(LA PESTE - 03) - RELACIONES DE FUERZ Y PODER // Y RAZÓN INSTRUMENTAL EN LA EDUCACIÓN; y en la sociedad en su conjunto / jordi Maqueda




El hombre es un ser social por naturaleza. Es decir, que le resulta imposible vivir aislado: ¿perdón? Pero hable solo por usted: El hombre o sujeto de la sociedad es un cobarde, al que le resulta imposible estar y sentirse solo, ante el caos perceptivo que deviene a sus sentidos de la naturaleza de las cosas y las personas: es un sujeto miedoso, incluso temeroso del vecino, que da forma a estados militarizados igualmente miedosos, del estado vecino, y que teme la oscuridad más que un niño pequeño, y en la tormenta se asusta de su propia sombra.

LA RAZÓN INSTRUMENTAL

Hoy, próximos a alcanzar el primer cuarto del siglo XXI, y más allá de cualquier duda u opinión, predomina (al igual que mediada la segunda mitad del siglo XX) un sentimiento general de angustia y desilusión. Revelador de ello, y del desencanto de los ciudadanos con la sociedad, es el vago caso que se hace de la realidad o a temas relevantes, enfocada la ciudadanía en todo tipo de entretenimientos, distracciones y circo: el circo de la política (elemento polarizador, como el fútbol que me gusta pero distingo aquí como ejemplo de polarización social), a mayor escala y que mantiene la llama del rencor en la sociedad y a las personas enfrentadas (desconfiando unas de otras: la sociedad española sabe bien de lo que hablo: de hermanos enfrentados y matándose unos a otros): y por lo tanto ocupados los ciudadanos: distraídos de las cuestiones de fondo, más relevantes (lo que son, dónde están y que (sombra) los hace ser como son (en su forma de no-ser, ellos mismos). Pero solo tenemos que poner la televisión, la de toda la vida y echar un vistazo para darnos cuenta de ello y quedarnos perplejos, de lo que los medios nos muestran como realidad: gente chillando y dada al cotilleo, discutiendo sobre la vida de otros, noticias que nos hacen sentirnos seguros sólo en nuestra casa: guerras, pobreza, asesinatos, secuestros; corrupción política, reyes robando, empresas y bancos defraudando, la política bajos mínimos (siempre a ojos del adversario político que alienta con temas de hundimiento a los suyos, contra los otros), todo ello y esto último servido para la comida o la cena en los telediarios, como entretenimiento: el “oscurantismo” es lo que tiene: como si al mostrarse públicamente, de aquel niño que se delata ya no nos debiéramos molestar de lo que ocurre a nuestras espaldas y prestar más atención: en todo caso, ya nos dicen lo que es (y que estamos seguros en nuestra casa, en las manos de otros que manejan nuestra vida a antojo, sirviendo a la irracionalidad). Es más, incluso darnos por satisfechos, y contentos con el castigo y las herramientas que permiten atrapar a la supuesta escoria, en lugar de preguntarnos que las mismas herramientas por las que los atrapan, son las herramientas que las permiten y permiten esa escoria, entiéndase: la sociedad produce su propia basura, que como basura luego, igual que la nuestra la alejamos de nuestra casa, a esta otra la alejamos de las calles y de nosotros: la encarcelamos, todos conocemos a alguna persona, que es hoy socialmente basura, ¿verdad? y todos conocemos a alguien que no merece estar ahí por lo que hizo ¿verdad? no es un criminal, no mato ni hirió a nadie, pero ya no son humanos: como a los enfermos mentales los hemos rebajado a ambos porque no los entendemos, ni entendemos su modo de vida y ser: a escoria social, a basura: personas basura. Lo curioso, es que van bien las ratas, para vender matarratas. No nos dicen que estas ratas son así, invasoras, pero se alimentan y nutren de nuestra propia basura y ser, los convertimos en ese tipo de ratas. Y Nos van bien los asesinatos, para mantener más control en las calles: sobre todos nosotros. Y Nos va bien una pandemia, para ver como de atemorizados están los conejillos, que por sí mismos están encerrados en sus casas y aplaudiendo, aplaudiendo porque están encerrados, pero están seguros de la peste; mientras que yo buscaba cualquier excusa, como creo que tantos otros, solo para escaparme de mi casa. Y tuvo que llegar esta pandemia, para ver y reconocer que es lo mismo que nos ocurre (de esa angustia, pero amplificada) cuando nos quedamos a trabajar por obligación, en vez de irnos al campo un fin de semana; y lo mismo o peor cuando no podemos irnos de vacaciones, y escapar a lo que se llama monotonía, pero que dramáticamente nos lleva a la otra monotonía de las vacaciones, el cerco dentro de otro cerco: la ilusión de salir del cerco. Desgraciadamente, ya no sabemos vivir en el caos de la naturaleza; y como a Kant: nos asusta en su frondosidad durante el día, y en su oscuridad por la noche: nos pone enfermos (a algunos asmáticos de polen), a otros ansiosos e inseguros tanto de sus silencio como de sus sonidos.

Luego las nuevas tecnologías han venido a terminar el trabajo para que el conejillo siempre este entretenido en su madriguera: sin mirar la realidad, no aportan nada diferente como en YouTube (quiero decir a la gran mayoría, pues yo he aprendió bastante de YouTube solo dejándome llevar, escuchando, observando y pensando en ello) pero donde no dejamos de observar los residuos estrambóticos de poderes míticos del pasado: médiums y magufos, ufólogos, profetas del devenir y fanáticos de todo tipo, que esperan al mesías destructor, y que conviven con las más obtusas fuerzas del futuro: jovencitos de gran desparpajo dándonos clases de todo lo fútil y situado más allá del bien y del mal a la altura de la mayor estupidez e inmadurez humana, dispuestos a toda (estupidez posible e imaginable) con tal de “triunfar frente a sus semejantes”, sin olvidar la palabra mágica del momento: dale al me gusta, no te cuesta nada, (pero si te cuesta: te cuesta aquella perspectiva heterogénea y necesaria para por el propio juicio aprender a discriminar del contenido y evidente es esto en las cosas que son, a la vista- ahí para que le des más veces al me gusta y estar todavía más presentes ahí, evitando por este acto tan simple, las que deberían estar (otras) dispuestas a nuestro juicio, aunque no te gusten. Entiéndase: que luego vemos solo lo que nos gusta, aunque sea una memez y nos aleje de lo heterogéneo y necesario.

(RELACIONES DE FUERZA)

Esta es una crítica, dura, al modelo o paradigma (social) presente, que encontramos en las actuales instituciones del estado político-sociales, y a sus relaciones de fuerza: poder (que pretende la nula inteligencia de individuo) por medio de la razón segunda o (razón instrumental) Instrumentalización, en la educación: escuelas y universidades ―pero, igualmente, esto es observable en todos los ámbitos de la sociedad― utilizando todas las formas (instituciones y leyes, dentro del estado como aparato, instrumento por el cual aplicar sistemáticamente (la forma) .Estas relaciones de fuerza se ocultan al instaurar un poder por medio de unos significados legítimos (que son útiles al estado, y no al individuo) e ilegitimando otros modelos (sean de conducta) no convenientes o contrarios y a los que humillan, aíslan y controlan, dejándolas sin libertad y con muy poco de "ellos mismos" (control coercitivo). Este poder es espejo luego en las escuelas (donde unos críos imponen su fuerza sobre otros) a partir del espejo social en el que se representan. En tal sentido, sus efectos no son atribuibles a a ciertos dispositivos que le permiten funcionar plenamente (tolerancia social a la coercividad: nadie hace nada ante el abuso) donde la otra parte de la relación (el sujeto-del estado), fortalece el ejercicio del poder al ocultar la procedencia del poder.

