EL SER / EL SER Y SU SOMBRA (00) /BUSCAR y ENCONTRAR la forma del SER (el por el ojo izquierdo: la sombra) /Jordi maqueda



 EL SER Y SU SOMBRA


Hoy publiqiue esta misma entrada en mi Web de volcanes —algo extraño a la razón, Filosofía y aventuras: ambas en una misma dimensión—, pues parecería, a ojos ajenos: aquellos que solo miran la imagen y no sombra que la proyecta: que no estoy de viaje. Que si no veo la foto de la imagen, pues no hay sombra... que la proyecta. Quizá deba explicar, que los viajes relatados de este blog, son solo otra parte de mi viaje. Antes de este blog, ya había subido montañas, estado entre volcanes, cruzado el océano y escribiendo: ya estaba de viaje: nunca he dejado de estarlo: sin saber muy bien a dónde me conduciría: este es viajar. Un viaje creo, que todos deberíamos hacer, algunos quizá ya estando ahora, en este preciso momento realizándose, aún sin todavía saberlo (pero eso nos ocurre a todos) hasta que le encontramos su significado (a la sombra) y a lo que habíamos estado haciendo.

Hace algunos años leí un bello pasaje en un libro que afirmaba: “la verdadera patria de todo hombre y mujer, origen de sus deseos e igualmente, punto de partida en el que es forjado el destino de sus vidas, se encuentra en algún momento de la infancia”. Por mi parte, reconozco haberme sentido seducido y no en pocas ocasiones, pasar tardes y noches en vela cavilando, pensando, cuando no buscando en el pasado, ese preciso instante, hasta dar con él. Estupidez la mía, sólo posible en el que ignora que no importa el origen —apenas sostenido ya en un reflejo indefinido que se derrumba una vez y otra en el impreciso caudal de la memoria— sino el propio destino, y que este viaja formando parte de uno mismo. De modo, que poco importa ya si tal afirmación es cierta, pues de nada sirve el ejercicio, sino para reconocerse víctima del devenir pues, antes en el pasado e igual que ahora en el presente, ignoraba, el final del camino que emprendía y, consecuentemente, hacia dónde el destino me conduciría. Todo destino es dramático y trágico en su más profunda dimensión» escribió, en alguna ocasión Gaset.

Sin embargo, Platón, en su Timeo dice que « aquello que sucede, sucede necesariamente por una causa». Plutarco, al final de su libro de fato, entiende que «lo primero y más importante no es tanto saber, que nada deviene sin una causa, sino que todo deviene en virtud de causas anteriores». Por lo tanto, sería inteligente no buscar causas primeras ya lejanas, concluyendo que todo principio es causa de la anterior y continua sucesión de diversos acontecimientos, los cuales, conducen hasta un determinado origen: Ese principio, inductor —catástrofe lo llamaría C. Zeeman— o mera discontinuidad, que altera los factores que hasta el momento han guiado nuestra vida y en el que sin saberlo, conjuramos de nuevo a las parcas que maniobran infinitos destinos. Será a partir de entonces, que caminaremos sobre un hilo que por nosotros mismos irá siendo tejido, desconociendo, aquello que aguarda más allá, escondido, tras los vados y sombras del camino. Y así, hasta provocar otra inflexión en la maquinaria del destino. Pues ocurre, que aquellos fundamentos que gobiernan los misterios del universo, comienzan como engranajes de un viejo reloj a temblar, avanzando en movimiento infinito y sin vuelta atrás, cuando unos niños sentados imaginando historias en silencio contemplan, con la vista perdida en el horizonte y la esperanza labrada en el tiempo, la difusa silueta de sus sueños, forjados el murmullo sibilino del viento, y el rugir furiosos de olas que golpean, límites impuestos al mar.

