jordi Maqueda /
Leo en diferentes medios la necesidad de una paz, que nadie parece saber como lograr. Mientras tanto, los misiles caen sobre las ciudades: "La Guerra" —en su sentido más amplio y devastador— es hoy una realidad, y de nuevo en suelo europeo. Las bombas Rusas caen sobre la población en Ucrania, un país que vemos como se desangra frente a nuestros televisores, un horror, dicen algunos que ya "anunciado" y previsto; afirmando, que urge ahora adelantar la Paz, que hay que hacer "algo" y pronto: abrir una ronda de contactos con pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico —no voy a comentar que pienso al respecto. Por supuesto "el pacifismo" es legítimo; además, la Paz una cuestión de supervivencia para la humanidad, pues ahora más que en ningún otro momento de la historia se da un imperativo: evitar una confrontación entre potencias provistas de armamento nuclear", como en esta línea lo apuntaba el filósofo Santiago Alba Rico. Sin embargo, querámoslo o no —la realidad no siempre coincide con nuestros deseos, y menos con nuestras posibilidades o medios para alcanzarlos— el fenómeno de la guerra subsiste, como comprobamos hoy, y desgraciadamente en el futuro (si hay un futuro) subsistirá en mayor o menor medida; y subsistirá, mientras persistan sus causas,
que son muchas, variadas y complejas; pero, subsistirá sobre todo, porque el hombre es incapaz, y no dispone de aquellos medios necesarios para erradicar éstas causas, conjurando así aquélla "Paz Perpetua". Hoy, pero probablemente también a corto y medio plazo, esa vieja aspiración casi utópica de la filosofía política occidental de «una autoridad
pública universal reconocida por todos, con el poder para garantizar la
seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos» es inexistente. Pero, más allá de acusar la falta de unas instituciones internacionales, o de no reconocer tan siquiera la imposibilidad hoy de esa tan deseada "Paz Perpetua" al menos, algunos, deberían ser, a la vista de los acontecimientos, más realistas; sobre todo, si se trata de políticos en puestos de responsabilidad: “No se puede razonar con un tigre cuando ya tienes tu cabeza dentro de sus fauces” (Winston Churchill). Puede cambiar el mundo, podemos cambiar el mundo... pero antes deberán cambiar las personas.
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