Pero no hablamos de teorías en este blog, hablamos de realidad. De filosofía de la realidad social y la coercividad del estado hacia el individuo consentida por los (mismos sujetos del estado) que lo toleran y consienten, por su miedo irracional dándole (aquella forma: coercitiva y disciplinaria) consienten (su forma) a imagen de su propia forma (estado y sujeto, temerosos del individuo libre: una llama que hay que sofocar, no sea que se extienda): No hace demasiado me registró el coche la guardia civil, me venían siguiendo desde dos km atrás. Me bajé, lo registraron, no contestaron a mis preguntas, siguieron buscando y finalmente me dijeron, que fue porque el coche estaba muy sucio. Lo extraño viene después, esto fue en la puerta del súper, y cuando entro me preguntan: ¿qué paso?, qué estaban buscando, querían decir, a lo que respondí, deberías preguntarle a ellos, por qué estaban buscando algo en mi choche que no encontraron, y sin una razón o causa: solo me dijeron que estaba el coche sucio. Todo muy normal para el dueño del súper (¿entonces no paso nada me dice?), a lo que le respondo: Antonio, claro que paso, han hecho lo que les ha dado la gana conmigo y en mi coche, delante de personas que conozco, y sin ninguna razón, eso paso. Pero no lo ves. Ni lo verás así hasta que a ti te pase… (o a veces, ni siquiera entonces: como bien demostró la pandemia: todos aplaudiendo, a la vez…”J”). “Todo poder que logra imponer significados (morales) e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza” 33 Pierre Bourdieu. Pero este estado de borregos (dije borregos, si) inicia desde mucho antes cuando se identifica a los zorrillos que podrían espantar el corral (la segregación del que tienen el coche sucio, por los conejillos siempre blancos y reloj nuevo). Iniciado este proceso de segregación entre individuos, y preservando el debate y conocimiento útil social (en su forma racionalista para servir al estado) apartando y seleccionado unos y de otros; además, de por medio de una dogmatización (Afirmando y exponiendo opiniones e ideas, no realidades, propias como si fueran dogmas o verdades indiscutibles), y luego encubriendo la relación existente entre medios y fines de la educación dirigida (a la formación profesional generalizada dentro de una forma o sistema integrador (que no promueve la inteligencia: distingamos aquí entre inteligencia y razón) sino fomentar la razón de unos y otros, universitarios o no, a servir (racionalmente) dentro de la forma (del estado), en su forma (de sujeto del estado) proyectando estos mismos la imagen del estado, en su propia imagen, (por ejemplo de las empresas en su maraca España, o en un europeo o mundial de futbol, el sujeto y su bandera, marca España, o la misma guardia civil), lo que constituye una acción malvada y vil por medio de una maquinaria altamente eficiente, que desnuda y confisca al individuo de todo cuanto habría de definirle, vistiéndolo, luego con cuánto habrá de definirlo homogeneizado: una montera y una bandera. Cuando en España hay muchas luces y sombras, tonos de colores, bombos y gaitas pulpo, cocido, paella y panderetas. Pero Siendo el mismo Poder, el Estado, por sus leyes →sanciones y castigos en última instancia aquel que posibilita estos actos “razonables” a la vez los "Irracionales” (pim pam toma Lacasitos) pero Razonables, en tanto a una especie de razón amparada en el funcionamiento abstracto del mecanismo pensante, sin reparar en el contenido de esa razón o mecanismo pensante: publicitando en los medios, de un lado el estado lo que nos dice que es malo, beber, pero luego permiten la publicidad en medios de la cerveza y licencias a locales donde beber . Una especie de razón, por tanto que puede designarse como razón subjetiva, pero subjetiva de quién o qué, y de carácter eminentemente instrumental, que no evalúa los fines mismos e “irracionales” de la acción→ su causa, sino que manipula la objetividad para favorecerlos al infractor (y multar), y con ello la autoconservación del sistema productivo industrial y de control, policial y coercitivo.

Hace tres semanas, me hicieron una prueba conduciendo y di, positivo: positivo en bravo y firme. Y mientras me multaban pregunté si podía decirle algo al guardia civil, este asintió y le dije: Vas de verde y perteneces a un cuerpo que se muestra firme, este me miro y asintió, y le dije igual que ese olivo: verde y firme, como un olivo, pero tú no eres un olivo, ( me volvió a mirar pero proseguí) el olivo aunque está dentro de esa rotonda, como ornamenta, por encima de todo y si te fijas “no solo está firme sino que se eleva firme en sus nuevas ramas hacia arriba, aun ahí dentro; primero es olivo, luego será lo que el hombre quiera: a la fuerza, pero primero es olivo. Tú me multas por que lo dice una máquina, pero me dices que estoy y me ves bien, entonces no piensas (no eres tu pensando) no obras por ti mismo, por tu razón, no eres tu sino un instrumento que obedece a la máquina. No eres un olivo. Pero, necesitamos, y lo necesitamos urgentemente que estos olivos, precisamente se reconozcan ya, olivos y no nos abandonen. Y si no puedes hacer que tu vida sea como la quieres, al menos intenta esto tanto como puedas: no la deshonres en el contacto apiñado con el mundo, en los muchos movimientos y la charla —Cavafis.

LA RAZÓN INSTRUMENTAL EN LA EDUCACIÓN

Durante siglos la filosofía, los textos filosóficos, han tenido una particularidad, más allá del pensamiento que exponen: es el lenguaje que emplean (racional, muy, muy racional, digamos que casi ininteligible para una persona inteligente). Este lenguaje, académico y técnico (propio de la razón), como antaño ocurría con el latín en los textos de la iglesia, mantiene hoy al margen del entendimiento de éstos (de una forma existente dentro de la sociedad) al grueso de la masa social. Esto es una (forma) de elitismo: o monopolio del pensamiento (racional) y que casi nadie, con dos dedos de frente se avienen a leer, una discusión cerrada por tanto ―de la que en la actualidad la clase obrera, sin formación académica, se ve apartada de las teorías tal como fueron formuladas por los “grandes” pensadores racionales, políticos y sociales del siglo XVIII y XIX y ya no digo algunos del XX― y por el que sólo se accede a él a través de los cauces pedagógicos y dogmáticos de nuestra sociedad, desde la educación en la escuela, desde en el colegio, pasando por el instituto y llegando a las universidades y escuelas filosóficas (en este caso) afirmados luego todos (en una forma reconocible) a imagen de aquellas en aquellas, en las que se reflejan. Un camino largo y tedioso, que muchos repudian (no se dice la causa: les aburre) y, por consiguiente, algo se va a perder en el camino, aunque también algo se gana. Se pierde, precisamente, la educación plena de todos los individuos pero, también con ello dogmatizarse en la razón absurda (y ser un nuevo limitanei o habitante de absurdistan) y de ahí: que algo también se gane. Pero no nos alegremos todavía.

II

A menudo y si uno lo piensa, parece natural no querer seguir estudiando después de la fastidiosa experiencia en colegios e institutos (aburridísimos) o, tras pasar un tiempo en la universidad: que por cierto y a día de hoy, en poco o nada se parece o tiene que ver con lo que fueron y representaron antaño las universidades, ahora todas al servicio del paradigma, en lugar de cuestionarlo y, en todo caso, como mero ente administrativo del estado, proveedor de visados para trabajadores cualificados, donde muchas veces se otorga este visado, para no dejar entrever las estadísticas y sus pésimos resultados y penosas notas. Pero, tan natural es hoy no querer seguir estudiando, que parece incluso obvio para muchos no querer y no hacerlo, de no ser por la necesidad de ese visado laboral; y tan obvio resulta esta opción de "abandonar", que parece estar ahí como otra opción más, para que se "conciba" y se "abandone". Para dejar de estudiar y no ir a la universidad: llena solo de conejos. Posiblemente parecerá algo accidental o coyuntural; pero no se llega a tal punto por casualidad o accidente ―como no es un accidente que los ricos estudien en unos colegios y los tuyos en otro― pensar, que hoy un acto consentido dentro de la sociedad, en este caso: que más de dos terceras partes de los estudiantes no lleguen a las universidades por propia voluntad o, no terminen sus estudios, o que un ciudadano cualquiera vaya comprase un coche concreto, o que mi madre me pida la laca Pascual, pensando, que todo ello es a razón de accidentes o caprichos o, consecuencia de buenas o malas decisiones, es poco menos que vivir en la ignorancia. Que la gente abandone la universidad se debe, al igual que cuando alguien compra cosas, a una necesidad, pero no personal, sino social y por la cual la sociedad precisa que hagamos algo, pero no nos lo pide, pues es algo que no va en nuestro beneficio sino en el suyo (por tanto se desestimula, tienta e incita de forma velada). Compramos coches que nos lleven rápido al trabajo, lacas y peines para ir bien peinados, y consumimos y dejamos las universidades, porque de otra manera, no habría obreros, para ir al trabajo en coche, con laca y bien peinados. De lo que se entiende una razón técnica en todo ello, de medios hacia unos fines preestablecidos, y a procedimientos que parecen los más adecuados para lograr tales fines: un proceso segregatorio de castas ― que no existe, por cierto, o eso nos dicen― de obreros, comerciantes, intelectuales, políticos, administradores, banqueros, por el que la sociedad desde que somos jóvenes selecciona en tanto aquello que precisa: obreros de un lado (fuertes) y administradores (dogmatizados) aptos y fáciles de domesticar (débiles) del otro, de los que se tragan todo lo que les dan de comer sin rechistar, y luego te aplauden las gracias; y todo ello a través de un proceso prolongado y selectivo, casi imperceptible: pensado, estudiado y ejecutado con gran maestría por una vasta maquinaria instrumentalizadora para sí (una sombra extensa y alargada/ no persona concreta), que ha demostrado por tiempo y a lo largo de la historia su eficiencia, como la propia realidad demuestra, pero y además, de la que muchos que la conocen (esa sombras) luego se aprovechan, a costa de la libertar y salud de los demás.

III

Para empezar, en las escuelas, ni a niños o jóvenes se les enseña a pensar, siquiera algo práctico (probar su inteligencia y desarrollarla). La practicidad de éstas, de las escuelas o la enseñanza en sus primeros niveles, no va más allá de enseñar lo preciso para poder escalar cursos, nada útil, lo preciso y relativo al colegio o la sociedad, apenas sin juegos o interacciones con otros niños o el entorno: sentados en una silla, en silencio, frente a una pizarra ―cuando un niño es un pequeño explorador, un científico en potencia, un examinador meticuloso de ese entorno― privándole, de toda iniciativa de conocimiento y limitándose a obedecer, aprendemos am obedecer; y a vernos igual que los otros, en fila y mirando a la pizarra, par que nos digan qué hacer, o que nos van a hacer si nos ponemos el cinturón de seguridad, o cuando hace calor, decirnos que el campo se quema. Si nos atenemos a lo que sirven, más que a lo que dicen que sirven las escuelas o se pueda entender de su nombre, estos lugares, no son centros de estudio propiamente, sino guarderías obligatorias: jaulas con batas y pizarras en su interior; un lugar donde cuidar/vigilar a pequeños encerrados (pues no son libres de moverse o salir) mientras los padres que lo ven natural ―pues así fueron ellos educados― se sienten liberados de ir a trabajar tranquilos (que coñazo, y hartura de niños en la pandemia), poniendo toda su preocupación, atención y tiempo parra eficiencia o concentración en el trabajo.

