SOBRE LO HUMANO Y LO DIVINO
EL CONCEPTO SINGULAR DE VERDAD EN DIOS
Hay
una verdad absoluta, y otra verdad en relación a nuestros saberes y
entendimiento. Nosotros, cuando hablamos de verdad, lo hacemos refiriéndonos
siempre en singular a una verdad: la verdad,
pero esa verdad —o realidad—bajo un prisma imperfecto y humano puede mostrarse
como muchas verdades, del mismo modo que cuando una luz blanca y pura incide
sobre un prisma, observamos surgir de esta todo un arcoíris de colores
y tonos de estos: del mismo modo al iluminar dios con su verdad a las
personas, surge de estos un arcoíris de verdades grandes y pequeñas o
verdades a medias, no dejando de ser por ello verdad aquello se muestra y
revela a uno, pero igualmente, lo es que se muestra y revela a otro; pues la
verdad está siempre bajo la subordinación de los sentidos propios y la
capacidad de entendimiento, en tanto a cultura y por tanto del modo de acceso,
completo o parcial de “la persona” a “la verdad” y su dilucidación posterior
por medio del juicio y la prudencia, fruto meditando en el amor de su
corazón: receptáculo de la iluminación divina.
Pero
al referirnos a Dios —o preguntar por dios—, a nadie escapa que entramos en
aquella categoría de preguntas que carecen de solución firme. Aun así,
comprobamos que sabemos, o al menos creemos saber mucho sobre Dios por los colores
de este, que casa uno de nosotros vemos, o no vemos, pues incluso parece a
veces, que los que más saben de Él son aquellos que no lo conocen ni estudian,
pero continuamente están hablando de Él, o de que no existe, pero igualmente
hablando de Él; y es por ello que encontramos cantidad de comentarios, notas y
libros que afirman verdades sobre dos. Pero bastará un
reflejo limpio de dios, para que de inmediato entendamos que todas esas
montañas de miles y millones de libros, como aquel conocimiento que
pretendíamos: no son nada, cuando siquiera vagamente
atisbamos la idea de lo que pueda ser “la verdad absoluta de Dios” tan solo al
alcance de sus Ángeles, y ni de los profetas. Sin embargo, no tener acceso a la
verdad absoluta de Dios, para nada priva de su realidad: de percibirlo, en la
medida que se nos muestra y que luego uno sea capaz de reconocerlo, y
reconocerlo “en su creación”: pues dios es la luz y en la luz, pero es
más que la luz, como es más que todas sus partes juntas: que aún no se veía
pero ya existía, hasta que por la misma luz reveló al mundo su verdad, en las
cosas y también por el entendimiento, pues si algo existe sabemos que es
verdad, y si no la vemos pero sentimos, entendemos también verdad, que hay ser
en esta, en todo y todas las cosas, que vemos y no vemos pero sentimos ocultas.
Luego la verdad de dios hallaremos en todas estas cosas ocultas o no, pues dios
nos muestra en ellas su verdad, mas tanto de si propiciemos que Él nos muestre,
luego nosotros hallaremos de verdad, y su verdad, en ellas.
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