BUSCAR y ENCONTRAR la forma del SER  (el por el ojo izquierdo: la sombra)  


Tengo un limonero en casa, además, de limones me da su sombra: de hecho, esta segunda posibilidad solo se dio a partir de una necesidad. Se me rompió el toldo hace unos años, no tenía dinero y decidí extender las ramas, como en un bonsai dirigiéndolas horizontalmente al suelo, para que proyectasen su sombra más extendida. En un año ya no necesite toldo. El limonero me daba limones y ahora su sombra protege a otras plantas y el patio). Supongo que le di las gracias y él me las dio a mí, por fijarme en el, reconocerlo, como algo más que un limonero: un aliado contra la fuerza del sol en Extremadura. Sufrió algunas quemaduras, por mi culpa, descubrí sus hojas interiores que no estaban preparadas para tanta radiación, pero ahí está dándome sombra y limones, El limonero en el patio, que compartimos de la casa de mi madre. Pero entonces ocurrió algo. Hace dos veranos apareció un brote, yo siempre los cortaba, un brote bajo casi donde empieza el tronco. Por alguna razón no lo corte, creció y Este año se dividió, en forma de (Y) vertical hacia arriba (hace unos años antes yo solo veía un brotes, pero ya no es así (y el limonero espero) hasta mostrarme una forma (que yo: una persona – ingenua e ignorante - pudiese entender), de este hacia mí de este. Ese brote inició hace dos años, cuando a mi me cambia el mundo y la vida: empiezo a ver todo de forma distinta (la historia es larga) pero este año hace unos meses (empiezo a ver de otra manera las cosas) y , siguiendo a mi sombra, no dejo de observar ese brote (que es una forma: me dice mi sombra): veo lo que me dice el limonero en una forma (primero el tronco / año pasado, y creciendo) ese soy yo (un retoño en una nueva forma, en la que aun no me reconozco / el año pasado). Hasta hace unos meses, en que no veo solo las cosas diferentes, sino que empiezo a entender esas mismas cosas (como formas) entendiéndolas con su sombra / a partir de yo haber reconocido la mía (otra forma, de mi forma, y que me da forma). Y vuelvo a mirar la (Y) no hace más de dos meses, y entiendo lo que no entendería otro, sin antes entender su sombra (creo que soy el primero) que ve realmente ahí- el ser- de una forma, compuesta de otras formas, que le dan su ser (a esa forma dentro / perteneciente a otra forma mayor (del árbol / en la tierra: (forma). Y pienso en el ciervo que me encontré en aquella curva, en el pirineo (1993) a la vez escuchaba el gruñido tremendo de un oso lejano, justo cuando mi vida se iba a desmoronar (entonces en una forma cómoda hundiéndose /hacia los avernos de la sociedad viviendo una vida (otra forma) de mi mismo ser, pero (oscura y difícil, muy difícil, de exclusión y adicciones y a la vez que con el tiempo (esa oscuridad empezó a tomar luz a la vez que la transitaba esa oscuridad social, y me reconstruía en ella, la habitaba (sin miedo) se hizo mas presente aquel Jordi, que coge la escopeta apunta y dispara matando la inocencia sin pestañear y sigue su camino. La forma de mi sombra, no solo era aceptada, sino necesaria: para aquel sujeto que habita la frontera fuera de la burbuja social). Me empezaba a conocer, y reconocer a mi mismo (en las dos formas necesarias para ser), firme como un tronco (una forma), pero que necesita sus ramas (otras formas, pertenecientes a esta) y hojas (otras formas a aquellas segundas, que son de la primera: para ser. En esta alianza, la razón primera y el instinto no temen a nada, y menos a nadie. Empezaron entonces las emociones, de vivir desplazandome a otras ciudades / los grandes viajes, y el conocimiento que empezaba a adquirir (de todas las formas, de las gentes y seres que me encontraba dentro de la forma contenida de este planeta) del mundo,  Mas cuando la razón acompaña libre a su sombra, la razón primera advierte, pues penetra otras sombras: el mal de las gentes, de su razón y las formas de su razón enferma igualmente de medios y fines, inculcada en la sociedad, pero a la que llegan a dominar a las personas por otros medios/ la violencia: activa / por el contrario de la pasiva que sentimos todos de la luz de la sociedad. Uno ya puede ver esa serpiente antigua (en la luz y en las sobras, de las personas, de a los dos lados de nuestra sociedad), como primera forma la sombra (de la maldad) del mal de los hombres, que los tienta con drogas, prostitución de críos ( con placer: bienestar social / sometiéndose por el miedo): y la reconoce astuta, pues se le acerca y le tienta ( pero la serpiente no ve al dragón en su forma ( pues solo ve por su ojo izquierdo (el el mal que razona para sí medios y fines) y no reconoce de la forma la sombra que tiene detrás de la forma que ve. La ve solo cuando el dragón la mira, y espanta (por la naturaleza de su ser: que abrasa más que el fuego) como águila frente a la golondrina. Luego ese mal es curioso, no entiende a ese ahí de pie que no dice, si, y dice no, y pregunta si va bien en la dirección hacia su destino: y hasta los hombres escorpiones le preguntan a Gilgamehs la razón de adentrarse en el laberinto (buscando a Utnapishtim ), parece que no entienden que hay destino (en el camino /conocimiento) mas allá (de la forma) del mal que en la oscuridad ellos habitan. Hacia la forma primera que habitamos, y que podemos ver, y (reconoce forma y su sombra) mirando desde el borde al fondo del cráter de un volcán (caldera/ Masaya) en actividad: la sangre y primera forma de la tierra, que podemos reconocer en su forma (primera) mirando desde el borde de la forma (imagen que proyecta la sombra) y que vemos reconocemos parte de esta (esa lava que vemos) / la sombra que antes no veíamos: lava) y que proyecta y da su forma al volcán (sobre la tierra. (Utnapishtim (el volcán: segunda forma / corteza de la tierra) y su Mujer (la lava/ primera forma de la tierra) hablan al hombre (Gilgamesh) sobre ellos, de lo que solo podía suceder una vez y era algo ajeno todavía al mundo mortal. 