Luego lo curioso es, que ya desde pequeños a éstos se les coloca en grupos homogéneos: la misma edad (e incluso en escuelas de la misma clase social muchas veces) fomentando así la medianía y la pertenencia, en la creencia venida de observar un día si, otro también a nuestro alrededor a todos los que nos rodean iguales a nosotros y nosotros iguales a ellos: vestidos con la misma ropa o uniforme y poco más o menos con los mismos peinados y zapatillas, cuando de hecho, cada uno de nosotros somos individualmente únicos, y por tanto, distintos a los otros, con nuestros sueños y anhelos; que con el tiempo se irán disipando y abandonaremos, adoptando unos nuevos sueños, necesidades y objetivos mostrándosenos por otros primero (como posibilidad), luego impuestos (pero que entenderemos normal) por el ente social. "Por otra parte, el hombre, desde su temprana infancia, se ve tan a fondo encasillado en asociaciones, grupos y organizaciones, que la individualidad, vale decir, el elemento de lo peculiar desde el punto de vista de la razón, se halla totalmente reprimido o bien absorbido". (Crítica de la razón instrumental- Max Horkheimer) La escuela, por tanto ―en lugar de avivar una apertura de mente, una proyección propia del individuo a partir de un conocimiento transversal averiguando en ello aptitudes― los dirigirá en la segregación, teniendo pronto, cuando aún no saben lo que quieren o gustaría hacer, que elegir una cosa (tema o materia) entre todas las demás una (a elegir: observemos que no existe el naturalismo ahí, del catalogo) y descartando las demás; y que luego deriva en una especialización concreta sobre algo concreto pero, igualmente, en una ignorancia general sobre el “Todo lo demás” (entendido este todo como “Todo” y no el todo que se enseña) cuya consecuencia es, poco menos, como cuando al desarrollar la bomba atómica dentro del proyecto Manhattan, se entregaban partes separadas e independientes del proyecto a estudio y por separado a los científicos, y cada uno desarrollaba por separado una parte de aquél: pero entre todos haciendo un algo, sin saber en ningún momento, ni ninguno de ellos, de qué algo se trataba; y de igual modo con nosotros, se nos forma (da forma) y construimos a la vez (dando forma) a la sociedad, sin saber que estamos construyendo, pero dando forma a ese leviatán de la razón / irracional por medio de una falsa moral, leyes, estructuras y organismos: los mismos, que luego como individuos nos concretan y delimitan ( en nuestra forma , dentro de la forma) a imagen de aquella, somos (imagen y creamos su sombra: nuestra propia sombra) mientras que lo hacemos bajo la falsa creencia de que al estudiar y formarnos lo que construimos es a nosotros mismos (individuo) y no, de que lo que realmente hacemos y construirnos es ese “uno” como “ente (forma) el estado. Del que luego nos quejamos”.

No soy bueno creando mundos de fantasía, pues he comprobado cualquier cosa que elucubro la realidad lo supera. Quiero decir, que no hay que imaginar conspiraciones, del todo inexistentes, cuando observamos determinadas situaciones. Estas y sus procesos están ante nuestros ojos, sólo debemos observarlos y estudiarlos. La forma hoy de enseñar, no es exactamente y como algunos dicen, igual a como se hacía en los tiempos pasados. Aquella servía a unas razones muy distintas a las de ahora. Fue durante la durante la ilustración, esto no es una casualidad, que se dio el desarrollo de los sistemas educativos en Europa, que luego continuó durante todo ese periodo y en la Revolución Francesa (Los pensadores de la Ilustración querían modernizar el sistema educativo y desempeñar un papel más central en la transmisión de estas ideas e ideales, por la razón, de lo irracional de un trabajo que explota y subordina a las personas). Sería a partir de 1800 durante la revolución industrial cuando la asistencia se hizo obligatoria a la escuela. La mano de obra en las empresas era muy necesaria y se precisaban obreros en cantidades notables para la industria; entonces, no sólo fue práctico encerrar a los niños en escuelas sino, igualmente apropiado empezar a formarlos y enseñarles a ser “buenos ciudadanos” “buenos trabajadores/obreros” por medio de una moral subordinada: una Ética moderna, y que desde Kant, se había convertido cada vez más, en una "ética mínima" en la que no se aspira a ayudar al hombre a alcanzar el desarrollo de sí mismo y su libertad, sino que incluso ésta verá amenazada pues, ya no se aspira a determinar la naturaleza o carácter de la persona, sino a determinar las leyes de la voluntad de este hombre: las leyes del deber: mirar el reloj y No llegar tarde al trabajo, lo resume, y en ello la preocupación propia de una moral subordinada (conveniente) a la convivencia (para beneficio de la burguesía) explotadora del sustrato social más indefenso y necesitado. Y Cuando esto sucede, cuando se renuncia a decir el bien, y se limita a enunciar el deber por la moral, es porque aquella idea de una cosmología para y con el hombre, ya ni digo en paz con la naturaleza: ha sido abandonada.


Las escuelas han sido y son aquellos lugares donde aprendemos y nos inculcan, más allá de las materias, unas normas de conducta tanto para dentro de las escuelas, como fuera de éstas, además, la inutilidad o falta de motivación que sugieren gran parte de las materias en los primeros años de escolarización para los jóvenes, de inmediato evidencia dos clases de estudiantes: aquellos que son sumisos y manejables que destacarán asimilando cuanto se les ofrezca, sin rechistar y, de otro lado, el grupo de los rebeldes e inquietos (esos en los que el carácter fuerte predomina sobre la sumisión y la servidumbre: los que hacen preguntas, como por qué “Pi” que Se obtiene al dividir el perímetro de una circunferencia (perfecta) entre su diámetro; es un numero imperfecto e irracional, en las matemáticas, que a si misma se definen como exactas y racionales) son los gustarían de aprender de la realidad, los que ven la grieta de la materia, por encima de lo que matera les pretende enseñar, y que pronto estarán descontentos, con muy baja o nula motivación; luego de esta separación, no violenta pero evidente, se distinguirán: aquellos que seguirán los estudios hacia una formación más completa, dirigida, e instruidos por el sistema para en el futuro convertirse en trabajadores de alta cualificación, administrativos (universitarios titulados, obedientes: todos están siempre enfermos: perezosos, solo hay que ver las bajas en la administración cada año de funcionarios) y, luego aquellos otros rebeldes, inquietos e inconformistas ― ya tienen un sitio esperando― de alguna manera serán sutilmente atraídos hacia otros ámbitos de la sociedad, pero ya no el estudio, sino en la formación (muchos profesional obrera) o los autónomos ( estos no faltan ni un día al trabajo, ni con gripe) pero dado que viven en un sistema materialista y consumista, el dinero rápido llamará a su puerta y dirigirá sus vidas ( el débil ve la sombra: no será nada si se distrae de seguir a los conejos, el bravo no la ve: sigue y persigue lo que siente le gusta y lo llama (pero la sociedad: muestra su sombra: los anuncios, y la promesa de emancipación de ser “el mismo”, y no depender de sus padre, ni de nadie ¿pero qué es ser uno mismo? No se hace la pregunta y solo se laza a la luz; y lo hace sin recorrer antes la oscuridad de la luz: sin reconocer tras de ella la sombra; y que esta es la proyección de su propia sombra. Luego El débil ni lo piensa, y la razón lo sabe, que no tiene el valor (seguirá estudiando para no-ser: evitando ser lo que más le asusta: un obrero entre otros obreros: una oveja entre lobos, perdiendo a cada día su instinto: pero entre lobos. Estos bravos son una amenaza al ejecutivo (son iguales a los que mandan) y mucho antes de terminar de formarse o saber que quieren o desean, abandonarán los estudios, serán dirigidos por la sombra del la sociedad, que conoce su sombra: decidirán emanciparse trabajando, con la consecuencia de que aquellos individuos de carácter fuerte serán encaminados a la producción y no al conocimiento (porque no hay nada que conocer de la razón, sino su irracionalidad reptiliana de medios y fines, y se darían cuenta de la infamia de que al fin solo está la nada) del consumo por nada, y el gasto por nada y para nada.

