Paz o Libertad?

 Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones / Guerras

Pintura: Camino a la Libertad - 2018 / Marcos Tamargo

No Soy Pacifista: no puedo serlo —no hoy— al menos, en el sentido en que otros entienden este término. Einstein ya definió este pensamiento, o forma de pensar, afirmando: "Yo soy no sólo un pacifista, sino un militante pacifista, dispuesto a luchar por la paz". En mi caso —no soy Einstein: es evidente— soy alguien normal; pero, que ama sobre todo dos cosas: la paz, y por encima de ésta, la libertad, pues "No hay Paz alguna si no se es Libre". ¿Quién puede hablar o defender aquello que antes perdió, desde la cautividad y el estar ya sometidoDejar la paz al azar, o en manos de otros: cierto tipo de personas o estados, es la mayor de las imprudencias y, la inacción, cuando se trata de defender la libertad es poco menos que empezar a someterse: concediendo y cediendo a las conveniencias de otros que, unas veces serán impuestas y otras, por nosotros mismos ilusoriamente elegidas.

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LA GUERRA Y LOS ÁTOMOS ( Sobre la Guerra y Las Personas)

Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones / Guerras

 

He rescatado esta dramatización del cantante Haroun Teboul, del poema de los átomos —escrito por el filósofo, sabio y místico Sufí, Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī ( persa, جلال الدين محمد بلخى‎) allá por el siglo XI—, con música compuesta por Armand Amar, compositor y director francès d'origen marroquí, para la película Bab’Aziz (El sabio sufí, 2005) del director tunecino Nacer Khemir, y con el que he querido acompañar este texto: un tanto singular, escrito con retazos de comentarios, fragmentos de cuartetas e ideas casi absurdas, además, de mucha impotencia, junto a una botella de vino, a lo largo de una noche de desvelo y bombardeos el 25 de febrero de 2022.  

No hablo del pasado o del presente, sino de lo que viene, de los días que se apro­ximan: de lo que no tiene más remedio que venir. Algo que se agita desde hace largo tiempo en las sombras contenido bajo una terrible fuerza, una presión que crece inquieta y violenta como si quisiera desencadenar una catástro­fe, “semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona, que teme reflexionar (Nietzsche); pues hace tiempo tiró la lla­ve sabiendo que no había vuelta atrás. Quién pudiese hoy mirar atrás y a través de una fisura en el tiempo, y vislumbrar el devenir de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ig­norancia, desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa.

         Pero, en realidad ¿Qué sabemos nosotros?, 

                                   Pero, en realidad ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? 

* * * 

Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en mi cabeza, mientras paso otra noche de insomnio junto a una copa de vino; otra noche más en vela frente al ordenador, a ratos frente al televisor, sumido en observar la desolación del mundo, mientras dios parece mirar hacia otro lado. Arriba, mi madre está en su habitación, también sola, al igual que yo con el corazón destrozado, tras observar esos primeros destellos de luz resplandeciente: como soles fulgurando en el horizonte, por todos los rincones en la oscuridad del cielo, seguido de la negrura cerrada de la noche, y el silencio de las estrellas que observan quemarse prematuras las rosas, por viento cálido que agita las ramas quebradas de un árbol tras el detonar de los proyectiles. 

Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de ese vacío que queda como una impotencia ciega que nos destruye, y destruye el mundo, cuando se ha perdido toda esperanza y sucumbido al reino de la codicia, la quimera y la ilusión. Sin embargo, te puedo decir que allí donde he estado, no importa cuál fuese lugar o a qué lado del océano, siempre he visto sino ésta sus consecuencias. Siempre es igual: el debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones y los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad, la primacía de la envidia y la predisposición hacia el fanatismo amplifican luego esas llamas: el hombre, en definitiva, siempre el hombre y sus conflictos, ambos caminan juntos de la mano como hermanos. Prosperamos y florecemos, luego conquistamos y nos despojamos, nos destruimos y lapidamos los unos a los otros; da igual si del Norte o el Sur, del Este o del Oeste, todos sufrimos y soportamos las consecuencias de nuestro delirio: lo sobrellevamos, y al final incluso nos acostumbramos. Luego, cada uno con lo que nos queda de dignidad, seguimos nuestro camino, que comenzase en aquel primer momento cuando del bienestar del vientre asomamos a este mundo, entrando a él en medio de un llanto amargo, mientras caíamos —como la manzana al suelo— sobre la angustiosa realidad, solo para que luego nos pusieran un chupete: primero para que dejásemos de llorar, después para que estuviéramos callados. Pero algunos no soportan el bozal; son los mismos que hacen del mundo un lugar, mejor con la música, la poesía y el pensar; los que prefieren alzar la voz a los chupetes; los que se dejan guiar por la arena del desierto, que no persiguen el oro ni temen la pobreza ni al viento.

Es posible que hoy, sobre todo al mirar a tu alrededor, pienses que la guerra y el fuego están venciendo, y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero recuerda, que el de hoy fue también un perfecto amanecer, y si alzas la vista por encima de esas llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer en la noche las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse y como esas minúsculas partes de ti que sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo día.

Quizás me llames loco, o borracho, y quizás incluso tengas razón, pero una vida llena de pesares hay que pasarla toda en sueño profundo o embriagado de vino para atisbar luz entre tanta oscuridad, y luego atreverse, montando un caballo de madera al revés, a galopar el vacío buscando la revelación que en la tormenta antecede la manifestación de la cólera divina, y gritarle al fuego: ¡¡Hasta aquí llegarás y no más allá; aquí  fijaré tus confines y romperé el orgullo de tus llamas!!

 Y ahora amigo, si no te importa déjame descansar, pues estoy tan ebrio que no tengo más que decir... nada más"

 Jordi Maqueda, Feb 2022 / aceuchal- Extremadura


(La metáfora de la embriaguez habla de ese viaje del alma desde la dispersión y el pesar hasta el conocimiento real (divino), la promesa de ebriedad más allá de la apariencia efímera. - Ibn al-Farid)


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SOBRE LA GUERRA Y LAS PERSONAS / jorge maqueda merchan / jordi maqueda (Aceuchal Badajoz - España)

 Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones / Guerras


 

He rescatado esta dramatización del cantante Haroun Teboul, del poema de los átomos —escrito por el filósofo, sabio y místico Sufí, Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī ( persa, جلال الدين محمد بلخى‎) allá por el siglo XI—, con música compuesta por Armand Amar, compositor y director francès d'origen marroquí, para la película Bab’Aziz (El sabio sufí, 2005) del director tunecino Nacer Khemir, y con el que he querido acompañar este texto: un tanto singular, escrito con retazos de comentarios, fragmentos de cuartetas e ideas casi absurdas, además, de mucha impotencia, junto a una botella de vino, a lo largo de una noche de desvelo y bombardeos el 25 de febrero de 2022.  

No hablo del pasado o del presente, sino de lo que viene, de los días que se apro­ximan: de lo que no tiene más remedio que venir. Algo que se agita desde hace largo tiempo en las sombras contenido bajo una terrible fuerza, una presión que crece inquieta y violenta como si quisiera desencadenar una catástro­fe, “semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su finque ya no reflexionaque teme reflexionar (Nietzsche); pues hace tiempo tiró la lla­ve sabiendo que no había vuelta atrás. Quién pudiese hoy mirar atrás y a través de una fisura en el tiempo, y vislumbrar el devenir de quien descansa sobre la crueldad, la codicia y la indiferencia de su ig­norancia, desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa.

         Pero, en realidad ¿Qué sabemos nosotros?, 

                                   Pero, en realidad ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? 