Caldera Masaya ( Nicaragua 2019)

Salvar la tierra y su semilla (postrera) del diluvio de las microondas que inundan el espacio que bombardearon en su inicio la tierra: para, y salvarla, cubrieron con gases la atmósfera, que luego la semilla de la vida iría transformando, hasta llegar a las plantas y los árboles, que producen el oxígeno para crear de la atmósfera, a la vez que una protección de ozono, a partir del oxígeno, que podemos respirar. Había encontrado la forma de la primera forma (de la tierra) una parte de esta (sombra) a partir de un lado de su forma segunda (la corteza elevándome hasta borde del cráter y desde su borde y recorrer con la vista su forma). Llena de callada fuerza, la gran naturaleza abraza al que vive presagiando; para que invoque a su espíritu, lleva en el pecho pena y esperanza el hombre; de su más honda entraña asciende el poderoso anhelo. Y es capaz de muchas cosas y espléndido es su decir, transforma el mundo (Holderlin - Empedocles)

Borde inestable Crater Volcan Telica (leon - Nicaragua)

Según algunas tradiciones, el último gran presocrático, Empédocles de Agrigento, se mató arrojándose al Etna con 60 años cumplidos, cuando gozaba de la plena devoción de sus seguidores. Después de hacerse acompañar por algunos de ellos en un paseo por las laderas del volcán, simplemente desapareció para no retornar. En las cercanías del cráter encontraron una sandalia “de cuero, palpable, usada, terrena”,Se llegó a creer que existía algo fuera de lo terrenal, que el curso de las cosas humanas puede alterarse para un hombre. Tales eran las habladurías que surgían. Mas se encontró por entonces su sandalia, su sandalia de cuero, palpable, usada, terrena. Había sido legada a aquellos que cuando no ven, en seguida empiezan a creer. El fin de su vida volvió a ser natural. Había muerto como todos los hombres. . Ese “hombre embriagado de Dios” –según lo define Hölderlin en su drama– purificó el alma desprendiéndose de su cuerpo decadente “antes de que no pudiera revelar ya la divina naturaleza a los hombres, sin convertirse en juego, burla y escarnio”. Y así puso de manifiesto la brecha, el abismo que separa a los dioses de los hombres, ( al ser/ de la razon) a lo eterno de lo terreno, para retornar finalmente a la naturaleza como lugar de reconciliación entre ambos. (Socrates tambien se suicida, antes de someterse a la nueva forma de la "razón: de poder (instrumental)", que había reconocido, en sus gobernantes y de las gentes a las que habla, como su sombra, no reconociendo estos, la imagen proyectada en sócrates de su propia sombra, de ellos)

