CAPITULO 1 - 03 (El Pollo del Hospital)




En menos de media hora habíamos terminado de cavar, abriéndonos paso hasta las armas enterradas en el suelo. Cuando por fin asomaron las bolsas de deporte cubiertas de tierra y suciedad, paramos de inmediato: apagamos el grupo electrógeno, desconectamos la música e intentamos volver a hacer el menor ruido posible. Aitor salió a la puerta y tiró de los cables que salían desde casa hacia la toma de red, a los altavoces de la iglesia, a los que habíamos conectado todo el artilugio. Chemi, mientras tanto, no se había apartado de la ventana de la habitación que daba a la calle Santa Marina ‒calle cañada‒ vigilando por si se acercaba cualquier vehículo o persona. Finalmente, y tras coger algo de aire, yo solo saqué todo el material del zulo y lo dejé en el suelo de la habitación. Estaba cansado y me dirigí al salón. Aitor ya había entrado y estaba sentado en el sofá. Me senté junto a el. Entonces llamamos a Chemi, que vino a sentarse con nosotros: teníamos que hablar, y decidir que íbamos a hacer. 

Después de un buen rato debatiendo, en el que Chemi permaneció en todo momento en silencio, escuchando: deducimos que atracar el furgón era una gilipollez. En la actual situación no creímos que ningún furgón viniese al pueblo ni con, ni a por dinero. De modo, que desestimado el plan original, Aitor propuso, como ya me había comentado anteriormente a y a Chemi de camino a mi casa, entrar directamente al banco y reventar la caja fuerte. Además, por suerte teníamos información facilitada por nuestra enlace, infiltrada tiempo atrás en el Santander: Cathy. Esta, mientras estuvo trabajando en la sucursal, y antes de irse a Mallorca nos facilitó, además de datos relativos a las entradas y salidas de dinero, una muy valiosa información sobre la existencia de cajas de seguridad privadas en el sótano. El tema de las cajas lo habíamos desestimado en el pasado, debido sobretodo al tiempo que supondría llevarlo a a cabo, retrasando la duración del golpe,y por lo tanto, aumentando el riesgo de que nos sorprendiesen con las manos en la masa; sin embargo, en aquel momento a Aitor y a mi, nos pareció viable. Pero, entonces Chemi dijo algo..

―¿Habéis pensado qué haremos cuando hayamos cogido el dinero? No podemos salir del área acordonada. Como mucho llegaremos a Almendralejo por el camino de los pintones que Aitor y yo al venir, comprobamos libre de controles, pero será imposible llegar a Mérida, o coger la autovía a Portugal como habíamos planeado. No sé si os habéis dado cuenta, pero esto parece muy grave, aún más después de que me contase Aitor lo que ha ocurrido en el hospital esta mañana. Tengo malas sensaciones, y no estoy seguro de seguir adelante. Creo, que deberíamos llevarnos las armas y escondernos en "Stalingrado" en el cortijo, por lo menos hasta que pase todo. ¿Le has contado al terrones lo del hospital, Aitor?― Añadió Chemi.

―¿Qué ha pasado en el hospital? ― pregunté, mirando a Aitor. ―No me dijiste que se habían estado llevando a la gente allí ―le recordé.

―El hospital, claro ― dijo Aitor.

―Vamos cuéntaselo. Cuéntale toda la movida de Pedro, la vieja, y lo demás ―insistió Chemi.

―Cuenta ―Insistí.

Aitor se levanto entonces del sofá y comenzó a dar vueltas alrrededor de la mesita de centro. Se frotaba la cara con ambas manos, como cuando uno se despierta de una pesadilla, y volviendo a la realidad, pretende con el tacto de su piel asentarse en esta. Entonces se dirigió a nosotros, aún de pie, y con los ojos vidriosos.

― No os he dicho esto a ninguno. A ti tampoco Chemi ―comenzó diciendo―, pero vi el taxi de mi padre a un lado, en el aparcamiento, cuando llegue al hospital  En principio no le dí importancia, ya sabéis: nos cruzamos en tantos sitios. Sin embargo, no me puedo quitar de la cabeza, que al salir de allí a toda prisa, no me giré a ver si el coche de mi padre seguía en el hospital. Si le ha pasado algo... no me lo perdonaré en la vida.

―¡Joder!! ―espetó Chemi.

―Pero ¿qué demonios ha pasado en el hospital?―Pregunté, mostrando preocupación ―. Ya me tenéis mosca.

―Pues te vas a cagar, colega ―dijo Chemi―.

―Si, vale. Pero cuenta de una vez Aitor. Y empieza desde el principio ―insté.

―Desde el principio ―repitió Aitor, asintiendo con la cabeza ―. Esta bien. Me llamaron esta mañana muy temprano al móvil, serian las seis y media aproximadamente ―comenzó―. Era Pedro, uno de los metadonianos. No me dijo que quería por teléfono, pero lo imagine. De modo, que ante la perspectiva de ganarme sesenta euros del tirón, me levanté de la cama, cogí el taxi y me fui hasta su casa. Al llegar le pregunté donde iba, y este me dijo que a Badajoz: a los colorines a pillar para fumar. Tal y como había supuesto, debía haber cobrado y se iba a pegar su particular fiesta del “yonky-pur" de todos los meses. Después de comprobar que llevaba dinero para pagarme le deje subir y nos pusimos en ruta. Recuerdo que fue entonces, en el cruce del Bar "los Gonzalez", alrededor de las siete, la primera vez que me crucé con una ambulancia, con luces y sirena a toda castaña en dirección a Aceuchal: la conducía Paco Baena. Nos cruzándonos luego en el trayecto con más coches de la policía y de la guardia civil a toda leche. Tanta poli me mosqueó y le pregunté a Pedro si llevaba algo encima, no fuesen a pararnos, pero me dijo que no. Le creí y seguimos. Fue antes de llegar a la altura del hotel, cuando comprobé que estaba cortado el paso en la rotonda, y la carretera al trafico. La guardia civil, un buen numero de ellos, detenían a todos: vehículos y personas que pretendían acceder a la autovía o la nacional, de modo que paré.