* * * 

Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en mi cabeza, mientras paso otra noche de insomnio junto a una copa de vino; otra noche más en vela frente al ordenador, a ratos frente al televisor, sumido en observar la desolación del mundo, mientras dios parece mirar hacia otro lado. Arriba, mi madre está en su habitación, también sola, al igual que yo con el corazón destrozado, tras observar esos primeros destellos de luz resplandeciente: como soles fulgurando en el horizonte, por todos los rincones en la oscuridad del cielo, seguido de la negrura cerrada de la noche, y el silencio de las estrellas que observan quemarse prematuras las rosas, por viento cálido que agita las ramas quebradas de un árbol tras el detonar de los proyectiles. 

Pero no vine hablar sobre el más amargo fruto de la vehemencia y la ira de los hombres, pues hay poco que decir: las personas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Un poder que surge de ese vacío que queda como una impotencia ciega que nos destruye, y destruye el mundo, cuando se ha perdido toda esperanza y sucumbido al reino de la codicia, la quimera y la ilusión. Sin embargo, te puedo decir que allí donde he estado, no importa cuál fuese lugar o a qué lado del océano, siempre he visto sino ésta sus consecuencias. Siempre es igual: el debilitamiento de la paciencia prende el combustible de las pasiones y los fuegos de la codicia se expanden; la miseria, la rivalidad, la primacía de la envidia y la predisposición hacia el fanatismo amplifican luego esas llamas: el hombre, en definitiva, siempre el hombre y sus conflictos, ambos caminan juntos de la mano como hermanos. Prosperamos y florecemos, luego conquistamos y nos despojamos, nos destruimos y lapidamos los unos a los otros; da igual si del Norte o el Sur, del Este o del Oeste, todos sufrimos y soportamos las consecuencias de nuestro delirio: lo sobrellevamos, y al final incluso nos acostumbramos. Luego, cada uno con lo que nos queda de dignidad, seguimos nuestro camino, que comenzase en aquel primer momento cuando del bienestar del vientre asomamos a este mundo, entrando a él en medio de un llanto amargo, mientras caíamos —como la manzana al suelo— sobre la angustiosa realidad, solo para que luego nos pusieran un chupete: primero para que dejásemos de llorar, después para que estuviéramos callados. Pero algunos no soportan el bozal; son los mismos que hacen del mundo un lugar, mejor con la música, la poesía y el pensar; los que prefieren alzar la voz a los chupetes; los que se dejan guiar por la arena del desierto, que no persiguen el oro ni temen la pobreza ni al viento.

Es posible que hoy, sobre todo al mirar a tu alrededor, pienses que la guerra y el fuego están venciendo, y sometiendo el mundo al dominio de sus llamas; pero recuerda, que el de hoy fue también un perfecto amanecer, y si alzas la vista por encima de esas llamas verás que el día rebosa felicidad; que hoy como ayer en la noche las estrellas te saludan y al amanecer el sol brilla: déjate entonces acariciar por su suave luz y sentirás el vello erizarse y como esas minúsculas partes de ti que sienten su calidez enloquecen de júbilo por el nuevo día.

Quizás me llames loco, o borracho, y quizás incluso tengas razón, pero una vida llena de pesares hay que pasarla toda en sueño profundo o embriagado de vino para atisbar luz entre tanta oscuridad, y luego atreverse, montando un caballo de madera al revés, a galopar el vacío buscando la revelación que en la tormenta antecede la manifestación de la cólera divina, y gritarle al fuego: ¡¡Hasta aquí llegarás y no más allá; aquí  fijaré tus confines y romperé el orgullo de tus llamas!!