Pero yo no soy empedocles (pues había encontrado algo: una forma que entendia, y que a Gilgamesh - en otra forma- le hablaba, lo que empédocles no entendía / entendiendo lo que luego sería). Ni tampoco Gilgamesh, (Pues no busco la inmortalidad) sino la sombra del ser (que hablaba a Gilgamesh y a la que empédocles no entendía) y que contiene todas la formas, incluida la tierra. Utnapishtim habla de dioses a Gilgamesh (pero Gilgamesh ya había perdido a Enkidu en esta parte (reconstruida) del relato babilónico/semita Acadio, donde Gilgamesh ya estaba más demacrado y débil: buscando la inmortalidad (renuncia a seguir su búsqueda y su vida de aventuras (renuncia a preguntarse por el ser) / regresa a la ciudad). 

Mi sombra y yo entendemos de esta última parte: falsedad, pues el ser ya no se desploma en dos de su sombra jamás, una vez se reconoce ser (dos formas en una) es hasta la muerte en el camino hacia reconocer la forma del (ser) que les da su forma y los contiene. La cobardía del que escribe el relato babilónico, amputando el original sumerio, escribiendo sobre la cobardía y el conformarse es evidente a nuestro saber de ser y sombra, (y vemos de esta reconstrucción del mito a un Utnapishtim babilónico semita, no al Gilgamesh héroe sumerio, sino la forma del sacerdote, que ilumina la oscuridad del desesperado en el desierto, que ve y teme la muerte y que se conformará con poco, que no es poco, con conservar su vida (es una luz n la sombra de nuestro camino, que nos apea, a la vez que reconforta por forma de la razón, la solución que nos somete lego a la razón (que ilumina de luces falsas que deslumbran y ocultan la verdadera existencia del ser, atrapándonos en su forma: desviandonos de camino, de habitar nuestro nuestro verdadero camino). condenados, como advierte el poeta: Dijiste una vez: "Iré a otra tierra, iré a otro mar (a otra realidad): Otra ciudad (otra realidad) ha de haber mejor que esta. (pero escuchaste a tu sombra reflejada de aquella imagen, no buscando el ser de la sombra: regresaste a tu ciudad. / No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo; y entre las mismas paredes irás encaneciendo. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra -no lo esperes- no tienes barco, no hay camino. Como arruinaste aquí tu vida, en este pequeño rincón, así en toda la tierra la echaste a perder.” Kavafis.

Pero sobre todo, mi sombra y yo, reconocemos la ausencia de una parte del relato original, y reconocemos esa ausencia, porque nosotros recorrimos ese otro camino (reconocemos la sombra oculta de la imagen) que no se mira ni busca y otros ocultan (iluminandola en la necedad de la razón segunda). La sombra que proyecta de sí →la forma de la tierra, en su forma (luz y sombra) es una forma dentro de otra mayor (en el siglo XXI la razón primera y su sombra, nos advierten, a la luz de la ciencia del límite de la forma de la tierra → otra sombra (ancho de la sombra y límite que proyecta su forma (de la tierra) barionica y visible (y empezamos a preguntarnos por la consciencia: esa que nos advierte de la razón (segunda) iluminada (de medios y fines) apartandola de nuestro camino, para dirigirnos hacia la razón de nuestro ser (atendiendo de nuestra consciencia, que cuando mi sombra es (ser) presente y forma de mismo (ser) me dirige hacia el borde otra sombra y forma) de consciencia, con la que entiendo que me puedo comunicar, por mi sombra (entendiendo mi forma y sombra de la de aquella (hoy). pero esto, aún no lo entendía cuando partí al Kurdistán: la segunda montaña de tres ∆∆∆, y que protege con su vida y espada ardiente la sombra de la Esfinge: el Querubin .
II