Ignoro, si alguien se percató del hecho, de que si todos los niños aprobasen el colegio, y luego todos el institutos, no habría universidades ni lugar donde acogerlos a todos; como en tiempo de pandemia, cuando debido a la alta incidencia de un virus todos enferman, no habiendo luego lugar para ellos donde estar ( faltaban hospitales), y para lo que la sociedad, tan organizada y diletante en tantas cosas, en esto no ha reparado, ni siguiera se ha preocupado de tapar su grieta (pero somos imbéciles; todos ponemos un clavo y crucifijo allí donde hay una en la grieta de la pared) y así no ver, o no querer ver precisamente lo que se pretende: la exclusión de los de carácter y difíciles de someter del ámbito del conocimiento (de la razón absurda) y de lo falso imaginado y de unas ideas que no conducen a nada; como el cero en las matemáticas), por ser determinantes y mostrase inteligentes y objetivos frente a la realidad, en una sociedad de vagos mansos y racionales. Imaginan: aun autónomo por la mañana desayunando y leyendo a Trias. No hay tiempo para tonterías en la vida real, cuando sientes sus botas sobre ti todos los días. (El artista y la ciudad 1976 / Trias) y en todo el libro, no habla de siquiera aparcamiento para descargar. Así el acceso a las universidades no es por aptitudes, sino por mostrar muy buenas notas en la sumisión a todo conocimiento inútil, sin mostrar duda o reproche por ello y aplicados en conseguir la siguiente meta: a estas alturas los estudiantes ya saben lo que quieren, igual que los que dejaron de estudiar: (trabajar unos / graduarse otros) pero ninguno quiere ser él. Y al ser preguntados unos y otros dirán: seré administrativo, soy albañil, soy abogado, y se someterán sin resistencia a todo aquello que se pida y ofrezca “y aquellos dominados, que han tomado siempre la moral que les venía de los señores, con mucha más seriedad que estos últimos, creerán en el mito del éxito aún más que los propios afortunados” (Dialéctica del iluminismo- Max Horkheimer & Theodor Adorno)

No cabe duda que lo irracional, dentro del sistema democrático, y mediante diversas maneras ha adoptado formas de manipulación, e igualmente de dominación menos ostensibles que en el pasado; pasando apenas inadvertido, frente a una ciudadanía entregada a la locura del consumo indiscriminado y el ocio, bajo el tinglado bien pertrechado de la industria del espectáculo y la información: los nuevos poderes, que dispensan a los valores culturales el mismo trato que el ignorante, que desprecia su finalidad más propia y los juzga sólo en función del lucro que le reportan: donde todo depende del mercado, y la propia razón se instrumentaliza como otro factor de rentabilización del producto, perdiendo su potencial emancipador. Tal es la situación denunciada por Horkheimer en Crítica de la razón instrumental, donde se demuestra la actualidad de su obra. Es por ello, que procede ser revisado esta obra, su idea, pues de inmediato se podrán observar analogías del pasado en el presente

Terrence Malick, Mariposas y... Heidegger

 

La primera vez que vi una de sus películas ignoraba exactamente qué o a quién estaba viendo. Pensé, como es natural que vería una película (de esas) pero, de inmediato aquello que acontecía ante mis ojos me sorprendió, incluso a mí: alguien había muerto ―asesinado de un disparo― y no parecía haber ninguna razón de fuerza para ello; me dio que pensar, y pensé: las razones, la actitud frente al hecho del protagonista, que había entrado con una pistola ¿Qué hacía con una pistola ese chico? Que para nada me pareció capaz ni de llevar pistola y menos de dispar casi a sangre fría (muy fría) cuando no era necesario (o sí lo era), y la hija (indolente) coso si se hubiese roto un jarrón ¿Qué estaba pasando allí? La película seguía, pero me estaba perdiendo, perseguía comprender la razones, y nada quedaba claro en tanto al hecho que acababa de ocurrir, y en la película, la vida seguía (no me extenderé haciendo spoiler). El caso es que Salí del cine, de una parte bien, en general, la película me gustó, de otra parte, algo me daba vueltas a la cabeza. Les hablo de ‘Malas tierras’ 1973, de Terrence Malick´.

Cine comercial (industria del cine) & cine de autor (cine independiente)

Ahora, y antes de seguir, debo aclarar algo. Hasta este momento, es cierto, yo ya había ido a la filmoteca y, por tanto, comprobado que hay dos clases de cine ― como ocurre en general en toda la cultura― uno comercial, de consumo y distracción para masas, que por cierto veo, y otro digamos, dirigido a otro tipo de público: un tipo de cine éste último (que algunos denominan difícil) al que no me adherí de un día para otro, aunque, pienso que (independientemente, de cuál me guste a mí más o menos) debemos distinguirlos, y saber de las consecuencias de consumir uno u otro.

El cine de consumo, derivado, de La Industria del cine, es aquel que, a todos nos ha pasado, al llegar a casa cuando queremos descansar y disfrutar de nuestro tiempo libre, tomamos una película del catálogo y nos ponemos a verla, por ejemplo, una de Batman: a esto se le llama placer culposo. Culposo, porque todos sabemos que no vamos a ver una obra de arte: no es una ópera de Verdi, ni cine documental, es, sencillamente, una película de Hollywood para pasar el rato y poco más (o eso pensamos), diseñada para distraernos en casa, o acompañados en la sala, y creada bajo una fórmula muy predecible y repetitiva, no por ello menos llamativa: (Todos sabemos que en el pasillo de los cereales, aunque haya decenas de marcas: todos los cereales saben parecido, en el pasillo de las mantequillas igual, todas saben parecidas y Batman, Spidermán, Supermán o cualquier otra del género son parecidas: acción, oeste, intriga en su género, todas tienen un sabor parecido y que a todos nos gusta; y nos gusta también, o no nos importa, verlas en grupo; pues, son productos más para “distracción” que para la contemplación, y sus distintas portadas disfrazan contenidos que se repiten, sino el mismo género si el modelo y la misma fórmula, una y otra vez, en cada una de ellas. No se tiene que pensar demasiado en lo que ocurre mientras las miramos, pues todo es bastante sencillo y comprensible en ellas, a veces incluso predecible. Pero, para entender el efecto nocivo de este tipo de industria supone (si queremos entenderlo así) debemos echar un vistazo a lo que se llama el otro cine: un porcentaje muy reducido de películas, muchas independientes, pero que logran alcanzar un nivel verdaderamente estético (dicen algo mas). Este otro tipo de cine no presenta la trama ‘ya’ unificada y empacada para el consumo, sino que uno mismo tiene que experimentar observando y escuchando atentamente las distintas partes de la película y hacer por sí mismo el trabajo de interpretación, para poder formar de ella una totalidad, donde sus elementos pueden variar siendo impredecibles, desde ruidos, imagines insólitas o inesperadas, o cualquier cosa que esté ahí por una razón, que debamos descubrir nosotros; de este modo, uno deber prestar atención en todo momento y utilizar la imaginación que a partir de los propios conocimientos y elementos aportados por el film haciendo emerger ‘solo' entonces, la verdadera estructura (forma) velada hasta entonces y haciendo un todo en ello, y, donde el objeto (film) ha de experimentarse como libre, no mecánico ni forzado, para suscitar la libre interpretación de quien lo observe y experimente así una libertad donde la reflexión crítica puede cultivarse como la individualidad con autonomía, de tal modo que se desarrolle la comprensión y el mensaje.

Pero, en vez de esto, la Industria del cine (la cultura en general) canaliza la energía e interés de los individuos en el consumo y la distracción colectiva de productos, liberando al individuo de discernir, no requiriendo entonces de ello, pues todo ya queda expuesto ―y la distracción, es el premio final e inútil de la historia del ciudadano medio. Luego, distraernos todos juntos, es ya la cumbre y el fin absurdo de la socialización―, cuando de lo que realmente se trata es de interpretar, poniendo de manifiesto los conocimientos y recursos del observador por medio del disfrute de la película y la propia interpretación, que cada uno individualmente hará de la obra u objeto. De hecho, en el cine industrial no hay mensaje de autor (como un algo que se muestra en la trama) pues, parafraseando a Marshall McLuhan el medio es el propio mensaje: “En una cultura como la nuestra, largamente acostumbrada a partir y dividir todas las cosas como una forma de control, es a veces un poco sorpresivo recordar que, operacional y prácticamente, el medio es el mensaje”; esto es, “el mensaje es lo mismo lo que el producto refleja” y que en la industria del cine actual es aquel que atiende al orden social existente, y, por tanto, es el producto el que adapta a los individuos a ese orden de un modo ideológico, luego, tomando consideraciones económicas y no estéticas para su realización: y que observamos a lo largo y ancho de lo que llamamos productos culturales, definidos, no por lo que puedan exponer, sino poder el beneficio que puedan reportar. Qué quiero decir con adaptarnos, suena raro. Pues que antes escuchábamos (música) discos, con canciones de hasta diez minutos, y ahora en Spoty, escuchamos canciones de tres o cuatro, pues al artista le pagan por canción escuchada, y gana lo mismo en una canción de diez que de tres.

Malick, Mariposas y… Heidegger

Una vez aclarado todo lo anterior y, siguiendo por donde iba: no sería hasta 1988, y tras dos décadas sin dirigir (razón por la cual me fue imposible encontrar nada de él) cuando se estrenaba ‘La delgada línea roja’ ―Seguro, ahora ya me ubicaron a Malick― y sería a partir de un artículo publicado, en relación con el estreno en la revista fotogramas, donde puede contrastar datos de su biografía: y conocerlo mejor. ((Recordemos que antes no había internet, y si no era por filmoteca era imposible encontrar películas pasadas y los videoclubs se limitaba a estrenos, e igualmente, era casi imposible encontrar biografías de directores si no estabas relacionado con gente del medio que te pudiera orientar hacia donde buscar, más allá de números de revistas pasados)) Terrence Nació en Waco en 1943, acabó sus estudios en el American Film Institute, y aquellos los que lo califican de granjero, suelen olvidar que se licenció summa cum laude en Filosofía por la Universidad de Harvard (cuando leí esto empecé a encajar cosas). Antes de dirigir se dedicó a la corrección de guiones (entre ellos, cuentan, el de ‘Harry el sucio’) hasta que consiguió levantar su primera película. ‘Malas tierras’, de 1973, (que yo vi CINEART ALCAZAR DE SABADELL allá por los 90) y que le hizo conocido entre la crítica; pero fue ‘Días del cielo’ (1978) con la que comenzó su leyenda (algunos cinéfilos (y no pocos analistas) consideran ‘Días del cielo’ como una película preciosista, sin embargo, y bajo la vista del mentor de pregrado de Malick en la Universidad de Harvard, Stanley Cavell, este afirma que Days of Heaven (1978) es un caso paradigmático, y refiere su potencial para la reflexión ontológica en las películas, En este caso Days of Heaven, una evidente parábola sobre el cielo y el infierno, evidenciada en todos y cada uno de los elementos de la película.