―¿Te pararon con Pedro? ―le pregunté.

―No. Había más coches. Paré tras de una furgoneta.  ―respondió Aitor.

―¿Qué hiciste entonces? ―volví a preguntar.

―Nada. Fue pasados algunos minutos, y viendo la lentitud con que se administraban en el control, cuando bajé del coche y me dirigí andando a hablar con los guardias. Les expliqué que tenia prisa, que estaba trabajando y debía pasar con el taxi para llevar a un cliente a Mérida: al Hospital a ver a su madre enferma, añadí. Entonces me informaron, que no se podía ir más a allá del punto donde nos encontrábamos. Me dijeron que volviese al coche y permaneciese en este, avanzando con los otros, hasta llegar a la posición del control, pues teníamos que pasar todos, incluidos mi cliente y yo, unas pruebas allí mismo: nos tomarían la temperatura y unas muestras biológicas, nada importante. Todo en una especie de puesto de campaña instalado allí mismo, junto a la carretera. Pregunté que pasaba, y me respondieron que una infección, un virus posiblemente de los pollos de la fabrica de huevos que hay fuera de Almendralejo. por lo visto el virus estaba afectando a animales y personas en toda la zona, y por nuestra seguridad, estaban trasladando al hospital a todos aquellos que mostrasen síntomas sospechosos. Me señaló entonces un par de ambulancias estacionadas junto a los coches de la guardia civil. Por cierto, tu amigo Pedro Hermoso era el conductor de una de ellas.

―¿Un virus de los pollos? ¿ y te lo creíste? ―le dije riéndome.

―¿Si me lo creí? Cuando volví al coche y le miré la cara a Pedro: Sudando. Con los ojos como platos, el tembleque y toda la movida me dije: “Este cabrón tiene el virus, y me va a joder”. Le dije entonces que bajase deprisa del taxi,  con cuidado de que no lo viesen los guardias. Me preguntó espantado, -ya sabes como se ponen estos cuando ven a la poli- que ¿qué pasaba? ¿qué pasaba? Yo, como si nada, le dije que estaban buscando a un tío y que me habían enseñado unas fotos. Por lo bajini, como el que no quiere la cosa, comenté que el tipo de una de ellas se parecía mucho a el, pero que no había dicho nada a los guardias. Como el cabrón no pasa un día en que no haga alguna putada, de momento se puso nervioso, empezándose a rascar la cabeza, el cuello, a moverse de adelante atrás. Ni cinco segundos tardó: me dio las gracias y saltó del coche metiéndose, como un zorro, entre los olivos. Instantes después, me llamo mi padre. Este me preguntó, si podía ir a hacer un servicio: llevar a una señora mayor al hospital, pues el estaba en Zafra, y no llegaría a tiempo para recogerla.

― Entonces. ¿ Pasaste el control y volviste?



― ¡¡Que dices!! pasé del control, e hice la pirula. Aproveché un momento de confusión cuando un tipo, que por cierto, no sé de donde salió, se dirigió hacia los guardias y se puso a discutir con ellos, agarrando a uno del cuello: vamos que parecía que lo quería besar, provocando que se liasen todos a piños con el. No se dieron ni cuenta de mi maniobra: además, ya sabes como es la guardia civil cuando reparte, reparte, y no ven más que meter y meter. De modo, que me dirigí al sindicato a recoger a la señora. Cuando llegué la mujer estaba allí, frente a la parada con cara de “te meto con el bolso”. Paré y me disculpé por el retraso alegando los controles. La mujer comprendió, o lo pareció, y me pidió  si la podía llevar al hospital. Entonces le dije, que si no era urgente mejor seria que lo dejase para el día siguiente, pues no sabía si podríamos llegar a destino con el pollo que había montado y los controles. Además, no dejaban de escucharse sirenas: bomberos, ambulancias, policía. Vamos, que no era el mejor día para ser perro. y tener el oído fino. Pero la mujer estaba emperrada, con llevar las jodidas radiografías al traumatólogo, de modo que nos encaminamos al Tierra de Barros.

Entonces Aitor se levanto y estiro las piernas, pidiéndome de nuevo un frenadol. Me levanté y fui a la cocina. Traje un sobre y un vaso de agua y Aitor continuó  donde lo había dejado.

 ― No te lo pierdas neng ― exclamo, comenzando de nuevo, a la vez que terminaba su vaso de frenadol―. Nada más salir del pueblo y entrar en la nacional, casi llegando a la primera rotonda y a menos de 2 km del hospital TB “Mierda”: Otro control. Paré al lado de la rotonda y le dije a la mujer que no pasábamos seguro. Justo en aquel momento, me entraron unas ganas de cargar del copón, ni te digo el cuesco que me tiré. Así que me dije: tira para el hospital, o te cagas en el coche y no va a haber quién se suba al taxi, lo menos en tres meses ¿Solución? Me puse a dar vueltas a la rotonda hasta que la vieja poto las lentejas. Entonces sí, me dirigí hacia el control saltándome algunos coches que esperaban en la cola. Me pararon metralleta en mano "Te cagas". Le dije al primero que se acercó a la ventana del coche, con cara de pocos amigos, que llevaba a una mujer enferma con fiebre y vomitando. Cuando se acerco a mirar, y cató los olores que salían del coche, saltó rebotado hacia atrás y dejo de hacer preguntas. "Por urgencias, entren por urgencias", me dijo.