A principios de 2020 poco después de volver de Centro América, justo antes del inicio de la pandemia, tenía pensado terminar de concretar, volviendo de nuevo al Arco Volcánico Centroamericano: Volcán Barú en Panamá, y los Volcanes Irazú, Arenal, Poas, Turrialba y Rincón de la Vieja en Costa Rica, terminado de este modo mi odisea volcánica centroamericana en solitario, que empezase tiempo atrás en El Salvador, y siguiendo después en Guatemala, Honduras y Nicaragua (que había terminado en Masaya) sobra decir, que me encontraba guiado por el instinto (moviéndome en acto → de ir →a un lugar) y seguro en mis decisiones, pero aún yo no había reconocido la sombra que me guiaba (mi propia sombra), que me conducía por los lugares menos a aconsejados a la razón ( la sombra del ser, jamás te lo pone fácil, pues reconoce tus sombras y temores, cuando los tienes, que no era mi caso). Sin embargo, la pandemia vendría a frenarlo todo, incluido nuestras propias vidas. Sería precisamente durante la pandemia, cuando de forma inesperada (que casualidad / esto se repetirá muchas veces, cosa que ocurren por casualidad pero luego tiene bastante sentido) apareciese un tipo extraño en mi vida—por WhatsApp— que luego desaparecería del mismo modo como apareció. Su nombre poco importa, pues lo verdaderamente importante fue aquello fue me propuso: “viajar, junto con un grupo de otras dos personas (montañistas) y alcanzar en Chile el volcán ojos del salado (se llamaba Jesús / de Barcelona / trabajador de telefónica), como decía, para alcanzar el Volcán más alto del mundo de casi 7000 m, y todavía activo, para finales de aquel mismo año, coincidiendo así con el verano austral”. Sin embargo, en una de nuestras conversaciones (también por whatsapp) este insistió, que teníamos que hacer antes otra expedición, en este caso a un volcán de al menos 5000 metros, con el objetivo de ir poniéndonos en forma, entiéndase: adaptándonos y empezando a aclimatar nuestros cuerpos y mente (lo que encontré razonable) para lo que nos esperaba. La decisión final, en este caso y no mía (sino de Jesús) fue viajar al Kurdistán (al oriente de Anatolia vía Estambul) y ascender allí una serie de volcanes, entre los 2500, 3500, y los 5000 metros, Nemrut, Suphan, Artos, Tendurek y finalmente Agri Dagi (Ararat de 5.135 m) como colofón y final, en el altiplano armenio: justo en la frontera entre Turquía, Irán y Armenia. Lo que nos llevaría, a lo largo de un par de semanas, a recorrer aquello que según la biblia fue en tiempos pasados el Paraíso Terrenal, o ' Porta del Paradís', según una epístola del humanista valenciano del s.xv, Bertomeu Gerp, escrita en latín, y que sitúa el paraíso en esta región; al igual que lo hiciese el egiptólogo británico David M. Rohl, y que localizó geográficamente en esta parte del mundo el lugar exacto donde estuvo ubicado el Paraíso, tras cotejar fuentes bíblicas. No en vano, algo más al sur del lago Van (y ciudad de Van) encontramos la ciudad de Urfa: o ciudad de los profetas, nombrada así en el Antiguo Testamento, como lugar en el que vivieron grandes profetas Job, Elías o Moisés o el mismo Abraham. Sanliurfa o Urfa (antigua Edesa) y que después de Konya, es la ciudad santa más importante de Turquía, y que a muchos les sonará el nombre por su cercanía a Gobekli Tepe, o como el lugar el de asentamiento de campos de refugiados sirios de Suruc.

Lo cierto es, que tanto hoy como en el pasado, y debido principalmente a desastres naturales, sobre todo seísmos (Van 23 octubre del 2011 - 8000 muertos / Diyarbakir 6 de febrero 2023 más de 100.000 muertos) pero igualmente debido a los conflictos armados en la región: en áreas del monte Tendurek en la provincia de Van, o más al sur en las zonas fronterizas de Urfa e igualmente debido a la guerra Siria, parecería no tanto haber llegado uno al Paraíso, sino más de ese lugar donde las almas purgan sus penas o, incluso, y dependiendo del momento de la historia: al mismísimo infierno, pues en aquel mismo lugar donde Noé depositó su balsa antaño, no hace hoy mucho más de un siglo se llevó a cabo el exterminio sistemático de más de un millón de armenios cristianos, que regaron con su sangre la totalidad de las tierras sedientas del altiplano armenio, hoy perteneciente al oriente de Turquía.