 Y ahora amigo, si no te importa déjame descansar, pues estoy tan ebrio que no tengo más que decir... nada más"

 Jordi Maqueda, Feb 2022 / aceuchal- Extremadura


(La metáfora de la embriaguez habla de ese viaje del alma desde la dispersión y el pesar hasta el conocimiento real (divino), la promesa de ebriedad más allá de la apariencia efímera. - Ibn al-Farid)


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La IntraGuerra

La dialéctica unamuniana distingue, contraponiendo dos términos entre historia e intrahistoria. La historia es, para Unamuno “el presente momento histórico, que cristaliza en los libros y registros”; sin embargo, esto apenas sería la superficie de un profundo océano, teniéndose que rasgar esta superficie, para encontrar bajo ella la intrahistoria: la vida íntima, “la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo, se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir su oscura y silenciosa labor cotidiana”. Por tanto, la guerra desde el enfoque de esa misma dialéctica, apenas sería entonces la "superficie de un colosal piélago ensangrentado", donde rascando la capa superficial de sangre reseca, de matices de honorabilidad e ideales, encontraríamos bajo ella la IntraGuerra:"Los hechos silenciosos con nombre y apellidos de millones de verdugos y víctimas: las muertes y masacres más atroces, los abandonos más dolorosos y las más terribles agonías". Nada honroso hallaríamos allí, sólo el sinsentido y el horror que supone la Guerra para la vida y los hombres.

¿Cómo alegrarnos por la luz, que otros no puede ver?

 Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones / Guerras

 E. Munch / Fragmento de "El Grito"

El dolor y repulsa por lo que está sucediendo en Europa presionan las compuertas de la indignación en personas y conciencias de todo el mundo. Ni siquiera la crítica o denuncia, sumadas a los esfuerzos "limitados" y la ayuda de gran parte de Europa a los refugiados, parecen formas efectivas de afrontar este dramático presente, y la amenaza que para todos supone. Pero, frente a este nuevo paradigma que nos toca vivir, uno se pregunta cómo, todavía, algunas personas pueden tener y defender ideales, cualesquiera, "cuando existen sobre la tierra sordos, ciegos y locos. Cómo podemos alegrarnos de la existencia de la luz, que otros no pueden ver; o del sonido que no pueden escuchar" (Cioran, frag ). Cómo puedo sentirme en paz cuando otros lloran y sufren el horror de la guerra. Llega un momento —¡ahora!— en que todo pensamiento al respecto me parece inútil e, igualmente la compasión; una compasión y misericordia que resultan tan ineficaces, como insultantes para quienes sufren la devastación y, que hace que me cuestione —considerando el estado actual de las cosas— mientras el caos de nuevo centellea en Europa con el resplandor demoníaco de las bombas: donde ancianos, mujeres y niños participan de los sufrimientos más terribles... si tanta lucidez improductiva por parte de algunos, durante tanto tiempo, no es la culpable de las tinieblas y el horror que ahora sufren los otros.

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La sombra del pasado, que amenaza el porvenir.

 Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones /



"Was Tarquinius Superbus in seinen Garten mit den Mohnköpfen sprach, verstand der Sohn, aber nicht der Bote".— Haman 
Quizá sean estos días —apresurados, y difíciles como no los he conocido antes— que nos arrastran a todos, quién sabe si hacia un nuevo paradigma, lo que hace que me detenga en el ahora, y me pregunte tratando de comprender ¿hacia dónde vamos? Pero, si difícil es explicar el presente, más difícil es vaticinar un posible futuro. Difícil, pues se advierte—hoy más que nunca— la necesidad de un nuevo Phatos, al escuchar en Medios, Redes y Púlpitos desarrollar absurdas retóricas sobre el origen y consecuencias de la “Guerra” precisamente, por aquellos mismos que hablaban antes de banalidades y estaban a otras cosas: los mismos que sueñan con alcanzar algún día la vejez, beben la copa hasta el final y gritan ebrios, no sabemos si de alegría o desesperación, pues nada de ellos quedará, cuando la moral no tiene otro objetivo que transformar la propia vida en un cúmulo de sinsentidos y ocasiones desperdiciadas; sin advertir, que estos tiempos son precisamente esos tiempos, aquellos a los que se debe prestar atención pues, cuanto mayor ha sido nuestro progreso, hacia un mayor peligro hemos avanzado y, "hay décadas en las que no pasa nada, semanas en las que pasan décadas; y días en los que podría pasar de todo”. Quizá, y sólo digo quizá, sean los "huérfanos" —que se dieron de baja de todo sistema o metasistema— aquellos "fronterizos" que habitan el límite del mundo y las fronteras en torno a las dimensiones aún no colonizadas del pensamiento, los únicos en condiciones de aproximarse a esa nueva realidad radical, estricta y necesaria, que es justamente lo que queda cuando estando al margen, se eliminan ideales, teorías e interpretaciones preconcebidas o adquiridas, más aún cuando el tiempo apremia, viendo como es el mismo hombre quien fracasa al no poder seguir con el razonamiento el ritmo, emparejado, al progreso de la propia civilización.