―¿No viste más militares durante Todo ese tiempo?



―Los vi, claro que los vi. Había carros BMR a lo largo de la carretera, en el último tramo antes de llegar a hospital. Pero llegamos a la entrada sin ningún problema. Si te digo la verdad, no pensé ni por un momento que se encontrasen allí por lo que verdaderamente estaban. Creí que se debía más a que estos volvían del campo de maniobras, como tantas otras veces, regresando a los cuarteles y que habrían parado por cualquier motivo. No sería la primera vez. Cuando entramos en el recinto, entonces si, pude ver varias decenas de tiendas de campaña, fuertemente custodiadas por personal armado. Entonces sí, me pareció que algo raro ocurría, pero lo asocié la gripe de los pollos. Como en la película aquella de estallido ¿sabes? Además, yo ya solo tenia dos cosas en mente: parar cuanto antes, e ir a cagar. De modo, que avancé un poco más, sorteando algunos coches mal estacionados en el aparcamiento, hasta llegar a un área más despejada de vehículos, cerca de la entrada de urgencias, donde vi a algunas personas. Pase con la excusa de la vieja enferma, e indispuesta, y aparqué en la misma puerta: bajé a toda prisa, saqué a la mujer de coche, llamé a un enfermero, y me fui corriendo a giñar.

―Y seguro, que te tiraste cuarenta y cinco minutos sentado en el trono, jugando a la nintendo ¿no? ―le pregunté.

―¿Cuarenta y cinco minutos?. Ya hubiese querido yo ―dijo Aitor―. No llevaba ni dos niveles del Super Mario, buscando a su princesita, cuando comencé a escuchar gritos. Gritos, que parecian alaridos: aunque parecían aislados. Instantes después comenzaron a escucharse ruidos de carreras, gente corriendo de un lado a otro, cristales rotos, portazos y más gritos: estos mucho más cerca que los anteriores. Hubo un momento de calma, pero entonces empezó la verdadera fiesta. Los gritos, parecían estar al otro lado de la puerta. Madre mía, aquello era como estar sentado, cagando en la trastienda de infierno. Deje la nintendo en el suelo acojonado, y  nada más empezar levantarme, para subirme los pantalones: un bombazo que te cagas reventó la puerta de los servicios, lanzándola contra el compartimento en el que me encontraba, rompiendo el cerrojo de este, desequilibrándome y cayendo yo al suelo. Después el silencio. Bueno, el silencio y un piiiiiiii, que no me he podido quitar de la cabeza, ni con los putos frenadoles. 

―El frenadol es para la gripe gilipollas― Chemi y yo empezamos a reírnos, descojonándonos.

―Bueno, ya están los enteraos de mierda estos. Vamos a ver señores doctores ¿os vais a callar de una vez? o no sigo... ―Nos advirtió, con un mosqueo de importancia.

―Sigue. Perdona. Sigue, sigue ―insistí

―Intente levantarme como mejor pude. Recogí la nintendo del suelo y me subí los pantalones ― dijo.

Aquello ya fue demasiado para nosotros. Chemi y yo nos nos pudimos aguantar de la risa: Imaginarnos a Aitor con la nintendo en la mano, el culo al aire, y el mundo destruido a su alrededor nos superaba. Pero nos callamos de inmediato, le pedimos de nuevo perdón, y le suplicamos que siguiese contando.

―Como volváis a reíros me callo y no cuento una mierda más ¿Vale? ―nos advirtió de nuevo― Sigo... Una vez me levanté, y después de comprobar que no estaba más que aturdido y cubierto de polvo, busqué una salida. No se veía una burra a un par de metros. De modo, que avancé entre la nube de polvo tropezando con algunos escombros, cuerpos, personas heridas y otras que como yo, caminaban desorientadas por la explosión. Inmediatamente, y una vez empezó a aclararse el aire comprobé, que los daños estaban muy localizados. La explosión solo había afectado a la una parte de las consultas, llegando hasta los servicios, donde yo me encontraba: Ignoraba en aquel momento que la provocó, solo pude ver un boquete en los cristales y en la pared interior del hospital. A mi derecha, la gente corría o bien, avanzaban como podían: corriendo, caminando, cojeando: pero eso sí, todos gritando. Gritando como locos. Yo, sorteando de todo en el suelo, me dirigí uniéndome a la corriente principal de personas que se dirigían fuera del hospital, pero joder: no lo vi de lejos. Cuando me metí entre la gente, aquello fue la hostia: había personas, o lo que fuesen, que se agarraban a otros, no para salir, sino para morderlos. Y... ahí va la hostia, que me agarro un hijo puta apestoso. Me pegué un susto del copón al sentir la presión de su mano, y girarme, para verle con la boca desencaja, ensangrentá acercándose a mi pescuezo. El muy cabrón no me soltaba ni pa dios. Me quedé con la cara desencaja y me puse a gritar como una... bueno, grité. Al final le metí un hostiazo y me lo quité de encima. Pero, Inmediatamente otro de esos cabrones se me hecho encima, empujándome contra la pared. Precisamente, en la pared había un extintor  que agarré,  y antes de que se volviese a acercar a mi cuello, le metí con el en la cabeza: que asco. Luego... la mujer mayor a la que había llevado al hospital se me acerco. No se, de donde coño salió, agarrándome de la sudadera: y gritando “socorro, socorro”. Y yo.. supongo que debido a  la excitación y la adrenalina por las nubes,  no reaccioné a tiempo de reconocerla y le le metí otro hostiazo, quitándomela de encima, saliendo luego a todo prisa del hospital.

