Saturno devorando a su hijo - Francisco de Goya

Saturno devorando a su hijo: obra ante la cual sobran las palabras.  Pertenece a la colección de Pinturas Negras que Goya produzco en las paredes de La quinta del Sordo ⸺sobre revoco⸺, vivienda ésta que adquirió hacia 1819. Saturno devorando a su hijo  es, sin lugar a dudas, una de las obras más impactantes, no ya de toda su creación artística, sino de toda la pintura universal, además, de paradigma de como el propio estado anímico y las circunstancias propias que rodean al artista en un determinado momento, influyen en su producción; de ahí que este trabajo sea también señalado por muchos críticos y especialistas en arte como uno de los puntos de partida del expresionismo. Como dato cabe destacar, antes de proseguir, que esta obra Junto a otras, fue copiada del revoco, de la pared de la casa donde había sido originalmente pintada, y trasladada a lienzo a partir de 1874 por Salvador Martínez Cubells (pintor y restaurador), tal y como le había un banquero francés de origen alemán Émile d’Erlanger, que tenía intención de venderlas en la Exposición Universal de París de 1878. Finalmente en 1881, d’Erlanger las cedió al Estado español, que las destinó al Museo del Prado, donde se exponen desde 1889.

Acerca del mito: Saturno, dios romano de la agricultura, Cronos para los Griegos, joven dios rey de los titanes relacionado con el tiempo y las estaciones. Normalmente Saturno es representado empuñando una hoz o guadaña, instrumento agrícola que concretamente fue usado por Cronos para castrar a su padre Urano y así destronarlo. Después, supo que sufriría el mismo destino que su padre y, para evitar la misma suerte, decidió devorar, uno tras otro y en cuanto nacieran, a sus hijos. Finalmente y como no podía ser de otra manera, Zeus, su sexto hijo, que había sido puesto a salvo por su madre Rea en la isla de Creta, cumplió su destino.

Es obvio que Goya no se limitó únicamente a representar el mito, mostrándonos, de este modo una alegoría de como el paso del tiempo consume todo a su paso. Saturno, muy lejos de ser representado en la forma que entendemos o hemos visto representada por otros artistas, nos es presentado como un monstruo deforme de grandes miembros, con ojos desproporcionados, y provisto de una crueldad desmedida. La imagen, surge de la más absoluta negrura, una lobreguez y obscuridad donde la luz únicamente existe para alumbrarnos la escena, cargada de una violencia explícita, escalofriante y espantosa; donde vemos clavarse los dedos del Titán, desgarrando el cuerpo ya inerte de su hijo que, a grandes bocados, es devorado con brutalidad. Goya, cabe destacar, nos muestra a un hombre ya adulto, alejado de esas otras representaciones fieles del mito, dándonos a  entender el irremediable avance del tiempo, ante el cual el hombre, sin defensa alguna, está a su entera merced.

De otro lado, la técnica utilizada por Goya es muy poco ortodoxa para la época, pinta sobre un fondo oscuro y a grandes brochazos, y no le es casi ni necesario pintar las zonas más oscuras; y al igual que en el resto de la colección utiliza una reducida gama de colores, en esta ocasión pálida, para una mejor identificación con un personaje ya viejo y decrépito. Como dato, y para una mejor comprensión de este cuadro y de su obra, Goya lo pintó, y al igual que toda la serie en la que se incluye,  ya a una edad avanzada, sordo, recién recuperado de una grave enfermedad y después de haber vivido los horrores de la guerra. Razón por la cual se ha llegado a decir que la imagen era una representación, a su modo, del rey Fernando VII tragándose a su pueblo. Si bien, y al margen de ésta y cualquier otra especulación en tanto a que podría representar más mas allá de lo pintado, lo único cierto es que estamos ante una obra que muestra la fulgurante transformación de un artista apasionado, cuya vida cambio por completo su pintura: de pintor de corte a pintor del pueblo, de cronista de guerra a, como nos ocupa en este blog, indagador de los más profundos miedos y terrores del hombre. 
Autor: Francisco de Goya y Lucientes
Año: Entre 1820 y 1823
Medidas: 143,5 cm x 81,4 cm
Soporte: Óleo sobre pared, trasladado a lienzo
Tema: Mitología, arte figurativo
Estilo: Romanticismo
Localización: Museo del Prado, Madrid

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