sí misma, o conocimiento verdadero y profundo: o esencia de las cosas (en realidad), y solo accesible al sentido de la razón (que entiende de dos o mas  maneras distintas la misma cosa). Así, el término apariencia alude inevitablemente a aquello que (no tanto oculta del todo) sino que más bien oculta en sí, o tras de sí, a los sentidos primarios: la esencia (naturaleza verdadera) de la cosa (su ser o forma / que trasciende todas las formas observables de esta) el ser es siempre mas que todas sus formas (entendidas) . En otras palabras, la apariencia es, lo que se muestra, manifiesta, evidencia a los sentidos, nuestros sentidos primarios de una cosa, pero no la naturaleza última real y verdadera (en tanto única forma) de las cosas (su ser), la cual está no oculta si no velada tras las apariencias que es o son dadas a los sentidos (en el tiempo) sr y tiempo tiene sentido aquí cuando al ser se observa (moviéndonos) de sus instantes observando aquello que muestra igualmente aparente de la forma  a lo largo del tiempo (en sus instantes) proyectándose de la luz a nuestros sentidos.. Unos sentidos, que no nos fueron otorgados, o evolucionaron, para comprender esencia alguna de las cosas, sino para distinguir lo útil de lo inútil, lo peligroso de lo que no lo era, lo comestible de lo que no se podía comer, y primariamente (en tanto a importancia) a discernir, entre lo que ayudaba a sobrevivir, de lo que nos podía quitar la vida. / de ahí que pocos se paren a ver la evolución desde que florece una roza hasta que se marchita ( si no es relevante para él)

Y es por aquellos mismos sentidos limitados todavía a su primera y primaria utilidad, pero hoy sumados a la razón, que nos adentramos (o intentamos adentrarnos) en las cosas, en su naturaleza, pretendiendo de ellas / su esencia→  sin observarlas en evolución de todas sus forma aparentes; sin que debamos dar por hecho y cierto que (la reflexión solo y por sí misma) en torno a lo conocido: la apariencia, y dada por las cosas a nosotros a nuestros sentidos ―ya desde el primer momento y a través de de lo proyectado: "su apariencia" en sí, de estas cosas― nos lleve a su realidad (o esencia) misma, de aquel ser que la proyecta (por la luz, o esta reflejada) como colores i realidad de este, e igualmente tampoco como esencia misma de aquel ser (o ser primero que la emite: la luz) frente a la realidad de lo proyectado: la apariencia, ésta en sí y por sí es "cosa / de muchas cositas" y por lo tanto alguna cosa “es”, igualmente real pero aparte: es otra cosa lo proyectado en colores a la conciencia i del medio / en otro medio como el aire ( de los que no somos conscientes al evaluar la forma de la cosa / reflejada de otra cosa : la luz / sobre otra cosa: el aire/  por tanto de La apariencia ( en la propia conciencia) del sentido de la vista es luz, luz (que es algo); luz emitida por un cuerpo en algún lugar (el sol) y luego reflejada por otro cuerpo/cosa/ente (en un medio que es el aire→  agua H2o  entre otras cosas. Así, cuando miramos y vemos un cuerpo (cosa/ente) en la tierra―no emisor de luz/radiación― no vemos ese cuerpo, sino la luz que éste refleja dada a nuestros sentidos: otra cosa (que no es la cosa en si) por tanto es aquello que vemos reflejo i luz, pero que no forma parte (del ser que lo proyecta o refleja): pero que sí, se ve alterada por él (por la cosa que lo refleja) pero no, no es él, no es la cosa que lo refleja... pero es del mismo modo, que tampoco es esa luz que percibimos como apariencia o reflejo, aquello que en primera instancia la emitió: una estrella por ejemplo (el sol). De lo que se desprende (y así lo entiendo), que tanto la luz de aquella cosa que la emite ―la estrella― luz que se nos mostrará como apariencia de algo a nuestros sentidos, como aquello que luego refleje la luz (un árbol, por ejemplo) y que se nos mostrará igualmente como apariencia de algo (árbol), aunque nos de información de ambos: de la cosa que lo emite, o bien, que refleja, no es (esa apariencia) ninguna de las dos: ni la cosa que lo emite, ni la cosa que lo refleja (cuestión de conciencia pues); y más profundamente esto lo entendemos cuando hablamos del fotón, que tampoco es (ese fotón) el electrón que lo emite, sino un (producto: proyectado) una emanación por radiación, a partir de ese electrón que reacciona dando como resultado y subproducto de una reacción: un fotón que luego alcanzamos a ver/percibir ( del acto de observaren conciencia aquello que lo refleja / entendiendo igual que el no es de aquello reflejado / pero la mente lo interpreta) luego nunca veremos el electrón/emisor que quedó en su sitio, y solo percibiremos el fotón (que es otra cosa distinta del electrón e información que la mente interpreta de los puntos donde la luz va siendo reflejo de los cuerpo (trayéndonos a la conciencia la información de estos): la luz, una luz (como un espíritu que nos trae la nueva: información) y que nos llegará después de ser emanada por aquel electrón viajando hasta llegar a nosotros e impactando a la vista y nuestros sentidos (como apariencia de algo antes donde incide ( i de la mente en conciencia) información de algo que interpreta de la luz). A decir, sobre la luz esta es i no es material: el fotón no tiene masa y tampoco posee carga eléctrica, y no se desintegra espontáneamente en el vacío (es el vacío lleno de luz) que no-es de una forma a los sentidos / pero reconoce la conciencia (luego conciencia es). El fotón /la luz no aparece al vacío de una forma / luego parece no-ser no tener ser sino impacta sobre (él) entiéndase alguna superficie o conciencia; y sin embargo ( a uno: al mirar al espacio entre las estrellas en la noche es (él) consciente i en conciencia de algo-ahí que no son solo las estrellas) sino del espacio que no vemos entre estas.