Es innegable que la crítica se fije en belleza de las imágenes, y el extraño tono que Malick imprime a su mirada, pero en Malick hay que mirar más allá de lo obvio (la filosofía es pensar y él abre cuestiones en sus películas) y descubrir lo que se cuestiona en la pantalla, no es otra cosa que la muestra clara de sus intereses metafísicos más que estéticos, venidos de la inspiración filosófica; que de nuevo brilla en uno de sus trabajos posteriores y más recientes, The Tree of Life, que obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 2011. Donde se observa el problema de la génesis y su expresión en el lenguaje, y las imágenes, en una narrativa que Malick nos revela en The Tree of Life, posiblemente, obtenida a partir de su propia traducción de “La esencia de las razones del filósofo alemán Martin Heidegger” (ahora sí, empezamos a entender) cuando era un estudiante graduado a fines de la década de 1960. Es innecesario advertir, pues, que en Malick, observamos su atracción por el pensamiento filosófico, que es siempre recurrente y constante. Y Se remite, a menudo, acerca de una calidad errante en su filmografía: la cámara persigue a una mariposa, o se detiene en unos grillos sin razón aparente, alejándose de la acción, rompiendo la línea argumental de la película: un trabajo contemplativo, estético - ―afirman algunos; sin embargo, incluso sus más devotos se cuestionan lo que trata de lograr.

Pero para salir de dudas este respecto, las mariposas, si aún nos quedaba alguna, podemos ver detenidamente “Transcending Heidegger: The Cinema Of Terrence Malick” un video-ensayo magnífico, elaborado por Like Stories of Old (que recomiendo y que yo lo vi ayer en youtube) que nos argumenta, que la respuesta a nuestros enigmas acerca de Malick y su trabajo, como muchos pensábamos, se encuentran en el estudio mismo de éste acerca de la obra filosófica de Heidegger; pero, que en lugar de tratar de entender la filmografía de Malick a través de la lente de Heidegger, debemos adoptar el enfoque opuesto, tal y como, sorprendentemente, se posiciona el ensayo: trazando entonces las formas en que el trabajo de Malick captura y alcanza: aclarando el trabajo de Heidegger referente a los peligros de la ignorancia, o cómo aquellas formas por las que el “artificio”, la ficción o la distracción nos alejan de las realidades del un mundo, brillando con resplandor demoníaco, al punto de alejarnos de lo verdaderamente importante y significativo y, razón ésta, por la cual, Malick se va corriendo del plano y persigue sus mariposas. O, dicho de otro modo, cuando te distraes o te distraen con algo, te distraes de la realidad y lo que verdaderamente importa.


No siempre es lo que parece / filosofía y sentido de la vida

 

Johann Christian Friedrich Hölderlin

 



Por encima de Ser o estar ahí, cabe preguntarse, más allá de saberse, por la razón última de ser. Sartre, lo diría de otro modo: el “humano” en cuanto «ser para sí» es un «proyecto», un ser que debe «hacerse» pero, saberse-hecho, luego para qué, pues si sabemos bien qué somos y queremos, luego ¿podemos? Esa es la cuestión. La filosofía, pensamos, nos puede ayudar a comprender y comprendernos mejor y al mundo, e incluso ayudarnos a encaminarnos en una dirección, sin embargo, la filosofía, en contra de los que muchos pueden creer, no va a ayudar al individuo –si no es en provecho de la propia filosofía-, aunque, el individuo sí podrá apoyarse en ésta, incluso con el tiempo desarrollar su pensamiento a través de ella. Me explicaré.

La filosofía no busca sólo conocimiento; un saber, sino y generalmente, si encuentra un conocimiento práctico, pretende, luego, por este u otro, un establecimiento de ideas y doctrinas (un edificio) cuyas propuestas no siempre sirven al hombre, al individuo, sino (generalmente) primero sirven a esa escuela, y luego a quienes cualesquiera sirva esa filosofía –“pues en función del momento o país donde se produzca habrá de servir como ‘superestructura’ a la política del régimen o sistema de turno” así Aristóteles, aunque no coincidía en exceso, secundaba y participaba de la política de Alejandro; la escolástica sirvió igualmente al feudalismo, reyes e imperios y la escuela de Kant, o el Kantismo a Bismark (Gustavo Bueno, conferencias, Heidegger)― en resumen, cada universidad, desde el momento en que éstas se fundan, como parte y bajo la tutela del estado, han promovido y desarrollado un pensamiento acorde con ‘el propio régimen’ que las fundó, o en su defecto, con aquel que las mantiene; así los filósofos deben producir para esas universidades, que son propietarias de sus escritos y enseñar a otros las doctrinas pertinentes, ganándose el sueldo; y hasta que no abandonan éstas, y siempre si el régimen permite la libre expresión, serán entonces soberanos en sus ideas, si no quieren, de otro modo, perder el trabajo o, como en el pasado, algo más: la reputación. Por tanto, la filosofía, en principio no nos ayudará a ser (siendo independientes en nuestras ideas) si bien, sí nos ayudará a reconocer e igualmente a conocer la historia del pensamiento ―el mundo en cada momento del tiempo― y por ello ha hacernos una línea temporal de éste pensamiento, que es el propio del hombre y sus políticas;  en definitiva, de cómo funciona la sociedad, pero no desde los medios o los otros, sino desde aquel lugar desde donde se piensa esa sociedad. Una vez recorrida esta primera parte del camino, luego podremos abordar no la filosofía, sino a los filósofos, no como estudiantes o discípulos dejándonos adoctrinar, sino como individuos intérpretes de aquellas ideas. La filosofía jamás fue cosa de intelectuales, no crean eso. Quizá, es cierto que hoy se pretende así: una filosofía científica, analítica y académica; pero, aquellos primeros filósofos eran poetas, y al decirse filósofos aquellos sofistas se reconocían, así mismos modestos y aficionados; y, ciertamente, todos somos unos aficionados al iniciar cualquier camino; nadie posee un saber universal y, menos la verdad, cada cual encuentra la suya. Buscando y herrando hayamos cada uno la nuestra: nuestra verdad y nuestra realidad: no la verdad que nos proponen e imponen por medio de cualquier dialéctica, sino la que nosotros vamos a descubrir, pues el mundo y las cosas no se muestran y afectan por igual a dos personas distintas, que encontrarán resultados múltiples a la misma experiencia. Por tanto nosotros extraeremos aquellos pensamientos, a veces quirúrgicamente, con pinzas, que sean acordes con nuestra forma de ver y ser, buscaremos en ellos apoyos y refuerzos, y encontraremos caminos que recorrer: pues si pensamos por nosotros, no dejándonos influenciar, no importará en qué medida o hasta que punto, pueda el individuo sentirse identificado con las necesidades establecidas por la sociedad o, en qué medida en ellas encuentre satisfacción: lo superará; pues, seguimos, aunque pese a muchos, siendo lo que fuimos desde el principio: individuos, y no un producto como se pretende, dirigido por medio de intereses y dogmas –aceptados, unas veces desde de la ignorancia, otras desde el derrotismo–,  sin embargo, es un hecho necesario que tendremos que desterrar esta necesidad y dependencia absurda del individuo en tanto a lo que le rodea, y de cuanto se pretende necesario sin serlo: tanto en el interés de una sociedad saludable, como el de todos aquellos cuya miseria es el precio de su felicidad. Y para ello, debemos pensar, pensando por nosotros como si afilasemos arpones, que a su momento habremos de utilizar, pues "Su vida escoge el hombre, su objetivo, y ganará libre de error sabiduría, pensamientos, recuerdos que perdiéronse en el mundo / cuando el esplendor de la naturaleza embellece sus días, otórgale entonces a su espíritu nuevas vestiduras. En su interior, y así contempla la verdad, el más alto sentido, y las más singulares preguntas. Podrá el hombre conocer entonces el sentido de la vida, y nombrar su meta lo más alto, saber que uno es sentido, de la humanidad y de la existencia, Considerando que el más alto placer es la más noble vida". La Vida Mas Elevada (Scardanelli) o, Johann Christian Friedrich Hölderlin,

EL PELIGRO DE ESCUCHARLOS A TODOS Y NO ESCUCHARNOS A NOSOTROS MISMOS

jordi Maqueda /

Graffiti griego

El peligro de escucharlos a todos y no escucharnos a nosotros mismos 

Nadie dijo que la vida fuese fácil, ni tampoco que vivir digna y auténticamente fuese en ocasiones tan difícil. Lo que recuerda aquello de “nada que resulte fácil valdrá la pena”. Y esto me lleva a pensar en el modo de vida que llevamos, digamos fácil ―no refiero aquí las contingencias de cada uno, que las habrá― y, si esta “facilidad/comodidad” (todo organizado para que lo tengamos a mano, como la comida en los supermercados) vale la pena, en tanto y cuanto luego, esta misma forma de vivir, nos limita y dirige hacia qué debemos ser o hacer, privándonos, cuando no prohibiéndonos lo que nos gustaría (en tanto a la libertad individual) poder ser o hacer, llevándonos a este estado perpetuo de conflicto: lucha y disputa, desde el mismo día nacemos. 

