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LA GUERRA Y LOS ÁTOMOS ( Sobre la Guerra y Las Personas)
He rescatado esta dramatización del cantante Haroun Teboul, del poema de los átomos —escrito por el filósofo, sabio y místico Sufí, Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī ( persa, جلال الدين محمد بلخى) allá por el siglo XI—, con música compuesta por Armand Amar, compositor y director francès d'origen marroquí, para la película Bab’Aziz (El sabio sufí, 2005) del director tunecino Nacer Khemir, y con el que he querido acompañar este texto: un tanto singular, escrito con retazos de comentarios, fragmentos de cuartetas e ideas casi absurdas, además, de mucha impotencia, junto a una botella de vino, a lo largo de una noche de desvelo y bombardeos el 25 de febrero de 2022.
No hablo del pasado o del presente, sino de lo que viene, de los días que se aproximan: de lo que no tiene más remedio que venir. Algo que se agita desde hace largo tiempo en las sombras contenido bajo una terrible fuerza, una presión que crece inquieta y violenta como si quisiera desencadenar una catástrofe, “semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona, que teme reflexionar (Nietzsche); pues hace tiempo tiró la llave sabiendo que no había vuelta atrás. Quién pudiese hoy mirar atrás y a través de una fisura en el tiempo, y vislumbrar el devenir de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ignorancia, desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa.
Pero, en realidad ¿Qué sabemos nosotros?,
Pero, en realidad ¿Qué sabe el hombre de sí mismo?
* * *
Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en mi cabeza, mientras paso otra noche de insomnio junto a una copa de vino; otra noche más en vela frente al ordenador, a ratos frente al televisor, sumido en observar la desolación del mundo, mientras dios parece mirar hacia otro lado. Arriba, mi madre está en su habitación, también sola, al igual que yo con el corazón destrozado, tras observar esos primeros destellos de luz resplandeciente: como soles fulgurando en el horizonte, por todos los rincones en la oscuridad del cielo, seguido de la negrura cerrada de la noche, y el silencio de las estrellas que observan quemarse prematuras las rosas, por viento cálido que agita las ramas quebradas de un árbol tras el detonar de los proyectiles.
Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de ese vacío que queda como una impotencia ciega que nos destruye, y destruye el mundo, cuando se ha perdido toda esperanza y sucumbido al reino de la codicia, la quimera y la ilusión. Sin embargo, te puedo decir que allí donde he estado, no importa cuál fuese lugar o a qué lado del océano, siempre he visto sino ésta sus consecuencias. Siempre es igual: el debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones y los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad, la primacía de la envidia y la predisposición hacia el fanatismo amplifican luego esas llamas: el hombre, en definitiva, siempre el hombre y sus conflictos, ambos caminan juntos de la mano como hermanos. Prosperamos y florecemos, luego conquistamos y nos despojamos, nos destruimos y lapidamos los unos a los otros; da igual si del Norte o el Sur, del Este o del Oeste, todos sufrimos y soportamos las consecuencias de nuestro delirio: lo sobrellevamos, y al final incluso nos acostumbramos. Luego, cada uno con lo que nos queda de dignidad, seguimos nuestro camino, que comenzase en aquel primer momento cuando del bienestar del vientre asomamos a este mundo, entrando a él en medio de un llanto amargo, mientras caíamos —como la manzana al suelo— sobre la angustiosa realidad, solo para que luego nos pusieran un chupete: primero para que dejásemos de llorar, después para que estuviéramos callados. Pero algunos no soportan el bozal; son los mismos que hacen del mundo un lugar, mejor con la música, la poesía y el pensar; los que prefieren alzar la voz a los chupetes; los que se dejan guiar por la arena del desierto, que no persiguen el oro ni temen la pobreza ni al viento.
Es posible que hoy, sobre todo al mirar a tu alrededor, pienses que la guerra y el fuego están venciendo, y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero recuerda, que el de hoy fue también un perfecto amanecer, y si alzas la vista por encima de esas llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer en la noche las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse y como esas minúsculas partes de ti que sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo día.
Quizás me llames loco, o borracho, y quizás incluso tengas razón, pero una vida llena de pesares hay que pasarla toda en sueño profundo o embriagado de vino para atisbar luz entre tanta oscuridad, y luego atreverse, montando un caballo de madera al revés, a galopar el vacío buscando la revelación que en la tormenta antecede la manifestación de la cólera divina, y gritarle al fuego: ¡¡Hasta aquí llegarás y no más allá; aquí fijaré tus confines y romperé el orgullo de tus llamas!!