Antes: una superficie parecería no tener vida o existencia, si esta no refleja la luz (el fotón): allá donde hay luz hay algo, información de algo que nos llega a través de la luz, de ese algo que lo refleja o emite pero hoy las microondas que no vemos hablan a la conciencia que observa (pero entiendo igual) lo que no vemos su presencia (de la idea de otros entendemos de una forma las microondas) / pero de movernos nosotros a ellas de un nombre las entendemos nosotros lo mismo no de la misma manera: pero igualmente información (luz a la conciencia que la reconoce)  moviéndose de otro al sentido de uno despertando una forma parecida al tacto, solo sentimos la fuerza (que nos da la información de un limite de algo) e impide que se pueda entremezclar  todo / manteniendo un orden aparente en las formas de la materia.

Después de Parménides, la apariencia (o el problema de la apariencia) ha remitido siempre al problema de la realidad, tanto que las relaciones entre ambas (apariencia y realidad) se resumen básicamente en dos propuestas: de un lado, están para los que la apariencia oculta la verdadera realidad; y de otro, aquellos para los que la apariencia es la realidad misma y manifestación de esta y, por tanto: la realidad misma; si bien, encuentro interesante, en el sentido de lo anterior (de las propuestas) las palabras de Husserl, cuando refiere los fenómenos y la apariencia, presentándonos tres casos distinguibles y singulares siendo, el primero: donde la apariencia podría manifestar la verdad del objeto (y los fenomenólogos están de acuerdo, erróneamente, a mi entender); el segundo: donde la apariencia podría ocultar la verdad del objeto (no el objeto); y por último y doy mayor razón, tal y como yo lo entiendo en estos textos, el tercero: donde la apariencia se muestra, como un indicador del camino que se debe seguir para llegar al objeto, lo que me lleva de nuevo a la segunda, donde la apariencia podría ocultar la verdad (el ser) del objeto (pero no el objeto) y así: la apariencia revela un objeto (existente), pero no el ser (o esencia) del objeto, y de aquí podamos entender, de alguna manera la razón para los fenomenólogos, en tanto que: la apariencia es la verdad del objeto, si bien y a este respecto, del párrafo anterior se adivina mi posición. En Kant, la apariencia está en completa contraposición de la “cosa en sí” si bien él no ve en ella engaños o ilusiones. Y por último, hay un escrito, no muy conocido, libro redactado por Mariano Ibérico, allá a mediados del siglo pasado, titulado La Aparición; ensayos sobre el ser y el aparecer, donde se menciona, que el ser es en sí, no obstante aparece a una consciencia, y ésta lo “refleja” en tanto que apariencia, haciendo de esta forma una síntesis del ser y la apariencia. De donde se puede profundizar en ello, obteniendo algunas ideas al respecto: como que la apariencia es "ser", pero no es "el ser" mismo la apariencia.

 

Lo que la nada no es / Jorge maqueda merchán / jordi maqueda

 

Lo que la nada no es― [«Preciso es, pues, ahora / que conozcas todas las cosas: / de la verdad tan bellamente circular, la inconmovible entraña / tanto como opiniones de mortales / en quien fe verdadera no descansa» (Parménides – P. de la Naturaleza)] “El origen o etiología de la idea del no-ser —equivalente a la de la nada— guarda en la metafísica aristotélica una importancia fundamental, porque es uno de los dos ejes centrales del primer principio de nuestro pensamiento, el de contradicción, sin el que nos están vedados todos los demás, aunque sean superiores. En efecto, en la expresión más sucinta de este principio (“no es posible afirmar y negar simultáneamente”) se encuentra ya larvada no solamente la idea del ser que sustenta la afirmación, sino la idea del no-ser o de la Lada que sustentaría —y esta es la cuestión— la negación subsiguiente, ya que no podría ser simultánea” (Carlos llano Cifuentes: Sobre la etiología de la Nada).