Pero y volviendo de nuevo al viaje, yo ya había hecho mis deberes, hablando acerca de algunos detalles con el que sería nuestro guía “Kurdo” en la zona oriental de Anatolia; además, había leído bastante acerca de la historia y conflictos recientes y pasados de la región, así como del vulcanismo presente y pasado de la misma, como se podrá comprobar de mis otros escritos en mi otra web (subiendovolcanes.com). Sin embargo, nadie me había dicho, que hubiese armenios en la región o siguieran por aquellas tierras (tema todavía tabú), y muchísimo menos, que anduviesen por su “Montaña Sagrada” (Monte Ararat), más cuando había escuchado a lo largo de todo el viaje y a los pies mismos de la montaña, que los armenios ya no estaban. Supongo que esto me causó algún tipo de conflicto (personal, espiritual o religioso) a partir de aquel momento. Pero sería poco después, al amanecer del tercer día de ascenso, y durante la mañana del 7 de septiembre, y mientras que nos disponíamos en recorrer el último tramo hasta la cumbre, cuando algo removió mi corazón, dirigiéndome, no al paso de la cumbre junto a mis compañeros, sino y tras separarme de ellos (dejándolos sorprendidos) dirigiéndome después, tras comenzar a asomar los primeros rayos de sol, y ya en solitario al lugar donde algo había llamado mi atención el día anterior, y que aquella mañana del 7 de septiembre entendí relevante, pues tiraba de mí (tanto como para olvidarme de la cumbre). Se trataba de lo que en un principio no parecía ser más que una rama delgada y seca de olivo, pero ¿una rama donde no crece nada y solo hay rocas a más de 4700 m de altura? (no llevo barómetro— lo digo partiendo de la información que nos da el guía: camp a 4.300 m, estando los iconos poco antes de los glaciares, estos a unos 4800 m).

Es curioso como son las cosas, pues yo había al Kurdistán dejándome llevar (o conducido si se quiere por Jesús) convencido por un sujeto ( Jesús) al que apenas conocía, y que ni siquiera me caía del todo bien (este solo pensando en estar en la cumbre / la cumbre/ la cumbre), por no añadir, que yo seguía sin estar para nada del todo convencido de lo que estaba haciendo allí (excepción por el monte Nemrut: único volcán activo de la región y que insistí en visitar, poniéndolo como primera condición). Pues mi interés son principalmente los volcanes activos, pero mayormente los situados en centro y sur América, Indonesia, Filipinas etc. Pero y una vez allí, y más allá de conocer ciudades o ruinas degustando la gastronomía popular, mi objetivo era como en el de todos los demás —y después haber ascendido y permanecer dos días en el monte Nemrut y su lago interior—ascender a la cumbre (para satisfacer al ego) superando las dificultades de aquella enorme mole de rocas que es el Ararat, todas ellas caóticamente desordenadas y fracturado el volcán en un lateral su forma ( una pirámide rajada de un lado), cuando y cuasi a falta de solo unos de metros, me vi de pronto: no pensando en subir hasta lo alto del volcán, ni en nada de lo que se suponía que debería estar haciendo o pensando en aquellos momentos —es cierto estaba sobre el volcán cerca de la cumbre, pero no tenía mi mente como en otras ocasiones, pensando en lo que "debía hacer allí: en el volcán" (quizá porque el Ararat no tiene ya en su forma ( el cráter desde el que mirar por su borde a su interior) — sino, que mi mente parecía esta otra cosa desde que desperté: inquieta, y a punto de ser “impulsada" si queremos llamarlo así, a seguir una corazonada o impulso que me apartaría del grupo, con lo que ello puede suponer, y sin tener para nada claro el por qué, hasta dónde, o hasta qué, aquel impulso me llevaría. De ahí que llame a esto prueba, pues se nos enfrenta a un dilema no fácil de disipar: seguir al corazón (y esa voluntad, que es tu sombra, que no te explica nada ni destino) o al grupo (como digo yo, al conejo blanco / la razón), ambas con sus consecuencias y renuncias. Sin embargo, hoy puedo afirmar, que solo quien persigue aquello que le dicta el corazón y lo sigue, puede alcanzar señales y verdades.