Y precisamente, es aquel "individuo" “que en su disputa, sometido a la presión que supone vivir como proyecto, aún incompleto, cuando en ocasiones “cae”; pues, es cierto que la existencia es el lugar del ser -en el mundo como “individuo”- donde existe, pudiendo alcanzar todas sus posibilidad, trazando metas e intentando cumplirlas. Pero en el mundo vive igualmente con los “otros” el "uno", y puede llegar el momento en el que el “individuo en disputa” tras comprender su realidad que, por más que para muchos sea desatendida o pase inadvertida, tiene igualmente “existencia” ―más allá de aquello que es vida o, un vivir por vivir― también, se da cuenta de que no se ha creado a sí mismo, ni tampoco al mundo en el que se encuentra, sino que sencillamente está ahí (ahora parado e indeciso) sin un fundamento aparente o razón: sin motivo; y, además, también se da cuenta (ahí-parado), de que él “tampoco” ha escogido ser cómo es: un “ente” que existe y que habrá de elegir unas posibilidades y no otras, siendo en cualquier caso responsable de cuanto le acontezca, dependiendo de aquellas: sus propias decisiones. Y es posible entonces, que ese “individuo en disputa” pase a ser un individuo en conflicto” consigo mismo; entiéndase: en disputa con la sociedad, por su libertad, pasando a estar en conflicto, no tanto dejando ya de creer pero sí, rindiéndose y gradualmente dejando de creer, por encima de todo y de todos: en su libertad; experimentando, esa ingrata sensación el saberse abandonado a sí mismo: angustiado y… escuchando lo que el “uno” que no es ninguno y son todos” tiene que decirle; comenzando a disiparse en la mundanidad, en el dejarse llevar por el exterior, por lo que se dice; por lo que se piensa; por lo que no es nadie y son todos: la sociedad, sus estructuras que implantan lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe y lo que no se debe pensar o hacer; corriendo, entonces más peligro que nunca; peligro de dejar de vivir, o vivir propiamente; bien, porque no encontró, no escuchó, o dejo de escuchar su ser. Es por ello la necesidad inmediata de darse de baja, dejar de pertenecer, renunciar; enfocándonos en aquello que precisamos para iniciar nuestro peregrinar. Pues, y pese a no haber escogido (el individuo) ser o existir, y pese a no haber escogido todavía “su manera” de ser o existir, el "ser que está ahí", el “individuo en disputa” ha de saberse responsable de su propio ser, tanto como si él mismo lo hubiese creado o construido; pues, más allá de cualquier duda o contingencia posible, desacierto o incluso caída, comprende (tiene que comprender) que en existir y sólo en su existir se juega su ser: ser, como él decida ser o no ser, y no como otros decidan que sea.


LA ANGUSTIA, LO QUE NO-ES , Y UNA CABRA PINTADA TOCANDO EL VIOLÍN / Jordi Maqueda - jorge Maqueda Merchán (Aceuchal - Badajoz (ESPAÑA)

La Mariée de Marc Chagall


La angustia como medio "entre"
(hacia→ el conocimiento)

JORGE MAQUEDA MERCHAN
Aceuchal - Extremadura (España)


PALABRAS CLAVE

LA ANGUSTIA; EL MIEDO; LA FELICIDAD; NIETZSCHE; HEIDEGGER;
 KIERKEGAARD; LIBERTAD;PENSAR; FUTURO

§  0 - Una cabra tocando el violín
§ I - La angustia, y otros estados de ánimo
§ II - La angustia, como un medio de conocimiento 
§ III-El peligro de no escucharnos a nosotros y escuchar a todos


"Tu Miras a las cosas y te preguntas ¿Por qué?
                 Pero yo sueño cosas que nunca fueron y me pregunto ¿ por qué no?"
                                                                                                           George Bernard Shaw -


§ 0 -La constitución existencial del Ser en lugar y tiempo

Volví a la habitación de pesar (siempre vuelvo allí a soñar, a mi manera, igual que volvía Chagall a sus sueños, pintando sus cabras. Durante años me pregunté, y creo que hoy tengo alguna respuesta  (hacia→ (entender: si Chagall, al enfrentar la entelequia que supone un lienzo blanco y  empezar a esbozar una cabra tocando el violín, era feliz). Y, Parece que sí→  superando, de esa forma, con ellas: las cabras y la música de violines (que uno escucha (→ de esa "angustia" / por llamarlo de alguna manera,  nacida de estar parado y frente Aquello que supone (hacia→  el artista un lienzo, en blanco y aparentemente, vacío). Luego y con el tiempo comprobé, que no solo Chagall era de esa forma (feliz /  pues (igual, aunque no de la misma forma→  Julia Roberts refiere (en aquel hotel de Notting Hill, mientras desayuna frente a una obra del pintor Bielorruso, señalando el cuadro y dando entender a Hugh Grant que→ "La felicidad no es completa...  sin escuchar, cuando estas enamorado,  la música de una cabra tocando el violín"..

Pero la razón de volver a la habitación de pensar no es (Chagall (→  nombre que refiere / de otro (nombre (persona y ser- ahí), sino otra cuestión, igual que un lienzo en blanco en él, que me veo necesario (ahora) superar. La cuestión  venida de las noches de desvelo no es otra que, si Podría "Uno" no-ser → como música de un lienzo todavía en blanco, vibrando en ese vacío entre el centro y todas la “cosas”) cuando estas han sido apartadasal igual que tras una explosión (en lugar y tiempo  privilegiado, desde donde poder ver todo en derredor. Y, Más aún; si existe algo (hacia→  tal, y  lugar, que coloque a un hombre justo, siendo ese epicentro de la detonación. Y parece, que de alguna manera, estoy (hacia→  aquello (que habrá de ser ( de una manera forma reconocible, de la que poder reflejarme (proyectándome en lugar y tiempo) siendo-ahí ( en el ahora  uno, en lugar y tiempo (concreto) Y ( desde la angustia de otros y  (en medio de El (hacia  aquello que nos es dado, de uno, como propio Horizonte)

Entiendo que para muchos es fácil pensar en la angustia (de no-ser) como algo negativo, donde se cae, como se cae en la duda (decía Ortega ) y, ciertamente, esta angustia no parece  agradable, pero toda esta inquietud deviene, cuando no sabemos antes de ella (sintiéndola ajena y no algo que deviene de la propia experiencia (hacia→  ser / nosotros, y tener que darle un sentido propio (carácter y desde otros a⟲dentro en nosotros→ esa angustia luego de otra forma (hacia→ un sentido correcto) Pues, la angustia, es un ánimo o, mejor decir sensación importada del miedo de otros,  que inunda a algunos y a nosotros, nos cabrea→ frente a determinadas situaciones: de violencia, presión, estrés o incertidumbre (casi siempre (esta incertidumbre→ en relación a lo inmediato que pasa sin llegar a nosotros .. en lugar y tiempo concreto). Por tanto, este estado "o sensación transitoria" no es algo que debamos padecer si no queremos→ permaneciendo: en dicho estado, angustiado (→ por días o semanas (cuando no meses) esperando que desaparezca sin mas; y, menos aún→ por ello desviarnos “distrayéndonos” (hacia→ otro lugar o quehacer) de lo que es objetivamente importante y sustancial en la vida de cada uno  (con el... cabreo, por ejemplo: que tengo y la mala hostia → de no poder ir a la Playa (a Sesimbra) pasando por Almada (que recibió fuero del rey Sancho I en 1190 y lado ahora de Lisboa― se me ha puesto).