Del texto superior queda explícito el principio de no contradicción: “Nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido” por tanto (Ser/la Nada o La Nada-es) son construcciones semánticas que, ni en el texto, ni fuera del texto tienen sentido alguno, pues afirman y niegan, o niegan y afirman al mismo tiempo, quedando implícita su contradicción. Sin embargo, observamos como las personas buscan la Nada, por lo que ‘es’, y se preguntan o quieren saber ¿Qué es la nada?, o [¿Qué pasa con la nada?-(Heidegger)] precipitándose: buscando entonces aquello, repito, que la Nada ‘es’, o de algún modo haciéndola luego, por medio de constructos ‘ser’( lo que implica luego a otro siendo de él). Pero hay un problema primero y universal: la nada “no-es” lo que es de otra manera→ el ser (ausente de aquella otra manera) ni puede ser ( la nada) en ausencia de lo que-es luego→ el espacio vacío de la forma anterior /o de otra forma que no vemos o entendemos el espacio que es (como nos queda), y esta es una de las razones, si no la razón primera y última por la que el estudio de la idea de la Nada se hace impracticable, y más aún por la forma de acceso (al conocimiento) hacia lo que no-es. “Esto que llamamos la Nada, referido a la Nada total y absoluta no solo no existe, sino que tampoco la podemos imaginar, o entender; es más no la deberíamos ni poder nombrar —innombrable, en tanto es un nombre que refiere aquello inexistente, siendo en sí mismo nombre una contradicción al negar todo simultáneamente”—pues no sabemos de lo que hablamos, al no estar ‘aquello’ en el nivel existencial concreto, ni en el abstracto o cognitivo” de alguna manera / de un nombre que quizá sirve para entender de lo que no debemos hablar; y es por ello que entendemos del nombre lo que no describimos, precisamente. Luego algunos nos dicen: “se trata de la idea de la ausencia de algo que es: el ser; pero, incluso las ideas ―en este caso negativas― no se pueden abordar, pensándolas de modo directo: como lo que son. No debe olvidarse que toda negación viene expresada antes sobre una afirmación que es su causa, pues la afirmación ‘siempre’ es anterior a la negación: las ideas negativas tienen, por lo tanto, su contenido (o principio) en las positivas [el ser ‘primero’ y en total ausencia absoluta (en ningún lugar) del ser: Nada→ pero nada nada ahí del ser (aquello que del ser y nombre lo que entendemos debería ser-ahí de una forma] pero y ni mucho menos una Nada absoluta ahí ( ¿me entienden?).

Pero de algún modo me encuentro (antes de yo- ser moviéndome / luego siendo de lo mismo) que hemos dado nombre ‘propio’ y de manera general a ‘la Nada’ para referirnos a la ausencia del (él) ‘ser’ (o de uno ser ausente)  de lo que no-es i es todavía del pensamiento (una idea ausente de la forma) vacío de la conciencia de (él en tanto él no- es de alguna cosa /( moviéndose en conciencia en del medio común de su idea o pensamiento de aquello) lo que propia el no-ser→ él (al no estar presente-ahí del medio común observando de ese medio aquello que se antoja de otra manera)... problema que originariamente surge en el lenguaje y la forma que entendemos el verbo (es) ( los verbos son hacer moverse de una cosa o un nombre ( pedro modela piedras) pedro se mueve a modelar qué... piedras / no hay metafísica en el verbo  (hay metafísica cuando no-es uno (él) antes i del acto de un verbo moviéndose (a modelar) de otro nombre i de una cosa concreta→ piedras. y lo mismo poca o nada de metafísica hay en no comprender que cuando nada es→ nada de algún cosa y en este caso de un nombre (ser)  que no es pero es de otra manera lo mismo de otro nombre (dios) que no-es  (para cualquiera que lo busca de cualquier manera y de cualquier nombre y creer por alguna razón, que la nada se ha dado antes del ser, siendo luego esta misma la explicación del origen de la idea de la Nada, cuando entendemos la necesidad de encontrar un origen al ser”. Un ‘ser’ , sin embargo, y que como vemos ya tiene y, por tanto, nos referimos a él con su propio nombre ser (la forma ausente y por tanto que no deberíamos conocer), y, sin embargo refiriéndonos a su ausencia de este, como ser-ausente, o ausencia- del ser y afirmando, en su ausencia del ser ( no lo que puede ser de otra manera / sino → la Nada (es decir: algo que es nada, a la vez y en el mismo sentido; pues al querer decir nada: que no hay nada de una forma que reconocemos nombramos algo lo desconocido (que-es  al nómbralo, pero no el ser, sino la Nada) cuando lo cierto es, que en ausencia de algo, de cualquier cosa, o el ser en este caso: lo ausente no es nada tan solo por ser ausente, e igualmente, tampoco es nada por no estar presente-en apariencia, entiéndase: lo que podamos ver o percibir ( bien por que no lo conocemos en conciencia no lo hemos visto antes para reconocerlo O bien nuestros sentidos no lo captan).