―Chacho, pero que burro ¿ No la ayudaste? ―dijo chemi, llevándose las manos a la cabeza. 


―¿Burro?. No sabes lo que era aquello. Chemi. Estaba acojonado y no reaccionaba ―respondió Aitor― Además, no lo escuche antes, pero fuera, estaban disparando. Cuando salí, comprobé que la situación era todavía si cabe, peor que dentro del hospital. La gente había enloquecido. Todo era confuso: yo que sé tío. El que no sangraba por la boca, lo hacia por otro sitio, y al que no le habían mordido, le habían disparado. los disparos primero parecías selectivo, pero luego todo cambio. Estaba tan cerca de la Linea de contención, que formaban los soldados, que pude escuchar la orden clara, tan clara como si el sargento hubiese estado a mi lado en el momento de ordenarla: “Abrid fuego discrecional contra todo lo que se mueva y salga por esa puerta. Que no pase ni dios, ni su puta madre, esta Linea de defensa, o yo mismo os descerrajo un tiro en la sien”. El chusquero gritaba con tanta fuerza que metía miedo solo con oírlo. Me metí en el coche a toda prisa pero antes de arrancar pude escuchar, desde algún altavoz, venido quizá de algún helicóptero: Protocolo “Flecha rota” Evacúen la zona de inmediato. Aquello me sonó como cuando un desconocido te dice: bájate los pantalones chaval: es el protocolo. Así, que puse pies en polvorosa arrancando, pasando por encima de las vallas y metiéndome entre los viñedos: eso si, chocando antes con una cepa, que se había propuesto terminar de joderme la mañana.

―¿y pudiste ver lo que ocurrió después? ―pregunté.



― Claro ―respondió― Miré por el retrovisor y alucine: los militares tenían más prisa que yo por alejarse del hospital. Estos se replegaban con rapidez hacia la autovía, disparando, pero sin dejar de alejarse del hospital. Dí marcha atrás entonces, y pude dirigirme hacia un lindero por el que sin mirar a tras, pise a fondo el acelerador. Segundos después, dos cazas me sobre volaron. Esa fue la primera que los vi: la segunda fue la hostia. Tras pasar sobre mi descargaron, bombardeando el hospital de manera selectiva, pero eficiente. Voló todo por los aires y, sin embargo, la onda no pareció afectar más allá del perímetro de este: apenas un golpe de aire sentí. Entonces recordé que había visto el coche de mi padre en uno de los estacionamientos, justo al entrar, joder. Estuve apunto de dar la vuelta, pero me pudo el instinto: o el miedo. No sé. Me apañé para llegar sano y salvo a casa, pero no sin antes cruzarme con algunas personas por el campo, huyendo como yo. Esperaba que alguna fuese mi padre. Rece por ello, pero dios como siempre ni puto caso. Al fijarme en aquellas personas me parecieron normales, y supongo que mi conciencia, después de lo de la vieja en el hospital, me hizo ayudar a algunas de ellas. Así, fue como supe, que todo el pollo tenia su origen en Aceuchal. Y que habían evacuado a la mayor parte de del pueblo a distintas zonas, una de ellas el hospital de tierra de barros: ahora convertido en ceniza y escombros. En casa me estaba esperando este capullo. No le dejaron pasar tampoco con el autobús más allá de Almendralejo, y se vino a casa. Le expliqué más o menos todo, no tan detalladamente; y lo que pensaba del asunto y como afectaba a nuestro plan y nuestro futuro: esta era nuestra oportunidad “O ahora, o nunca”. Lo demás es historia. Cogimos algunas armas, yo me puse el uniforme para pasar por soldado si se daba el caso, y nos vinimos por el camino de los pintones, rezando por no cruzarnos con ningún control. Os digo una cosa, y mas vale que os quede claro: Están arrasando todo lugar contaminado que suponga una amenaza, o donde la contención, haya fracasado: Tenemos poco tiempo, así que...





© Jorge Maqueda Merchan
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Espero que hasta ahora les gusté el trabajo. En ese caso, siempre serán bienvenidos sus comentarios y sugerencias en el blog. No olvidéis, que si escribo aquí, es también por vosotros. Un abrazo a todos.

Los Zombis (1) : El origen

Introducción:

    Se han preguntado alguna vez, por qué a algunas personas les aterran los zombis. Por qué, solo con pronunciar la palabra zombi, mientras caminamos por el campo o el bosque atardecido, a más de uno y yo me incluyo, se nos erizan los pelos de la nuca, y a poco que nos separemos del grupo notando que nos tocan por la espalda, salimos corriendo como alma que lleva el diablo. ¿A qué tanto miedo?

