Antonio Piñero: Un agnóstico que cree en Jesús / jordi maqueda

 


Este texto está terminado en la medida que lo termine hoy, 
pero mañana quizás lo termine de nuevo. 

I

Antonio Piñero

Un agnóstico que cree en Jesús

Pero no cree, que Juan (apóstol) escribiese el Apocalipsis


Vaya por delante, que solo he tenido contacto con el S. Antonio Piñero, por medio de una carta que le envié en relación con unos textos griegos, y que muy amablemente me contestó este catedrático hoy emérito de filología, lo que ya dice mucho de él en estos tiempos —cuando no te dan ni los buenos días en la panadería— aunque fuese, en aquella ocasión, para excusarse por su exceso de trabajo. Pero mi conocimiento de A. Piñero viene de atrás, de cuando este salía en televisión en la década de los 90, y haber luego escuchado más de una decena de sus charlas y conferencias, y leído algunos de sus libros. El último: Los apocalipsis, 40 textos apocalípticos apócrifos, judíos, cristianos y gnósticos. Luego, poco podemos decir nosotros del filólogo, cuando el mismo se describe o define agnóstico, si bien añade, que “decir que Jesús no existió es ridículo”.

Pero, y ahora voy al meollo de esta carta, o cuestión, luego y no pocas, son las veces que he visto interrumpir a Antonio en varias ocasiones y charlas, por los que entiendo son creyentes y cristianos, en alguna forma dolidos por sus afirmaciones —que suenan más a veces a sentencias— pero que parecen no entender la postura o lugar, desde la que Antonio ofrece sus explicaciones: resultados de sus investigaciones (filosófico históricas) y opiniones “personales” respecto a las escrituras: de los mismos apóstoles, e incluso sobre Jesús. Solo decir, que ya me gustaría a mí que aquellos “cristianos” que lo critican por hacer su “propia lectura los evangelios” y ofrecernos su versión historicista de estos, primero: entendiesen “literalmente” lo que nos dice, y luego leyesen los evangelios con el mismo afán que Antonio Piñero, e ímpetu con que después discuten las posiciones del filólogo. Pues de haberlos leído, sabrían que “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, y sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad” (2 Timoteo 24,25); y entendiendo: “que deben desecharse tanto las cuestiones necias (cuando refieren dogmas, pero igualmente aquellas…) y “sin sentido” (que tratamos ahora), sabiendo que engendran contiendas” (2 Timoteo 23). Pues desde la posición de quienes están en el Señor por la voluntad de Dios, se entiende “sin sentido” y, por lo tanto, “imposibilidad” de acuerdo mutuo, entre teología y filología sobre aquellos temas que son de fe, tratándose, en consecuencia, de posiciones (no opuestas) sino distintas, que llevan a verdades diferentes: cada una de su lado (y en su sentido), surgiendo el contencioso al pretender una sola verdad, por medio de confrontación —a partir de opiniones e ideas propias— venidas de ámbitos distintos del conocimiento y entendimiento (personal y circunstancial, y los saberes propios de cada uno) respecto a las escrituras sagradas, y que son tratadas desde teología o ciencia de forma muy distinta. por no añadir, que evangelios hay muchos: cuatro canónicos, que sirven a unos intereses; y un conjunto de número no inferior a 50, que sirven para intentar entender. Llevarse a la boca la comida que otros le dan servida en la mesa, es una opción, y salir a buscar tu comida es la otra. Cada uno decide que come, pero recuerda que somos lo que comemos... no seas lo que otro quiere que seas. 

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