Sin embargo, y repito, por alguna razón dimos y aceptamos ese nombre: la Nada, que refiere a la ausencia absoluta: o inexistencia absoluta del ser, y que ciertamente nos ayuda lingüísticamente a expresar lo que queremos decir, cuando hablamos de ‘ausencia absoluta de todo’ pero que debe entenderse siempre, como lo que quiere decir: ‘inexistencia, en ningún lugar, de todo ser’. Sin embargo, es precisamente el mismo nombre ‘la Nada’, dado con motivo de resolver un problema metafísico, lo que nos lleva a otro problema metafísico y a la confusión de la doxa, pues al tener implícito su nombre el principio de contradicción, inconscientemente caemos en sus redes y nosotros mismos contradecimos la razón y el sentido común al observar, como esa Nada que no es nada ni a nada refiere, solo pensarla nos lleva a algo… a pensar y pensar en ‘algo’ que es y tiene nombre, y por lo tanto la mente (cayendo en esos abismos de la razón) otorga valor epistémico, aún cuando ese algo habría de remitir, y vuelvo a repetir: a lo que no-es, no existe, ni puede existir, ni ha existido jamás (nada surge de la nada) o, dicho de otro modo, la Nada nos remite: a la ausencia total de todo y a lo no verdadero. Pero no queda ahí esta absurda situación, cuando bien entendida La Nada como lo inexistente, perplejos, observamos que solo mencionarla ―y como la flecha al blanco― la mente ya dirige hacia ella su atención: a pensar en esta y (lo peor) es, que de manera tan irracional como aquello mismo que buscamos, pretendemos luego revelarla como algo ‘distinto’ que ocupa el lugar del ser y por lo tanto: no es la misma cosa, no es el ser, pero, y, esto es lo más absurdo, luego si es la misma cosa, entiéndase: una cosa que cambia de Nada a ser y de ser a Nada. De modo, que “precisamente, lo que en primer lugar debería ser "el ser", se revela más tarde como un no-ser; el ser y el no-ser (no-ser en tanto a la Nada) siendo lo mismo para la δόξα’… “es por ello que Parménides llamará a los mortales, en cuanto están en la δόξα «bicéfalos»; para los que «el ser y el no ser parece la misma y (y a la vez) no la misma cosa, pues en tanto el hombre se ha amarrado al ámbito de lo reciente presente, es decir, cuando ha perdido de vista lo anteriormente presente, ya ha pasado a considerar exclusivamente lo ahora presente y (en presencia) como el ser y, por tanto, lo desaparecido o no presente sólo como un no-ser (considerando este no-ser/ no-estar presente-en apariencia: la nada). Con ello el ser y el no-ser (el no estar presente-en apariencia) que al principio deberían ser lo mismo, se revelan como distintos a la δόξα. [“En la concepción del ser de la δόξα se confunden, por tanto, el ser y el no ser de tal forma que no solamente se pasa del uno al otro, sino incluso de una identidad a una no-identidad y a su vez de su no-identidad a una identidad”― (Ingeborg Schussler)].

Pero algo no "es" "nada": solo por haber salido de la presencia de él (¿entienden esto?), lo que nos lleva a tener que re-pensar igualmente la forma de expresarnos, para poder entender… entendiendo: que ser y estar-presente él-ahí (observando que (no-es presente aquello digamos solo "en apariencia") es igualmente ser ( en apariencia) y no entendemos pues, la ausencia del ser, como no-ser cuando algo es ahí en apariencia ) tan solo por estar ausente de una forma que nosotros queremos ver  / luego de otra manera  ( en apariencia; no de la misma forma ) el ser es i es siempre, siempre i está (de él una conciencia para entenderlo, y esto incluso la ciencia, lo puede afirmar). Pero atendamos el término: ‘en apariencia’. Si llamamos al ser: en apariencia refiere, entendiendo ( de otra forma) que este sigue ahí, aunque no lo entendamos de esa otra manera y forma pues luego ¿En qué consiste entonces esta apariencia, o apariencia que me dicen que ofusca al ser?