Y ahora amigo, si no te importa déjame descansar, pues estoy tan ebrio que no tengo más que decir... nada más"
Jordi Maqueda, Feb 2022 / aceuchal- Extremadura
(La metáfora de la embriaguez habla de ese
viaje del alma desde la dispersión y el pesar hasta el conocimiento real
(divino), la promesa de ebriedad más allá de la apariencia efímera. - Ibn
al-Farid)
SOBRE LA GUERRA Y LAS PERSONAS / jorge maqueda merchan / jordi maqueda (Aceuchal Badajoz - España)
Jordi Maqueda TEMAS / Reflexiones / Guerras
He rescatado esta dramatización del cantante Haroun Teboul, del poema de los átomos —escrito por el filósofo, sabio y místico Sufí, Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī ( persa, جلال الدين محمد بلخى) allá por el siglo XI—, con música compuesta por Armand Amar, compositor y director francès d'origen marroquí, para la película Bab’Aziz (El sabio sufí, 2005) del director tunecino Nacer Khemir, y con el que he querido acompañar este texto: un tanto singular, escrito con retazos de comentarios, fragmentos de cuartetas e ideas casi absurdas, además, de mucha impotencia, junto a una botella de vino, a lo largo de una noche de desvelo y bombardeos el 25 de febrero de 2022.
No hablo del pasado o del presente, sino de lo que viene, de los días que se aproximan: de lo que no tiene más remedio que venir. Algo que se agita desde hace largo tiempo en las sombras contenido bajo una terrible fuerza, una presión que crece inquieta y violenta como si quisiera desencadenar una catástrofe, “semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona, que teme reflexionar (Nietzsche); pues hace tiempo tiró la llave sabiendo que no había vuelta atrás. Quién pudiese hoy mirar atrás y a través de una fisura en el tiempo, y vislumbrar el devenir de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ignorancia, desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa.
Pero, en realidad ¿Qué sabemos nosotros?,
Pero, en realidad ¿Qué sabe el hombre de sí mismo?
* * *
Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en mi cabeza, mientras paso otra noche de insomnio junto a una copa de vino; otra noche más en vela frente al ordenador, a ratos frente al televisor, sumido en observar la desolación del mundo, mientras dios parece mirar hacia otro lado. Arriba, mi madre está en su habitación, también sola, al igual que yo con el corazón destrozado, tras observar esos primeros destellos de luz resplandeciente: como soles fulgurando en el horizonte, por todos los rincones en la oscuridad del cielo, seguido de la negrura cerrada de la noche, y el silencio de las estrellas que observan quemarse prematuras las rosas, por viento cálido que agita las ramas quebradas de un árbol tras el detonar de los proyectiles.
Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de ese vacío que queda como una impotencia ciega que nos destruye, y destruye el mundo, cuando se ha perdido toda esperanza y sucumbido al reino de la codicia, la quimera y la ilusión. Sin embargo, te puedo decir que allí donde he estado, no importa cuál fuese lugar o a qué lado del océano, siempre he visto sino ésta sus consecuencias. Siempre es igual: el debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones y los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad, la primacía de la envidia y la predisposición hacia el fanatismo amplifican luego esas llamas: el hombre, en definitiva, siempre el hombre y sus conflictos, ambos caminan juntos de la mano como hermanos. Prosperamos y florecemos, luego conquistamos y nos despojamos, nos destruimos y lapidamos los unos a los otros; da igual si del Norte o el Sur, del Este o del Oeste, todos sufrimos y soportamos las consecuencias de nuestro delirio: lo sobrellevamos, y al final incluso nos acostumbramos. Luego, cada uno con lo que nos queda de dignidad, seguimos nuestro camino, que comenzase en aquel primer momento cuando del bienestar del vientre asomamos a este mundo, entrando a él en medio de un llanto amargo, mientras caíamos —como la manzana al suelo— sobre la angustiosa realidad, solo para que luego nos pusieran un chupete: primero para que dejásemos de llorar, después para que estuviéramos callados. Pero algunos no soportan el bozal; son los mismos que hacen del mundo un lugar, mejor con la música, la poesía y el pensar; los que prefieren alzar la voz a los chupetes; los que se dejan guiar por la arena del desierto, que no persiguen el oro ni temen la pobreza ni al viento.