Creo, que como le ocurriese a Colón en su día, antes de partir a las Indias, igualmente sabía muy bien dónde iba y qué buscaba, más no lo que iba a encontrar. Lo único que puedo decir, es que al llegar al lugar (siguiendo al instinto / mi sombra) hasta aquel pequeño altar con sus dos iconos —sujetos al palo, uno arriba a un lado de este y el otro abajo— mi sorpresa fue mayúscula y una enorme sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi rostro mientras. Todavía no distinguía la verdadera señal un volcán sin cráter al que mirar (cuando tenía ante mí la sombra a la que me condujo mi sombra, a reconocer esa otra sombra que proyectaba en el volcán (aquella otra sobra mayor a la que me dirigía: el ser) (Gilgamesh, (ha salido del mito) el hombre rey al que ha reconocido su sombra, esta con su sombra (no solo), que lo dirige ante aquella otra sombra de otra forma de “Utnapishtim” o sacerdote, en nuestros tiempos. 

7 de septiembre 2021 (

He aquí, denuevo, la imagen proyectada de la sombra de esfinge hacia aquel que se atreve a desafiarla buscando la forma de su ser (que proyecta la sombra de la esfinge, que proyecta la imagen y su sombra) y mirarse frente a ella (reconociéndose en su propia sombra y forma, en los ojos de la esfinge, partiendo del lado de la imagen que proyecta su propia sombra) y enfrentándose - al querubín- que ha mirado ya en su sombra) enfrentándose pues a su propia sombra, desde el borde de la sombra, y a cada paso hacia la forma de la sombra, sobre sombra que se proyectan de sus creencias y pasiones: lo que aquel mas teme de estas : caminará sobre los propios terrores (es el precio a pagar que exige la esfinge / el querubín que a las puertas, defiende la forma que proyecta su sombra.

A partir de este punto inicia el empinado ya largo camino, donde escucharas una voz «Este es el camino por el que debes ir» sobre tu sombra (ambos ∆) para alcanzar, coronar en lo alto una sola forma (ser y sombra de tu ser). Es la última montaña de tres ∆∆∆ sobre la forma de nuestra propia sombra hasta coronar el pyramidion en nuestra forma más perfecta, elevados sobre esta, y poder mirar la la forma del ser en toda su perfección (pudiendo ser-ahí, en acto: re-conociendonos (nosotros- ser) en la forma perfecta de nuestro ser (en nuestra sombra): mirándolo y viéndonos reflejados en la forma perfecta del ser, habiendo dejado atrás (todo en lo que la razón instrumentalizadora y la falsa religión (instrumento de la razón) nos hizo e hicieron otros creer por medio de imágenes talladas recubiertas de plata, o fundidas y revestidas de oro, solo para alejarnos del ser, por medio de no dejarnos jamás ser, solo siendo lo que ellos (al controlar nuestra ignorancia por nuestros miedos) pretende, por ellos y para ellos que nosotros seamos, para satisfacerlos a ellos... recuerda: todo aquello lo esparcirás en el desierto como cosa inmunda.

Este es el camino que todos recorreremos, a partir del lado de nuestra forma recorriendo todo su lado / borde que la delimita (ascendiendo la montaña ∆ de nuestros temores y miedos (sombras), hasta reconocer de todo su perímetro la forma de nuestra sombra: de la forma que contiene todas las otras formas (el ser). Luego y vuelvo al limonero, miro la (Y), y entiendo cuando, recuerdo al ciervo que recogió aquel brote nuevo entre sus cuernos (sombra de una bestia mayor que del otro lado de curva escuchaba) llevándole por su ojo izquierdo a ver (explicándole), lo que su ojo derecho debía conocer, para que el futuro pudiese, cuando emergiera de un limonero una extraña rama en su jardín con dos cuernos en forma de Y (entendiese) de la sombra que la proyecta, ser y su propia sombra, de la forma del ser (ahí en acto: reconociéndose …) no al final de una o de la aventura, no: esto, solo es el principio, cuando empezamos a ser-conscientes, de lo que somos y donde estamos / luego: de nuestra razón de ser.

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