Luego las sensaciones o “estados” (cabreado, en mi caso) se pueden presentar a cualquiera nosotros (y a cada uno, a su manera→ de una forma concreta); pero, éstos no se presentan porque sí, pues tienen causa y (una) razón-de-ser→ ahí / pero esto cada uno lo entenderá, explicado (desde la propia experiencia (hacia→ la verdad, de uno mismo...  y aquello donde no se entra más que por el amory donde entramos bailando la música de santos  y que ha convertido en España en proverbio de libertad (una libertad que tiene y supone responsabilidad, por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto George Bernard Shaw), es decir: tienen miedo (pero no más miedo de lo que (al temeroso / que no-es  (esa angustia→ en concreto) y su miedo le supone, igual que a otros que se reflejan de él). y Remito ahora del alemán: Furcht (Miedo / sin más) Etimológicamente originario del protogermánico *furhtį̄ (compárese con el miedo en inglés→ Probablemente abreviatura de afright, del inglés medio afright, del inglés antiguo āfyrht, participio pasado de (āfyrhtan→ “dar miedo; aterrorizar” (frente a nada concreto) y equivalente a 𐍆𐌰𐌿𐍂𐌷𐍄𐍃 - faurhts (sustantivo 𐍆𐌰𐌿𐍂𐌷𐍄𐌴𐌹→ del protogermánico furhtaz) como derivación de grado cero en *-to- del protoindoeuropeo *pr̥k- (Compárese con Tocharian B pärsk→ temer, tener miedo /(ser→ temeroso-ahí (añado, partiendo de Die Furcht, en los textos de Heidegger (→ Die Furcht... Romanización del sustantivo 𐍆𐌰𐌿𐍂𐌷𐍄𐌴𐌹 (faurhtei→ del alto alemán antiguo para (a)hta) Segunda persona del singular del imperativo de 𐍆𐌰𐌿𐍂𐌷𐍄𐌾𐌰𐌽 → Del protogermánico *furhtijaną →Factitivo ([Forma] verbal y cuyo sujeto no ejecuta la acción (no-es→ ahí, sino que hace que otro u otros la ejecuten (de *furhtaz→ “temeroso) pero...  debemos amarlos para poder  conocerlos desde su miedo, de él (hacia→  desde el borde de la forma de la sobra que proyecta la imagen (por las palabras de el→  quien no-está→ahí (en conciencia) pues siente una amenaza o peligro (para el) inminente→ proponiendo entonces de nosotros, que nos posicionesmos-ahi para poder entender reflejándonos no dé el, sino de su miedo, como algo que es  y poder así nosotros reflejarnos  (frente a su miedo, igual de otra forma, y entender propio ese miedo). luego “el miedo” tener miedo, no es un “estar-ahí en el miedo” sino “reaccionar y reflejarse (hacia→  desde el miedo de otro /a conocer ese miedo de nosotros ¿Qué es el miedo ese? ¿a qué tiene miedo? y ¿Qué es en nosotros eso que causa el miedo en otros? y hacerlo moviéndonos al origen mismo del miedo que causa aquello, nosotros frente aquello”. un miedo que de entrada subjetivo del carácter y de la “razón de otro, su cultura y motivaciones hacia ser o no ser del miedo (reconociendo causa, y reflejándonos iguales a ella factor determinante (si hablamos de violencia reflejarnos de la devastación /(hacia  ser en la devastación igual para poder entender al individuo) como individuo que escucha y se refleja –esa llamada venida del consciente de otro  a  un razonamiento – una llamada pues, que lo detiene de la acción hacia→   y que debemos “nosotros atender” y por tanto “reaccionar” inmediatamente moviéndonos a otro lugar– y lo hacemos, adelantándonos al “miedo" pensado - y presente” avanzando, hacia otro momento lugar y tiempo concreto (al instante inmediato reaccionando y con ello nuestro estado y angulo cambiando la (perspectiva) de un instante y visto de otro (desde otro lugar) conscientes de algo a lo que reaccionamos, moviéndonos (hacia otro  instante y estado inmediato después (otro instante ”que bien puede ser poniéndonos a salvo precisamente enfrentándonos a él: jamás, permaneciendo en el estado /  del “miedo” e “inmóviles en ese presente / que pude mostrarse eterno”, pues el miedo es, como ya dije un “reaccionar-al miedo moviéndonos como miedo (desde a⟲dentro de el) luego fuera, (hacia  los otros ”. 

Luego encontramos otro estado al que llamamos “felicidad”, muy diferente al estado del “miedo” como veremos; pues, siendo su “causa-de-ser” el “placer” experimentado, bien durante un momento o experiencia, al contrario del miedo, cuya “razón-de ser” impulsa a unos a huir; la felicidad por el contrario, atiende a su (razón-de ser) invitándonos, no ha huir, sino a “estar-ahí” a permanecer o permaneciendo en el momento. Por tanto, reaccionaremos al estado de “felicidad” –y respondemos a su “razón-de ser”– continuando en el momento, o bien buscando “en el presente o futuro” otro momento similar, o igual de placentero, que nos lleve a estar-en la felicidad. (a parir de infundir el miedo, que hace huir a aquellos, iguales de otra forma (quedándose solos unos con los otros).  

Y la angustia, por su parte, no difiere a éstos otros dos estados, antes mencionados y explicados: no en tanto a su causa, como a su razón, por la que entendemos nos mueven a algo, en cada uno de los casos: huir o permanecer; sino, que del mismo modo, igual “la angustia” motivará e incitará a movernos, solo que a un lugar inesperado y muchas veces olvidado, de ahí que en un principio no sepamos responder a la llamada, y “la angustia” aumente en grado pues, no lo encontraremos ahí fuera, no importa donde miremos o busquemos jamás lo encontraremos: pues es hacia dentro de nosotros mismos donde habremos de buscar, eso, que habrá de llevarnos a otro estado y otro lugar.... me explicaré. 

II - La angustia, como un medio de conocimiento 

La angustia, como concepto, o (El concepto de la angustia ― trabajo filosófico escrito por el filósofo danés Søren Kierkegaard en 1844) vagamente resumido, podríamos decir que, Para Kierkegaard la angustia es un “miedo poco definido” o: “temor opresivo sin causa precisa”. Kierkegaard ponía como ejemplo, a un hombre al borde de un edificio o precipicio. Cuando el hombre mira al borde, experimenta un miedo a caer, pero, al mismo tiempo, siente un aterrorizante impulso de tirarse intencionalmente al vacío. Esta experiencia deriva en una angustia, proveniente de la completa libertad de poder elegir, si arrojarnos o no al precipicio (curiosa, como poco, esta sublime relación que nos sugiere Kierkegaard entre angustia y libertad). 

Pues el mero hecho de que uno tenga la posibilidad y la libertad de hacer algo, incluso, suponiendo la más terrorífica de las posibilidades, dispara el temor presente de la angustia, Kierkegaard llamó a esto "mareo de libertad". Pero, la angustia, más allá de su concepto, puede tener muchos significados, dependiendo a quien se pregunte; entendiéndose como emoción, sentimiento, pensamiento, condición o comportamiento derivado de un estado de “ánimo disfórico” caracterizado éste, generalmente, como una emoción desagradable o molesta, tristeza (o estado depresivo), ansiedad, irritabilidad o inquietud. Pero, ese ‘temor opresivo sin causa precisa’ llamado angustia (el estrés de vivir), a diferencia del miedo ―que puede ser saludable muchas veces― causa estragos en el organismo de cualquier ser humano que la padece. La angustia (casusa del miedo irracional) es, por ello, algo enteramente distinto del miedo de de algunos de otros  Ciertamente, puede presentarse ante esos momentos, citados por Kierkegaard, en el que sentimos y nos asusta comprobar que nuestra libertad natural mes oprimida; pero, igualmente, se presenta en aquellos momentos cuando nos sentimos contra la pared ―poniéndonos al filo siempre de ese precipicio―, como puede ser la notificación de un desahucio, o el diagnóstico desfavorable de una grave enfermedad, o mostrándonos de manera opresiva y asfixiante el futuro po nuestras creencias, avocándonos a pensamientos o visiones dolorosas, de una la fatalidad que nos puede en cualquier momento, alcanzar. 

Una vez aclarado, aunque sea someramente, tanto significado como el concepto: la angustia, al igual que los otros “estados” como la felicidad, o el miedo (pues “estamos” temerosos; “estamos” felices y “estamos” angustiados) tiene, igualmente, su causa; una (causa-de ser) a partir de esos momentos, a veces inevitables y fatales, en los que dramáticamente todo a nuestro alrededor va a dejar de importar, cuando no a desaparecer pues, a diferencia del miedo o la felicidad, donde somos plenamente conscientes de todo aquello que nos rodea: cosas presentes y los sentidos, con la angustia sucede al contrario y todo eso desaparecerá: quedándonos tan solos y desiertos que ni el mayor consuelo o el mejor de los amigos nos podrá confortar, no encontrando lugar ahí fuera, ni nadie donde aferrarnos: da igual donde miremos o busquemos (solo nos tenemos a nosotros). Pero, aunque nos sentimos solos, y nos parece que estamos solos, lo cierto es que no estamos completamente solos, sino con nuestro ser (potencia de ser)  único momento éste en que (angustiados y temerosos) estamos, si se quiere entender así, solos con nosotros mismos (estando “lo que somos y lo que podemos ser”) y lo sentimos, enteramente ―como sentimos la presencia del abuelo que ya no está sentado a la mesa en la cena de navidad― de ahí, que el hombre tenga un pre-conocimiento de su ser, incluso, antes de saber siquiera qué es el ser; y esto, todos lo hemos comprobado alguna vez; por lo que podemos entonces emprender, el que entiendo es el más elevado deber,  único deber, cuando llegado el momento del cual posiblemente dependerá el resto de nuestras vidas, a solas, hemos de decidir qué hacer y qué hacer con él (con nuestro potencial de ser). Sin duda, convendremos en intentar comprender y sin decir nada: entendernos con él; pues éste, una vez y de cualquier forma manifiesto, se nos mostrará –no como “ente” sino como vía– no necesitando ya jamás consejo ni a nadie: a “los otros” (con quienes podrás estar, vivir y compartir, si te apetece pero, jamás te determinarán) y a eso, yo lo llamo libertad). Pues, una cosa queda clara, al menos para mí: no somos felices cuando no somos libres viviendo una vida dirigida e impuesta: una existencia desgarrada, alienada, determinada siempre por la imperante necesidad de lo cotidiano e innecesario. Pero, para salir de esta situación primero hay que saberse –y saberse puede ser tan trágico como no saberse jamás– si bien, para ello primero hay que encontrarse –de ahí la imperiosa necesidad de encontrar nuestro ser– del mismo modo que sólo salimos de algo, reconociendo, ese algo como tal. Si bien, para esta empresa no hay consejos, no hay planos, un libro o instrucciones que seguir, y cada uno debe recorrer por sí mismo ese camino, que otros intentarán que no recorras, pues, su vida depende de que jamás encuentres el camino de la tuya. Y todo empieza, por empezar a pensar, si bien, igualmente, habremos de renunciar a lo banal: la dilapidación, el consumo, el lujo y todo aquello innecesario e impuesto: enfocándonos, en lo que realmente precisamos para iniciar nuestro caminar. 

