MAPRHU
Era mediodía, medio día de un día cualquiera en un planeta cualquiera. Un fuerte viento se levantó en las viejas instalaciones del centro de comunicaciones sacudiendo las enormes y oxidadas antenas instaladas sobre uno de los módulos de administración, causando una inquietante e indescriptible cacofonía que retumbaba en el amplio complejo. A lo lejos, de un modo tan inesperado como vertiginoso, un manto de nubes rojas surgió amenazante sobre el horizonte, advirtiendo de un temporal que embravecía por momentos, llevado por un arrebato de incontrolable furia, azotando todo aquello que encontrase a su encuentro. Placas de aluminio sueltas que se hallaban sobre el desabrido llano desaparecieron entre remolinos de aire mientras, la árida y abrasada arena, comenzaba a elevarse del suelo. En tan solo unos minutos, la hasta entonces clara atmósfera se vio teñida de un corrupto color ocre, dificultando enormemente la visibilidad a los pocos moradores de aquel olvidado lugar.
En medio de aquel infierno de arena y polvo, una silueta enorme, con forma humana permanecía inmóvil a las puertas del complejo. Firme ante el temporal. Ignorando la abrasiva sacudida de la arena en su rostro y del viento que no cesaba en sus enfáticas envestidas. Con la vista perdida mas allá, sobre el horizonte y la mente sumergida e algún incomprensible lugar la figura se mantenía inanimada bajo la atenta mirada de varios androides situados en el interior de la estación que no le quitaban ojo y, que lentamente, iban aumentando en numero entono a la ventana desde donde podían ver, sin encontrar una explicación, lo que extrañamente acontecía ante sus ojos: La indiferencia, la apatía de aquella figura inmóvil, de uno de sus hermanos. Un hermano mayor en este caso: un <Dron>. Pasarían varios minutos, hasta que uno de los androides que se encontraban en el interior de las instalaciones se dirigió a su encuentro, del Dron, exponiéndose también así a las duras condiciones que se daban en aquel preciso momento en el exterior. Lentamente, cauto, se aproximo a la imponente inanimada figura.
¡No puedes permanecer aquí por mas tiempo!- Apenas se pudieron escuchar aquellas palabras entre el sonido del viento, mientras el Dron, parecía seguir ausente; con la mirada aun perdida entre las nubes, donde mas allá de estas, sus procesadores le indicaban, se encontraba una estrella, una pequeña y singular estrella.
Por favor vuelve al interior.- dijo, insistiendo el androide, al tiempo que sutilmente sujetaba al Dron por el brazo, invitándole a entrar junto a el, al interior de las instalaciones. Solo entonces, al sentir la presión sobre su brazo, pareció dar señales de vida la imponente maquina, surgiendo unas palabras del interior de esta. Eran tímidas palabras, que se confundían, con el sonido bárbaro de la tormenta.
¿Por que nos abandonaron?- pregunto sin retirar la vista del alto horizonte.-¿ Por que no vinieron a buscarnos? ¿ Dónde están las personas que nos dijeron que vendrían?- ¿Seguirá la tierra allí?-. Las palabras surgían con el tono y el tempo que en una maquina describe un proceso al que no encuentra respuesta o solución alguna. Un proceso, al que los humanos, - y por encontrar algún parecido emocional - califican de angustia.
Vamos - insistió nuevamente el androide, que seguía a su lado, pegado a este y cogido firmemente a su brazo soportando lo indecible.- Debes regresar al interior de la estación. Tienes que acompañarme. Es peligroso permanecer por mas tiempo aquí afuera- insistía-. Muy pronto la tormenta empeorara. Lo arrasara todo. Por favor... entra conmigo.
Hoy hace un día hermoso –. le contesto el Dron. -Me recuerda a la tierra. Allí, todos- los humanos - me llamaban MAPRHU.
Entonces el Dron, ante la fija mirada del androide, emitió un singular sonido: Aquel que indica la Auto desconexión de las fuentes de alimentación y baterías de reserva. Sus ojos se apagaron. El androide, que no era la primera vez que presenciaba aquella singular escena lo soltó poco antes de que este cayese al suelo: Desplomado. El diminuto androide y se volvió para entrar en el interior de las instalaciones. Justo en aquel momento parecía que comenzaban a caer las primeras gotas de agua, que eran como pequeños heraldos que venían a avisar de lo que todavía estaba por llegar. Un trueno ensordecedor hizo temblar el suelo, mientras lentamente nuevos androides se dirigían hacia una de las ventanas para ver aquel extraño acontecimiento. Cuando el androide que había permanecido al lado del Dron hasta sus últimos momentos, entro en la sala donde se encontraban sus hermanos, uno de tantos se adelanto al resto y le pregunto: -¿Es así como moriremos todos?
Lo ignoro – Respondió
El androide, sin dar mas importancia a lo sucedido siguió caminando hasta entrar en una sala contigua. Allí se detuvo un breve instante para volver la cabeza. Sin saber muy bien porque, volvió la vista hacia unas extrañas coordenadas que por algún motivo, y desde hacia unos segundos no dejaban de repetirse en su interior, interrumpiendo algunos de sus procesos. Un inesperado trueno le hizo volver de nuevo, reanudando sus rutinas. Se giro y siguió caminando. Caminaba en silencio, pero ya no era igual. De inmediato se apercibió. Ahora algo, algo que no comprendía insistía en su interior. ¿Era una fuerza? ¿un impulso? ¿Un virus quizás?. Solo sabía que no podía apartar ese lugar, esas coordenadas de sus programas. Solo sabia que era cuestión de tiempo. Tiempo para que aquella subrutina sobrecargarse todos sus circuitos, y saliese al patio; fijando la vista en aquellos ejes, sobre un punto lejano: una pequeña estrella, una estrella antes olvidada, perdida entre tantas otras estrellas olvidadas, hundida en el infinito piélago al que los hombres antes, llamaban Cosmos.
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