Lo que define en ocasiones una buena o mala película, reconozcámoslo, es su banda sonora, a través de ella intuimos lo que que se avecina, o no. El caso es que a nosotros, en medio de aquel infierno, y muy a nuestro pesar, no nos podía faltar la P. banda sonora.
Los minutos siguientes fueron un verdadero
caos. El guardia civil del que me había zafado segundos antes, viéndose alcanzado
por los bichos, saco su arma y abrió fuego, a la vez que me ordenó ― ¡Y tú, no
te muevas del suelo!―. Justo en aquel momento, un coche de los municipales con
dos de ellos llegaba a toda pastilla, frenó de pronto, bajándose del coche dos guardias
urbanos, con mascarillas azules ― ¿para qué coño mascarillas azules?― me
pregunté. De inmediato, los monillos (la policía municipal) empezaron a abrir
fuego contra la marabunta que se abalanzaba contra el guardia civil, al que pocas
balas le podían quedar. El perrito de los cojones, que seguía enganchado desde hacía
rato y como una lapa a la pierna del guardia civil, salió disparado hacia uno
de los municipales nada más verlos, enganchándose con sus mandíbulas en los
pantalones de uno de ellos. De nuevo escuché ― ¡No te muevas capullo!― ahora era Chemi, también
dirigiéndose a mí. Este salió por la puerta y empezó descargar su fusil sobre aquellas
criaturas, que ya sobre el guardia civil, le mordían y desgarraban partes del
cuerpo y cara, todo apenas a tres metros de donde me encontraba. Intente hacer
amago de moverme, tenía que alejarme de allí, pero de nuevo ― ¡No te muevas del suelo capullo! ― volvió a gritar
alguien (Capullo se estaba convirtiendo en mi segundo nombre). Ahora era Aitor,
desde la ventana empezó a abrir fuego con una M65, temblaba todo, hasta el
suelo, me estaba quedando sordo y tonto del ruido, pero entonces, entre todo aquel
atronador sonido, gritos, disparos y… ¿Qué coño? alguien estaba aplaudiendo y, además,
se empezó a escuchar música: música rara… música chunga: era el puto Dúo Dinámico
cantando el “RESISTIRÉ”. Con cara de incrédulo miré a Chemi, éste con su mirada
me dijo “a mí no me mires”. Miré enfrente, arriba: no lo podía creer, era el Juanillo, estaba en el balcón de su casa, con unos altavoces de cojones a toda
pastilla, saltando, cantando y tocando las putas palmas: (aplaudiendo), a la vez que sonaba aquella canción del demonio y, mientras, el infierno se abalanzaba sobre nosotros y,
pensareis que aquello no podía empeorar, pero lo hizo…. juanillo subió el
volumen.
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