Se que adelantarse a la historia es imprudente, una historia que seguro no pasará por alto esta guerra —como no lo hizo con otras— sin embargo, estas últimas semanas serán, en mi opinión, sobre todo recordadas por enmarcar una ruptura histórica en Europa y resucitar un viejo fantasma del pasado. Esperemos, que sólo sea eso: un fantasma, pues con el pasado no se puede luchar cuerpo a cuerpo —afirmaba Gaset—. El porvenir vence al pasado, sencillamente, porque se lo traga: como deje algo de él fuera o tras de sí, está perdido.

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En "clave" de tiempo presente.


"Was Tarquinius Superbus in seinen Garten mit den Mohnköpfen sprach, verstand der Sohn, aber nicht der Bote".— Hamann

El privilegio del presente jamás ha sido, ni podrá ser cuestionado:"se vive en el instante; respiramos el instante: somos hijos de cada respiración... ¡eres hijo del instante! Recuérdalo siempre" pues, quién desconoce esta realidad estará perdido y condenado. Tanto es así que sólo desde el instante presente, podemos observar el horizonte de pasado y futuro, sintiéndonos consecuencia y origen a la vez de un determinado momento. Precisamente, ahí “ el privilegio” que  otorga en tanto a ser, y la prerrogativa proceder en el ahora: respirar, en el medio sobre el cual se organiza y resulta todo movimiento, corriente y pensamiento: “nada es, sin el devenir, fuera del lugar que le asigna un itinerario, donde ningún pensamiento es útil fuera de su tiempo”.


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La Maldición de los Hombres


"Caín estaba maldito, y con él maldita toda la humanidad". Hoy ucranianos y rusos, primos algunos, unos más cercanos que otros se están matando, en la expresión máxima de la barbarie cainita. Pero, todavía hay personas que creen que el ser humano cambió en algún momento, por llamarlo de alguna manera, en 1945, tras la segunda guerra mundial. Y que desde entonces, la guerra quedó desterrada de la mente "racional” del hombre, que a la vista de la devastación sufrida en el continente, se conjurarían estados y pueblos (sobre todo en Europa) con la finalidad de evitar la siguiente contienda. Y fue, precisamente bajo esa premisa, en la creencia en un ser humano vencido, ahogado en su propia sangre y cansado de batallar, renaciendo a un nuevo mundo que se construyó la nueva Europa: la Europa moderna; la Europa pacifista; la Europa sin ejércitos; la Europa confiada; la Europa descuidada y sin capacidad de respuesta. Sin embargo, —y como bien atestiguan algunos enfrentamientos, conatos o guerras menores: algo se pasaba por alto; aunque, nadie advirtió en aquello nada particular donde  IPC, inflación, crecimiento económico, Merkelianismo y, compadreo con estados autoritarios proveedores de materias primas, solapaba cualquier signo, de que algo pudiese estar podrido.

