Jordi Maqueda TEMAS / Observaciones/ Guerras
Leo en diferentes medios la necesidad de una paz, que nadie parece saber lograr. Mientras tanto, los misiles caen sobre las ciudades y, "La Guerra" —en su sentido más devastador— es una realidad, de nuevo en suelo europeo. Las bombas Rusas caen sobre la población en Ucrania, un país que vemos como se desangra frente a nuestros televisores, un horror, dicen algunos ya "anunciado" y previsto; afirmando, que urge ahora adelantar la Paz, que hay que hacer "algo" y, pronto, como: "abrir una ronda de contactos con pacifistas, pensadores y expertos del ámbito académico" —no voy a comentar que pienso al respecto. Por supuesto, "el pacifismo" es legítimo y, además, la Paz, y mantenerla es una cuestión de supervivencia para la humanidad pues, ahora más que en ningún otro momento es imperativo evitar la confrontación entre potencias provistas de armamento nuclear". Sin embargo, querámoslo o no, la realidad no siempre coincide con nuestros deseos, y menos con nuestras posibilidades y medios para alcanzarlos. Lo cierto es, que el fenómeno de la guerra subsiste y desgraciadamente en el futuro (si hay algún futuro) subsistirá igualmente en mayor o menor medida; y subsistirá, mientras preexistan sus causas, que son muchas, variadas y muy complejas; pero, subsistirá sobre todo, porque el hombre es hoy incapaz y no dispone de aquellos medios necesarios para erradicar éstas causas, conjurando así la"Paz" tan anhelada. Igualmente, a corto y medio plazo, esa vieja aspiración casi utópica de la política occidental de «una autoridad pública universal reconocida por todos, y con poder para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos en todo el mundo» es inexistente. Pero, más allá de acusarnos los unos a los otros por nuestras impotencias y la inexistencia de estas instituciones, y de no reconocer en ello, la imposibilidad manifiesta de esa deseada "Paz Perpetua", deberíamos ser realistas y reflexionar seriamente entorno este fenómeno, que lleva acompañando al hombre desde los albores de su existencia e, igualmente, algunos políticos deberían seriamente sopesar sus capacidades, a la vista del absurdo de algunas declaraciones: infantiles y poco o nada realistas, sobre todo, cuando se trata de políticos eventuales, a los que la guerra les viene grande y no entienden, ni de lejos, aquello que enfrentan. Al menos, y mientras duren los bombardeos, lo mejor para todos sería que permaneciesen en silencio, y leyesen algo de la historia de Europa, antes que abrir la boca solo para decir necedades pues: “No se puede razonar con un tigre cuando ya tienes tu cabeza dentro de sus fauces” (Winston Churchill).
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