    El zombi, ciertamente es una criatura por su aspecto, olor  y forma de vestir muy desagradable y que, además, gruñe a todas horas, lo que recuerda  más a algunos vivos, que a algún monstruo en particular. Luego es proyectada-mente hostil hacia las personas, lo que también recuerda a muchos vivos. Además, y al igual que estos, no hace otra cosa durante las 24 horas que preocuparse por sus necesidades más básicas e inmediatas, que en su caso se reducen a: alimentarse de la gente, comiéndole sus cerebros. Esto, por descontado, no ayuda a que nuestra opinión mejore acerca de ellos, pero no me deja de recordarme de nuevo a algunos vivos, o medios que manejan los vivos. Quizá, y solo digo quizá les temamos tanto, por que se parecen demasiado a nosotros: “Son como nosotros mimos, y nosotros somos ellos” Suscribe, un personaje de las historietas clásicas de zombis. Además, no olvidemos que cualquiera de nosotros puede convertirse en uno de ellos, y no habrá escapatoria alguna. Recuerden, que sus historias las encontramos normalmente en un apocalíptico escenario, antesala del fin de los tiempos. Nadie quedará vivo.

    Por otro lado entiendo, que el drama zombi transcurre, ya sea en el cine o los libros muy variado en sus formas, aunque no tanto así en su fondo; pudiendo encontrar al igual que ocurre con las personas, a zombis de muy variado tipo y condición: Nos encontraremos a unos que serán muy malos y agresivos, y a otros más distraídos, o lentos y quizá por ello más cercanos a nosotros: “Cuidado", pues al pues igual que con los vivos, estos últimos pueden llegar a ser los más peligrosos. Personalmente he de decir, que son estos últimos mas distraidos los que siempre me han atraído y emocionado en lugar de aquellos más agresivos y violentos. Pero claro, esta es solo mi opinión. Ustedes pueden adoptar al zombi que más les guste, yo aquí vendo de todo. Ya me entienden.


BREVE HISTORIA DE LOS ZOMBIS (I)
El Origen, y primera evolución hacia un zombi más moderno.

Zombi. La palabra no es de ahora. Ésta la encontramos ya en Europa desde el S.XIX, concretamente derivada de una palabra haitiana (Zombie) y cuyo significado es: "persona que regresa de la muerte, normalmente a consecuencia de un ritual vudú". La raíz de (Zombie) es “nzambi” que se encuentra en el idioma bantú, un conjunto de lenguas originarias del África negra, si bien “nzambi” tiene su origen concretamente en el Congo. Estos, los zombis revividos por la magia o el  hoodoo, pueden ser programados para beneficio de quienes les han devuelto la vida, normalmente para satisfacer los propósitos de aquel que les devolvió el aliento. Este tema se desarrolla perfectamente en el libro "The Serpent and the Rainbow", escrito por Wade Davis en 1985 y publicado por Simon & Schuster (ISBN 978-0684839295). En el libro, un científico contratado por una empresa farmacéutica de Boston acude a Haití en busca de una droga que paraliza completamente a las personas —la compañía busca un sustituto natural de la anestesia—. Los efectos de esta potente droga son que las personas parecen realmente muertas al punto de ser incluso enterradas y, sin embargo pasado un tiempo se les ve por la calle, deambulando de un lado a otro.

De esa misma leyenda, que dio pie al libro de Davis, se extrajo durante años que los zombis eran seres de hábitos nocturnos y que, además de atacar a las personas, también podían ocuparse de otras labores. De hecho, son capaces de hacer todo cuanto se les ordene y nunca se quejan. Incluso pueden ocuparse de  pesadas del campo, si bien sus actividades deberán cesar antes del amanecer. El zombi vudú, no come ni presenta cansancio, pero el dueño deberá cuidarse y mucho de que su esclavo no toque la sal, pues la criatura intuiría su estado y regresaría de inmediato a la tumba de la que salió, desoyendo las ordenes de su amo. Además de estos zombis, más comunes, en Haití hay otra clase, que es conocida como zombi errante, y que se refiere a aquellos que han muerto en un accidente, y no habiendo completado su vida natural, salen de sus tumbas para caminar en la noche sin hacer daño a nadie. Este, cuando da por terminado su ciclo de vida segado por el accidente, regresa a su tumba. Hasta aquí, habríamos hablado de los zombis más “tradicionales”, pero nos queda por tratar la historia moderna, los zombis entendidos cómo los conocemos hoy día, y no al estilo Haitiano, a mi entender, ya desfasado y romántico.

Parece que al hablar de zombis modernos, tengamos que referirnos obligatoriamente a Georgezombis modernos. Esto es un mito, o un error, si bien, no negaré una parte de razón a quienes lo promulgan. Él fue quien los masificó y convirtió en objeto de culto, al punto de que hoy encontremos zombis en el lugar menos insospechado, como por ejemplo trasladados a la mismísima literatura clásica: sí, clásica, y si no lean a este particular "Lazarillo de Tormes" versión Z, diciendo: “Matar zombis nunca fue pan comido”.

Si hemos de remontarnos a la primera aparición de los zombis, en una obra de ficción esta la encontraremos en “Herbert West: El Reanimador”, un cuento largo de H P Lovecraft, publicado en seis partes independientes, y en los cuales se detallan las investigaciones del un tal doctor Herbert West, de la Universidad de Miskatonic, para intentar reanimar a los muertos. Sin embargo, el mismo Lovecraft cuenta en sus cartas a sus amigos, que esta historia la escribió a modo de parodia de la novela Frankenstein; y como no podía ser de otro modo en una parodia resultó, que cuando los muertos volvían a la vida, lo hacían convertidos en violentos y hambrientos caníbales. En resumen, convertidos en “el zombi” que más tarde hará famoso estereotipándolo George A. Romero en sus películas. Pero resulta, que los Zombis tampoco empezaron en la pantalla grande con G. A. Romero.