Pero volviendo a la viabilidad de la idea de esa “paz perpetua” posible tras la devastación de una guerra, parece, que no hubo ningún tipo de concienciación consecuencia de los efectos de la Gran guerra en Europa (la más devastadora hasta entonces) y, si se reflexionó en algún sentido, quiero decir, si el hombre "evolucionó" entonces... fue ya desde el primer momento: rearmándose, creciendo en fuerza bélica y pasando a utilizar en la siguiente contienda todos los medios y avances posibles: técnicos, tecnológicos, científicos y humanos, incluida la maldad, para la aniquilación del adversario en la II guerra mundial, como la historia bien nos ha descrito. Pero, que hoy todavía alguien pueda pensar que después de aquella terrible devastación que marcó a Europa durante la IIWW, el sapiens aprendió algo, es que no conoce ni su propia especie: pues el ser humano, es también su condición, una condición violenta, y en la guerra encuentra su máxima expresión. Entender esto, es lo único que salvará al hombre de su condición, y por tanto a la humanidad de sí misma; pues, lo único que  contiene al humano a un enfrentamiento continuo o a gran escala, es saberse devastado si inicia la acción: “Si vis pacem, para bellum” o dicho de otro modo "si quieres la paz, prepárate bien para la guerra”. Advertía Publio Flavio Vegecio en su Epitoma rei militaris a fines del siglo IV DC: “el que desee la paz, que se prepare para la guerra. Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia, y no lo deje al azar (dejar la paz al azar es la mayor de las imprudencias). Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate.” -De re militari

Pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico continuamente nos citan a los clásicos, pero si leemos a los clásicos, a todos, encontramos que precisamente una de las líneas fundamentales del pensamiento de la filosofía de la historia, y que se extiende desde Heráclito hasta O. Spengler y C. Schmitt, ve en la guerra el estado natural del hombre, e incluso un factor de progreso moral, cívico y técnico. Para esta corriente de pensamiento la guerra posee una significación y un valor supremos en la historia de la humanidad. Tal es la actitud mantenida, desde diferentes supuestos y con diverso alcance y significación, por Heráclito, por Maquiavelo y por Hegel, entre otros. Para Heráclito(2), la guerra es el origen de todas las cosas, constituyendo la esencia y la manifestación suprema de la justicia. Para Maquiavelo la guerra es el norte, el principio supremo de la política. Para Hegel la guerra constituye una especie de «juicio de Dios».

Sólo es necesaria una persona hoy, entre 7 mil millones, en el sitio justo, junto a unos botones, y en el momento preciso, para mandar al infierno a la humanidad, o parte de ella. Y sólo las posibles consecuencias y represalias podrán evitar que esto suceda... A menos, que este completamente loco. En este caso: No valdrá sólo con tener un arsenal inmenso capaz de hacer reflexionar al enemigo. En este punto  la sociedad debe reflexionar: el mundo debe hacerlo. Un estado debe velar por sí mismo, pero igualmente por el resto de la humanidad, y evitar que sujetos, psicópatas, o enfermos incapaces de medir las consecuencias de una acción, lleguen a cargos y puestos de mando determinantes. De lo contrario, a esta especie sólo le quedará afrontar su destino. Finalmente, creo, que La misma determinación con la que intentamos mantener la Paz, se ha tener a la hora de conquistarla, y detener la guerra; o, como escribe Rafael jorba, Secretario del comité editorial de EL PERIÓDICO: "Ante los discursos buenistas y equidistantes, cabe recordar un axioma simple: no puede confundirse el pacifismo como postulado, con la paz como objetivo".

(2) Dice Heráclito: Fragmento 8: «Lo que se opone es concorde, y de los discordantes (se forma) la más bella armonía, y todo se engendra de la discordia.» Fragmento 53: «Pólemos (la guerra) es el padre de todas las cosas y el rey de todas, y a unos los revela dioses, a los otros hombres, a los unos los hace libres, a los otros esclavos.» Fragmento 80: «Es preciso saber que la guerra es común (a todos los seres), y la justicia es discordia, y todas las cosas se engendran por discordia y necesidad.» HERMANN DIELS y WALTHER KRANZ: Die Fragmente der Vorsokratiker, tomo I, Weidmannsche Verlagsbuchhandlung, Berlín-Neukoln, 1960, págs. 152, 162 y 169.