Es posible que hoy, sobre todo al mirar a tu alrededor, pienses que la guerra y el fuego están venciendo, y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero recuerda, que el de hoy fue también un perfecto amanecer, y si alzas la vista por encima de esas llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer en la noche las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse y como esas minúsculas partes de ti que sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo día.
Quizás me llames loco, o borracho, y quizás incluso tengas razón, pero una vida llena de pesares hay que pasarla toda en sueño profundo o embriagado de vino para atisbar luz entre tanta oscuridad, y luego atreverse, montando un caballo de madera al revés, a galopar el vacío buscando la revelación que en la tormenta antecede la manifestación de la cólera divina, y gritarle al fuego: ¡¡Hasta aquí llegarás y no más allá; aquí fijaré tus confines y romperé el orgullo de tus llamas!!
Y ahora amigo, si no te importa déjame descansar, pues estoy tan ebrio que no tengo más que decir... nada más"
Jordi Maqueda, Feb 2022 / aceuchal- Extremadura
(La metáfora de la embriaguez habla de ese viaje del alma desde la dispersión y el pesar hasta el conocimiento real (divino), la promesa de ebriedad más allá de la apariencia efímera. - Ibn al-Farid)
La IntraGuerra
¿Cómo alegrarnos por la luz, que otros no puede ver?
La sombra del pasado, que amenaza el porvenir.
Jordi Maqueda TEMAS / Reflexiones /
"Was Tarquinius Superbus in seinen Garten mit den Mohnköpfen sprach, verstand der Sohn, aber nicht der Bote".— Haman
En "clave" de tiempo presente.
"Was Tarquinius Superbus in seinen Garten mit den Mohnköpfen sprach, verstand der Sohn, aber nicht der Bote".— Hamann
El privilegio del presente jamás ha sido, ni podrá ser cuestionado:"se vive en el instante; respiramos el instante: somos hijos de cada respiración... ¡eres hijo del instante! Recuérdalo siempre" pues, quién desconoce esta realidad estará perdido y condenado. Tanto es así que sólo desde el instante presente, podemos observar el horizonte de pasado y futuro, sintiéndonos consecuencia y origen a la vez de un determinado momento. Precisamente, ahí “ el privilegio” que otorga en tanto a ser, y la prerrogativa proceder en el ahora: respirar, en el medio sobre el cual se organiza y resulta todo movimiento, corriente y pensamiento: “nada es, sin el devenir, fuera del lugar que le asigna un itinerario, donde ningún pensamiento es útil fuera de su tiempo”.
La Maldición de los Hombres
"Caín estaba maldito, y con él maldita toda la humanidad". Hoy ucranianos y rusos, primos algunos, unos más cercanos que otros se están matando, en la expresión máxima de la barbarie cainita. Pero, todavía hay personas que creen que el ser humano cambió en algún momento, por llamarlo de alguna manera, en 1945, tras la segunda guerra mundial. Y que desde entonces, la guerra quedó desterrada de la mente "racional” del hombre, que a la vista de la devastación sufrida en el continente, se conjurarían estados y pueblos (sobre todo en Europa) con la finalidad de evitar la siguiente contienda. Y fue, precisamente bajo esa premisa, en la creencia en un ser humano vencido, ahogado en su propia sangre y cansado de batallar, renaciendo a un nuevo mundo que se construyó la nueva Europa: la Europa moderna; la Europa pacifista; la Europa sin ejércitos; la Europa confiada; la Europa descuidada y sin capacidad de respuesta. Sin embargo, —y como bien atestiguan algunos enfrentamientos, conatos o guerras menores: algo se pasaba por alto; aunque, nadie advirtió en aquello nada particular donde IPC, inflación, crecimiento económico, Merkelianismo y, compadreo con estados autoritarios proveedores de materias primas, solapaba cualquier signo, de que algo pudiese estar podrido.