Allá por el año 1932 un director llamado Víctor Halperin estrenó la película "La legión de los muertos sin alma", interpretada por Bela Lugosi. La película es muda y Lugosi interpreta a un hechicero que convierte en zombis a una pareja de distraídos turistas. La película está basada en "The Magic Island", un libro de W. B. Seabrook, periodista que recorrió medio mundo escribiendo siempre sobre temas escabrosos. Antes de la aparición en escena de los Zombis de Romero, también se estrenaron dos películas famosas sobre estos, una casi una obra maestra del cine, y la otra una de las peores películas de la historia. Hablamos de “I Walked With a Zombie (1943)” y “Plan 9 From Outer Space (1959)”. De aquel grandísimo director, Jacques Tourneur, la primera, y la segunda, es obra del tristemente conocido por todos, como el peor director de la historia: Ed Wood.

Richard Matheson, llevada al cine por primera vez en 1964 como: “The Last Man on Earth” de Sidney Salkow y protagonizada por Vincent Price —a quién le interese, le diré que hubo una segunda versión de la novela de Matheson: "The Omega Man", que en España se título: "El último hombre vivo", dirigida por Boris Sagal, guión de John William Corrington e interpretación de Charlton Heston.

Así, ya estaría todo más o menos sentado y listo para la aparición de la película fundadora, por así decirlo, del subgénero de zombies: "La noche de los muertos vivientes" (Night of the Living Dead) de 1968, que fue filmada de forma independiente por la compañía “Image Ten”, formada para la ocasión por el director George A. Romero, y los productores John Russo y Russell Streiner, todos buenos amigos. La filmación costó 114 mil dólares y fue realizada en la ciudad de Evans City, Pennsylvania. Para abaratar costos la filmaron en blanco y negro, a pesar de que el cine a color ya se había instalado. La historia en sí fue a partir de una idea de Romero y Russo, pero el guión se dice que lo escribió Romero durante tres días en 1967. Luego vendrían las secuelas del mismo Romero, los spin-off de Russo, y otras tantas películas de zombis inspiradas en la más famosa: La noche de los muertos vivientes.



Pero los zombis también han evolucionado, y si hemos de destacar alguna característica de estos nuevos zombis es que ya no sólo se mueven al caer la noche: el zombi infectado por algún virus, o agente toxico pasea a cualquier hora del día. Con estos nuevos seres ya no funciona la bisutería religiosa, y es más recomendable tener un arma a mano: hacha, pistola o bate, que pueda desmembrarlos, pues de lo contrario volverán a levantarse. Una sierra eléctrica es una excelente, sino la mejor opción. Además, es importante no olvidar que estos seres pueden detectar cualquier alteración sonora y saber de dónde proviene. También pueden ver en la oscuridad. Gracias a este factor se les facilita alcanzar a los vivos en la noche. Tienen un paso muy lento y la mayoría cojea. Sin embargo, hay algunos que debido a la infección de un virus, son capaces de correr. Tienen una fuerza desproporcionada y poderes telepáticos. Pero quizá, todo esto ya pertenezca más a la segunda parte de nuestra breve historia de los zombis, que en breve vera la luz

© Jorge Maqueda Merchán (del articulo breve historia de los zombis) 
publicado originalmente en la Revista Red CF nº 1
Licencia de Creative Commons

ENTREVISTA A: Carlos Sisi. Autor de Caminantes y, Caminantes Necropolis

Hace ya casi tres meses hablé con Carlos para preparar una entrevista que originalmente figuraría en el siguiente numero, el número 2, de la revista RED CF. Sin embargo, mi actual situación personal, en lo relativo a la salud, ha llevado no solo al retraso del siguiente numero de la revista Zombis 2, sino también a parar la Red de Ciencia Ficción temporalmente. Ello a propiciado, que para no dejar más tiempo en el cajón la entrevista a Carlos, la publique en este blog, entendiendo que el material que tenia en mi poder no podía permanecer por más tiempo ajeno al público dada la calidad humana de este; por ello, aquí me dispongo a divulgarlo no sin añadirle algo de humor chungo, de ese de mi cosecha propia, si bien, con el beneplácito del propio Carlos Sisi claro esta; cuyo buen humor porta por bandera y del que yo soy testigo. Sin más preámbulos, aquí os lo dejo esta fantástica entrevista de un tipo sencillo y cercano, para que disfrutéis. Se que os gustan estas cosas.

            Jorge Maqueda Merchán



Hay días que uno mejor haría con no levantarse de la jodida cama. Igual que el día que se me ocurrió entrevistar a Carlos Sisi. O mejor dicho obligar a Carlos a que nos concediese una entrevista y para ello tenderle una pequeña trampa. Lo cierto es, que Conseguir que Carlos nos concediese una entrevista no fue tan difícil como muchos podrían suponer. De hecho, si mis primos y yo hubiésemos sabido lo fácil que resultaría convencerlo con solo haberle preguntado, nos podíamos haber ahorrado todo el pollo que montamos "simulando" un secuestro y el gasto en billetes para el balneario que le tuvimos que mandar para que viniese, y darle de comer durante medio día. Por no decir que, aunque Carlos ya esta en su casa, a nosotros nos busca la interpol . Manda huevos.

    Jorge Maqueda Merchán


ENTREVISTA

1- Hola Carlos, bienvenido a mi... nuestra humilde morada. No imaginas lo felices que somos en estos momentos mis primos y yo, por tenerte aquí, entre nosotros, aunque sea en contra de tu voluntad. Pero ya verás que bien nos lo pasamos. Sientate por favor en nuestra silla de invitados donde esperamos que te sientas cómodo, como en tu casa, y no te preocupes por ese de la porra que hay detrás tuyo, es mi otro primo: Jacinto, "el porras" y esta aquí, más que nada para protegerte de los Fans.  Pero bueno Carlos... dejémonos de preámbulos y vamos a lo que hemos venido a hacer.... Todos sabemos ya quien eres, me refiero a aquellos a los que nos gusta el género de zombis y conocemos tu trabajo. Pero  lo cierto es que de ti no sabemos mucho, por lo menos del modo en que nos gustaría. Que puedes decirnos, acerca de tu persona, tu profesión, la que tenias antes de dedicarte a escribir, y si la mantienes.