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MIENTRAS DUREN LOS BOMBARDEOS

  Jordi Maqueda TEMAS /  Observaciones/ Guerras



Leo en diferentes medios la necesidad de una paz, que nadie parece saber lograr. Mientras tanto, los misiles caen sobre las ciudades y, "La Guerra" —en su sentido más devastador— es una realidad, de nuevo en suelo europeo. Las bombas Rusas caen sobre la población en Ucrania, un país que vemos como se desangra frente a nuestros televisores, un horror, dicen algunos ya "anunciado" y previsto; afirmando, que urge ahora adelantar la Paz, que hay que hacer "algo" y, pronto,  como: "abrir una ronda de contactos con pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico" —no voy a comentar que pienso al respecto. Por supuesto, "el pacifismo" es legítimo y, además, la Paz, y mantenerla es una cuestión de supervivencia para la humanidad pues, ahora más que en ningún otro momento es imperativo evitar la confrontación entre potencias provistas de armamento nuclear". Sin embargo, querámoslo o no, la realidad no siempre coincide con nuestros deseos, y menos con nuestras posibilidades y medios para alcanzarlos. Lo cierto es, que el fenómeno de la guerra subsiste y desgraciadamente en el futuro (si hay algún futuro) subsistirá igualmente en mayor o menor medida; y subsistirá, mientras preexistan sus causas, que son muchas, variadas y muy complejas; pero, subsistirá sobre todo, porque el hombre es hoy incapaz y no dispone de aquellos medios necesarios para erradicar éstas causas, conjurando así la"Paz" tan anhelada. Igualmente, a corto y medio plazo, esa vieja aspiración casi utópica de la política occidental de «una autoridad pública universal reconocida por todos, y con poder para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos en todo el mundo» es inexistente. Pero, más allá de acusarnos los unos a los otros por nuestras impotencias y la inexistencia de estas instituciones, y de no reconocer en ello, la imposibilidad manifiesta de esa deseada "Paz Perpetua",  deberíamos ser realistas y reflexionar seriamente entorno este fenómeno, que lleva acompañando al hombre desde los albores de su existencia e, igualmente, algunos políticos deberían seriamente sopesar sus capacidades, a la vista del absurdo de algunas declaraciones: infantiles y poco o nada realistas, sobre todo, cuando se trata de políticos eventuales, a los que la guerra les viene grande y no entienden, ni de lejos, aquello que enfrentan. Al menos, y mientras duren los bombardeos, lo mejor para todos sería que permaneciesen en silencio, y leyesen algo de la historia de Europa, antes que abrir la boca solo para decir necedades pues: “No se puede razonar con un tigre cuando ya tienes tu cabeza dentro de sus fauces” (Winston Churchill).

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La Maldición que nos persigue a todos.

  Jordi Maqueda TEMAS /  Reflexiones / Guerras



"Caín estaba maldito y con él toda la humanidad". Ucranianos y rusos, parientes y primos algunos, unos más cercanos que otros se matan estos días entre ellos, en una guerra absurda e inadmisible, de consecuencias aún inciertas, en lo que parece la representación eslava de aquella barbarie cainita, ejecutada ahora sobre los mismos escenarios de la segunda guerra mundial: algo inimaginable en Europa  unos meses atrás, y buena parte de la ciudadanía europea pensaba, y hasta hace tan solo unas semanas creía, erróneamente, que la humanidad tras la devastación sufrida durante la segunda guerra mundial, de alguna manera había reflexionado, cambiado y evolucionado para bien, y que desde entonces, la guerra quedó arrinconada, desterrada de la mente "racional” del hombre, conjurándose para ello estados y pueblos con el propósito final de evitar la siguiente contienda.

