El texto analiza la problemática filosófica de la Nada en la obra de Heidegger, particularmente en su ensayo ¿Qué es metafísica?. Se destacan las dificultades interpretativas de su discurso y la controversia generada por su aproximación al concepto de la Nada, percibido como irracional por algunos críticos. Heidegger propone una manera diferente de pensar, acercándose al origen del conocimiento, aunque su enfoque suscitó críticas por desviarse de la lógica convencional. La reflexión aborda cómo la Nada plantea contradicciones inherentes que requieren un replanteamiento del pensamiento racional y destaca la influencia de perspectivas filosóficas místicas, como la del sufí murciano Mohidin Abenarabi, en el intento de superar las limitaciones del entendimiento humano convencional.
Heidegger frente al problema de la nada―Si hay algo que no podemos criticar a Heidegger es su insistencia o énfasis en explicarnos y hacernos entender lo que nos quiso decir en su ensayo ¿qué es metafísica? En este sentido y años después de la publicación del ensayo original, Heidegger escribió un Epílogo a este donde se apuntaban las dificultades que impedían la comprensión para muchos lectores de su escrito: Epílogo a ¿Qué es metafísica? que reúne tres textos de Martin Heidegger sobre la metafísica. El tema central de estos textos es la "pregunta por la metafísica" en el que abordaba el tema de la Nada y reconociendo así la dificultad que entrañaba aquello: la Nada (y entenderlo) si bien, Heidegger, en su argumentación, distinguió entre aquellos que descontentos que procedían de lo enigmático descrito, y los que lo hacían de «la incapacidad o falta de voluntad de pensar» (apuntemos aquí —no estará de más— refiere pensar de otra manera) y que algunos dirán: pensar a su manera→ luego no desde nada sino de un nombre antes (vacío) Metafísica (que precisa de otro nombre que-es ( en aquel supuesto: la nada (es) sobre lo que vamos a pensar i movernos igual (desde arriba más allá de la física esto es: del pensamiento) de aquello mismo pero que entendemos de alguna manera del nombre ( lo que no-es de una forma i del medio común que vamos a reconocer).
De este modo respondía (respondemos) a quienes criticaban su ensayo, acusaciones que todavía perduran y no solo a ese escrito, pues recordemos que el interés surgido a partir de Heidegger hacia el problema de la nada, vendría a insuflar a su filosofía de un halo extraño, sumado luego la deriva que toma su discurso hacia un angustia, concediendo un papel a los sentimientos entonces fuera de lugar y en particular a esta angustia, y de lo que numerosos críticos entendieron cruzar a la órbita de lo racional; sin reparar aquellos mismos (críticos) en que la Nada, o precisamente: pensar en la Nada, ya es de alguna manera disparatado y por supuesto irracional. De ahí que se precise de otra manera de pensar (digamos que aproximándonos al origen). Si bien, y sobre aquella dificultad manifiesta a la hora de entender su discurso o cualquier discurso siempre se ha dicho (y sobre cualquier discurso que se precie) que si precisa de demasiadas explicaciones, no llegando a reducirse una definición sencilla, es posible que esté en un error, cuando no sea mentira (mientras no exista alguno que de aquello y sin más explicación ya entienda)
Pero de todos aquellos censores, luego igualmente ninguno reparó, explicando el “por qué” se desvía Heidegger de su objetivo aparentemente principal: la Nada total y absoluta, que va a quedar al margen de nuevo y que posiblemente ya denotaba haciendo patente el problema primero y contradictorio propio del asunto: “Pensar la Nada: absoluta” de manera racional, claro está, que es como luego sería expuesto o se pretendió exponer; incluso cabe el hecho mismo de saberse el propio Heidegger, incapaz para abordar la forma, en tanto a superar las primeras entradas a su propio texto dándole continuidad, entiéndase: sin tener que contradecirse previo el mismo había expuesto "El preguntar por la Nada — qué y cómo sea la Nada— trueca lo preguntado en su contrario. Pues la pregunta despoja a sí misma de su propio objeto". (¿Qué es Metafísica?, Martin Heidegger), lo que le llevaría a precipitarse y moverse ( del nombre) a ubicarla racionalmente luego donde solo podía estar lo de un nombre antes de otro nombre que no-es y que luego precisaría, además (para mostrarlo a todos) de un lenguaje propio e incómodo de interpretar. Algo sobre lo que algún místico lejano en el tiempo tendría alguna cosa que decir, a un Heidegger entonces novato en nuevos menesteres y pensares, que pretendió o lo que no entendía o no estaba a su alcance, o al menos de la manera racional: “Tres formas asume el conocimiento…/… La segunda estriba en comprender tanto las emociones como ciertos estados de ánimo a través de los cuales el hombre percibe conscientemente algo sublime que todavía no sabe aprovechar”. (Mohidin Abenarabi, sufí, murciano y panteísta) (1)
Contradicciones, dificultades, hay muchas en el mundo. Y, sin embargo, tan solo alguna, o algunas, han llegado a ser problema para el hombre. Es preciso, por lo menos, que el hombre "descubra" esa contradicción. Los problemas no se fabrican, se descubren. ¿Cuándo y cómo? No al margen de los objetos, y como si los "problemas" fueran nuevos objetos junto a los "objetos" del problema. En realidad, descubrir un problema no es otra cosa, sino descubrir un objeto como problemático o contradictorio.
1)
Tres formas asume el conocimiento. La primera es solo información y acopio de
hechos con objeto de alcanzar mediante ellos los niveles hiperbóreos de la
Inteligencia. La segunda estriba en comprender tanto las emociones como ciertos
estados de ánimo a través de los cuales el hombre percibe conscientemente algo
sublime que todavía no sabe aprovechar. La tercera se llama Conocimiento de la
Realidad; es el último estadio. En él los mortales aciertan a separar lo
verdadero de lo falso, a distinguir lo justo de lo injusto, y a traspasar con
la mirada los límites del pensamiento y de los sentidos.(nunca quedan atrapados
en ellos: en sus pensamientos, aciertan a separar lo verdadero de lo falso, a
distinguir lo justo de lo injusto, y a traspasar con la mirada los límites)
Científicos y estudiosos se encierran en la fase inicial del conocimiento: es
la vida intelectual. Los aficionados a emociones y a la acumulación de
experiencias se sirven de la segunda etapa: es la vida sentimental. Un tercer
grupo de personas recurre contemporánea o alternativamente a los dos
instrumentos citados. Solo el verdadero sufí alcanza el estadio superior”. (Un
verdadero sufí jamás queda atrapado en el momento, si no que cada momento de su
experiencia le lleva a otro donde la realidad se renueva)(MOHIDIN ABENARABI,
sufí, murciano y panteísta.
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