Sí, naturalmente que la mantengo, no hay otro remedio. En este país hace falta vender mucho para poder vivir de esto, y aunque Los Caminantes ha tenido un éxito inesperado y sorprendente, todavía no es suficiente. Sigo escribiendo por las noches, cuando apetece, que es cuando salen bien las cosas. Sobre mi persona, como he dicho muchas veces, soy alguien muy muy normal. Me gusta que mi mundo sea pequeño, me gusta vivir en familia, y sigo prefiriendo ser un observador en segundo plano. El exceso de vida social me abruma y aturde; siempre fui algo introvertido. Y, sobre todo, me gusta pasar tiempo con mi mujer y mis hijas. Si no estoy con ellas no me siento en mi sitio.



2-  Vamos al grano... ¿Por qué, una novela de zombis y no de vampiros o de fantasía? con lo que gusta a los editores y a las jovencitas y no tan jovencitas  ¿ Ya seguías el genero de antes. ?

Siempre me fascinaron las películas de zombis, y las catastrofistas en general. Hay algo en la soledad del ser humano que se enfrenta a un mundo manifiestamente hostil que me atrae poderosamente. Leí la versión novelada de La Noche hace muchos años y me pareció cautivadora, realmente funcionaba, sin necesidad del apoyo audiovisual tan emblemático del género. Muchos años después me sentaba delante de la pantalla en blanco del ordenador con una acuciante necesidad de escribir. Aún no sabía de qué... sólo quería involucrarme en el proceso creativo. De alguna forma aquella novela, o aquellas películas, incendiaron mi mente... y poco a poco, Susana (que al principio se llamaba Elena) empezó a aparecer.

2- Sabemos de tus dos novelas escritas en Dolmen. Y sabemos también, que ha de venir una tercera, o eso he leído ¿Para cuando?

Ando con varias cosas, pero supongo que la primera en aparecer será Los Caminantes: Hades Nébula, que es la conclusión de la trilogía. Es el fin de la saga, a menos que se me ocurra expandirla por algún lado, si me apetece y la gente aún tiene ganas de más. Pero los zombis tendrán un merecido descanso y yo podré volcarme en otras ideas con las que estoy jugando.

3- Tras esa tercera novela que esperamos ansiosos ¿Tienes más planes? A corto, medio o largo plazo y.. si así es, ¿Son planes de zombis?, o ¿Te someterás al dólar ?, y empezaras a escribir lo te pidan las editoriales. Fantasía, Vampirilandia, Narrativa, etc. Vamos lo que escribe todo el mundo para no variar.

A mí me gusta el terror, y es de lo que escribiré. No tiene que ser necesariamente terror sobrenatural. Hace poco vomité 120 páginas de algo de índole catastrofista por el placer de hacerlo, aunque no sé si haré algo con eso; ya veremos. Me gusta mucho la fantasía, pero no me siento capaz de aportar nada al género después de leer cosas como El Señor de los Anillos. Me satisface tanto que no veo ningún motivo para embarcarme en presentar mi visión de las cosas, está todo ahí.  Sobre los vampiros, me pasa un poco lo mismo. Después del Salems Lot de Stephen King no me siento interesado por hacer ningún aporte: ese libro me fascinó tanto que si quiero dejar que mi mente juegue con vampiros, sólo tengo que releer ese libro y me siento completamente satisfecho. Y el dólar, a estas alturas puedo decir que estamos definitivamente en marcha. Veremos la versión americana en algún momento del 2011, aunque probablemente más tarde que pronto. Tengo mucha ilusión con eso.

4- la pregunta de arriba tiene que ver con esta de algún modo.. Carlos. A ver como te lo pregunto sin que me mandes un zombi para que me muerda...  ¿Sabes que a muchos de los que siguen la línea clásica en la literatura, o mainstream: escritores, reseñadores, críticos etc... , Este tipo de literatura Zombi, no es que no les guste, sino que ni siquiera la consideran como tal?  A no ser que se trate de amigos en cuyo caso consienten y la bien critican casi que por compromiso. ¿Lo sabes? Si es así... ¿como llevas que algunos letrados que no han escrito en la vida nada merecedor de ser nombrado en el aula de un colegio, o no tienen ni siquiera obra publicada alguna, se permitan dar consejos de como escribir  a vosotros, - los escritores Z- que ya tenéis obra publicada y además, en tu caso, con un éxito envidiable?