Pero a muchos parece pensar asusta –otros parecen ignorar cómo hacerlo, más allá de pensar lo inmediato, en tanto a qué desean o les preocupa, o llevados por las tantas distracciones de nuestra sociedad– pero, y volviendo al tema: ¿por qué? más allá de éstas espurias razones mencionadas, o el deseo banal de distraerse una persona teme, o rehúsa, pensar, cuando pensar es lo más sencillo, humilde y provechoso que puede hacer: nada más maravilloso una persona puede obrar que pensar y hacerlo por sí mismo y para sí. Pensar, razonar es sentir y descubrir la vida en toda su plenitud, fuerza e intensidad verdadera, avocándose a “ese instante en el que sentimos un gran desprendimiento que nos llega súbitamente, como una sacudida sísmica; y el alma entonces se suelta y se arranca; ella misma no entiende lo que sucede imperando un impulso que se apodera de sí como un mandato. Despertando una voluntad y deseo a todo, previo a partir hacia algún lugar, ardiendo en una fuerte y peligrosa curiosidad en torno a un mundo hasta ahora desconocido, que despierta el horror frente a lo que ella amaba: un relámpago de desprecio sobre lo que se llamaba “el deber” apareciendo una exigencia revolucionaria “un impulso” que empuja a la que será nuestra peregrinación”– Nietzsche

Yo mismo sentí ese impulso, es difícil no sentirlo la primera vez que se lee a Nietzsche y luego, incluso un impulso mayor –por cuanto suponía ya sabiendo aquello que buscar– al descubrir a otros, como Heidegger, y otros que le siguieron o, antes que él le precedieron. Pero, resulta increíble lo fácil para algunos es caer en tópicos –como aquellos que creen en el disparate pseudocientífico, dándole una supuesta validez– entendiendo, en el “existencialismo” (palabra que me disgusta) de Nietzsche, por señalar a un autor, una melancolía o tristeza (tonterías) y, que vuelve afligidas a las personas cuando no es así, ―cierto que en Nietzsche no encontraremos un “materialismo filosófico” por supuesto, sino un Nihilismo ―o creencia en la absoluta falta de valores en la sociedad, o bien el rechazo radical del valor, o sentido, de la deseabilidad― derivado, del “idealismo Alemán”(orígenes del Nihilismo en el Idealismo Alemán. Winfried Weier) mas no veo tristeza, sino impulso y voluntad: deseo, en el párrafo anterior, en tanto a liberación de cuanto supone esa sociedad y la corrupción del hombre en ésta; una lucha, posiblemente perdida donde, como dice Hamann “La naturaleza humana está tan corrompida e impura que la concepción y el nacimiento de un hombre no puede acontecer sin mancha". Pero, Nietzsche no sólo representa la meticulosa disección de este mundo desplomado y a la deriva, sino, igualmente una nueva –y si se quiere: trágica– oportunidad para el pensamiento. Pero una reflexión trágica (debido en tanto lo que afronta, cómo se afronta, y cuánto se profundice) no ha de ser triste –aunque algunos como Mihai Eminescu y Emil Cioran recurran a la nostalgia como sabiduría (P. Javier Pérez / Universidad de Valladolid) – y, he ahí el desconcierto. Pero, además, es difícil concebir a alguien en una tristeza, nostalgia o melancolía, desarrollando textos “centauros" en el caso de “Nietzsche” como los él u otros los llaman, tan lucidos y neurálgicos, como igualmente lo son aquellos escritos por Ciorán, bajo esa supuesta influencia de una angustia asfixiante (que dicen les subyuga) sino más, y en todo caso, habiéndose superado, prevaleciendo, o quizá a través o proyectados por ella; y, si bien (sumergirse en el hombre, parece como si esto produjera asfixia de laxitud indeseada – Ciorán) parece que Nietzsche y tantos otros medran por esa selva de estados y emociones, alcanzado algún lugar, un lugar desde el que alzarse y lanzar su mensaje, a saber: “Nunca he sido tan feliz conmigo mismo como en las épocas más enfermas y más dolorosas de mi vida: basta mirar Aurora, o El viajero y su sombra, para comprender lo que significó esta “vuelta a mí mismo”: ¡una especie suprema de curación!.” (EH, “Humano demasiado humano”). Cuando menos da que pensar verdad? 

Aunque, no es menos cierto, que esta noción del individuo en Nietzsche, como un ser autónomo, se le revela a muchos ―en esa visión que exalta al individuo criticando a la sociedad― como una obra que, en la práctica, resulta ilusoria: si bien, y a mi entender, lo ilusorio y triste, ciertamente, es permanecer donde ya se está y cómo se está (en la inopia) no sabiendo qué o cuánto se quiere de nada o de qué, o, peor aún, ni quién o qué se es (y no refiero esto último a la profesión) pues la cuestión, más sería referida a cuál es nuestra finalidad: un “fin-como-destino” en la vida; y, estar perdidos en lo cotidiano, sin itinerario ni dirección, es la mayor zozobra que podemos padecer. Y digo perdidos no porque sí, sino con razón; pues, a la pregunta qué quieres ser (referido a ese punto culminante de tu vida) te pararás un momento, y tendrás que pensar, no sabiendo de inmediato bien qué responder, cuando, ya sin saberlo (e independientemente de lo que confieses) llevas una marcha y dirección desde hace mucho tiempo definida; aunque, posiblemente, no la pensaste en ningún momento, dirigiéndote, hacia algo que incluso tú mismo ignoras. De ahí la necesidad de parar, de dejar de hacer lo que hacen los demás y de ser “otro” más; y, preguntarte, de una vez, qué quieres y dónde vas; pues, “aunque existimos en el mundo con otros, no podemos permitir que esos otros (publicidad, sociedad, familia amigos) acaben definiendo lo que el individuo es, o será de manera particular, llevándolo a participar de una vida “inauténtica”: Gozamos y nos divertimos como se goza; leemos, vemos y juzgamos sobre literatura y arte como se ve y se juzga; pero, también nos apartamos del “montón” (del uno, que no es nadie determinado y que son todos) como se debe hacer; y, encontramos irritante, lo que se debe encontrar irritante, como se debe ser.” – Heidegger. 

III-El peligro de no escucharnos a nosotros y escuchar a todos

Nadie dijo que la vida fuese fácil, ni tampoco que vivir digna y auténticamente fuese, en ocasiones, tan difícil. Lo que me recuerda aquello que me decía mi padre, a saber: “nada que te resulte fácil valdrá la pena ”. Lo que me lleva a pensar en nuestro modo de vida , digamos “fácil” ―no refiero aquí las contingencias de cada uno, que haberlas habrá― y, si esta “facilidad/comodidad” (todo organizado para que lo tengamos a mano, como la comida en los supermercados) vale la pena, en tanto luego nos limita y dirige (el “ente” social y el estado) hacia los qué debemos, privándonos, cuando no prohibiéndonos lo que nos gustaría (en tanto a la libertad individual) poder ser o hacer; lo que finalmente nos lleva a este estado perpetuo de lucha y disputa, desde el mismo día que nacemos.

Y precisamente, es aquel "individuo" “que está ahí” en su angustia y disputa, sometido a la presión que supone vivir como proyecto, aún incompleto, cuando, en ocasiones “cae”; pues, es cierto que la existencia es el lugar del ser que esta en el mundo como “individuo”, donde existe pudiendo alcanzar todas sus posibilidad de ser, trazando metas e intentando cumplirlas, pero en el mundo vive igualmente con los “otros”. Y, puede llegar el momento, en el que el  “individuo-en disputa” tras comprender su realidad que, por más que para muchos sea desatendida o pase inadvertida, tiene igualmente “existencia” ―mas allá de aquello que es vida o, un vivir por vivir― también, se da cuenta de que no se ha creado a sí mismo, ni tampoco al mundo en el que se encuentra, sino que sencillamente está ahí (ahora parado e indeciso) sin un fundamento aparente o razón: sin motivo; y, además, también, se da cuenta (ahí-parado), de que él “tampoco” ha escogido ser cómo es: un “ente” que existe y que habrá de elegir unas posibilidades y no otras, siendo, en cualquier caso responsable de cuanto le acontezca, dependiendo de aquellas: sus propias decisiones. Y es posible entonces, que el ser que está ahí, ese “individuo en disputa” pase a ser un individuo-en conflicto” consigo mismo; entiéndase: en disputa, con la sociedad, por su libertad, pasando, a estar en conflicto, consigo mismo, no tanto dejando ya de creer pero sí, rindiéndose, y gradualmente dejando de creer, por encima de todo y de todos: en su libertad; experimentando, esa ingrata sensación el saberse abandonado a sí mismo: angustiado y… escuchando lo que el “uno” que no es ninguno y son todos” (la sociedad) tiene que decirle; comenzando a disiparse en la mundanidad, en el dejarse llevar por el exterior por lo que se dice, por lo que se piensa, por lo que no es nadie y son todos: la sociedad y sus estructuras que implantan lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe y lo que no se debe pensar o hacer; corriendo, entonces más peligro que nunca; peligro de dejar de vivir, vivir propiamente; bien, porque no encontró, no escuchó, o dejo de escuchar su ser. Y es por ello, la necesidad inmediata de darse de baja, dejar de pertenecer, renunciar; enfocándonos en aquello que precisamos para iniciar nuestro peregrinar. Pues y pese a no haber escogido el “individuo” ser o existir, y pese a no haber escogido todavía “su manera” de ser o existir, el “individuo-en disputa” ha de saberse responsable de su propio ser, tanto como si él mismo lo hubiese creado o construido; pues, más allá de cualquier duda o contingencia posible, desacierto o incluso caída, comprende, tiene que comprender, que en existir y sólo en su existir, se juega su ser: ser, como él decida ser/ser, no como "los otros" decidan que sea.