Hablar de algo, de cualquier cosa, sobre lo que ya se ha hablado y comentado tanto a lo largo del tiempo y la historia es complicado, o al menos lo es, si se le quiere de un ángulo y una voz propia. Aún así lo intentaré. En este caso, hablar de Yoshito Matsushige, que sobrevivió en 1945 al bombardeo nuclear de Hiroshima no es difícil, lo verdaderamente difícil es ponerse en su lugar e intentar entender lo que debió sentir y pasar por su cabeza en aquel momento. Gracias él hoy, mediante sus fotografías y "palabras" podemos atisbar, aunque sea vagamente, lo que fue el verdadero horror de aquella terrible experiencia: de su experiencia. Aquella que comenzaría la mañana 6 de agosto de 1945, cuando entre el desconcierto de una población civil desacostumbrada a explosiones de gran magnitud, se encontraba nuestro hombre que, saliendo de entre los escombros de su derruida vivienda, fue capaz recomponerse y fotografiar una hora después del ataque, la situación de devastación –casi surrealista- que vivía la ciudad. De lo poco que quedaba de en pie de su casa de Hiroshima Yoshito fue capaz de rescatar algo de ropa, su cámara fotográfica y el coraje suficiente para hacer las fotografías que luego pasarían a la historia y, que la revista Life publicó el 29 de septiembre de 1952, calificándolas como las "Primeras imágenes de las consecuencias de una bomba atómica a través de los ojos de las propias víctimas".
Yoshito Matsushige tenía 32 años en el
momento del bombardeo y estaba en su casa en el momento del
bombardeo.⸺ Había terminado el
desayuno y me estaba preparando para ir al periódico cuando sucedió. Hubo
un destello de los cables interiores, como si los hubiera alcanzado un
rayo. No escuché ningún sonido, pero el mundo a mi alrededor se volvió
blanco brillante: me quedé cegado momentáneamente como si una luz de magnesio
se hubiera encendido delante de mis ojos. Inmediatamente después de eso, llegó
la explosión. Estaba desnudo de cintura para arriba, y la explosión fue
tan intensa que sentí como si cientos de agujas me estuvieran aplastando a la
vez. La explosión hizo grandes agujeros en las paredes del primer y
segundo piso. Apenas podía ver la habitación debido a toda la suciedad -(Yoshito Matsushige)⸺ Su casa estaba ubicada en Midori-cho, a 1.7 millas de la zona cero (hipocentro)
de la explosión. Esto estaba justo fuera del radio de 1.5 millas de
destrucción creado por los efectos de la explosión
atómica. Milagrosamente, Matsushige no resultó gravemente herido debido
a ésta y gracias a ello se le dio una de las oportunidades fotográficas más
famosas de la historia humana. Con una cámara y dos rollos de película (24
posibles exposiciones) trató de llegar a la oficina de su periódico, pero las
llamas bloqueaban el camino. Entonces regresó al Puente Miyuki y trató de tomar
fotografías de la terrible carnicería que presenciaba en el puente, pero no se
vio capaz de presionar el botón del obturador en aquel momento. Después de
luchar en ese lugar durante más de treinta minutos con su propia conciencia,
finalmente, tomó sus primeras fotografías. Durante las siguientes diez horas Matsushige
solo pudo hacer clic en el obturador siete veces: la vista era tan atroz y
desgarradora para sus ojos que en muchas ocasiones se veía incapaz; además,
temía que las personas quemadas y devastadas se enfurecieran con el si les
tomaba fotos ⸺Cerca del puente
Miyuki, había una caja de policía. La mayoría de las víctimas que se
habían reunido allí eran niñas de secundaria de la Escuela de Negocios de Niñas
de Hiroshima y la Escuela Secundaria Hiroshima No.1. Habían sido
movilizados para evacuar edificios y estaban afuera cuando cayó la
bomba. Habiendo estado expuestos directamente a los rayos de calor,
estaban cubiertos de ampollas, del tamaño de bolas, en la espalda, la cara, los
hombros y los brazos. Las ampollas comenzaban a estallar y su piel colgaba
como alfombras. Algunos de los niños incluso tienen quemaduras en las
plantas de los pies. Habían perdido sus zapatos y corrían descalzos por el
fuego ardiente. Cuando vi esto, pensé que tomaría una foto y tomé mi
cámara. Pero no pude empujar el obturador porque la vista era muy
patética. Aunque yo también fui víctima de la misma bomba, Solo tuve
heridas leves por fragmentos de vidrio, mientras que estas personas estaban
muriendo. Era una vista tan cruel que no podía presionar el obturador. Tal
vez dudé allí durante unos 20 minutos, pero finalmente reuní el coraje para
tomar una foto. Luego, me moví 4 o 5 metros hacia adelante para tomar la
segunda foto. Incluso hoy, recuerdo claramente cómo el visor se nubló con
mis lágrimas. Sentí que todos me miraban y pensaban con enojo: "Nos
está tomando una foto y no nos ayudará en absoluto". Sin embargo, tuve que
presionar el obturador, así que endurecí mi corazón y finalmente tomé la
segunda foto. Esas personas deben haberme pensado debidamente insensible -(Yoshito Matsushige)⸺. Al regresar a su casa, o lo que quedaba de ella Matsushige no pudo revelar la
película de inmediato. Lo hizo después de veinte días y al aire libre, de la
manera más primitiva pues todos los cuartos oscuros de la ciudad, incluido el suyo habían
sido destruidos, de modo que Bajo un cielo lleno de estrellas, y con un paisaje
desolador a su alrededor de casas derrumbadas, decenas de miles de personas
muertas y la silueta de Hiroshima todavía ardiendo en la distancia, lavó su
película en un arroyo radiado y las colgó para secar colgándolas de la rama
quemada de un árbol. Cinco de aquellas siete imágenes habían sobrevivido al
holocausto nuclear y, es gracias a ellas que todo el mundo sabe hoy cómo fue, qué
sucedió en Hiroshima ese día. Sin embargo, solo Matsushige sabe cómo hubiesen
sido las otras diecisiete fotos que no tomó y, sobre todo todas aquellas que
quedaron en sus retinas. Las fotografías del bombardeo atómico de Hiroshima no se publicaron hasta
que la ocupación estadounidense de Japón terminó en abril de 1952. La revista
Asahi Gurafu publicó inicialmente las fotografías de Matsushige en una edición
especial el 6 de agosto.
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