Aquí hay varios puntos. El primero es el tema de si lo que hacemos los llamados escritores Z es literatura, o subliteratura. Francamente, ni me lo planteo. No me importa qué etiqueta nos pongan a nosotros o nuestras obras. Son sólo etiquetas. Pollock dijo una vez: “yo lo he hecho, ustedes hablen de ello”. Dejaré que otros etiqueten lo que hacemos. Me importa la opinión de la persona de a pie que ha invertido su dinero en nosotros, para su ocio personal. Me gusta que mis libros les entretengan y les hagan disfrutar. No me importa compararme con las películas palomiteras, y no me importa que intenten degradar la obra diciendo que no es literatura. Es ridículo. Literatura es sentimiento, es emoción. Pero tocas, de todos modos, un tema bastante peliagudo, que es el de los bastidores de este mundillo al que me he asomado. Siendo un intruso que vende, es incluso comprensible que haya tocado un poco el ego de algunos individuos, y he tenido alguna experiencia desagradable en este sentido, pero éstas han sido las menos, sinceramente. Ojalá nunca hubiera tenido que enfrentarme a ellas, porque son muy tristes, pero créeme que haré lo posible por seguir concentrado en mis lectores, quienes quieran serlo, y dejar esas fanfarrias de lado. Son venenos que es mejor encerrar en un cajón oscuro y olvidarlos. El Ying de todo esto son todos esos maestros que se han acercado a mí y me han alentado bien con consejos, con su cariño, con su experiencia, o con palabras de aliento, y la lista es mucho mayor. David Jasso, por ejemplo, consiguió que Necrópolis fuera una experiencia mejor; Juan de Dios Garduño, o David Mateo, Julián Sánchez, y hasta Manel Loureiro, que me llama de vez en cuando y me anima: él pasó por el camino que yo ahora recorro hace ya tiempo. A todos ellos, y a muchos otros, les agradezco todo lo que han hecho por mí.

5-¿Sabes que tus libros los leen los universitarios entre clase y clase? Doy fe de ello. ¿Que les puedes decir estos jóvenes tan trastornados?

Es inadmisible. Si continúan así, podrían acabar queriendo contar sus propias historias y acabar involucrados en ambientes artísticos y de expresión nada recomendables para la sociedad-engranaje que han diseñado para nosotros (risas) Pues lo sé muy bien, porque tengo amigos y sobrinas universitarias, y gente que me contacta, y parece que la novela se pasa de mano en mano. Es maravilloso, y agradezco mucho a todos los que disfrutaron con los libros que los haya recomendado. Es lo que ha hecho el éxito de Los Caminantes venda tanto, el boca a boca.

6-DOLMEN: ¿ Que es para ti dolmen? Cuenta como se dio el encuentro entre Carlós y dolmen y si realizas trabajos margen de escribir para ellos. Hablarnos de esa relación escritor editorial.

No hay mucho que contar, realmente. Cuando mi familia leyó el manuscrito y me animaron a enviar la novela a alguna parte, pensé en Dolmen al instante, porque ya se habían lanzado a publicar una novela de zombis. Fueron tres o cuatro meses de espera, y cuando creía que tendría que recurrir a la autoedición, recibí un email con palabras de elogio y la noticia de que iban a publicarla. Desde entonces la relación ha sido muy buena. Obviamente, Dolmen no tiene los medios de otras editoriales monstruo que todos conocemos, por eso es incluso más meritorio que hayan conseguido que Los Caminantes llegue a tanta gente y siempre les estaré muy agradecido por la oportunidad que me dieron.



7-¿Que autores, en general de todo genero y área científica, o de estudio, o filosófica son tus preferidos? ¿Te influencian en algo? ¿Que les asiduamente en casa?

La verdad es que no le hago ascos a nada. Me gusta leer de todo, aunque mis favoritos supongo que andan en torno a King, Kundera, Koontz, Tolkien, Robert Sheckley... también Benito Pérez Galdos, Federico Axat...

8-¿Te han propuesto cine? ¿Conoces a alguien del mundillo del cine?  ¿Conoces a Ezequiel Montes? Por lo que se, este esta haciendo algo en Málaga al respecto. ¿Si te lo proponen escribirías para cine o cederías derechos de obra?

Lo del cine lo veo como una nebulosa difusa que gira constantemente en torno a Los Caminantes, pero cuesta enfocarla. Han habido varias propuestas, interesadas en los derechos, pero Los Caminantes requiere una puesta en escena que se escapa del presupuesto medio de muchas productoras, y así me lo han explicado. Todavía ese eco resuena alrededor, aunque no termina de confirmarse nada. Y sí, conozco a Ezequiel, aunque por ahora no puedo comentar mucho más... :)

9- Y para ir terminando, mis diez preguntas, no se si de rigor. Carlos, entre tú y yo. ¿Se liga más ahora? ¿Por que, no me negarás, que aunque escribes sobre mortajas, lo que se te acerca a diario a pedir autógrafos, esta de muy bien ver?



Es verdad que mis fans son las más guapas (risas) Fue una de las cosas en las que estaba equivocado... pensé que mi público objetivo sería alguien adolescente, un poquito friki como yo, con un regusto por el sabor de la casquería... pero nada más lejos de la realidad. La gente que me escribo son, en muchos casos, personas que nunca se habrían acercado al género y que sienten incluso un poco de repulsión por la portada, que es demasiado explícita. Eso es fantástico, y me alegro de haber trascendido del género para satisfacer a los lectores con algo que consideran una novela de terror.



10 - Bueno y ya para finalizar, no te pregunto más. Solo despídete a lo zombi de todos aquellos a los que nos gusta leerte, y te seguimos.

Os mando un asfixiante abrazo rompe-costillas por todo lo que me habéis dado en esta pequeña aventura, confiando en mis libros y pasándolo bien con ellos. Gracias, y ojalá sigamos juntos mucho tiempo :)


Estimados amigos, esto ha sido todo por ahora. En días próximos prepararé  el siguiente capítulo, y alguna otra cosilla.  Espero que hasta ahora les gusté el trabajo.  En ese caso, siempre serán bienvenidos sus comentarios y sugerencias. No olvidéis, que si escribo aquí, es también por vosotros. Un abrazo y que la puta fuerza sea con todos vosotros. 
El autor