Fue precisamente la creencia firme en ese “nuevo hombre” y una “nueva sociedad” sumado, a la determinación de no volver a pasar de nuevo por el sufrimiento y devastación de la guerra, lo que finalmente llevaría a aquellos mismos europeos vencidos, y antes enemigos, aún con la sangre en las ropas y el olor a pólvora en las calles a construir lo que otros por la fuerza de las armas no consiguieron jamás: una Europa unida, renacida de las mismas cenizas todavía humeantes sobre las ciudades destruidas, dando lugar a un anhelado sueño: la Europa moderna; la Europa pacifista; la Europa sin ejércitos; la Europa confiada; la Europa descuidada… la Europa de la inflación controlada y el crecimiento económico que premia con riquezas a sus estados y bienestar a sus ciudadanos, a la vez que con el tiempo descuidaba la defensa confiando ésta a terceros, empezando iguialmente a practicar una moral adaptada, a las nuevas necesidades, y que no condicionaba el compadreo negligente con estados y regímenes autoritarios, proveedores de materias primas que crecería con el tiempo creando, a cuanta mayor importación, mayor dependencia. Problemas estos, siempre solapados por las grandes posibilidades económicas, beneficios  y ventajas que ofrecía el negocio, pero pasando por alto aquellos signos que ya advertían que algo ya se estaba pudriendo a un lado del continente, a la misma velocidad con la que crecía al otro lado la riqueza. Aquellos mismos europeos que construyeron un sueño que parecía imposible, basado en una sociedad más justa, y un 'hombre nuevo' que daba espalda a la violencia y al pasado, se topan hoy de bruces con el advenimiento del 'hombre viejo', que retorna con las mismas cargas atávicas de siempre, ondeando ante la sorpresa del mundo, la bandera del apocalipsis.

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La Paz en tiempo de Misiles

jordi Maqueda /


Leo en diferentes medios la necesidad de una paz, que nadie parece saber como lograr. Mientras tanto, los misiles caen sobre las ciudades: "La Guerra" —en su sentido más amplio y devastador es hoy una realidad, y de nuevo en suelo europeo. Las bombas Rusas caen sobre la población en Ucrania, un país que vemos como se desangra frente a nuestros televisores, un horror, dicen algunos que ya "anunciado" y previsto; afirmando, que urge ahora adelantar la Paz, que hay que hacer "algo" y pronto: abrir una ronda de contactos con pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico —no voy a comentar que pienso al respecto. Por supuesto "el pacifismo" es legítimo; además, la Paz una cuestión de supervivencia para la humanidad, pues ahora más que en ningún otro momento de la historia se da un imperativo: evitar una confrontación entre potencias provistas de armamento nuclear", como en esta línea lo apuntaba el filósofo Santiago Alba Rico. Sin embargo, querámoslo o no —la realidad no siempre coincide con nuestros deseos, y menos con nuestras posibilidades o medios para alcanzarlos— el fenómeno de la guerra subsiste, como comprobamos hoy, y desgraciadamente en el futuro (si hay un futuro) subsistirá en mayor o menor medida; y subsistirá, mientras persistan sus causas, que son muchas, variadas y complejas; pero, subsistirá sobre todo, porque el hombre es incapaz, y no dispone de aquellos medios necesarios para erradicar éstas causas, conjurando así aquélla "Paz Perpetua". Hoy, pero probablemente también a corto y medio plazo, esa vieja aspiración casi utópica de la filosofía política occidental de «una autoridad pública universal reconocida por todos, con el poder para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos» es inexistente. Pero, más allá de acusar la falta de unas instituciones internacionales, o de no reconocer tan siquiera la imposibilidad hoy de esa tan deseada "Paz Perpetua" al menos, algunos, deberían ser, a la vista de los acontecimientos, más realistas; sobre todo, si se trata de políticos en puestos de responsabilidad: No se puede razonar con un tigre cuando ya tienes tu cabeza dentro de sus fauces” (Winston Churchill). Puede cambiar el mundo, podemos cambiar el mundo... pero antes deberán cambiar las personas. 

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