Pero volviendo a la viabilidad de la idea de esa “paz perpetua” posible tras la devastación de una guerra, parece, que no hubo ningún tipo de concienciación consecuencia de los efectos de la Gran guerra en Europa (la más devastadora hasta entonces) y, si se reflexionó en algún sentido, quiero decir, si el hombre "evolucionó" entonces... fue ya desde el primer momento: rearmándose, creciendo en fuerza bélica y pasando a utilizar en la siguiente contienda todos los medios y avances posibles: técnicos, tecnológicos, científicos y humanos, incluida la maldad, para la aniquilación del adversario en la II guerra mundial, como la historia bien nos ha descrito. Pero, que hoy todavía alguien pueda pensar que después de aquella terrible devastación que marcó a Europa durante la IIWW, el sapiens aprendió algo, es que no conoce ni su propia especie: pues el ser humano, es también su condición, una condición violenta, y en la guerra encuentra su máxima expresión. Entender esto, es lo único que salvará al hombre de su condición, y por tanto a la humanidad de sí misma; pues, lo único que contiene al humano a un enfrentamiento continuo o a gran escala, es saberse devastado si inicia la acción: “Si vis pacem, para bellum” o dicho de otro modo "si quieres la paz, prepárate bien para la guerra”. Advertía Publio Flavio Vegecio en su Epitoma rei militaris a fines del siglo IV DC: “el que desee la paz, que se prepare para la guerra. Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia, y no lo deje al azar (dejar la paz al azar es la mayor de las imprudencias). Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate.” -De re militari
Pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico continuamente nos citan a los clásicos, pero si leemos a los clásicos, a todos, encontramos que precisamente una de las líneas fundamentales del pensamiento de la filosofía de la historia, y que se extiende desde Heráclito hasta O. Spengler y C. Schmitt, ve en la guerra el estado natural del hombre, e incluso un factor de progreso moral, cívico y técnico. Para esta corriente de pensamiento la guerra posee una significación y un valor supremos en la historia de la humanidad. Tal es la actitud mantenida, desde diferentes supuestos y con diverso alcance y significación, por Heráclito, por Maquiavelo y por Hegel, entre otros. Para Heráclito(2), la guerra es el origen de todas las cosas, constituyendo la esencia y la manifestación suprema de la justicia. Para Maquiavelo la guerra es el norte, el principio supremo de la política. Para Hegel la guerra constituye una especie de «juicio de Dios».
Sólo es necesaria una persona hoy, entre 7 mil millones, en el sitio justo, junto a unos botones, y en el momento preciso, para mandar al infierno a la humanidad, o parte de ella. Y sólo las posibles consecuencias y represalias podrán evitar que esto suceda... A menos, que este completamente loco. En este caso: No valdrá sólo con tener un arsenal inmenso capaz de hacer reflexionar al enemigo. En este punto la sociedad debe reflexionar: el mundo debe hacerlo. Un estado debe velar por sí mismo, pero igualmente por el resto de la humanidad, y evitar que sujetos, psicópatas, o enfermos incapaces de medir las consecuencias de una acción, lleguen a cargos y puestos de mando determinantes. De lo contrario, a esta especie sólo le quedará afrontar su destino. Finalmente, creo, que La misma determinación con la que intentamos mantener la Paz, se ha tener a la hora de conquistarla, y detener la guerra; o, como escribe Rafael jorba, Secretario del comité editorial de EL PERIÓDICO: "Ante los discursos buenistas y equidistantes, cabe recordar un axioma simple: no puede confundirse el pacifismo como postulado, con la paz como objetivo".
(2) Dice Heráclito: Fragmento 8: «Lo que se opone es concorde, y de los discordantes (se forma) la más bella armonía, y todo se engendra de la discordia.» Fragmento 53: «Pólemos (la guerra) es el padre de todas las cosas y el rey de todas, y a unos los revela dioses, a los otros hombres, a los unos los hace libres, a los otros esclavos.» Fragmento 80: «Es preciso saber que la guerra es común (a todos los seres), y la justicia es discordia, y todas las cosas se engendran por discordia y necesidad.» HERMANN DIELS y WALTHER KRANZ: Die Fragmente der Vorsokratiker, tomo I, Weidmannsche Verlagsbuchhandlung, Berlín-Neukoln, 1960, págs. 152, 162 y 169.
MIENTRAS DUREN LOS BOMBARDEOS
Jordi Maqueda TEMAS / Observaciones/ Guerras
La Maldición que nos persigue a todos.
Jordi Maqueda TEMAS / Reflexiones / Guerras